«𝑽𝑬𝑰𝑵𝑻𝑰𝑫𝑶𝑺»
Al día siguiente en el segundo piso del castillo se encontraba el trío de amigos aprovechando su tiempo entre libros. Mientras Jimin permanecía aún divagando entre las estanterías, Namjoon se hallaba sentado en uno de los escritorios con su atención enfocada en un viejo libro de pasta gruesa.
— Sabía que no había traído a un simple gato. —murmuró para sí mismo leyendo el libro de "criaturas fantásticas" que había tomado hace un rato.
Después de unos minutos el menor de sus amigos tomó la silla contigua al peliplata mientras se sentaba en ella.
— Estoy harto de tantas lecturas, quiero morir un rato —se lamentó el vampiro—. ¿Oye a dónde vas? —preguntó observando como su amigo se levantaba del puesto.
— Debo recuperar algo que es mío —sentenció para luego retirarse del lugar.
El azabache frunció su ceño confundido a lo que dirigía su mirada a la página abierta del libro que había dejado Namjoon.
— ¿Un gato? —murmuró.
Bajó su mirada unos centímetros para ver el siguiente dibujo de una especie de felino que ya no se veía tan amigable como el del principio de la página «¿Pero qué es eso que le sale de la boca?» se preguntó al ver lo que parecían tentáculos salir desde su garganta.
— ¿A dónde iba Nam con tanta urgencia? —inquirió el de cabellos azules tomando puesto en el lugar ahora vacío.
— Al parecer necesita recuperar algo que es suyo.
Ambos muchachos posaron su mirada nuevamente en aquel dibujo para luego sólo encogerse de hombros y concentrarse en la lectura encargada para su próxima clase.
[⚔]
— La clase de Historia de magia de hoy estuvo realmente aburrida —se quejó Jungkook a lo que salía del aula de clase junto al mayor de los elfos.
— ¿Qué dices? hoy me resultó bastante interesante.
— Sólo dices porque estuvieron hablando del origen de tu especi. —respondió rodando los ojos.
— ¿Estás insinuando que la historia de mi especie es aburrida?
El menor rio bajito ante el quejo del rubio para luego cambiar de tema.
— ¿Hoy me acompañarás al entrenamiento de la clase de combate?
— Oh, me temo que hoy no podré. Quiero llevar a Erwin a dar un paseo al bosque, hace mucho que está encerrado.
— ¿Erwin?
— Mi gato.
— Que nombre más feo. —se burló recibiendo un golpe en el brazo por parte del elfo.
— A mí me gusta —refunfuñó cruzándose de brazos.
— Está bien, está bien... no te enfades —respondió acariciando su brazo adolorido—. Cómo sea, ya me voy a mi clase ¿te veo luego?
Seokjin asintió para luego despedirse de su compañero y dirigirse a su habitación en busca del pequeñín.
Una vez el elfo llegó a su habitación se dispuso a buscar al escurridizo felino.
— Erwin ¿dónde estás? —llamó a su mascota observando alrededor de la habitación.
Después de varios llamados y no recibir respuesta el rubio comenzó a caminar por toda la habitación. Revisando debajo del escritorio, debajo del armario, en el baño, debajo de las camas... ¡Bingo!
Seokjin sonrió al ver la pequeña bola gris debajo de la cama de Hoseok.
— Ven aquí pequeño travieso.
Se acostó de panza en el suelo para luego estirar sus brazos mientras atrapa al gato en sus manos, pero al aparecer este se resistía a salir del reducido espacio.
— ¿Qué tienes ahí? —preguntó una vez que al halar al pequeño Erwin, este trajo consigo una vieja libreta rasguñada—. Te he dicho que no juegues con las cosas ajenas.
Iba a dejar la libreta en su lugar, pero... ¿y si le echaba un vistazo? Dicen por ahí que la curiosidad mató al gato, pero Seokjin no era un gato así que no tenía de que preocuparse.
Se levantó del suelo dejando al felino encima de su cama.
Sopló la ligera capa de polvo que cubría el cuadernillo para después abrirlo con cuidado.
Frunció se cejas con confusión pues no entendía mucho de lo que estaba dibujado en el pergamino, habían muchos trazos de lo que parecían habitaciones, jardines... un momento, todos esos dibujos lucían como un plano del castillo.
— ¿Qué es todo esto? —cuestionó en un pequeño murmullo.
Para cuando iba a pasar la página, la libreta fue arrebatada de sus manos con rudeza.
— ¿Qué demonios crees que haces?
La voz gruesa y ligeramente molesta de Hoseok hizo que el elfo se quedara estático al ver al menor frente a él con...
«¿Por qué los ojos de Hoseok de repente se encontraban tan negros?» se preguntó con nerviosismo al observar como el agarre de la mano contraria cada vez se aferraba con más fuerza al cuadernillo, su piel usualmente pálida ahora se empezaba a tornar gris y las venas en sus brazos se marcaban demasiado.
Cuando el mayor pestañeó de seguido para enfocarlo, no pudo reconocer a Hoseok por unos segundos, aquella mirada se encontraba cargada de ira, pero el rubio casi no pudo distinguir aquello, pues los ojos contrarios parecían ya no estar ahí.
— ¿H-hoseok?
El mencionado parpadeó varias veces como si estuviera saliendo de un trance. Inhaló profundo, para luego pasar ambas manos por su cabello al notar lo aterrado que lucía su compañero.
— Lo siento, Seokjin. No quise asustarte —se disculpó ahora sintiéndose un poco más tranquilo—. ¿Tú leíste algo? —preguntó con precaución.
Aunque el castaño ya hubiese adoptado su apariencia habitual y luciera más calmado, Seokjin no pudo evitar no dejar de sentirse un poco desorientado. En todo el tiempo que había compartido con Hoseok jamás lo había visto de esa manera, es más... jamás lo había visto enfadarse, ni una sola vez.
— No leí nada —respondió.
No era del todo una mentira, después de todo sólo alcanzó a visualizar un montón de planos.
— Sé que no debí hablarte así. Pero ya sabes, cualquiera se altera un poco si tomas su diario sin permiso.
— ¿Era tu diario?
El rubio lo miró extrañado, aquella libreta no lucía como un diario.
— Sí —mintió.
— Oh, yo... lamento haberlo tomado sin preguntarte. Encontré a Erwin encima de él y me dio un poco de curiosidad.
— ¿Erwin?
— Mi gato.
Seokjin se sintió nuevamente desconcertado al escuchar la ligera y alegre risa de Hoseok.
— Que simpático nombre. —sonrió para luego guardar la libreta dentro de su abrigo—. Iré un rato a la cafetería ¿quieres venir?
— No... —se corrigió—. Quiero decir, voy a llevar a Erwin a dar un paseo —dijo señalando al minino tumbado en el colchón.
— Está bien, como quieras. Nos vemos más tarde —se despidió, antes de salir de la habitación.
El elfo sólo pudo observar como la puerta del dormitorio era cerrada. Posó otra vez su mirada en el pequeño Erwin.
— Eso fue algo extraño —musitó tomando al gatito en sus brazos.
Decidió dejar de darle demasiadas vueltas al tema, así que tomando su mochila se dedicó a sacar algunos de los libros dentro de ella para hacerle espacio a su mascota y así lograr acomodarla en el interior de esta.
— Muy bien, Erwin. ¡Hora de tu paseo! —exclamó alegremente tomando la mochila en brazos para finalmente salir de la habitación.
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