VII
Yongsun se quedó pensando toda la noche, pero no encontraba respuesta así que tuvo que acudir a su abuela. Ella es más sabia y tiene mucha más experiencia dentro de todo esto.
Claro que recibió regaños, pero aceptaba que era su culpa y realmente estaba interesada en ayudar a Jisoo. Quedó con la menor de verse el fin de semana, para ese entonces quizá ya haya respuesta.
Por otro lado estaba Jisoo en la universidad disfrutando de ella. Suena raro decir que disfrutaba las clases, pero era cierto. Ahora mismo tenía una clase libre la cual no compartía con la mejor y única amiga de Rosé, aunque dada su situación también de ella.
Caminaba por los pasillos tranquilamente tratando de pasar el rato, y entonces lo vió. Su hermano estaba sentado debajo de un árbol sin nadie a su lado disfrutando de su comida, está vez Tae no lo acompañaba así que sin más decidió acercarse.
— ¡Hola! — ya estaba frente a él de pie con las manos escondidas detrás de su cuerpo.
— ¡Hola! — respondió con una sonrisa y masticando aún la comida.
— ¿Puedo? — hizo seña para dar a entender que quería sentarse.
— Sí, sí. — entonces lo hizo.
— ¿Cómo estás? — Jin le preguntó a su amiga.
— He estado mejor, pero por ahora estoy bien. — sonrió sinceramente. — ¿Y tú? — Rosé casi no era la que empezaba las conversaciones, era un poco callada, por lo que lo tomó por sorpresa.
— Bien, digo las tareas son una locura, pero bien. — las tareas sí que le tomaban una gran parte de su tiempo.
— ¿Cómo está tu familia? — eso sí que lo sorprendió.
— Bien. — dijo a secas, le costaba un poco hablar al respecto.
— ¿Por qué aún no se los has presentado a Irene? — lo único que obtuvo como respuesta fue silencio. — Ya llevan saliendo un tiempo y creo que ya es hora. — dijo con una voz dulce. Jin no habló.
La relación con sus padres era casi inexistente desde que su hermana partió de este mundo. Sus padres al igual que él sufrieron bastante, pero ellos aparentemente parecieron olvidar que aún tenían un hijo. Cuando volvían después de sus viajes no se la pasaban en casa, salían con amigos o iban a la oficina, lo que se hacía llamar hogar solo les traía nostalgia. Seokjin pasaba por lo mismo referente a su casa, así que lo evadía refugiándose en la de su mejor amigo, juntos compartían el sentimiento de pérdida, cada uno a su manera.
— No creo que les interese lo que pase conmigo. — lo pensó, pero inconscientemente esas palabras realmente salieron de su boca.
— Claro que sí, eres su hijo ¿Cómo no les va a interesar lo que pase con él? — el mayor se sentía ganas de llorar, pero prefirió ahorrarse las lágrimas. — Quizá tú hermana no está aquí, pero tú sí. — ella se sentía impotente, pero quería mostrarse fuerte ante él. — Ellos te aman y siempre lo harán. Quizá no lo demuestren, pero es cierto. — con su tacto helado tocó su hombro mostrándole apoyo. — Claro que querrían saber si su hijo el Worldwide handsome tiene novia. —
Él se había autonombrado con ese apodo hace unos años, según él sólo taehyung lo sabía, y claro Jisoo pero ella no estaba más.
Alzó su vista y la vió. No a su amiga Rosé sino a su hermana, Jisoo. Ella le sonreía, su negro cabello largo colgaba como una cascada.
Su corazón empezó a latir rápidamente, entonces cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir, al hacerlo se decepcionó pues lo que había visto no fue su hermana, fue solo un producto de su imaginación.
— ¿Cómo sabes eso? — preguntó una vez se tranquilizó.
— ¿Qué cosa ? — estaba nerviosa.
— El apodo. — Él estaba serio.
— Ahh, una vez escuché a Tae decírtelo. — rió nerviosa — Y me pareció curioso. — de repente sentía comezón en el cuello.
— Eso era un secreto. — él sonrió al igual que ella.
Jisoo vió a lo lejos al conserje, su piel rápidamente se erizó, era el mismo de su anterior escuela. Estaba nerviosa, quería correr y gritarle, pero no podía. Entonces él la volteó a ver y le sonrió, pero esa sonrisa era perturbadora. Mantuvieron sus miradas unidas. Ella comenzó a sudar frío.
— Rosé — Jin trató de llamar su atención . — ¿Qué pasa? — habían estado platicando tranquilamente y ella de repente tomó otra actitud.
— ¿Qué hace él aquí? — susurró.
— ¿Quién? — no estaba entendiendo a su amiga. Volteó a ver a dónde ella miraba.
— Nunca dejes que se acerque a Irene. — dijo sujetandolo con firmeza, sintiendo nuevamente su gélido tacto. — Ni a mí. — se levantó y se fue dejando a Jin confundido.
[🌸🌼]
Era un día realmente atareado en la escuela, tenía que quedarse a estudiar y se le hacía más largo al no tener a su compañero y mejor amigo. Cuando por fin se acabó su horario de clases, salió del salón. Su hermana lo estaba esperando en los bancos cerca de la salida mensajeándole a su novio.
— Aquí te explotan. Llevo una hora esperándote. — reclamó la pelinegra levantándose de su asiento y bloqueando la pantalla de su celular.
— No seas dramática. — se rió, su hermana adoraba hacer drama, pero nunca lo exageraba de más, logrando hacerlos reír.
Camino a la salida Jisoo se iba despidiendo de quien se le pasara en frente, era muy amigable y todos la conocían.
Sintió la mirada de alguien sobre ella, el conserje desde que entró a la institución le daba miradas que no eran de su agrado, nunca se había acercado a ella antes y prefería que siguiera así.
— Él me no me inspira confianza. — le dijo a su hermano haciendo señas al señor sin que este se dé.
—- ¿Por qué? — lamentablemente su hermana podía ser prejuiciosa.
-
— Me mira raro. — miró hacia abajo.
— ¿Quieres que le diga algo? — ahora él estaba serio.
— No, quizá y son solo cosas mías. — quiso convencerlo de eso y tratarse de convencerse a ella misma también.
[🌼🌸]
Seokjin entonces recordó que su hermana jamás le agradó ese señor. Aparentemente se ve inofensivo, pero sí le pones atención hasta su sonrisa da escalofríos.
La noche ya había llegado, Jisoo se encontraba en la habitación de Rosé haciendo las tareas, aparentemente vivía sola. De repente su vista se nubló, no podía ver nada con claridad, se levantó del asiento y volvió a la normalidad.
Entonces un gritó se escuchó en la habitación, en cuanto volteó su mirada vió a la rubia frente a ella. Amabas estaban sorprendidas.
— ¿Qué haces aquí? — la rubia gritó, estaba claramente asustada. Empezó a buscar entre sus cosas los objetos que poseía para ahuyentar a los fantasmas.
— No los vas a encontrar. Los tiré. — tomó asiento en la cama viendo como Rosé se volvía loca. — Tranquila, no te voy a hacer daño. — dijo intentando calmarla, aunque era en vano.
Después de unos minutos logró tranquilizarse, dirigió su mirada hacía quien se encontraba en su cama, estaba tranquila mirando hacia algún punto.
—¿Qué me pasó? — por fin habló.
— Perdiste la cabeza. Te quise ayudar, pero creo que solo traje más problemas. — su mirada estaba en quien realizó la pregunta, pero no tardó en bajarla.
— ¿Cómo? — no estaba entendiendo.
— De alguna forma quedé atrapada en tu cuerpo. — estaba nerviosa, no sabía que Rosé podía llegar a ser bastante intimidante a pesar de que se veía una persona tierna. — Te juro que no hice nada malo. — trató de aclararselo rápidamente. — Solo gasté tu dinero de la billetera. — estaba tratando de asimilar lo que le estaba contando.
— ¿Cuánto tiempo? — esperaba que no fuera mucho.
— Cuatro días. — afortunadamente.
— ¿Por qué pasó? — tomó asiento claramente más tranquila.
— De alguna forma tú y yo tenemos la misma carga de energías. -— La rubia no le tenía más miedo, parecía inofensiva esa pelinegra sentada frente a ella.
— ¿Y cómo nos separamos? —
— Eso sí no sé. — era cierto, aun se cuestionaba la razón. — Lo que sí sé es que lo que querías hacer no era la mejor opción, eso no es ni será la solución. — Rosé bajó la mirada, ahora que lo pensaba fue un arranque de locura lo que pensaba hacer.
— Perdón. — dijo seria.
— A mí no me debes pedir perdón. — se acercó a ella — Pídete perdón a ti misma, por haber estado apunto de atentar contra lo más valioso que tienes. — entonces la abrazó.
Rosé sollozo un rato, era raro el hecho de que un fantasma fuera la que la consolara y sermoneaba.
Después de un rato se tranquilizó y ambas se sentaron en la cama.
-— No te preocupes por tus estudios. — se separaron del abrazo. — Tomé nota a todo, no es que entienda mucho del tema, pero le puedes pedir ayuda a Irene. — le sonrió. — Además me encargué del tipo ese alto. Jamás se volverá a acercar. — por un momento se había olvidado la razón por la que salió corriendo aquel día.
— Gracias... — se quedó mirándola tratando de averiguar su nombre.
— Jisoo. — le extendió su mano — Kim Jisoo. — Rosé se sorprendió, el apellido Kim es muy común, pero el parecido de la pelinegra era bastante al de su amigo. De igual forma aceptó su mano.
— ¿Puedo pedirte un favor? — la pregunta después de un corto silencio la tomó por sorpresa y asintió como respuesta.
— ¿Cuidarías de mi hermano por mí? Y de ves en cuando llevarle crisantemos a mi mamá. Le encantan. — los crisantemos indican cercanía familiar. Prometió que en cuanto saliera del cuerpo de Rosé ascendería.
— Claro. No prometo ser la mejor, pero daré lo mejor de mí. — le sonrió, se sentía mal por ella, era muy joven como para haber dejado este mundo ya. — ¿Cómo se llaman? — si pensaba cumplir su promesa, tendría que saber los datos.
— Mi hermano es Kim Seokjin.
— volteó su mirada hacia la rubia. — Tú eres su amiga y sé que el hacerlo no será una obligación para ti. — para ese punto amabas querían llorar.
— Creo que debo irme. — le dijo a Rosé quien seguí la impactada. —
— Tienes que descansar. — Jisoo se levantó y cruzó la puerta sin siquiera abrirla, eso era una ventaja y a su vez desventaja.
Se encaminó a lo que un día fue su hogar, era como la casa de Irene, pero más triste y oscuro. Al entrar no había más flores.
Nadie la podía ver de nuevo, hoy se despidiría de sus padres, pero la casa estaba totalmente sola. Tristemente dejó el lugar
Taehyung era el siguiente en su lista. Al entrar a su apartamento lo vió, estaba en el balcón observando la luna, se acercó a él y se dedicó a admirarlo.
Seguía siendo el mismo chico que conoció en su casa casa cuando fue a hacer tarea con Jin. El mismo chico que la amó y al que amó.
Aun usaba la pulsera que le regaló en su segundo aniversario, no había día que no la portara, al igual que sabía que en su habitación seguían colocadas cada una de sus fotos.
Se acercó a él y lo abrazó, esta era su despedida. Cuando se se paró de él puso su mano sobre la suya.
— Adiós. — dijo y salió de ahí.
Taehyung volteó su mirada hacia las cortinas, pues estas de repente empezaron a ondearse como si hubiese corrido una gran ráfaga de aire, pero no fue así.
Volvió a ese triste lugar del que había permanecido alejada, ahí no tenía amigos realmente. Se sentía sola, pero no por mucho. A primera hora del siguiente día le diría a Yongsun que la ayude a por fin hacer lo que tanto la había estado convenciendo, ascender. Quizá el hecho de prolongarlo más era peor, de alguna forma ya se había despedido de su hermano esa mañana bajo el árbol, al igual que ya se despidió de Taehyung.
Ya no había vuelta atrás.
Espero les guste este capítulo.
¿Qué les parece la historia?
Me gustaría leer sus opiniones
- A 🌷
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