☪| 006 |☪
🎼 Canción Recomendada para este capítulo:
❝ Tell Em - Sabrina Carpenter ❞
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Despertar con el rostro pegado al retrete es de las peores sensaciones del mundo. Desde hace una semana, he estado vomitando todo lo que ingiero, y las enfermeras del penal tan solo me dicen que debe ser una consecuencia de la golpiza que las súbditas de UEE me propinaron después de hablar con ella en su celda.
YeJi, Jennie y yo pasamos tres días en la enfermería recuperándonos de la paliza que recibimos. A YeJi ni siquiera se le han desinflamado los labios ni la nariz; Jennie sigue con el ojo amoratado y con el labio partido, y yo me recupero de la fractura en la nariz y los ojos amoratados mientras lidio con los vómitos frecuentes.
Esa mañana no tenía trabajo en la lavandería, ya que me transfirieron a la biblioteca gracias a mi estado de salud, por lo que me dirigí hacia allá tranquilamente después de vaciar el contenido de mi estómago. Al llegar, me pareció escuchar a Jennie hablar con alguien más. En cuanto me acerqué a donde se encontraba ella, brincó asustada y se quedó petrificada, sin siquiera dirigirme la mirada.
─¿Jen, con quién hablas? ─pregunté, observándola fijamente con los brazos cruzados.
─Co... con nadie ─tartamudeó nerviosa.
─¿Segura? Acabo de escuchar que "entre más grande, mejor".
─¡Eso no fue lo que dije! ─se delató. La conozco bien y sé que cuando miente, balbucea las palabras.
─¿Entonces?
─Ashhh, estaba hablando con Yoon ─respondió sinceramente.
─¿Y qué quiere ese bastardo?
─Preguntó si era buen momento para venir a visitarme ─me observó fijamente. ─Le respondí que sí...
No era un secreto que dentro del penal las reclusas teníamos acceso a un teléfono móvil; el contrabando de estos dispositivos es muy común e incluso las agentes lo pasan desapercibido, siempre y cuando ningún superior se dé cuenta de que lo estás usando.
Jennie lucía muy emocionada; ese brillo en sus ojos resplandecía ampliamente cada vez que hablaba de aquel hombre, así que, sin más, le dije que estaba bien que fuera a verla, aunque eso significara que ese hombre quisiera acercarse a mí.
Ambas comenzamos con las labores del lugar. A diferencia de la lavandería, el trabajo aquí es mucho más tranquilo. Puedo pasarme toda la mañana fingiendo que clasifico libros y revistas mientras permanezco relajada en un sillón. Admito que el malestar estomacal no me estaba ayudando mucho y, de vez en cuando, salía a los sanitarios para aliviarlo. Dos o más veces devolví el estómago junto a varios coágulos de sangre. La miserable que me fracturó la nariz pagará las consecuencias en cuanto pueda ponerle las manos encima.
Al terminar la jornada de trabajo, YeJi nos estaba esperando en la entrada del área de comida. La pobre se mantenía junto a nosotras para evitar que UEE volviera a lastimarla. Sinceramente, me sentía mal por ella y quería hacer algo para ayudarla, ya que se vio envuelta en la golpiza sin querer estar involucrada en el problema que me trajo a este lugar. Una joven que tiene la vida por delante no debería estar encerrada en este miserable lugar.
Las tres terminamos de almorzar en silencio y, por desgracia, tuve que salir corriendo al sanitario una vez más para vaciar mi estómago. Estaba de cara frente al retrete mientras Jennie y YeJi me esperaban sentadas en el banquillo de las duchas, cuchicheando.
─¿Qué tanto murmuran? ─pregunté, para después acercarme a los lavabos y enjuagarme la boca.
Ambas me ignoraron.
─Les estoy hablando, ¿qué tanto murmuran? ─se quedaron calladas, evadiendo la mirada.
Siempre he querido mantener al margen mis impulsos, pero cada vez que intentan ocultarme algo, pierdo el control y termino por amenazar físicamente a aquel que no quiere hablar. Esta vez no fue la excepción; nuevamente sostuve a Jennie del cuello y la pegué contra el azulejo de la pared para forzarla a hablar. Por otro lado, YeJi se mantuvo detrás de mí, sosteniendo mi antebrazo para evitar que terminara por asfixiarla.
─¡SaRang, basta! ¡Suéltala! ─exclamó YeJi desesperadamente.
Sus palabras causaron eco en mi subconsciente y reaccioné soltando a Jennie. Asustada de mi propia acción, me alejé de ellas, intentando comprender qué me estaba sucediendo. Últimamente he perdido la paciencia y el control fácilmente.
─¡Dios mío, SaRang! ¿Qué carajos te pasa? ─gritó Jennie, completamente furiosa.
─¡Es la segunda vez que casi me matas! A la tercera ya no la cuento. No jodas, ten un poco de paciencia, por favor. ─Su rostro comenzaba a tornarse de color rojo. ─YeJi y yo jamás te ocultaríamos algo; yo estoy aquí para ayudarte, no para joderte. Ten eso muy presente antes de volver a ponerme las manos encima. Créeme que si YoonGi se entera de esto, te despides de tu liberación. ─Las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas y YeJi sostenía con fuerza su mano izquierda. Jamás la había visto así en todo el tiempo que llevo de conocerla; jamás me había levantado la voz.
─SaRang, Jennie tiene razón. Ni ella ni yo te ocultaríamos algo, no después de lo que ocurrió con UEE...
─¿Entonces de qué estaban hablando? ─interrumpí, cruzándome de brazos.
─De ti, estábamos hablando de ti y tus vómitos. ─respondió Jennie, limpiando las lágrimas de sus ojos.
─Los vómitos frecuentes que tienes no son consecuencia de la fractura en la nariz, y los medicamentos que te dan las enfermeras para el dolor ni siquiera causan ese tipo de efectos secundarios ─explicó YeJi tranquilamente. Si no mal recuerdo, alguna vez nos dijo que estaba estudiando medicina.
─SaRang... ¿Cuándo fue la última vez que tuviste tu período? ─preguntó Jennie, tratando de acercarse a mí.
Maldita sea, tiene razón; todo hizo clic y tomó sentido en ese preciso instante. Desde que llegué a este mísero lugar, no he tenido el período, y a pesar de tener un ciclo menstrual irregular, no es normal tener vómitos frecuentes ni dolor en los senos. Es más, ni siquiera recuerdo la última vez que menstrué. He estado más al pendiente de mi situación fiscal que olvidé, casi por completo, que la última vez que vi al bastardo de JungKook fue en JeJu y tuvimos sexo toda la noche.
─SaRang... Si hay alguna mínima posibilidad de que estés embarazada, debes decírselo a las enfermeras. El analgésico antiinflamatorio que te están administrando está contraindicado para mujeres embarazadas ─terminó por explicar YeJi.
─De acuerdo, lo tendré presente y se los diré hoy porque creo que sí existe la posibilidad de que lo esté, pues tuve sexo con JungKook la noche previa a mi arresto...
─¡Lady Jeon! ─la voz fuerte y estruendosa de la agente Park interrumpió nuestra conversación. ─Ven conmigo, tienes una visita. ─Me tomó por los hombros y me obligó a salir de ahí, dejando a las chicas.
Caminé en silencio por todo el pabellón hasta llegar a la puerta, donde me colocó las esposas antes de salir, y seguí el camino hacia la sala de visitas. De nueva cuenta, me extrañó que la agente no me llevara a aquella sala con el acrílico; esta vez me llevó a una habitación que contaba con una cama matrimonial. Claramente, me había llevado al pabellón de visitas conyugales.
─Agente Park, ¿me puede explicar por qué carajos estoy en una habitación de visitas conyugales? ─pregunté molesta mientras me quitaba las esposas.
─Yo solo sigo órdenes, lady, así que pórtate bien o tendrás que esperar más tiempo para salir de aquí. Sabes, tu pelea no le gustó a la directora, así que compórtate con las visitas.
Honestamente, ya tenía una idea de quién era el bastardo que pidió verme en un sitio así. Recuerdo que, en aquella ocasión en la que nos conocimos, esa noche me citó en la habitación más lujosa de su hotel, y bien dicen por ahí que las costumbres no cambian, así que opté por recostarme en aquella cama.
Era increíblemente cómoda. Desde hace meses, he tenido que soportar la dureza del colchón de mi celda; estar en una cama suave me estaba relajando tanto que casi me quedo dormida, pero el sonido de la puerta me despertó y permanecí quieta, esperando ver a la persona que pidió verme aquí.
Su sola presencia puede causarle escalofríos a cualquiera; sin duda, esa mirada gatuna y estoica paraliza los sentidos. Al verlo, experimenté un déjà vu, ya que el día en que él y yo nos conocimos lucía una chaqueta de cuero negro similar a la que hoy trae puesta, y al verlo, la piel se me erizó por completo.
─Sabía que serías tú el infeliz que querría verme aquí ─mencioné, tratando de controlar mis recuerdos junto a él.
─Así que el factor sorpresa no funciona en ti ─pronunció al acercarse y colocarse frente a mí, otorgándome una mirada cargada de picardía.
─No cuando tienes a tu lado a un chivo expiatorio que se delata cuando miente ─aseguré e intenté no reaccionar a su voz grave y ronca, pero me era inevitable; parezco una adolescente hormonal en busca de sexo desenfrenado.
─Así que sigue tartamudeando cuando se pone nerviosa.
─Bastante.
─Al menos cumple con su trabajo.
─Sí, ¿y para qué querías verme? ─inquirí después de olvidar mis pensamientos lascivos y de sentarme en la cama, permitiendo que él se sentara en la orilla.
─Directo al grano, eh. Algunas cosas no cambian ─sonrió ampliamente. ─He tenido que venir hasta aquí para dejar en claro mis intenciones.
─¿Y esas intenciones son?
─Por supuesto, apoyarte en todo lo que necesites de ahora en adelante ─intentó tomar mi mano a su alcance.
─¿Y crees que confiaré fácilmente en ti después de lo que hiciste? ─evidencié mi molestia con el tono de mi voz, alejando mis extremidades.
─Sé que no, pero quiero demostrarte que estoy arrepentido por dejarte fuera del trato en aquella ocasión ─terminó apoyándose sobre sus manos al no poder tocarme.
─Tan arrepentido que huiste con todo el dinero, ¿no?
─SaRang, tuve que hacerlo para protegerte. Aquellos con los que estábamos haciendo negocios querían colocar tu nombre en el contrato. Cuando les dije que estabas fuera del plan, tuvieron que colocar el nombre de JungKook, y gracias a eso, las autoridades han estado investigando todos los movimientos bancarios que ha realizado en los últimos diez años y han encontrado negocios más turbios que los que hacíamos tú y yo.
─¿Y ahora quieres que te otorgue pleitesía o prefieres que sea tu súbdita? ─mencioné sarcásticamente, mientras él se colocaba de pie y comenzaba a caminar por la habitación.
─Ese orgullo inquebrantable es lo que más me fascina de ti, pero estás equivocada; lo único que quiero es saldar aquella deuda por fallar a nuestro trato y retribuir lo que te corresponde. ─Cruzó los brazos sin apartar la mirada. ─Al final de cuentas, soy un hombre de negocios que cumple con su palabra. Por ello, te informo que hay una cuenta de banco a nombre de Jennie con los quince millones de dólares que acordamos en aquella ocasión, y al salir de aquí tendrás plena libertad para disponer de ella cuando quieras.
Este hombre sabía perfectamente cómo lograr convencerme; sabe que el dinero siempre será mi talón de Aquiles.
─¿Y cómo sé que no es una trampa? ¿Quién me garantiza que esos quince millones son legítimos y no tendré problemas al reclamarlos como míos? ─Él, al escucharme, soltó una risita.
─Jennie puede garantizarlo, pero sé muy bien que aún desconfías de ella, así que dime qué debo hacer para convencerte y ganarme nuevamente tu confianza. ─Volvió a acercarse a mí y se colocó de cuclillas, mirándome fijamente a los ojos.
Esos ojos, con solo sostenerle la mirada, sientes que te está hipnotizando, así que, resistiéndome a ello, pensé en algo que podría beneficiarme.
─Quiero que hagas hasta lo imposible por sacar de esta pocilga a alguien que no debe estar aquí.
─¿De quién se trata? ─preguntó, desorientado. Posiblemente haya pensado que le pediría más dinero.
─De una compañera de celda, Hwang YeJi.
─¿Algo más? Conociéndote, sé que no te conformarás con algo tan fácil de hacer. ─Colocó sus manos a los costados de mis piernas para apoyarse sobre la superficie de la cama y verme fijamente desde la cercanía que obtuvo. ─Me conoces muy bien, tienes mucha razón, algo tan fácil no es suficiente. ─Sonreí ampliamente y encogí mis piernas para quedar sentada en forma de loto.
─Los años me respaldan, SaRang... ─de un momento a otro, terminó tendido sobre la cama.
─Lo sé, así que, por favor, investiga el paradero de Park JiMin. ─Abrió los ojos y, cuestionándome con la mirada, se irguió para colocar su espalda en la barandilla del cabezal de la cama, escuchándome atentamente. ─Hace dos años se alejó de JungKook por algo que nunca me explicó en detalle y, milagrosamente, meses antes de que me arrestaran, volvió a aparecerse en el club que el imbécil de mi ex administraba, así que quiero creer que está involucrado en esta maldita cortina de humo y hay algo más que solo él me puede explicar.
─Así que, ¿supones que Park sabe la verdadera razón de tu arresto?
─Así es, conozco a JungKook y sé que esto lo hizo para encubrir algo más, y quiero saber exactamente qué es para poder vengarme como se debe.
─¿Y dejarás que te ayude con esa venganza? ─sonrió maliciosamente, tomando con suavidad mi mano izquierda. Dejé que la sostuviera para hacerle creer que confiaba en él.
─Si haces bien lo que pido, lo tomaré en cuenta. Sé que quieres vengarte de él por aquella ocasión en que usó uno de tus hoteles para matar al maldito ampón que se infiltró para saber de los negocios del club.
─No solo por eso quiero vengarme, SaRang; hay más motivos por los que quiero ayudarte ─aseveró al momento de otorgarme un beso en el dorso de mi mano.
─Muy bien, es un trato entonces.
─De acuerdo. -Se quedó en silencio un par de segundos mientras observaba un punto fijo sobre la superficie de la cama. ─¿Quieres que usemos esta cama para sellar nuestro trato como en los viejos tiempos? ─reveló sus intenciones al jalar con suavidad mi mano.
Sabía muy bien lo que él esperaba de mí y yo también lo deseaba. Tres meses sin sexo me estaban volviendo loca, pero reconsideré la situación y opté por levantarme de ahí para dejarle en claro que no iba a ceder.
─YoonGi, las ganas de follar contigo no me faltan; créeme, el encierro me tiene como un toro en brama, pero jamás le haría daño a Jennie. Siempre ha sido de ayuda y últimamente ha sido un gran apoyo, así que guarda esa arma para usarla con ella como corresponde. ─Señalé su entrepierna y me crucé de brazos en un intento de lucir segura de mí misma.
─Vaya que el encierro te ha cambiado. ¿En dónde quedó la fiera candente que me dejaba exhausto?
No pude contener la risa y solté una carcajada.
─Quedó en el pasado, YoonGi, en el pasado...
No me juzguen, por favor. Cuando conocí a YoonGi, tenía veintiún años y la única polla que conocía era la de JungKook, así que conocer y experimentar un poquito no tiene nada de malo.
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Me gusta cuando logró conectar con mis personajes y la narración fluye sin problemas.
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