𝐎𝐍𝐄. In loving memory of Flora Sullivan
UNO
En memoria de Flora Sullivan
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❪ tw: lenguaje fuerte, muerte, sangre, pastillas, menciones de muerte, menciones de actividad sexual y descripciones que pueden resultar perturbadoras ❫
STRANGER THINGS
(temporada 4, cap 1)
primera parte
—¿¡BILLY, QUÉ ESTÁS HACIENDO?! —gritó Flora mientras Billy caminaba lentamente frente al azotamentes. No respondió. Flora agarró el brazo de Once empujándola rápido hacia atrás cuando se dio cuenta de que las miraba fijamente. Un tentáculo carnoso salió de su boca apuntando directamente a la joven. Once se apresuró a protegerse la cara y Flora se agachó, pero Billy levantó ambos brazos, poniéndolos en la boca del tentáculo.
Flora levantó lentamente la vista y supo que esto no acabaría bien.
—¡No! —chilló Billy.
—Vete —Flora miró a Once antes de levantarse. Su instinto protector se puso en marcha. Quería proteger a Billy y, sobre todo, a Finley—. Eh, gilipollas —Levantó la voz.
Billy miró a su novia sabiendo ya lo que iba a pasar. Las palabras "no" y " para" salían de su boca, pero conociendo a Flora, no le hacía caso. Era testaruda.
A pesar de todo el caos, Finley seguía oyendo su voz. Su cabeza se volvió hacia la escena y sus ojos parecían que iban a salirse de las órbitas. Lo único que le vino a la cabeza fue «¿Qué está haciendo?». No tenía ningún arma.
—¡Flora! —llamó Finley.
Más tentáculos salieron del cuerpo del azotamentes, cargando contra ambos. No dejaban de golpearles. Un grito atroz salió de los labios de Flora cuando los afilados dientes se clavaron en su piel.
Finley no podía moverse. Era como si cada centímetro de su cuerpo se hubiera convertido en hielo. Se le llenaron los ojos de lágrimas. Lo sentía venir. Lo único que quería hacer era correr hacia allí, empujarla y dejar que el azotamentes la matara a ella en su lugar. Pero no pudo. El shock la había consumido por completo.
Los gritos de Max y Finley se mezclaron, llamando a sus hermanos. Todo sucedió muy rápido y lo siguiente que supo fue que Flora se había desplomado en el suelo. En ese momento sintió como si toda la sensibilidad de su cuerpo volviera y salió corriendo de su lugar al lado de Robin.
Cayó de rodillas, junto al cuerpo de su hermana. Estaba llena de sangre y le faltaba el aire.
—Flora. Quédate conmigo, ¿vale? —Finley se inclinó hacia ella acariciándole un lado de la cara. Miró sus heridas y puso una mano sobre algunas de ellas, esperando que la presión ayudara.
—Finny... —Flora se atragantó, mirándola—. Lo siento mucho —Una sola lágrima se deslizó por su mejilla. Cuando dijo eso quiso decir que sentía que estuviera a punto de abandonarla. Pero tenía que hacer algo, cualquier cosa para mantenerla con vida.
Finley negó rápidamente con la cabeza no queriendo creer que nada de esto fuera a suceder.
—No digas eso, no tienes nada por lo que pedir perdón. Una ambulancia llegará aquí pronto.
—Te... —Flora empezó a respirar cada vez más entrecortadamente—. Te quiero —consiguió decir. Sus últimas palabras. Sus ojos se cerraron y Finley sintió que su estómago ya no subía ni bajaba. Se había ido.
El momento apuñaló a Finley en el corazón. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas.
—Flora, despierta —La mano de Finley presionó su pecho. Rezó para que fuera un milagro. Rezó para que volvieran a abrirse sus ojos—. ¡Despierta! —gritó, continuando el movimiento. Pero no funcionó.
Cuanto más lo intentaba, peor se sentía. Su cuerpo se desplomó junto al de ella, sollozando.
—No puedes dejarme —Finley apretó la frente contra la suya mientras la rodeaba con los brazos. A Flora Sullivan no le quedaba nada de vida. Y Finley Sullivan estaba destrozada en millones de pedazos. Alguien que había estado ahí para ella, toda su vida. Su sangre. Muerta en sus brazos.
Finley sintió dos manos familiares agarrándola. Las manos de Robin. Steve corría detrás de ella. Tiró de ella, envolviéndola con sus brazos. Estaba entumecida. Steve se dejó caer junto a ellas, abrazando el lado derecho del cuerpo de Finley. La cabeza le latía con fuerza y tenía las mejillas húmedas. Lo único que podía hacer era gritar con todas sus fuerzas. Aquel grito podría haber sido tan potente como para romper un cristal.
Su funeral fue precioso, acudió casi todo el pueblo. Aquel día había sido el último en que Finley había visto a su madre en persona. Ahora era sólo la llamada mensual de control. Flora lo era todo para ella. Ahora, no tenía nada.
La lápida era brillante. Siempre había rosas blancas y margaritas (sus favoritas). En Memoria de Flora Sullivan. Amada hija, hermana y amiga. 22 de junio de 1967 — 4 de julio de 1985.
FINLEY TENÍA MIEDO DE IR al instituto. El primer día de vuelta tras el incendio del centro comercial era probablemente el peor de todos. El centro de atención estaba sobre ella y todo el mundo le mostraba su simpatía. Le decían que lamentaban su pérdida y cuánto querían a Flora. Ella lo apreciaba, pero decirle a alguien que sientes su pérdida y sacar a colación a la persona muerta no ayuda con el duelo.
Temía especialmente el día de hoy porque era el día de la concentración deportiva y el espíritu escolar siempre le recordaba a Flora. Recordaba la sonrisa radiante que se le dibujaba en la cara cuando llegaba a casa y le contaba a toda la familia que había entrado en el equipo de animadoras. Finley iba a todos los partidos sólo por ella. Sólo para verla feliz. Ahora que ella no estaba allí, la luz era tenue.
La única razón por la que iba era por Lucas y Robin. Pero sabía que no iba a ser un buen día. Y también se estaba obligando a ver a la señorita Kelly otra vez, ya que la había estado evitando durante días. La simple idea de ir a terapia le revolvía el estómago. Pero sus profesores estaban preocupados y llamaban constantemente a su padre al trabajo. Sólo quería gritarles que la dejaran en paz de una puta vez.
—Dejadme vivir mi vida, esté deprimida o no —dijo ella. Aunque no en voz alta.
Desde el pequeño encuentro con Eddie el fin de semana pasado, los dos habían estado hablando un poco más. Se saludaban en los pasillos, Eddie le pasaba los apuntes en clase, charlaban, y aquella ocasión en que Robin se quedó en casa y ella se sentó con el Club Fuego Infernal a la hora del almuerzo. No sabían mucho el uno del otro pero ambos mentirían si dijeran que odiaban la compañía.
Eran las seis y media y el instituto empezaba sobre las siete y cuarto. Su padre ya se había ido a trabajar y ahora estaban solos Finley y Leo, su perro, que era un Labrador Retriever. Mientras Finley esperaba a que Steve la recogiera, se quedó mirando el frasco de ibuprofeno que tenía en las manos. Podía decirse que estaba exhausta. Los somníferos que le dio Eddie la ayudaron con las vueltas en la cama, pero no con las pesadillas. Eran constantes, todas las noches durante casi una semana. Su cabeza estaba en constante dolor. Ella creció una tolerancia para ello, pero todavía le molestaba.
Las tomaba casi todos los días. La cajera le dijo que no se la tomara cada día porque no era una receta, así que básicamente se obligó a tomar descansos. Pero tenía la sensación de que, por muchas veces que la tomara, el dolor sólo desaparecía un poco y volvía a aparecer. Un suspiro salió de sus labios antes de girar el tapón y sacudir dos pastillas que cayeron en su mano izquierda. Tomó una a la vez y se las bebió con un vaso de agua.
Leo empezó a ladrar y Finley resopló, sabiendo automáticamente que Steve estaba tocando la bocina como un maníaco. Como hacía todas las mañanas.
—Voy a matarlo —gimió. Finley se dirigió rápidamente a la sala de estar para coger su mochila. Los bocinazos continuaron mientras ella cogía apresuradamente su walkman y las llaves.
Cuando Steve oyó el ruido de la puerta al cerrarse, asomó la cabeza por la ventanilla, mirando fijamente a Finley, que caminaba demasiado despacio para su gusto.
—¡Muévete, Sullivan! Tengo que ir a trabajar —golpeó el coche con la mano.
FINLEY ESTABA SENTADA EN EL ASIENTO TRASERO INCLINÁNDOSE entre sus dos mejores amigos. Escuchar los problemas amorosos de Steve era algo cotidiano, pero Finley seguía escuchándolo.
—Y mañana por la noche toca Heidi, pero es que Heidi irá a una uni de fuera del estado. Y no sé si quiero empezar otra relación más que no va a ir más allá del sexo.
Robin, sin embargo, estaba demasiado ocupada maquillándose en el espejo, lo que asustó a Finley, ya que nunca lo llevaba.
—Vaya, no puedo ni imaginar estar en tu situación —Finley apoyó la barbilla en la palma de la mano.
Steve se giró ligeramente en su asiento para mirarla.
—Es demasiado pronto para tu sarcasmo.
—Nunca es demasiado pronto para el sarcasmo —le sonrió.
—Pero estoy hablando en serio, chicas. ¿Tiene sentido?
Finley asintió.
—En realidad sí.
—Robin, ¿me estás escuchando? —Steve levantó la voz, mirando de la chica a la carretera.
Robin apartó rápidamente el rímel de su ojo.
—Eh, sí, sí. Te escucho —tartamudeó.
—¿Qué he dicho? ¿Qué acabo de deciros? —preguntó Steve con frustración.
—Has dicho algo sobre que vas a tirarte a Linda.
—¡No, te estaba hablando de Heidi! —exclamó él.
—No te cabrees conmigo, hombre. Tu vida amorosa es de una complejidad laberíntica. Son las siete y me toca ir a una mierda de concentración deportiva, y tengo cara de zombi —Robin se estiró la cara, mirándose en el espejo.
—Y una mierda, no estás preocupada por la concentración de baloncesto —Finley suspiró.
Robin se volvió a mirarla.
—Sí, claro.
—Oye, que los tres sabemos lo que te preocupa, vale. Y yo tampoco me trago ese rollo. Estás pensando en Vickie —Era seguro decir que Robin estaba totalmente loca por Vickie.
—Qué tontería —Robin lo negó rápidamente antes de untarse los labios con brillo de labios.
Finley se echó hacia atrás en su asiento.
—Claro que estás pensando en Vickie, ella es como todo en lo que piensas y todo de lo que hablas.
—¿Y sabes qué más pienso? —añadió Steve.
Robin volvió a mirar al chico.
—Me da igual lo que pienses—
Steve la cortó.
—Deja de una vez de fingir ser lo que no eres cuando estás con ella. Tienes que ser tú misma —aconsejó él.
—Eso es lo que llevo diciendo desde principios de año —intervino Finley.
Los ojos de Robin se movían de un lado a otro, entre sus dos amigos.
—Me estáis citando textualmente. ¿Os dais cuenta? Os digo lo mismo a las dos. Creedme, lo sé.
—¿Cuándo me has dado ese discurso? —preguntó Finley.
Finley nunca había mostrado interés por nadie. No hasta que Robin vio la expresión de su cara cuando mencionó a Eddie.
—Como... todos los días de esta semana —Robin era la única persona a la que le contaba sus verdaderos sentimientos, ya que se sentía cómoda y eran amigas desde primer curso. Así que pudo o no haberle dicho que Eddie le parecía atractivo y que en realidad era muy amable. Ella no sabía lo que sentía, pero Robin podía intuirlo.
Steve las miró confundido.
—¿De qué está hablando?
—Nada —Finley negó con la cabeza.
—¿Ahora me ocultáis información?
Antes de que Finley pudiera decir una palabra, Robin se le adelantó.
—Está intentando tirarse a Eddie Munson.
Sus ojos se abrieron de par en par ante sus palabras.
—¡Qué cojones, no estoy intentando tirármelo, Robin! —ella levantó la voz.
Un grito ahogado salió de los labios de Steve.
—¿Le tienes ganas a Eddie Munson?
—No, claro que no —Finley gimió.
—Mhm —tarareó Robin.
Finley se incorporó, mirando a Steve.
—No te he dicho nada porque lo odias.
—Yo no lo odio.
—Eh, sí, lo odias. Siempre pones los ojos en blanco cada vez que Dustin le nombra —Los labios de Steve se torcieron en una fina línea y su dedo golpeó ligeramente el volante—. Da igual, dejemos de hablar de mi vida amorosa porque es inexistente y volvamos a centrarnos en Robin —Finley miró hacia ella—. Si lo sabes, ¿por qué no escuchas tus propios consejos por una vez?
—Quiero decir, yo te hice caso, y ahora mírame. ¡Bum! No paro —añadió Steve, dirigiéndose a Robin.
—No es lo mismo. ¿Vale? —Robin cerró su polvera—. Si tú invitas a una chica y dice que no, no pasa nada. No importa. Escuece un poco. Pero si yo le pido una cita a la chica equivocada, pam, me convierto en la apestada —Cerró el espejo que había sobre ella.
—Vale, sí, te lo compro, pero está claro que con Vickie no te equivocas —Steve y Finley básicamente ya habían teorizado que Vickie era gay.
—No hay forma de saberlo con seguridad —dijo Robin antes de rociarse la boca con spray para el aliento.
Finley dio una palmada mientras se inclinaba más hacia ella.
—Sí, lo sabemos. Mi gaydar es perfecto, en cuanto nos conocimos prácticamente pude oler tu lesbianismo, y cuando conocí a Vickie. . . ¿adivina qué? El mismo olor.
—Devolvió "Aquel Excitante Curso" a los 53 minutos y cinco segundos. ¿Sabes quién para esa pelí a los 53 minutos y cinco segundos? —preguntó Steve antes de hacer una pausa. Robin los miró molesta—. Los que quieren ver tetas, Robin. Tetas.
Robin arrugó la cara.
—Serás guarro. No digas tetas.
—Nunca vuelvas a decir esa palabra.
—Tetas —repitió Steve.
Finley puso los ojos en blanco.
—Suenas como un niño de cuatro años que todavía quiere que le den el pecho.
—¿Qué tiene de malo, vale? A mí me molan. A ti te molan —Steve hizo un gesto entre él y Robin—. A Vickie le molan las tetas. Definitivamente.
—No voy a discutir eso —Finley se encogió de hombros.
El coche se quedó en silencio durante unos segundos y Robin le dio una bofetada mentalmente a Steve. La canción que estaba sonando, que era Object of My Desire de Starpoint era más audible ahora que los tres habían dejado de discutir.
—Tetas —Steve rompió el silencio.
Finley cerró los ojos con fuerza y sacudió la cabeza.
—En serio, deja de decir eso.
EL COCHE SE paró. Finley y Robin se despidieron de Steve, y Finley fue la primera en salir del coche. Sus ojos color moca escudriñaron el aparcamiento mientras volvía esa sensación. El miedo. Sinceramente, odiaba la mayoría de las cosas del instituto. Pero, por encima de todo lo demás, odiaba cómo te drenaba lentamente.
—Oye, Finn —Robin se acercó a ella. Finley parpadeó antes de mirarla—. Tengo que ir con la banda ahora mismo, así que te veré después, ¿de acuerdo?
Finley asintió.
—Sí, vale —Las comisuras de sus labios se curvaron, dedicándole a su amiga una sonrisa falsa.
Robin conocía esa sonrisa como la palma de su mano. En general, simplemente conocía a Finley como la palma de su mano. Pero sabía que presionarla no serviría de nada. La única vez que Finley te contaba lo que le pasaba por la cabeza era cuando estaba abrumada y no podía más. Simplemente explotaba.
—¿Vas a estar bien? Sé cuánto odias esto.
Cuando se trataba de cosas así, Finley fingía que le gustaban por la gente a la que quería. Después de la muerte de Flora, nunca más quiso ir a un partido de baloncesto. Pero si eso hacía feliz a Lucas, ella iría aunque no se conocieran desde hacía tanto tiempo.
—Lo que sea por mis amigos.
—De acuerdo, nos vemos luego.
Sus ojos se desviaron hacia el instituto antes de obligarse a caminar. Sinceramente, Finley se sentía aliviada de que éste fuera el último año en el que tenía que pasar por todo esto, porque, si lo piensas, lo único que hace el instituto es matar lentamente a los adolescentes. Pero ahora no se trataba sólo del instituto. Su padre dijo que se irían de Hawkins después de que ella se graduara si eso era lo que ella quería y, ahora mismo, eso sonaba increíble para ella. No quería dejar a sus amigos, pero no podía soportar quedarse en el lugar que mató a su hermana. Pero después de lo que estaba a punto de suceder sabía que no podía irse aún.
—¡Finley! —Se oyó la voz de una mujer detrás de ella.
Finley se paró en seco, recordando a quién pertenecía la voz.
—Hola, señorita Kelly —Se obligó a sonreír una vez más mientras se daba la vuelta.
—Vas a venir hoy a la oficina, ¿verdad? Te perdiste nuestras últimas sesiones —La señorita Kelly estaba empezando a preocuparse por ella más de lo normal, sobre todo porque había notado una tendencia en algunos de sus alumnos. Más concretamente, en los estudiantes que han sufrido grandes pérdidas en los últimos años.
La rubia asintió.
—Ya, lo siento. Estaré allí —No es que tuviera elección.
La señorita Kelly sonrió.
—Puedes venir cuando quieras después de la concentración. Que tengas un buen día.
Finley sólo quería borrarle la sonrisa de la cara. Sabía que sólo intentaba ayudar, pero no quería y eso era lo que la enfadaba. A pesar de que su padre bebía mucho, le seguía importando, pero no sabía cómo afrontar la pérdida de Flora. Creía que si Finley recibía ayuda no tendría que preocuparse por ella, pero un terapeuta no podía salvarla.
Finley se dio la vuelta y movió su mochila delante de ella. Abrió la cremallera mientras se acercaba a las puertas principales y sacó su walkman. Volvió a cerrar la mochila y pulsó el play. La canción favorita de Flora y de ella estaba sonando en el mixtape y una pequeña sonrisa se dibujó en su cara. Ahora, Head Over Heels de Tears For Fears sonaba en sus oídos mientras caminaba por el pasillo del instituto. Cómo odiaba esos pasillos. Nada más que olor a sudor y perfumes baratos. Había gente discutiendo, rompiendo, besándose. Drama por todas partes. Aunque era un poco entretenido de ver.
Pasó junto a Eddie y ni siquiera se dio cuenta, sólo quería pasar el día lo más rápido posible.
—¡Ey! —Eddie le puso una mano en el hombro.
Finley dio un respingo ante el repentino contacto y se quitó los auriculares de los oídos. Miró hacia atrás y soltó un suspiro cuando se dio cuenta de quién era.
—Dios santo, Eddie —Lo empujó.
—¿Nunca te ha dicho tu padre que la violencia no es la respuesta?
Finley puso los ojos en blanco antes de sacar el walkman del bolsillo trasero de sus vaqueros.
—Muy gracioso —Presionó el botón de pausa.
—¿Qué pasa contigo? —preguntó él. Finley se ponía de mal humor a menudo, pero nunca delante de él.
Enrolló el cable alrededor del walkman.
—No sé de qué estás hablando —murmuró. Era un hábito para Finley hablar en voz baja alrededor de alguna gente y le pedían a menudo repetirse pero Eddie siempre la oía.
Se puso delante de ella y empezó a caminar hacia atrás.
—Nunca pones los ojos en blanco con mis bromas. ¿Estoy perdiendo mi encanto?
—Estoy bien —Eso era mentira.
Eddie sabía que algo pasaba pero prefirió no arruinar aún más su estado de ánimo.
—Vale, te veré en clase entonces.
—¿No vas a ir a la concentración?
—¿En serio me acabas de hacer esa pregunta? —el Munson se rió—. Demonios, no. Tampoco pensaba que fueras a ir.
Finley se encogió de hombros.
—Sólo voy a apoyar a un amigo. Además Robin está en la banda y todo esto es algo obligatorio.
—No cuando sabes cómo escabullirte —susurró Eddie, inclinándose hacia ella. Sinceramente, Finley deseaba poder irse y no habría sido la primera vez, pero le había prometido a su padre que no se metería en más líos. Además, probablemente era el peor momento para hacer ese tipo de cosas, pero no era como si Eddie la estuviera presionando—. ¿Estamos tentados, Sullivan? —dijo Eddie de forma provocativa al notar el cambio en su expresión.
—Te veo luego, Munson —se burló y pasó junto a él directamente a través de las puertas del gimnasio.
🎸
FINLEY SE SENTÓ EN LAS GRADAS junto a Mike y él y Dustin discutían sobre sus novias. Finley se limitó a llamarlo cosas tontas de adolescentes. Aunque ya no le dolía la cabeza, la música que estaba sonando y las luces brillantes le hicieron sentir que todo este evento le daría dolor de cabeza. Se volvió hacia la pelirroja que se sentaba a su lado y le dedicó una pequeña sonrisa. Max se la devolvió.
—Hola, Finn —saludó ella. Las dos se habían vuelto un poco más cercanas desde aquella noche y a veces sentían que eran las únicas que entendían por lo que estaba pasando la otra. A Finley le resultaba un poco extraño tener a alguien que estaba pasando exactamente por lo mismo que ella al mismo tiempo. Pero sus hermanos murieron con segundos de diferencia, así que tenía sentido.
—Hola, Max.
Las dos observaron cómo los chicos entraban corriendo en la cancha de baloncesto, mientras el público vitoreaba junto con las animadoras. Finley aplaudió ligeramente cuando vio entrar corriendo al chico Sinclair. Se había impuesto la norma de no mirar a las animadoras, pero le resultaba difícil. Y cuando las miró, lo único que vio fue a Flora con su uniforme y su brillante sonrisa. Finley no prestó atención a la primera parte del discurso de Jason, excepto cuando Chrissy y él empezaron a ponerse sentimentales.
—Voy a vomitar en proyectil —Finley gimió y una sonrisa creció en los labios de Max, pero se desvaneció enseguida.
Finley adoraba a Chrissy Cunningham. Flora y Chrissy siempre fueron buenas amigas y Chrissy siempre fue dulce con ella. Tras la muerte de Flora, Chrissy siempre venía a ver cómo estaba Finley en el instituto. No estaban muy unidas ni nada parecido, pero ella sabía que estaría allí si la necesitaba.
—Bueno. . . Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que ha sido un mal año para Hawkins. Un año muy duro. Y os juro que no sé cuánto dolor puede soportar una comunidad. En una época tan triste hace falta creer en algo —Jason empezó a hablar de nuevo por el micrófono. Finley sintió que estaba a punto de decir algo realmente estúpido.
»Por eso, anoche, cuando perdíamos de diez puntos contra la Academia Cristiana, miré a mi equipo, y les dije: "Pensad en Jack. Pensad en Melissa. Pensad en Heather. Pensad en Billy. —Finley pudo sentir las miradas dirigidas a Max e involuntariamente le agarró la mano.
Pero entonces él lo dijo, dijo su nombre y le punzó el corazón.
—Pensad en Flora. —Ahora las miradas estaban dirigidas a ella y su agarre en la mano de Max se aflojó. Se quedó mirando fijamente a Jason, esperando a ver qué más tenía que decir, porque sabía que la situación estaba a punto de empeorar—. Pensad en nuestro heroíco jefe de policía, Jim Hopper. —Finley también lloraba a Jim. Un querido amigo de su padre— Pensad en todos los amigos que perdimos en aquel incendio. ¿Por qué murieron, eh? ¿Para que ahora perdamos contra una birria de escuela? —Eso fue lo que la afectó. Esas palabras le revolvieron el estómago.
—Me voy —Finley cogió su mochila y se levantó.
Los tres chicos más jóvenes la miraron con ojos tristes.
—Finley... —Mike iba a intentar hacerla sentir mejor pero ella ya se estaba alejando.
—Os veo luego, chicos —Ella los miró por un segundo antes de empujar a la gente en las gradas.
LÁGRIMAS CAÍAN POR sus mejillas. Tenía la espalda apoyada en la pared de ladrillo y las uñas clavadas en la hierba. Cada vez que alguien mencionaba a Flora, su mundo se derrumbaba. Lo único que veía era la vida abandonando su cuerpo y lo único que oía eran las últimas palabras que había pronunciado. Te quiero. Sólo sentía culpa. Podría haberla empujado, pero no podía moverse. Si hubiera hecho algo diferente, estaría viéndola en esa concentración ahora mismo.
—Finley. . .
Oyó una débil voz. No sonaba como alguien que ella conociera. No sabía cómo describirla, simplemente sonaba... oscura. Giró la cabeza hacia la derecha, mirando hacia la acera. Ahí no había nadie. Eddie la había oído. Él no sabía quién era, pero sintió la necesidad de mirar. Cuando dobló la esquina y se dio cuenta de que era Finley, su corazón se hundió un poco.
—¿Estás bien, Sullivan? —Eddie se arrodilló y le tocó gentilmente el hombro. El sonido de su voz la hizo sobresaltarse y lo miró frenéticamente—. Woah, solo soy yo —Levantó las manos en señal de rendición.
—En serio, tienes que dejar de hacer eso —Finley exhaló.
Eddie dejó caer su mochila al suelo con la mirada baja puesta en ella.
—Lo siento, oí llorar y me acerqué. —Se dejó caer a su lado— ¿Qué ha pasado?
Ella no le miró, sólo se quedó con la mirada fija al frente.
—Quiero matarlo —murmuró.
—¿A quién? —Eddie ladeó ligeramente la cabeza.
Finley se llevó las rodillas al pecho.
—A Jason Carver.
—¿Me puedo unir? —bromeó Eddie haciendo que Finley soltara una carcajada— ¿Te ha dicho algo?
—No directamente —la rubia sacudió la cabeza—. Estaba dando su estúpido discurso de capitán del equipo y empezó a hablar de la pérdida en Hawkins. Luego sacó a relucir que cuando estaban perdiendo anoche le dijo al equipo que pensara en todas las personas que murieron en el incendio y dijo todos sus nombres en voz alta —Finley se tomó un segundo antes de continuar—. Luego tuvo el descaro de decir que no murieron para que perdiéramos este partido.
Se hizo el silencio durante unos segundos. Aunque Finley ya ni siquiera pronunciaba el nombre de Flora en voz alta, él sabía lo mucho que le afectaba. Se había dado cuenta desde que empezó el curso. Siempre parecía agotada y sin emociones. Siempre tenía ojeras y nunca participaba. Durante las primeras semanas de clase, se les dijo a sus profesores que le dieran un poco de tiempo, ya que sólo habían pasado unos meses desde su muerte, pero era como si nada en Finley cambiara con el paso de los meses. Parecía que se estaba muriendo por dentro.
—Entonces, ¿esto va a ser como un asesinato con armas de fuego o vamos a cazarlo con horcas?
El sonido de su risa resonó en sus oídos. Deseaba que lo hiciera más a menudo.
—¿Qué tal los dos? —Ella finalmente lo miró. Sus ojos estaban ligeramente enrojecidos por las lágrimas y se podían ver claramente las viejas lágrimas que se asentaban en su piel. Pero entonces algo cambió. Empezó a llorar otra vez—. Estoy tan jodidamente cansada. Dondequiera que vaya hablan de ella y la veo todas las noches en mis sueños, y ni siquiera son sueños normales. Y estos malditos dolores de cabeza no se van y todo el mundo sigue actuando como si fuera una puta bomba de relojería y sé que parece que estoy perdiendo la cabeza, pero sólo quiero un puto respiro —Tenía las manos enredadas en el pelo, tirando ligeramente de él, y no podía evitar que se le saltaran las lágrimas. No se estaba derrumbando del todo, pero estaba muy cerca.
El brazo de Eddie la rodeó y la atrajo hacia su pecho. Finley empezó poco a poco a odiar el afecto físico. El lenguaje del amor de Flora era el contacto físico, así que siempre era cariñosa con ella. Incluso cuando eran pequeñas, Flora siempre la besaba en la frente antes de irse a dormir. Cuando ella murió, Finley no queria aceptar el afecto de nadie era como un reflejo pero, era como si hubiera algo en ese momento especifico. Ella no le empujó. Quizás era porque desde que lo apartaba tanto se olvidaba de lo mucho que lo necesitaba a veces.
—Sabes que estoy aquí, ¿verdad? Para lo que necesites —Eddie se alejó, aferrándose a sus hombros. Finley le asintió antes de pasarse la palma de la mano izquierda por la mejilla derecha—. No temas. No temas —Eddie le rozó las mejillas con el dorso de las manos, la frialdad de sus anillos la hizo estremecerse un poco, pero lo ignoró.
—Eres tan raro —Finley rompió a reír.
—Oye, al menos te estás riendo —Su hoyuelo asomó mientras la sonreía—. Deberíamos volver, vamos —Eddie se echó la mochila al hombro y se levantó. Le tendió la mano, inclinándose en el proceso. Finley sonrió, agarrándole la mano—. Dios, ¿qué has estado comiendo? —Eddie enarcó una ceja una vez que ella se levantó. Finley giró la cabeza bruscamente en su dirección con la mandíbula caída. Un dolor le recorrió de repente la nuca; fue su mano, que le había dado una colleja—. ¡Ay!
KARISSA ( boyburns ) HABLA !!
—eddie si no la besas ya🙄
—ok, pero la tensión sexual entre eddie y finley va a ser astronómica en el momento en que lo encuentren en la roca del cráneo y estoy tan tentada de hacer que robin les diga que follen de una puñetera vez
—está confirmado, eddie va a cantar la canción de Finley para ella
—tambien decidi hacer algo diferente con la experiencia de finley donde ella escucha a vecna llamandola por su nombre antes de empezar a ver cosas,
es solo algo que se me vino a la cabeza
—no esperaba que este capitulo fuera tan largo pero como los episodios son tan largos cada capítulo va a estar dividido en 2—posiblemente 4 partes dependiendo del episodio. como el final dura más de 2 horas podria estar dividido en 4 o más capítulos
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