━━ 10. AMANTE DISFRAZADO DE PECADOR
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CAPÍTULO DIEZ
AMANTE DISFRAZADO DE PECADOR
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La lluvia caía con fuerza sobre la tela de la tienda de campaña del General Oscuro.
El tiempo reflejaba su estado de ánimo. Cersei volvía a estar en cama, enferma. Estaba medio tentado a mandarla de regreso a Os Alta y así se lo había dicho, pero ella estaba decidida a quedarse.
Siempre seré tuya.
El sonido de su voz retumbó en su sangre y lo hizo cantar. Podía sentir que las sombras estaban inquietas, merodeando por el bosque en busca de las sombras de Cersei, y siempre que las sombras se encontraban, su cuerpo ardía de necesidad. Necesitaba a la Invocadora de Sombras. Nunca antes Aleksander habría pensado que estaría celoso de sus propias sombras.
Siempre seré tuya.
—Maldita sea— maldijo Aleksander en voz baja mientras se recostaba en la cama y se desabrochaba los pantalones. Se tomó a sí mismo y trató de pensar en otras cosas. Intentó pensar en campañas militares o en algo aburrido.
Sin embargo, la sangre se le calentaba y su cuerpo anhelaba una liberación que le sería negada. Por un lado, Cersei estaba enferma, y por otro, ahora lo odiaba. Pero eso no significaba que su cuerpo no deseara el de ella.
Su cabeza cayó contra la almohada mientras seguía bombeando su miembro en busca de alivio. Cerró los ojos y maldijo cuando se imaginó a Cersei encima de él, cabalgándolo al mismo ritmo de su puño. Era hermosa y grisha. Su cabeza se echaba hacia atrás cuando él la penetraba. Se correría en su miembro y le daría todo lo que pudiera gastar, con su nombre en los labios, un sabor tan dulce en su lengua que el mero hecho de pensarlo hacía que Aleksander se pusiera al límite y se derramara.
Se quedó allí durante un largo momento, sin huesos y avergonzado.
¿Por qué tenía que amarla a ella?
¿Por qué ella amaba más al ladrón de Ketterdam?
¿Por qué no podía ser una mujer a la que se le permitiera amar tan desesperadamente?
Esto iba más allá de la lujuria. Era una necesidad tan grande que su corazón ardía ante la idea de separarse de ella.
Se preguntó si estos sentimientos le habrían llegado si hubiera conocido a Alina primero, o si él nunca la hubiera encontrado por accidente. Se lo preguntaba, pero no tenía respuesta. Todo lo que sabía era que necesitaba desesperadamente estar con ella, pero eso ya era imposible.
Sentía que algo profundo y natural dentro de él anhelaba tomar el control cuando ella estaba con él. Tenía una necesidad de protegerla aunque sabía que ella era perfectamente capaz.
Aleksander gimió y comenzó a limpiarse. Tendría que apartarla de su corazón, dejarla de lado por su propio bien. Por mucho que deseara que las cosas fueran diferentes, ella ya no lo quería y no podía tenerla con él como deseaba.
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Cersei soñó con la sal. Soñó con la ceniza. Soñó con el fuego. Soñó con sangre.
Soñó con gritos.
Soñó con Aleksander gritando su nombre y cayendo de rodillas, porque había sangre carmesí floreciendo en su pecho como una rosa.
Ella se estaba muriendo...
Cersei se despertó sobresaltada cuando Aleksander le tocó la frente. El alivio se agolpó en su garganta y tocó su mano y la apretó con fuerza.
—Las sombras vinieron a buscarme — dijo él en voz baja. —¿Qué has soñado?
—Sólo fue una pesadilla— susurró ella en respuesta, tratando de recordarse a sí misma que estaba enojada con él. —No tienes que preocuparte.
—Por supuesto que me preocuparé. — Aleksander se inclinó y le acercó la nariz a la sien. —Ya te he dicho debería enviarte de vuelta a Os Alta. Has estado muy mal. Todavía estamos lo suficientemente cerca de allí como para que puedas volver. Zoya puede llevarte.
Los labios de Cersei formaron una fina línea.
—Déjame... déjame pensarlo— murmuró. —Te lo diré mañana.
Él asintió y le dio un beso en la comisura de la boca. —Mañana entonces.
Y se acostó a su lado.
—Te echo de menos —musitó El Oscuro, entrelazando sus manos.
Ella quería creerle. Deseaba desesperadamente creerle.
Cersei se alegró de que Aleksander no la estuviera forzando o presionando a hacer algo que no quería. Se habría resentido más con él. Incluso le habría odiado de verdad. Era mucho más fácil ignorar su anhelo cuando no lo besaba. Era más fácil de ignorar, más fácil de encontrar placer en sus dedos, sin importar lo vacía que fuera la sensación.
Ella sabía que Aleksander era un buen hombre en lo más profundo de su corazón. La amaba a su manera, tal vez no como ella lo amaba a él.
Sin embargo, se negó a entregarle más de su corazón de nuevo. Era todo lo que Cersei podía hacer en acto de rebeldía.
No estaba segura de poder sobrevivir a otro desengaño amoroso en lo que respectaba a su General.
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A Cersei le sorprendió que le ordenaran acompañar a Alina a recorrer el campamento en busca de Genya.
Le avergonzaba pensarlo, pero sintió alivio al pensar que Alina y Aleksander no hubieran pasado la mañana juntos. Se sintió feliz de que ella no fuera suya una noche más, de que el ojigris no pudiera compartir su calor, de que ella fuera la primera persona que la viera ese día fuera de los criados.
Llamó a su puerta y esperó. Alina abrió la puerta y sonrió al ver que era ella. La joven estaba hermosa, como siempre, su pelo marrón vibrante y sujetado con una peineta. Llevaba un vestido negro de seda de Ravka, aunque el corte era más parecido al de sus raíces de las tierras de Shu Han. Los bordados amarillos que simbolizaban su poder decoraban la falda y las mangas como si fueran hojas de madera de abedul.
Se veía bellísima, pero ahora había huesos en su clavícula.
Y era una prisionera glorificada.
Cersei le devolvió la sonrisa.
—Hoy tenéis un aspecto arrebatador, Starkov — dijo con seriedad.
Alina se rió, y el sonido fue como música para sus oídos.
—Eres demasiado fácil de complacer, Naharis.
—Sólo si eres tú. ¿Estáis preparada para ir a buscar a Genya? — le preguntó la ojiverde.
Alina sonrió y se acercó a la otra joven.
— Absolutamente lista— respondió con una sonrisa. —Guíe el camino, Comandante.
Cersei apretó los labios tras ella, casi con una sonrisa. No podía evitarlo. Si cerrara los ojos, podría fingir que todo estaba bien y no.
Sin embargo, sintió que había cierta tensión en el cuerpo de Alina, como si se resistiera a su rumbo.
—¿Está todo bien? —le preguntó ella al detenerse en medio de las tiendas. —¿Te encuentras mal? ¿Te llevo de regreso a tu tienda?
—No — replicó Starkov con suavidad. —Estoy bien.
—No pareces estar bien, Alina.
Ella negó con la cabeza.
—De verdad— insistió —. Estoy bien. Simplemente... Mi orgullo fue herido anoche, pero no hay necesidad de que te arriesgues a la ira de Kirigan.
Los labios de Cersei formaron una fina línea. —Alina...
Ella le apretó el brazo y sonrió.
—Estoy bien — dijo ella de nuevo. —Estoy bien.
Cersei la miró de soslayo y deseó que hubiera algo más que pudiera hacer.
El amplificador que sobresalía de la piel de la Invocadora del Sol la degradaba en cierto sentido.
Sin embargo, Cersei siempre pensó que parecía una dama. Desde el principio e incluso ahora. Siempre había sido una dama para ella. Solo que antes había estado demasiado celosa de la joven Starkov como para apreciarla bien.
—A veces extraño Keramzin — comentó Alina repentinamente. —Y echo de menos a Mal.
Cersei le apretó la mano que descansaba contra su brazo.
—Estoy segura de que podrás verlos en algún momento— prometió. Tal vez en otra vida, añadió mentalmente.
De eso, Cersei dudaba. Demasiados grisha se habían perdido a manos de las naciones extranjeras. Aunque todos en Ravka, sin duda, deseaban la paz, se había derramado demasiada sangre para que alguien deseara realmente algo pacífico en ese momento.
Alina le apretó el brazo.
—Una parte de mí espera que tengas razón. Echo de menos el olor del agua limpia y la hierba del río y el sonido de los grillos y las ranas.
—Eh... —Cersei acortó la distancia que las separaba, tratando de hacerle saber que no estaba sola—. Es normal que te sientas así, pero no debes olvidar que la vida de Mal depende de lo que hagas —prosiguió en tanto le secaba una pequeña lágrima que había brotado de sus bonitos ojos marrones—. No tienes que contenerte conmigo. Sé que la estás pasando mal.
—Ya he llorado bastante a lo largo de mi vida, y yo quiero hacerlo ahora —reveló la Invovadora del Sol sin romper contacto visual con la ojiverde—. Hasta hace poco me sentía perdida, devastada... Pero tú me has devuelto la esperanza, Cersei Naharis.
En eso, ambas estaban de acuerdo.
—Te ruego que hables conmigo si alguna vez necesitas mi ayuda— pidió Cersei en voz baja.
Alina sonrió y le besó rápidamente la mejilla. Donde sus labios tocaron fue como si se hubiera quemado. El calor se extendió contra su piel, enroscándose alrededor de sus articulaciones mientras intentaba evitar sonrojarse debido a la sorpresa.
—Si realmente me siento en peligro — dijo ella. —Te prometo que acudiré a ti. — Alina le apretó el brazo antes de entrar a la tienda de Genya.
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El brusco agarre que alguien implementó en su brazo interrumpió la caminata de Cersei en dirección al esquife —donde los demás comenzaban a abordar lentamente para cruzar la Sombra— y causó que su boca se abriera para soltar un grito cuando notó que la persona desconocida la había arrastrado a una esquina en donde no había ninguna otra alma.
Una mano enguantada cubrió su boca para silenciarla.
Y Cersei mordió esa misma mano.
—¡Au! —Aulló ligeramente una voz que le era vagamente conocida—. ¿Qué demonios te pasa? —El desconocido se descubrió la parte superior de su cara y Cersei tomó un fuerte respiro al reconocer los ojos de su captor.
—¿Kaz?
—Sí, soy yo. —El muchacho asintió levemente —Tenemos un plan y te sacaremos de allí —le aseguró.
—¿Ese plan es el viejo plan? —Preguntó Cersei, observando casi embelesada el atractivo semblante de Kaz, que la miraba intensamente a los ojos.
—Algo así —admitió el joven y esbozó una sonrisilla tímida, al tiempo que un ligero rubor se adueñaba de sus mejillas—. No creíste que te dejaría, ¿o sí?
—No lo sé —confesó Cersei.
La boca rosada del joven formó una mueca al oír eso, pero prefirió no comementar nada.
Después de discutir el plan brevemente, la ojiverde se apartó de él e hizo el amago de irse. No obstante, antes de que pudiera alejarse un centímetro, Kaz extendió un brazo hacia ella y aprisionó una de sus muñecas con suavidad, atrayéndola de nuevo hacia sí. Sin querer hacer nada para evitarlo, Cersei soltó una risilla que no era característica de ella, algo infantil.
—¿A dónde crees que vas? —inquirió el pelinegro, hilvanando una sonrisa un poco ladina. Aquello consiguió robarle el aliento a la aludida, que se mordió el labio inferior con cierto nerviosismo.
—Por si no lo sabías, tengo que subir a ese esquife —solventó Cersei tras unos inquietantes más de fluctuación. Kaz, que estaba pegado a ella en una posición un tanto comprometida, arqueó una ceja, no muy conforme con su respuesta, aunque sabía que lo que ella decía era verdad—. Los demás ya han comenzado a subir y no tardarán en notar mi ausencia. Además, este es un día importante, tal vez Alina pueda destruir la Sombra y... —Ante la cercanía de sus respectivos rostros, la voz se le quebró hasta no ser más que un susurro.
El ladrón de Ketterdam ensanchó su pequeña sonrisa.
—Estoy seguro de que podrán esperar un poco —bisbeó, a punto de besarla.
Cersei se apartó ligeramente antes de que sus labios pudieran tocarse, con el propósito de dejarlo queriendo, y como castigo por haberse negado a sus afectos en el pasado.
Kaz no pudo hacer otra cosa que mirarla con desconcierto; en el tiempo que estuvieron separados se había arrepentido profundamente de sus palabras.
—Muy graciosa...
La grisha sonrió, triunfante.
—Solo tienes que pedirlo, no lo olvides nunca —lo picó.
—Eso crees, ¿eh?
El joven la sorprendió al pegarse a ella, con sus pechos rozándose. Deslizó su mano derecha por uno de sus brazos, mientras que con la izquierda aprisionaba su mentón. Admiró sus carnosos labios durante unos segundos, para luego besarlos con suavidad, como el toque de una mariposa.
Cersei lo correspondió con cierta torpeza, enredando sus brazos alrededor de su cuello y apegándose más a él. Kaz la llenaba, su mundo entero, una luna que borraba la luz de cualquier otra estrella.
Cuando finalmente se separaron por la falta de oxígeno, Kaz acarició su sonrosada mejilla con una mde sus manos enguantadas.
—Te quiero, Cersei. Ahora lo sé. —La mencionada lo miró directo a los ojos, abrumada. El hormigueo que se había aposentado en su estómago había aumentado de forma considerable—. Y lamento haber sido un idiota —añadió en tanto colocaba un mechón negro detrás de su oreja.
Cersei carraspeó y colocó sus manos entre las suyas.
El ladrón esbozó una diminuta sonrisa enternecida.
—Estoy listo para intentarlo— le aseguró, entrelazando su mano con la de la joven—. Nos vemos después.
Cersei asintió y, una vez que se hubieron despedido, echó a andar hacia el campamento, dispuesta a subir al esquife. Como bien había predicho, la gente comenzaba a notar su ausencia.
Todo iba a salir bien.
O eso quería pensar.
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NOTAS
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¡cuéntenme qué les pareció! ¿Les gustó? Ya casi acabamos ahora sí 😭❤️
¡Kaz volvió! Esa no se la esperaban xd.
Ahora, den like si entendieron la frase de "Kaz la llenaba, su mundo entero, una luna que borraba la luz de cualquier otra estrella".
Kaz = Luna
Alina = Sol, estrella
En fin, siento que van a llorar al final, entonces de una vez les digo que no pago terapias. :)
❛ i l o v e y o u ❜
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❛ i h a t e y o u ❜
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