𝐄𝐩𝐢𝐥𝐨𝐠𝐨: 𝐎𝐁𝐒𝐄𝐒𝐒𝐈𝐎𝐍
Cuando llegó al mundo era de noche.
Una muy silenciosa y quieta, con una enorme luna brillando alto en el cielo.
Había un claro despejado que estaba bien iluminado por el espacio que dejaban los árboles esparcidos alrededor en ese bosque.
Pero su mirada fue de inmediato a la humana tendida en el suelo, la que apenas respiraba.
Un charco de sangre la rodeaba y comenzaba a hacerse más y más grande tiñendo esas ropas rotas de las que apenas podía distinguir su verdadero color porque la mayoría de la tela brillaba con el intenso color carmesí.
Esa noche iluminada por la luna fue su nacimiento… y la primera vez que sintió alguna emoción.
Protégelo.
Los ojos de esa humana se encontraron con los suyos; desesperación pura, rabia, impotencia y una promesa de venganza, eso transmitían esos orbes antes de que la luz en ellos se apagara y solo fueran dos pozos oscuros carentes de vida.
Nadie le había dicho nada, pero ya sabía el propósito por el que había nacido en ese mundo.
Sus párpados se cerraron, todos sus sentidos se enfocaron en buscarlo.
El bebé humano al que estaba atado.
El que lloraba triste sin saber que era lo que estaba pasando pero sin reconocer los brazos del hombre que lo cargaba. Lo sabía. Su mente estaba en esa infantil cabeza de pensamientos tan simples y distorsionados, podía sentir esa tristeza y desesperación del infante por volver a los brazos que conocía y lo arrullaban.
Y solo así, abrió los ojos y estaba caminando al lado de ese caballo azabache que era montado por un corpulento hombre de ropas finas pero manchadas de sangre, el aroma ferroso que bañaba sus sentidos debía de provenir de esa espada que descansaba en el costado de la cintura del humano.
Nadie se percató de su presencia ahí, solo los caballos que se detuvieron por un momento tan breve que los humanos ni siquiera lo notaron. Pero nada de eso le importaba.
Él quería saber la razón por la cual había sido creado.
El bebé humano que aún lloraba mientras era sostenido con un brazo por el hombre de aspecto serio.
Estaba tan curioso por ver la razón por la que había llegado a ese mundo.
Era…
…feo.
Rojo por el incesante llanto, con mejillas mojadas por la lágrimas y llenas de tierra y esa voz tan aguda que comenzó a irritar sus oídos.
Silencio.
Una mirada húmeda y confundida lo encontró. El bebé humano lo miraba con ojos tan oscuros como los de la humana que vio antes.
— Al fin guardo silencio — gruñó el hombre que cargaba al pequeño humano.
— ¿Se durmió, majestad?
— No, solo esta mirando a la nada.
— ¿Deberíamos detenernos un momento, majestad?
— No. Vamos a seguir sin detenernos, tengo prisa por dejar a este niño con la doncella que nos espera.
Un largo camino continuo, oscuro y aburrido, sin nada interesante que sucediera. Solo un grupo de hombres y algunos caballos que caminaron al mismo paso monótono por ese sendero en el bosque.
Y un pequeño bebé que se quedó dormido mientras lo miraba a él.
Estaba atado a un bebe llorón. Al qué su padre ignoraba, su madrastra despreciaba y su medio hermano no tenía permitido conocer.
Uno que, al parecer, lo esperaba en las noches, porque a penas aparecía en la habitación, el pequeño guardaba silencio y solo lo miraba hasta quedarse dormido.
Siete noches habían pasado desde que nació en ese mundo y por primera vez quiso cargar esa pequeña cosa molesta que solo sabía llorar, babear y hacer del baño.
Esa noche en específico se apareció más tarde en esa habitación, cuando sabía que la humana que cuidaba del bebé estaba profundamente dormida.
Sin embargo alguien lo esperaba.
¿No se supone que deberías estar dormido?
Dos ojos oscuros y redondos lo miraron… solo lo miraron.
El pequeño humano de piel pálida espero casi sin moverse, como si supiera…
Sus manos fueron rápidas en saber como tomar de buena forma al bebé llorón, un fuerte instinto en su interior lo guió para acomodarlo entre sus brazos tal y como veía a esas doncellas hacerlo.
Fue la primera vez que toco al pequeño humano…
La primera vez que miro esos ojos tan cerca…
Protégelo.
El humano al que estaba atado… Su humano…
Tenía que sentir como una molesta obligación el estar atado a ese ser poco pensante y vaya que le aburría pasar sus días solo observándolo llorar todo el día … pero nadie iba a hacerle nada… era suyo…
Su vínculo con ese mundo…
Su vínculo de sangre…
Su humano…suyo…
Veinticinco años tardo en mostrarse. Esos años solo existió como visitas nocturnas a un niño y después solo fue la risa que Min Yoongi escuchaba todo el tiempo.
Veinticinco años donde se divirtió molestando y frustrando a los habitantes del castillo solo porque era divertido para él.
Fueron la cantidad de años que cuido a Min Yoongi de cualquier mal. Desde esos planes de la reina para matarlo y hacerlo parecer un accidente, hasta protegerlo en el campo de batalla, guiando esas flechas para terminar con cualquiera que se atreviera a amenazar su vida.
La misma cantidad de años que el rey cuido a quien sería su futuro heredero del trono.
Pero eso cambió por la aparente repentina buena salud del hijo mayor, del verdadero príncipe heredero.
El estúpido rey pensó que la mejora significaba que podía deshacerse de Min Yoongi, el ser que había crecido para ser el vivo retrato de su madre, con piel tan blanca y perfecta que la reina se llenaba de rabia con sus doncellas cuando su propia piel no lograba obtener ese tono pálido.
Si el rey supiera que su hijo mayor estaba a punto de morir...
Ese pensamiento lo hacía reír hasta cansarlo, era muy pero muy divertido.
El rey había mando al príncipe Min Yoongi a una trampa que “aseguraría” su muerte y estaba a sólo días de perder al hijo mayor, esa mejora del príncipe mayor solo era la calma antes del desastre, el príncipe mayor estaba muriendo, lo había estado desde hace algunos años ya y la muerte al fin lo había alcanzado. El rey ya no recibiría noticias del príncipe heredero y asumiría su muerte. Sabía que habría un lamento hipócrita de ese hombre y después solo estaría feliz anunciando la buena salud de su hijo mayor, solo para perderle poco después. Viajaría al palacio solo para ver eso, esa cara arrepentida por haber mandado a Min Yoongi a su muerte.
Se divertiría tanto. Amaba divertirse, era parte de su naturaleza, por eso había disfrutado haciendo travesuras mientras vea al pequeño bebé humano convertirse en un adulto aislado que parecía no encontrar su lugar.
Muchas veces se dijo que era aburrido, que estaría mejor vagando en la ciudad, divirtiéndose al molestar a gente diferente, pero siempre volvía.
Min Yoongi era su cadena.
No importaba lo mucho que se alejara, cada parte en el pedía a gritos que volviera a ese humano con ojos pequeños y alargados.
Era molesto.
Si estaba lejos de Yoongi no podía dejar de preocuparse, no tenía miedo a que su final llegara, pero este significaba que su humano había muerto y todo su ser luchaba contra la idea de ver esos ojos oscuros sin vida.
Era su humano. Era suyo.
Suyo para molestar y suyo para proteger.
Por eso lo había llevado a su hogar, ese que estaba en un tambaleante limbo que no era ni vida ni muerte. Min Yoongi podía vivir ahí eternamente si así lo quería o solo cruzar al lado donde su muerte lo esperaba, en ese momento ambos morirían, porque sin su humano ya no tenía razón para existir.
— ¿Me vas a matar?
Sonrió. Porque esa pregunta no fue hecha con miedo alguno. No tenía ni idea de si era una fe ciega en él, que lo había mantenido a salvo toda la vida, o si simplemente no le importaba morir. Y era exactamente por eso que no podía alejarse de Yoongi.
Al principio fue su propósito para nacer en el mundo humano, el ser que tenía que proteger.
Pero en esos años, era más.
Un sentimiento tan intenso que le impedía apartar la mirada, uno que le hacía desear mantener al humano hablando para escuchar esa voz baja…
Solo no podía alejarse.
— ¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres que te mate?
— Solo quiero saber porque me trajiste aquí.
— ¿Y si no quiero decirte? — preguntó juguetonamente, siempre era divertido molestar.
“Tranquilo, quiere hacerte enojar, a los malditos dokkaebi les encanta molestar.”
— No me digas entonces, no me interesa.
“Maldito dokkaebi.”
Su carcajada resonó en el silencio del claro. Los humanos eran tan extraños. Justo antes acababa de decirle que sabía lo que pensaba pero Yoongi solo seguía teniendo esos divertidos pensamientos sin tenerlo en cuenta.
— “Maldito dokkaebi”, me gusta — dijo sonriendo divertido.
Si esa piel blanca tenía un defecto, era lo increíblemente intenso que se veía el sonrojo en esas mejillas y en el delgado cuello. Se notaba tanto como cuando era solo un bebé y pasaba mucho tiempo llorando.
Pero también de inmediato aparecía ese ceño fruncido que pretendía anular su vergüenza, verse más agresivo. Lo había comenzado a hacer a los diez años, cuando el rey lo amonestado por algo, para no verse débil.
— Deja de meterte en mi mente, maldito dokkaebi.
— Si tanto te molesta, deja de pensar y mi nombre es Jungkook.
“¿Jungkook? ¿Por qué Jungkook?”
— No me interesa. — El rojo en el rostro de Yoongi se volvió más intenso con su risa divertida y ese ceño más pronunciado. — Dijiste que no me revelarías todos tus secretos en un día.
— Puedo hacer lo que yo quiera. — Mientras habían estado hablando, Yoongi había retrocedido hasta la línea de árboles, aunque eso no importaba mucho, él había cerrado el claro, los árboles no se moverían a menos de que él se los dijera. Acorralarlo de nuevo solo le tomó un par de pasos. — Por años cumplí con la tarea para la que fui traído a este mundo. Te cuide cuando no podías ni siquiera hablar, soporte tus infantiles pensamientos y sentimientos mientras crecías, te mantuve con vida en cada batalla a la que insistían en ir y ahora te voy a alejar de quien te quiere muerto, porque simplemente no puedo hacer otra cosa. — Sus dedos largos se envolvieron en el delgado cuello, el pulso bajo su palma lo enloqueció de una manera que no lo había hecho antes. Solo tenía que apretar y terminaría con su tarea, pero no sabía que era lo que quería más… dejarlo sin aliento con sus propias manos o… — Eres una obsesión, Min Yoongi. No puedo alejarme de ti… No puedo matarte… y no puedo sacarte de mi mente… Eres mío para proteger… Eres mío, Min Yoongi.
Sus labios se cerraron contra los de su humano, su lazo de sangre que lo mantenía en ese mundo. Aún indeciso sobre solo besarlo o arrancarle el aliento con su propia boca.
Su humano.
Su obsesión.
Espero que les gustara esta pequeña historia ♡
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