II
-Te lo dije, parece una muñeca de porcelana- dijo el hermano más joven mientras me observaba
-Sí, ¿tú que dices Sharva?- el príncipe me miró de pies a cabeza rápidamente y solo asintió con la cabeza, así que realmente era él
-Opino que deberían dejarla en paz...- se interrumpió cuando me observó más detalladamente, Sefora ayúdame -Tú eres la chica que chocó conmigo hace unas horas atrás, ¿no es cierto?- levantó una ceja, esperando mi respuesta
Iba a hablar para disculparme, sin embargo Zed se me adelantó, algo que hubiera preferido que no hiciera
-Mil disculpas mi señor, por favor tenga piedad de ella, no fue su intención- rogó estando de rodillas en el piso y de una forma muy dramática, a lo que el príncipe sólo me miró extrañado
-Zed, deja de humillarte- le dije agachandome a su lado para susurrarle, y por instinto se levantó y yo lo seguí -Una disculpa, mi señor, no era mi intención provocar un accidente con usted- hice una reverencia, pero él simplemente no hizo nada
-No te preocupes, un accidente lo tiene cualquiera- volvió su mirada a la multitud
El único que me observaba era el mayor, quien era mucho más alto que sus hermanos, el príncipe Sharva le llega a apenas al hombro. Sacudió levemente la cabeza antes de hablar
-No me he presentado, me llamo Marcoirus, un placer conocerte- tomó mi mano y besó el reverso de esta
-El placer es mío, me llamo Sariatu- dije con voz nerviosa
-Ángel de luz, un nombre que hace referencia a tu facción- comentó el otro -Me llamó Kivorgil, un placer conocerte... eres... muy hermosa- el tono en el que lo dijo me hizo pensar otra cosa
-Deja de querer seducirla, Gil, no es propio de un príncipe- Sharva habló con un tono de voz que sugería una advertencia
Mire a su hermano, su mirada era de pura lujuria, era obvio que trataba de hacer algo, pero con la advertencia, solo sonrío de forma arrogante. La música comenzó de nueva cuenta, a lo que Marcoirus me miró de nuevo y me tendió la mano
-¿Me concederías esta pieza?-
Miré a Zed, quien tenía las manos juntas, como si me rogara que no lo hiciera, pero rechazarlo podría ofenderlo, por lo que, sin decir nada, acepté su mano y él me condujo al centro del salón, donde todos los invitados bailaban. Me tomó de la cintura y de la palma de la mano, mientras que yo apoyaba una mano en su hombro y comenzamos a bailar a un ritmo lento. Lo estudie más detalladamente, apenas le llegaba a la mitad del pecho en cuanto altura, su mirada era oscura, eso me ponía de nervios
-¿Todo bien?- su pregunta me sacó de mis pensamientos
-Ah, sí, solo que... es la primera vez que estoy en esta clase de fiestas- me hizo dar una vuelta para después terminar frente a él de nuevo
-Ya veo.. creo que le caíste bien a mi hermano- comentó mientras me acercaba más hacia a él, envolviendo su brazo en mi cintura
-¿P..por qué lo dice?- tartamudee ante aquel acercamiento
-No es la primera vez que alguien le ensucia la ropa de bebida, pero si es la primera vez que no ve al responsable con ganas de querer matarlo-
En cuanto dijo eso, no supe si era bueno o malo, parecía de temperamento fuerte
-Supongo que.. El que esta buscando consorte aquí es usted- cambie el tema pero su hermano atrapó mi mirada de nuevo, esa mirada indiferente me cautivaba por alguna razón
-Sí, ya estoy algo viejo y es hora de que busque a alguien con quien dejar descendencia, ¿qué me dices de ti, algún Serga que se muera por ti?-
-No, ninguno, todos buscan algo más... no se como decirlo- baje la mirada ante los recuerdos de las críticas
-Se a lo que te refieres, Sharva no soporta esa clase de elecciones, lo aborrece, para él, cuanto más sencillas mejor- volví a mirar al mencionado, no había apartado la mirada de mi
La música se acabó y ambos nos reunimos con los demás, Zed al instante se puso detrás de mi, como si temiera realmente a algo, así que seguí su mirada y fue a dar al segundo príncipe, le causaba mucho miedo, era muy obvio. No se en qué momento paso, pero sentí una mano envolver mi brazo y alejarme de ahí, era mi padre, estaba en serios problemas. Me llevó hasta una esquina y empezó a gritarme en voz baja
-¿Qué fue lo que te dije? La única regla que te pongo y tú la desobedeces-
-Lo siento, yo no me acerque a ellos, ellos se acercaron a nosotros-
-Aún así, debiste apartarte, pero se te ocurrió ponerte a bailar con uno de ellos-
-¿Hay algún problema?- ese barítono hizo que mi padre se quedara muy quieto y con los ojos muy abiertos
Sharva estaba detrás de él, no tenía ni idea de en qué momento había llegado, pero me había salvado de recibir una bofetada
-Ninguno majestad, solo...-
-Retírate-
Mi padre me miró con su típica mirada de "ya arreglaremos cuentas", en cuanto se fue, el príncipe se giro hacia mí, pero su mirada tenía algo diferente, me ofreció su mano y yo acepté, sin decir nada, me llevó al centro del salón nuevamente, donde comenzamos a bailar, puse mi mano en su brazo, cerca de su hombro, y él puso la suya en mi cintura, mientras indicaba el ritmo, mi mirada viajo hasta donde ese encontraba mi padre, quien me miraba enojado
-¿Te hizo algo?- me tomó de sorpresa
-No, gracias a usted, pude salvarme de una bofetada, al menos de momento-
-¿Te golpea?- su voz obtuvo un toque más severo
-Solo cuando desobedezco alguna orden-
El ambiente se puso tenso, no gustó lo que acababa de escuchar, intentó controlarse o esa era mi sospecha, puesto que cerró los ojos y tomó aire para después soltarlo lentamente
-No debería de reaccionar así- lo miré -Debe comprender que no por ser tu padre tiene derecho a tratarte de esa manera-
Eso me dejó pensando, mi madre me había dicho que una mujer siempre debía ser sumisa ante el hombre, pero la perspectiva del príncipe con el que estaba bailando era diferente, y eso me sorprendió, nunca me imagine que un demonio fuera de ese pensar.
Pasamos el resto de la canción sin hablar, pero el ambiente era extrañamente agradable, no sentía miedo o temor por él, sino todo lo contrario. La música paro y Zed se acercó a mí, el príncipe sólo me miró y se fue a reunir con sus hermanos, mientras yo sentía la mirada de mi padre sobre mi, eso era un claro indicio de lo que me esperaba llegando a casa. El salón estaba en completo silencio, excepto por el murmullo de la gente, mi madre me hizo un ademán con la mano, lo que indicaba que ya era hora de regresar, por lo que les hice una reverencia a los príncipes y me despedí de Zed, pero antes de que pudiera irme, Marcoirus me tomó de la mano y besó el reverso de esta mientras me miraba fijamente; eso me hizo sonrojar, pero terminé por irme con mi madre. Mi padre se quedaría hasta que la fiesta terminara, era su deber estar pendiente de todo, eso me diría tiempo de prepararme psicológicamente para lo que me esperaba más tarde con él.
Al llegar a casa, mi madre se apoyó contra la mesa de la cocina
-Por Sefora... ¿sabes lo que acabas de hacer?- baje la mirada -Bailaste con los príncipes, una sola cosa que te pidió tu padre y tu lo desobedeces, sabes que no debemos estar cerca de ellos, pudieron hacerte algo- mi madre estaba alterada
Nadie podía estar cerca de ellos, eso sería condenarse a muerte o algo peor, como estar bajo su control mental o algo por el estilo, sabía que era peligroso, pero pero rechazarlos podría haber sido peor, podía haber empezado algo trágico en ese instante
-Tu padre hablara contigo más tarde, ve a tu habitación-
Sin decir nada, me fui, no entendía nada, ni el porqué de entre tantas chicas en el baile se tuvieron que acercar a mi, ellos se acercaron a mi no yo a ellos, Sefora ayúdame por favor.
Habían pasado alrededor de cuatro horas, ya era media noche y la luna estaba en su punto más alto; escuché como la puerta de la casa se abría, y por mero impulso, me asome por la pared que daba a la escalera y vi a mi padres hablando, mi padre seguía furioso, pero mi madre, mi madre comenzó a llorar, lo que ,e hizo suponer lo peor, en cuanto vi que mi padre subía por las escaleras, volví rápidamente a mi habitación y fingí estar dormida, al menos hasta que escuche la puerta abrirse, en ese momento abrí los ojos y me senté, no me atrevía a mirarlo a los ojos, sin embargo, una fuerte bofetada me mando al piso. Me erguí con una mano en mi mejilla, la sentía arder
-Ahora, por tu culpa no solo tengo que presentarte como mi hija, sino que será ante el príncipe Marcoirus-
-¿A qué te refieres?- sentía que el miedo me invadía
-Él te quiere como su nueva consorte- Eso me impactó por completo -No entiendo que te vio, no tienes nada de especial como para que te haya elegido a ti, habiendo tantas chicas hermosas viene a elegirte a ti-
Me sentía como basura, desde que nací, mi padre me había tratado como un estorbo, no tenía valor para él, su sueño era tener un hijo varón que se convertiría en el próximo general del reino, y por alguna razón pensaba que Sefora estaba enojada con él al enviarle una niña inútil
-En dos semanas vendrán, se batirá a duelo por ti, Marcoirus no es el único interesado, también lo está Kivorgil. Ellos pelearán por ti... aunque sea algo estúpido pelear por una inútil como tú-
Se fue, dejándome con mis pensamientos, me había condenado a mi misma, y todo por simplemente aceptar un baile con ellos por miedo a ofenderlos, y eso había sido firmar mi sentencia.
No podía dormir, había pasado una hora desde que mi padre irrumpió en mi habitación, sus palabras resonaban en mi cabeza, era demasiado para procesarlo; empecé a escuchar golpes muy pequeños en la ventana, por lo que me levante y fui a abrir la ventana, me asome y vi a Zed parado afuera, así que le lance una soga, siempre tenia una conmigo porque el venia de esta forma de cuando en cuando desde hacía un año. La até y él empezó a escalar, pero se soltó y cayó de regreso al piso, golpeándose la espalda en el impacto
-Se supone que debes ser sigiloso- le grite en un susurro que si alcanzo a escuchar
-Lo siento, estuve corriendo y burlando a la seguridad de mi padre para venir acá- me respondió de igual forma y comenzó a escalar de nuevo
El llegó hasta mi ventana y lo ayudé a entrar, por suerte mis padres estaban dormidos, se puso de pie y me miró, comprendiendo al instante lo que había pasado, se sentó en mi cama y palmeo para que me sentara a su lado y así lo hice, le conté lo que mi padre había dicho y lo que había provocado, sin pedírselo me dio un abrazo mientras yo lloraba sobre su hombro. Sentía como daba caricias a mi espalda tratando de darme consuelo, pero nada resultaba, estaba aterrada.
Zed era como mi hermano, y yo lo era para él, separarnos era como quitarme algo preciado, no podría vivir sin mi hermano del alma
-No te preocupes, todo va a estar bien, veré si ese tipo me deja verte de cuando en cuando- eso me hizo sonreír
-Gracias Zed, eres como mi ángel de la guarda- lo miré
-Siempre hermanita- me dio un beso en la cabeza -Pero prométeme que me enviarás una invitación a tu boda y como damo de honor- solté una risa, él siempre sacaba algo gracioso de cualquier circunstancia que se presentará
-Te quiero hermano, no lo olvides-
-¿Y cuándo llegan?-
-En dos semanas-
-Tenemos tiempo-
Estuvimos platicando un rato y me lleve otra sorpresa, Zed al parecer era bisexual, y lo notó cuando vio a un chico muy atractivo en el baile después de que me fui, no me lo tome a mal, estuve bromeando con él sobre eso y de quien podría ser su próxima pareja. Cuando llegó el momento de que se fuera, salió por la ventana pero antes de llegar al piso, se soltó de la cuerda y cayó de espaldas otra vez, y lo único que escuche fue un "estoy bien" en un grito susurrado. Pasar un rato con él fue de gran ayuda, no podía parar de pensar en lo que había pasado, pero su charla me hizo olvidarme un poco del tema y poder dormir nuevamente.
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