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Inumaki Mika
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La habitación estaba a oscuras y su cuerpo recostado en el sillón, viendo los finos rayos de luz que se filtraban por las persianas dibujar líneas en su antebrazo.
Su mente, por otro lado, deambulaba en sucesos pasados. La mirada disgustada de su madre tras sus despampanantes pestañas postizas. Los reproches que su padre le dirigió mientras hacía que sus empleados la metieran a la fuerza dentro de la carroza que la llevó hasta la pequeña aldea en la que se encontraba en ese momento. La expresión desinteresada de su hermano mayor, dirigiéndole un último vistazo antes de adentrarse a su habitación.
Sonrió, porque por primera vez había sentido que su familia sabía de su existencia.
Y lágrimas cayeron de sus ojos, porque creía que jamás volverían a notarla.
—"Deshonra" —Repitió en un murmullo la última palabra que oyó de su familia—. Serán desgraciados.
Pero su conversación solitaria acabó con un par de golpes provenientes de la puerta. Giró la cabeza en esa dirección, preguntándose quién la buscaba, y quitó rápidamente las lágrimas que bañaban sus mejillas para caminar los pocos pasos necesarios con la intención de apoyarse en la puerta de madera.
—¿Quién llama? —Preguntó cruzando los brazos. Sus ojos viajando por el pequeño lugar, siendo la primera vez que estaba en un departamento tan pequeño como aquel.
—Mi nombre es Uchiha Itachi, soy el encargado de cuidar de usted durante su estadía en Konohagakure —Escuchó en respuesta.
Se sorprendió un poco al escuchar la voz de un chico joven al otro lado, pero rápidamente cambió a un entrecejo fruncido y sus manos formando puños con enojo.
Su familia no solo se deshizo de ella, sino que habían pagado para que un desconocido la vigilara. Porque no era idiota, ellos jamás le darían la libertad que tanto ansiaba porque eso podría afectar su imágen ante las demás familias "importantes".
No la dejarían vivir tranquila, nunca.
—¿Qué necesita? —Preguntó sin expresión en su voz, habiéndo aprendido con los años a esconder sus emociones que a nadie parecían importarle.
Ni siquiera a aquel hombre.
—Sus clases comienzan en media hora, vengo a acompañarla a la academia.
Mika suspiró con derrota, sabiendo que no había forma de huir de la situación. Tomó unas pocas respiraciones tranquilas, se separó de la puerta y la abrió para conocer a la persona encargada de invadir su privacidad.
El joven al otro lado la observó con sus ojos ónix y las pesadas marcas oscuras bajo sus cuencas. Su largo cabello azabache se veía sedoso incluso cuando era retenido con una coleta a su espalda. Inevitablemente su mente la traicionó, haciendo que sus ojos viajasen por el rostro ajeno al no esperarse que sea así de atractivo.
Itachi, por otro lado, se encontró con los levemente enrojecidos ojos de la chica frente a él. Su cabello se veía mas brillante y cuidado que en la foto adherida al expediente que recibió al aceptar el trabajo de cuidarla y no pudo evitar que su mirada divagara por sus labios, siendo que éstos resaltaban en consecuencia al brillo del bálsamo labial que ella acostumbraba a usar.
—Inumaki Mika, un placer —Saludó con respeto en una leve reverencia la de menor estatura, siendo que solo llegaba hasta la altura del cuello del Uchiha.
—Uchiha Itachi, el placer es mío —Repitió Itachi imitando la pose por unos segundos—. Sígame, por favor.
El mayor comenzó a caminar siendo seguido de cerca por la joven, quien cerró la puerta con rapidez antes de guardar la llave en el bolsillo delantero de su pantalón. Él dejó sus pensamientos divagar por un momento, pensando en lo diferente que se estaba comportando la adolescente en comparación con el informe a su nombre, cuando sintió un par de toques delicados picarle el hombro.
—Disculpe —Llamó su atención Mika, alejándose unos pasos hacia atrás cuando supo que tenía su atención—, usted dijo que me llevaría a la academia pero no tengo ni bolso ni útiles escolares.
La oración era demasiado formal para el gusto de la menor, pero por más molesta que esté en su interior sabía que el azabache solo estaba cumpliendo con su trabajo. Además, la distancia emocional generada por la formalidad era la forma más efectiva que tenía para cuidar sus propios sentimientos.
—El profesor a cargo de su clase le dará todo lo necesario, así como sus padres lo solicitaron —Le informó y logró captar una mueca de desagrado en el rostro de la menor antes de camuflar su reacción con una sonrisa.
—Lamento la molestia, no estaba al tanto de eso —Se disculpó con la misma voz monótona que utilizó desde sus primeros intercambios de palabras.
—No necesita disculparse, cualquier duda puede consultarme —Asintió Itachi brindándole una sonrisa amable.
Mika desvío sus ojos de la sonrisa y solo asintió en silencio, esperando a que él vuelva a retomar la caminata.
Pero no fue así.
—¿Se encuentra bien?
Mika le miró sorprendida por la pregunta y demoró unos segundos en susurrar una respuesta afirmativa. No esperaba recibir esa pregunta y se recriminó en sus adentros el ser tan descuidada con su reacción.
—De acuerdo, pero recuerde esto —Volvió a tomar palabra el Uchiha, sus pupilas fijas en la menor pero respetando la distancia que ella parecía mantener con él—. Si alguna vez necesita algo, puede contar conmigo.
Mika apretó la tela de su blusa a sus espaldas, anhelando con desesperación no mostrar cualquier cosa que pudiese delatar lo rápido y cálido que sentía su corazón ante esas palabras que sonaron tan sinceras.
Incluso cuando sabía que él solo buscaba cumplir con su trabajo.
—Claro, lo tendré en cuenta —Aceptó luchando en retener el temblor que deseaba delatarla a través de sus labios—. Gracias.
Ambos se observaron a los ojos, como si la distancia entre ellos no fuese impedimento para apreciar las pupilas del otro.
Entonces Itachi asintió, no del todo convencido de aquella respuesta, y retomó el camino correspondiente con la de menor estatura siguiéndole sin emitir sonido alguno.
Ésta vez ambos se dejaron llevar por sus pensamientos, disfrutando del leve sonido ambiente que les emitía la Aldea de la Hoja.
Los dos siendo totalmente ajenos a que estaban a solo unas cuantas horas de lidiar con el primero de varios problemas que los llevaría a un embrollo de emociones, cada uno siendo la maldita tentación del otro.
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Un inicio sencillito y serio para una historia que va a tocar temáticas algo sensibles.
Desde ya, muchísimas gracias por leer.
¡Nos leemos pronto!
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