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Cambiante de Oros. Mammon

Después de un largo viaje, llegaron a un puerto en Inglaterra, se veía que mucha gente pasaba por ahí...todo muy lujoso y elegante, cosa que incomodaba a Majokashi. Comenzó a actuar raro, retorciéndose y ocultándose atrás de su hermano mayor.

–Tranquila hermanita, yo te cuido.– Acarició la cabeza de Majokashi y miró a Leviathan, aún transformado en monstruo marino.– ¿Y bien? ¿Que sigue?
–Hay que encontrar al tres de oros.– Dijo Leviathan, quien después de empapar a ambos jóvenes humanos con una gigantesca ola, apareció transformado en un chico humano de cabello, ojos y escamas de diferentes tonos de azul, sus ojos eran afilados e hipnotizantes, su cabello era similar al mar profundo y sus escamas reflejaban la belleza de la superficie marina.
–En español por favor...– Dijo Majokashi, quien estaba casi muerta por una hipotermia
–Hay que encontrar al demonio de la avaricia, Mammon.– Aclaró Leviathan.

Con sus poderes, Leviathan retiró el agua de ambos jóvenes y se dispuso a ir a la orilla del muelle, hasta que Majokashi gritó.

–¡¡Mis cosas!! ¡¡Mi celular!! Mamá va a ahorcarme, o peor, no sabrán un carajo de mi o en donde estoy...
–Sus cosas se quedaron en mi templo, lo único que pude rescatar fueron unos trastes con alimento y ropa...los cuales traje conmigo.– Fue a la orilla del muelle y allí estaba la mochila de Majokashi, con su ropa y la comida que su abuela le había preparado
–Bueno, al menos quedó algo, pero mi hermana seguramente va a llamarme o quizá ya me llamó y yo ni en cuenta porque estoy al otro puto lado del mundo sin poder comunicarme.– Farfulló Majokashi, realmente nerviosa por lo que pensaría su familia
–Ya, ya, ya, calma...–Dijo Charlie, quien pensaba en una solución.– Debe haber una tienda aquí
–Pero no entendemos una mierda de inglés, o sea, solo hablo español y pendejadas.– Aclaró Majokashi, quien evitaba gritar de la desesperación

Un instante después, un chico rubio de ojos esmeralda, camisa de tirantes, un pesquero color azul marino, tennis blancos llenos de tierra y una gorra verde que cubría levemente el lado derecho de su cabeza, pasó volando a una gran velocidad, que fue frenada después de chocar con Majokashi.

–¡Ora, ora! ¿Que te pasa? ¡Más cuidado, güerito...!– Exclamó furiosa, hasta que vio que el chico rubio tenía alas de libélula
–Aguanta...¿Hablas español?– Preguntó el chico rubio con un acento ligeramente cantado
–Nah, soy de china.– Dijo Majokashi
–Ja, ja, ja...–El rubio miró detrás de él, varios tipos que maldecían en inglés.– No mamen, no mamen, no mamen...– Alarmado intentó buscar donde ocultarse

Majokashi y Charlie le chiflaron al rubio y señalaron los barcos, si podía volar, se podía ocultar allí. Eso hizo y los tipos que maldecían en inglés se pasaron de largo.
El joven rubio salió de su escondite y se dirigió a ambos chicos que le ayudaron a escapar.

–Mil y un gracias...esperen...– Se aclaró la garganta.– Soy Eduardo, o Edward para los de por aquí.– Extendió su mano, para saludar. El acento ya no se notaba tanto
–Esperaba una disculpa después de santo madrazo que me pegué cuando chocaste conmigo.– Reclamó Majokashi
–Oh...cierto...–Eduardo se sonrojó y se agachó, asemejándose a una reverencia.– Le ofrezco mis más sinceras disculpas...emmmm
–Majokashi, soy Majokashi
–Un nombre muy raro para una mexicana, ja, ja, ja
–Me gusta que me digan así, no me gusta mi nombre y no soy partidaria de cambiármelo
–Bueno, como digas...y...cuéntenme, ¿que hacen un par de mexicanos son puta idea de cómo hablar inglés en Inglaterra?– Preguntó Eduardo
–Pues...es algo un poco complicado de contar.–Comentó Charlie
–Pueden contar lo que quieran, sin pena, es más...– Eduardo se sentó en el muelle y de su gorra sacó una baraja pequeña.– Juguemos mientras platicamos, no apostaremos nada, ¿Les parece?
–No se un carajo de apuestas, así que supongo que está bien.– Dijo Majokashi después de sentarse
–¿Apoco eres buen apostador?– Preguntó Charlie
–Está mal que yo lo diga, pero todas las apuestas que he hecho por aquí las he ganado fácilmente, por eso me estaban persiguiendo, creían que les había trucado el juego.– Platicaba mientras barajeaba sus cartas.– Tengo varias anécdotas sobre mis huidas ante malos apostadores, pero cuéntenme más de ustedes.– Repartió las cartas entre los 3 jugadores
–Oye, somos 4.– Comentó Majokashi, señalando a leviathan

Eduardo se asustó, ni siquiera había notado a Leviathan...Majokashi comenzó a explicar quien era y la razón por la que estaban en Inglaterra. Eduardo se rió, pero la cara seria de Majokashi le dejó bien claro que no era una broma. Un silencio incómodo impregnó el ambiente, hasta que charlie habló.

–Full house.– Puso sus cartas en el muelle, intentando distraer a ambos chicos
–Ojetes...–Pone sus cartas en la mesa y solo tenía un par.– Par de 3
–Je, je, je...–Puso sus cartas sobre el muelle y sonrió.– Escalera de color
–¿¡Pero cómo?!– Exclamó Charlie, impresionado
–Les dije que soy un gran apostador, la suerte me hace los mandados.– Dijo orgulloso el ganador
–Ja, le heriste el orgullo a mi hermanito.– Dijo Majokashi
–No, no, no, me niego a perder, otro juego.– Reclamó Charlie
–Je, je, je...y así es como siempre consigo miles de euros...gracias a apostadores orgullosos como tú.– Señaló a Charlie, apuntando a su dirección con un rey de Tréboles
–Mira, si, muy divertido apostar, ajá, pero necesito un teléfono...me urge, ¿no sabes de una tienda de electrónicos por acá?– Preguntó Majokashi, jalando la oreja de su hermano.
–Claro, si quieren los guio y les consigo el teléfono.– Sonrió Eduardo y comenzó a caminar
–Muuuchas gracias.– Sonrió majokashi mientras seguía a Eduardo.

Pasó un rato, no dieron muchas vueltas para llegar al lugar...pero las calles de Inglaterra se veían limpias, todo parecía tan lujoso y brillante, edificios altos con balcones, algunos casinos y puestos más sencillos pero igual de hermosos. Después de la compra del celular, majokashi le mandó mensaje a su hermana y a su abuela, pudo quedarse más tranquila.

–Foto entre todos, foto entre todos.– Dijo Charlie, quien tomó el teléfono de Majokashi y abrió la cámara
–Bueno, Bueno, posen todos.– sugirió Majokashi
–Cual posen, ni cuál posen, solo toma la foto.– Río Charlie
–Va jalo.– Dijo el rubio

Se tomaron una foto y la pusieron de fondo de pantalla. Después de eso, Eduardo se tenía que ir para seguir con su camino, la despedida no fue larga pero era tiempo de seguir buscando a este demonio. Leviathan guió a ambos chicos a un casino realmente caro, absurdamente caro...pero consiguieron entrar gracias a unas cuantas joyitas de oro y diamantes que pudieron cambiar por euros...Leviathan se encargó del resto. Entraron en el casino, la música electrónica hacia que el suelo temblara, máquinas tragaperras, pinball, mesas de billar y sobre todo las ruletas de apuestas.

–Muy bien, ¿por dónde empezamos?– Preguntó Majokashi
–Yo iré por las mesas de apuesta, tu por las pinball y Leviathan por las mesas de billar, ¿les parece bien?– Sugirió Charlie
–Entendido.– Dijeron Leviathan y Majokashi al unísono al mismo tiempo que cada quien se iba por su lado.

Al inicio ninguno encontró nada, majokashi no veía a nadie con la descripción que Leviathan había dicho.
Un chiflido se escuchó a lo lejos acompañado de un "¡lo encontré!"...Majokashi reconoció la voz, era la voz de Charlie quien estaba casi al otro del casino. Con toda la flojera del mundo corrió hacia dónde estaba Charlie, y ahí lo vio, a un hombre de cabello dorado y negro algo despeinado, ojos afilados color dorado y piel clara; vestía una especie de  gabardina roja con peluche en el cuello, en las muñecas y en el borde inferior de estas (parecía estar hecho con aquellas telas que usaban los reyes en sus capas), un pantalón de mezclilla y zapatos fórmales color negro.

—Vaya, ¿que tenemos aquí?— Dijo el hombre de ojos dorados
—Tu eres Mammon, ¿no es así?— Preguntó Majokashi
—Así es, ¿qué es lo que quieres?— sonrió de forma engreída
—Necesitamos tu ayuda.—Dijo Leviathan, quien caminaba en dirección hacia Mammon
—Vaaaya.— Se acomodó en su lugar, entrelazó sus dedos y sobre ellos colocó su mentón.— pero si la serpiente marina escapó de su cárcel de tormenta
—No vengo a pelear, Mammon, solo venimos para pedirte apoyo.— Dijo Leviathan con toda seriedad
—Sabes que detesto las obras caritativas y lo mucho que me molesta que me vengan a pedir ayuda.— Tomó una copa de vino y bebió un sorbo
—Esta joven posee el alma más oscura de todas.— Dijo Leviathan

Mammon se quedó callado, dejó de beber y colocó su copa a un lado de su baraja, para después ponerse de pie y caminar hacia Majokashi. La miró atentamente de pies a cabeza...pero no sintió ningún poder realmente fuerte, era más bien como si tan solo fuera una chica normal con un peinado extraño y extravagante.

—¿En serio? Esta niña no tiene nada de especial más allá de su cabello tan peculiar.— Rió Mammon y volvió a su lugar.— Pero si Leviathan vió algo especial en ti como para creer semejante estupidez, consideraré tu pequeña propuesta de caridad
—¿Que es lo que quieres?— Preguntó Majokashi, quien apoyó con fuerza sus manos sobre la mesas de apuesta
—Je, tú si sabes cómo divertirte...bueno, propongo un pequeño juego de apuestas, si tú ganas 3 seguidas, iré contigo.— Sonrió y sus ojos dorados brillaron.— pero si yo gano 3 seguidas, te convertiré en una estatua de oro, te fundiré y serás parte de mi montón de monedas de oro
—Hermana...¡esperen!— Charlie atrapó la atención de todos, incluida la del demonio dorado.— se me ocurre una pequeña modificación...mi hermana no sabe apostar, así que...¿Por que no mejor que elija a alguien que apueste por ella?
—Hmmm...suena interesante tu pequeña propuesta...— Aplaudió tres veces y los miró fijamente.— Tienen hasta la noche de hoy para encontrar a un apostador que juegue en tu nombre, alma más oscura
—Bien...— Dijo Majokashi mientras se dirigía a la salida. El resto la siguió.

Ya afuera, Majokashi comenzó a reclamarle a Charlie la famosa propuesta que había dicho para que ella no fuera convertida en oro.

—Ajá, si, ¿Y de dónde pinches chingados voy a sacar a un buen apostador?— Preguntó Majokashi
—Podemos pedirle ayuda a Eduardo, dijo que es un apostador invicto.— Sugirió Charlie
—Pero ¿como le vamos a explicar lo qué pasó allá adentro? ¿Y el riesgo que corre? Mínimo pensaste en eso antes de proponer esa mierda, ¿no?
—Emmmm...de hecho no
—Valiente hermano mayor
—Podría buscarlo, si así lo desean.— Sugirió Leviathan
—Está excelente, Levi, te ayudamos y así lo encontramos más rápido.— Dijo Charlie muy entusiasmado
—Más nos vale encontrarlo rápido.— Majokashi suspiró y fue con ellos para buscar a quien ahora sería su héroe.

Pasaron un par de horas, a duras penas y hallaron un rastro de apostadores molestos que únicamente maldecían a un tal "Edward"...tenían la esperanza de que fuera el Eduardo que conocieron en los muelles. Siguieron caminando hasta que se encontraron al chico, quien se dirigía a una casa maltratada pintada de color verde.
Para darle la sorpresa, Majokashi tocó la puerta intentando aparentar emoción. Eduardo abrió la puerta y no se podía creer que sus recién conocidos nuevos amigos ya conocían la ubicación de su casa. Los invitó a pasar, la casa estaba realmente desordenada, trastes y ropa por todos lados, bolsas de papitas y empaques de galletas, las paredes despintadas y cuarteadas y a duras penas había internet.

—¿Y a que se debe la visita? Digo, no me molesta pero se me hace raro.— Dijo Eduardo mientras preparaba café
—Pues primero que nada, necesitamos tu ayuda para algo de vida o muerte.— Dijo Charlie
—Muy bien, soy todo oídos
—Prácticamente necesitamos a un excelente apostador para convencer al demonio que te dijimos que buscamos.— Comentó Majokashi
—Haberlo dicho antes, sería interesante ganarle una apuesta a un demonio
—De hecho deben ser tres seguidas, el que gane tres apuestas seguidas gana.— Dijo Majokashi
—¡No se hable más, cuentan conmigo!— Gritó emocionado.— Suena como la apuesta del siglo, estoy dispuesto a ayudarlos
—Muchas gracias...aunque hay un detalle...si pierdes 3 seguidas serás transformado en oro.— Dijo Charlie, intentando no asustar a su nuevo amigo...pero Eduardo rió.
—¿Crees que eso me va a detener? Tú lo viste, la suerte me hace los mandados, he ganado muchísimas apuestas y estoy seguro de que esta será la más grande e inolvidable de todas ellas
—Muy bien, pues vamos de una vez porque el casino donde será la apuesta está jodidamente lejos de aquí.— Dijo Majokashi al levantarse
—Dejen pongo el café en unos termos y nos los llevamos, seguramente nos llevará mucho rato el ganar esa apuesta.— Eduardo fue y vertió el café en 4 termos diferentes
—Muy bien, ¡vamos allá!— Gritó Charlie muy emocionado

Una vez dicho eso, salieron de la casa de Eduardo, creyeron que sería más difícil el convencerlo pero olvidaron que este chico era un apostador casi casi profesional (según entendieron).
Al llegar al sitio, Eduardo se quedó maravillado, no esperaba que sería un sitio tan lujoso...se dirigieron a la mesa de apuestas donde estaba Mammon.

—Entonces, ¿Este niño rubio se encargará de apostar en tu nombre, alma más oscura?— Preguntó Mammon listo para echarse a reír
—Si, así es.— respondió Majokashi

Mammon comenzó a reír, no paraba de burlarse de Eduardo, quien a modo de contestarle, barajeó las cartas como todo un profesional y acomodó su gorra del lado izquierdo y sonrió confiado.

—Claro que soy yo, un apostador que jamás ha perdido ni una sola apuesta .— Dijo Eduardo, su voz expresaba la emoción que sentía, esa emoción y deseo de comenzar con el juego
—Pobrecillo, tan confiado, esto será muy muy rápido.— Tomó sus cartas y el juego inició.

Todo parecía estar a favor del demonio, las primeras rondas estaban a su favor, pero cuando el demonio estaba por declararse ganador...

–Escalera real de color...—Dijo Eduardo con una sonrisa
—Imposible...—Susurró el demonio
—¡Muy bien, Eduardo!— Gritó Majokashi con emoción y entusiasmo
—Solo fue un golpe de suerte...—Dijo Mammon
—La suerte me hace los mandados, compañero...no entiendo que es lo que te sorprende.— Eduardo sonrió y el juego siguió.

El juego era reñido, Eduardo a veces iba un paso adelante de Mammon pero Mammon no se dejaba ganar, no estaban limitado por 5 rondas, pasaron a 10, a 20, a 30...hasta llegar a 45.

—Full house.—Sonrió el demonio, quien comenzaba a frustrarse porque el joven sería ganador si perdía.
Eduardo rió y mostró su juego.—Escalera real.— Siguió riendo

Majokashi no se la creía, un humano le había ganado a un demonio...era casi irreal, lo había conseguido, Mammon debía ayudarlos. Mammon se acercó a Majokashi y la miró de pies a cabeza.

—Sigo sin creer que tú seas el alma más oscura de todas...— Confesó Mammon mientras hurgaba en el bolsillo de su gabardina.— Pero me temo que debo cumplir con mi promesa
—Pues yo tampoco me lo creo pero aquí estamos...— Dijo Majokashi, tranquila al saber que el demonio "apoyaría su causa"

El demonio extrajo una pequeña caja rectangular con estampado de una baraja española y de ella tomó una carta, un 3 de oros...miró que no hubiera nadie cerca y extendió un par de alas doradas enormes, alas que al rozar con la carta, se tornó de color dorado.

—Señorita Majokashi, alma más oscura de todas y mi supuesta creadora, como regalo te ofrezco...— fue interrumpido por un grito, grito que venía del joven rubio con gorra
—¡HERMANO!— Gritó al ver a un chico de fleco negro con puntas rojas y azules del lado derecho y rapado del lado izquierdo, ojos cafés, de los cuales uno estaba decorado con una cicatriz que atravesaba el párpado de arriba hacia abajo, piel levemente bronceada y ropa informal...una camisa negra y un pantalón de mezclilla. Eduardo corrió hacia el y lo abrazó con fuerza.— Hermano, hace cuanto que no te veo...ha pasado casi un año desde que te fuiste de casa, te busqué por toda Europa y nada más nada, no puedo creer que al fin te encontré
—Hola Eduardo...emmm...—No se veía muy feliz de verlo.— No creí que me encontrarías aquí...
—Pues fue un golpe de suerte.— Sonrió.— Ya ves que...—Fue interrumpido por su hermano
—La suerte te hace los mandados, si, si, lo sé, pero si me fui es por algo
—Y ese algo es...?
—Porque me dieron trabajo aquí y porque estaba lejos de ti y tu problema con las apuestas

Esa respuesta dejó en shock a Eduardo, el no solo apostaba por diversión, lo hacía para poder mantener a ambos, abrazó a su hermano y lo miró a los ojos.

—Al menos...¿al menos podrías mandar un mensaje?...para saber que estás bien...
—No sé...
—Suficiente.— Majokashi fue hacia donde estaba el hermano de Eduardo y le dio una cachetada que fácilmente se escuchó en todo el casino.— ¡¿A CASO NO TE IMPORTA TU HERMANO?! A mi me dicen eso y los hago entrar en razón con una cachetada o dos, así que no digas esas idioteces
—¿Y tu por que te metes en problemas ajenos, si no te afecta?— Preguntó Eduardo
—Porque te metí en mis problemas y cómo amiga no permitiré estos teatritos y menos si se trata de algo entre hermanos.— Dijo con decisión y tomó de la camisa al chico con la cicatriz en el ojo.— Deberías estar agradecido de que tu hermano te siguiera buscando por todos lados, pues eso muestra que le importas, ¿A ti te importa tu hermano?

El joven se quedó callado y Majokashi lo soltó y fue con Eduardo. Los dos demonios presentes y hermano mayor de la joven defensora miraron atentamente al chico...quien se acercó a Eduardo y agachó la cabeza.

—Te ofrezco mis mas sinceras disculpas...hermano.— Dijo el joven del ojo cortado
—No hace falta Fer, está bien, si no quieres estar conmigo por mi problema con las apuestas está bien.— Eduardo sonrió
—Hermano...no te hagas del rogar...solo...— Un par de lágrimas caían por sus mejillas.— Solo...solo dame otro abrazo, ¿si?

Eduardo rió un poco y abrazó a su hermano, quien comenzó a llorar mientras se disculpaba.
Majokashi recordó algo, un recuerdo que no conseguía ver en su totalidad, solo veía a Charlie horrorizado con un uniforme escolar manchado de sangre y escuchaba su voz rogándole el perdón...ignoró el recuerdo y volvió con Mammon.

—¿Ya terminó su drama?— Mammon estaba algo impaciente
—Si, lo siento...— Dijo Majokashi
—Muy bien, ahora que tengo tu atención, te entrego esta carta, un cambiante de oros.— Dijo el demonio
—¿Cambiante de oros?...— Preguntó
—Así es, el cambiante de oros es en esencia una carta de oros cualquiera impregnada con mi poder, solo que dependiendo de la persona que la tenga cambiará a ser una carta de oros diferente, en mi caso es un tres de oros

Se acercó a majokashi y le entregó la carta. El cambiante de oros brilló por un momento y tras una leve distorsión, pasó de ser un tres de oros a ser un siete de oros. Mammon abrió los ojos como platos y rió un poco.

—¿Así que la carta de oros más alta? El rey de oros, representa el liderazgo, no esperaba menos de ti y tu supuesta alma más oscura de todas.— Suspiró y empezó a caminar.— Conozco el paradero de uno de los demonios que buscas, pero dudo que Leviathan pueda venir
—¿Y eso cómo por qué?— Preguntó Majokashi, algo indignada
—Leviathan no puede estar en el desierto o podría morir.—Respondió
—No hay algún...no se, ¿río o algo así a donde vamos?— Preguntó Charlie
—Hay uno, pero queda algo lejos.— Respondió Mammon
—Hmmm...entonces que Leviathan se quede en el lago con Charlie y voy contigo.— Dijo Majokashi
—Pe-pero, hermana, sepa la chingada a donde vamos
—Iremos a Afganistán.— Dijo Mammon
—Aaaah, no, no y no, con todo respeto, no dejaré sola a mi hermana en un maldito campo de batalla.— Exclamó Charlie con cierta molestia
—¡Bueno! Leviathan se queda en el lago, Charlie viene con nosotros y ya, ¡san se acabó!— Miró a Charlie algo molesta
—Bueno, bueno, entonces llevaré a la princesa a su lago y después vamos ambos a donde debemos ir.— Dijo Mammon
—Podría usar mi teletransportación a través del agua si me dan la ubicación específica del lugar y vamos todos.— Sonrió Charlie
—Va jalo, Mammon, por favor.— Dijo Majokashi un poco más entusiasmada
—Al lago Band-e Amir.— Dijo Mammon
—Vámonos pues.— Declaró Majokashi y caminó a la salida mientras el resto la seguía.— Nos vemos luego Edu, muchas gracias por tu ayuda
—No, no, gracias a ti por ayudarme a encontrar a mi hermano.— Contestó

Majokashi rió y salió con Charlie y la pareja de demonios que le seguían. Charlie jaló a los tres y corrieron hacia el mar. Mammon se alteró rápidamente mientras que Majokashi se reía, pues ya se daba una idea de lo cara que era la ropa del demonio como para que se alterase así.

—¡Oye, oye! ¿¡Que vas a hacer!?— Preguntó Mammon
—Teletransportarnos a ese lago, ¡vamos!—Contestó y saltó con ellos al mar

Al hacer contacto con el mar, todo nuestro grupito estaba dentro de las aguas del lago Band-e Amir, era hora de buscar al siguiente demonio una vez se secaran.

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