XV
Mi apartamento de un dormitorio en estilo minimalista salvo por los tupidos libreros se hallaba en un edificio en medio de una calle con árboles en los patios delanteros y juegos infantiles en la parte trasera. La versión de ensueño de la clase media. Éste era el primer lugar en el que había vivido sola, el primer lugar en el que había vivido lejos de mis padres. Aquí, gané mi libertad.
Para algunos parecerá absurdo, pero por primera vez en mi vida pude pintar mis paredes de colores, tener una vajilla sin juego y toallas con estampados. Incluso fui a comprar alcohol para beber en el momento que me placiera.
Si tan solo mis padres me hubiesen visto en ese entonces...
Imagino que esa chispa de osadía fue mi manera de enfrentar mi duelo. Pasé mis años de adolescencia añorando el momento en que consiguiera mi independencia, pero supongo que abandonar el único espacio que conoces -por muy un estricto o insoportable que hubiese podido llegar a ser- golpea duro.
Esa vez me metí por tres horas a la bañera y no hice otra cosa más que mirar el techo. Ahora, un sábado por la mañana, cuatro días después de haberme alejado de Bangtan -y Namjoon- para siempre, mi ansiedad por haberlo hecho era tanta que ni siquiera lo abrillantado de la habitación me aclaró el ánimo.
Todas mis velas de aromaterapia se encontraban alrededor del borde iluminando con un ligero toque de calidez las paredes de mi baño, mientras que la niebla del agua caliente empañaba mis espejos y provocaba que mis poros gotearan con la transpiración.
Refunfuñando, me estiré por encima del borde para alcanzar del tanque la novela de época que había dejado pendiente. Aparté el separador y me lancé de lleno a leer. Al cabo de unos minutos, la situación se había vuelto demasiado física para los personajes.
Deslicé mi muslo por encima del otro al sentir lo resbaladizo del agua tibia al mismo tiempo que la lengua del héroe rodaba sobre la piel de la protagonista. Poniéndome cada vez más inquieta, giré una página, ansiosa por saber lo que iba a hacerle a continuación. Él parecía ser bastante hábil para muchas cosas.
Me recordó a la boca de Namjoon y cómo la había deslizado al otro lado de mi clavícula antes de que mordisqueara una peca con sus dientes. Tragué cuando mis pechos comenzaron a sentir un hormigueo, volví a mover las piernas y las froté para aliviar algo de la tensión que aumentaba entre ellas. Pero eso agravó la situación mucho más. En la novela, la mano del protagonista vagó por su estómago tenso y luego entre los muslos suaves, y tuve que apretar los míos en respuesta.
"—Ahora eres mía, Isabelle —gruñó en su oído, con voz áspera, pero dedos tiernos." Maldita sea, ¿por qué ningún hombre podía decirme ese tipo de basura cursi?
Pero entonces, un eco de la voz de Namjoon pasó por mi memoria: "¿Quieres saber un secreto? Quedé completamente loco por ti ese primer día de clases."
Un gemido salió de mis labios; tuve que cerrar mi libro de golpe.
Para recuperarme del trauma de mi primer encuentro sexual, mi terapeuta había sugerido el auto-placer para que yo pudiera aprender que el sexo también podría sentirse bien, no solo doloroso, aterrador y debilitante. Tenía diecisiete y me sentí totalmente mortificada por toda la conversación. Me tomó tres meses para mirarla a los ojos una vez más después de eso y luego otros tres años para considerar siquiera la idea.
Las pocas veces que traté de darme placer solo fueron incómodas y embarazosas. No me calentaba la idea del sexo en lo más mínimo. Lo único que funcionó había sido el tiempo y las novelas románticas. Pero esta vez, no me detendría como había hecho antes. Mi cuerpo ya estaba receptivo a la idea. Dejando mi libro a un lado, decidí que un intento más no podía hacer daño. Así que cerré mis pestañas y un rostro con ojos intensos y cabello azotado por las luces neón llenó mi cabeza.
Desde que me fui del bar el martes, solo lo vi una vez en clase. Y nuestras miradas se enfrentaron dos veces durante esa hora, desviándolas de inmediato como si incluso un simple vistazo fuera demasiada tentación. Me rompía el corazón ni siquiera ser capaz de mirarlo, porque Kim Namjoon era arte, como si fuera la disculpa de Dios por todos los hombres comunes en el mundo.
Cuando mis dedos encontraron un lugar dulce, gemí y arqueé la espalda, alterando el agua junto con cada terminación nerviosa de mi cuerpo. Moví las yemas de mis dedos en forma circular con delicadeza, algo de presión y manteniendo un ritmo glorioso mientras que en mi mente, lo vi, con la mejilla presionada contra mi almohada y él acostado a mi lado, susurrándome sobre la forma en que lo afecté la primera vez que me vio.
Sorpresivamente me vine en un jadeo, salpicando agua accidentalmente del lado de la bañera y arruinando todas las velas, así como empapando mi pobre libro. Pero valió la pena. Oh Dios, valió la pena.
Mi primer orgasmo. Se sentía bien. Tan...increíble. Nunca me había relajado lo suficiente como para permitir que los dos chicos que no me forzaron me hicieran llegar al orgasmo, y siempre paraba antes de tiempo cuando lo intentaba yo misma. Pero con algo de estimulación de cierto hombre y la edición de bolsillo empapada a mi lado, la vida era buena.
Debía celebrar. Con helado. Tal vez un poco de chocolate. Y vino. Ooh, sí. El vino sonaba bien en estos momentos.
Sintiéndome energizada en lugar de relajada como me deberían haber dejado mis velas de lavanda, saqué el tapón del desagüe con mis dedos de los pies y me levanté. El agua se deslizaba de mí, haciéndome sentir fresca y sensual. Y muy, muy liberada.
Me pregunté si un buen orgasmo siempre hace sentir hermosa a una chica.
Tarareando, sacudí la cabeza para aflojar la toalla envuelta alrededor de mi cabello y la usé para secarme. Y por una vez, no pensé en lo mucho que necesitaba endurecer el abdomen, o hacer algo por mis muslos flojos. Todos los pensamientos de autocrítica que por lo general aparecían cuando me veía desnuda se encontraban felizmente en silencio.
En serio, ¿por qué diablos había esperado tanto tiempo para hacer esto?
En respuesta, el sonido sordo del timbre atravesó la partición cerrada de mi baño privado.
—¡Mierda! —Se me cayó la toalla y me zambullí en busca de mi ropa, preguntándome quién diablos se encontraba al otro lado de mi puerta. Había encargado en línea unos zapatos nuevos, pero la información de seguimiento dijo que no llegarían sino hasta el lunes. Y no era como si tuviera amigos ocasionales que se pasarían sin avisar.
Sin esperar que quien sea que haya venido se quedara mucho tiempo, evité mi sujetador y me puse las bragas de algodón antes de subirme los pantalones cortos y meterme bajo una camiseta que había dejado encima de mi ropa sucia. Con los pies desnudos y el pelo todavía mojado y despeinado, corrí por toda la casa.
Ni siquiera se me ocurrió comprobar la mirilla antes de recibir a mi visitante. Simplemente desbloqueé todos los cerrojos y abrí la puerta esperando la sonrisa de un repartidor. Cuando en su lugar vi a Namjoon, jadeé con sorpresa y salté hacia atrás, cubriendo mis pechos sin sujetador con las dos manos.
El resplandor de mi orgasmo que estoy segura todavía manchaba mis mejillas, desapareció para ser sustituido por la vergüenza horrorizada. ¿En qué cabeza cabe? ¿haberme tocado mientras pensaba en él de alguna manera lo atrajo a mi casa? ¿Qué clase de mierda vudú había en esas velas? Tenía que comprar más.
—Yo... —comenzó, abriendo la boca como si estuviera listo para dar una larga explicación de por qué se encontraba allí. Pero luego su mirada se desplazó hacia abajo y quedó con la boca abierta. No salió ninguna palabra.
La apreciación en su mirada mientras viajaba por mis piernas desnudas y regresaban arriba, agitó a todos los órganos de mi cuerpo. Ahora que éste sabía lo liberador y sorprendente que era el orgasmo, estaba listo para experimentar otro. Y esta vez, olvídate del recuerdo, ahora tenía al auténtico: un Kim Namjoon entregado a mi puerta principal.
Lo cual estaba completa e increíblemente mal.
—¿Qué estás haciendo aquí? —exploté, apretando los brazos con más fuerza a mi alrededor porque a mis pezones no parecía importarles que el hombre frente a mí podría condenar toda mi carrera.
—Yo... —intentó de nuevo, sin lograr mucho más en esta ocasión porque su mirada se congeló en mis brazos, donde la piel había empezado a ponerse de gallina—. No estás usando un sostén, ¿verdad? —Sonrojándose miró por encima de mi cara antes de -sí- palidecer— Acabas de salir de la ducha.
Gimió, literalmente. Alzando una mano como si fuera a darme órdenes para que no hablara más, se volvió hacia un costado para no enfrentarme directamente y luego se cubrió la cara con las manos.
—¿Qué diablos hago aquí? —murmuró para sí.
Tragué saliva. Por mucho que quería despotricarlo por alborotar el avispero, no podía dejar de pensar en cómo había estado conduciendo hasta aquí para verme mientras yo me corría con una imagen de él en mi cabeza. La persona que había estado anhelando, también me quería. Todavía me quería. Fue emocionante y desgarrador y tan hermoso saberlo que trastabillé hacia atrás mientras lo veía luchar contra una batalla interna. Esperando, secretamente, que Namjoon decidiera entrar.
Levantó la cara para mirarme, parecía desmoronarse. —Eres tan...
Un cálido resplandor enrojeció mi piel. Nadie se mostró tan cautivado por mí. Era horrible que la primera persona en revelar una chispa tuviera que ser prohibido, pero de todas formas, me encantaba la sensación que provocó en mi ego.
Me miró por un segundo antes de sacudir la cabeza y decir—: Pasa el día conmigo.
—Namjoon, ya lo discutimos el martes.
—No. En realidad, no discutimos nada. Simplemente te fuiste y... — Cuando abrí la boca para argumentar, levantó la mano—. Entiendo tus razones, pero algo pasó desde entonces. Acabo de salir del entrenamiento. El entrenador nos juntó a todos para darnos una pequeña charla. Después del escándalo con el equipo de atletismo y la cantidad de atención de los medios que atrajo, decidió crear una nueva regla en la que si alguien del equipo era atrapado con alguien del personal o miembro de la facultad en el campus de alguna manera inapropiada, seríamos expulsados inmediatamente del programa de fútbol. Y ya que tengo una beca de fútbol...
—Perderías tu financiamiento y tendrías que dejar Yonsei por completo—terminé por él.
—Así es.
—Bueno, te aseguro que no voy a ir a decirle a tu entrenador.
—Lo sé. No es por eso que estoy aquí.
—¿Por qué has venido entonces?
—Porque quería verte.
—Pero acabas de decirme que el riesgo para nosotros se ha duplicado. Esto afectaría la vida de los dos, Namjoon, por no hablar de lo que eso le haría a tus hermanos que cuentan contigo.
—Lo sé —rechinó los dientes—. Tenías que mencionarlos, ¿no?
—Bueno, alguien tiene que hacerlo. Y como soy la que está en la posición de autoridad, debería ser yo quien asuma la responsabilidad y diga que no. Ya hemos ido demasiado lejos. Esto se termina aquí.
—No. Solo escúchame. Por favor —La desesperación en su voz me hizo pedazos.—. El martes te dejé ir porque eras la única que pagaría las consecuencias si pasaba algo. No me gustó eso. Pero ahora... ahora, los dos correríamos el mismo riesgo. Tengo tanto que perder como tú. Así que... estamos en las mismas condiciones.
—Lo que dices no tiene sentido. ¿Cómo puedes sugerir...? Me refiero a, ¿después de que acabas de precisar las consecuencias para los dos?
—Porque sé las consecuencias. Sé exactamente lo que pasaría si empezamos algo y nos atrapan. —Sus manos cayeron en mis hombros. Aferrándose -literalmente- a mí —Lo he pensado, y me resulta preferible eso a tener que enfrentarme a las consecuencias de si no hacemos nada.
—Namjoon —le susurré. Debió haber escuchado el rechazo de mi voz porque se apresuró a cortarme.
—Me he estado volviendo loco, SeMi. Mi hermana llama todos los días con un problema tras otro. Mi madre no ha estado en casa en semanas y me siento como un maldito culpable porque no estoy ahí para ellos. Me he estado matando trabajando cada noche para hacer suficiente dinero para ayudarlos mientras trato de mantener mis calificaciones y... y todo el mundo aquí tiene expectativas completamente diferentes de mí, pensando que soy un héroe que no tiene nada de qué preocuparse, salvo el próximo partido o mantenerme en forma. —Respiró. —Tú eres la única persona que lo entiende todo; mis dos lados. Y... siento cosas por ti, como si tuviera una conexión contigo. Yo... joder, no sé cómo decir esto. Ya sabes lo mucho que me cuesta expresarme.
Nerviosa me lamí los labios y claro, volví a retroceder porque, es más fácil y seguro dar marcha atrás que correr a lo que uno quiere.
Pidiéndome a mí misma mantenerme tranquila, le dije—: Has hecho un buen trabajo hasta ahora.
—No es solo físico —aseguró—. Es decir, claro, la química es explosiva. Pero es más que eso. Me gusta estar cerca de ti. Me gusta que me conozcas. Y me gusta aprender de ti. Es que... quiero saber cómo sería estar juntos, quiero saber si tal vez hay más. Si existe la posibilidad de ser y estar. Y...y...no sé; te miro, y veo cómo me miras, y me pregunto si vale la pena arriesgar todo para estar juntos.
No sabía cómo reaccionar. O qué decir. No parecía posible que alguien quisiera considerar un riesgo por mí. El mundo a mi alrededor me había hecho sentir que yo no valía la pena, así que...Indecisa lo miré. Y maldita sea, sus ojos suplicaban.
—He tenido un par de semanas de mierda —continuó—. Estoy cansado y estresado, este es el primer día libre que he tenido en mucho tiempo. Y lo primero que pensé fue que todo lo que quiero hacer es pasarlo contigo —Levantando las manos en señal de rendición, negó con la cabeza—. No es nada deshonesto, te lo juro. Solo quiero estar cerca de ti. Vamos a mantenerlo completamente platónico.
Me dije que tenía que ser la chica más estúpida del planeta justo antes de preguntarle—: ¿Qué tienes en mente?
Su cuerpo se desplomó como si el alivio lo hubiese dominado. Pero luego sonrió. —Hay un parque cerca del río al que uno de mis compañeros de equipo me llevó durante mi primer año. Está a una hora de aquí. Nadie nos reconocería y estaríamos al aire libre, por lo que no estaría tentado a intentar nada inapropiado. Entonces, ¿qué dices? ¿Me das solo un día?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro