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VII

—Entonces, ¿qué crees que debo hacer?

Gimiendo, cerré los ojos y dejé que la parte trasera de mi cabeza chocara contra la superficie del banco del aparato para levantar pesas que se hallaba debajo de mí. Por encima, la barra que acababa de levantar quedó apoyada en los montantes cromados.

—No sé —Era demasiado pronto para esto. Anoche trabajé hasta tarde, y hoy habría otra noche de mujeres, pero éramos únicamente cuatro hombres para todo el bar. Necesitaba un jodido descanso—. ¿Qué tan malo es?

—¿A qué te refieres? —gritó mi hermana a través del teléfono— ¡Es un maldito moretón alrededor de su ojo! Ya sabes que esa pandilla de matones lo golpeó.

Solté un suspiro agotado. Realmente necesitábamos un quinto camarero en Bangtan. Urgentemente. Me encantaba el dinero que me traía el tiempo extra de trabajo, pero esto iba a matarme.

—Sí, probablemente —le dije sin entusiasmo, y luego bostecé.

—Oh, grandioso —reprendió Yeonwoo—; No pretendo que te preocupes por nosotros, ni nada. Olvidemos el asunto. Nuestro hermano mediano fue víctima de violencia escolar pero el pobre Namjoon está cansado así que...

—¡Maldición Yeonwooo! —Me incorporé con el ceño fruncido en medio de la sala de entrenamiento al tiempo que interrumpía a mi hermana— Lamento si no estoy del todo centrado. He estado trabajando mucho para poder ayudarte, lo sabes. Mejor dime, ¿recibiste la transferencia que te hice el lunes? —¿O nuestra madre de nuevo escondió tu teléfono y lo interceptó para ella?

—Sí, pero eso no ayuda con...

—¿Qué esperas que haga? ¿Que tome el puto autobús hasta casa para que les patee el culo a los pequeños vándalos? Ni siquiera tengo auto.

Tardó un poco en responder —Quería que hablaras con él.

—De acuerdo —Me froté las sienes doloridas—. De acuerdo, ponlo al teléfono.

—Está durmiendo.

Con un suspiro, cerré los ojos. —Está bien. Lo llamaré antes de ir a trabajar. Ahora, ¿qué pasa con WooJin? ¿Se está sintiendo mejor?

La fiebre había persistido durante algunos días después de su episodio con faringitis estreptocócica. Yeonwoo me llamó llorando el sábado justo antes de mi gran partido para preguntar si alguna vez él mejoraría, pero entonces ayer por fin me informó que había regresado a la escuela.

—Se encuentra bien. Ni siquiera parece que estuvo enfermo. No estoy segura de por qué me preocupé tanto.

—Porque eres aprensiva de nacimiento. Seguro estás igual de preocupada por el festival de este fin de semana.

—No es cierto —argumentó, pero podía oír la sonrisa en su voz.

Me reí entre dientes solo para ponerme serio cuando pregunté—: ¿Mamá aún no vuelve a casa?

Era una pregunta que rara vez me molestaba en hacer, pero mi hermana parecía más estresada de lo habitual. Necesitaba un poco de alivio. Y aunque mi madre era horrible, su presencia tenía que ser mejor que nada.

—Estuvo un par de horas la otra noche. Se comió la mitad de las guarniciones de la nevera, luego se dio una ducha y volvió a irse.

—Parece normal. —Por lo menos en esta ocasión no había traído a un perdedor con ella para acosar a mis hermanos.

Cuando un suspiro llegó a través del otro extremo de la línea, sentí la necesidad de hacer sonreír a Yeonwoo. Ella no sonreía lo suficiente. Me di cuenta al escuchar el sonido de su voz.

—¿Ya conseguiste ese nuevo vestido que querías para el festival?

—Sí. Fui el martes después de la escuela.

—¿De qué color es? —Cuando el portero que entrenaba a un par de metros de distancia se detuvo para enviarme una mirada extraña por hacer esa pregunta, me di la vuelta. Podía pensar lo que quisieran de mí. Yo sabía que hablar de vestidos animaba a Yeonwoo.

Y así lo pareció.

—Azul —respondió con la voz notablemente alegre—. Bueno, verde azulado técnicamente.

No tenía ni idea de qué color era verde azulado, pero eso no importaba, mi hermanita seguía divagando describiendo el tipo de tela y el talle.

—Changbin incluso vino de visita anoche para poder verlo y encontrar una camiseta que combine.

Alcé las cejas. —De visita, ¿eh?

—¡Oye! No ocurrió nada. Te lo juro, eres el hermano más sobre protector de todos. WooJin estuvo aquí todo el tiempo. Y él lo siguió a donde quiera que fue.

—¿Solo WooJin? ¿Dónde estaba Gunwoo?

—Te lo dije, se encontraba fuera recibiendo una paliza por esos matones.

—Ah, claro. Lo olvidé.

Preguntándome que era exactamente lo que iba a decirle a Gunwoo para ayudarlo a mantenerse fuera de problemas, me distraje al vislumbrar a Jung Hoseok acercarse. Quizá quería más consejos. Solté un suspiro interno.

—Debo colgar, pero me pondré en contacto con Gunwoo más tarde y averiguaré lo que está pasando con él. ¿De acuerdo?

Ella masculló algo que no entendí, pero al final accedió y me dijo que me extrañaba antes de colgar.

La siguiente media hora pasó con ejercicio más extenuante, repasando diferentes jugadas y escenarios con Hoseok enseñándole cómo ser un mejor jugador de lo que ya era. Honestamente esperaba que no resultase ser mejor que yo. Todo esto no valdría la pena si por su culpa y buen talento terminaba perdiendo la atención de los cazatalentos de la AFC y por ende un posible lugar en el equipo.

Algunos días solo quería darme por vencido y dormir, o faltar al trabajo, o simplemente saltarme el pesado entrenamiento y ni siquiera asistir a clases. Pero tenía la sensación de hundimiento de que si fallaba, aunque sea una vez, volvería a atormentarme. Así que seguí adelante, trabajando, dando todo de mí esperando que las cosas resultaran bien.

Pero, de verdad, estaba tan cansado. Sentía que había un peso de veinte kilos en mi pecho. Si tan solo pudiera descargar toda mi mierda con otra persona, hablar con alguien...

Yeonwoo podía contar conmigo para escuchar sus problemas, pero yo no le decía a nadie acerca de todas mis inquietudes y preocupaciones. Ni siquiera a Jimin. Él no tenía idea de lo que era mi vida fuera de Seúl.

Al día siguiente, todavía medio fuera de sí después de mi noche de insomnio, irrumpí en clase. Estaba tan perdido que me olvidé por completo de la terrible tarea que le entregué el martes a Lim. No pensaba en nada de eso cuando entré en piloto automático a la habitación... hasta que dijo mi nombre.

Me detuve con el pie levantado para subir el primer escalón hacia la parte posterior de la clase donde vi descansar a Jimin. Volteando la cabeza, eché un vistazo hacia ella, pero ésta no me miraba. Con su atención en un documento que examinaba en el escritorio, estiró el brazo y levantó otra pila de hojas grapadas ofreciéndomelos para que yo me acercara.

Mi estómago cayó hasta mis rodillas. Mierda. ¿Ya lo había leído?

Quedé inmóvil sin poder moverme ni un centímetro. Continuó leyendo la hoja en su escritorio durante otros diez segundos antes de que al fin levantara la cara y me lanzara una mirada mordaz. Cuando movió el ensayo a modo de insistencia para que fuese allí, me quedé observándola mientras toda mi vida destellaba ante mis ojos.

Leyó mi ensayo, y ahora lo sabía. Bien, eh, al parecer sí había descargado todos mis problemas con alguien después de todo.

¿Por qué tenía que ser ella? Estudié su rostro con cautela temiendo lo peor. Pero no me mostró nada, excepto una expresión medio molesta porque no me movía. Ella tenía que ser una de esas personas que eran capaces de poner una buena cara de póquer, ¿verdad? No pude descifrar nada de lo que pensaba. Ahora me sentía más preocupado por lo que debía estar pensando de mí, que por mi nota. Di un paso a ella solo para hacer una pausa. No quería recibirlo. Bajé la mirada a mi ensayo en su mano, caminé los últimos pasos y lo tomé, solo para enrollarlo y no poder ver la calificación o todos sus comentarios en los márgenes.

Mi corazón golpeó con fuerza en mi pecho mientras me dirigía a mi asiento. Ella lo había leído. Lo sabía. Entonces, ¿qué diablos pensaba de mí ahora? ¿Y qué iba a hacer con toda esa información?

—¿Cuál fue la calificación? —exigió Jimin tan pronto como me senté. Eché un vistazo hacia él, pero nada más. El miedo y la ansiedad me nublaron por completo, solo pude sentir la falta del papel cuando él lo arrancó de mi mano.

—¡Oye! Idiota —Lo cogí de nuevo antes de que pudiera desenrollarlo—. Aparta tus manos, imbécil.

—Bueno, ¿qué esperas? ¿Que venga el hada mágica y lo transforme en un 100?

Apreté la mandíbula. Él apenas me miró, esperando, entonces suspiré y rodé los ojos tratando de actuar como si esto no fuese el fin del mundo. Desenrollé lentamente las páginas, rogándole al universo que no se diera cuenta del leve temblor en mi mano.

Cuando vi un 99, quedé boquiabierto. Parpadeé, pensando que mis ojos seguían jodidos. Pero el 99% no desapareció.

—Santa mierda.

—¿Qué? —Jimin arrancó de nuevo el papel de mi mano, pero estaba demasiado impresionado para recuperarlo—. Santa mierda —repitió. Su boca se abrió también, luego sonrió—. Dijiste que no te la follaste, jodido mentiroso.

—¿Disculpa? —Instantáneamente irritado, tiré de las hojas y las presioné contra mi pecho— Me gané esta nota, muchas gracias.

Levantó las manos —Oye, apoyo totalmente lo de arreglar tu nota con un nuevo trabajo. Pero, ¿de un 72 a un 99? —Miró alrededor antes de inclinarse más cerca— Eso es sospechoso. ¿Qué tuviste que hacer para lograr eso?

—Tuve que re-escribirlo.

Jimin alzó las cejas con incredulidad —¿De verdad? ¿Eso es todo?

—Sí.

—Está bien, hombre. Si tú lo dices... mascota de la profesora.

—Lo digo, maldita sea.

Cuando la Dra. Lim se puso de pie y comenzó la clase, mi mejor amigo se giró para mirar al frente, pero yo quería seguir discutiendo con él, diciéndole lo mucho que me esforcé para ganar esta nota. Pero como él, también lo encontraba imposible de creer.

En el pódium, mi profesora actuaba tan fría y contenida como siempre, como si ella no supiese todos mis secretos. Aunque trataba de mantenerme discreto, la miré, esperando el momento en que revelara lo que pensaba de mí o mis infamias. Pero durante toda la hora, ni siquiera echó un vistazo en mi dirección.

No quería admitirlo, pero eso como que me hizo sentir mal. Compartí algo personal con ella, y ni siquiera pareció impactarle. Nada sobre Lim SeMi había cambiado. Apretando los dientes, miré la cima de mi mesa, decepcionado de que no pareciera tan completamente alterada como yo me sentía.

Después de clases, salí con todos los demás refrenándome para no mirar en su dirección. Una vez fuera me aseguré de nueva cuenta que aún tenía un 99. También me cercioré de que fuese el mismo trabajo que le entregué, y al final vi las correcciones de gramática que puso ahí. No había notas en los márgenes hasta que pasé a la última página. Después de mi último párrafo, ella había escrito:

"Mucho mejor. Sabía que podrías comprender el objetico de esta asignación."

Parpadeé. ¿Eso era todo? Le detallé sobre esa vez en que uno de los hombres de mi madre me había golpeado frente a mis hermanos cuando le dije que no se drogara en nuestra sala. Sobre los lugares para escondernos que había encontrado para ellos cada vez que mamá tomaba demasiado y se ponía furiosa. Pero lo más grande de todo, le conté como había ahorrado todo mi dinero y le pagué a un nerd de la escuela para que arreglara mi promedio en el sistema informático, así tendría una mejor oportunidad para entrar aquí.

Era una farsa y un mentiroso que no pertenecía a ese lugar. Y ahora ella lo sabía. Si quisiera, podría arruinarme; ir a la administración y denunciarme. ¿Cómo es que fui tan imbécil para incriminarme a mí mismo de esa manera? Mis transgresiones me recordaron inquietamente al jodido personaje de Gatsby en su libro y como él había engañado y mentido para conseguir todo por la mujer que amaba. Hice lo mismo, solo que por las tres personas que más amaba en el mundo. ¿Y todo lo que Lim tenía que decir sobre esto era "mucho mejor"? ¿Qué significaba eso? ¿Iba a mantener mi secreto? ¿Iba a usarlo como chantaje en mi contra? ¿Iba siquiera a mencionármelo?

Volví a la primera página y miré la nota que me dio. Tenía la sensación de que no me habría calificado con un 99 sí tuviese la intención de sacarme de la universidad. Podría haberle llevado mi tarea directo a su amargado jefe. Pero me había dado un 99. Y me había devuelto la evidencia. Por fin los músculos en mi estómago se relajaron. Ella me estaba dando otra oportunidad.

A la mañana siguiente aún flotaba por la emoción de esa maravillosa nota cuando vi al señor Chung en la cancha techada.

—¡Oye, Nam! —gritó en su vibrante voz de entrenador— ¿Cómo te fue con esa tarea de recuperación que escribiste para tu clase de literatura?

Me detuve e incliné hacia un lado mi cabeza. —¿Cómo sabe sobre eso?

Oh, diablos. A lo mejor Lim fue con él después de todo y le dijo que había hecho trampa en mi promedio de la escuela.

Mi entrenador apenas sonrió. —¿Qué? ¿Crees que no mantengo el ojo puesto en mis jugadores? Me ofendes, Kim. He estado notando que tus notas bajaron en esa clase. Consideré que era hora de hablar con alguien del departamento de Literatura. Me alegra ver que al fin vuelven a hacer lo que corresponde.

Espera; sabía que Lim fue forzada a darme otra oportunidad por su jefe, pero no tenía idea de que... Joder, ¿por mi propio entrenador? Y yo aquí pensando que en verdad me gané esa calificación, que di lo suficiente de mí para merecer un 99. Pero...

A lo mejor ella trató de decirle a alguien como había hecho trampa para obtener una matrícula aquí. A lo mejor nadie la había escuchado. Quizás...

Si ella había sido forzada a darme una buena nota, ¿entonces que me merecía realmente en mi ensayo? ¿Había sido solo otro 70?

Desde que pisé este campus hice las cosas de forma correcta. Había trabajado duro para ser un buen jugador, un estudiante honesto y un buen empleado en Bangtan. Pero si los demás mentían y hacían trampa por mí, ¿eso significaba que era incapaz de mejorar, condenado a ser un fraude por el resto de mi vida?

Seguía siendo un gran bueno para nada que sólo tenía la suerte de ser hábil para jugar al balón.

Nada más.

Ese viernes llegué temprano al trabajo. Encerrarme en mi oficina a leer antes de clases tranquilizaba mis nervios más que cualquier otra cosa.

Mi gran cita con SungHyuk se aproximaba, lo cual me ponía demasiado ansiosa, así que me quebré e intenté llamar a mi madre. Se rehusó a contestar el teléfono, así que no tenía ni idea de cuál era el pronóstico de mi padre, si aún tenía las dos piernas, o qué.

Dando un pequeño suspiro de resignación abrí mi lector electrónico ávida de escapar en algo de jugosa ficción justo cuando un golpecito en la puerta me hizo apretar los dientes.

Necesito algo de tiempo a solas aquí, gente. ¿Por qué...?

Todo pensamiento se congeló en mi cabeza cuando vi a Kim Namjoon. Su cabello se encontraba mojado y su rostro brillaba como si acabase de salir de la ducha o hubiese estado sudando. Echando una ojeada por su cuerpo, noté que usaba pantalones de algodón grises, zapatillas deportivas, y una camiseta arrugada que abrazaba sus bíceps.

Entró a mi oficina con la mandíbula tensa y la mirada llena de ira.

—Oiga, no quiero que me dé una nota que no me merezco. Luché por una mejor, maldición. Quiero habérmela ganado.

Mi boca se abrió de par en par para después sacudir la cabeza. Decoro, Se Mi.

—¿Qué le hace pensar que no se la ganó?

—Acabo de encontrarme con mi entrenador, me dijo que se quejó con su decano. Recuerdo que ese tipo estaba aquí en su oficina cuando vine a hablar con usted la semana pasada. Creí haberle dicho que no quería ningún tratamiento especial solo por...

—Y así fue.

Frunció el ceño. —¿Perdón?

—No lo traté diferente —Casi que bufé al darme cuenta de lo que me decía. Por supuesto, vino a discutir conmigo por una nota casi perfecta. Solo Namjoon haría algo así—. Lo lamento, señor Kim, pero en todo caso fui aún más severa en la evaluación debido a eso. Confíe en mí, se ganó esa nota.

Dejó salir una amarga risotada. —¿Por qué me cuesta tanto creer eso?

—Tal vez porque es usted un individuo testarudo y desconfiado —Se giró para mirarme con sorpresa, así que me levanté detrás de mi escritorio sintiéndome demasiado poderosa. —. Y para su información, no disfruté para nada que mi jefe me llamara la atención por las notas justas que doy. Me hizo querer darle una aún peor que la anterior. Pero ¿qué pasó?, usted me entregó un documento con el cual ya no tuve que preocuparme por las manipulaciones del señor Gong dado que bien podría llevar su trabajo a la junta y hacer que lo expulsaran.

—No se atrevería. —amenazó en voz muy grave.

Tragué saliva y continué—: La razón para darle ese 99 fue porque ese ensayo decente me demostró lo capaz que es, lo dispuesto que está para hacer lo que sea con tal de lograr sus metas. Así que decidí no quitarle eso; por lo que mi gratificación será que usted tendrá que aceptar el hecho de que soy una profesora verdaderamente capaz de hacer mi trabajo ya que conseguí atravesar su cráneo en la única reunión que tuvimos y milagrosamente le enseñé el significado del análisis en la literatura. ¿Entendido?

Parpadeó. Cuando no cambié mi expresión, parpadeó un par de veces más hasta que su rostro se suavizó. Luego de soltar un suspiro, sacudió la cabeza y se echó para atrás.

—En serio cree que me enseñó así de bien, ¿eh?

Levanté la barbilla, obstinada. —Oh, que lo hice.

—Bueno. Si dice que fue un 99 honesto y bien logrado, no lo discutiré.

—¿Quiere decir, como lo estuvo haciendo durante los últimos cinco minutos?

—...Exacto.

—Hizo un buen trabajo, señor Kim.

—Gracias— Me miró con mesura un par de segundos antes de ponerse de pie listo para marcharse. —. Supongo que...—carraspeó. —que la veré en clase.

—Y para futura referencia, puede que quiera investigar lo que significa "demasiada información".

Cuando se giró, me encogí un poco. No esperaba que eso lo detuviese en seco, pero estuve perversamente satisfecha cuando lo hizo.

—Por si no lo recuerda —murmuró, acercándose hasta mi escritorio y poniendo las manos encima para así poder inclinarse y mirarme directo a los ojos—, intenté que me lo devolviera.

Lo sé. Pero me alegra no haberlo hecho.

—¿Eso qué significa? —Me sorprendió cuando se sentó en la silla frente a mí con la expresión alerta y a la vez los ojos llenos de esperanza. — Usted...—su garganta se movió al tragar. — ¿En verdad no va a delatarme?

—No.

—¿Por qué no?

—Se lo acabo de decir.

—¿Porque le impresionó lo bien que hice mi ensayo? ¿Eso es todo?

—Bueno... en su mayoría —contesté evasivamente.

—Entonces, ¿hay otra razón?

—Es que no acabo de entender por qué independientemente de cumplir con la asignación, me contaría sus secretos a mí.

Sacudiendo la cabeza, me lanzó una mirada que me hizo saber que no estaba demasiado seguro tampoco de por qué me eligió.

—No...No lo sé. Usted me desafió. Me dijo que encontrara algo que tuviese en común con alguien en el libro. Y...y lo hice.

—Y en el proceso me dio pruebas escritas de cómo entró a esta universidad con engaños.

—Sí, pero usted me devolvió esas pruebas —contrarrestó con la voz baja.

—¿Cuánto alteró el promedio?

—Cuatro décimas de un porcentaje. Solo lo suficiente para obtener la beca.

Le creí. Había revisado sus expedientes y pude ver que tenía el promedio mínimo para obtener la beca. Pudo haberse colocado una nota máxima, pero lo mantuvo humildemente bajo. Para ser un estafador, se mantuvo sorpresivamente honesto.

—¿Y el examen nacional de aptitud?

—No, el mérito es mío—respondió sin chistas—. Ese habría sido imposible de alterar. Fracasé la primera vez, así que estudié día y noche hasta que el agotamiento acabó conmigo. Lo aprobé en mi cuarto año de intento.

Aspiré un poco de aire estirando mis labios en una línea tensa. —Bien.

Namjoon me observaba ansioso, recordándome la otra razón, la más grande. La verdadera razón por la cual decidí callar.

—No he...se lo juro, no he hecho nada como eso desde que me gradué. Todo lo que he obtenido en esta universidad ha sido mío. Al cien por ciento. Incluso esos ensayos en los que obtuve 72%.

Descansé las manos sobre mis piernas, ya que habían comenzado a temblar. Querían volar hasta él y calmarlo, asegurarle que nunca haría nada que perjudicara su educación. Al igual que él, quería que fuese exitoso. Quería que fuese capaz de escapar de su antigua vida y ayudarlo a sacar a sus hermanos de allí también.

—Le creo —afirmé—. Por eso no he dicho nada.

—No tiene idea de lo que esto significa para mí. No soy... no estoy acostumbrado a obtener segundas oportunidades.

—Lo sé. Leí su ensayo, ¿recuerda?

Hundió los hombros y bajó la cabeza. —Probablemente ahora piensa que soy un pedazo de mierda estúpido y pobre.

Enserio que quería tranquilizarlo arrebatándole esa carga. ¿Qué había pasado con la estrella de fútbol del ego inflado que siempre veía en él? Además de que mantuviese la boca cerrada con respecto a su engaño, ¿por qué le preocupaba tanto lo que yo pensara de él como persona? Obviamente no dejaba que muchas personas supieran estas cosas. La forma tan insistente en que intentó quitarme su ensayo, incluso antes de poder leerlo, era prueba de ello. Y aun así, me permitió entrar. Me enseñó al verdadero Kim Namjoon, algo que no le mostraba a cualquiera.

Halagada de haber recibido semejante regalo y a la vez aterrorizada de poder manejar la fragilidad detrás de todo, respiré profundo antes de hablar.

—Eso fue lo último que pensé. De hecho, ni siquiera entró en la lista.

Su mirada me examinó, haciéndome sentir electrocutada. Santo cielo, la esperanza brillando en sus ojos me introdujo en una burbuja donde nadie, salvo él y yo, existíamos.

—Entonces, ¿qué pensó?

Mis mejillas se sonrojaron. —Pensé en lo idiota que fui.

Namjoon parpadeó. —¿Ah?

Perfecto, ahora tenía que mirar hacia otro lado y estudiar mis libreros mientras renuentemente admitía—: Lo juzgué demasiado rápido al comenzar el semestre y preconcebí opiniones que no debí haber hecho basadas en mi propio pasado. Al leer su ensayo me di cuenta de lo equivocada que estaba. No lo culpo en absoluto por lo que tuvo que hacer para salvarse a usted o a sus hermanos. Todo este tiempo lo miré como del tipo indiferente, arrogante, egocéntrico que creía que el mundo debía revolverse a su alrededor. Creí que sería fanfarrón, presumido y... y cruel.

—¿Cruel?

Rascándome detrás de la oreja sin siquiera tocarla, y al mismo tiempo pensando en el deportista cruel de mis años de escuela, aclaré mi garganta.

—El punto es que me sorprendió. Tiene la valentía de arriesgar todo por las personas que ama. Proviene de una niñez bastante difícil, no obstante, tomó la responsabilidad de sus hermanos menores y aun así pudo lograr tantas cosas. Su texto fue desgarrador e inspirador. Fue brillante.

—¿Lo dice enserio?

Puedo decir que casi hizo un puchero, eso en verdad me enterneció. Coloqué las manos sobre el escritorio esperando poder detener de alguna forma todo el vómito de palabras que salían de mi boca. Para mi completo horror, siguieron saliendo.

—No pude dejar de pensar en ello con la esperanza de que ese hombre tan increíble del que leí lograra cumplir todas sus metas y encontrara satisfacción en su vida. Genuinamente espero que pueda sacar a su familia de ese lugar tan horrible —en una breve pausa tragué la opresión que sentí en mi garganta. —. Ahora necesito callarme porque esto es bastante; nunca en mi vida le he dicho nada tan poco profesional a un estudiante, y si sabe lo que le conviene, se levantará y...

Namjoon estiró una mano colocándola sobre el mesón junto a la mía. Ni siquiera me tocó, había un buen centímetro entre nosotros, pero se sintió como si acabase de cubrir mis dedos con los suyos transmitiéndome vida.

—Gracias.

Eso fue todo. Un simple gracias y casi me pongo a llorar. Mis pestañas se movían como locas al tiempo que todo mi rostro se encontraba encendido. De pronto de meció hacia adelante hasta que ambos estuvimos lo suficientemente cerca para encontrarnos a la mitad del pequeño escritorio.

—¿Qué estoy haciendo? — murmuró en voz alta para sí mismo.

Me encontré haciéndome la misma pregunta.

—No lo sé. ¿Qué está haciendo?

De inmediato se echó hacia atrás quitando la mano de la superficie plana. Empuñó los dedos con la expresión colmada de sorpresa y pavor.

—Lo lamento.

Ya que me hallaba en completa negación ante el hecho de que siquiera haya contemplado una idea absurda como por ejemplo besarme, tartamudeé. —¿Por qué?

—Por nada. —dijo de inmediato apretando los costados de su silla. —Tengo que irme.

Levantándose rápidamente, se giró y salió corriendo. Pero entonces se detuvo en mi pizarrón de citas, el cual él ya había estado examinando desde su visita anterior. Luego de rebuscar en sus bolsillos sacó un pedazo doblado de papel. Sin abrirlo, tomó una tachuela del corcho y pegó su nota en el centro. Luego se fue, y la entrada por la que había desaparecido ahora lucía extremadamente vacía.

Estupefacta, miré las palabras que escribió en una letra oscura y despreocupada.

Un nanosegundo después, sacudí la cabeza y sonreí. —Touché, señor Kim. Touché.

Alumno de literatura o no, creo que acababa de cometer un error enorme; le había demostrado a Namjoon que algo en él me había afectado. ¿Qué iba a hacer ahora? Mientras pensaba en ello el teléfono de mi oficina sonó.

—Hola —Una alegre voz masculina entró por mis oídos al momento de contestar—. ¿Sigue en pie la salida de mañana por la noche?

—¿Qué? ¿Quién es?

—Es, uh... el profesor Min. Min Sung Hyuk... del...

—Oh, Lo lamento. Por supuesto —¿Quién más podría ser? No era como si tuviese una vida social muy activa—. No estaba pensando. Por favor discúlpame, tengo puesto el cerebro en la planeación de hoy.

Me dio una risa insegura. —Está bien. Ha sido una larga semana.

—Ni que lo digas.

—Oye, sobre mañana... —Cuando se detuvo, supe que me iba a cancelar. Esto tenía que ser un récord; alejé a mi cita incluso antes de salir.

—¿Sí?

—Surgió algo.

Hice una mueca vaga. —Ajá

Sí, lo sabía. "Algo sucedió, quizá otro día... bla, bla, bla. Aún podemos ser amigos. No me llames, yo te llamaré"

—Así que, ¿crees que podríamos encontrarnos allí, digamos a las siete treinta?

Me tomó un momento darme cuenta de lo que me preguntaba. Había estado esperando la cancelación usual. El "encontrarnos allí" me llegó por completo de sorpresa.

—Uh... seguro. Espera, ¿dónde nos veremos exactamente?

—El Club Nocturno Bangtan. Está en el centro de Gangnam-gu entre las salas de karaoke Gold y en contra esquina de un 7Eleven. Es un lugar enorme. Tienen bebidas increíbles. Creo que te gustará.

Nunca antes estuve allí, ni siquiera había escuchado de ese lugar, y los clubes sin duda no eran lo mío. Pero dije que sí porque ya había comprado un vestido para la ocasión, y quería —no, necesitaba— una razón para despabilar mi mente de cierto estudiante.

—Eso suena genial. Te veré allí.

—Lo espero con ansias. No lo olvides: 7:30 en Bangtan. —Después colgó.

Sí. Claro.

Mañana.

7:30

Centro de Gangnam-gu.

BANGTAN club.

¿Soy solo yo, o ustedes también percibir el olor de los emocionantes problemas venir? Jejeje.

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