O1 | you are a demigod
ꉂ›꒰ꦿ⁞ꜜ: ⌗ CHAPTER ONE .⃗፧ 💀 ꒱
ʚ you are a demigod, orion ɞ
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Orión miró con gesto serio y divagante como su hogar estaba siendo destruído por el danzante fuego. Su padre y su hermano habían quedado atrapados sin que pudieran ser rescatados, él había sido el único y lamentablemente sobreviviente a aquella fatídica noche lluviosa.
Si tan solo no hubiera discutido con mi padre, entonces yo también hubiera estado ahí.
El joven de rizos soltó un sollozo y con un último arranque de esperanza por recuperar a su familia, se dirigió hacia el fuego a paso veloz, pero fue detenido por los bomberos, quienes le decían que era imposible adentrarse sin morir, aunque a Orión podría importarle menos, quería estar allí, con su padre y hermano.
El joven soltó un grito desgarrador que rompió el corazón de los presentes.
Solo era un joven que había perdido a su familia.
Orión lloró, lloró desconsoladamente en los brazos del bombero, quien lo abrazó mientras susurraba que todo estaría bien, pero aquello era una vil mentira, nada estaría bien.
Al cabo de un par de horas los bomberos pudieron ingresar al hogar calcinado a apagar el débil fuego que había consumido todo. Orión se encontraba sentado, cubierto por una manta mientras los paramédicos y oficiales se acercaban de vez en cuando a preguntarle cosas, pero Orión cerró sus sentidos y solo pensó una y otra vez en la pelea que había tenido con su padre antes de que todo ocurriera.
—...ven Knight, joven Knight, ¿Me escucha? –Una insistente voz masculina lo trajo de vuelta a la realidad.
Orión parpadeó un par de veces y levantó la mirada para ver a un hombre de mediana edad mirarlo con pena.
—Lamento mucho su perdida, joven, pero estas son preguntas que debemos hacer. –El hombre soltó un suspiro y lo miró directamente a los ojos. –¿Sabe qué pudo haber encendido el fuego?
Orión miró su casa hecha trizas y una lágrima salió de su ojo, pero está fue retirada de inmediato.
—No lo sé. –Murmuró.
El oficial suspiró nuevamente y anotó aquello en su libreta.
—¿Podría decirme qué estaba haciendo cuando su casa se incendió? –Lo miró de soslayo.
Orión frunció el ceño ante las palabras del oficial y lo miró con desprecio.
—¿Está usted insinuando que incendié mi hogar y asesiné a mi familia? –El joven retiró la sabana que lo cubría del frío.
—No, yo no estoy diciendo nada, estás solo son preguntas de rutina. –El oficial levantó las manos para intentar calmarlo.
—Pues métase sus preguntas de rutina por el culo y váyase al diablo. –Escupió con furia.
Orión se levantó de la ambulancia y se acercó a su casa, se adentró y miró a su alrededor en busca de algo que pudiera recuperar.
—¡Encontré restos! –Una voz femenina gritó.
Orión no lo pensó y se acercó a la mujer que gritó, al acercarse pudo ver algunos huesos calcinados, pero nada que pudiera decirle si se trataba de su padre o de su hermano.
—¿Cómo... Comó sabremos si es mi padre o mi hermano? –La temblorosa voz del joven llamó la atención de la bombero.
—Se hace un examen en el hospital, así se sabrá de quién son los restos. –Habló tranquila, intentando no alterarlo.
Orión se alejó velozmente y dió una arcada que le provocó el vómito.
Luego de calmarse un poco volvió a la casa y entre los restos quemados pudo ver algo brillante. El joven se agachó y removió la ceniza y madera quemada, de ahí pudo visualizar mejor qué era lo que había llamado su atención. Era un anillo plateado, el diseño de esta era como una especie de enredadera que cubría en dedo y justo en el medio sobresalía el cráneo de un cuervo. Ese anillo jamás se lo había visto a su padre ni a su hermano, Orión miró el anillo detalladamente y al girarlo pudo notar unas letras talladas. Orion. Su nombre se leía en griego antigüo.
El joven frunció el ceño, pero entonces un recuerdo de hace dos días llegó a su mente.
—¿Ya sabes qué vas a querer de cumpleaños? –Su padre sacudió su cabello con burla. –Faltan solo seis días.
Orión rodó los ojos y luego sonrió.
—Podrías darme la moto que he querido.
—Jamás. –Negó. –Tus notas siguen siendo un asco. Agradece que aún a pesar de ello vaya a darte un regalo de cumpleaños.
—Pues no pienses en darle entradas para un concierto de Black Skeleton porque ya me adelanté. –Su hermano, Egan bajó las escaleras rápidamente y cuando estuvo cerca le entregó un sobre. –De nada.
Orión tomó el sobre y miró dentro de este, ahí había una entrada para su grupo de rock favorito.
—Bueno, mientras pensamos una opción, te digo que el regalo de tu madre también ya está listo. –Su padre sonrió.
—Pero mi madre no existe. –Orión miró confundido hacia su padre.
—Bueno, mamá parece haber dejado un regalo para ambos antes de irse. –Su hermano mayor sonrió a medias. –Algo con lo que podremos protegernos en el futuro.
—Sí... Algo que te servirá. –Su padre asintió.
Orión volvió al presente, apretó el anillo entre sus dedos y lo guardó en el bolsillo de su chaqueta. El chico se levantó del suelo y miró a lo lejos hablar al oficial que lo interrogó junto a unos bomberos. Aprovechó la distracción de los hombres y se alejó con rapidez, se adentró al bosque sin dirección alguna.
Los primeros rayos de sol parecían alumbrar a su alrededor. Orión había caminado toda la noche sin tomar un descanso, solo apenas se había detenido a tomar asiento en un tronco cortado.
Aún a pesar de todo por lo que había pasado no se sentía cansado, pero aún así quería descansar toda la vida.
En tan solo una noche su vida había cambiado por completo. En tan solo una noche se había quedado solo.
Orión soltó un suspiro y ocultó su rostro entre sus manos, después de eso las metió en los bolsillos de su chaqueta, pero sacó su mano izquierda nuevamente al sentir el frío metal en esta, de ahí sacó el anillo y sin más se lo puso en el dedo índice.
El joven de cabellos rizados se levantó del tronco y se encaminó nuevamente sin rumbo.
Al cabo de unos minutos u horas pudo ver un McDonald's a lo lejos, así que se apresuró a llegar a este. Salió del bosque y miró a ambos lados de la calle, al cerciorarse de que ningún coche se acercaba, cruzó la calle y llegó al glorioso establecimiento de comida rápida. Orión ingresó al lugar y enseguida pidió dos hamburguesas con sus respectivas papas fritas y refresco. Debido a que era el primero en llegar lo atendieron rápidamente y entonces Orión llevó su comida a una mesa cualquiera para comenzar a comer.
El joven dió el primer bocado y sintió que comía gloria, estaba tan hambriento que incluso podría meterse la hamburguesa completa a la boca.
Un empleado encendió la televisión y Orión miró, ahí estaba la noticia del incendio de su casa. Dió otra mordida y metió algunas papas a su boca.
—Disculpe, ¿Joven Orión Knight? –Un hombre en silla de ruedas lo miró con una sonrisa apenada.
—No, no soy él. –Orión negó.
"Y en otras noticias, el joven Orión Knight es sospechoso de haber provocado el incendio. El adolescente parece haber desaparecido después de que el detective Nollan le haya hecho un par de preguntas."
Una foto suya fue puesta en pantalla.
—Parece que sí es. –El hombre en silla de ruedas sonrió.
El joven rodó los ojos, tomó la hamburguesa sin tocar y la guardó en el bolsillo izquierdo de su chaqueta, después las papas en el derecho, con una mano tomó la otra hamburguesa y con la otra el refresco, saliendo de ahí en cuanto vio a uno de los trabajadores llamar a lo que supuso sería la policía.
—Piérdase, viejo. –El joven murmuró antes de salir del establecimiento.
Pero sin siquiera contarlo, aquel hombre en silla de ruedas lo siguió.
—Me llamo Quirón. –Se presentó. –Soy un encargado del Campamento Media Sangre, hogar de...
—Me importa un carajo. –Orión lo interrumpió. –Vayase y déjeme en paz.
Orión se dió media vuelta y se alejó un par de pasos antes de que Quirón volviera a hablar.
—Eres un semidios, Orión. –Confesó.
—¿Qué? –Orión se dió la vuelta y miró al hombre.
—A veces los dioses bajan a tener diversión con los mortales, de ahí nacen los semidioses. –Explicó. –Tú eres un semidios.
Orión se acercó a Quirón y lo miró seriamente.
—No estoy para bromas. –Dijo con molestia.
—Eres un semidios, no estoy bromeando. –Sonrió. –Como te dije, soy Quirón, un encargado del Campamento Media Sangre, hogar de semidioses griegos.
Orión miró a todas partes y luego volvió a mirar a Quirón.
—Pruébalo. –Exigió. –Prueba que soy un semidios.
—Sigueme. –Claudicó.
El chico resopló y sin otra cosa que hacer decidió seguirlo, de todos modos aquel hombre no mostraba signos de querer entregarlo a la policía.
Una vez que se alejaron lo suficiente, Orión terminó de comer su primera hamburguesa, entonces Quirón se detuvo y volteó a verlo.
—¿Y bien? –Inquirió el adolescente. –¿Los dioses bajarán del cielo mágicamente?
Quirón soltó una risa y posicionó ambas manos en las ruedas de su silla, se levantó ligeramente y Orión rodó los ojos.
—Si te caes no voy a lev... –Su voz se calló inmediatamente.
Lejos de que aquel hombre cayera al suelo, sus piernas desaparecieron en un brillo mágico, tal vez divino considerando la situación, y este par de piernas dieron paso a un gran lomo de caballo.
—Mierda... –fue lo único que atinó a decir.
—Como dije... Eres un semidiós. –Quirón sintió.
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