V
Exactamente dos semanas habían pasado desde que me casé y descubrí el verdadero nombre de Princesa. Se sentía como si mi universo entero hubiese girado sobre su eje.
En casa nada cambió, aparte del hecho de que la señora Goon, madre de cuatro niños y nuestra vecina del lado izquierdo, aceptó cuidar de Bon-hwa tres días a la semana. Con un poco más de "libertad", como Joohyun lo llamó, sus estados de ánimo se aligeraron considerablemente. Esto agregó un poco más de tensión a mi presupuesto, pero vivir con una Joo más feliz y libre de drogas, lo valía.
Nada cambió en mis trabajos tampoco. Los autos aún venían con la necesidad de ser reparados en el taller, y los consumidores aún acudían en busca de bebidas al club.
Era yo quien sufría.
Internamente me volvía loco; me sentía inquieto con toda esta energía para quemar. No podía dejar de pensar en Princesa. Sabía que era estúpido. La verdadera Princesa -Im Nayeon- no era el tipo de persona que pensé. Nunca encajaríamos, probablemente no seríamos capaces de llevar una simple conversación juntos si alguna vez volviéramos a vernos. Sin duda ella pisaba a las personas pobres como yo y seguía caminando sin siquiera darse cuenta de que los había aplastado bajo sus tacones de diseñador.
Debía olvidarla por completo. Pero no podía evitarlo. Cada vez que trabajaba con Jungkook, tenía una batalla conmigo mismo sobre si sacarle o no información. ¿Dónde vivía? ¿Qué tan enamorada estaba del jodido idiota de su novio? ¿Cuáles eran sus mayores esperanzas, sueños y miedos en la vida? Quería saber todo. Pero no importaba cuantas veces hablara con él, evitaba preguntarle sobre la prima embarazada de su novia.
Ella ni siquiera me dijo cuando tendría a su bebé. Me preguntaba qué tan cerca se encontraba ahora, o si ya lo tuvo. ¿Era una niña o niño? Había tanto que no sabía. Y lo peor de todo, era jueves. Iba a estar trabajando con Jungkook de nuevo, el único chico que tenía muchas de las respuestas que buscaba.
Se encontraba detrás de la barra cuando entré al trabajo. En realidad llegaba temprano porque esperaba tener algo de tiempo para conversar con él. Tenía que haber alguna forma discreta de conseguir que la mencionara sin revelar lo desesperado que estaba de saber todo.
Esperaba que Namjoon gritara algo sobre la llegada del Apocalipsis porque, por una vez en la vida, no llegaba tarde. Pero nadie dijo nada, y no había nada que hacer sino esperar hasta que mi turno comenzara. Me di cuenta de que incluso llegué antes que la estrella del fútbol al trabajo. Pero el enano acomodaba las mesas, y si él se encontraba aquí, entonces Nam debería estar también porque siempre venía con su compañero de cuarto.
—¿Dónde está Namjoon? —pregunté.
—Con el corazón roto. —Jimin, malhumorado, empujó una mesa hacia una mejor posición en el suelo para que los meseros pudieran moverse fácilmente entre ellas más tarde en la noche.
Oh, diablos. Era la tercera noche de esta semana que Namjoon no había venido.
—Él y su novia profesora ya no siguen juntos, ¿cierto?
—Es un completo desastre —dijo Jung "virgen" con una triste oscilación de cabeza—. Nunca he visto a alguien tan molesto después de perder una chica. En verdad la ama.
—Diablos. —Meneé la cabeza.
¡Qué pena! Estuve celoso de Namjoon y esa mujer dos semanas atrás cuando vino a verlo al bar. Tenían una conexión intensa. Era desconcertante saber que el vínculo que compartían no los pudo mantener juntos. Y esto no me daba esperanza alguna respecto a mi propia situación. Pero eso tampoco me apartó de mi plan. La misión "sacarle información a Jungkook" seguía en marcha.
Mirándolo mientras metía la bandeja de dinero en la caja registradora, traté de calibrar su estado de ánimo. Afortunadamente él no emitía ninguna vibra de tener el corazón roto. Pareció bastante triste después de su confrontación con la asaltacunas. Esperaba que su chica no lo hubiera botado también, porque así no me daría nada de información sobre su prima. Pero esta noche, el hombre lucía jodidamente alegre. Silbaba alguna melodía que no podía identificar, bastante entonado por cierto, así que abrí la boca para preguntar que lo tenía de tan buen humor cuando Jimin hizo un sonido de náuseas detrás de mí.
—Hyung, ¿qué diablos es eso en tu camiseta?
Hoseok apareció a su lado un segundo después haciendo una mueca mientras observaba la mancha. —Parece que alguien vomitó en tu espalda.
—Ay, no —Tomé el hombro de mi uniforme girando la cabeza para ver. Maldición, sí, Bonhwa vomitó su cena antes de que lo llevara a lo de la señora Goon esta noche—. Mi niño debe haber escupido sobre mí.
La barbilla de Jimin cayó abierta. —¿Disculpa? ¿Dijiste tu niño? ¿Desde cuándo tienes un niño?
Fruncí el ceño aun tratando de mirar sobre mi hombro para ver qué tan malo era el daño. —Desde hace tres meses más o menos.
—¿Queeeeeé? —Mochi seguía mirando estúpidamente boquiabierto—¿Por qué diablos nunca nos dijiste que eras papá?
Dejé de torcerme y me encogí de hombros. —No lo sé. No me imaginé que historias sobre cambio de pañales y episodios de llanto fueran algo que te interesara oír.
—Bueno, no, pero... —Meneó la cabeza, aún aturdido—. Joder, hombre. ¿Olvidaste envolvértelo o qué?
Suspiré, dándome cuenta de cuánto tiempo me llevaría explicar mi situación, -por la cual seguramente Park Jimin me destruiría por hacerme cargo del hijo de otro- cuando Krystal, nuestra jefa hasta que su papá se recuperara de su cirugía de corazón, salió por el pasillo del área que conducía a su oficina.
—Bien. Se encuentran todos aquí —Aplaudió, alegre—. Esperen. —Se detuvo mientras nos miraba a los cuatro—. ¿Dónde está Namjoon?
—Enfermo —le siseó su compañero—. Así que no lo molestes.
—¿Qué te ocurre? —Se mordió el labio inferior pintado de rosa—. Iba a decirles que realizaran una noche de subasta, ya que no hemos hecho una desde hace tiempo, pero si solo van a estar trabajando cuatro...
—Podemos manejarlo. —Fui rápido para hablar, las noches de subasta traían una gran cantidad de dinero, y siempre era bueno hacer un poco más de efectivo, especialmente ya que iba a tener que gastar en una niñera ahora.
—Bueno, entonces... Encárgate de esto. —Krystal movió su mano en mi dirección, lo que básicamente me dijo que me encontraba a cargo. Luego se giró y caminó hacia la salida, dejándonos para que "nos encargáramos" por nuestra cuenta.
—¿Noche de subasta? —Jungkook fue el primero en preguntar después de que se ella fue.
—Oh, cariño, estás listo para divertirte —Jimin se frotó las manos con alegría—. Los clientes tienen una pequeña guerra de ofertas, solo en noche de chicas.
Jungkook tragó con verdadero nerviosismo.
—No...no entiendo.
—Ay, novato. A veces me pregunto quién en más casto, si Hoseok o tú. —Jimin lo rodeó con un brazo por el cuello y bajo la cabeza de Jungkook a su propia altura. — Hoy, durante la subasta, una mujer lo bastante dispuesta a pagar lo máximo, será la afortunada de tener al camarero de su elección para que le brinde atención personalizada por el resto de la noche.
—La mejor parte es que el chico que es elegido obtiene el cincuenta por ciento de las ganancias —le dije.
Las cejas de Jungkook se unieron y miró hacia Hoseok, cuyos ojos habían duplicado su tamaño normal.
—¿Vamos a subastarnos a... nosotros mismos?
Lo digo enserio, el chico virgen sonaba escandalizado.
—Oye, es divertido. —Jimin lo golpeó en el hombro maltratándolo un poco—. Todo lo que tienes que hacer es coquetear y hablar con la mujer hasta que cerremos y asegurarte de que su trago nunca se acabe. A todas las chicas les gusta.
—Y obtienes el cincuenta por ciento del botín —repetí.
Pero ni Hoseok ni Jungkook parecían entusiasmados por la idea. Por otro lado, Jimin apunto a mi espalda.
—Hyung. Quizá quieras limpiar esa mierda. Ninguna mujer va a elegirte con porquería de bebé en tu espalda. —Luego movió la cabeza y murmuró algo sobre mi paternidad antes de irse a terminar de arreglar las mesas.
Lo peor es que tenía razón. Saqué mi teléfono del bolsillo esperando que Joohyun estuviera dispuesta a traerme una nueva camiseta. No tenía tiempo suficiente para ir a casa, cambiarme y volver rápido antes de abrir. Solo que debía de haberse ido ya aprovechando su libertad de esta noche. No respondió el teléfono del apartamento, y nunca le compré un celular porque tan solo no podía permitirme uno para ella también.
—Joder. —Colgué. Después de guardar el teléfono en el bolsillo, tomé la parte de atrás del cuello de mi franela y me la saqué por la cabeza para así poder ver que tan mal estaba.
—Voy a tratar de deshacerme de esto —dije a quien sea que estuviera dispuesto a escuchar. Pero cuando levanté la mirada, fue a Jungkook a quien atrapé mirando.
—Wow —dijo, observando mi pecho desnudo—. Tienes las palabras Princesa y Eun Ji tatuadas sobre tu corazón.
Palmeé mi mano sobre el tatuaje protegiéndolo. Creo que hubiese preferido escucharlo burlarse del lunar amorfo en mi pezón que mencionar ese tatuaje en específico.
—Sí —dije, arrugando mi frente y listo para patear traseros si hacía una sola observación despectiva sobre la familia que siempre había deseado pero que empezaba a darme cuenta nunca conseguiría—. ¿Qué pasa con él?
—Nada. —Meneó su cabeza pero continuó mirando el área que yo seguía ocultando. Volviendo a alzar la mirada, finalmente agregó—: Es solo... extrañamente irónico. Quiero decir... —Entrecerró los ojos ligeramente—. ¿No fue "Princesa" cómo llamaste a Nayeon la otra semana cuando estuvo aquí con SiYeon?
Joder.
¿Cómo diablos recordaba eso? Debería haber estado preocupado por la asaltacunas que afirmaba estar embarazada de su hijo.
—¿Na... Na Yeon? —gruñí, frunciendo el ceño como si no tuviese idea de quien hablaba—. Era la pequeña castaña embarazada, ¿correcto? La... la prima de tu chica o algo así.
Diablos, ahora estaba siendo soberanamente estúpido. Se iba a dar cuenta que fingía. Y sí, estrechó los ojos, probablemente preguntándose qué diablos pasaba conmigo.
Me encogí de hombros. —Tenía la palabra Princesa en su camiseta con un montón de brillos. ¿De qué otra manera se suponía que la llamara?
—Nada, supongo. No sé—Jungkook movió una mano—. Ignórame. Fue solo una sorpresa ver ese nombre sobre el de Eun Ji. Eso es todo.
Arrugué una ceja, totalmente confundido. —Espera. ¿Por qué? ¿Quién es Eun Ji?
Jungkook exhaló antes de decir—: Nadie. Bueno, aún no. Así es cómo Nayeon va a llamar a su hija cuando nazca.
—¿Qué? —Caí sobre el taburete y lo miré con la mandíbula floja. Pero, no. No, no, no. Esto no podía estar pasando.
Por un momento mi visión se puso negra. Pensé que me iba a desmayar, pero todo fue demasiado rápido, y parpadeé hacia Jungkook de vuelta enfocado.
—Oye, ¿estás bien?
—Yo... —Palmeé mi pecho varias veces—. Sí —dije finalmente con esfuerzo—. Estoy bien. Genial. Así qué... va a tener una niña ¿eh? ¿Nayeon?
Asintió lentamente, mirándome cómicamente. —Sí. En realidad, se rehusó a decirle a nadie el nombre que eligió. Pero yo la atrapé bordándolo en algo la semana pasada y me hizo jurar que guardaría el secreto.
—¿Te hizo jurar que guardarías el secreto? —Fruncí el ceño, aún con la mano presionada a mi pecho, tratando de evitar que todas las piezas rotas dentro cayeran, porque mierda... Princesa de verdad iba a tener una niñita llamada Eun Ji. Y yo no tenía nada que ver con eso—. Si te hizo jurar que guardarías el secreto, entonces ¿por qué diablos me dijiste?
—Eh... tal vez porque no vi que importancia tendría si tú lo sabías. Dudo que sus caminos vuelvan a cruzarse.
Dios, ¿tenía que restregar eso en mi cara tan fuerte?
— Sí. Tienes razón. —Hice señas a mi remera vomitada y comencé a caminar, necesitando escapar—. Voy a ver si esto sale.
No recordaba la caminata por el pasillo hacia los baños. Ni siquiera haber abierto el agua en el lavamanos. Solo supe que de repente levanté la mirada de la prenda que lavaba bajo el helado grifo y vi mi reflejo en el espejo mientras colapsaba.
—Maldición —murmuré y lancé la sucia y empapada camiseta a mi imagen—. Maldición.
Retrocediendo hasta que mi espalda golpeó la pared, tomé mis sienes latentes y me deslicé hasta que estaba sentado en el suelo, sosteniéndome la cabeza en mis manos y reposando los codos en mis rodillas mientras trataba de no hiperventilar.
¿Cómo podía estar pasándome esto? Bon-hwa, Princesa, y ahora Eun Ji. Todos terminaron siendo personas reales y ninguno de ellos eran míos. Ni la chica, ni los niños. Nada.
Se suponía que fueran míos, diablos. Mi familia. Mi felices para siempre.
¿Por qué...?
Carajo. Madam Yeo no me mintió cuando dijo que me había devuelto la esperanza. Por poco más de diez años, añoré ciegamente todas estas cosas, cosas que ni siquiera estaba seguro de querer o poder obtener. ¿Una esposa? ¿Hijos? Ese no era mi estilo, pero de igual manera los había anhelado con cada respiración que tomaba porque deseaba la forma en que me sentí en esas visiones. Ansiaba el torrente de amor, el orgullo del logro, la ternura de ser adorado por otros, de por fin tener un lugar y alguien a quien pertenecer. Y ahora... ahora no había nada. Nada de amor, felicidad o satisfacción.
Mis manos comenzaron a temblar. Pasé más de una década apostando a la mera esperanza de que a lo mejor esas estúpidas visiones pudieran hacerse realidad. Mantuve mi nariz limpia, lo que fue toda una proeza tomando en cuenta de dónde venía. Tomaba mucho maldito esfuerzo ser bueno cuando vivías donde yo vivía, donde todos alrededor hacían trampas y robaban para salir adelante. Habría sido tan fácil seguir ese camino, salvo que decidí que quería ser una buena persona, una persona que eventualmente mereciera a aquella "Princesa".
Pero no había manera de que alguna vez fuera a ser lo suficientemente bueno para esa chica rica, y malcriada que había visto en internet. No es que eso importara. Ella ya tenía a alguien más. Y el jodido idiota le había dado un bebé; él había puesto a Eun Ji dentro de ella.
Mi EunJi.
Con mi garganta cerrándose, levanté la cara para golpear la parte de atrás de mi cabeza contra la pared. Después de concentrarme en meter aire en mis pulmones, lo que eliminó las náuseas, me puse de nuevo de pie y saqué mi camisa mojada del lavabo, humedeciendo mi cabello cuando me la puse.
Tenía un turno que comenzar y una subasta que ganar. Mi maldito felices para siempre ciertamente no vendría hacia mí, así que supuse que tendría que seguir trabajando duro para conseguir uno por mi cuenta.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro