01
El clima frío, las hojas anaranjadas cayendo lentamente por el viento y el sol apenas brindando un poco de calidez, eran la señal de para saber que era otoño. Esta era la estación favorita de JiMin. En otro momento, probablemente la suave voz de su esposo le estaría comentando lo hermoso que es el paisaje, le diría que es un buen momento para sacar las colchas y ver alguna película en familia.
Pero eso ya no sucedería otra vez.
YoonGi lo sabía, conocía todo de JiMin y por eso aceptaba que ya nada sería igual porque hoy no se encontraba con él y no lo volvería hacer jamás.
JiMin se había suicidado, al final su depresión había ganado la pelea.
Todos los amigos que tenían en común estaban reunidos en el cementerio, cada uno de ellos se encontraba alrededor de la tumba, en la cual unos minutos atrás JiMin fue sepultado. La mayoría de ellos lloraba, otros tenían el rostro neutro y tan solo unos pocos tienen la osadía de no mostrar siquiera una pizca de interés en el suceso tan lamentable, esos son los que decían ser la familia Park.
Por su parte, YoonGi solamente tenía su mirada fija en la tierra recién removida y colocada, en la lápida que llevaba el nombre de su amado esposo, y eso le recordaba que esto era real. La pequeña manita que sostenía la suya lo mantenía lo suficientemente cuerdo para no perderse en el dolor, su pequeño hijo WooZi está ahí y eso es lo más importante en este momento.
Lo que los demás hagan o no ya ni siquiera le importaba, ninguno de ellos comprendería el daño que había en su corazón y las ganas que tenía de gritar. Poco a poco todos se van marchando y finalmente nada más se quedaron sus verdaderos amigos: NamJoon, SeokJin, TaeHyung, JungKook y HoSeok.
Ninguno tenía el valor para apartar a YoonGi o a WooZi del lugar, pero pronto tendrían que hacerlo. El único capaz de interceder es TaeHyung, el mejor amigo de JiMin y quien también se encontraba totalmente destrozado y aterrado.
—Yoon...— le llamó en un susurro.
YoonGi no lo escuchó, su mirada seguía rota y perdida, vagando en los hermosos recuerdos con su esposo. Los demás no saben si ha dormido o comido, no lo han visto ni llorar, pero saben que tarde o temprano, lo tendrá que afrontar.
YoonGi no está mostrando nada, todo lo que sentía lo había estado guardado en lo más profundo de su ser porque temía asustar a su hijo y eso ahora le estaba pasando factura. Quería explotar, pero no con WooZi aquí, quería apartar la tierra de JiMin y sacarlo para volver a abrazarlo, más sabe bien que no podía. Ya no y eso estaba devorándole la poca estabilidad emocional que tenía.
—Yoon.— insistió, pero esta vez la voz de su hermano menor, JungKook, quien ha decidido intentarlo al ver que su pareja TaeHyung no lograba traerlo a la realidad porque se encontraba igual de mal.
—¿Uh? ¿Sí? — respondió YoonGi con duda y sin mirarlos.
TaeHyung mordió su labio inferior para retener el llanto, estaba esforzándose para no romperse al verlo tan fuera de sí. Todos sus amigos sabían que YoonGi siempre fue una persona centrada, pero sin JiMin parecía estar desorientado.
—Nos llevaremos a WooZi para que coma algo y duerma ¿Te parece?— preguntó JungKook al distinguir su conmoción.
YoonGi asintió —Prometo no tardar, espérenme un poco en el auto, por favor.— aseguró y soltó la regordeta manita de su hijo para que fuera cargado por su tío.
WooZi se abrazó fuertemente a JungKook, pero no apartó la mirada de su papá porque se veía muy triste y no le gustaba verlo así. TaeHyung distinguió su preocupación, por lo que apresuró el paso para dirigirse al vehículo y tratar de calmarlo con ayuda de su pareja.
NamJoon, SeokJin y HoSeok decidieron que era mejor darle espacio a su amigo, así que primero se despidieron de él con un abrazo, aunque ninguno fue correspondido. Luego cada uno lo hizo con la tumba, despidiéndose mentalmente de JiMin y le dejaron un ramillete de sus flores favoritas.
YoonGi esperó unos segundos en la soledad, ya no había nadie en los alrededores y entonces por fin se dejó caer de rodillas en el césped seco. Sus pálidas manos se empuñaron y las enterró con furia en la superficie de la tierra. Su pulcro traje se ensució por sus acciones, pero eso no le importa y se detiene.
Nada de lo que haga le devolverá al amor de su vida.
—¿Qué se supone que haga ahora que no estás? — preguntó YoonGi con la mirada gacha, su voz sonó ronca por el cúmulo de emociones en su interior.
La pobre alma de JiMin estaba ahí para escucharlo desahogarse, permanecía mirando todo lo que habían provocado con sus decisiones. Era solo un fantasma, parado detrás de su propia tumba y tenía su piel semi transparente, haciéndolo incapaz de ser notado por los ojos humanos.
Estaba muerto y lo sabía, lo tenía bien presente. Murió, él mismo lo hizo y cuando despertó rodeado de oscuridad, encajó las piezas en automático.
JiMin se encontraba en el vacío, entre los dos planos de la vida y a punto de ser enviado a su descanso eterno. No obstante, todo se detuvo cuando apareció una reconocida puerta frente a sus ojos y decidió abrirla para ver a donde llevaba.
Fue de esa manera que llegó al cementerio, donde su familia y seres queridos estaban reunidos para despedirlo. Sus ojos verdes ya no tenían brillo, pero se habían fijado exclusivamente en WooZi y YoonGi, su hijo y su esposo. Después de todo, ellos fueron sus personas más importantes y a quienes más amo.
—Vivir sin cargas...— respondió JiMin tras pensarlo, como si realmente su esposo le pudiese escuchar hablar.
—¿Por qué nos has dejado solos?— insistió YoonGi, alzando su mirada y fijándola en el nombre escrito de la lápida.
El fantasma tembló levemente al escuchar su tristeza, se abrazó a sí mismo y miró hacia sus pequeños desnudos pies. No podía abrazar a YoonGi, pero quisiera hacerlo, deseaba consolarlo y brindarle la tranquilidad que merecía.
Ya no podía hacerlo y nunca podrá.
—Porque solamente era un estorbo... — dijo JiMin, como si fuera obvio.
YoonGi no escuchó ninguna respuesta, únicamente el viento es testigo de cómo se desquita con el silencio. Pasaron unos segundos tortuosos y cerró sus ojos con fuerza para poder concentrarse. En su cabeza todo estaba mal, tan revuelto, que no podía coordinar las palabras que quería decir. La ira, el dolor, la tristeza y la culpabilidad, múltiples emociones estaban golpeándolo sin piedad.
—No comprendo, por más que lo intento, no puedo hacerlo. Pensé que todo estaba bien y te falle.— confesó YoonGi después de calmarse un poco.
JiMin apretó sus antebrazos sin notar que ejercía demasiada presión, las uñas se le encajaron y no sintió absolutamente nada. Estaba muerto y no había dolor, de hecho, no había nada, ninguna sensación que no fuera vacío.
—Jamás me fallaste.— refutó JiMin, recordando todos los esfuerzos que había hecho su pareja por él.
—Te falle tanto.
—Lo siento, YoonGi.— dijo y comenzó a sollozar.
JiMin no sentía la necesidad, pero lo estaba haciendo porque frente a sus ojos sin vida, YoonGi seguía siendo su esposo y sufría. Entonces la pena lo consumió y su alma se oscureció, era un fantasma de arrepentimiento.
YoonGi golpeó la tierra, permitió que las primeras lágrimas salieran de sus ojos y recorrieran su rostro libremente. Estaba recordando todo desde el inicio, su preciosa relación de años y el amor que se tenían.
Su primer encuentro, su primera sonrisa, su primer beso, su primera noche juntos, su boda y su luna de miel. El maravilloso día que supieron de WooZi, el nacimiento de su hijo y todos esos momentos que pasaron y ya no volverán.
—No note las noches que pasaste llorando y no note los días que dejaste de comer. No puse atención a las ojeras en tu rostro o a los cortes en tus muñecas y piernas ¡No hice nada para salvarte!— gritó YoonGi, apretando los dientes.
Debió haberlo hecho, debió estar más presente y protegerlo, pero el trabajo lo consumía demasiado. No era excusa suficiente para su ausencia y lo reconocía, por eso estaba tan dañado.
Todo lo había hecho con el fin de tener lo mejor para JiMin y WooZi, así nunca les faltaría nada y tendrían mucho más de lo esencial. No quería ser un mal esposo ni padre, pero esas absurdas ideas lo llevaron a encerrarse en el trabajo.
Olvidó que el dinero no era lo mismo que el amor y dejó a su pareja e hijo.
En realidad, JiMin nunca lo pensó de esa manera, sino que estaba orgulloso de su esposo y de sus esfuerzos. No lo culpaba para nada, de hecho, no culpaba a nadie, más que a sí mismo por ser tan débil.
—No tenías por qué hacerlo, fue mi culpa, solo mía... Fui tan tonto.
YoonGi repasaba en su mente las noches que llegó tarde a su hogar y encontraba a JiMin dormido en la cama, sin compañía y con el cuerpo tembloroso. Si lo pensaba, era obvio que no estaba bien porque su esposo tenía el rostro demacrado, pero ni una sola vez lo despertó para preguntarle cómo estaba. Prefirió dejarlo dormir, creyendo que eso era lo correcto, o por lo menos se convenció de que así era.
—Se suponía que te cuidaría, que te protegería y estaríamos juntos hasta que la muerte nos separara... Pero tú decidiste irte antes.
Las últimas palabras las dijo con cierto coraje, ahora su mente divagaba en que si JiMin le hubiese dicho lo que sentía, podría haber hecho algo más. YoonGi estaba seguro de que si le hubiese pedido ayuda, se la habría dado sin dudar.
Sin embargo, el fantasma, muy a diferencia de YoonGi, solamente puede negar ese pensamiento. Estaba consciente de que era completamente su culpa, solo suya y de nadie más. Todo había sido por no poder luchar más, por dejarse vencer por los pensamientos suicidas que lo invadían cada que podían.
—De verdad lo siento, tenía tanto miedo.— se excusó JiMin, acercándose a YoonGi y se sentó a su lado para envolverlo en un abrazo que ninguno sintió.
JiMin ya no puede abrazarlo.
JiMin ya no puede tocarlo.
JiMin ya no puede hablarle.
JiMin ya no puede ser visto.
JiMin ya no puede hacer nada.
—¿Por qué cuando por fin habíamos logrado casarnos y formar nuestra familia?— cuestionó YoonGi, mirando esta vez la tierra que cubría el ataúd —¿No fuimos suficientes para ti?— insistió, sintiendo el nudo en su garganta.
YoonGi creía que era su culpa, de su ineptitud, el distanciamiento e irresponsabilidad. O Tal vez solamente era la culpa del mundo de mierda que rodeaba a su inocente y lindo JiMin.
—No, amor, ustedes eran mi todo y yo no los merecía, era tan poca cosa para ustedes. — explicó JiMin, pero sonaba tan vago que nadie le creería si pudiera escucharlo.
JiMin nunca fue menos, pero siempre se sintió insuficiente, se sentía poco merecedor de todo lo bueno que le ocurriera porque solo era él y no tenía nada bueno que ofrecer.
YoonGi sabía de sus inseguridades, de sus autosabotajes, de su depresión, de su dolor, de sus pesadillas y terrores. Conocía cada parte de su esposo, se supone que no había nada que no supiera, pero se le había olvidado que después de la calma siempre vuelve la tempestad.
Supuso que consiguiéndole atención profesional y apartándolo de la toxicidad de su familia, le daría un lugar seguro. Sumándole el hecho de que quiso darle todo y exclusivamente lo mejor, creyó que eso sería suficiente para hacerlo feliz.
Y sí, quizás en parte estaba en lo correcto, pero al hacerlo olvido que también lo necesitaba a él. JiMin necesitaba su apoyo, su amor, su aliento, sus palabras de fuerza y más que nada su presencia porque se sentía tan solo.
—Joder, todo esto es una mierda y ni siquiera puedo decirte que fuiste un egoísta porque jamás fue así. Siempre estuviste al pendiente de los demás sin importar que fueran buenos o malos, tan estúpidamente bueno.— vociferó YoonGi, golpeando una vez más la tierra —JiMin... Mi amado, JiMin.
El fantasma sonrió levemente por la contradicción de su actuar, intentó tomar su mano y acariciarle sus lastimados nudillos. Sin embargo, no logró nada y prefirió solamente permanecer a su lado, aunque ni siquiera lo notara.
JiMin detalló el rostro de su esposo con detenimiento, sus mejillas pálidas levemente regordetas, su nariz de botón, ojitos pequeños parecidos a los de un gatito y labios finos rojos. YoonGi era tan precioso que, aunque no lo aceptó a la primera, había caído rendido a sus pies, lo había rechazado innumerables veces y únicamente para hacerse el difícil.
Su relación había sido hermosa y ese sería el mejor recuerdo para ambos.
—Mi amado, YoonGi.
—¿Sabes cuánto me dolió verte tirado en la cama, inconsciente y mientras nuestro bebé te abrazaba? — continuo YoonGi preguntando —No tienes idea.
—No la tengo y lo lamento tanto.
YoonGi intentaba alejar esa imagen de su cabeza, pero no podía, la tenía demasiado presente y fresca en su memoria como para lograr erradicarla.
Aquella noche había llegado más tarde que de costumbre, necesitaba entregar unos proyectos antes del fin y pensó que hacerlo justamente ese día estaría bien, así quedaría libre. Planeaba pasar el sábado y domingo con JiMin, quería invitarlo a un restaurante por su aniversario, era una ocasión especial y tenía la recomendación de sus amigos para un nuevo sitio en las orillas de la playa.
Cuando estacionó el automóvil fuera de su casa, no se extrañó por ver las luces apagadas, pues ya era bastante normal que su esposo lo recibiera dormido. Esa sospecha la confirmó al entrar en su recámara y ver a JiMin en pijama, recostado junto al bulto inquieto que era WooZi.
El pequeño de tan solo dos añitos lo tenía abrazado, mantenía su frente pegada a la contraria y al escuchar a su papá YoonGi llegar, le pidió silencio para su papi JiMin. La seña de su hijo hizo a YoonGi reír ligeramente por la ternura, el niño había colocado su dedo anular sobre sus labios presionándolos para qué captará el mensaje y él obedeció.
Comenzó a cambiarse de ropa con tranquilidad, se introdujo en la cama y se tapó con las sábanas. Cuando tomó la regordeta manita de su esposo para envolverla y entrelazar sus dedos, todo se derrumbó.
—Estabas tan pálido, tan frío y al primer instante pensé "Debe estar descansando" pero no. Estabas muerto, tan intoxicado con tus medicamentos que ya no había ninguna probabilidad de ayudarte y mi mundo explotó frente a mi cara.— comentó YoonGi con la mirada perdida, recordando todo a detalle.
JiMin tomaba antidepresivos, los necesitaba para calmar sus emociones y también para lograr dormir bien. Habían sido los mismos que, sin pensarlo dos veces, consumió hasta acabarlos. Esto con el fin de callar las voces en su cabeza, aquellas que le decían que era mierda, que no merecía vivir, que era un bueno para nada y que le estorbaba a los demás.
—Mi mundo también se derrumbó, creí que podría lograrlo, pero nuevamente fui débil.
—Te perdí.— agregó YoonGi con pesar, JiMin era su todo y no sabía qué hacer.
—Me perdí y los perdí por ello, créeme que es peor.— aseguró JiMin con dolor, siendo plenamente consciente de que no los volvería a tener, ni a él ni a WooZi.
YoonGi suspiró, dirigió su mirada al lado derecho, por donde TaeHyung y JungKook se llevaron a su pequeño hijo.
—Lo peor fue que no me abandonaste solo a mí, sino también a nuestro hijo, él te necesitaba mucho más que yo.— comentó sintiendo nuevamente la furia carcomerlo —No tengo idea de cómo pudiste atreverte a tanto ¿Desde cuándo habías sido tan egoísta? — cuestionó con incredulidad.
JiMin parpadeo repetidamente, desconcertado por esa forma de ver el suceso de su suicidio y es que nunca pensó que se vería como algo egoísta. Desde su punto de vista, no era un acto de ese tipo, sino más que nada de pura bondad.
Según él, era lo correcto, lo mejor para YoonGi y WooZi, ya que así no tendrían que cuidarlo. Muerto dejaría de ser una carga y ellos tendrían la oportunidad de tener a alguien más capaz. Un esposo y un padre que si los merezca no como él.
—Desde que note que me convertí en una carga para ti, desde que note que no podría hacer las cosas bien y solo estorbaría. Esto no fue por mí, fue por ustedes... Por su bien.— explicó JiMin desconcertado.
YoonGi negó ante sus pensamientos crueles, arrepintiéndose de haber dicho que JiMin fue un egoísta porque jamás lo hubiese hecho por ese motivo. Entonces se regaña a sí mismo por siquiera suponerlo, su esposo era inocente.
—Siempre fuiste bondadoso, empático y alegre, no note que estabas tan mal.
JiMin puchereo, se distrajo jugando con sus dedos un poco y negó con la cabeza, como si YoonGi pudiera verle. Sabía que no lo parecía, después de todo, lo había escondido a la perfección porque temía darle más problemas a su esposo.
No quería ser una carga, así que mintió y se escondió bajo un disfraz.
—Tenía una máscara, amor, una tan bien hecha a través de los años que ni siquiera podrías percibir que era una.
YoonGi le interrumpió sin saber —Aunque sabía que la vida había sido una basura contigo, que te había dado una miseria a lado de tus padres y hermanos. Conocía el dolor bajo tu piel, bese tus cicatrices y trate de curar todos los daños.
JiMin asintió y sonrió con sinceridad —Y fue esa forma de ser lo que me enamoró de ti, tu persistencia, valor y amor por mí.
La mente de YoonGi viajó a las confesiones que JiMin tuvo con él, de cómo le contó sobre el abuso y el maltrato tanto físico como psicológico que los Park le dieron a lo largo de su vida. También podía recordar que su esposo sufrió abuso sexual infantil durante años, nunca pudo pedirle ayuda a nadie y ahora de grande se culpaba por todo eso.
Cuando supo esa parte de JiMin, YoonGi le insistió en ver a un profesional para que lo ayudara con sus pesadillas y ataques, a lo cual aceptó. El psiquiatra le había dado antidepresivos y lo envió a terapia con el psicólogo. Todo había mejorado y hasta había sido dado de alta, pero todo lo bueno tiene un fin.
—Cuando te diagnosticaron depresión, pensé que entre los dos lo superaríamos. Me esforcé por hacerte feliz, por darte un nuevo hogar y un nuevo comienzo, pero al parecer nada de eso importó.
—Lo lamento...
—Tu corazón estaba tan roto que ni siquiera yo lo pude reparar.
—Lo lamento...— repitió JiMin, no tenía idea de que más podía decir.
YoonGi se detuvo, miró el cielo y se burló un poco con amargura —Dicen que el amor puede solucionarlo todo, pero no fue así con nosotros. Yo me rompí a mí mismo para darte los pedazos que te faltaban y aun así, JiMin — se quejó, negando erráticamente y se frenó repentinamente para poder llorar —¿Por qué?
JiMin lloró al verlo actuar de esa manera y se arrepintió tanto de lo que hizo, mucho más ahora que veía lo que había provocado.
—¡Lo lamento! — gritó y el viento sopló con fuerza, despeinando los cabellos negros de su esposo —Intenté volver, busqué mantenerme despierto y respirar, pero fue tan doloroso que simplemente permití que el agua me llevará.— aseguró, recordando haber visto los ojitos de WooZi mirarle antes de morir —Me arrepentí a los segundos porque las voces en mi cabeza finalmente se habían callado y me dije que lo había jodido todo. Intenté volver... Lo juro, pero, aunque luché contra la marea, ya no pude salir de la profunda y fría oscuridad.
—Estoy tan enojado contigo, pero ahora no puedo reprocharte nada porque ya no estás. No hay forma de explicarte lo destrozado que estoy, nadie lo entendería porque ninguno tuvo la oportunidad de ver tu verdadero ser. Ninguno te amo tanto y nadie más tuvo el honor de verte día a día con mis ojos.
—Te amo, YoonGi— dijo JiMin, intentando nuevamente envolverlo con sus brazos y de nuevo fallo.
—¿Cómo podré olvidarte? — interrogó YoonGi, limpiando sus lágrimas con la manga de su saco negro —Tus besos, caricias, calor corporal, palabras, suspiros, manías, berrinches, enojos, risa y aroma. Todo lo que ame, simplemente todo tú. Jamás podré arrancarte de mi memoria— finalizó, volviendo a quebrarse.
—Por favor, nunca lo hagas, todo menos eso— rogó JiMin desesperado.
—Nunca podré dejarte ir.
—Lo lamento...
—¿Este es mi castigo por no notar que te estabas derrumbando ante mis ojos? — dudó YoonGi con pesar.
—No amor, jamás te lastimaría... Yo intentaba dejar de darte problemas, intentaba no estorbar y y-.
YoonGi interrumpió —Lo merezco, pero no lo quiero. Te quiero a ti y ¡Te necesito a ti! —gritó, poniéndose de pie y dándose la vuelta para no ver la tumba.
—También te necesito, también te quiero ¡Pero no lo merecía, YoonGi! Estaba roto y sucio.— respondió JiMin igual de exaltado, intentando detenerlo.
—Muy a diferencia de ti, yo soy una mierda y no me importaría nada por perseguirte hasta la muerte, pero está nuestro pequeño. El hijo que nació del fruto de nuestro amor.— siseó YoonGi, mirando a la distancia cómo TaeHyung traía a WooZi de la mano, probablemente porque ya se había demorado.
JiMin fijó sus vacíos ojos verdes donde mismo y apenas pudo sonreír, mirando por última vez lo bello que se veía su pequeño hijo, WooZi. Da las gracias porque TaeHyung está allí y sabía que su mejor amigo los cuidaría en su ausencia.
—No te lo perdonaría, no me sigas y cumple con lo que yo no pude. Cuida a nuestro niño y dale todo el amor que yo no pude darle, por favor.— imploró, agachando su mirada para retener esa imagen en su cabeza.
WooZi sería feliz, crecería y entendería su error, tal vez algún día lo perdone.
—Lo siento, JiMin, perdóname por no haber estado a tu lado y por no poder continuar velando tus días.— YoonGi se lamentó, totalmente decidido a terminar con todo esto —Sé que ahora estás en un mejor lugar y que por fin encontraste la paz que deseabas.— se alentó, esperando que de verdad fuera así —Gracias por intentarlo durante tanto tiempo y permitirme amarte. Siempre te llevaré en mi corazón y ten por seguro que nadie ocupará tu lugar. Viviré mi vida por los dos, cuidaré de nuestro bebé, le contaré sobre ti y también a nuestros nietos.
TaeHyung y WooZi estaban a unas cuantas tumbas delante de él y por ello se contuvo de llorar, reteniendo las lágrimas. Se detuvo al ver los ojos verdes de su hijo, los cuales heredó de JiMin y le sonrió con dulzura a modo de saludo.
Ambos tenían una vida por delante y esta vez haría bien las cosas, se esforzaría el triple si es necesario. No se rendirá hasta que la muerte venga por él y decida reunirlo con su amado, JiMin.
—Te amo, YoonGi, gracias por formar parte de mí y espero sean muy felices.
—Park JiMin fuiste y siempre serás el amor de mi vida.— se despidió YoonGi, mirando una última vez la tumba y las lágrimas se le escapan en medio de una sonrisa forzada.
—Min YoonGi fuiste y siempre serás el amor de mi vida, aun en mi muerte.— correspondió JiMin, mirándolo fijamente a sus orbes negros.
—¿Okay?— preguntó YoonGi, tal como solía hacerlo cuando eran novios.
Algo que hacía cuando JiMin vivía, un acto romántico entre ellos que realizó desde el día que se casaron y en vez de decir acepto se habían dicho aquello.
—Okay.— respondió JiMin, desvaneciéndose en el aire.
El viento volvía a soplar con fuerza, las hojas anaranjadas revolotearon y crearon un pequeño torbellino que topó contra TaeHyung, quien al ser envuelto en hojas sonrió ligeramente y sintió una calidez invadiendo su pecho.
WooZi aprovechó ese momento para soltar la mano de su tío y corrió a su papá YoonGi, se lanzó a sus brazos y lo envolvió para esconder el rostro en su cuello. Era demasiado pequeño para ser consciente de lo que pasaba, pero sabía que necesitaba a sus papás y ahora solamente tiene uno.
—Apa... ¿Po que api no ha despertado? — preguntó WooZi inocentemente, mirando como lentamente la tumba quedaba atrás.
YoonGi tragó en seco —Papi está cansado, debemos dejarlo dormir.— respondió lo más tranquilo que pudo, sin detener sus pasos.
WooZi asintió con un puchero, a pesar de no saber la verdad, sentía que no era correcto dejar a su papi JiMin en ese sitio porque estaría solo y su papi odiaba estarlo. Su papi JiMin desde ese lugar ya no podría jugar con él, sonreírle o mimarlo como solía hacerlo y esa realidad lo hizo llorar entre balbuceos.
YoonGi lo apretó contra sí, tratando de darle consuelo, pero estaba tan destrozado como él y no lo logró. TaeHyung y JungKook terminaron recibiéndolos y abrazándolos para calmarlos porque ahora es cuando más se necesitaban.
JiMin se había ido.
💙
He dejado un pedazo de mi corazón en esta historia, por favor recuerden que no están solos y pedir ayuda no nos convierte en personas débiles, los quiero muchísimo :3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro