𝓣𝓻𝓲𝓼𝓽𝓮𝔃𝓪
— Le dije a mi papá que le dijera al tuyo que me llevara a casa, ¡podemos jugar en tu jardín! No aceptaré un no como respuesta, BeomGyu.
Yo no quería jugar con YooBin hoy. Estaba más entusiasmado por lo que Taehyun dijo que haría.
¿En serio me dedicaría un gol?
Ayer antes de dormir comencé a buscar frases motivadoras para decírselas antes del partido, pero no pude encontrar mucho: mi hermana había entrado a mi habitación a quitarme el computador, diciendo que tenía cosas importantes que hacer.
Una mentirosa aprovechadora, eso es.
— Podemos comprar chocolate —YooBin me siguió hablando, aún si no le estaba haciendo caso—. ¡También podríamos comprar gaseosa! Pero agua para mí, estoy haciendo dieta.
— ¿Dieta? —por fin la miré, hundiéndome aburrido cada vez más en el asiento del gimnasio donde estaba sentado—. Pero yo te veo bien.
— Y para eso me debo de cuidar —habló obvia, sacando el nuevo celular que le habían comprado—. No lo entenderías, eres niño.
Que feo que me critique por ser varón, digo, yo no pedí nacer con este género. Pero la realidad es que estaba orgulloso de no formar parte de la tonta bola de niñas de mi salón, ellas eran demasiado raras, los hombres éramos mejores.
— ¡¿Cómo pudiste matar a mi esposa?! —De la nada YeonJun había hecho acto de presencia, acercándose con una mirada furiosa hacia nosotros en el gimnasio—. ¡Eres un asesino!
— ¿Qué? —YooBin volteó a mirarme sin entender absolutamente nada, por lo que rodé los ojos.
YeonJun era hombre, pero era uno idiota. Al parecer el género no servía de mucho.
— ¡¿Por qué lo hiciste?! —chilló molesto, como si se fuera a llorar en cualquier momento—. ¡Ahora mi hijo ya no tiene madre!
— ¿De qué está hablando?
— Maté a su esposa en Roblox.
Luego de mi respuesta, YeonJun asintió efusivamente con la cabeza y la indignación pintando su rostro, muy diferente a YooBin que rodó los ojos.
— Ella quiso matarme a mí, me dijo que me odiaba y que luego te mataría a ti para quedarse con la casa —YeonJun abrió la boca con pánico, sin creer mis palabras—. Te salvé de esa bruja.
— No puede ser —YeonJun puso una de sus manos en su pecho, con el corazón roto en pedacitos—. Ya no creeré en el amor.
YooBin y yo lo miramos con disgusto, y YeonJun volvió a la normalidad.
— Y tampoco creeré en la amistad, creí que me guardarías sitio.
Oh, eso.
La verdad es que sí se lo estaba guardando, pero YooBin llegó antes y se sentó ahí, tampoco podía decirle a SooBin, quien estaba sentado a mi otro lado hablando con Kai, que se cambiara de sitio: SooBin odiaba lo suficiente a YeonJun como para darle el placer de sentarse a mi lado.
— Vete a otro lugar —mandó YeonJun a mi mejor amiga, y esta negó con la cabeza.
— No, tú siéntate en otro lado.
Él la miró con irritación y comenzó a alejarse rendido pero con la cabeza en alto, claro, no sin antes insultarla.
— Fea.
Ella volteó a mirarlo con indignación y furia, y luego me miró a mí.
— ¡BeomGyu, YeonJun me dijo fea!
— ¿Acaso lo eres?
YooBin parpadeó por mi respuesta sin saber qué decir, o más bien, pensando profundamente eso.
— No.
— ¿Entonces?
— Oh...
Y una sonrisa engreída apareció en sus labios antes de sacarle la lengua a YeonJun, quien ya estaba lo suficientemente alejado de nosotros como para darse cuenta.
Una hora más transcurrió, YooBin ya había caído dormida sobre mi hombro y SooBin me hablaba algo desinteresado sobre los exámenes que se aproximaban.
Yo me estaba aburriendo, sentía un calambre en mi brazo por abrazar a YooBin para que no se cayera del asiento y se golpeara la cara, mientras que mi cuello tratando de acercarse lo más posible a SooBin al no escucharlo muy bien por esa voz suave y baja me comenzaba a doler. Yo solo quería que el partido comenzara y que Taehyun me dedicara un gol.
Pensar con más fuerza en él hizo que la ley de la atracción lo trajera al gimnasio, pero no pude hacer mucho, ya que solo me miró, luego a YooBin, a mi brazo, a SooBin y a mi rostro cerca al suyo.
Me sentí todo un playboy.
Antes de que se fuera a las duchas a cambiarse, desperté a YooBin para soltarla, y dejé hablando solo a SooBin para correr a Taehyun, bajando las gradas sin cuidado.
Él no me esperó, tuve que seguirlo hasta los baños, donde estaba todo su equipo de fútbol, los cuales no me caían en lo absoluto, pero no me importaba compartir el aire con ellos por unos segundos si se trataba de Taehyun.
— Hey, Taehyunnie.
El mencionado se mordió el labio inferior antes de mirarme de reojo mientras sacaba su vestimenta de su mochila. — ¿Qué quieres?
Que respuesta tan seca, pero viniendo de los labios más dulces y bonitos, no podía quejarme.
Me acerqué a él sin importarme el cuchicheo de sus compañeros, y a Taehyun tampoco le interesó, ya que se irguió para quedarse frente a frente conmigo.
— Eres demasiado bueno jugando —en realidad, Taehyun es bueno en absolutamente todo—, estoy seguro que quedarás para el equipo del próximo año, diviértete y ¡suerte!
Creo que di un poco de vergüenza, ya que todos comenzaron a soltar risas suaves, y Taehyun enrojeció hasta sus orejas. Suspiré con decepción: nunca más daría ánimos a nadie.
Pero antes de formar un puchero y pedir disculpas al rostro indescifrable de Taehyun, este tiró de mi manga para abrazarme, no dudé en corresponder.
No sé si lo hizo porque en serio quería un abrazo de la suerte, o porque quería esconder su rostro enrojecido en mi cuello para que sus compañeros no lo vieran. Preferiría que fuera la primera.
Luego tuve que irme porque todos habían comenzado a hacer sonidos como los "uUuuUuUh, son novioOoOoOos". Y no, nosotros no somos novios, aún.
El partido comenzó.
Se me hizo demasiado injusto que Taehyun, teniendo trece años, tuviera que competir con grandotes de quince. Aún así sabía que quedaría para el equipo, porque Taehyun tiene un talento demasiado encantador para el fútbol. ¡Cualquiera lo notaría!
Mi sonrisa embobada no desaparecía de mis labios mientras lo miraba correr detrás de una estúpida pelota, pero esto último no importaba si podía ver su sonrisa. Observar a Taehyun haciendo lo que le gustaba era mi pasatiempo favorito.
Todos comenzamos a gritar emocionados cuando mi castaño se acercó demasiado al arco, aunque algo le disgustó del tipo que lo estaba cubriendo. A mi también me molestó, y no sé por qué. Lamentablemente el grandote logró fastidiarlo lo suficiente como para patear mal la pelota, esta siendo agarrada por el arquero del equipo contrario. Cero a cero.
Taehyun era muy conocido por enojarse por cosas ridículas, pero siempre mantenía la compostura de hielo.
Esta vez no fue así.
El grande del equipo contrario le dijo algo cerca al oído mientras que caminaban para ubicarse, y fue de sorpresa de muchos que Taehyun no dudara ni un segundo en tirarle un puñete en la mandíbula.
Yo chillé con miedo, luego todos comenzaron a gritar mientras que el tipo lo tomaba del cuello de la camiseta, y casi me tiro de las gradas para golpearlo al amenazarle de esa forma. Pero todo fue detenido por el árbitro, quien le sacó una tarjeta roja a Taehyun.
¡Una tarjeta roja!
Yo no sé de fútbol, me parece ridículo. Aún así sentía un nudo en mi garganta al entender perfectamente qué era lo que significaba eso.
Taehyun no estaría en el equipo del próximo año.
Todos los que estaban sentados en mi fila se quejaron al tenerme queriendo salir hacia los baños, el mismo lugar donde Taehyun había ido sin ni siquiera quejarse de la tarjeta o explicarse de la razón de su golpe. Taehyun tenía orgullo, demasiado.
Entré con miedo, esperando gritos de enojo de su parte, o alguna cara molesta, pero lo único que vi fue al castaño sentado en una de las bancas de los vestidores, sus codos apoyados sobre sus muslos y el rostro tapado por ambas pequeñas manos.
Mi corazón se encogió. Lamí mis labios antes de sentarme al lado de Taehyun, sin saber qué decirle, o qué hacer. Como única reacción solo acaricié su espalda inclinándome a él para saber qué le pasaba, o cómo se sentía, pero él no se quitaba las palmas del rostro.
— ¿Por qué lo golpeaste?
Mi mano siguió acariciando su espalda con más seguridad al sentir esta sacudirse por el espasmo de un sollozo, y quise llorar también. Que Taehyun llorara me dolía, muy pocas veces lo veía de esa forma, por no decir nunca.
Me acerqué aún más, casi abrazándolo pero sin hacerlo, necesitaba que se calmara antes de decirle alguna cosa.
— Él... —Taehyun comenzó diciendo con una respiración irregular, su voz rota y frustrada y dificultándome aún más escucharlo por tener sus manos tapando su rostro—. él me dijo cosas... fue asqueroso.
— ¿Qué te dijo?
— Que m-me...
Y se quedó así. No quería sacar conclusiones "precipitadas", pero era justo lo que estaba haciendo.
Lo único bueno era que mi instinto protector era más fuerte que mi instinto de idiotez, así que me aguanté de no salir hacia el gimnasio y matar a golpes al idiota. En vez de eso, dejé un beso suave y corto en la cabellera castaña con olor a vainilla, tratando que con eso Taehyun se tranquilizara y dejara de llorar.
Fue complicado lograrlo: tuve que darle demasiados besitos en la cabeza, en sus mejillas, y hasta en sus manos que tapaban parte de su rostro, pero valió la pena terminar con Taehyun sentado de lado en mi regazo, como si fuera un bebé.
Él se notaba cansado acurrucado contra mi cuerpo, así que no me preocupé en pensar que los de su equipo llegarían en cualquier momento, más me enfoqué en acariciar su frente con la puta de mi nariz y labios, demasiado cómodo al tener Taehyun en mis brazos, aún si este parecía deprimido.
Miré sus ojos, chocando miradas con él y notando ese sentimiento que odiaba ver en ellos. No podía atreverme a preguntarle sobre lo del equipo del próximo año, porque de todas formas, Taehyun seguro me diría que me callara, solo lograría empeorar su estado.
— Intentaré convencer al profesor para que te de una oportunidad —susurré sin dejar de mirar sus ojos—. No estés triste, ¿bien?
Taehyun se mordió el labio inferior en una acción nerviosa, comenzando a jugar con la tela de mi camiseta algo distraído.
— Yo te quería dedicar un gol...
Mi corazón se agitó al escuchar una frase tan dulce pero triste con su voz, una sonrisa pintando mis labios de forma boba y sin mi permiso.
— Debería sacarte tarjeta amarilla —Taehyun se veía confundido, parpadeó y yo tuve que seguir con mi ridícula frase—. Porque me haces demasiada falta.
Sacar esa frase de internet me recompensó con una sonrisa divertida de Taehyun por primera vez luego del inconveniente.
— Deja de hablar ridiculeces...
— ¿Y...? —pregunté para que continuara con esa típica frase, Taehyun se sonrojó, haciendo lo posible para no ocultar su rostro en mi camisa.
— Bésame.
No desaproveché, y dejé que sus labios se unieran con los míos en un beso sanador, en un beso en el que podría transmitirle mi fuerza para que no se sintiera tan derrotado.
Hoy los ojos de Taehyun mostraron tristeza.
No sé si fue porque no estará en el equipo del próximo año, o si fue porque no pudo dedicarme un gol.
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