Capítulo 49
Damon Armstrong.
Caminos desgastados.
Mi día ha sido un puto asco desde que la vi, porque la quiero, mierda, aún la quiero y me puede que aunque no lo diga, lo desea a él. No es la misma que me seguía, no hay brillo cuando me mira, quizá una pizca de deseo, pero lo que no hay es amor, y eso es lo que quiero.
Para terminar perdí mi maldito teléfono en un bar después de confrontarla. Por suerte ese perro está entre la vida y la muerte.
Firmo el documento de extracción, porque este es el paso que he dado, y aunque me odia, puedo con ello, eliminaría a cualquiera con tal de tenerla y ella lo sabe.
—¿Cuándo la extraerán? —le pregunto a Franck que no es fan.
—Mañana me dan la orden, pero el consejo no me ha dicho nada, me padre va a hablar con ellos —dice acomodando sus lentes de marco negro en la silla al frente de mi escritorio—, la debe firmar padre. —hago un gesto con la cabeza de aprobación y tomo un trago largo vodka mientras la cara de mártir lo atraviesa—. No creo que sea correcto, Damon... ella no merece...
—¡Me importa muy poco tu puta opinión, Franck! —lo freno golpeando el escritorio. Las plumas caen al suelo y él rueda los ojos acostumbrado
Ya no tengo fuerzas para discutir más. El juicio va a estar a mi favor. Edward entra y trae a su novia, le encargué que conquistara a esta perra. Necesito ojos.
—Hola —dice la chica—, ¿qué necesitan?
—¿El bebé? —pregunto.
—Con su madre... —titubea mientras el tipo le pone la mano en la espalda y la acerca a mi escritorio—. No creo que sea correcto —el miedo en sus ojos y mi sonrisa se expande—. Debería irme...
—No.
La calma que tengo ahora me es irreal ya que yo no soy paciente pero creo que tengo todo a mi favor.
Ella permanece en clase mientras el perro ese se sigue recuperando. Sin embargo, hoy quiero visitarla. Sé exactamente adónde estará.
—Quiero que me des al engendro ese y me dejes pasar en la propiedad. —enciendo mi cigarro antes de que responda con voz temblorosa.
El novio la empuja para que se acerque y Franck se levanta ofreciendo el siento, ella me mira y yo le hago con la cabeza en asentamiento.
—No puedo hacerlo. —espeta.
Saco mi teléfono de mi bolsillo antes de dar una calada. Extiendo la mano a la foto que me envió uno de mis hombres y ella cambia de color tratando de agarrar el teléfono. Sus ojos se ponen llorosos. Está enojada pero no podría retarme, no me interesa que le suelten un tiro al padre.
—Contaré hasta tres para que me des tu afirmación —digo—, cuando entre y salga de esa casa podrás tener al perdedor ese.
Guardo mi teléfono mientras las lágrimas le escurren por las mejillas. Mira a su novio y sólo se levanta a empujarlo y abofetearlo.
—¡Eres un maldito, imbécil! —chilla golpeándolo y él sólo deja que lo haga—. ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me lastimarías!?
—Es obvio, preciosa —adjeto—; venganza. Tú sólo fuiste una inocente... no tanto —corrijo—, niña enamorada.
Sus lágrimas me importan muy poco, porque lo único que haré será usarla como pase a la casa de ese perro infeliz que me ha quitado todo. Ese que me arrebató a mi chica, a mi Lovely. La arrancó de mis manos y luego se metió debajo de su piel.
Elton Makris.
👑
Me envuelvo en la sábana tratando de dormir, y el pecho me duele de la necesidad que me ahoga, la quiero, la amo. ¿Qué diablos es esto? No quiero perderla y al estar casado esto funcionará de una manera diferente.
Vanessa se fue y yo estoy en casa de Aragon cuidando de que Love no haga estupideces, sólo juega con Eliot y hace el trabajo que se le asigna en la central, no ha estado muy distraída, de hecho ha estado mejorando, como si tuviese todo bajo control, después de que supiera que Aragon mejorará y que en una semana y media vuelve su oxígeno dejo de ser mercurio y comenzó a razonar.
Mientras yo me hundo en la maldita pena. Salgo de la habitación bajando la escalera de caracol un poco para ir al pasillo donde está su habitación.
—¿Ellie? —toco dos veces y no contestan.
Me ha ignorado desde ese día, y yo no he dejado de pensar en ella, es que me estoy volviendo loco por ver sus ojos y cabello negro. Insisto y no responde. Fuerzo la puerta hasta que cede por el simple hecho de que la rabia me fluye creyendo que está con Jonson, pero ella no es novia de nadie.
Puede dormir con él y con los que quiera si se le antoja, eso es lo que me purga.
La puerta se abre y la cama está tendida, lo cual me hace saber que no está. Camino a su ropero de pared y deslizo la cortina gris percatándome de que su ropa sigue aquí, tiene todo, laptop, armas, zapatos. Todo.
Me siento sobre la cama tratando de permanecer calmado...
—¿Qué haces aquí? —pregunta sin encender la luz.
Trae una toalla en el cuerpo y el cabello corto le gotea los hombros. El miembro me da punzadas de hambre viéndola así. Mi lengua ha sido mascada por mis dientes y tragada.
—Vete.
Cruza directo a su ropero y rebusca una pijama de dos piezas que avienta a la cama mientras se dirige al buro.
—¿No me oíste?
«No, no lo hago, porque lo único que hago es verte. Te veo y quiero quitarte esa toalla»
—Quítala —el pecho me retumba, un hormigueo estruja mis entrañas con la poesía que veo, la puta necesidad de cogérmela es demasiada—: quítala o lo hago yo.
Se burla negando. Me levanto quitando mi cinturón importándome nada de lo que pueda pasar.
—¡Lárgate! —me grita.
—¡No!
La empujo contra el buro y arranco la toalla dejándola desnuda. Santa madre De Dios. Es una puta hembra hecha de fuego.
—Abre para mí —pido mirándola a esos ojos oscuros. Tiembla tratando de resistirse pero... ¿cómo podríamos?
—Esto no está bien —sus lágrimas deslizan sus mejillas y las aparto con mi dedo.
—Sí, pero me harté de hacer todo bien. Quiero cogerte, y lo haré, así que, abre las piernas o te juro por Dios que te las abriré con un maldito retenedor. —mi voz se vuelve grave, profunda y distante que apenas puedo oírla con el retumbar de mi pecho.
—No... —la freno girándola de espaldas arrancándole un gemido que me deja aturdido—. ¡No me hagas esto! ¡No lo hagas!
—¿No quieres? —pregunto jalando su cabello, ladeo su cabeza para que su aliento se funda con el mío.
—Yo... sólo...
—Déjame entrar —pido en un susurro—, déjame llenarte una vez más, joder. Estoy reventándome.
Su cuerpo se hace hacia atrás dándome paso libre a lo que quiero y bajo rápidamente mi bóxer sacando mi miembro duro, la inclino hacia el buro pegando su rostro con la madera, su culo que perfecto, jalo su cabello y ubico su entrada húmeda y cálida esperando por mí.
—¿Quién es tu puto dueño? —jadeo paseando mi punta por su entrada.
Un gemido se escapa de su boca y empuja su culo hacia mí, me alejo porque quiero que lo diga, necesito que me vibre el cuerpo.
—Sólo dilo.
—¡Tú, malditamente tú! —gruñe. Gime cuando deslizo mi dureza dentro de ella.
La saliva se me vuelve agua y me pierdo, no puedo detenerme, simplemente empujo y empujo. Es que no puedo parar con el calor que ella emite, y no niego que Vann es hermosa, lo es... ¿qué estoy haciéndole a Vann? Yo no debería hacerlo, pero...
—¡Sigue, papi! —gimotea. Le doy una nalgada ganándome sus manos debajo de mi trasero, apretando con sus uñas mis muslos mientras se contornea para mí—. Sí, sí...
—Me vuelves loco... tú... madre mía —me salgo de ella y la giro para verle el rostro.
No espero para agarrándome el miembro masajeándolo, me prendo de su boca y con una mano le envuelvo el cuello sintiendo la electricidad de mi cuerpo. Deslizo mi mano hasta su coño húmedo, lleno de nuestros jugos. Meto un dedo haciéndola gemir.
—Te amo —dice gimoteando cuando el organismo comienza a atravesarla.
Por alguna curiosa razón eso hace que me crezca la polla. Le doy vuelta y la arrojo a la cama, queda de frente a mí y su pecho se rebota dejándome ver sus pezones erizados. Sus piernas abiertas me llaman como perro faldero, me tiene como un cristiano, uno que reza por piedad pero yo por su vagina, porque quiero entrar y no salir, porque me gusta sentirla contraerse al rededor y no me importa el infierno, porque seguramente ella va a estar y allí me la seguiré cogiendo.
—Y yo a ti.
Vanessa Jonson.
Salgo de la escuela y me dirijo por un café de Pops, hasta ahora es mi favorito, mi mejor amiga Love dice que el mejor es el de vainilla pero definitivamente no lo creo, me gusta el de chocolate. Supongo que me gusta ese olor, o quizá ahora el de moca.
Compramos cafés y ella compra uno para Elton, yo ya ni lo recordaba, nos hemos visto poco estos días, supongo que me da espacio para que pueda disfrutar mi soltería, no es fácil pero supongo que así jamás me podrá llevar, y... tocar.
—¿Te sientes bien? —pregunta Love. Nos acomodamos a tomarnos nuestros cafés en las mesas de afuera.
Trae el cabello en un moño con mechones cayendo a su rostro. Toco mi cabello recordando lo que hizo, y eso no es lo que me importa si no que no lo odio.
—Sí —suspiro—, ya sabes. Mierdas de bodas.
Su sonrisa desaparece y asiente colocando el mechón rebelde detrás de su oreja. Es como si lo extrañara, como si sólo estuviese feliz con él cerca, pero él es un poco hombre, lo sé. Eso de verse con otra en un hotel, de follarla aunque ella sea sólo su concubina. Los hombres son una porquería, pero algunos son peores.
—¿Puedo hablarte sobre algo? —titubea mirando su café, pasa los dedos por el rededor de su vaso con su nombre Lovely Aragon.
—Siempre —le tomo la mano sonriéndole con coquetería.
—Yo... —mira a otro lado negando, no me mira, y sé lo que dirá—, le diré que nos vayamos de aquí —me mira a los ojos y están cristalinos—, no sé si es estúpido u enfermo, pero es mejor que volver a verlo casi morir. No sé cómo funciona esto pero quizá ustedes quieran ir... yo lo puedo convencer... empezaremos de nuevo, ¿quieres?
Sus ojos grisees están llenos de esperanza, y me duele que crea que podemos iniciar como si nada.
A veces me da incuria su positivismo después de todo lo que ha vivido. Porque es bella, y eso nadie lo puede negar, sus ojos emanan poder y al mismo tiempo miedo. Su cuerpo es un reloj de arena con dos metales pálidos en sus ojos que te dicen que es incapaz de hacer algo malo, sin embargo; mató a una mujer que la cuidó y alimentó cuando Aragon la refundió en un calabozo.
—Dudo que nos quiera cerca de ustedes —resoplo.
—Lo hará. —asiento y ella mira su teléfono al recibir una notificación—. Me tengo que ir, Eliot se siente un poco mal...
—Oh, ve. Yo voy a ir por unas cosas y después te alzando.
—Gracias —dice casi preocupada porque me fuese a dejar—. Félix puede quedarse contigo —me propone.
—Tranquila, yo estaré bien, me iré en mi auto.
—Vale. —se levanta tomando los cafés. Trae un pantalón negro que ajusta su cuerpo y blusa manga larga roja de gamuza sin sostén resaltando sus atributos—. Te amo.
—Yo más —respondo el beso que me da antes de ir hacia su auto.
Comprendo a Love. Aragon la trata bien, le da todo, la cuida, mata a quién se le atraviese por ella, entiendo, lo que no entiendo es porque no eligió a Damon, pudo matarlo pero en cambio quiso escalar edificios para verlo. El mafioso no la suelta porque sabemos que Lovely es como la estrella del árbol de navidad, pueden haber adornos increíbles en el árbol pero si no pones la estrella jamás estará completo.
Ella es la estrella, porque pone a todos de puntas para alcanzarla, arman todo un árbol y lo adornan sólo para colocarla en la cima y más tarde ponen regalos a su alrededor.
«Nunca he tenido algo así»
Me dirijo a casa de una de mis compañeras para entregarle un documento sobre el tipo misterioso que vieron en la redada, como somos estudiantes nos ponen a prueba, pero todo es confidencial, y lo hacen porque yo soy mejor amiga de Love. La chica que se ha vuelto más importante para el mundo, ya que, es la protegida del mafioso más temido de la tierra, el blanco de la mafia enemiga y la obsesión de la ley.
Ya no sé si quieren matarla o simplemente les gusta este juego de la papa caliente, porque sabemos que Lovely es una granada de tiempo. La pasan entre ellos a ver a quién le explota primero en la cara, y al parecer la jerarquía fue la primera, porque Lovely rogaba que Sophia estuviese en su camioneta. Eso casi pasa, pero no fue así.
—Hola, Vanne —sonríe el hermano de mi compañera Lu cuando llego a su casa.
—¿Está Lu?
Me escanea y asiente.
—¡Lu, te busca Vanne!
Su hermano Esteban me deja pasar y simplemente damos un repaso de más fotos que conseguimos del tipo, realmente parece un fantasma, y no tenemos nada el sistema de búsqueda de la jerarquía, porque yo estudio en otro lugar, no en el mismo que Ostin porque Elton dijo que me necesitaba fuera de esas garras, pero entiendo.
El hombre tiene un aire a muerte, y no sé porque me hace pensar en él, como si quisiera que sucediera, pero no tengo idea de porque me siento como si los brazos del infierno fuesen más acogedores.
—Que bonito anillo —dice Yésica—, eres muy afortuna. Elton Makris es el heredero con más peso del mundo.
Elton es increíblemente poderoso, y por eso no nos han tocado un pelo, por eso mi rescate estuvo bajo las sombras.
—¿Cómo es él? —pregunta.
Frunzo el ceño.
—¿No lo conoces? —digo casi como si fuese ilógico.
Niega y su hermano aparece con aperitivos. Poniéndolos en la mesa de estudios donde con con la chica de ojos rasgados.
—Ese chico permaneció en las sombras toda su vida, las pocas imágenes de él se han tomado este mes que estuvo en el hospital y se le vió salir —dice entusiasmada—, podría pasar literalmente frente a mí y no lo reconocería.
Bueno, tiene sentido, a Damon le costó mucho encontrarlo por lo que sé.
—Es muy lindo, y apuesto —sonrío sintiendo cosquillas.
Toma mi anillo y lo escanea mientras me siento de todo menos feliz.
Él es un buen hombre pero no me llena, a pesar de lo que hemos pasado siento que la vida me castiga por hablar de Love. Por juzgarla porque ahora tengo tatuadas sus manos en mi piel.
Me despido de Lu y me percato de que mi teléfono no tiene batería cuando intento llamar a Ostin. Siempre lo mismo, he tratado de llamar a Petee pero no responde, Ellie dijo que estaba vivo y que no me preocupara pero lo último que vieron mis ojos de él fue su cuerpo en el suelo y a Damon apuntándole.
Reconoceré que Aragon me salvó y por ello siempre le deberé la vida, pero también pienso que de no ser por él no tendría que deber nada.
Hace frío en Londres a está hora y los relámpagos resuenan en el cielo. Me percato de que debo apresurarme o la tormenta jodera con granizo mi parabrisas.
Camino sintiendo un escalofrío en mi nuca y el estómago se me revuelve. Los faros de luces cálidas me alertan cuando comienzan a parpadear tal cual película de terror promedio. Abro la puerta de mi Volvo tan rápido como puedo metiéndome sintiendo que me pizan los talones, meto seguro con las manos temblorosas y dejo ir el aire de mis pulmones. Las luces de mi auto se apagan y el miedo me eriza la piel...
Emprendo camino a mi residencia. Últimamente he sentido que así es esto, que el miedo no se va, a Love le pasaba lo mismo, y tengo amigas con el mismo problema. Yo no había vivido algo así, sólo vivido acoso y abusos insignificantes como él de James.
Una vez le dije que no quería y me hizo darle sexo oral. Llegue a casa a lavarme los dientes, y lo mandé a la mierda.
Subo los escalones de madera que rechinan y el miedo me traspasa, no sé porque estoy así de asustada.
Entro a mi alcoba y al menos no hay un desastre. Parece que limpiaron y pusieron aromatizante.
Aviento las llaves en oscuras a mi escritorio tirando mis plumas y lápices.
—Ay, Vann.
Los recojo y me despojo de la ropa, pongo a cargar mi teléfono con el cable de la computadora en lo que me doy una ducha rápida. Veo mi cabello en el espejo empaña y noto como crece poco a poco, limpio las lágrimas que duelen debajo de mi seno izquierdo.
Mi teléfono suena y me envuelvo en una toalla rápido para salir y responder.
—¿Sí?
—¿Me tendrás esperando toda la noche Speaks-peak?
El zumbido en mis oídos me aturde y el teléfono cae a mis pies cuando ubico de un brinco la voz justo detrás de mí.
La luz del baño lo ilumina por segundos como un espectro pero vuelve a cerrarla haciéndome temblar.
Retrocedo por inercia y no sé porque si no quiero huir.
—Quita ese trapo de algodón —ordena con una voz firme que me traspasa en mil pedazos.
—¡Ayuda! —grito y me estrella contra la pared.
Forcejeo zafándome de su agarre, corro hacia la puerta creyendo que viviré cuando la abro y la vuelve a azotar arrancando mi toalla, el pulso se me descontrola y aunque trato de correr no puedo.
Me estrella contra la puerta nuevamente y refriega la erección que me hace jadear.
—¡Basta! —lloriqueo.
—Te lo dejé claro antes de que te sacaran como puta damisela en peligro —recuerda cerca de mi boca. Su barba choca contra mis labios y veo que está afeitado—, eres mía o mato a la puta de tu amiga que me bombardeó el culo.
—Por favor —digo en un hilo de voz inhalando el maldito perfume que me moja la entrepierna.
—Estás tan dispuesta —muerde mi barbilla—, y yo también.
No sé qué pasa conmigo o qué pasa pero me voy contra él y ese sabor a coco con menta que tiene en la boca, me carga como una muñeca, gruñendo y metiendo su lengua dentro de mi boca con una sed infinita.
—Que rica sabes —me estruja el trasero, me contorneo y remoliéndolo contra su polla.
No hablo porque no quiero. No quiero parecer una urgida, y menos que jamás podré decirle esto a mi hermano. Se supone que de esto hablamos, hablamos de las personas que cojemos y a quienes amamos. Así como lo hacíamos antes.
Me arroja a la cama y me quedo quieta cuando comienza a desvestirse y sólo los rayos alumbran su cuerpo. Mi respiración se agita cuando veo que su polla gruesa brilla haciéndome babear. Retrocedo en la cama por inercia y rebusco en mi cajón un maldito condon. Se lo aviento y lo abre.
—Revise tu historial, pequeña —se rompe el látex—, estás limpia, y yo también. Hace mucho no cojo con un coño como el tuyo, y me place empujártela así.
—¡Por favor no hagas esto! —No quiero morir con una ets y que digan que si he sido una puta por ello.
—Cállate la boca o te lo meto allí.
Hago caso y se sube sobre mí. Su cuerpo caliente me hace delirar y aunque quiera ser decente no puedo, me palpita todo. Muerde mi cuello levantando una pierna para colocar su polla en mi entrada.
—¿Qué es esto? —le pregunto jadeando contra su boca que llega después de mordisquear mis pechos.
—Sólo debes saber que si obedeces no tendré que matar a tu hermano inservible, o la puta de tu amiga —me dice arrancándome un gemido cuando va introduciendo su verga en mí. Su cabeza es gruesa y aprieto los labios—, puedo eliminar a uno por uno, mi cielo. No lo dudaré.
—¿Así que si dejo que me folles...? —me atraganto mordiendo mi labio inferior cuando vuelve a introducir poco a poco—. ¿Si lo hago no morirá nadie?
—Digamos —vuelve a deslizar y chillo sintiendo el tamaño—, que, tus padres seguirán en esas vacaciones con la cabeza en su lugar, y que todos tus amigos, incluyendo el hijo de la sirvienta.
Termina de embestir y grito cuando choca con mi cervix. «está de la mierda». Envuelvo mis piernas en su cuerpo, mis uñas se entierran en su espalda sintiendo que voy a venirme antes de nada.
—¿Puedes dejar a Love fuera de esto? —le pregunto gimoteoando—. Ella no tiene que ver.
—Calla —gimotea. Gruñe y muerde mis tetas empujando con fuerza haciéndome gritar.
El dolor y el placer se unen en un espiral de emociones que no soporto cuando se me seca la garganta. Busco su boca sin ningún pensamiento firme.
Me sofoco en las embestidas, gemidos y sus labios recorriendo mi cuerpo. Me cambia de posición haciendo que me ahogue por el corte de respiración mientras me tapa la nariz al follarme en cuatro. Los pulmones se me comprimen.
—Eres mía mi cielo —arremete con fuerza y los brazos me tiemblan cuando ya no puedo sostenerme. Me empuja hasta el colchón dejando que mis piernas se junten con mi abdomen de tal manera que mi trasero queda todo para él—. ¡Me encantas, me encantas! Aprietas tan bien... tan... bien...
—Sí... Oh, maldición, así. ¡Justo ahí! —gimoteo con la cara en el colchón mientras él desbarata mis caderas.
Mi centro de explosión se carga, revienta y me empujo contra él cuando el gemido y el gruñido chocan haciéndonos saber que acabamos de llegar al punto. Me quedo inmóvil mientras sigue follandome y gruñe golpeando con fuerza, tanto que duele pero no soy consciente. No me muevo, sólo escucho sus gemidos y cuando finalmente termina se sube sobre mí. Y sigue follandome. Mi clitoris vuelve a cargarse y explota haciéndome llorar y convulsionarme mientras él se mueve en círculos gruñendo y empujando dentro de mí.
Me quedo quieta, procesando la porquería que soy, y besa mi cuello, mi mejilla. Se sale de mí y mi sollozos comienzan como si fuese una maldita creía.
—No llores, pequeña —se sale de mí y me arropa con la sábana.
Trato de empujarlo y no le importa, me aprieta con fuerza poniéndome contra él. Su verga sigue erecta y se me antoja de la nada.
—No llores —limpia mis lágrimas con las palmas de su mano—, ¿qué sucede? Puedes hablarme.
Mi corazón se parte porque no puedo ser sincera con nadie más.
—Creo que estoy pagando por haber hablado de mi amiga —me quiebro apretándome a él—, ella sólo quiere vivir su vida con él y yo estoy con su enemigo. ¿Cómo le dices a eso? Ha sido mi amiga tanto tiempo. No valgo nada, los hombres me usan y sólo eso, me tiran y se aprovechan. Así como tú.
Su silencio me dice que sí, que soy un polvo que le gustó por su trauma. Sé lo de Abby y su bebé. No sé qué pasaría si se entera de que es él padre, pero supongo que nada.
—Eres una puta, sí —dice—, pero eres la mía. No la de nadie más. Y si te portas bien haré lo que quieras. Puedo ser bueno.
—¿Por qué? —corrugo— ¿A cambio de qué?
—Nunca he querido pelear con Aragon, la mafia siempre debe estar unida, el problema es tu puta amiga —escupe con rabia—. Por su culpa... por ella. Sin embargo, la vida de ambos me sirve y la información igua...
—¿Abigail? —digo y me toma desprevenida asfixiándome.
—No llenes tu sucia boca con la de mi Abby —escupe. Se sube sobre mí y vuelve a penetrarme haciéndome llorar por la fuerza que ejerce.
—¡Basta! —empujo su mentón—. ¡Duele!
Lloriqueo y no me hace caso. Se viene sobre mí sin dejar de embestir. Empuja y me devora la boca, respondo no sé porque enferma razón. Y el estómago se me encoge con un orgasmo que azota mis entrañas, un gemido que no escucho, sólo siento y veo estrellas mientras mis manos dejan de moverse y mis ojos se apagan.
Los pulmones se me comprimen, el tórax me revienta por la falta de aire y aunque trato de luchar no puedo, no veo, sólo siento que vuelvo.
—Me gustas, pequeña —un beso cae sobre mis labios y el zumbido llega a mis oídos.
Si muero, seguramente será una mierda. «Se vino pero se fue».
Nota:⚠️
Y con esto podemos saber porque el nombre del libro, todos están bajo la misma corteza. Todos son iguales y crecen bajo las raíces del pecado y las mentiras.
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