Capítulo 2
Lovely Walker.
Amargo recuerdo.
Mi día transcurre de lo más ordinario, desayuno y piscina con Elton, que está teniendo la resaca de su vida y por eso está con los lentes de sol tumbado en la silla de playa. Yo sigo nadando y nadando en el traje de baño de dos piezas, el agua es deliciosa, de hecho siempre tiene un buen ambiente.
Vanessa viene riéndose y gritando porque Ostin la sigue. La tira al pasto y ella se va desnudando conforme avanza para dejarse caer de un clavado.
—¿Qué fue? —pregunto a los tontos de mis amigos.
—Tu amiga, me tomó una foto teniendo sexo —la señala.
—Todos te han visto tener sexo —se defiende ella.
—¡Yo no! —protesto.
—¿Quieres? —se pone de cuclillas en la orilla de la alberca.
—¿Desde cuando somos tan promiscuos? —pregunto sin bromas.
—Desde que..., tú estás muerta, Vanesa "escapó" Damon se convirtió en peleador a muerte y yo... yo soy rey —suelta el más modesto del lugar.
—Perdón, su majestad.
—Tú eres mi prometida —me dice—, ven siéntate.
—Dile a Vann.
—Creí que los reyes ponían tener siete mujeres —protesta quitándose los lentes, dejando que la luz le cause migraña—. Ya no quiero este título.
—Te quiero —le aviento un beso y lo atrapa
guardándolo en su bolsillo.
—Para más tarde —guiña el ojo.
—¿Y yo? —se ofende el tonto de Os.
—Tú ven —dejo que se acerque, lo tomo de la camisa acercándome a sus labios.
Lo tiro conmigo y hago que caiga al agua con todo y ropa.
—¡Esa es mi muñequita! —festeja Elton.
Talla su cabeza y toma una pastilla que tiene al lado de la mesa mientras Vanessa y Ostin se pelean en el agua. Ellie viene y detrás de ella Damon... volveo a otro lado y Elton se levanta cuando ellos se sientan a su lado. Se quita la ropa y se mete desnudo como de costumbre. Me acorrala y besa mi frente.
—No te preocupes por ellos —asiento sintiendo la rabia en la garganta—, jamás va a haber otra Lovely Walker.
—Te quiero, tonto —lo abrazo y su polla no me roza ya que la cubre con sus manos.
—¿Cómo te sentiste haciéndolo de nuevo?
—Revelador.
—Damon está un poco... estresado —me dice—, él todavía no asimila lo que te sucedió, y cree que es su culpa. Me desagrada porque en lugar de estar besándote —me besa la cara—, está allá causándote dolor de estómago.
—No quiero que nadie me cause eso —hago una mueca—. Sólo quiero sexo y divertirme.
—Puedo darte ambas —me dice—. Antes de la misión te lo dije.
Escanea mi anillo y besa mi mano.
—La oferta sigue en pie... si no —me mira mordaz—, puedo hacerte un oral.
—Elton —le advierto—, no podemos hacer esto aquí.
—Vamos a mi cuarto —se encoge de hombros—, todos follan con todos, y yo quiero hacerlo contigo. No me quiero morir sin hacerlo.
—¡No te vas a morir! —lo zapeo.
—Bueno —me da un beso casto—, piénsalo. Si sientes que te mereces algo más que folladas fugaces, sabes cuál es mi habitación.
—¿Y si sólo quiero dormir?
—Muñequita —me mira con dulzura—: yo soy promiscuo y eres hermosa, pero si quieres dormir dormimos. Yo te doy lo que pidas.
—¡Ya Elton! —lo frena la hermana—. Vas a eyacular en la piscina.
—¡Cierra la boca!
Comienza a vibrar un teléfono y se levanta como rayo hacia él. Ni siquiera se seca las manos. Me mira porque veo lo que tiene entre las piernas que no se detiene a cubrir.
—¿Quieres? —me señala.
Niego con una mueca de asco.
—¡Me estas causando perrilla! —dice Ellie, y lo nalguea.
—¿No que eres un príncipe? —protesta Ostin—. Careces de modales.
—Pero de otras cosas no —responde sin muchas ganas mirando el teléfono con un color pálido, y no sé si es por la resaca o qué.
—Debo hacer una llamada —dice y jala a su hermana como trapo, la cual va refunfuñando hasta desaparecer.
—¿Podemos ir a comprar ropa hoy? —inquiere Vann.
—Supongo —me encojo de hombros.
—Elton me comentó hoy en la mañana que sí hará el carnaval. —sale del agua con ropa interior.
—No creo que sea buena idea —interviene Ostin.
Es verdad, no podemos llamar la atención, sin importar que Elton sea el heredero, él nunca ha estado al mando de esta manera y siendo así llamaría a los ojos de la jerarquía. Ellos no pueden entrar a Grecia, tienen prohibido hacerlo.
—¿Y si se largan? —sale Damon que había olvidado que estaba aquí.
Lo ignoro de lo que hace, sin embargo mis amigos salen como si fuese su jefe. Nado hacía la otra esquina porque ganas de estar cerca de un espécimen sexual no es lo mejor para mantener la dignidad.
—Nos vemos adentro —se despide Vann y yo sólo asiento.
El imbécil entra al agua y me molesta, no me agrada que se me acerque y no sé si porque en el fondo tengo unas ganas de follar incomparables, me hago la loca mientras floto y él se desliza por toda la orilla hasta alcanzarme. «Necesito pararle los humos», me digo.
—¿Qué quieres? —me subo mejor a la orilla de la piscina.
—¿No es obvio o te lo tengo que escribir? —se pone frente a mí, rodea mis piernas con sus brazos, inclinándose hacia adelante.
Me causa una vibración extraña en el cuerpo pero nada que el autocontrol no puedo solucionar.
—Te dejé muy claro las cosas —le recuerdo. Le pongo la palma en la frente y lo empujo.
—Quiero hacer caso, pero mírate —me observa y debo obedecer para entender de que habla.
Es verdad que en estos meses he ganado masa muscular y le ahora mis músculos son más tentadores por así decirlo.
—Ve con Ellie —le sugiero—, ya no tengo ganas de que me folles y me dejes con ganas.
Trato de salir pero lo evita, me mete al agua con furia y me aprieta la mandíbula la haciendo que mi corazón se maltrate contra mi tórax.
—¿Cómo te gusta que te follen ahora? —pregunta y sus ojos oscuros me dicen que algo no anda bien.
Trato de safarme pero me sigue acorralando, empujándome contra el mármol.
—Déjame de una puta vez —pongo la mano es su pecho para mermar cercanía—, yo no tengo la culpa de que tu hombría se vea afecta si no follamos.
—¿Quieres que haga esto? —aprieta la herida donde tengo la marca.
—¡Déjame! —le exijo porque aún duele.
—¿Cuál es el problema? —me besa el cuello, y muerde mi hombro.
No se siente mal pero...
—No —le ordeno—. No lo hagas.
Se separa de mí y me mira con asco, como si acabara de clavarle el cuchillo a su padre.
—Creí que te gustaba que lo hicieran afueza. —rueda los ojos y se dirige a la orilla hasta salir.
El hueco que acaba de provocar me hace quedarme sin aire, y sin lágrimas, le doy la espalda viendo cómo se marcha. «¿Qué mierda le sucede?», me pregunto.
Sí, está bien que estuve con ese bastardo pero no fue por gusto. De sólo pensar me da un escalofrío y sé que recordar no quiero. Me encierro en mi burbuja y sigo nadando hasta cansarme.
Si algo he aprendido en este tiempo es que el amor puede evaporarse si lo maltratas lo suficiente, sólo queda el amargo sabor del sufrimiento y cada vez que piensas en él es como recordar un golpiza que no pudiste ganas.
Damon Armstrong.⛓️
Entro y lo primero que veo es a esos cuatro cuchillando, no tengo ganas de matar a nadie en estos días así que me voy de largo.
—Ven acá —susurra Elton—, las cosas no están bien.
A mí que me interesa, sigo mi camino porque estos ya me han embarrado lo suficiente, si esa terca me hubiese dejado matar al mecánico no hubiese tenido motivos para entregarse, pero como siempre quiere que todos sus amantes estén vivos y felices.
—Es Tayler —suelta Ellie y hace que me detenga antes de subir a las escaleras. «¿Este bastardo no se puede morir o qué?»—, ha contactado a Elton.
—¿Por qué me entero hasta ahora? —siento que me voy a morir de algo.
Son un par de inútiles, no saben cuidarse ni ellos mismos, no sé que me hizo pensar que podían con ella.
—Eso no importa —aclara Elton—. Necesitamos privacidad.
Hago caso y nos dirigimos al último piso de este lugar que es subterráneo, es una especie de cueva para hippies, no está mal ambientada ya que tiene vodka. Me adelanto al minibar que abarca como cinco metros mientras Elton pone llave y los demás se sientan en los sofás de suero negro que adornan el lugar.
—Como les decía —comienza—, me ha llamado y no he querido contestar pero mala idea la mía porque no todo es mantequilla como dijo él; quiere el cuerpo de Lovely, el que por derecho le pertenece.
—¿¡Qué!? —Vanessa se asombra porque es obvio que no estudio las leyes.
Me siento empujándome la botella antes de que siga porque prefiero caer en coma etílico a qué seguir escuchando esto.
—Por ley le pertenece —reteira Elton—, la marca que tiene la hace suya, y más aparte qué hay un contrato firmado por ella donde acepta que él sea su propietario.
—¿No se supone que este lugar es intocable para la jerarquía? —le hablo y los hermanos inútiles asienten.
—Para la jerarquía —me recuerda—, Tayler aparte de ser de la mafia tiene al continente de su lado porque es ciudadano. En múltiples ocasiones ha ayudado al próximo y eso se ganó su respeto.
Bebo más porque no me interesa su "bondad"
—¿Qué haremos? —pregunta el mecánico.
—Me casaré con ella.
Se me atasca el vodka comienza a toser porque un mareo me abarca y el licor sale por donde entro. Me bajo a tientas y lo primero que hago es darle un puñetazo al malnacido.
—¿¡Casarte!? —lo empujo. La hermana de mete y la aparto—. ¿Qué debo hacer para que sepan que no me la pueden arrebatar así como así?
—Cállate o te duermes —dice Ellie mientras siento la punzada de la aguja.
Si me duermo ahora, no podré oír la mierda que van a hacer de plan y no podré evitar que la sigan cagando...
—Habla rápido que la paciencia no me llego a la hora de nacer —digo y me dirijo a la barra para seguir con mi martirio.
—Como dije —clavo la mirada a mi vaso—, si me caso con ella será una princesa, y cómo la daban por muerta, se anula. Cuando alguien muere se firma una acta que envía a todo el consejo para que sus vienes sean divididos a la jerarquía, en ese caso los vienes de Lovely siendo mujer de Tayler fueron meramente en lo que el compró para ella —dice y toma una pausa para procesar algo que apenas acabo de digerir—; en caso de muerte él se quedaría con sus cosas, incluyendo hasta una pestaña, y eso implica su cuerpo.
—Pero... ¿cómo le damos algo que no tenemos? —se frustra Vannesa.
—En teoría tenemos el cuerpo —Ellie se encoge de hombros—. No muerto pero lo tenemos.
—No podemos darle Lovely y menos ahora que lo odia así, si él se la lleva...
—Algo no me huele bien —salta Ellie—, han pasado meses, y él aceptó que tú te encargaras de todo.
—Lo sé, y por eso es que me tiene así —pasa las manos por su cabello—, ha estado investigando sobre todos. Me llegó hace unas semanas atrás infiltración de información.
—¿A quién busca? —pregunto saliendo el estado de negación.
Si él sabe que estoy aquí por gusto obviamente sabrá que está viva, y si es así, vendrá por ella.
—A ti —concluye y una punzada en la sien me ataca—. Ha buscado de todos pero de ti... de ti ha tratado de ver sus movimientos bancarios y bueno esa buena una buena maniobra, porque ya que no estás moviendo dinero por tu cuenta nos da tiempo de pensar.
—Sí, pensar en algo que no sea casarte con ella —le escupo—, ¿crees que quiero verla revolcándose con otro?
—¿Por qué eres tan hipócrita? —me señala Ellie—. Ella te pidió que durmieran juntos para demostrarle tu maldito amor y fuiste a buscarme. ¿Por qué? —me encara—. Ah, sí, no soportas que coja como lo hace, no aguantas que ese hombre al que tanto odias la haya enseñado a moverse, y sabes que es lo peor, eso te indica que nunca la forzó, no como tú que estabas sometiendola en la piscina tratando de demostrar que aún puedes poseerla. ¡Ya no es la misma niña y en mejor que lo entiendas!
Me ahogo con el veneno que me suelta porque se que es verdad, yo sé lo dije, y me dolió que ella estuviera con él, el asco me pudo. Que disfrutará acostarse con ese maldito pedofilo, con ese que la marcó. No entiendo porque lo hizo, y no lo voy a entender.
—Tranquilicémonos —sale el mecánico—, creo que no tienes derecho a juzgarla con quién folla, ya que tú lo haces con Ellie en su cara y después la buscas, ¿cómo quieres que te perdone?
—¡No estamos en doce corazones! —interviene Elton que me provoca náuseas.
Busco mis pastillas y están batidas por el agua, las meto a mi boca y bebo vodka. Necesito estar pacífico o si no, seguramente matare a alguien aquí.
—Yo quiero casarme con ella porque asi estará a salvo —sigue con lo mismo—, Tayler va a pegar el grito en el cielo pero no puede contra mí en me en mi territorio. Sus leyes no sirven aquí, y tampoco lo podemos atacar. Así que, le pediré que se case conmigo.
Aviento la botella perdiendo el control, mis hombros suben y bajan haciéndome tirar todo lo de la barra, nada me basta, nada me calma.
—¿Es necesario? —suelta Elton.
—¿Es necesario que te cases con ella? —le grito—. ¿Qué mierda les pasa a todos? ¡No es un juguete!
—¡Eso deberías tenerlo claro tú! —me grita el mecánico. Parándose como si me fuese a ganar una pelea—. Deberías pensar en ella como una mujer y no como un pedazo de carne al que te van a quitar.
—No le pueden quitar algo que perdió hace mucho —murmura la hermana y es que si no fuera mujer ya la habría matado.
—Necesitamos hacer algo —dice Ellie mirando su teléfono—. Podemos pedirle que salga con el chico del bar, Gregory acaba de enviarme un mensaje con una nota que le dejo en el bar. Si la distraemos podemos cubrir el campo, y crear un plan sin que ella lo sepa.
Todos asienten no muy convencidos porque claramente es una pendejada lo que intentan hacer.
—Por ahora seguiré diciéndole que queme el cuerpo, cosa que no cree porque es ilegal sabiendo que el cuerpo le pertenece —se agobia con sus palabras.
—Bueno —aplaude la babosa de Vanessa causándome jaqueca—, Ellie le dará la nota a Love. Elton y Damon revisarán perímetros, y Ostin y yo saldremos a comprar, nos encontramos a una hora adecuada. Y lo más seguro es que él tenga a sus hombres merondiando, pero no es capaz de meterse en el terreno por completo —toma una pausa y prosigue—; procuraremos de que nos vean sufriendo y comprando flores como si fuésemos a dejarlas a la tumba, sabemos que Tayler es demasiado cauteloso o religioso... esperemos.
—Ese diablo no creo que sea nada más que un loco —dice Ostin.
Por primera vez estoy de acuerdo con él, que parece ser el único que piensa de verdad.
—Ayudaré a Lovely, y tú —dice Ellie y señala a su hermano—. Limpia las huellas que por estar de confiado ya estamos con la siga en el cuello.
—Sí, mi error —talla sus sienes—, no debí confiarme.
Todos salen a sus puestos y me sigo preguntando porque mejor no me largué lejos, Lovely no me quiere, ya entendí que soy más dañino para ella cuando no follamos.
Me dirijo a hacer el trabajo de inteligencia mientras Ellie hace el de estrategia, los hermanos se largaron al centro para aparentar que llevaran cosas a su difunta amiga que al parecer se va a arreglar para verse con su siguiente tapadera. Me carcome porque sé que le gustó, lo veía como si quisiera que la montara en la pista, de hecho, por eso tuve que follarla, no fue fácil sabiendo que me pedía más a mí mientras que alguien con tres dedos de frente se daba cuenta que pedía a otro.
Tocaba sus cicatrices ella misma, como si su memoria muscular le dijera que eso debía hacer.
Lovely Walker.🥀
Tengo un sueño, el agua me dejó mareada al igual que los cambios de humor de Damon. Me seco el cabello cuando salgo de la ducha. Repaso mi cicatriz y me duele que lo que tuve que pasar no sólo me daño a mí; mis padres sienten asco y Damon me recrimina por haber estado con ese bastardo. No me gusta pensar en nada porque en ocasiones vienen a mi mente cosas como que estoy riendo en el acantilado, tomando fotos de una mansión... «basta», me digo y...
—Hola, guapa —dice Ellie recargada del umbral.
—Hola —me envuelvo con la toalla.
—Tranquila —se sienta en mi cama—. Tengo un recargo para ti, mi amigo el de la barra me mando esto. —extiende su teléfono.
Lo tomo y veo una servilleta con un recado que me hace temblar por alguna razón. Le devuelvo el móvil y busco ropa.
—¿Qué sucede? —pregunta algo que ni yo sé.
Comienzo a cambiarme, y una sensación me recorre cuando coloco las bragas. Me miro al espejo y observo mis pechos, paso la mano en mi cuello y...
—Eres hermosa —comenta la chica—, entiendo porque Damon está enamorado.
Ruedo los ojos y me pongo un vestido negro de mangas.
—Damon no está tal cosa —le resto importancia—. Siempre me demuestra que siente todo por mí menos amor.
Asiente haciendo una mueca, y suspira. Ya no le queda más que aceptarlo, ella lo sabe bien, es testigo y todo el que habita esta casa.
—¿Entonces...? —insiste—. Si es así, deberías distraerte.
Por una parte tiene razón, digo, no es como que tenga ganas de quedarme lamentando para siempre, y él chico es atractivo, amable y misterioso, creo que necesito eso otra vez, regresar a sentirme normal, sentir que no estoy completamente desquiciada, y en algún momento despertaré del sueño.
Me coloco un moño mal hecho que deja las hebras de mi cabello sueltas en mi rostro, me veo fresca y con ese brillo en los ojos.
—Me comentó el doctor que el golpe del agua pudo afectar tambien tu bloqueo —menciona y frunzo el ceño—, Elton no quiso asustarte con darte detalles pero aparte del bloqueo claro que tuviste también hubo una lesión cerebral traumática. No le veo lo extraño sabiendo cuantas frituras de cerebro te dieron, pero...
—¿Cómo? —me dirijo a la cama por los tacones.
—Moriste más de una vez, Lovely —me mira y el pecho siente una expansión de aire—, la última vez tuvimos que suminuestrarte una droga que le dió un azote a tu cerebro, sabíamos que tenia consecuencias.
—¿Qué sucede con esa droga?
—Te obliga a revivir todo, como la LSD, sólo que está te impulsa a lo emocional —acaricia los mechones de mi cabello—, te dolió tanto que tu cerebro usó el bloqueo emocional, pero... si en algún momento estás entre la vida y la muerte, oblígate a aceptarlo.
—No creo aceptarlo —niego con lágrimas en los ojos—. Mis padres me odian, y parece que fui víctima de un lunático.
—¿Parece o lo quieres ver así?
Me paro furiosa, y seco mis lágrimas, no tiene derecho a decirme nada porque no sabe lo que siento, no entiende la asfixia y el asco que me remueve.
—Es lo que es —espeto—, y espero que ese infeliz... —me ahogo en el llanto—, espero con el alma.
—¿Qué este muerto? —me mira y no respondo.
Un hoyo se hace en mi tórax, dejando vacía, sin lágrimas. Me giro viéndome al espejo y repasando lo bien que me veo.
—¿Me veo bien? —pregunto ignorando lo que acabamos de hablar.
—¿Entonces le digo que no tardarás?
—Sí, por favor —me aplico loción mientras la chica sale de mi habitación.
Cuando desaparece me sostengo de la pared antes de caer, se siente como estar en peligro inminente y después salvarte a nada.
He tratado con estos ataques desde siempre, antes no podía ocultarlos pero ahora sí, ahora puedo reír bailar sintiendo que quiero vomitar pero nadie lo nota o simplemente prefieren ignorarlo así como yo.
Después de un rato llego al lugar con la imagen de la servilleta en mi mente:
El mismo lugar, volveré por ti, encantadora.
A.
La angustia y el miedo me carcomen mientras le pido al tal Gregory otra bebida, el miedo se hace visible cuando noto que me tiemblan las manos, la cosa es que no sé a qué le tengo miedo.
Los guardias de Elton están a una distancia razonable, me observan mientras bebo como si fuesen uno más de los que vienen a divertirse pero siempre tienen cara seria así que ni de broma parecen disfrutar.
—Hola. —Volteo ante la voz que reconozco y no puedo evitar sonreír.
Viene de camisa blanca, botones desabrochados, pantalón gris y un cinturón tan firme... me concentro en sus ojos negros que es lo único que no me distrae.
—¿Qué estabas tomando? —pregunta al ver el trago vacío.
—Tequila.
—Dame un trago de ron —alza la mano hablándole a Gregory.
Se me retuerce el estómago, el pecho se me contrae, las piernas me tiemblan.
—Me da migraña el olor —intervengo.
Me mira nervioso, y asiente. No sé qué diablos me pasa.
—Entonces tequila —corrige.
—Enseguida —contesta el del bar.
Me pierdo en el sudor de mi vaso, «¿Desde cuando me da asco el ron? —me pregunto—. Papá bebía ron?»
—¿De dónde eres? —rompe el silencio obligándome a verlo de nuevo.
—De nací en Londres, viví en Escocía un tiempo pero crecí en Londres —le explico—, mi madre es de Escocia y mi padre de Londres pero con sangre irlandesa.
—Con razón el acento mestizo —se ríe, y su sonrisa es dulce.
—Supongo —me encojo de hombros.
Así nos la pasamos, hablando y riendo, me cuenta que es de Dallas pero hace mucho se mudo a Londres. Los tragos suben, la noche se comienza tornar, la música toma mi cuerpo y él lo nota. Comenzamos a bailar al ritmo de la música, bailo hasta que me duelen los pies y mi cabello queda suelto de tantas vueltas.
Me dejo caer en el taburete cuando los pies me laten y no puedo evitar reírme con el chico sudado que se sienta después de mí.
—Eres buena bailando —me alardea con coquetería.
—Touché —le sonrio agitada.
El cabello me estorba pero lo parto de mi nuca. Gregory sirve más y me lo bebo de un sorbo sintiendo que el alcohol me quema el esófago.
—¿Cuánto vales? —pregunta el chico.
Lo miro con el ceño fruncido creyendo que está bromeando pero la expresión de su rostro de miedo combinada con nerviosismo.
—¿¡Perdón!? —lo miro confundida.
Se me atasca el respiro y los ácidos gástricos me envenenan de la rabia.
—Te conozco, eres la marcada que se quedó sin dueño —dice y quiero largarme pero mi cuerpo se congelo—. Todo el que está aquí o al menos el cincuenta porciento sabe la historia de la zorra de la jerarquía. Puedes dejar de serlo.
No puedo hablar, me bajo del taburete, me caigo sobre la arena. El corazón me estalla, escucho voces que no entiendo, me levanto como puedo con ayuda de los guardias que se hacen pasar por ciudadanos.
Veo todo borroso, lo salado de mi garganta me quema por las ganas de vomitar. Aparto a los guardias tomando aire porque siento que me asfixio y...
—Tranquila, encantadora. Puedes ser mi doncella ahora.
Me giro en una velocidad ireal y me abalanzo hacia él dándole un golpe en la nariz con la palma, se la agarra mientras la sangre lo ciega y golpeo su entrepierna.
—¡Deja de llenarte la boca de palabras que te quedan grandes! —lo termino de tirar—. ¡Imbécil!
Salgo como la frenética viendo por todos lados, no sé que busco, me duele el pecho me arde la garganta, se me estruja el estómago... malditasea, saco todo lo qué hay dentro de mí con sabor a licor.
Entro al auto con el vestido embarrado, doy asco, parezco una desquiciada. Con razón mis padres me odian y Damon sólo me usa para sexo.
—¿Llamo al señor? —me pregunta el guardia cuando sube.
—No, sólo llévame a casa —le pido.
El otro guardia se pone a mi lado y me da un pañuelo. Es nuevo, muy amable. «Coddy», me digo. El único que no me trata como si tuviese una equis en la frente.
—¿Se siente bien? —pregunta el joven de cabello negro y ojos oscuros.
—Sí, una mala noche para beber —tomo el pañuelo.
No sé ni cuando llegamos sólo sé que de pronto ya estoy en las escaleras, y me meto a mi cama así como estoy vestida. Mi mente me traiciona y termino llorando en el baño con el vestido vomitado, con las zapatillas puestas, el cabello lleno de licor, y con la poca dignidad que le quedaba a mi persona echada al suelo.
Damon Armstrong.
Ya son más de las once y no llega. Elton comienza a dar vueltas al rededor de la barra, porque recibió una llamada de que tuvo una pelea con el bastardo que fue a ver. Todos estamos en la cocina, Elton llama a sus guardias y no responden «¿Qué no les paga?», me pregunto.
Fuimos a hacer todo lo que se tenía planeado, los perímetros estaban asegurados, y el idiota de Aragon llamó escuchándose como la basura que es recitando: Sólo quiero ver a mi Doncella una última vez.
Me sentí estupido llevándole flores a una mujer viva, que, de hecho, quizá, estuvo sobre el regazo del infeliz con el que se vió. La migraña me ataca de sólo pensarlo.
Ellie no deja de tocarme y besarme el cuello, pero no se me levanta con la preocupación... suena el teléfono y me levanto como flor en renacimiento.
—Ok. —cuelga y se pasa la mano por el rostro aliviado.
—¿Vas a hablar o quieres que te saque las ideas con electroshocks? —espeto acercándome.
—Ya viene pero está casi inconsciente por la bebida y el ataque de adrenalina —explica—, está bien porque así no se dará cuenta de que estamos reunidos esperándola. Ya no quiero seguir mintiéndole a la cara.
—Mejor eso que entregarla a un maniaco —dice Ostin.
Últimamente sólo salen verdades de su boca, y sin duda es porque se ha juntado conmigo últimamente, quizá es que estamos unidos por Ellie, es buena haciéndolo.
—Bueno —le resto importancia—, su enojo seguramente se debe a que no se la quiso follar. —me doy la vuelta para no verles la cara de desaprobación.
Pero es verdad se ponía como loca cuando no la besaba, o le cumplía en sus locuras, me provocaba, y siempre me enojó que se hiciera la que podía estar con otro cuando es obvio que no. De hecho, es obvio que no. No entiendo cómo se acostó con ese infeliz malnacido.
—¿Harás el carnaval? —escucho a lo lejos a Vanessa.
—Creo que... sí.
Lo ignoro y escucho pasos detrás de mí. La viene esta mujer a colmarme la paciencia. Me preparo para el proceso y...
—¿Tienes condones? —extiende la mano.
—¿Me ves cara de farmacia? —la aparto de mi camino.
—Hoy toca Ostin —me recuerda.
No me interesa así que sigo caminando hasta encontrar las escaleras traseras, y subir por el balcón en lugar de pasarme todo el lugar que es un dolor de huevos caminar tanto para llegar al mismo lugar.
—No te pongas celoso —me atrapa cuando voy por las escaleras de emergencia.
Caigo sobre los primeros escalones y se sube sobre mí, se prende de mi boca y no la aparto porque al final es la única que me ayuda a olvidar. Quita la pretina de mi pantalón mientras besa mi cuello con esos labios suaves y húmedos...
—Mierda —jadeo cuando envuelve su lengua en la punta de mi polla.
Cierro los ojos tomándola del cabello para tomar el ritmo de los movimientos, no le cabe toda pero que malditamente rico se siente cuando llega al fondo. Sus jadeos se ahogan con mi polla y abro los ojos apreciando que esta vez es la pelinegra la que me complace. Me envenena que no sienta lo mismo, porque no importa lo que haga, nadie me pone como lo hace Lovely.
Nadie me enciende las venas como ella, y me gusta en la loca frenética que se convirtió, lo único que me carcome es quien la hizo así, a quién cabalgo de esa manera. Me arden los ojos de pensar en ella, pero una mierda soy y cómo una mierda me quedare.
El calor de su boca me hace bombear, aprieto los muslos empujándola hasta el fondo mientras lo tibio se le queda en la garganta y se lo traga como si fuese un manjar, es una desquiciada en celo, y de eso no hay duda.
Termino, guardo y no puedo evitar sonreír ante lo bien que se siente. Algo cae sobre nosotros, me aparto del shock con ella en brazos, elevo la vista...
Lovely está vomitando en el balcón casi cayéndose. No para, sólo pausa y vuelve a vomitar. Subo sin pensar porque si la dejo se va a morir bien cayendo o expulsando los intestinos por la boca.
Esta maldita chica no me deja de recalcar que es lo peor que le ha pasado en mi vida, pero eme aquí, yendo por ella como si fuese su maldito salvavidas, sabiendo que no se lo merece.
Brinco el balcón y me paso hacia el suyo, que está a dos habitaciones del mío. Se detuvo del vomito pero sigue respirando con dificultad, sigue vestida cómo salió...
—¡No me toques! —me grita—. Eres una basura, un maldito imbécil.
Ya empezamos con el drama de nunca acabar.
—Cállate —la agarro y trata de safarse pero está tan ebria.
Sudando, llena de vomito, llorando.
—¿Así serás siempre, no? —me pregunta entre lágrimas—. ¿Te doy tanto asco como para no poderme tener sólo a mí?
No sé qué decir, ni siquiera sé si es verdad.
—Te llevaré a dormir —camino con ella. La acomodo en la cama y se sostiene apenas mientras le quito los zapatos—. Si supieras lo que siento por ti.
—Dímelo —me pide—, no puedo seguir así.
Le quito el vestido y la llevo a la ducha. Está más pesada que de costumbre, de hecho está mucho más tonificada. La mojó con el agua tiabis y me empapa.
—Sabes —comienza y trato de enfocarme en limpiarle el cabello—, me siento como una mierda. Todos ustedes tratan de que inicie, y yo no puedo porque... no quiero recordar, y todo, todo es confuso.
—No sé de qué hablas —espeto.
—Te quiero, Damon —susurra—, pero... tengo miedo de recordar.
—No vas a recordar —la calmo porque me enveneno con mi saliva de sólo pensar que sufre por él.
—Hay un vacío en mi pecho —se lo toca—, me asfixia, y siento que si me dejo llevar por lo que tengo aquí voy a caerme al vacío.
—Yo te sostendré —la tomo de las mejillas—. Jamás seré el hombre amable y caballeroso, pero me tendrás aquí, siempre estaré aquí.
—¿Me amas? —su pregunta me hace dejavú cuando recuerdo el club.
No lo sé, ya no lo sé. Tengo un vacío en el estómago y una punzada en la sien que no me dejan pensar claro.
—¿Tú me amas? —replico.
Su barbilla tiembla, la respiración se le agita, y se viene a mí mojada, acunándose en mi pecho, llora y solloza maltratandome los sentidos, me hace sentir que ya se la respuesta.
—Quiero, quiero amarte de nuevo —dice como suplica, y las piernas me flaquean.
Tomo su nuca abrazándola con fuerza.
—Lo sé —digo en un hilo de voz.
—Cada vez que pienso en amor, en una puta oportunidad el pecho se me ahoga —berrea sin parar. Se aferra más a mí y vamos a dar a la pared.
—¿No... no me amas? —suspiro mordiendo mis labios.
«¿por qué duele así?» me está doliendo como si me arrancaran las extremidades, voy perdiendo fuerza, al mismo tiempo que nos deslizamos en la pared.
—No.
Un vacío me hace caer, no veo y no respiro, me aferro al cuerpo desnudo que tengo acunado, llora y solloza mientras me doy golpes con la pared. «Esto no puede ser verdad», me repito. Ella aún me ama, lo sé.
Las lágrimas salen, y debo tocarme las mejillas para sentir las gotas calientes que no había sentido tan abundantes.
—Te vi con Ellie —me susurra—, y me dolió tanto. Me hizo recordar todas las veces que te fuiste y me dejaste para irte con otra —solloza y yo me aferro a su cuerpo suspirando con el dolor en el pecho—. Ahora sé que tú no me puedes tener sabiendo que me tocó otro, y yo no quiero estar con alguien que me ve como un pedazo de carne.
—No eres un pedazo de carne. —le beso en cabello—. Por favor... mierda... —no sé qué decir ni cómo excusarme—, no sé qué decirte.
—Di que me dejarás libre. —eleva su mirada—. Dime... dime que si mañana despierto no me buscarás para follarme y después tirarme como basura —se le quiebra la voz.
Sus palabras se entierran una y otra vez mientras sus ojos no me ven con amor, sólo hay cariño. No hay nada allí, no hay nada para mí, y yo soy el culpable.
—No lo haré —no sé de dónde saco fuerzas.
No tengo idea de cómo lo hago, mi garganta se seca con un sabor amargo.
—Siempre serás mi primer amor —susurra.
Mi corazón retumba, moviendo los engranajes y telarañas, esas palabras me dan poder, y valentía.
—Yo... no —niego algo que no sé—, quiero estar contigo, Calabacita.
No debo suplicarle, si se quiere hundir en la soledad que lo haga. «seguro busca estar cerca de él», me recuerdo.
—Acúname —asiento dándole un beso en la frente.
Me levanto con ella y le pongo un bata para después acostarla. Me quito la ropa mojada, me quedo en bóxers. Se ve tan perfecta, no importa lo ebria que esté, no deja de ser la chica más hermosa que he conocido. Aún recuerdo sus ataques de hormonas. Aparicio con su cámara robándome los pensamientos con el flash.
—No quiero dejarte —susurro contra su oído al acunarla.
—Abrázame —pide somnolienta.
Se siente bien, su piel huele a frutas, de hecho, es muy bueno. No es como quedarme dormido en su cama mientras me contaba aburridas historias, cosas que no me importaban y ahora daría cualquier puta cosa para hacerlo. La quiero, y es egoísta que me apegue así, que le pida oportunidades para después irme con otra, pero me estaría engañando si no acepto que me dolió.
Me jodio que él compensara lo que yo no.
Nota:
Volvimos a los juegos del hambre.
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