𝑴𝒊𝒆𝒅𝒐𝒔 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒂𝒔𝒂𝒅𝒐
Miedo de lo que te pueda pasar
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Dinastía Joseon. Año 1803.
— Hola, Yoongi.
— Hoseok — dijo simplemente reconociendo la llegada del menor a su habitación.
Su momento más tranquilo del día era ese, cuando podía solo holgazanear en su habitación, leyendo o dibujando. Pero se volvía mejor cuando Hoseok llegaba.
Podía solo estar callado y que el menor hiciera toda la conversación, solo contestando ocasionalmente, cuando Hoseok le preguntaba algo directamente, pero el otro era quien llenaba la silenciosa habitación de vida, el menor podía describir un simple pincel con los que él dibujaba pero disfrutaba de escucharlo, todo parecía increíble a través de las palabras de Hoseok, era como verlo con los ojos de un niño lleno de curiosidad, inocencia y expectativas.
Esos momentos se llenaban de color cuando Hoseok estaba ahí, incluso en ese instante cuando el sol ya se había ocultado y la oscuridad hacia necesario que se encendieran las velas, se sentía como si un rayo de sol se hubiera quedado, cálido e iluminando todo, pero solo alrededor de ese menor que siempre tenía una sonrisa en su rostro.
Tenían años de conocerse, desde que él fue llevado al palacio para tomar lecciones al lado de sus primo Namjoon. Al principio esa vida en el nuevo palacio fue aburrida y monótona, le agradaba su primo, se llevaban bien, pero siendo aún un niño no quería estar atrapado en un salón estudiando y aprendiendo todo lo que debía saber un futuro rey solo para hacerle compañía a Namjoon, quien era el príncipe heredero.
Incluso estuvo a punto de pedirle a sus padres que lo llevarán de regreso a su casa, al sitio que conocía, donde estaba su habitación y donde podía pasar sus tardes dibujando paisajes, que era lo que le gustaba hacer.
Pero un sonriente niño se había acercado a él, uno que usaba la misma ropa que los hijos de quienes servían a la familia. Aquel niño que desde el inicio preguntó por su nombre en lugar de su título y posición en la familia real, quien lo invito a jugar con él y le tomó de la mano sin miedo para llevarlo corriendo a “un lugar divertido” sin saber que era la primera vez que corría porque su madre siempre le decía que un príncipe no tenía porque ir con prisa a ningún lado.
Aquel alegre y sonriente chico que lo deslumbró como si tuviera brillo propio.
Ellos podrían haber recibido un regaño después de jugar en ese lugar divertido que en realidad era un lugar lodoso que le hizo ensuciarse por completo y los años podrían haber pasado haciendo que ellos llegarán a la adultez, pero su tiempo juntos se había vuelto una rutina para nada aburrida.
La llegada de Hoseok en ese momento incluso le había hecho que apartara de su mente esa platica con su padre que había tenido un momento antes.
En el reino, hombres de su edad ya estaban casados y varios tenían ya descendencia, fueran nobles o no.
Pero a sus veintiséis años tenía un problema con encontrar una esposa.
Un problema que no tenía nada que ver con las jóvenes que había conocido, si no más bien con él.
Estaba enamorado.
Por algunos años ya.
Le gustaba ese mismo ser que lo miraba expectante. Algo que estaba mal, que sus padres desaprobarían por más de una razón y que le daba tanto miedo de admitir en voz alta porque a pesar de ese fuerte sentimiento que quemaba en su pecho aún esperaba estar equivocado y de esa manera no ir en contra del deber que se supone que debía cumplir como miembro de la familia real.
¿Pero cómo podía negar que su corazón se aceleraba cuando estaba con Hoseok, cuando en ese mismo instante parecía que quería salir de su pecho?
— ¿Por qué estás tan distraído, Yoongi?
— Lo siento. — Aunque siempre era difícil hacerlo, aparto su mirada de Hoseok y trato de prestar atención en su dibujo. — Acabo de hablar con mi padre y sabes que no son de mis momentos favoritos.
Y la plática que habían tenido había sido de lo más incomoda bajo esas miradas intimidantes y esa larga lista de estándares que su padre tenía para él.
— ¿Te molestó de nuevo?
— No, solo… otra cosa más que debo de hacer como miembro de la familia real.
Suspiró.
Se sentía exhausto solo de pensar todo lo que los miembros de la familia real debían hacer para mantener apariencias, estándares y linaje.
Siendo un niño había tenido que abandonar su casa, para ayudar al futuro rey había tenido que pasar horas estudiando algo que ni siquiera le servía saber.
Y ahora ya tenía un matrimonio arreglado en puerta con alguien que nunca había visto y aún cuando su corazón latía por otra persona.
— Mmmh… ¿quieres escapar un rato para salir a caminar?
Miró al sonriente Hoseok y después hacia las puertas dobles de su habitación, donde sabía que lo esperaba su conjunto de doncellas, eunuco y guardias.
— Si nos atrapan de nuevo te irá muy mal. La última vez tu madre te castigó golpeando tus pantorrillas con la vara.
Le dolía de solo recordarlo. Aun más porque el culpable era su padre, quien renegó de la cercania de Hoseok con él y fue directamente con la madre del menor para que lo corrigiera. Había visto el final de lo que fue aquel castigo, aunque había corrido con todas sus fuerzas no había llegado a tiempo para evitarle ese dolor a Hoseok, para el momento en que llego y le pidió a la madre de este que por favor parara, ella, con una mirada triste, le dijo que el castigo ya había terminado.
Lloró en cuanto estuvo a solas en su habitación, lleno de impotencia y enojo contra su padre.
— Se curan rápido — respondió el menor encogiendo se de hombros. — Por favor, tendré más cuidado, ¿si?
— No es buena idea, Hoseok. No quiero que te metas en problemas.
— Pero… tengo algo que decirte…
Agh.
Hoseok estaba actuando tierno, inflando sus mejillas y haciendo que su labio inferior sobresaliera… Además estaba poniendo esos ojos tristes… ¿Cómo podía resistirse a cumplir cada cosa que el menor pidiera?
No, tienes que resistir o podrían castigar a Hoseok de nuevo.
— Puedes decirme ahora, no tenemos que salir.
— Por favooor~
Mordió su labio, esperando así evitar acceder a lo que él menor quería.
… Pero esos ojos…
— …Bien, pero solo un momento, no podemos dejar que se den cuenta de nuestra ausencia.
— ¡Claro!
Hoseok se adelantó, se asomó por la ventana y salió de manera rápida y sigilosa solo para apresurarlo a salir después de asegurarse de que no hubiera nadie. Aunque esa era en realidad la parte más sencilla de escabullirse. Su habitación no estaba vigilada, no como la de Namjoon. La parte difícil llegaría cuando atravesaran alguna entrada con guardias, excepto si corrían con la suerte de encontrarse con Eunwoo, ese guardia podía ser un poco más comprensivo.
— ¿A dónde vamos, Hoseok? — susurró cuando la oscuridad los rodeó, solo las pocas y tenues luces de las velas que salían de las habitaciones guiaban el camino, aunque no esperaba el desvió que hizo el menor. — ¿Estamos yendo de nuevo al lago?
Hoseok asintió, o al menos eso pareció en la oscuridad.
El lago era su segundo lugar de reunión, después de su habitación. Su padre había prohibido años atrás que visitará las habitaciones de los sirvientes y salir del palacio era mucho más complicado. Pero el lago normalmente estaba solo y les daba la suficiente tranquilidad para que pudieran hablar sin que miradas curiosas y desaprobatorias los voltearon a ver cada poco. Sobre todo a Hoseok, a quien veían mal porque actuaba tan amistoso con alguien de la familia real.
Esas personas no tenían ni idea de lo refrescante que era para él no preocuparse por honoríficos, tener a alguien que no tenía miedo de ser auténtico y lo trataba como un ser humano más, sin poner primero reglas, clases, y cualquier cosa que separaba a las personas por quienes eran nobles y quienes no.
— Vamos, Yoongi, no solo te quedes ahí parado.
¿Alguna vez habían ido al lago de noche?
Era una vista que lo dejo sin palabras, un pintura que deseaba plasmar con sus pinceles. La superficie quieta que reflejaba una copia exacta del cielo nocturno con la luna iluminando intensamente.
Y sentado justo a la orilla, Hoseok. En el lugar justo para que el lodo no lo ensuciar pero suficientemente cerca para que la iluminada superficie del lago acariciara la piel del menor y le diera un brillo misterioso.
Era una escena que quitaba el aliento.
Hoseok simplemente tenía el perfil que pintores se morirían por tener para ellos libremente y poder dibujarlo de una y otra forma, y con ese brillo resplandeciente sobre el parecía realmente un sol irradiando su luz en medio de la noche.
Casi quería volver por sus pinceles para poder dibujarlo, pero en su lugar se sentó lo suficientemente cerca de Hoseok para poder hablar cómodamente, pero no para que el menor escuchara sus locos latidos acelerados.
Al principio ambos solo guardaron silencio, fusionándose con la quietud que los rodeaba y, él, muy consciente de la persona a su lado, del calor y la tranquila respiración.
Casi había olvidado que esa pequeña escapada había sido porque el menor quería decirle algo.
— Yoongi… escuche a tu papá esta mañana… — Normalmente no miraba a las personas, era incómodo, pero ahora Hoseok era quien no lo volteaba a ver, la mirada sólo fija en la superficie del lago. — ¿Es verdad? ¿Te vas a casar?... ¿Por eso te habló?
Escucharlo de esos labios finos de alguna manera se sintió más real… y también… doloroso.
— …Si…
Pero yo no quiero.
No quiero tener que cumplir con este deber en específico.
Tú ya tienes mi corazón.
Ese gran defecto suyo seguía presente. Callaba su sentir y todo lo que tenía para decir y solo expresaba en voz alta una mínima parte, o ninguna en lo absoluto.
Muchos a su alrededor malinterpretado ese defecto suyo, pero no Hoseok, de alguna manera el menor sabía o se acercaba bastante a sus pensamientos.
Por favor, esta vez necesito que me entiendas de nuevo aunque no diga nada en voz alta.
Pero había un problema.
El menor ni siquiera lo estaba mirando, no pudo transmitirle con su mirada todo lo que sus labios se negaban a soltar.
— Ni siquiera la conoces… ¿Qué tal si no se agradan?... ¿Qué pasa si ella es una mala persona?
Miró el perfil del menor, no había una de esas sonrisas que siempre adornaba su rostro, tampoco escucho ese tono juguetón. Ese momento serio de Hoseok movió más su estabilidad que esas pocas y serias conversaciones que había tenido con su primo Namjoon.
— No puedo... ir en contra de mi padre.
— ¿Y si… si hubiera alguien más a quien le gustaras?… ¿Alguien que conoces?
No, no era momento de que sus pensamientos se adelantaran.
Pasó saliva y tomó una silenciosa respiración profunda para tratar de calmar su corazón ruidoso.
— ¿A qué te refieres?
— Si existiera esa persona… a la que le gustas mucho… si esa persona te pidiera que se fueran lejos los dos juntos… si esa persona te prometiera que trabajará muy duro para que no pasen dificultades…
Su aliento escapó.
Las palmas de sus manos ya estaban protestando por la manera en que estaba incrustado sus uñas en ellas por lo apretados que tenía sus puños.
— Hoseok… — No digas más, creo que mi corazón no resistirá. — Te-Tenemos que volver.
Su rápida huida se vio interrumpida por una mano fuerte en su antebrazo. Su piel se erizó por completo ante el agarre firme en su antebrazo.
Cuando su mirada volvió no esperaba encontrarse con esos ojos serios que lo miraban de manera intensa.
— Yoongi. — El agarre fuerte dejaría marcas en su piel, de eso estaba seguro, pero no quería que lo soltara. — Vámonos, dejemos atrás esto, este palacio sofocante que te mantiene prisionero, alejémonos del poder de tu padre que te oprime. — Su piel respondió por esa sensación de hielo y fuego que erizó su piel cuando Hoseok puso la mano libre sobre su mejilla impidiendo que pudiera ver nada más que esos sinceros ojos. — No puedo prometerte las mismas comodidades, creo que ni siquiera podría acercarme a lo que tienes aquí, pero tendremos libertad de ir a donde queramos, te prometo siempre llevarte a lugares hermosos que te sirvan de inspiración para tus pinturas y te prometo que ya tienes mi corazón, quizás es lo menos valioso que te puedo ofrecer, pero este ya late solo para ti, te quiere sinceramente.
Eso es lo más valioso para mí.
Cada palabra que el menor dijo sonaban como todos esos sueños imposibles en los que pensó más de una vez.
Por eso era tan doloroso escucharlo. Saber que en realidad sus sentimientos eran correspondidos del otro lado, crearse esas ilusiones donde hacía precisamente eso, irse con Hoseok y ser felices viviendo bajo sus propias reglas.
Pero quería demasiado a Hoseok para pensar en perderlo.
Y tenía tanto miedo de lo que podía pasar una vez que dejara atrás lo que conocía.
Si huían nunca serían realmente libres, su padre usaría todos sus recursos para encontrarlo y ni siquiera quería pensar en lo que le haría a Hoseok sí los atrapaban. Él recibiría un regaño y un castigo severo, pero su vida estaba a salvo por ser de la familia real. Hoseok era un sirviente sin linaje, sin un apellido o siquiera unas bolsas de arroz respaldándolo, su padre no se tentaría el corazón y ordenaría su ejecución. Y con su padre no era “y si podía encontrarlos”, porque sabía que solo era cuestión de cuanto le tomaría hacerlo. Ese hombre podía guardar un rencor eterno y tenía demasiadas conexiones como para llevar siquiera un registro. Casarse con la princesa, la hija menor del rey anterior, solo había sido otro trato que le añadió más poder e indulgencia con sus actos deplorables y crueles métodos.
No podía permitir que Hoseok estuviera bajo la mirada de su padre, que fuera receptor de su odio.
Hoseok era un sol que nunca debería extinguirse. Y él no era lo suficientemente poderoso para protegerlo.
Cobarde.
En su mente no dejaba de aparecer esa palabra. Cada parte de su ser sentía cada letra de manera tan intensa.
Pero realmente tengo miedo, de dejar atrás el título que odio pero que me permite protegerte.
Miedo de lo que te pueda pasar, Hoseok. Te quiero demasiado para ver que te suceda algo.
— Hoseok… yo… — Cuando esos ojos lo miraron con esperanza en ellos casi derramó las lágrimas que estaba luchando tanto por contener. Lo siento, nada de lo que te diré es verdad, espero que puedas perdonarme. — Hoseok solo somos amigos. Yo solo te veo como un amigo, como veo a Namjoon. No me encanta la idea de casarme con alguien que no conozco, pero cumpliré con mi deber. No hablemos de nuevo sobre esto.
Se levantó y salió corriendo en cuanto vio la primera lágrima deslizarse por la mejilla del menor. Pero su propia mirara ya estaba borrosa por sus propias lágrimas.
Pero lo que más le impedía caminar era ese inmenso dolor en su pecho, como si todo su torso estuviera siendo aplastado. Un dolor que le impedía respirar, que hacia que fuera insoportable cada palpitar de su corazón.
En esta vida me voy lejos
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Entonces eso era todo.
Ahora ese hueco en su pecho sería su eterno compañero. No mintió ni exagero cuando le dijo a Yoongi que su corazón ya le pertenecía. Ahora se iría de ese palacio, dejaría atrás todos esos asombrosos recuerdos al lado de su amor que eran el más valioso de sus tesoros. Dejando atrás a ese hombre que había sido su alegría y en las manos de este también se había quedado su corazón, porque ya no sentía ningún latido en su pecho.
Ahora el hermoso cielo azul de las mañanas, los alegres cantos de las aves y la aromáticas flores parecían insípidos, grises y ya no le emocionaban.
— Solo esperaremos por Jungkook y nos vamos.
Asintió a las palabras de Jin, un movimiento seco que cualquier otro noble hubiera considerado grosero, pero el mayor parecía tan perdido en su mente como él para siquiera anotarlo.
¿Realmente estoy dejando atrás todo?
Solo había oído hablar sobre China. No conocía más que esas historias que rondaban entre los sirvientes, era completamente ignorante del idioma y no tenía más que lo suficiente para sobrevivir unos pocos días, pero al menos estaba lo suficientemente lejos de Yoongi y de su futura esposa.
Había soñado… se había creado tantas fantasías y malinterpreto la amistad que Yoongi le dio con amor.
Su amor murió antes de comenzar porque él entregó su corazón a alguien que no le correspondía, pero aún no podía arrepentirse porque ese sentimiento que experimento fue lo más bello que le pasó en su vida.
Si realmente existía una vida después de la muerte, realmente le gustaría encontrarse con Yoongi de nuevo.
En esta vida no pudo ser… pero si te encuentro te volveré a amar.
Tu luz no puede extinguirse.
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— Alteza, su majestad lo espera en la sala del trono.
El eunuco de Namjoon parecía realmente serio ese día.
— Pero no hay una reunión pendiente.
— No es por eso, alteza. — El eunuco tenía puños apretados y las doncellas detrás tenían mejillas rojas y algunas trataban de disimular las lágrimas. — Unos barcos arribaron hace un día y nos acaban de informar que en el camino encontraron con que una de las naves que zarpó de Joseon se había hundido… Ellos hicieron lo posible por traer los cuerpos que encontraron y entre ellos encontraron el del hijo de un funcionario y su majestad quiere darle la lamentable noticia.
— Que tragedia. — Concordaba con Namjoon, era aún terrible accidente, no podía imaginar el dolor que sentiría la familia cuando se enterara. — Vamos a la sala del trono. También deberías venir, Yoongi.
— Claro.
Se levantó al mismo tiempo que su primo pero no avanzaron ni un paso cuando el eunuco volvió a hablar.
— Alteza, antes de ir a la sala del trono, me temo que tengo que informarle algo más…
La duda fue evidente, las palabras no emergieron después de que el mayor dijo esas palabras.
— ¿Qué sucede? — preguntó finalmente Namjoon con un tono tranquilo para animar al eunuco a hablar.
— Dos empleados del palacio… acompañaban al joven Kim Seokjin. — Namjoon se quedó tan quieto que incluso parecía no respirar. Durante su visita al palacio, Kim Seokjin había convivido mucho con Namjoon, quizás se habían vuelto buenos amigos. Era triste que se enterara de esa manera sobre su muerte. Sólo pudo poner su mano sobre el hombro de su primo transmitiendo su apoyo. — Me temo que a ambos, ustedes los conocían.
Espera… dos empleados que ellos conocían…
Todos en el palacio sabían sobre el único sirviente que frecuentaban a Namjoon y a él.
No he visto a Hoseok desde hace días.
No, no, no.
No pienses tonterías.
Su mano sobre Namjoon comenzó a temblar al punto de que tuvo que retirarla y sostenerla en un puño apretado. Su respiración también estaba contenida en sus pulmones, el tiempo parecía eterno mientras expresaba que el eunuco siguiera hablando.
— Uno de ellos pasaba tiempo con el príncipe Taehyung, era Jungkook, y el otro es quien estaba frecuentemente aquí, Hoseok.
¡No!
Sus piernas cedieron, si el eunuco no lo hubiera sostenido estaba bastante seguro de que se habría golpeado fuerte.
Pero eso no importaba.
Él no importaba.
No cuando un ser maravilloso había…
¡No! ¡No puedo aceptarlo!
Tu luz no puede extinguirse, Hoseok. Tiene que ser mentira… Un mal sueño…
Por favor, por favor, por favor, no puede ser cierto, Hoseok no puede…
Tenía que encontrarlo, probarse a si mismo que era una cruel mentira. Recorrería todo el palacio si era necesario. O iría a ver el cuerpo, el conocía bien a su Hoseok, el cuerpo tenía que ser alguien parecido pero él sabría la verdad. Siempre reconocería a su Hoseok.
Miró la puerta por la que tenía que salir para buscar al menor, pero con sus piernas tan débiles y su mente dando vueltas, todo lo que encontró fue oscuridad cuando sus párpados se cerraron.
No podemos estar juntos.
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Tercera República de Corea del Sur.
Año 1964.
— Eran tan amigos, mi hijo Yoongi no ha parado de llorar.
— Escuché que incluso pagó todo el funeral con dinero ganado por él, es tan amable tu hijo, ya ves que la familia del chico esta en la bancarrota total.
— No podemos olvidarnos de eso, después de todo, por culpa de las deudas de su padre terminó así y ahora mi hijo está así de triste por perder a su amigo.
— Es verdad, el chico era tan buen hijo, intervenir así para salvar a su padre y salir herido él… merecía un destino mejor.
Por supuesto que lo merecía. Hoseok merecía toda la felicidad, pero de nuevo volvió a morir…
Por mi culpa.
Podía recordar perfectamente lo que pasó las dos veces anteriores. En la Dinastía Joseon había visto e identificado el cuerpo de Hoseok. Había peleado con los guardias que intentaron disuadir lo de acercarse a “ese sucio lugar” donde estaban los cadáveres de los sirvientes, pero simplemente no podía dejar a Hoseok con los demás, su brillante sol necesitaba tener un funeral adecuado. Se resistió cuando trataron de apartarlo pero solo lo soltaron cuando Namjoon dio la orden. Se había arrodillado y tomado a Hoseok en sus brazos y lloró como nunca antes, sin importarle que guardias y sirvientes lo estuvieran viendo. Aunque claro que fue alejado por guardias de su padre en cuanto se entero. Después de eso las ganas de vivir se habían esfumado de su ser. Su madre intervino en su nombre para que no se realizará el matrimonio que planeaba su padre pero eso no lo animo ni un poco. Le tomó un año alcanzar a su amado Hoseok en su sueño eterno.
… Solo que no había sido de esa manera.
La reencarnación fue algo de lo que escuchó pero le costaba creer. Hasta que creció recordando esa dolorosa perdida que pesaba en su corazón y encontró de nuevo a ese ser sonriente que aparecía en sus sueños.
Amar a Hoseok en esa nueva vida fue demasiado fácil, fue una vida diferente, pero similar en muchos aspectos, incluso la brillante personalidad a pesar de su difícil situación financiera. Esa vez no dudó en confesarle sus sentimientos y solo sintió felicidad cuando el menor los aceptó. Debió de haber sabido que las cosas estaban yendo demasiado bien. Un accidente con las armas mientras Hoseok estaba en el ejército le había arrebatado a su amado por segunda vez.
Y ahora tenía que pasar por esto de nuevo.
A solo unos días de confesarle su amor al menor.
Ya le estaba quedando claro que el universo no los quería juntos. La desgracia venía justo después de que se decidían a estar juntos, cuando el tomaba valor y se le confesaba a Hoseok. Como si se tratara de una cruel broma del universo por esa vez que él huyó hacia el otro lado cuando el menor le pidió que huyera juntos.
Era la tercera vez que se encontraba con Hoseok, la tercera vez que él podía recordar con detalle lo que había pasado, la tercera vez que nacían con los mismos estatus sociales que evidenciaba su diferencia económica. Y la tercera vez que perdía Hoseok.
Ya no podía permitir que hubiera una cuarta.
Cada vez era mas insoportable y dolía desgarradoramente. No podría resistir.
No podemos estar juntos.
En nuestra siguiente vida, te protegeré.
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