Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝟏 ࿇ ¿𝕮𝐚𝐬𝐚 𝐨 𝕮𝐚𝐳𝐚?

❛ ˗ˏˋ 𝕮𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝕺𝐍𝐄 ˎˊ˗ ❜
──────────────🥀
ℌ𝔬𝔲𝔰𝔢 𝔬𝔯 ℌ𝔞𝔲𝔫𝔱𝔦𝔫𝔤?

🕯𝗗𝗮𝗿𝗸𝗳𝗶𝗲𝗹𝗱, 𝗘𝗘.𝗨𝗨, 𝟭𝟵𝟴𝟱

—𝟏—

━━━𝐌𝐀𝐋𝐃𝐈𝐓𝐀 𝐒𝐄𝐀, 𝐊𝐄𝐋𝐒𝐈𝐄 ¿𝐌𝐄 𝐄𝐒𝐓𝐀́𝐒 𝐄𝐒𝐂𝐔𝐂𝐇𝐀𝐍𝐃𝐎? —Oí como la voz de Jack me hablaba, haciendo que volviera en sí mientras tenía la pistola en la mano—. Si llegan a verte, no dudes en apuntarles ¿vale? No te fíes de los hermanos, sabes porque estamos aquí.

Jack era de esos tipos que si hacía algo, lo hacía bien. Era mi mejor amigo y el trabajo no le daba suficiente dinero para poder sacar de la cárcel a su hermano inocente de un asesinato y es por eso, que llegamos a ese lugar: la casa de los Darkpearl. Una familia adinerada, donde los tres hermanos residían cada día y apenas salían pero cuando lo hacían, la gente se apartaba. Jamás los había visto, a ninguno de ellos. Ni siquiera conocía la historia, tan solo sé que si te encontrabas con ellos, prepárate para lo peor. O eso decían... ¿Cuento o falsedad? No importaba, estábamos cometiendo un delito, robar un bien ajeno por muy adinerada que sea sus propietarios pero quería largarme de ese pueblo endemoniado y ayudar a mi amigo y sobre todo, descartar la idea de que los Darkpearl eran unos asesinos.

—Solo tienes que colocar el cargador de la pistola con la cámara vacía. Apuntar al objetivo, apretar el gatillo, ... —me decía mientras actuaba con el arma poniendo el silenciador, sentí un clic—. Y luego con el talón de la palma de la mano golpea la parte inferior del cargador como si no hubiera un mañana. —Seguía diciéndome pero yo miraba sin mirar; temblando; agonizando de pavor.

—Jack... ¿qué estamos haciendo? —No pude evitar decirle mientras me cubría la cara con las dos manos temblorosas y unas lágrimas caían de mi rostro—. Esto no se hace...

Él cubrió mis manos con las suyas y me miró fijamente, su rostro estaba muy pegado al mío y me sonrió con cariño.

—No dejaré que te hagan daño, ¿entiendes? Todo estará bien. Cogemos la pasta y nos largamos. Yo me ocuparé de encontrar si esos psi-có-pa-tas —Pronunció esas palabras con repentino odio y deletreándolas profundamente como si los quisiera matar al nombrarlostienen algo que ver con las desapariciones.

Los amigos de Jack subieron al coche donde estábamos. Eran cuatro en total, aunque yo apenas los conocía diría que debajo de sus rostros cubiertos por una máscara negra había una sonrisa llena éxtasis. Jack me miró y antes de ponérsela me besó la frente, yo me cubrí el rostro y me subí la cremallera de la chaqueta igual de oscura y me puse encima de la prenda del rostro unas gafas de visión nocturna. Estaríamos perdidos si lleváramos una linterna pero aun así, la llevé.

Al bajar del coche sentí frío. Un frío lúgubre capaz de traspasarme los huesos y quebrantarlos. La luna estaba llena, encima de nuestros rostros cubiertos, admirada por su belleza no pude parar de contemplarla mientras estábamos detrás de la casa, buscando un rato de tranquilidad me dejé devorar por aquella luz celestial en un rincón oscuro hasta que oí susurrar a los chicos, moví la vista hacia un lado, ya habían abierto con una gancho metálico la entrada del sótano.

Jack me miró y se acercó:

—Kelsie. Pronto mi hermano saldrá de la cárcel y tú te podrá ir de este sitio de mierda. Tienes mi palabra.

Yo asistí con la mirada y le eché una última vista a la casa, con la luna me había distraído de sobremanera pero pronto descubrí que aquel lugar también era digno de admirar y...de temer al mismo tiempo.

Era una mansión enorme y lúgubre, con una colosal rejilla negra con tonos góticos en la entrada. Los árboles estaban a su alrededor, dándole un toque solitario y tenebroso pero al mismo tiempo, halagador. En el patio trasero había un pequeño claro iluminado por la luna al igual que el delantero, solo que el primero no tenía un parque pequeño con algunos columpios, no había nada, ni vegetación ni ningún aparente signo de vida en él. Ni siquiera pisadas, estaba abandonado. Y como es lógico, habíamos pasado cerca de la pared de la casa para protegernos de la luz de la luna y ante todo, de las miradas despiertas que podían acecharnos aunque ya era las 2:00 am. Nunca se sabía...

Los Darkpearl era una familia noble de una antigua generación, sin embargo, los padres junto con los hijos pequeños sufrieron un accidente aunque en realidad más que un accidente una desaparición, nunca supimos de ellos. Solo quedaban los hijos mayores: Calix, Ronan y Zachary. O eso me había dicho Jack. Según él, eran extraños y extravagantes pero por eso no había sospechado, no al menos en un principio, me había dicho un día había visto a Ronan corriendo por el bosque y con la ropa ensangrentada, yo jamás le creí pero sabía que aparte del dinero había algo más, algo muy profundo como un antiguo rencor o una posible venganza. Sea lo que sea, accedí a ayudarle, buena parte de mí quería descubrir lo que estaba sucediendo sin la ayuda de la policía y largarme cuanto antes de aquel sitio. No había ni un solo día en el que no lo dijera.

Así que vacilando un poco, bajé las escaleras del sótano. Jack cerró las puertas plegables alzando las manos y sin ruido. Tenía la pistola en la mano pero apenas pensé en ello. Eché la vista atrás y observé a Jack con las gafas de visión nocturna. Incluso así, sin poderlo ver tan nítidamente, me resultaba muy atractivo. Su cabello era muy parecido al rubio oscuro, siempre o la mayoría de las veces lo tenía recogido con una coleta pues le llegaba a la altura de sus predominantes hombros; poseía unos ojos azules, diría que casi grises. Y era muchísimo más alto que yo. Aunque estaba enamorada de él, jamás se lo confesé aunque seguramente lo sabía, no cabía duda de ello, a veces me costaba esconder mis sentimientos más intensos. Solo que un día me lo dejó en claro y me figuré que no tenía posibilidades, me dijo que tenía novia, aunque nunca la había visto. Cosa que sospeché. Estaba más conmigo que con cualquier otra persona y el único familiar que conocí de él era su padre, siempre borracho que compartía casa con Jack en un viejo furgón a los alrededores del bosque pero muy cerca del poblado.

Jack se puso a mi lado, los demás chicos siguieron su plan y empezaron sin hacer ruido a mirar a los alrededores del viejo sótano. Olía a humedad y a algo más pero no caí en la cuenta. Descubrí como se referían entre ellos, uno se hacía llamar James, un tipo alto y corpulento; el otro, Finn; algo más delgado pero igual de aterrador, los más pequeños eran Yonathan y Zephyr. No eran sus nombres originales, solo lo usaban cuando iban a robar y así ocultar la identidad real. Jack pasó a llamarse Scott y yo, Briggitte.

Era lógico que si había algo aterrador en aquella casa estaría en el sótano o eso nos había dicho Yonathan; un aficionado a las películas de terror.

—Parece que aquí no hay cuerpos descuartizados —había dicho con aparente ironía. A mí se me pusieron los pelos de punta.

Yo fui a la zona más oscura, al final de la estancia, me fijé que en las paredes había varias imágenes colgadas pero todas ella eran antiguas, por el estilo diría que de finales del siglo XVI. ¿Acaso eran sus antepasados? No le di importancia —a pesar de que me gustaba la historia pero apenas podía pensar—, y cuidando mi paso avancé hacia los cajones más próximos, no se oía ningún ruido, me dio una sensación de ansiedad pero ignoré el estado. El pánico me había invadido las últimas horas. Era como un enemigo que acechaba a mis espaldas sin presentarse pero sintiendo que en cualquier momento podía rajarme con un cuchillo.

Al abrir el primero no encontré nada, solo una caja de cigarros y más fotografías, muchas, muchas más. Seguí ignorándolas. Continúe con el cajón de abajo. Nada, más de lo mismo. Y para el último, tuve que agacharme, oí como uno de mis huesos de la rodilla me crujía, eché la vista hacia atrás para ver si alguien lo había oído pero parecía que todos estaban rebuscando por todos lados con meticuloso silencio. Al mirar otra vez hacia delante, ahogué un grito. El risitas de Yonathan encendió la luz de la linterna y puso cara de ahorcado delante de mi cara, el doble de terrorífico con la visión que me ofrecían las gafas nocturnas. Era todo verde por lo que la luz me sorprendió y sus ojos fuera de órbita me espantaron echándome hacia atrás y perdiendo el equilibro, mi cuerpo retumbó por el suelo.

—¿Qué cojones estáis haciendo? —preguntó James, viniendo hacia nosotros con paso acelerado pero con la misma reserva, no obstante, parecía violento y no me cabría la menor duda de que nos golpearía.

—¡Eh, James! —Scott, antes Jack se puso detrás y le detuvo con la mano en el hombro, era tan alto y fuerte como él— No toques a Briggitte, no es su culpa.

—Yo en tu lugar, controlaría a Yonathan —repuso Zephyr que se mantenía callado hasta el momento pero sin darle importancia al asunto, su vista estaba fija en los documentos que observaba.

—Joder, tan solo quería darle un pequeño susto. No es para tanto. Tanto sigilo me pone nervioso, quiero divertirme.

—¡Oh! —exclamó entre susurros James con ironía y desdén en su voz—. Sí, es verdad, ¿por qué deberíamos estar tan sigilosos en un robo? ¡Pongamos música y disfrutamos de la noche en una casa que no es nuestra, Yonathan! Quizás con suerte los hermanos bajen y quieran jugar a las mariconadas tuyas.

Yonathan rodó los ojos con fastidio.

—No pasa nada. Estoy bien —dije mientras me incorporaba. Quería que esa disputa se solucionará y así fue, James se llevó las manos hacia su cabeza y el pomo de su pistola rozó su frente despejada y con un suplido agotador siguió avanzando. Yonathan volvió con Zephry refunfuñando y yo me quedé al lado de Scott.

Continué mis pasos hacia Zephry y observé como todavía miraba con mucha insistencia los mismos documentos así que me acerqué y vi que se trataba de unos papeles con varios nombres. Me llevé las manos a los labios por la sorpresa mientras mi cara reflejaba todo el horror.

—Son los nombres de las personas desaparecidas... —dijo Zephry.

James, Yonathan y Scott se acercaron.

—Mierda. Joder. Sabía que eran ellos, los muy hijos de... —siguió diciendo para sí, James.

—¿Qué es eso? —Esta vez, Scott alzó la mano y no dejó terminar a James. En uno de los muebles, en la punta de arriba sobresalía un sobre en blanco con algunas huellas de sangre. En la misma carta había unas letras antiguas; cursivas. Decía:

"Si lo abres, te arrepentirás."

¿Qué coño es esto? —Los ojos de Yonathan se encontraron con los de Scott que aún estaba con el sobre en la mano. Esta vez su expresión cambió por completo. Empezó a reírse —¿Esos desgraciados intentan asustarnos?

Scott lo ignoró, como también lo hizo con la advertencia y justo cuando la iba a abrir, yo lo detuve:

—¿Estás seguro de esto? —le pregunté y él me miró. Sus ojos lo decían todo. Quería saber que estaba pasando.

Cuando lo abrió había un pequeño trapo de sangre dentro, ocultando algo. Para nuestra sorpresa había unas imágenes dentro y peor aún, en esas imágenes salía cada uno de nuestros rostros. El de James, el de Scott, el de los más jóvenes que apenas llegaban a los 25 años: Yonathan y Zephry. El mío... y debajo un pequeño papel con las marcas de sangre, que decía:

"Si habéis llegado hasta aquí, habéis desobedecido nuestras normas y sabréis que estamos tan obsesionados por acabar con vuestras vidas que vosotros con nuestro dichoso dinero."

Yo apoyé la cabeza a la pared, abrumada, con los ojos cerrados, tiré el arma en el suelo. No importa el ruido que hiciera. Ya sabían de nosotros. Estábamos todos muertos.

—Muertos, estamos todos muertos... —Mis pensamientos cobraron palabras. Palabras físicas y melancólicas. Mi cuerpo no respondía del terror. Todos mis miembros temblaban, me eché al suelo aún apoyada a la fría pared.

—No digas gilipolleces —me contestó fríamente James— No seas niñata.

—Controla tus palabras —le enfrentó Scott—. No la trates así. Estamos todos asustados. Una panda de niñatos nos siguen el rastro y piensan que nos van a cazar pero están equivocados. No hemos venido a una caza, hemos venido a una casa. —Scott se acercó aún más al rostro de su compañero—. Ya basta de hacerte el fuerte cuando eres un maldito endeble.

James sonrió con desdén e hizo ademán de darle un puñetazo pero Scott lo esquivó con eficacia. Tan rápido que mis ojos llorosos apenas pudieron ver el intervalo de tiempo en que lo había hecho. Parece que ninguno se percató de ello pues en ese preciso instante todos menos James, Scott y yo tenían la mirada en la puerta, que había abierto, crujiendo como un cuchillo arrastrándose en los ásperos suelos.

Al ver el pequeño espacio que daba al interior de la casa con las gafas noté que todo estaba oscuro, incluso con la tenua luz verde. Me invadió un escalofrío por toda la columna vertebral. Ninguno reaccionó ante aquello. Estaban petrificados. El único que puso el primer pie fue Scott al ver que había una hoja en una de las esquinas de uno de los muebles cercanos a la puerta que se había entreabierto.

—¿Qué cojones...? —musitó por lo bajo, Zephry.

Cuando Scott cogió la hoja nos dimos cuenta que no era precisamente un folio, era una foto, pero no pudimos verla porque era precisamente mi amigo la que la estaba observando, protegiéndose al mismo tiempo de la puerta pero sus ojos, horrorizados, lo decían todo. Luego, nos miró uno a uno, y lentamente giró el pequeño marco, yo aún en el suelo, apenas pude contener el grito, era una foto de nosotros pero esta vez, dentro de la casa, en el sótano, en tiempo real. Alguien nos observaba.

—Hostia puta —reaccionó Yonathan—. Yo me largo de aquí, he visto como acaba esto en las películas, así que ha sido un placer y todo ese rollo pero quedé con mis amigos.

—No te rajes ahora, no podemos irnos sin saber nada, joder, somos un equipo, ¿cierto? —repuso Zephyr.

—No, os conocí hace poco. No somos nada. —Y sin previo aviso, cuidó sus pasos y volvió a la salida.

Pero antes de que lo hiciera, oí un grito en el fondo de la casa. Me di cuenta que tanto James como Scott no estaban, se habían perdido intentando escapar de aquel lugar donde nos observaban o bien....no...no podía ser, ¿los habían atrapado? Quise quitarme ese pensamiento de la cabeza y me puse en pie pero al menos era mucho mejor que pensar que me había abandonado cuando dijo que no me dejaría atrás.

—¡No, Yonathan! Zephry tiene razón. Maldita sea. Debemos de permanecer unidos. Ellos quieren que nos separemos y así debilitarnos. ¿No es eso lo que te enseñan en las películas de terror, Yonathan? Scott y James no están, debemos ir a buscarlos. Han desaparecido sin dejar rastro y ninguno de nosotros ha visto que ha sucedido, solo oí un grito y temo que estén en peligro. Ahora te vas a juntar con nosotros y saldremos de esta, solo si permanecemos unidos y empezaremos a encontrarlos en este maldito lugar. Luego nos marchamos con o sin dinero pero al menos ya tenemos pruebas suficientes... —Cuidé mis palabras, no quería nombrar a la policía—. Tenemos pruebas suficientes para todo lo que ha pasado.

Parecía que lo había convencido pero otro grito retumbó en la casa, y este hecho fue lo que le cambió de opinión radicalmente.

—Joder, no, esto es una locura. Yo me largo de aquí. No quiero saber nada de esta puta mierda.

Se fue corriendo del sótano, subió las escaleras que daban a las puertas plegables y abrió las puertas. Ya está, no se oyó nada, miré a Zephyr que estaba asustado, mirando de un lado a otro sin saber que hacer, por un momento, tuve el impulso de salir tras Yonathan y ver si aparecía algún coche. Pero no...Darkfield no era precisamente un lugar donde la gente salía de noche por miedo de las leyendas que contaban, por pavor al misterio de las desapariciones. Sabía perfectamente que no iba a pasar uno y si pasaba, era de algún extranjero que ignoraba todos los sucesos pero antes tenía que recorrer cierta distancia por el bosque que rodeaba aquella mansión infernal y encima en luna llena, sería un blanco visible si echaba a correr.

Maldita sea. Lo único que podía hacer era recorrer la casa en busca de algún teléfono. Era un suicidio.

Pero al dudar sobre ello. Oí otro grito y esta vez no provenía del interior del hogar sino, de fuera. Del mismo sitio donde salía Yonathan. Y no me supuso ninguna sorpresa de que aquella voz espantosa provenía de él mismo.

—¡Diablos, Yonathan! —Apenas disimulé mi sorpresa y fui tras él para ayudarlo. Tan solo era un muchacho asustado. No estaba enfadada. Cogí la pistola, me aseguré de que estaba cargada y avancé mis pasos hacia las escaleras, con el arma delante, dispuesta a disparar si fuera necesario para salvarlo pero algo hizo que la valentía que me había salido en ese momento de éxtasis espantoso se derrumbara por completo.

Sentí como algo se quebrantaba, como se rompía en mil pedazos pero no había nadie en el solar trasero. Solo ese ruido que oía mis oídos. Era como huesos estrujándose lentamente, filamentos arrancados en poco tiempo con una fuerza inhumana. Avancé, vacilando. Otro grito agonizante. Otro estruendo de huesos rotos. Hasta que me di cuenta que ese espantoso sonido provenía de la linde del bosque que daba al patio trasero. Sentí una sombra con un paso moribundo acercándose a mí. Era Yonathan.

—¿Yo-Yonathan? —No tenía acceso a mi voz. Estaba quebradiza como los huesos de Yonathan. Le faltaba el antebrazo derecho y de este no paraba de echar gran cantidad de sangre, esparciéndola por la hierba seca; por los trancos de los árboles y por todo el terreno donde pasaba. Iba todo lo rápido que podía pues en su pierna izquierda se le podía ver el fémur y varios músculos de los alrededores. Tuve tanto miedo que apenas pude reaccionar pero seguí avanzando hacía él, sabía que el mal nacido que le había hecho eso estaba afuera, aunque adentro tampoco estábamos seguros era lo único que podía hacer para ganar tiempo.

Corrí hacia él, con la pistola en la mano pero una sombra abismal lo cogió del pie y lo arrastró hacia atrás. Vi como sus ojos estaban fuera de órbita pidiéndome auxilio, levantado la mano hacia mi cuerpo para poder buscar una salida. Continué. Seguí hacia él y justo cuando nuestras manos se rozaron ya no venía nada pero aún así me aferré a la única mano que le quedaba y le estiré aunque pesaba poco y eso me hizo sospechar de que su cuerpo ya no formaba parte del brazo que tenía en la mano. Espantada, la eché hacia un lado. No podía ver absolutamente pero no le di cierta importancia hasta ese momento, la salvación de la vida de ese chico a pesar de que no lo conociera me obligó a salir sin una visión plena por el claro de luna ya que la oscuridad no abundaba así que me las quité para ver mejor que era de Yonathan.

Mierda...No encontré nada. En la linde del bosque se veían miles de árboles bañados de la luz celestial de la luna llena, dandole un toque fantasmagórico y lúgubre como la casa a la naturaleza. Miré por todos lados hasta que caí en la cuenta de que Yonathan ya formaría parte de ese grupo de desaparecidos que formaba la tenebrosa lista en la plaza central de Darkfield. O eso llegué a pensar. Los Darkfield nos querían muertos por haber entrado a su mansión.

Tan pronto como ese pensamiento vino a mi cabeza, cobró realidad al sentir que un cuerpo caía de rodillas de mi espalda, me giré bruscamente, apuntando a la nada, y allí estaba Yonathan, sin el brazo derecho, sin la pierna izquierda, con varios rasguños, muy grandes y profundos para ser de un cuchillo normal y corriente. A pesar de la luz, no pude observar más por lo que me acerqué cuidando mis pasos y vi que no poseía la cabeza. Alarmada me abalancé hacia atrás y algo cayó detrás de mis espaldas, en contra del cuerpo de Yonathan así que me giré de nuevo, rozaba mis pies fríos; era la cabeza que rodaba profundamente, noté sus ojos aterrados reflejando la última mirada que sostuvo con el monstruo que le hizo eso. Estaba cubierto de sangre y había un rasguño que le rajaba desde el ojo hasta la boca, tan profundo que se le veía los huesos de la cara. Grité, esta vez, no pude contenerme, corrí por el bosque, ya nada me importaba, estaba muerta pero noté que varias figuras se abrían paso a través de él, volví mis pasos hacia atrás, la única salida que había era llamar a la policía desde la mansión.

A gran velocidad fui hasta las puertas plegables, las abrí y tan rápido como pude las cerré y eché el cerrojo pero caí en la cuenta de que había dejado las gafas en el jardín trasero. Maldición... Fui a abrirlas de nuevo en plena oscuridad, pero varios golpes retumbaron en las puertas desde el exterior como si quisieran entrar. Querían entrar. Perdí el equilibrio y me caí rodando por las escaleras, dándome un fuerte golpe en el tobillo. Aguanté y me coloqué en pie, buscando a Zephry, también había desaparecido. Todo pintaba mal.

Lo único que podía ver era una oscuridad abismal, lo único que podía oír era mi respiración agitada, lo único que podía sentir era un miedo tan profundo que desgarraba todo mi ser. ¿Ese era mi final?  No, iba a luchar costase lo que costase. Tenía que ayudar a mi amigo Scott y salvar a James y a Zephry.

Me levanté, cogí el arma firmemente y usé la linterna. Me daba igual si me veían pero sería un suicidio ir por oscuras en un lugar donde tú eres la caza y ellos, los cazadores, donde saben cada paso de su terreno y tú estás tan perdida que en cualquier instante te arrebataría la vida.

No había espacio para las dudas pero si para las acciones. Seguí mi paso hacia la puerta, ahora abierta completamente. Observé que se trataba de un pasillo oscuro el cual había visto antes pero con menos detalles. En cada franco había varias puertas, todas cerradas y oscuras. Cuidé mis pasos, con una mano sostenía la linterna y con la otra, pegada a la luz, la pistola. Al final del pasillo me encontré con unas escaleras que llegaban a una gran puerta antigua pero bien constituida. Estaba media abierta y con cuidado, di mi primer pie en aquel
espantoso lugar, encubriendo cada apuñalada o acto endemoniado que podían hacerme esos malditos monstruos.

Después sin visualizar ningún peligro, di mi segundo paso; luego el tercero hasta el cuarto...Me hallaba en la mitad del pasillo, este era más grande y daba a distintas salas enormes y con grandes arcos como puerta; la primera a la derecha al vestíbulo, la segunda a la izquierda al salón; la tercera a la izquierda y derecha respectivamente a un gran comedor y una pequeña cocina. Cuando finalicé de verlo todo en busca de mis compañeros —aún con la linterna en mano—, me dirigí lo más rápido posible al vestíbulo para ver si había un teléfono, para mi sorpresa sí y estaba intacto. Deseaba que hubiera señal. Con paso ligero me dirigí hacia el teléfono, tecleé los números de la policía y se escuchaba entrecortado no obstante, se oía. Aproveché el poco tiempo que sabía que tenía y le pedí auxilio.

¿Qué ocurre? ¿Puedes hablar de manera segura? En caso de que no, intenta estar conectada para poder localizarte sin hacer el menor ruido posible.   

Me había dicho una voz masculina en el teléfono. Yo lo afirmé por lo bajo.

¿Estás localizada exactamente en la casa de los Darkpearl, ¿cierto?

Lo afirmé de nuevo.

Está bien, no tardaremos en llegar, escóndete y haz el menor ruido posible —pausó, yo cerré los ojos por pura intuición al sentir alivio pero continuó—: e intenta evitar dejar la luz de la linterna encendida mientras hablas.

Volví a afirmar hasta que no había caído en la cuenta. ¿Cómo sabía que se me había olvidado apagar la linterna? El pánico se apoderó de mi cuerpo y como si ese hombre hubiera caído en ello, oí una risa oscura, siniestra y sibarítica por el teléfono.

Vaya, vaya, vaya...Tan inocente, tan estúpida...¿desde cuándo podemos localizar a la gente tan rápidamente...? ¿Acaso... —La voz cada vez se hacía más predominante desde el teléfono. Oí una puerta y mi linterna fallaba, empezó a apagarse poco a poco, le di unas cuantas palmadas pero nada, seguía estropeada, titubeando como un niño cuando tiene miedo y no sabe que hacer aunque ya no era tan niña...Pero finamente se apagó. Y otra vez, la oscuridad me bañó por completo. Agudice la vista hasta la puerta, adaptando mis ojos al terreno negro. No vi nada pero si oí esa voz...esta vez clara y nítida y la brisa que hacia alguien a pasar por mi lado.

—¿Acaso te creías que iban a venir a salvarte? —Seguí sin ver a ese hombre hasta que este me cogió del cuello, me levantó del suelo hasta tal punto que no sentí su contacto frío en mis botas. Me faltaba el aire, intenté huir, agarrarle las manos y aruñarle con toda mi fuerza pero todo fue en vano, no podía, tenía muchísima fuerza—. Es una pena, no quiero matarte, ¿sabes? —Su voz cada vez era más intensa, no gritaba pero había furia y algo más que no pude comprender, me llevó hacia la pared, ni se inmutaba con mi peso y mi estatura, me cogía con la misma ligereza que un niño al balancear un globo.

—Disfrutaré contigo antes... —Sentí como unos labios fríos acariciaban la piel de mi cuello, parecía que estaba volando, no notaba el suelo pero si el cuerpo de ese hombre o lo que sea que era pegado al mío. Pensé en Jack, sí, esta vez Jack, no Scott, mi amigo de siempre y en lo que estaría pasando, me aferré a toda voluntad y aferré el pomo de la linterna con tanta fuerza que sentí que mis nudillos perdían su propia movilidad y con la misma violencia le golpee en la cara a aquel psicópata.

—¡Zorra! ¡Maldita zorra! ¡Lo pagarás caro! —Me tiró con desdén y mientras gritaba se volvió hacia atrás para recuperarse. Sentí el olor metálico de la sangre. Le había herido. Pero parece que este ni se asustó por ello.

—No quiero mi sangre, quiero la tuya y la voy a conseguir a cualquier precio. Para la próxima vez no confundas una casa con una caza porque eso es a lo que habéis venido. Estaréis muertos y si tú vives es porque yo lo hemos querido pero estoy seguro de que te aguardara un destino peor que el de tus compañeros.

Si sabía que se lo iba a poner fácil estaba muy equivocado así que mientras él se incorporaba, aproveché la ocasión para poder encontrar a Jack. No quería huir, quería escapar con mi amigo y luego ya miraremos quien gana a quien cuando yo misma lo vea en la silla eléctrica por sus crímenes. No había visto su rostro pero estaba claro que lo iba a descubrir. Y con aquella fuerza y sutileza estaba claro que jugaba con ventaja. Pero yo también, la voluntad de ayudar a un amigo es mucho mayor que toda aquella que nace del orgullo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro