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🌻|Piloto|🌻

|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪 |
Capítulo Piloto:
Buena suerte

Separados a la fuerza del amor su padre por el destino tan cruel que les tocó aceptar y con el que les tocó convivir, dos gemelos, dos almas, dos hermanos que lo único que tenían era su compañía. Aves enjauladas, sirvientes fieles, tan sólo eso eran, tan sólo así eran vistos. Ni mucho más, ni mucho menos que nadie, para la familia principal, eso es lo que ambos hermanos, gemelos idénticos, son y serán.

Por más increíble que parezca, tal vez se piense que la vida de ambos hermanos siempre ha sido horrible y tortuosa, llena de tristeza y nada más. Sin embargo, eso no fue siempre así... Ellos al ser niños, estaban llenos de vida y alegría, jugando juntos como siempre sin esperar nada más que a la hora de la cena para compartir con su padre sus chistes bobos, sentados en la mesa en el calor de su hogar.

Buscando por ahí, en esa misma casa, un día tranquilo pero nublado una pequeña niña de cabello corto y mejillas rosadas revisaba cada rincón en espera de encontrar a su gemelo. Ambos jugaban al escondite.

—–¡Neji, Neji!—llamó la pequeña emocionada, siempre le alegraba jugar con su hermano mayor. Buscaba a su hermano por toda la casa, sin éxito.

Pasado el tiempo, sin ella poder encontrarlo Nami suspiró pesadamente mientras se cruzaba de brazos de una forma infantil. Estaba comenzando a frustrarse, e inflaba las mejillas como idicio de ello. Aún no podía encontrarlo y eso se le hacía tan molesto y complicado, que comenzaba a pensar que tal vez nunca podría encontrar a su hermanito mayor y podría no volver a verlo jamás.

—–¡Nami!—escuchó la voz de su hermano. Desde lejos.

Ella volteó, y pronto se le aguaron los ojos. Estaba tan molesta con su hermano mayor, pues su infantil mente le daba para pensar en tragedias al no tener a su hermano querido cerca de ella. Le daba miedo de tan sólo pensarlo. Pero la causa era más que todo porque desde que nacieron, ambos gemelos siempre fueron muy cercanos. Siendo bebés ellos odiaban ser separados.

Al verla en ese estado, Neji se sorprendió un poco, juntando las cejas mientras sonreía de forma comprensiva, luego se rascó la nuca, algo avergonzado.

—–¡No te rías, tonto!—regañó Nami, dándole un golpe hacia el hombro.

—–¡Auch! Oye, ¡Eres fuerte!se quejó Neji, acariciando en el golpe.—¿Por qué fue eso?

—–¡Por tonto!—sacó la lengua la castaña.—–¡Te estuve buscando por todos lados! Papá dijo que estuvieramos juntos y atentos a su llegada. Dijo que conoceremos a alguien especial.—explicó la pequeña recordando las palabras de su padre.

—–¿Ah si?—sonrió el chiquillo con cierta emoción.

Nami asintió y se limpió las pequeñas lagrimitas que por poco derrama al encontrar a su hermano -Solía ser muy sensible- y luego fueron juntos y cogidos de la mano para esperar a su padre en la entrada.

—–¡Papá!—sonrieron los gemelos al ver a su padre desde lejos. Luego, lo interceptaron en un abrazo.—–¿Cómo te fue, Papá?—preguntaron al tiempo.

Hizashi rió un poco, al ver a sus hijos haciendo lo que siempre hacían juntos. Les salía natural.

Después de todo, al nacer, los sabios del Clan Hyuga alegaban que esos dos gemelos guardaban un intelecto y poder que incluso podría superar a la familia principal.

Son almas completamente iguales. La una se complementa con la otra. Son almas gemelas

—–¡Hola hijos!—abrazó con ternura a sus pequeños mellizos. Los pequeños correspondieron.—–¿Emocionados?—preguntó divertido.

—–¡Sip! ¡Ya quiero conocer a mi nueva amiga!

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Exaltada despertó, nuevamente, después de uno de aquellos tristes sueños que la llenaban de nostalgia y tristeza profunda, atormentandola de manera seguida y sin falta cada noche al recostar su cabeza el la almohada. Se sentó en la cama apoyándose con sus brazos, dolían un poco, la noche anterior había entrenado más de la cuenta en compañía de las princesas del Clan. No obstante, debía ignorar aquel ligero y molesto dolor muscular, pues hoy era un día de importancia. Se levantó de la cama y fue directamente a su baño, comenzando con su monótona rutina.

Al bañarse lavó cuidadosamente su largo y castaño cabello, y cerró sus blancos ojos. No vaya a ser que le cayera sobre éstos shampoo. Al terminar, fue por una toalla y en silencios se secó y se cambió. Cepilló su cabello frente al espejo, y luego lo apartó de sus hombros para que se secara. Posteriormente, salió por fin de su habitación.

Su casa, la casa secundaria, pequeña pero acogedora, sin embargo de ambiente tranquilo y silencioso; estaba igual que siempre. Ordenada y limpia. Ambos gemelos cuidaban bien de su hogar. No había mucho que decir al respecto de la casa, sólo era una casa sin muchos lujos y con pocos cuadros en las paredes, siendo la mayoría de esos pocos cuadros forografias de ellos en su infancia. Nami se detuvo a ver uno, enderezandolo al verlo levemente torcido. La Hyuga esbozó una sonrisa ladina mirandose a ella de pequeña, abrazando a su querido hermano mayor quien también tenía un gesto sonriente en esa fotografía... Una bella sonrisa en ambas caras, que con el tiempo se volvió muy poco recurrente, pasando a ser en ambos como inusual.

Soltó un suspiro y se dirigió al pequeño comedor. Encontró a su hermano sentado en un cojín en el suelo, frente a la mesa, él terminaba su desayuno. A un lado, y caliente, le esperaba el suyo. La castaña de ojos perla se acercó a su hermano y se sentó en silencio, agradeció por la comida sin pronunciar palabra, y tomando los palillos comenzó a comer; ramen instantáneo.

Neji le evaluaba cada movimiento. En un instante dejó de comer, y colocando los palillos a un lado tomó la mano de su hermana, interrumpiendo así su desayuno. Ella lo miró confundida y algo frustrada, se había dado cuenta.

Él suspiró levemente y se levantó buscando las vendas. Al encontrarlas, retornó hacia su hermana y aplicando una pomada en las ampollas de sus manos, las vendó posteriormente.

—–Estuviste excediendote mucho, ¿Verdad?—preguntó Neji, esbozando una sonrisa divertida.

Ella lo miró un instante y apartó la mirada, con un pequeño rubor de verguenza. Al menos, desde aquella fría noche, nada entre los hermanos había cambiado. Su relación seguía siendo la misma.

La clásica relación de amor fraternal entre mellizos, mayor y menor.

—–Me dejé llevar un poco...—respondió, luego con su mano libre tomó los palillos y siguió comiendo.—–Tuve que entrenar con Hiashi-sama.

—–Lo sé.—respondió con obviedad.—–Yo estuve ahí.—levantó una ceja y soltó un sonido, parecido a una sola risa.

Nami lo observó y mordiendo el palillo rió igual.

—–¿Estás nerviosa?—preguntó Neji, con una ceja levantada y una sonrisa divertida.

Los dos gemelos graduados de la Academia se sentían satisfechos por su trabajo, recordados como los mejores, los más fuertes, los más listos.

El día de hoy, el sensei de su clase escogería a sus equipos.

Nami miró a su hermano con rostro cansado, y después de bostezar y provocar pequeñas lágrimas en sus ojos sonrió y negó tranquilamente.

—–No en realidad, ¿Por qué lo dices, bobo?—sonrió ladinamente, apoyándose en la mesa.

Neji cerró los ojos y borró su sonrisa, cruzando sus brazos.

—–No creo que nos permitan estar en el mismo equipo. Después de todo, no sería justo para los demás equipos tener a dos genios como enemigos.

Nami miró a su hermano y suspiró levemente. Entendía muy bien a lo que se refería.

Desde muy pequeños, Neji y Nami han sido prodigios. Nacidos bajo el ala de una “bendición” . Son llamados afortunados e incluso “Genios” por su clase en la academia, compañeros e incluso por muchos que rumorean.

Aunque aveces, crecer bajo toda esa atención no favorece.

Los gemelos seguían sintiéndose solos, sin la compañía de su querido padre. El cuál recordaban y visitaban muy seguido a su tumba, a dejarle flores y a revisar y limpiar su lápida.

—–Sólo vamos. Si llegamos tarde el sensei nos regañará.—se levantó.

Neji observó a su hermana caminar hacia la puerta después de pasar por el tocador y acomodarse su banda sobre su frente, cubriendose aquella marca que le traía pesadillas a su familia, la rama secundaria.

Su hermano suspiró. El sabía muy bien aquella forma de evadir de Nami a aquellos temas que implican revelar su sentir. Él sabía que su hermana odiaba expresar sus emociones.

—–Se parece mucho a papá...—pensó al observar a su hermana, irse por la puerta.

Posteriormente, él la siguió.

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Llegaron los gemelos a la academia. Sin prestarle atención los demás, tan fríos y misteriosos como siempre. Después de todo, sólo se tenían el uno al otro.

El sensei avisó a los grupos. Con un listado en su mano, comenzó a nombrar los equipos del uno al diez.

—–Neji Hyuga.—nombró el sensei. Nami levantó la mirada.

No esperaba quedar en su equipo, después de todo, como su hermano lo había dicho una vez, era injusto para los demás.

—–Rock Lee.—escuchó. Volteó a ver a aquel chico con cejas pobladas, ese joven entusiasta.

No tenía ningún talento con Ninjutsu o Genjutsu. Tal vez era un inútil, aún no entendía muy bien el porqué estaba ahí.

Él era reconocido por ser increíblemente perseverante.

—–Y Tenten.-finalizó.

La chica de dos moños, castaña y de ojos de igual color sonrió y asintió, algo entusiasmada.

Nami a la final agachó su cabeza, no le interesaba para nada saber el resto de los equipos. Ni siquiera le interesaba saber con quienes quedaría.

Sólo quería descansar un poco.

—–Y por último...-anunció, haciendo una pausa para tomar aire.--Meiko Dai.

Se refirió a una chica de cabello blanco y ojos azules. Cargaba consigo una espada a su espalda. Todo el tiempo la llevaba consigo, y por lo que Nami recordaba desde que la conoció, nunca permitió que alguien la tocase.

—–Yo...—habló lentamente. Era conocida por ser extremadamente tranquila.

El Clan Dai, un clan poco conocido y que se ubica a las a fueras de la aldea, para ser más exactos en un pueblito. Gente que manejaba armas cortopunzantes. Entre las aldeas conocidas se llaman "Armas encantadas". Esas armas, sean espadas, cuchillos os shurikens son forjadas en metal, acero y veneno hirviente. Un sólo rasguño de ese material y estás acabado, aunque claro, existe un antídoto.

No obstante, sólo el Clan Dai lo conoce.

—–Kai Sakamoto.—mencionó el sensei de nuevo. Era el primer chico que nombraban. Nami aún no se levantó.

Ese chico, Kai, era conocido por ser el más alegre y popular de la clase. Tiene amigos vaya a donde vaya. Incluso conocía muy bien al Hokage.

Sus habilidades constaban en el manejo del fuego, o al menos eso sabía. Después de todo, la familia Sakamoto era conocida por el manejo de el fuego y las explosiones.

—–¡Sí, aquí estoy!—exclamó alegremente el castaño.


Además de eso, era muy bueno haciendo trampas.

Sobre todo en los exámenes.

—–Y por último, Nami Hyuga.—finaliza el sensei.

Al escuchar su nombre, la Hyuga levantó si mirada y observó a sus compañeros. El castaño la saludó alegremente, mienttas que la albina simplemente cerró los ojos y asintió, como a modo de aceptación. Nami los observó a ambos muy bien.

Una kuudere y un entusiasta cabeza hueca con potencia de quemarte vivo en un entrenamiento.

—–Vaya...—suspiró Nami.

—–Hpmf. Acostumbrate, hermana.—se descruzó de brazos.

Nami exhaló y asintió.

Luego de que el sensei diera el aviso de a dónde debían ir para conocer a sus mentores, todos fueron a tomarse un descanso y a almorzar.

Nami y Neji se separaron, pasando un equipo junto al otro, y después se perdieron de vista. Los dos cruzaron miradas, ambos comunicándose un breve deseo de buena suerte para ambos. De ahora en adelante, Los gemelos Hyuga tendrían un largo camino que recorrer.

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