🌻|Capítulo 65.|🌻
𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪
Capítulo 65.
“Maratón, parte 9”
Al momento de Nami alejarse de Wang y Sojiro, este último quiso ir tras de ella, pero su hermano mayor Wang lo detuvo y lo convenció de hacer lo que la Hyuga les había pedido. Ellos solo le estorbarían, seguramente ella iba a estar bien. Ambos no se imaginaban que ella ya lo había derrotado, con ayuda de algo más que era intruso en su cuerpo, algo que no le pertenecía, pero a la vez, se sentía con la autonomía suficiente como para controlarla a su antojo como si se tratara de simplemente un títere.
Sojiro seguía pensando en Nami y en su bienestar, no sabía que había pasado con ella o qué pasaría, quería regresar, pero de todas maneras ¿Acaso podría hacer algo? Nami tenía razón, sólo serían un estorbo para ella. Seguramente saldría de ahí pronto, al menos ese pensamiento le ayudaba a tener su esperanza arriba.
Volvió a girarse hacia atrás, esperando ver que Nami estuviera ya sihuiendolos, esperaba verla al menos a lo lejos. Sus ojos se abrieron de parte en par y casi sonrió tan pronto su mirada captó una silueta humana y femenina, esa persona era una mujer de cabello claro con vestimentas rojas y pasteles, estaba bien peinada y cargaba sobre sus hombros a alguien a quien sí reconoció sin dudar. Esa slueta, como ya debes esperarlo, no pertenecía a Nami, pero tampoco era de parte de un enemigo. Sobre ellas, sobrevolaba la figura de un búho blanco, con sus alas extendidas de un extremo a otro.
—–¡Espera, Wang!—exclamó Sojiro, alertando a su hermano mayor para que ambos se detuvieran.—–¡Es Nami, viene con alguien!
El hermano mayor también se volvió, esbozando una sonrisa más tranquila de saber que Nami al menos ya había sido socorrida. El búho Shiba se adelantó y aterrizó sobre el brazo de Sojiro, él se lo había puesto como Nami solía hacerlo para que el lindo animal emplumado pudiera descansar de tanto volar.
Rei frenó cerca de ellos, dejando escaparon suspiro cansado. Nami estaba algo pesada, pero al menos respiraba, eso era buena señal. Centró su mirada en el chico que dejó a Shiba descansar, y luego observó a Wang, sonriendo levemente al reconocerlo.
—–Tú debes ser el prometido de Miku, ¿O me eequivoco?—Rei y Wang en realidad no se conocían, pero, Rei había escuchado hablar de él por las cartas de Miku, eran buenas amigas después de todo. —Por aquí no suele pasar la gente. Así que deben serlo.
—–Entonces tú debes ser amiga de Miku. Es un placer.—saludó Wang, posando una mano sobre la cabeza de Sojiro.—–Él es mi hermano.
El mismo mencionado, Sojiro, estaba más interesado por saber que Nami estuviera bien que por otra cosa. La veía dormir tranquilamente en la espalda de su maestra, pero, ¿Significaba que había salido vencedora? Bueno, veía a la sensei muy tranquila, pero aún así, quería hacer necesitaba saber los detalles de lo que había ocurrido. La Hyuga se veía agotada y algo raspada y dolorida, ahora entendía un poco más lo complicado que es ser un ninja. En definitiva, él no podría lidiar con esa vida, prácticamente tenía que cargar con cuidar de él mismo y de los demás, sin mencionar a su equipo y sus miembros. Admiraba que aún así Nami los haya apuesto por encima de ella, pues normalmente, no es una decisión fácil, mucho menos siendo ellos un par de completos extraños para ella.
—–¿Y Nami, que le pasó?—interrumpió el castaño, hermano menor de Wang, y observando con preocupación a la chica que yacía sobre la espalda de la fina mujer.—–¿Ella está bien?
Rei simplemente observó al chico con interés, manteniendo en sus labios una sonrisita divertida y algo enternecida. Por favor, a ese chico se le notaba a kilómetros que estaba interesado por Nami, de lo contrario no preguntaría tanto, mucho menos la miraría de esa forma.
“Vaya, vaya. Y después Nami no se considera capaz de conquistar a alguien... ”—pensó Rei, manteniendo la sonrisa antes de responder.—–“Mi pequeña y querida diente de león es toda una rompe corazones”
La mayor se inclinó un poco a ver de cerca al más joven, luego volvió a inclinarse a su altura. Estaba claro que son había incomodado un poco al menor, pero él lo dejó pasar, quería saber qué estaba pasando y a dónde irían a parar ahora su hermano y él.
—–Veo que te preocupa su estado. Bueno... Verás, ella está bien. Sólo se desmayó.—iba a seguir hablando, pero el más joven la interrumpió de una forma más imprudente.
—–¿“Solo se desmayó”? ¡Como puede decir eso, quizá está perdiendo sangre o algo peor!
Wang se cubrió ligeramente el rostro, avergonzandose un poco por la imprudente acción de su hermano menor. Además, podía ver en el rostro de Rei que esa interrupción no le había agradado para nada. Básicamente porque, ya sabemos, Rei detesta la mala educación y la falta de modales, y a ella pocas veces se le es sencillo por pasar por alto ese hecho, corregir esa mala educación con un regaño o llamado de atención. Sabe que muchas veces eso no le incumbe, pero intenta corregir siempre de una forma sutil.
—–Escucha. Primero que todo. Interrumpir así a una persona mayor que tú es de mal gusto.—volvió a interrumpir Rei, pero luego dejó salir de su interior un suspiro pequeño, viendo a Nami dormir en el proceso.—–Segundo. También soy ninja médico, tengo mucha experiencia. Me tomé el tiempo de revisarla y está bien, solamente está agotada y necesitaba descanso. No tiene herida abierta ni tampoco derrame interno, así que, por favor, relájate un poco, niño. ¿Quieres?
Ese último “¿Quieres?” lo dijo un poco a regañadientes, ya que, estaba perdiendo la paciencia que le quedaba con cada palabra que decía.
Sin embargo, prefirió no reclamar nada y simplemente volver a suspirar, empezando a avanzar en compañia de Shiba.
—–Buscaremos un refugio, cercano al bosque. Se quedarán con Nami mientras ella descansa. Yo tengo que ir a buscar a mis otros pupilos, no es correcto que los deje a su suerte.
Wang y Sojiro le siguieron por instinto, viendo que Shiba volvía a sobrevolar por encima de ellos y permaneciendo más que todo al lado de Rei, tenía a su querida dueña, no quería dejar a Nami sola. Además, después de la Hyuga, Rei era en quien más confiaba.
—–Pero, Rei-san.—dijo Wang, llamando la atención de la mujer mayor. —–Podemos ir con ustedes. ¿Que pasa si Nami-san despierta y necesita atención médica?
Rei siguió caminando, a paso apresurado. Quería adelantarse lo más que pudiera. Ya tenía a Nami consigo, pero, no saber del paradero de sus otros pupilos le llenaba de nerviosismo. Sabía que ellos eran ninjas, que ellos también podían cuidar de sí mismos, pero ella había jurado que los iba a cuidar sin importar qué, no quería dejarlos a su suerte.
Eran ninjas pero, también eran niños aún.
—–Wang. Lo más correcto es que ustedes se queden ocultos. Nami ya eliminó a ese sujeto, yo también eliminar a uno de ellos. Solo falta la cabeza. No es prudente que lleve a Nami conmigo en este estado con Kai y Mei, y no quiero demorar porque no sé por lo que estén pasando mis niños.
Rei se decidió por una idea. No tardó en hacer una posición de manos algo rápida, haciendo que en un par de segundos, junto a ella, apareciera un clon. Una silueta de aire se formó a su lado, hasta que obtuvo la forma y el color necesario para ser igual a Rei.
—–Bueno, tienes un poco de razón, Wang. Es por eso que se quedarán con un clon. ¿Que tal me veo, también es hermosa, no? —cuestionó intrigada, aunque luego rió con levedad, dado que había sido un chiste.
En realidad sí podía llegar a ser tan vanidosa, pero uno se acostumbra.
—–Cuidalos. Por si acaso, me encargaré de monitilorearlos mientras tanto. Este clon se quedará con ustedes mientras Nami despierta, además tratará las heridas y cortadas que tienen ¿Bien?—sonrió dulcemente, mordiendose después su pulgar para, con la sangre, invocar a uno de sus animales y guardianes estrella.
Rei se tomaba muy en serio el cuidar de sus pupilos, y quería asegurarse de que Nami estuviera estable y descansada, además, también con ello cuidaba de Wang y Sojiro. Su clon le puede avisar lo que está ocurriendo, y por si acaso, el ave que invocó se encargaría también de esa tarea por si algo le llegaba a pasar al clon. Rei quería estar preparada, aunque le quedara poco chakra después de eso, aún tenía más ganas con las que luchar y así cuidar de sus pupilos, ahora no había lugar para el cansancio.
—–Con esto deberá bastar.—dijo.
Le pasó a su clon a Nami, así el clon la cargaba. Este esperaba órdenes de su original, el ave, que por cierto, podía hablar, también sobrevolaba por sobre Rei y su clon, estaba esperando lo mismo, las órdenes de parte de la mujer. El ave que sobrevolaba, al ver que Rei estaba concentrada en acomodar su ropa, decidió carraspear para llamar la atención de la mayor, quien al ver sus intenciones no pudo evitar sonreír algo ladina y divertida.
Esa ave era mucho más ególatra que Rei. ¡Pero eso sí, esperaba con paciencia su respectiva presentación! Tenía que dejar a todos impresionados.
—–Los guiarás a un refugio, si hace falta, es mejor que vayan adelantando camino a Konoha.—ordenó la mayor, estirando después sus brazos, así se sentía un poco más cómoda.—–Ah, por cierto. Muchachos, les presento a Megu. Es uno de mis amigos emplumados.
El ave por su parte, extendió un poco sus alas aún suspendido en el aire, después de eso descendió hasta quedarse sobre el hombro del clon de Rei, de una forma tan delicada tal cual una hoja de árbol caer. O bien, una pluma.
—–El único más hermoso de todos tus demás amigos emplumados, querrás decir. —comentó sosteniendo su pico.—–Es un placer en conocerlos, caballeros. Yo seré su guía y protector en lo que queda de su viaje. Espero que el hecho de que esté hablando no los deje muy confundidos.
Aunque ya era tarde, los dejó un poco sorprendidos por escucharlo hablar, pero lo dejaron de lado, no se les notó mucho el asombro. De todas maneras Rei ya tenía que irse, estaban más enfocados en ello que en cualquier otra cosa.
—–Bien, los acompañaré hasta que los caminos se descrucen. Shiba.—llamó al búho, que estaba posado sobre la cabeza de su ama.—–¿Te quedas, o vas conmigo?
—–Rru...—respondió de inmediato, decidiendo quedarse con su dueña. Ya estuvo mucho tiempo lejos de ella, ahora necesitaba asegurarse de que se recuperara bien, además, al ser su animal guardián era el único que podía ayudar a mantener tranquilo a lo que fuera que estuviese dentro de su cuerpo. Ya estuvo mucho tiempo lejos.—–Orru.
Rei lo entendió a la perfección, pareciendole efectiva la idea. Con Shiba abordo con ellos se quedaba más tranquila al alejarse, el búho no era un animal común y corriente así que estaba segura de que podría ayudarlos. Esperaba que aún así estuvieran bien, pero no podía evitar sentir un mal sabor de boca.
—–Está bien. Te los encargaré entonces.
Rei estaba lista para irse. El tiempo es oro, y en estos momentos mucho más, de eso dependía la estabilidad de Kai y posiblemente de Mei, mucho más ya que estaban en territorio que el segundo fantasma antes cruzó, en sus tiempos de vida.
—–¡Espera! ¿Nos dejarás al cuidado de dos pájaros y un clon? No me parece lo más responsable.—le cuestionó de nuevo Sojiro, pero esta vez Rei le hizo caso omiso.
Lo lamentaba y pensaba en disculparse, pero después, no iba a arriesgarse más por dejar a sus otros pupilos de lado. Tenía trabajo que hacer.
Ojalá Kai y Mei la estuvieran pasando tranquilamente como lo desea Rei, pero lástima que no es así, ni de cerca sin dudas.
Ambos se encontraban escondidos de el último enemigo que quedaba en pie, la única mujer que hacia parte de ese trío de ladrones, y quien, sorpresivamente, resultó siendo la cabeza. Para Kai y Mei no sólo sorprendía el hecho de que Nami se equivocó al confundirse, diciendo que el enano parecía ser el líder de esos tres cuando en realidad era ella, pero además, aparte de ese hecho, lo que les daba inquietud era que esa mujer era más hábil de lo que pensaron.
—–¡Salgan, salgan de donde quiera que estén, malditos enanos!—exclamó la voz de la mujer.
Ella disfrutaba de jugar con los demás, de una forma retorcida, causarles miedo y perseguirlos. Solía usar flechas con veneno, no lo suficientemente fuerte como para matar, ya que las huntana en pocas cantidades y eso lo hacía no del todo inofensivo. Y digo “no del todo” porque el malestar que causaba en el cuerpo humano era horrible. Desde fiebre hasta fatiga, sin mencionar el dolor corporal, como si estuvieras cubierto por agujas pequeñas que se clavaban en la piel continuamente.
El castaño es quien está sufriendo ese horrible destino, todo por apartar a Meiko para que no le dispararan a ella. Lo que si me lo preguntan, fue un poco tonto, porque la albina es prácticamente inmune al veneno, y aunque pueda sufrir de los síntomas, es lo suficientemente soportable para ella como para que sólo se sienta como un ligero malestar y ya. Pero él quizo ayudarla , así que la empujó a un lado y evitó con ello que le hubieran disparado. Efectivamente la apartó de ese ataque pero ¿A qué costo? Él era ninja médico, en todo escuadrón o equipo, un médico es quien debe protegerse primero o ser protegido por los otros, ya que básicamente de él dependen en ese sentido.
Afortunadamente por ahora, Meiko sacó la fuerza suficiente como para cargar a Kai y arrastrarse con él hacia un escondite, entrando al bosque desde el terreno libre de árboles en donde ella los emboscó. Mei, a quien conocemos por ser altamente inexpresiva y que pareciera ser ajena a las emociones humanas en diversas situaciones, estaba a nada de llorar de la desesperación. Se sentía inútil por no poder hacer mucho por Kai, y a la vez estaba frustrada porque él evitó que recibiera esa flecha. Lo agradecía, pero seamos realistas, por las razones que di antes, fue algo tonto.
—–Auch, auch... ¡Auch...!—se quejaba el pobre castaño, mientras tanto era recostado por Meiko en suelo y consumo ayuda, se apoyaba en el tronco de un árbol.—–Bueno... Admito que empujarte así no fue muy buena idea... Ay... ¿Te hiciste daño?
Aún así, a Kai, le quedaban ganas suficientes como para estar preocupado por Mei. La albina simplemente lo miraba con los ojos algo aguados, estando muy preocupada y con sentimientos encontrados.
—–¿¡Como puedes preguntar por mí si estás herido!? ¡Eso fue muy tonto, Kai!—le reclamó la albina, teniendo la voz algo quebrada. —–¡Te he dicho que no hace falta salvarme, yo sé cuidarme!
Kai se sorprendió un poco, era primera vez que Meiko levantaba la voz, siempre se caracterizó por tener una voz calmada, lenta y perezosa, o incluso podría decirse también muy bajita de oír. Que le gritara así fue algo que le impresionó. Pero Mei no podía estar más prepcupada, nunca jamás desearía que a su mejor amigo —Y posiblemente algo más en un futuro— le pasara algo malo. Verlo sufrir hacia que su corazón se volviera pequeño. Le habían disparado una flecha en una de sus piernas, le atravesó la pantorrilla de un lado a otro, y él poco podía caminar. A eso, hay que sumarle que encima, esa flecha estaba envenenada y, sentir siquiera el aire rozar la piel, le causaba dolor y escalofríos. El veneno estaba surtiendo efecto, pero según Kai no era mortal, pero sí bastante agónico, sólo necesitaba tiempo para curarse.
Mei apretó sus puños, cediendo cada vez más a la profunda desesperación que sentía. No sabía que hacer en esta situación, siempre de había conformado con seguir órdenes o consejos, o incluso supersticiones o costumbres. Hacer algo que no tenía previsto la llenaba de un profundo pánico; lo ocultaba muy bien pero, ahora estaba involucrada una persona muy importante para ella así que, ocultar su preocupación y miedo por perderlo no era para nada fácil.
—–¡Tenemos que irnos de aquí, voy a intentar cargarte!
La albina intentó tomar a Kai por de bajo sus hombros, pero, el castaño no tardó en quejarse pronto por el dolor.
—–¡No, Mei Mei!—se quejó Kai, soltando un jadeo ahogado por el mismo dolor punzante.—–¡Espera! ¡Duele...!
Kai volvía a acomodarse en su lugar, observando su herida con dolor. Era agónico en verdad, pero solo necesitaría un par de minutos para sanarse a sí mismo, la parte buena llegaba al momento de quitarse esa cosa.
—–Por Dios. ¡Perdón, perdón!—murmuró la albina en señal de disculpas, arrodillandose frente a él.—–Esto fue mi culpa... No debí permitir que te hicieran eso, Kai... Me hicieron la líder de esta misión pero...¡Yo no sirvo para esto, nunca lo fui y ya veo porqué!—se lamentó, juntando las cejas mientras se remordía los labios ligeramente. Estaba muy nerviosa ahora. —–No soy como Nami... Ella es lista... Siempre sabe que hacer...
El castaño no quería moverse ahora, incluso respirar se le hacia pesado, pero todo era por los efectos que causaba ese veneno. Aún así, no podía permitir que Mei se siguiera culpando, pero en parte, la entendía un poco. Ambos en parte, eran algo dependientes de Nami, Meiko más. Desde su primera misión, e incluso en el juego de atrapar los cascabeles de Rei sensei, Nami siempre demostró tener madera de líder, además de transmitir a los demás seguridad, y a la vez un vago sentimiento de terror. Siempre impuso respeto, incluso a los extraños. Eso les hizo esperar que la Hyuga siempre se encargara de decirles un plan. Kai era más espontáneo, claramente, pero Meiko siempre fue dependiente... No era su culpa serlo. Él también tenía sus propias inseguridades, e imaginaba que ahora ella estaba tratando de no llorar para verse fuerte. Después de todo, conoce la admiración que Mei le tiene a su mejor amiga y lo mucho que quiere ser como ella.
Pero ahora era el momento de brillar de Meiko, y él tenía que animarla a aprovecharlo. Como siempre estuvo haciendo, y como siempre seguirá haciendo.
Tal como lo imaginó, mientras esa enemiga los estaba buscando , en realidad sin hacer mucho esfuerzo, Meiko se dejó llevar de la rabia y la frustración, provocando que, arrodillada frente a él, dejara sus lágrimas salir con mucho pesar y decepción de sí misma. Solo podía escuchar sus tiernos sollozos, y al mismo tiempo, sentirse inútil por no tener la fuerza suficiente como para abrazarla y darle el apoyo que necesitaba ahora.
Ahora debía conformarse sólo con darle palabras de aliento.
—–Oye, oye...—le llamó él, con voz débil. Como ya dije antes, le costaba respirar, y estaba que se desmayaba del dolor, pese a que intentaba curarse a sí mismo con jutsu médico, era casi inútil.
¿Pero eso acaso importaba? Meiko era su prioridad.
—–Meiko. Vamos.—llamó, forzandose a estirar su mano, así lograba alcanzar el fino rostro de la albina.—–Yo sé que puedes hacerlo. Eres más fuerte de lo que crees.—le aseguró, haciendo que lo mirara.
Casi suspiró. Ella era tan linda y con un rostro tan delicado, ahora mismo no lo haría, pero ese recuerdo iba a apenarlo mucho hasta el punto de sonrojarlo o causarle pequeñas mariposas. Pero, por muy linda que también se viera así, no quería ver más a Meiko llorar , se le partía el corazón.
—–¿Lo dices en serio...? Kai, ¡No te muevas! Tienes las manos calientes, tienes fiebre.—le advirtió la albina, mirándole mientras se limpiaba las lágrimas.
Le tomó de su mano y la colocó con cuidado en su regazo, luego bajó la mirada. El tono de Kai era cada vez más apagado. Sabía que él no iba a morir, pero vamos, que se desmaye no es que te de tranquilidad tampoco ¿O sí? Se veía que estaba sufriendo. Ver a su amor platónico así no le daba más que ira y tristeza.
—–¡Solo...! Solo... Escúchame...—espetó Kai, haciendo que Mei cerrara sus labios, aún teniendo su mirada preocupada.—–Eres una buena líder, para ser tu primera vez... Eres fuerte... Y rápida... Tú puedes contra esa mujer.
—–¿Como estás tan seguro?—le cuestionó Mei, aún insegura de hacerlo. De todas formas ¡Aún me faltan años de entrenamiento, y no soy buena armando planes!—se excusó ella.
Sabía que de todas formas iba a tener que pelear, era la única forma de salir de ese problema, al menos, hasta que llegara alguna señal de ayuda; no obstante, estaba un poco asustada por no poder lograrlo y dejar a Kai solo, o peor, terminar de pelear cuando ya ha sido demasiado tarde. Temía que él pasara por algo grave.
Pero también tenía que conseguir un posible antídoto para ese veneno.
El antídoto. Claro.
Mientras más rápido acabara con esa mujer que no los dejaba tranquilos, más pronto podría volver a la aldea para tratarlo. Al ser su clan especialista en venenos de toda clase, estaba segura de que no tardarían en conseguir un antídoto para Kai. Además, su madre también es doctora, así que la suerte parecía estar sonriendo ahora para Meiko. Tam sólo ahora tenía que armarse del valor suficiente, y actuar de forma brutal para acabar con el enemigo.
Tenía que hacerlo, por Kai, por su equipo y por ella. Pero claro, más por Kai, no estaba dispuesta a perderlo por algo así.
—–Tienes razón... —susurró Meiko, apoyándose en una rodilla para levantarse del suelo con lentitud.
Al principio se tambaleó un poco, pero logró recomponerse rápido, así tomó con algo de fuerza el estuche, atado a su cintura, en donde guardaba su fiel espalda, que siempre estaba ahí acompañandola para cuidarla de cualquier amenaza.
Es el momento perfecto para que está samurái demuestre de lo que está hecha. No había marcha atrás. Adiós a la ansiedad y al miedo de no ser lo suficientemente capaz de pensar rápido. Tomaría sus propias decisiones y sería independiente; haría el esfuerzo, todo, por encargarse de proteger a Kai y por supuesto, no permitir que la misión fracase y así se dañe su buen récord. No señor. Ella era la líder de esta misión, por lo tanto, ahora mismo, tenía que actuar como tal.
—–Tienes razón...—repitió a Kai, esta vez un poco más fuerte.
Dejó que un suspiro pesado, en el cual liberaba con él, toda la tensión acumulada en su cuerpo, el temblor de su llanto reciente y las emociones encontradas que no la dejaban pensar con claridad. Así, su mirada preocupada y asustada, llena de ansiedad, cambio bruscamente por una más tranquila. Aquello, primero, hizo que Kai sintiera unos cuantos escalofríos recorrer por su espalda, no discriminaba si por el miedo de lo que ese cambio tan drástico le provocó, o por la emoción de que la albina ya se estaba tomando en serio las cosas y dejaba a un lado el nerviosismo. Él confiaba en ella. Sabía que no iba a decepcionarlo.
—–Volveré en un momento.—le avisó, como si solamente se tratara de ir a hacer un simple mandado, no de luchar contra una mujer desconocida con habilidades prometedoras pero a la vez extrañas.—–Aguanta... Por favor....
Eso último, parecía tener una intención ambigua. Kai imaginó que se lo decía a él, pero , por la forma en la que ella caminaba y sacaba un poco la espada de su funda, parecía más bien que se lo estaba diciendo a ella misma para creérselo, y librarse así del horror que implicaba pensar en fallar y perderlo a él.
Buenas nalgas mis nenes bellos, aquí con un nuevo capítulo uwu
No se preocupen, que mi regalo de Navidad viene con más partes todavía ❤
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