🌻|Capítulo 63.|🌻
𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪
Capítulo 63.
“Maratón, parte 7”
Tres de sus dedos golpeteaban la mesa, entre tanto se mordía el labio inferior con una mezcla de rabia y nerviosismo. Estaba algo molesta con una shinobi en específico, que incumpliendo sus órdenes como Hokage se fue de la aldea para buscar a un equipo genin que se encontraba actualmente en una misión muy importante, una misión que claramente se necesitaba ellos hicieran solos. Bueno, comprendía el vínculo que ella tenía con sus pupilos, pero estaba desobedeciendo una orden, no sólo de ella, sino también una petición de quien pidió y pagó dinero por la misión.
No la malentiendan, el dinero ahora no era importante, pero la presencia de Rei en esa misión de sus pupilos podría jugar una diferencia, pero más era la probabilidad de que fuera para mal que para bien, y eso Rei lo comprendía, ella sabía que se estaba arriesgando, no por el hecho de enfrentarse a ladrones experimentados y con muchas habilidades, el peligro, irónicamente, estaba dentro de sus pupilos; pero era por esa razón que ella no podía soportar dejarlos solos, necesitaba estar ahí por si algo malo ocurría aún si eso significa arriesgar o perder su vida.
Tsunade y todos comprendían que el cariño que Rei tenía por sus pupilos era hermoso, los quería y educaba como hijos propios, pero, pese a eso, ese mismo cariño también podría llevarla hacia su perdición. La Hokage únicamente quería evitar llegar hasta ese punto, y no porque no le tomara importancia a los mencionados genins, sino porque sabía que para ellos sería menos peligroso que para Rei. Pero ahora no podía pensar con calma, sospechando que la hija de su sensei había ido tras ellos, arriesgando su cuello.
Dejó de golpear la madera de su escritorio con sus dedos en tanto escuchó la puerta abrirse. Inmediatamente se levantó y observó a Shizune, a la espera de que hablara, rezando para que dijera lo que quería escuchar. Pero, y aunque ya se lo esperó, las palabras fueron otras, totalmente lo contrario a lo que esperó y por eso, se sentó nuevamente en su silla mientras suspiraba con cansancio. Por el rostro que la pelinegra tenía podía inferir que traía malas noticias.
Y por desgracia estuvo en lo correcto.
—–¿Se fue?
—–Se fue.—respondió Shizune, asintiendo a lo que la rubia ya había afirmado. La pelinegra acomodó al cerdito Tonton en sus brazos y suspiró, sin ganas.
Sabían que la ausencia de Rei ahora sería un problema, estaba calificada para enfrentar cualquier cosa que pudiera suceder con esos impredecibles espíritus, al igual que Genma y una albina que aún no ha hecho su aparición como tal. Pero, Genma no estaba disponible en esos momentos cruciales, no podrían mandar a otro sensei ya que, pese a que varios jonins conocían que Nami, Meiko y Kai albergaban algo dentro de ellos, no estaba calificados como Genma o Rei; tenían otra opción pero aún no había arribado a la aldea, de hecho, en estos momentos ya ni sabían si iba a llegar o no, pero esperaban de corazón que ella se encontrara bien.
—–¿Qué haremos, Tsunade-sama...?—cuestionó la pelinegra, observando con preocupación a la contraria.—–Quizá Miku aún esté lejos... Ella sería la única que podría ir aparte de Rei, pero...
—–¿Pero? ¿Qué?—interrumpió una indiscutible voz femenina y fuerte, que entraba a la sala sin permiso y llevaba sus manos detrás de su nuca.—–Hola Shizune, hola Tonton.—saludó.
Al salón entró una muchacha joven, no más de veinticinco años, de complexión delgada y fina que iban a juego con su cintura de muñeca y atributos pequeños salvo las piernas, largas, era alta como de aproximadamente 1,77cm. Su cabello albino era largo, se veía delgado pero a la vez era abundante, y por supuesto, iba acorde a su delicada presencia. Vestía un traje de colores cálidos pero que a la vez no llamaban la atención, largo pero, hermoso, sencillamente femenino y con un toque de nobleza imperial. Llevaba a su costado una rama de bambú y su fiel espada, atada a su cintura con un cinto del mismo color que su cabello.
Su presencia transmitía una felicidad inmediata.
Era como ver una versión mayor de la misma Meiko Dai, solo que se diferenciaba en una cosa, y estas eran sus ojos. En vez de tener pos claros, de color azul y un toque dulce y tranquilo, tenía ojos oscuros que reflejaban adrenalina y emoción, alegres, eran como ceniza. Además, sonreía alegremente de regresar finalmente a su hogar.
—–Hola, señora Tsunade. ¡Tanto tiempo!—dijo sonriente, riendo ante las caras de sorpresa que tenían las otras dos presentes.
Es decir, incluso el cerdo Tonton palideció de la sorpresa en cuanto la vio entrar, estaba claro que nadie se lo esperaba. Tenerla en frente era una sorpresa gigante para todos, y seguramente lo sería aún más cuando el resto de sus allegados se enterara de que Miku estaba de vuelta, está vez por un tiempo mucho más largo a comparación del de la última vez que la vieron, siendo jonin de Konoha por un año para después irse sola porque quería conocer el mundo, después de eso se instaló en una isla lejos de la hoja, en donde era guardiana y entrenaba a las tropas.
Miku fue desde siempre una samurái honorable, con mucha dignidad y honra, era una joven bastante respetable en el clan Dai, y admirable para aquellos que la conocían. Además, esta joven es el modelo a seguir de nuestra querida Meiko, pese a que sean medio hermanas.
Shizune, ya reaccionando al acabar de digerir el hecho de que tenía en frente de ella a una buena amiga del pasado, y que continúan siendo, no pudo evitar sonreír con alegría, pero no corrió a abrazarla o algo por el estilo, eran adultas, por lo que ya tendrían tiempo para charlar después. Ahora mismo, ella sabía que Tsunade iba a aprovechar la oportunidad de pedirle la ayuda necesaria a Miku, para proteger la integridad y bienestar mental de los tres pupilos de Rei, a los civiles involucrados en la misión, y a la misma Rei. Ayudarlos ahora y prestarles apoyo era la prioridad.
—–Vaya, vaya... Pero si es Miku Dai...—dijo la pelinegra, dedicándole una genuina sonrisa.—–Siempre hace esas entradas...
Tsunade también pudo sentir el alivio y la calma invadir su alma y cuerpo, sabía que Miku sería de gran ayuda a esa complicada misión, así podría enmendar su error.
Ahora le quedaba claro que, no debía subestimar demás el poder de los espíritus vengadores que se encuentran dentro de esos tres jóvenes que apenas empiezan su carrera como ninjas.
—–No te esperábamos aquí tan pronto... Pero, haz llegado como mandada del cielo.
—–¿Una misión, tan pronto señora Tsunade? Literalmente acabo de llegar.—se quejó la albina en un principio, aunque luego se acercó al escritorio y se sentó sobre él con total confianza, observando a la rubia y después a la pelinegra.—–¿En qué le puede ayudar esa humilde feligrés?
Oh, si. Ella también es sumamente religiosa. Bueno, ya sabemos que todos los Dai tienen esa cualidad y disciplina. Pero claro, no acostumbran llegar al fanatismo, simplemente son devotos a sus creencias y en eso se basan, son totalmente fieles.
—–Es sobre tu hermana. Ella y sus amigos te necesitan...
Los pájaros huían de los árboles despavoridos hacia otro lugar en donde hubiese más paz para descansar o formar un hogar, en esos árboles ya no habría caso seguir, puesto que el olor raro que los invadía molestaba sus plumas y los hacía querer alejarse de ahí lo más pronto posible, o más bien, lo más rápido que sus alas y cuerpo podrían permitirles, unos no lograron escapar, algunos otros que sí pudieron ni siquiera se molestaban en llevarse a sus crías, podrían tener más ¿no? —Si, lo sé. La naturaleza es cruel, tal y como lo es el mundo Shinobi, pero todo tiene su lado gris— El ruido de varios disparos de objetos delgados y punzantes se lograba escuchar en cualquier parte del bosque si tan sólo prestas atención. Imagina que eres tan solo un viajero que, no hace más que vender su mercancía de Ciudad en Ciudad, o un simple nómada que vaga por ahí porque ese es el sentido de su vida. Solamente estas ahí, caminado por ese bosque, siguiendo un sendero pacífico, pero de la nada escuchas terribles ruidos que provienen del interior y la parte frondosa de ese gran sitio. ¿Tú que haces? Cualquiera sin experiencia ninja, simplemente lo ignora y evita meterse en lo que no le incumbe, convencido de que se trata sólo de animales o, quien sabe que más, el mundo es un lugar desconocido.
Pero bueno, en este caso, si elijes ceder a tu curiosidad, puede que termines con una ojiva metálica en el entrecejo, porque ahora mismo, se libra una batalla entre el equipo de los buenos que se esfuerzan cada día por ser mejores, y el bando de los oportunistas que no hacen más que aprovecharse de los tontos que se apiadan de ellos o caen en sus trampas.
—–¡Ugh...! Duele...
Tuvo que detenerse sobre una rama, e inmediatamente esconderse detrás de un árbol para descansar un poco. Su pantorrilla derecha parecía uno de esos pequeños cojines en donde clavas las agujas para que no anden por ahí molestando a la gente, y esa herida temblaba un poco, pero, podría sobrevivir, sólo era cuestión de pensar en cómo vencer a ese condenado enano que ahora mismo ¡estaba dañando su tersa y pura piel! Dios, si le quedaban cicatrices en ese lugar, estaba segura de que iba a enloquecer.
Pero no duró mucho centrándose en ella. Ahora mismo necesitaba ver dónde estaba Shiba oculto. Sabía que no era un búho común y corriente como los otros, sabía que Shiba tenía habilidades más especiales que sólo girar la cabeza por completo para tener una mejor visión y precisión, pero aún así, especial o no, poderoso o no, se trataba de el mejor amigo y mascota de una de sus queridos alumnos; si algo le pasaba a ese búho, sabía que su corazón iba a destrozarse estar obligada a darle a la dueña terribles noticias, por eso, no iba a permitirlo.
—–Por favor... Necesito pensar... Tengo que deshacersme de él—susurró la joven mujer, tomando fuerzas para ponerse en pie nuevamente, mostrando un rostro más determinado y acumulando un aura desafiante.—–, aunque eso implique mancharme el vestido.
Había notado como, cada vez que ella se apartaba del enemigo, él intentaba desviarla al lanzarle de sus objetos explosivos, así como si quisiera evitar que ella tomara la dirección que estaba intentando seguir. Rei ya había entendido su plan, pero ya tendría tiempo de seguir el camino correcto, ahora mismo tenía que darle un cierre extravagante a ese asunto pendiende con ese molesto enano que no la dejaba en paz.
—–Esto... Me recuerda a esa vez en la que un chico de la escuela no dejaba de seguirme a todas partes...—mencionaba ella en voz alta, hablando para sí misma. Antes, le había pedido a Shiba que no se alejara de su escondite, ahora ella se encargaría del problema.—–¿Sabes? Pobre chico... Le hice algo tan terrible que no volví a verlo. Pero bueno, es el precio que se paga por querer estar con alguien como yo, que soy lo mejor de lo mejor... Pero un diamante no se puede mezclar con simples... Escombros, ¿verdad?
En realidad —únicamente lo rechazó de forma amable, es sólo que ella quiere alardear, pero mejor dejémosla. Es Rei.— , si se piensa ahora, lo que ella le hizo, no fue tan malo. Eran niños, esos tiempos ya quedaron atrás y, por favor, diganme ¿qué podría hacer un niño de once años con una novia de once años? A esa edad yo comía crayones.
Ella se acercaba al enemigo, viendo que él se había detenido con su bombardeo, nada más ahora para mirarla con la misma seriedad que ella llevaba en su rostro para mirarlo a él. Rei se estaba impacientando, tenía que deshacerse de esa pulga pronto.
—–¿A quién le hablas tú, mujer?—cuestionó la voz del enano, quien señaló a Rei con desdén, teniendo en su mano libre nuevas bombas para lanzar.—–¡Estás loca si crees que puedes vencer al gran...!-
Rei no lo dejó terminar, no contaba con el tiempo para escuchar su monólogo de villano y las razones del porqué hace lo que hace y bla, bla, bla. Sí, escuchar a la gente era de buena educación, pero ahora no quería ni tampoco iba a ser educada, estaba en una carrera contra el tiempo y quería terminar con ese enano cuanto antes. Ella simplemente levantó su mano derecha, simulando pedir la palabra, pero más le sorprendió y le dio gracia al ver que él mismo se interrumpía para dejarla hablar.
—–Ay por favor. Al menos se coherente con tu autoconcepto, ¿si?—interrumpió, teniendo una mirada ahora más serena y dejando sus brazos descansar detrás de su nuca.—–"El gran" ¿Cuánto mides? ¿Como 1,25? Tienes que ser coherente con lo que dices ¿sabes?
Aprovechando que sus manos descansaban detrás de su nuca, infló una de sus mejillas y después estiró los brazos hacia el frente. Ahora mismo el enano, claramente ofendido por el comentario de Rei, se quejaba y le insistía que le tuviera respeto, ya que si él quería, podría hacerla sufrir. Me imagino que ya todos sabemos que Rei no le está prestando ni cinco de atención, y tampoco es como que le importe lo que está diciendo. Estaba pensando en realidad con cuál de sus abanicos iba a atacarlo, o si debía hacerlo con ambos. Como fuese, debía tener en cuenta si el viento iba o no a su favor. Necesitaba hacerlo hablar y quejarse, así podría ganar tiempo.
—–¡Maldita mujer!—exclamó claramente sulfurado por sus burlas.—–¡Haré que te tragues tus palabras, lo haré! ¡Ven y pelea!—exclamó mostrando los puños, teniendo bajo las mangas cientos de bombas.
Rei hizo una leve mueca con su labio inferior, muy parecida a un puchero. No quería mostrar que lo miraba con lástima o lo subestimaba, en realidad tenía esa mala costumbre de hacer esas caras antes de luchar, y sus oponentes siempre se lo tomaban muy a mal; si sus palabras no los terminaban de ofender, aquellos gestos que ella hacía, sin dudas sí.
El hombre bajito, teniendo sus manos estiradas al frente y dejando que sus mangas mostraran las armas con las que iba a atacar a Rei, no vaciló en ningún momento más, y ya cansado de ser ofendido posicionó sus brazos y simuló cargar una especie de arma de fuego, estirando los dedos de su mano derecha y finalmente disparando las bombas escurridizas con las que atacaría a la joven Rei, quien aún tenía ese gesto de puchero en su labio. La joven Sarutobi por su lado, observó y esperó a las balas legar hacia ella, sacando a último momento uno de sus abanicos, el cual deslizó ágilmente por su manga derecha, pues en su brazo tenía correas que lo deslizaban así por su muñeca hasta su palma, volviéndolo prácticamente una extensión más de su brazo como su mano. Lo mismo hizo con su brazo izquierdo, abriendo sus abanicos al tiempo rápidamente para después soplar con ellos una ráfaga de aire que terminó por repelerlos, así de fácil como si no hubiese pasado nada. No obstante, en el aire las balas siguieron su curso, por lo que se entiende que Rei no usó sus abanicos como un escudo, sino para ganar tiempo. Ella flexionó sus rodillas y saltó ágilmente de esa rama a otra, quedando un par de metros a una distancia más elevada a comparación de su enemigo.
Las balas se detonaron tan pronto tocaron la superficie del tronco, causándole un gran daño a ese pobre árbol. Si estás preocupado por Shiba, no te preocupes, él está bien, pues se apareció y aterrizó sobre uno de los hombros de Rei, casi como si se hubiese teletransportado.
“Lanzó las bombas pero no todas alcanzaron tocar el árbol al tiempo, si mi cálculo es correcto, fueron sólo dos o un detonaron simultáneamente.”—pensó la mujer de cabello malva, luego volvió a hacer ese puchero para pensar.—–“¿Será que todas explotan por una reacción en cadena?”
Si bien había contado, solamente le lanzó siete, pero como la explosión fue tan bien seguida que casi parecía un mismo sonido, necesitaba ver su técnica otra vez para poder confirmar su teoría, pues no estaba segura de que si todas detonaron al mismo tiempo o una fue la reacción de la otra. Quizá podría conseguir información de otra forma.
—–Esas bombas se ven poderosas.—se atrevió a decir, mostrando una sonrisa ladina.—–Acabas de destruir por completo el hogar de muchos pájaros, hombrecillo.
—–No se ven, lo son, mujer.—exclamó el mencionado, mostrando una sonrisa victoriosa.—–¡Yo mismo las fabriqué, son mi más perfecta creación!
No se hizo esperar y atrajo más bombas a su mano, lanzandolas a la chica directamente de frente, a sabiendas de que ella iba a reaccionar y a saltar del árbol otra vez, pero ya eso lo tenía cubierto.
Rei hizo lo que él esperaba, saltó antes de que las bombas la alcanzaran, pero cuando estuvo por aterrizar tuvo que retroceder en el aire, acumulando el mismo en sus pulmones para soplar y tener impulso, retrocediendo hacia tocar otro árbol. Bien, él también era un estratega, lo tenía entendido. Pero Rei también se consideraba una persona ingeniosa.
—–¡Ah! ¡Ya veo! Conque puedes manipular el aire a tu favor. ¡Vaya! Esa es una técnica que nunca había visto.—mencionó, fingiendo impresión, mostrando ante todo su arrogancia.—–Lo suponía de alguien de apariencia tan delicada. ¡Pero si sigues escapando nunca podrás vencerme, linda!
Se mantenía con esa posición de sus brazos, como si cargara con un arma pesada y sus brazos fueran él cañon, más especialmente su mano derecha.
Al escuchar aquello, Rei le miró con una sonrisa ladina, usando su mano derecha para acomodarse un mechón detrás de su cabello, así no se le arruinada el peinado, e izquierda, mostrando que estaba ocupada por el abanico de color carmesí. Esos abanicos eran ligeros, y en realidad eran muy, muy delgados, pero, pese a eso cortaban lo que fuera.
—–¿Quien dice que estoy huyendo, cariño?
Tan pronto pronunció sus palabras, ella estiró su mano libre al frente mientras levantaba la que tenía el abanico, formando un ángulo recto con sus brazos y una postura bastante elegante, parecía que fuera a bailar, pero en realidad eso le sirvió para cumplir con su objetivo.
¿Recuerdan que dije que Rei mostraba dos abanicos, verdad?
—–¿Q-QUÉ DEMONIOS? ¡DUELE!
Cuando el enano bajó su brazo derecho, pues sintió que no podía mover los dedos, notó que la manga y su ropa estaban manchandose por algo rojo, oscuro, que al contacto con el aire soltaba un olor metálico y, dolía demasiado.
—–¡MI MANO, CORTASTE MI MANO!
Rei había aprovechado muy bien el aire. Justamente cuando sopló, tenía los brazos estirados pero dirigió su brazo derecho a apuntar ligeramente hacia más arriba que el enano. Al momento de aterrizar movió su otro abanico para controlar el aire de lejos y así mismo el abanico faltante, que gracias a ello se dirigió directamente al brazo de el sujeto, haciendo un corte tan limpio que no lo sospechó sino hasta sentir que una gira de su propia sangre le caía al rostro. Es en ese momento en que Rei tiró su primera carta, sabiendo que despertaría la ira de ese tipo, pero, la verdad, ella no pudo evitar mostrar entonces una sonrisa retorcida —pero femenina— al ver su color favorito.
Yo no les he hablado mucho de Rei, y lo haré poco a poco, así que aprovecharé este momento para mencionar que, uno, Rei no usa el elemento fuego como un Sarutobi, y dos, y es un porqué: ella en realidad no es una Sarutobi.
Rei no nació dentro de ese clan como todos lo creen, ella en realidad no es hermana de sangre de Asuma, ni mucho menos hija biológica del tercer Hokage Hiruzen. Ella fue una bebé a la que abandonaron en la entrada de la aldea, envuelta en mantas rojas. Fue encontrada por Anbus y llevada a la oficina del actual Hokage, y, porque se le derritió el corazón al verla, la esposa de Hiruzen decidió adoptarla. Es de ahí que Rei obtiene ese apellido, pero en realidad, su origen es más turbio de lo que ustedes piensan.
Al darse cuenta de que nuevamente estaba sonriendo así, atrapó su abanico y lo usó para cubrirse la boca y nariz, nada más dejando a la vista su mirada y sus preciosos ojos —aparte de su cabello y resto de cara, pero bueno— reprendiendose mentalmente por ese mal hábito.
Lo cierto es que Rei tiene su lado sádico.
—–Oops. Ahí va mi mal hábito otra vez... Vamos Rei, eso no es hermoso...—se murmuró para sí misma. Luego carraspeó la garganta.—–Tú tampoco debes subestimarme. ¿Sabes que no?
—–¡ERES UNA MALDITA ZORRA, HARÉ QUE PAGUES!
—¡Ay! Esa boca. ¡Que hables así no es nada hermoso!—exclamó de forma divertida, bajando el abanico para mostrar una sonrisa con toda su dentadura, los ojos abiertos. No tenía de sí una imagen hermosa como le gustaba, pero ahora se estaba dejando llevar, todo por querer acabar con él pronto para llegar a tiempo a salvar a sus queridos dientes de león. No necesitaba retrasarse más.
—–¡A ver si puedes, vamos!
Rei no suele mostrar su lado oscuro de esa forma. En realidad, ese sadismo lo utiliza como un mecanismo de defensa para ocultar su estrés. Su madre siempre le dijo que por ser una niña tan bella debía sonreír y deslumbrar a todos con su sonrisa, por esa misma razón también sonríe cuando necesita liberar el estrés. Muchas veces se reprende por eso, ya que para ella no es visto como algo hermoso. Pero vamos, que la obsesión de ella por las apariencias no es del todo su culpa, su madre y su forma de crianza tienen mucho que ver, por lo que ella creció teniendo que sucumbir a estándares para agradar, y, aunque ya no necesita que los demás le recuerden lo bella que se ve o lo elegante que debe ser, ya simplemente se ha vuelto una costumbre y parte de su vida, por eso no lo puede dejar aunque ya lo haya superado.
Frustrado y dolido, su oponente le atacó otra vez, con el brazo sobrante, pues se rehusaba rotundamente a perder contra una mujer, además, estaba bastante enojado. Pero, él no era muy fuweteque digamos, sus ataques debían procurar acabar rápido con su oponente, ya que a la hora de pelear y disparar utilizaba una gran cantidad de chakra, por eso tenía que ser claro y conciso, pero Rei estaba retrasando todo y eso no iba para nada a su favor.
—–¡GHHG! ¡MUERE, MUERE, MUERE!
Comenzó a lanzarle de nuevo las distintas balas como podía, manteniendo cerca de su abdomen la grave herida de su brazo, con tal de disminuir un poco el sangrado. Todo parecía ser inútil, a los ojos de Rei. Ella sentía que podía bloquear a todas las balas con la sola madera que soportaba a su abanico, extendiendo su brazo nada más para bloquearlo como si de un kunai a shurikens se tratara, pero, al escuchar un alarmado ulular, ella se detuvo acatando a la orden del búho, escapando de ahí por poco y aterrizando en el árbol cercano. Entre tanto, la cosa no terminaba ahí, notó que pese a que algunas bombas si detonaron y chocaron contra el árbol, al menos la otra mitad la estaba siguiendo ¿de qué se trataba eso?
—–Veo que tienes más trucos.—murmuró, más bien para sí misma, volviendo a saltar y haciendo una maniobra en el aire para aterrizar hábilmente en otro árbol.
Le era útil por ahora, pero no podía saltar para siempre y esas cosas no dejaban de seguirla, entonces ¿qué demonios podía hacer ella? Tenía que descubrir porqué la seguían así, como sí tuvieran vida propia.
Tenía que pensar.
—–¡Puedes huir lo que quieras, pero ellas te van a perseguir mientras estés viva! Mientras detecten cualquier estructura suave... Eso te pasa por traer cosas tan finas a una misión ¿quien hace eso?—exclamó el enano.—–¡El Gran Teru, te dará tu merecido, zorra!
—–¿Estructura suave, dices?—se preguntó Rei, intentando no jadear un poco por el cansancio.—–Estructura suave... ¡Eso es! ¿No será...?
Se mordió su labio inferior, sabiendo que iba a arrepentirse mucho de lo que estaba por hacer, pero, dada la situación, no tenía de otra. Sin más, aprovechando la distancia, se decidió por probar su hipótesis así que, cerrando los ojos con fuerza rasgó una gran parte de la tela de seda que usaba para cubrir uno de sus brazos y la frotó sobre el resto de la tela, aunque esa prenda ya estaba arruinada, la electricidad estática que iba a provocar la fricción le ayudarían a confirmar lo que recién había inferido de la pista que ese sujeto le dio. Tomó un kunai y lo usó para clavar ese trozo de tela en la corteza del árbol, saltando de ahí finalmente, nada más para presenciar como las bombas que le habían lanzado se dirigirían a esa tela, nada más para explotar.
Gracias al humo que soltó esa explosión Rei puso esconderse por un momento, necesitando descansar y pensar un poco más. Se le estaba acabando el terreno, y no podía huir hacia el lugar al que se dirigía en un principio porque eso sería guiar a ese sujeto a una emboscada a sus muchachos, pues, se imaginaba que los otros se estaban por encargar de eso. De todas formas tenía que llegar antes de que eso pasara, pero también tenía que acabar con uno para seguir con su rumbo, así sería más fácil.
Tan sólo esperaba a que sus queridos dientes de león estuvieran bien.
Hablando de eso, he visto que muchos tienen esa duda, ¿porqué Rei les dice así a sus queridos pupilos? Bueno, de hecho la razón es bastante simple de hecho: desde niña siempre le gustó observar como al soplar un diente de león este se esparcía e iba con el viento, tomando diferentes rumbos. No obstante, todos provenían de un mismo tallo, y aunque al soplarlos ellos volaban, alejándose de prácticamente sus raíces, cumplirían un deseo. Rei es el soporte de todas esas pelucitas del diente de león, los mantiene unidos hasta que llegue el momento de que el viento (la vida) decida hacerlos volar y dejarlos llevarse por su propio camino, su propio sueño, o su propio deseo. Es por eso que ella los llama así.
Siempre fue una mujer muy maternal, principalmente porque, además de ser una gran shinobi que recordar, su mayor sueño siempre ha sido el convertirse en madre, sin embargo la vida es injusta y la medicina cruel, al recordarle de forma frívola que por no ser de ambiente fértil no podrá cumplir esa esperanza en su vida. Sí, a ella le entristecía mucho, pero al menos con sus pupilos ella cumplía esa función de escucharlos y ser su apoyo cada que lo necesitaran, sobre todo por Nami, ya que, bueno, prácticamente se lo debía a su propia sensei, quien valientemente decidió dar su vida por dejar a sus hijos nacer. Algo honorable, que ella entendía y entre tanto, como pago por todas sus enseñanzas, cuidaría de sus bebés desde su lugar.
—–Agh...
Apoyó su espalda en la corteza áspera de ese frondoso árbol y se dejó caer sentada sobre la rama, buscando respirar. Estar huyendo de esas cosas la había dejado casi agotada, y por si fuera se le acababa el tiempo. Shiba seguía bien, gracias a Rei. Él había gastado demasiada energía en sanar a Nami, y también sanarse a sí mismo, aún no se había alimentado; quería ayudar a Rei pero eran cosas que se le salían por completo de sus plumas, por lo que ella debía resolver y acabar ese asunto sola, él sólo podía darle apoyo moral por ahora, estaba muy cansado.
—–Tengo que llegar con ellos pronto... ¿Como me deshago de ese tipo...?—susurró para sí misma.—–Vamos Rei. Piensa. ¡Piensa! Sí usa la electricidad estática... Eso significa...
Al final le llegó una idea para un plan. Tenía que funcionar, de lo contrario, habría perdido el tiempo en nada.
Esperó a que Teru se impacientara lo suficiente como para volver a lanzar esas dichosas bombas que se huían gracias a la estática, y, comenzó a frotar esa tela de seda contra la misma, y su cabello, juntando después un par de sus dedos para notar como estos liberaban un pequeño destello. Esa era su señal, ya estaba lo suficientemente cargada como para actuar. Las bombas se movían por ahí como peces en el agua, pero tan pronto detectaron la electricidad estática se convirtieron en pirañas y, se fueron todas en enjambre hacia Rei, quien ya había salido de su escondite. La de cabello malva mostraba una sonrisa victoriosa, sabiendo que con eso, si no ganaba, estaba perdida.
Cuando las bombas estuvieron lo suficientemente cerca, se quitó finalmente esa tela que cubría uno de sus hombros y brazos, y dándole un adiós por desperdiciar así una tela tan bonita, la abrió y la lanzó para envolver a las bombas, saliendo de ahí antes de que explotaran sin más que hacer. Teru pensó que con eso había ganado, pero grande fue su sorpresa cuando de la nada, ya no sintió ni sus hombros ni el resto de su cuerpo. Lo único que pudo ver antes de que todo se volviera completamente oscuro, fue un abanico de papel completamente manchado de una pintura roja, color muy oscuro y espeso, y a su contrincante Rei, con su mano libre apoyada en su cadera antes de atrapar nuevamente el abanico, limpiando con dos de sus dedos las gotas de esa sangre que le habían salpicado. Él no se dio cuenta, pero en tanto explotó sus bombas, Rei lanzó su otro abanico para que fuera en dirección a él, llegando antes de poder soportarlo, y dejando caer su cabeza al suelo.
Lo decapitó en un dos por tres, para ser más precisos.
—–Esta “zorra” acaba de cabar tu tumba, “Gran Teru”...—gesticuló con sus bellos labios, luego se cubrió el rostro con su abanico, soltando una risita inocente mientras escondía esa sonrisa retorcida que tanto odiaba.
El búho Shiba, aterrizó en su hombro, cerrando los ojos y disfrutando de ahora la paz y el silencio, pues las explosiones de ese sujeto se acabaron, y para siempre, todo gracias a Rei.
Ahora, lo que le quedaba por hacer era seguir con su rumbo y encontrar a sus pupilos para ayudarlos. Al menos, ya había acabado con uno de los sujetos que querían hacerles daño. Sin embargo, volvió a cuestionarse si se encontraban bien.
Fuera cual fuera su estado, pensar en lo peor le provocó estrés, teniendo que soltar una horrenda risa para poder calmarse. Ella detestaba mostrar ese lado de sí misma, aunque estuviera sola, pero era la única forma que tenía para lidiar con el estrés. En realidad, ella nunca fue la princesa de papi o mami, ya que, para empezar, nunca perteneció de sangre a esa familia.
Pero eso ya se los contaré con más detalles en otra ocasión...
Buenas nalgas mis bebés 💜
Espero que les haya gustado este nuevo capítulo uwu, y espero, que de verdad lo hayan disfrutado
(´༎ຶ ͜ʖ ༎ຶ ')♡
Me mamé con este capítulo 😎
¿Como están esas nalgas, las están cuidando? Espero que sí
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro