🌻|Capítulo 62.|🌻
𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪
Capítulo 62.
“Maratón, parte 6.”
Apenas empezaba la noche cuando Nami, que iba a la cabeza y siendo la guía de entre Wang y su hermano menor Sojiro, fue atacada y emboscada de frente sin previo aviso, como un cazador hace a un venado o algo por el estilo. Apenas y pudo reaccionar lo suficiente cuando de repente sintió cómo algo pesado le impedía moverse, sin avisarl le caía una red encima para evitar que pudiera escaparse. Los habían atrapado como un gato a tres deliciosos ratones. Ni siquiera Shiba, el adorable búho compañero de Nami pudo predecirlo, pero al menos él si pudo librarse de esa red, y por órdenes de su ama salió y escapó volando con rapidez de ese lugar y esos pillos, para ir en búsqueda de un escondite y posteriormente, traer ayuda pero por ahora tendría que esperar. De ninguna manera iba a dejar a su querida Nami a su suerte.
Entre tanto iba a seguir a los enemigos desde las sombras, antes de irse a buscar a Kai y Meiko para avisarles que habían ocurrido contratiempos con ellos, primero tenía que estar seguro de hacia dónde los llevaría. Shiba, como era un búho muy inteligente, no se iba a precipitar en pensar en alguna tragedia. Tenía que permanecer sereno, ya que sabía que, al menos por ahora, esos sujetos usarían a Nami y a los hermanos como sus rehenes y conseguir el otro anillo que les hacía falta, al menos, en el mejor de los casos así iba a ser. Esperaba tan solo que su suposición se cumpliera tal cual.
—–Capturarlos fue más sencillo de lo que pensé, y eso que tú parecías ser de las chicas fuertes.—espetó aquella fastidiosa voz femenina, la cual hacía a Nami rabiar para sus adentros.—–Cayeron como moscas hacia la luz.
Durante el viaje incómodo Nami estuvo deseando con todas sus fuerzas el arrancarle la lengua a Ikku, nada le haría más feliz en estos momentos, nunca había sentido tanta aversión por alguien y mucho menos una mujer; pero ahora no podía hacer nada más que escucharla y esperar a que sus oídos no sangraran con el más mínimo sonido que saliera de su boca.
—–Debo admitir que me decepcionó que fuera tan fácil, quería divertirme un poco más, pero al menos podremos esperar a torturarlos pronto simplemente porque no obtuve el suficiente entretenimiento que merezco.
—–¿Porqué no cierras la boca, tú... Maldita cabello de estropajo?—le insistió Sojiro, ya estando también hasta el tope de su molesta voz, quería que se callara.
Le preocupaba que desde que los capturaron, Nami no había dicho nada, simplemente se mantenía con una seria expresión, seria y callada, mirando a un punto fijo que parecía la nada. Ella estaba completamente inmersa en su mundo, pero a la vez, perfectamente consciente de lo que estaba ocurriendo a su alrededor.
—–¿Te molesta que me burle de ustedes? ¡Oh, es adorable!—exclamó la mujer de forma risueña, soltando por lo pronto una risita divertida.—–A ti será a quien degollaré primero, nada más porque me mandaste a callar... Aunque tengo que admitirlo, me gustan los chicos así, ¡lástima que eres menor que yo!—mencionó, sonriendo de forma perversa. Yendo detrás de ellos mientras que su compañero más grande los cargaba en la red a todos ellos.
Sojiro sintió que por su espalda le recorrió un horrible escalofrío, lleno de terror y aberración por su actitud. No soportaba la idea de ser visto así por una mujer mayor, le parecía realmente asqueroso que lo expresara de esa manera.
—–No sé como puedes mantenerte tan callada después de esto.—susurró en dirección a Nami, mirándola de reojo mientras que su rostro se mantenía asqueado.—–¿Qué hacemos? ¿Porqué no escapamos?
—–Sojiro.—calló la Hyuga, también en un pequeño susurro, aún sin cruzar miradas con él. Ahora mismo, tenía que estar concentrada en otras cosas, no podía hacerlo si no estaba en silencio y mucho menos si él le hablaba. Tenía que hacerles a todos pensar que no tenía ni idea de que hacer, sólo así podría pasar desapercibida.
Si ahora se ponían a murmurar iban a levantar sospechas. El plan, por ahora, era mantener un perfil bajo.
—–Cierra tú la maldita boca.—susurró, dejando de mirar un momento a la nada para mirarlo a él. Se veía molesta, pero sus ojos reflejaban serenidad, quería transmitirle eso para que le dejara hacer lo que fuera en paz. Luego de un parpadeo, regresó la mirada hacia el mismo punto, sin nada más que decir.
—–¡Así me gusta! Calladitos se ven mucho más bonitos...
Ikku era la única mujer de ese trío de ladrones, y al parecer la más molesta, porque no dejaba de fastidiarla con llamarla débil y por supuesto, aún peor, no la dejaba de fastidiar con su presencia. La Hyuga permanecía altamente neutral, pero, por dentro solo deseaba que ella cerrara su boca porque tan solo escuchar el tono fastidioso de su voz hacia que su sangre empezara a hervir. Por ahora permanecería como estatua, sin quejarse, sin mostrar terror, sin mostrar otra cosa, no quería darles lo que ellos querían, no iba a demostrar debilidad en ningún momento, después de todo ¿así trabaja un shinobi, no?
Nami hinchó sus pulmones de aire y lo dejó salir con lentitud, notando en ese punto fijo al que ella miraba, que se asomaban un par de ojos grandes y redondos de entre las hojas. Ese era su querido compañero Shiba, su guardián. La Hyuga hizo todo lo posible para no sonreír, y pudo lograrlo al aguantar su respiración. Le daba mucho alivio ver que su querido amigo, más que una simple mascota, estaba bien, pero iba a echarlo todo a perder si mostraba aunque sea la felicidad más mínima en sus ojos. Poner en peligro a Shiba era lo último que quería hacer, ni siquiera podía pensarlo.
El lindo buhito asintió con su cabeza, queriendo decirle a su ama con ese tierno gesto que todo iba a estar bien, él haría todo lo posible por conseguir la ayuda necesaria. Bueno, Nami ya estaba segura de eso, sin dudas.
"El resto te toca a ti, Shiba, por favor... Ten mucho cuidado..."—pensó la Hyuga, deseando con todo su corazón que se cuidara. Sabía que Shiba era listo, pero de todas maneras nunca se sabe. Ahora mismo, el único que podía ayudarlos era él.
Shiba vio cómo se llevaban a Nami y a los hermanos hacia un precipicio. Al principio sintió que sus plumas se erizaron porque pensó que los iban a lanzar, pero contaron con la suerte de que ellos en su lugar, servirían para chantajear a Kai y Meiko, así conseguirían el anillo que faltaba, puesto que ya le habían quitado el suyo a Wang.
Durante el proceso intentaron interrogar a Nami para averiguar en donde estaban la albina y el castaño o si habían pedido refuerzos, pero la Hyuga se comportó como una tumba, y pese a que ahora tenía su labio inferior roto, no dijo nada. La realidad era que había recibido golpes peores, una patada en la cara no había sido nada, además, confiaba en que pronto iba a regresar el golpe, más intereses.
Así fue como Nami, Sojiro y Wang terminaron de cabeza colgados sobre un edificio y agua electrificada. No me pregunten más, ya expliqué suficiente, así que por favor, abrocha tu cinturón que volveremos de vuelta al presente actual, en el cual Nami se convence y descubre una forma de poder salvarse, tanto a ella como también a Wang y Sojiro de una muerte segura y agonizante.
—–Realmente no puedo creer que vayamos a terminar así.—exclamó Sojiro, viéndose bastante enojado.—–¡Ni siquiera he besado a una chica a esta edad, que patético, no quiero morir!—insistió él, comenzando a sacudirse de la frustración.
—–Habla por ti. Yo iba a casarme.—espetó esta vez su hermano mayor, aunque permaneciendo sereno, también se le miraba un poco desanimado.—–No quiero ni imaginarme a mi querida Miku llorando en una lápida sin cadáver, ni siquiera nuestros cuerpos quedarán después de esto.
Ay no. Ya empezaron a lamentarse. Dios, afortunadamente Ikku y sus compañeros ladrones no estaban presentes para escucharlos, de lo contrario iban a ser inmediatamente su hazmerreír, y la incluirían a ella porque sí, nada más porque esos hermanos ya parecían perder toda pizca de dignidad al lamentarse. Bueno, al menos para Nami, era algo patético escucharlos hacer eso cuando claramente la solución a todos sus líos estaban, no al alcance de sus manos, sino de sus pies.
—–Vaya, que poca fé.—susurró Nami, en un tono muy inaudible, nada más para que ella pudiera escucharse.
Sojiro infló una de sus mejillas, sintiéndose realmente bastante molesto. No estaba listo para morir, aún no, pero a diferencia de Nami, él tenía muy poco entrenamiento ninja; por decirlo así, estaba muy "domesticado" después de trabajar en la recepción del hotel de su familia hace tanto tiempo, el no luchar ni ir a misiones le ha afectado, aunque en realidad él nunca quiso ser un ninja. Jamás pensó que por un viaje, terminaría involucrado en una situación así.
—–¿¡Tú de qué estás hablando ahí!?—exclamó Sojiro, notando que Nami comenzaba a balbucear entre sí. Quería moverse y patalear cual niño chiquito, pero ahora no podía porque no quería romper el delgado hilo que lo sostenía sobre el vacío.—–¿¡Cómo puedes verte tan tranquila en un momento así!? ¡Vamos a morir y ni siquiera dices nada, al menos una confesión, una disculpa, o algo por el estilo!
Santo cielo, que patético resultó ser ese sujeto. La Hyuga sintió que en su sien se formaba una gota incómoda, teniendo su frente algo azul de paso; estaba segura de que si Sojiro no dejaba de quejarse ahora, sería a él a quien le arrancaría la lengua. Escucharlo así era molesto, pero bueno, tenía que entenderlos, no todos lograban mantener la compostura en un momento así como ella.
—–¡Sojiro, ya deja de quejarte!—insistió su hermano mayor.—–Tranquilo, todo va a estar bien.
Nami comenzó a concentrar suficiente chakra en sus pies, con ello buscó poder bañar el hilo que la sostenía, colgando sobre el vacío y una horrible muerte. Ese hilo se veía delgado y frágil, su única esperanza era reforzar esa fragilidad para poder balancearse, pero no sabía si tenía suficiente chakra para alcanzar la base, pues el hilo lo era aún más ahí. En caso de un movimiento en falso, ese maldito hilo podría romperse sin tener piedad de ella, y adiós a su vida, adiós a su hermano Neji, adiós a Shiba, adiós a todos. Tenía que concentrarse lo suficiente para poder hacerlo bien o le costaría su vida; pero vamos, era un poco difícil hacerlo con el idiota de Sojiro quejándose como un cobarde.
Mordió su labio inferior y levantó la cabeza hacia el frente, observando el lugar en donde pensaba aterrizar. Bien, el hilo ya se sentía mas resistente, por lo que ya podría ejercer el resto de su plan. Era momento de la fase dos.
—–Muy bien. Par de bebés llorones.—interrumpió Nami, balanceándose un poco para tener el impulso suficiente y que sus manos pudieran alcanzar sus tobillos, suspirando con alivio. Tenía poca fuerza en los brazos ahora y dolor de cabeza, pues la sangre se le había estado subiendo por la posición de antes. Al menos ahora debía quedarse así un poco y esperar a que su circulación volviera a la normalidad.—–¡Dejen de quejarse y sólo hagan lo que yo! O juro que yo los mataré a ambos si no dejan de gritar como idiotas.
Sojiro y Wang dejaron de lamentarse, luego dirigieron su mirada a la Hyuga. Sin decir nada, simplemente esperaron a sus instrucciones, y tan pronto ella les ordenó concentrar su chakra para transmitirlo al hilo y que este fuera más resistente, hicieron lo mismo que Nami y tomaron impulso para que sus manos alcanzaran sus tobillos. Después de eso, observaron como Nami se sostuvo de ambos tobillos con una mano, y empezaba a deshacer el vendaje de su muñeca con ayuda de su boca, como Nami no decía nada más, prefirieron permanecer así hasta que ella les dijera que debían hacer algo más, después de todo, soldado avisado no muere en guerra.
Vieron que pasó por sobre los hilos de base que los mantenían colgando sobre el vacío, una y otra vez. Después vieron que ella comenzaba a enredar esos vendajes por su cintura y piernas, armando una especie de arnés improvisado, pero al menos se veía que lo ajustaba con bastante firmeza. Tenía que atarlo bien, no quería sufrir una caída fatal. Después de terminar, sacó de su porta-armas un kunai y lo mantuvo mordido en su boca, mirando al castaño y al hermano mayor de este.
—–Sojiro. Necesito que sostengas esta parte.
—–¿Qué? ¿Qué vas a hacer? ¿Estás segura de que funcionará?—cuestionó, bastante preocupado de que dijera que no. Nami únicamente le observó con el ceño ligeramente fruncido y su nariz arrugada con molestia.—–¡Bueno, bueno! Dámelo.—accedió, esperando a que no siguiera molesta con él.
—–Intenta hacer lo mismo que yo hice, enróllalo en tu cintura y tus piernas, no importa cómo. Lo importante es que quede firme, igual tú Wang.—dijo Nami, sosteniéndose de sus tobillos, ahora con las dos manos.—–Y asegúrense de cerrar los ojos.
—–¿Qué?
Nami sonrió de lado, dispuesta a deslizarse con ese columpio y arnés improvisado sobre los hilos que los sostenían. Aquello estaba ligeramente inclinado, ya que el valle del otro extremo, al otro lado, era más bajo, así que podrían deslizarse sin problemas. Lo único que debían hacer ahora, era rezar para que esos hilos resistieran la fricción lo suficiente.
Nami cortó el hilo que la sostenía de los tobillos con el kunai que tenía en su boca, se deslizó fácilmente hacia Sojiro y Wang, cortando también progresivamente los hilos que los ataban de sus pies para deslizarse más fácilmente. Aquello dejó que tanto Wang como Sojiro quedaran suspendidos en el aire, a expensas de Nami que se deslizaba de extremo a extremo con facilidad. Podía oler el ligero humo de los hilos y el vendaje, gracias a la fricción que tenían estos. Nami dejó de sostenerse de su vendaje sin preocuparse de caer, después de todo para eso había armado el arnés en su cintura y amarrado a sus muslos. No tardó en quedar otra vez de cabeza, esta vez sentada, pero con ello le abría más paso a sus pulmones para respirar.
Inhaló lo suficiente y sin más, justo cuando Sojiro y Wang pensaron que iban a chocarse contra la dura piedra, Nami activó su byakugan después de hacer un sello de manos especial, y sin que ellos se dieran cuenta, utilizó su habilidad especial del "byakugan espacio-tiempo".
Como ya todos sabemos, Nami no suele usarlo mucho, sólo en casos de emergencia, y este, era un caso de emergencia puesto que no se le ocurría otra cosa. Con el tiempo detenido, podía actuar en esos diez segundos de espera antes de que su corazón se detuviera por completo y causara su muerte. O bueno, al menos eso esperaba.
Recordemos que esa habilidad del byakugan nada más la tiene Nami, y vaya a saber porqué, ella simplemente sabe que puede hacerlo y se conforma con usarlo en un caso de suma emergencia. Claro que para eso, no puede hacer las cosas tan a la ligera, primero tiene que asegurarse de contar con fichas a su favor, y al menos ahora, contaba con eso, lo cual para ella era un profundo alivio.
Ella fue quien aterrizó en tierra firme, luego tomó fuertemente el vendaje que sostenía a Sojiro y Wang, contando los segundos en su mente para dar un fuerte tirón y lograr sacarlos del vacío, dejándolos seguros en tierra firme. Dejó de aguantar las respiración y se apoyó sobre sus rodillas, desactivando su byakugan y con ello, volviendo todo a la normalidad. Desafortunadamente sus rodillas no pudieron aguantar mucho su peso, y por ende, casi se desplomó en el suelo, quedando apoyada ahí con sus manos, desesperada por normalizar su respiración. Tanto Wang como Sojiro ni siquiera notaron o se dieron cuenta como llegaron al otro lado con ella sin ni un sólo rasguño, pero, agradecían aquello a la Hyuga.
—–Oye, ¿te sientes bien...?—preguntó Sojiro claramente preocupado, viendo que Nami respiraba un poco ahogada y sostenía su corazón con una mano.—–Podemos descansar si quieres. Debe ser pesado cargar con los dos.
Nami no respondió. No era que ellos fueran pesados, bueno, en parte lo era, pero no se comportaba de esa forma por eso. Ahora mismo, necesitaba con urgencia normalizar su respiración otra vez para volver a la normalidad. Por poco su corazón se detenía por un infarto y sentía punzadas en su pecho que lo hacían doler bastante, pero sabía que solo iba a ser cuestión de tiempo para superarlo.
—–Aahh... ¿Muchachos...?—escuchó balbucear a Wang, levantando un poco la mirada, aún estando de espaldas a ellos, a cuatro patas en el suelo.—–Tenemos compañía...
Frente a ellos se acercaban grandes pisadas. Sentían que el suelo temblaba con cada paso, hasta que finalmente se divisó esa gran figura de aquel mastodonte que era gran aliado de aquella mujer y el otro ladrón enano. Al parecer, era el más fuerte, si de físico hablamos.
"Oh, mierda..."—–pensó la Hyuga, sabiendo que ahora, por el momento no estaba en condiciones de luchar. Lo que menos quería ahora era enfrentarse a alguien, pero si tenía que hacerlo, lo haría, todo por el bien de la misión y proteger a los otros dos. Sabía que podían ser hábiles, pero también sabía que ella estaba a otro nivel.
Sí, eso sonó algo ególatra, pero a estas alturas del partido ya deberías saber cómo es Nami.
Al tener el sol de su lado, mientras tanto, Kai y Meiko seguían la pista que Shiba les había dejado con hojas en las ramas. El inteligente búho les había dejado un rastro muy especifico, que sabía que ellos iban a seguir sin rechistar. Pero por ahora no voy a profundizar más en Kai y en Mei Mei, ya lo he hecho demasiado y aún me falta más, sin embargo este es el momento en donde Rei se lleva el papel estelar y el protagonismo de la escena.
Después de todo, recordemos que no son uno ni dos enemigos a los que se deben enfrentar... Sino tres...
La Sarutobi estuvo saltando de rama en rama por un buen tiempo, buscando con la mirada algún rastro que le indicara sobre el desconocido paradero de sus tres discípulos a quienes además quería como los hijos que no puede tener.
—–Ya veo... La situación es más complicada de lo que se pensó ¿Huh?—murmuró la mujer de cabello malva, mientras saltaba de un árbol a otro.
A su lado, Shiba el búho, sobrevolaba la zona para guiarla. Pero se detuvo y se posó sobre una rama ligeramente más alta a comparación de la estatura de Rei, lo que hizo que la contraria también se detuviera para escuchar lo que el lindo búho de plumas blancas tenía para decirle. Ella lo miró a los ojos para entenderlo mejor, y sin más, suspiró con pesadez y apoyó sus manos en sus caderas, claramente un poco frustrada.
—–Así que... Meiko y Nami estuvieron discutiendo mucho desde que llegaron...—murmuró. Llevó una mano a posarse bajo su mentón para pensar, luego la acomodó sobre una de sus mejillas mientras inflaba la otra levemente.—–Si lo pones así, Shiba, es una situación bastante grave. Significa que esas dos están despertando... Y ya sabemos que no se llevan muy bien que digamos... Al menos Kai les ha servido como canalizador... Dime que no me equivoco, ¿no me equivoco, verdad?
Rei obsevó al búho en la rama. El búho Shiba estaba igual de preocupado, tanto por su dueña como también por la amiga de su dueña, por eso no lo pensó dos veces y se decidió por contarle todo con lujo de detalles a la jonin encargada de asesorar a esos tres jóvenes. Quería que las cosas pudieran resultar bien al final para esos tres, por eso, pese a ser un pequeño búho, no importaría como pero haría lo posible por ayudar en lo que pudiera hacer.
—–Bien... Sé que es muy extraño que esté hablando con un búho, pero, tomando en cuenta de que tanto tú como yo sabemos que no eres para nada normal... Te haré una pregunta, Shiba.—comentó la mujer de cabello pastel, luego esbozó una sonrisa amistosa.—–Del uno al diez ¿Qué tan rápido puedes volar?—le dijo, con su voz en un susurro muy bajo.
Desde hace tiempo se estaba sintiendo observada, gracias al viento podía notar que cerca de ambos se encontraba una presencia, la cual seguramente no se les acercaría para saludar. Imaginaba que fuera quien fuera, esperaba a que ella se diera la espalda para atacar finalmente, pero Rei ya estaba yendo un paso adelante.
—–Bien... Sé que puedes cuidarte sólo, pero no quita que apenas seas un bebé.—le susurró a Shiba mientras lo miraba seriamente. Usó una de sus manos para buscar y sacar un pasador de su cabello, y deshizo el peinado recogido que tenía.—–Así que tenemos que movernos rápido...
Sacó de su bolsillo un espejo pequeño, de esos que son viajeros y puedes llevar a cualquier parte ya que por su tamaño no estorban para nada, después hizo como si estuviese viendo su reflejo. Al principio si se miró y verificó si tenía algo entre los dientes, pero pese a que parecía totalmente distraída con admirar su propia belleza reflejada en ese objeto, realmente estaba concentrada en encontrar la ubicación de ese extraño, y su apariencia si así se podía.
No alcanzaba a ver algo revelador en realidad, pero podía ver camuflado algo que estaba fuera de lugar y que encima, tenía unos pies pequeños. Inmediatamente Rei esbozó una sonrisa victoriosa, centrando su vista en esa silueta extraña. Ya lo había encontrado, por lo tanto, podría comenzar con su plan.
Dado que aún no atacaba, ella suponía a que se trataba de que al frente había una trampa, por lo que después de guardar el espejo como si nada estuviera pasando, dirigió su mirada hacia el suelo o las ramas de adelante, intentando buscar alguna señal de alguna trampa. No creía que solamente la estuviera observando, sabía que tenía algo en mente, pero no podía moverse hasta estar segura de donde pisar, y para eso usó su pasador, sabía que después de hacer lo que estaba por hacer, su observador ya sabría que ella sabía, pero al menos eso le daría tiempo para escapar de ahí. Ahora no quería centrarse en una pelea sin sentido, estaba más preocupada por el bienestar de sus alumnos.
Ella agarró bien su pasador que era como aguja, tan filoso y delgado como una. Lo demás vino solo, lanzó con precisión de sus dedos aquel pasador a una rama en adelante, la cual no duró en explotar junto con otras bombas en cadena que le seguían a los lados y un poco más adelante. Fue un gran alivio ver que el pasador explotara, si no hubiera tomado la debida precaución pudo haber sido ella quien explotara junto con las ramas. Sabía que aquella explosión iba a alertar al extraño que la estaba vigilando, pero ella era rápida y se movía con la fluidez de una pluma, así que en esquivar no habría problemas. Tuvo la oportunidad y la tomó en el momento justo, escabulléndose en el humo para salir de ahí y sacarle ventaja.
—–¡Desgraciada! ¡No vas a huir de mí, el gran Pinkku!—exclamó el hombrecito connfrsutración, finalmente saliendo de su escondite al ver que Rei saltaba hábilmente esa larga distancia, echándose a la huida lo más rápido que podía junto con Shiba.
—–¿"El gran Pinkku"?—exclamó la joven Sarutobi de forma burlona.—–¡Al menos hazle mérito al nombre, enano! ¿Cómo cuánto mides, 1,20?
Parecía ser de la clase de sujeto impulsivo y que explotaba al momento sin pensar, teniendo una alta probabilidad de cometer errores por no pensar con cabeza fría, por eso trataba de enojarlo. Tan sólo esperaba que eso no fuera a llevarla a su perdición, no podía permitirse eso, tenía que llegar con sus pupilos.
Hablando de ello, si el grandote está con Nami y el enano está tras Rei, ¿Quién crees que queda para enfrentarse con Kai y Meiko? Porque es lo lógico. ¿Crees que sea despiadada?
Bueno, sólo yo sé la respuesta. Pero más te vale que te agarres, ese maratón aún no llega a su fin.
Hola mis niños uwu buenas nalgas, ¿que tal han estado? ❤ espero que bien.
Yo pues, ahorita ni salud tengo porque me siento muy mal TvT lo peor es que tengo que hacer muchas tareas atrasadas por andar enfermamdome
En fin, pero ya les traje un nuevo capítulo para que puedan disfrutar ✨
Espero que estén bien, déjenme darles un beso en el cerebro 💙 los quiero mucho
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