🌻|Capitulo 6.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 6.
“El bosque de la muerte”
La suave y fresca brisa soplaba más fuerte de lo normal, aún así, traía consigo un sentimiento sereno y confortable a nuestro querido equipo Rei. El día de hoy los shinobi presentes podían sentir también la misma tranquilidad que les transmitía dicho sitio, un ambiente agradable y lleno de pasto verde y hermosa naturaleza, un paisaje hermoso ubicado junto a una serca de metal. Aquella serca era una advertencia, una prevención, lo que dañaba la atmósfera calmada del lugar. ¿Qué había tras la serca? Pues bien, seguramente algo horrible, un lugar espantoso. Un área restringida que yacía esperándolos para impresionarlos con su aterradora flora y espeluznante fauna.
Nuestros tres amigos estaban de pie entre el grupo de shinobis, observando atentos y expectantes por divisar una pista de lo cruel que podría ser ese ligar restringido, una pista de la aventura que les estará esperando. Los tres se encontraban emocionados, pero más que todo, intrigados por conocer las habilidades de posibles aliados y/o enemigos.
—–¡Ay! ¡Eso no es “hermoso!”—habló Kai, imitando a la palabra favorita de su sensei mientras observaba palideciendo el como un ciempiés gigante era comido por una serpiente aún más grande.
Nami levantó una ceja al ver la escena, guardandose el asco para sus adentros. Ella detestaba a los insectos pero no podía mostrar desagrado o temor, nunca sabes si lo usarán en tu contra.
—–Vaya. Los insectos son grandes en ese lugar.—mencionó Meiko, viendo inexpresiva la escena también.—–Parece que lo que aquí vemos pequeño... Allá es el doble de grande que un elefante...
—–¡Ay! ¡No tienes a la suerte, Mei Mei!—insistió el chico, antes de suspirar.—–Nami-chan. Se te ve tan tranquila.
Nami le dedicó a Kai una mirada fulminante, un poco molesta, arrugando la nariz con levedad. Suspiró sin embargo ya calmandose y luego cerró los ojos para sonreír ladina, con aires de arrogancia.
—–Primero que nada: Omite el “chan”. Sabes que no me gusta.—insistió ella después de hacer comillas con los dedos.—–Segundo: Bah. No me asusta. Apuesto a qué la espada de Meiko puede cortarlos en pedazos sin ningún problema. ¿O me equivoco?
—–No. No te equivocas.—habló la mencionada albina antes de desenfundar su espada y moverla con agilidad.
En cuestión de segundos una mariposa negra que pasaba cerca de ellos quedó destruida, cortada a la mitad. Un rápido y limpio corte que partió sus mitades de forma muy perfecta.
—–La espada de Mei Mei puede cortar lo que sea.—Kai sonrió, viendo como ella la guardaba.—–Me gustaría recrearla.
—–Tal vez te deje tocarla. Cuando seas digno.
Nami soltó una pequeña risa silenciosa, apoyando sus manos sobre sus propias caderas. Miró de nuevo, intentando ver el interior del frondoso bosque que los esperaba detrás de esa cerca. Podía sentir como la adrenalina aumentaba y el latido de su corazón se aceleraba por la emoción de poder luchar contra cosas nuevas. Se giró a ver a su equipo y sonrió levemente, viendo que Kai intentaba acercarse a tocar la espada de Mei, quien obviamente se negaba apartándose de él. Ambos parecían niños pequeños al discutir, pero bueno, Kai siempre ha parecido un niño si de personalidad estamos hablando.
—–¡Aw! Vamos Mei...—rogó antes de hacer un leve puchero, viendo a su amiga negar.—–Aaaw... Bueno. Pero, tú me protegerás de cualquier cosa ¿verdad?
—–No.
—–¡Meiko!
Claramente la albina lo decía solamente para molestarlo, pero aún así la divertida escena logró que Nami soltara risas un poco más ruidosas. Ellos voltearon a verla, mientras que la Hyuga se les acercaba a apoyar sus brazos en los hombros de los dos.
—–Relájense muchachos. Nos protegeremos el uno al otro, nosotros tres.—prometió antes de guiñar un ojo.—–Ningún equipo podrá con nosotros. Ya lo saben... Porque somos “Los tres grandes”
Nami era una líder, y todo líder debe saber cómo inspirar a su equipo cuando hay dudas en sus integrantes. Por lo tanto, la Hyuga notando que las risas y bromas de sus compañeros sólo ocultaban su breve temor, decidió animarlos con sus palabras.
—–Tan sólo hay que tener presente lo que dijo Reí sensei.—habló al señalar su anillo, ubicado en el dedo anular. Ese mismo anillo les fue obsequiado por la mencionada y joven maestra.—–“Si dudas de tí mismo vas a perder, y perder no es hermoso. Mejor ten confianza y ve por todo... Y ve por más”
Ante las palabras de la Hyuga, Kai y Meiko se miraron los rostros entre sí, esbozando después una sonrisa antes de asentir como niños pequeños. Admiraban la seguridad de Nami al hablar y al actuar. Sin dudas, no podrían pedir a una mejor líder y amiga que ella. Siempre animandote, aunque a los ojos de todos ella no fuese amable, Nami siempre estaba ahí para ayudar a quienes de verdad les importa.
—–Sí. Tienes Razón, Nami.—dijo Meiko, como siempre en su tono suave y tranquilo.—–Quien se acerque a ustedes será tristemente asesinado. Que mi “Padre” me perdone...
—–Cielos...—mencionó Kai, observando a Meiko con algo de terror sin borrar la sonrisa.—–Que chicas violentas.—bromeó, abrazando ahora él a las chicas.
En contraste a la personalidad segura y firme de Nami, y a la forma de ser tan serena y calmada de Meiko, Kai era más que todo un “pequeño” chico feliz, alegre, enérgico y sensible. Él siempre estaba en contra de matar a toda costa, pues simplemente lo veía como un arma de último recurso y nunca tuvo la necesidad de ser alguien violento. Él siempre ha sido y será el chico optimista de su equipo, mientras que sus amigas serán las guerreras. Él también será un guerrero, pero a su manera.
—–A mi “Padre” tampoco le gusta la violencia... Pero yo sólo lucho por aquel que vaya en contra de lo justo y lo establecido por el todopoderoso.—murmuró Meiko, sin alguna expresión y haciendo a Kai reír.
Meiko. Es una chica serena y religiosa, muy pero muy fiel a sus creencias y capaz de matar a quien Asus ojos y los de su “Señor Padre” sea injusto y malvado. Tiene cara de pocos amigos, actitud muy silenciosa. Pero ante todo, la albina es realmente muy dulce por dentro. Es algo kuudere, pero aún así se hace querer.
—–Bueno. Hay que demostrar quien manda.—mencionó la Hyuga al encogerse de hombros sin verle mucha importancia.—–No soy violenta a menos que necesite serlo.
¿Nami? Ella es el orgullo hecho carne. Está claro que a la Hyuga no le gusta demostrar sus emociones, es más, parece que no tuviera. Es muy calculadora y fría, y con sólo verte puede leerte así como a una página de un libro de esos que ella acostumbraba a leer. No tenía misericordia ante nada ni nadie; era sencillamente despiadada. Además de que era muy fácil de enfadar, sin embargo nunca se dejó llevar por sus impulsos.
Las tres personalidades contrastaban mucho, y eso es lo que los hacía a ellos un gran equipo. Cada quien tenía diferentes habilidades, de hecho, en un comienzo ni se llevaban bien, pero juntos aprendieron a complementarse, a trabajar juntos, a moverse y pensar como un equipo. Por eso mismo es que los tres se habían vuelto tan hábiles.
—–Bueno. Hay que firmar el consentimiento.
Los participantes debían acercarse a los jonins para que éstos le dieran un papel, un texto en donde se daba a entender que pasara lo que pasara dentro de ese bosque, era bajo la responsabilidad de los participantes. Así eran las cosas, y aunque a Kai le hizo tragar en seco, el apoyo de Meiko y Nami lo tranquilizaron para firmar. Después de eso, los tres se sentaron bajo un árbol a meditar un poco, esperando a que dieran la orden para iniciar el mismo exámen.
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Durante el silencio y el tiempo de espera, Meiko sugirió hacer juntos una oración para confiarles su protección y suerte a su “Todopoderoso Dios”, teniendo también la aceptación de sus compañeros para hacerlo. Desde, hace tiempo tenían ese pequeño ritual de orar juntos a Kamisama, para que éste les diera éxito y protección en sus misiones.
Y hasta ahora, los tres siguen vivos y con misiones todas invictas en victoria.
—–Denme sus manos.—dijo Meiko, y tomó las manos de sus amigos. Nami y Kai también se tomaron de las manos.—–Padre, estamos aquí reunidos para darte las gracias por vivir un día más. Ponemos en tus poderosas manos nuestra vida en éste exámen y por supuesto la de nuestros amigos, Neji, Lee, y Tenten. Que ellos también por favor tengan una jornada exitosa.—comenzó a rezar. Nami y Kai también cerraron sus ojos.—–Ayúdanos en estos cinco días, que sabemos que no será un reto sencillo, pero que podremos superare gracias a que tú nos estarás protegiendo como siempre... Ayuda a nuestro amigo Kai a superar sus temores, y perdonanos por las vidas que tomaremos en éste exámen. Amén...
—–Amén.—dijo Kai, seguido de Nami, quien sonreía con algo de emoción frente a lo que se venía.—–Aún... Sigo algo nervioso.
Meiko para consolar a su amigo le sonrió y se estiró para tomar sus manos con suavidad.
—–No te preocupes Kai.-Sonrió Mei Mei. Ésto provocó en el chico un pequeño color en sus mejillas, quién pronto le regresó la sonrisa.—–Estaremos bien. Confía en nuestro “Padre”. Además, los tres... Somos fuertes. Simplemente tendremos que cuidarnos las espaldas.
—–De eso no hay de qué preocuparse. Muchachos. Todos son enemigos aquí. Sólo podemos confiar en nosotros por ahora.—interrumpió Nami, mirando a ambos seriamente.—–Kai. En serio, te aprecio. Pero si sigues con tu estupidez voy a golpearte.—frunció el ceño, a lo que Kai riendo con pena asintió y bajó la mirada sonriente.
Tal vez fue algo hostil, pero el mensaje que Nami quería decir estaba claro: No deben retroceder. Rei no los educó para ello, además ellos tampoco se atrevería a decepcionar a su querida maestra, debían también hacerle alusión al nombre de su equipo. Los tres lo sabían, pero Nami acabó de dejarselos en claro. Acobardarse ahora para ellos no era opción, mucho menos arriesgarse a la vergüenza que trae el deshonor y la cobardía.
—–Nami tiene razón...—manifestó Meiko, recostandose al árbol con los ojos cerrados.
—–Si...—asintió Kai.—–Quisiers poder controlar mis emociones así... Como tú, Nami-ch
—Kai...—le reprendió por haber escuchado el horrendo “chan”.
—–¡Ay, sí! ¡Perdona!—exclamó antes de reír de nuevo, avergonzado.
La Hyuga le sonrió ladina, para indicarle a su compañero que no pasaba nada, luego de subió al árbol para recostarse en una rama y descansar desde la altura, cerrando los ojos un poco para quizá tomar una pequeña siesta. La ayudaría a relajarse mejor. Su actuar tan serio sorprendía a sus amigos, porque pesar de tener el peso sobre sus hombros de saber que tal vez no puedan salir vivos o ilesos de ese bosque, y como líder todo caería sobre ella, siendo consciente que ese bosque estaba lleno de bestias come hombres y otros ninja considerablemente fuertes y desconocidos; Nami estaba muy tranquila descansando en esa rama del árbol.
Volvió a abrir los ojos cuando notó que Meiko y Kai se alejaban para charlar un poco, pues la albina necesitaba calmar y relajar a su amigo. Nami los observó desde su lugar, sonriendo un poco. Desde siempre Kai y Meiko habían sido más unidos que ella con los demás, aveces prefería estar sola y dormir como de costumbre. Pero su sonrisa se borró al recordar las palabras de Kai, mencionando que quisiera tener esa manera de Nami para controlar sus emociones sin importar qué.
—–Yo también quisiera.—dijo para sí misma, antes de colgarse de cabeza.
Lo admitía, pero no podía hacerlo frente a ellos: Nami estaba estredada y tenía miedo por sus compañeros. La presión de tomar la decisión correcta era la que definiría su éxito o no. Pero, ante todo debía demostrar seguridad.
“Kai... Mei Mei...—pensó observando a sus amigos, quienes ahora estaban riendo con levedad.—–“No puedo permitir que nada les pase...—se dijo, recordando cuando conoció a la familia de Kai en su cumpleaños: Tres adorables hermanas, una abuela divertida y dos padres aventureros. O cuando Mei Me los invitó a cenar en su casa. Sus padres, aunque eran algo serios a simple vista, fueron tan acogedores que ahora llaman a Kai y a Nami, “hijo” e “hija.”—–No... No les pasará nada a ustedes... Ni a Neji... Ni a Tenten ni a Lee... Sobre mi cadáver.”
Sin más que hacer, se propuso dormir un poco para dejar de escuchar a su corazón latir rápido, desesperado, y calmar el estredado y acongojado retumbar en sus oídos.
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El tiempo de descanso había terminado ya. Kai y Meiko despertaron a Nami con suavidad para no molestarla con mucho ruido y sin más, fueron a reunirse con el resto de participantes en el puesto en donde los jōnins les esperaban para hacer la entrega de los pergaminos. Un equipo tendría un sólo, de cielo o tierra era al azar. Pero para conseguir el faltante tan sólo debían luchar a muerte con otro equipo que tuviera el pergamino necesario. Fácil.
—–Gracias.—agradeció la Hyuga, tomando el pergamino correspondiente de su equipo.—–Vamos muchachos. No hay tiempo que perder.—dijo sonriendo de lado, para después retirarse con sus compañeros.
Tuvieron que dirigirse a su puerta asignada. Varias puertas rodeaban todo el perímetro, y cada equipo participante debía esperar fuera de una de éstas para ingresar al bosque desde ahí. Kai, Meiko y Nami fueron hacia la suya, quedándose frente a ésta y esperando pacientemente a que su puerta, la Número uno, se abriera.
Sólo así empezaría el juego.
—–Bien muchachos... Ya sabemos que hacer. No debemos dudar.—motivó Nami, antes de chocar su puño derecho con su palma izquierda, tomando una postura ruda y determinada.—–No tendremos piedad.
—–Claro que no.—asintió Meiko, antes de llevar su mano hacia el mango de su espada.—–Me voy a divertir cortando cabezas...
Kai esbozó una sonrisa, esta vez más segura, sintiendo como la confianza de sus amigas se contagiaba. Él asintió emocionado, estirando sus brazos algo musculosos y colocándolos detrás de su nuca, mientras la brisa hondeaba.
—–¡Haremos que Rei sensei se sienta orgullosa de nosotros!—exclamó.—–¡Este guapo chico no temerá a nada!
—–¡Así se habla!
Los tres sabían perfectamente que nada sería fácil a partir de ahora. Los días se harán más largos y las noches mucho más cortas de lo que imaginarán. No tendrán agua y comida cerca y lista a su disposición, deberán buscar esos bienes ellos mismos si quieren vivir; tendrán que protegerse y no confiar en nadie más que entre ellos para mantenerse con vida en ese bosque, que no sólo estará infestado de plagas y criaturas hambrientas, sino también de enemigos que querrán asesinarlos ya sea por diversión o un bien propio. Fuese como fuese, pasara lo que pasara, los tres estaban preparados para actuar con determinación y sabiduría. Sus instintos de supervivencia serán puestos a prueba. Su fuerza de voluntad, su velocidad, su capacidad para razonar y su sijismo será puesto a prueba.
Y todo arriesgando sus vidas por el éxito.
—–¡Pueden entrar!
Las puertas abiertas dieron chance a que el examen comenzara. Todos los equipos entraron de manera simultánea al bosque, preparados para encontrarse de frente con la muerte.
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Saltando por los árboles al igual que la mayoría de otros equipos, ágiles y concentrados en lo suyo. Meiko iba con las manos sobre el mango de su espada, preparada para alguna pelea inminente. Kai ya estaba más calmado y relajado, hasta sonreía emocionado por la aventura que pasaría en esos cinco días; y la Hyuga por otra parte, observaba a sus alrededores en busca de un buen lugar para detenerse y platicar el plan.
—–Bien. Muchachos.—Nami se detuvo de repente, bajando al suelo y aterrizando hábilmente.
Meiko y Kai la siguieron expectantes, preparados para escuchar lo que ella tenía que decir.
—–Haremos lo siguiente, y sólo lo diré una vez: Primero buscaremos el pergamino del cielo, luego encontraremos un refugio y al día siguiente nos iremos camino a la torre como esa mujer explicó. Todo en tres días. Tendremos los otros dos para descansar y sólo esperaremos a que los demás terminen de matarse entre sí, ¿bien?
—–¡Sí!—asintió Kai.
—–Te seguimos, Nami!—avisó Meiko, para después esperar a que la Hyuga activara su byakugan.
Una vez éste activo, Nami pudo conseguir una visión perfecta de su perímetro al rededor.
—–Seguiremos a pie.—habló comenzando a caminar con ellos, sin un rumbo muy fijo.
Meiko desenfundó su espada y la mantuvo al hombro. Kai sacó un kunai y su arma favorita de su bolsillo, el johyo que él mismo había creado cuando era un niño, el cuál podía estirarse tanto como él quisiera simplemente con aumentar o disminuir su chakra desde la mano hacia el agarre. Comenzó a girarlo levemente desde la cadena, esperando a que Nami hablara o diera una orden. Ya sospechaban porqué tanto silencio por parte de ella. Estaba pensando, analizando. Significaba sólo una cosa: sospechaba insegura del lugar... No estaban solos...
“No me gusta ese silencio... Nami no ha dicho nada y ni siquiera se ha movido. Sólo tiene la mirada perdida.” —Pensó Kai, empuñando con fuerza su arma.
Más que su byakugan, Nami tenía una percepción envidiable. Era como un pequeño sexto sentido que le indicaba cuando andaba mal o bien la situación. Nunca se equivocaba. O al menos, casi nunca lo hacía. Ella estaba ahí, de pie y expectante a todo, esperando al momento. Su dōjutsu había detectado actividad extraña, de ninjas pertenecientes a una aldea lejana. Ellos no lo sabían, pero Nami ya los estaba observando, y gravaba rápidamente todos sus movimientos. Seguramente esos tres se les acercarían para intentar atacarlos, por lo que, la Nami giró un poco su cabeza en dirección a uno de ellos. Al ver ese movimiento ligero, Meiko y Kai supieron que debían estar alertas.
"Hay dos... No creo que hayan venido sólo ellos. El tercero debe de estar escondido en algún lado.-Pensó Nami, concentrada.-¿Detrás, en serio?... Patético...
Puedes ser el más silencioso y sigiloso del mundo, pero no eres rival para un byakugan si lo que buscas es esconderte. Mucho menos si ese byakugan es el más avanzado de su mismo clan. Ella sonrió, ladeando su cabeza en dirección a la izquierda, señalando luego con su dedo. Meiko ya sabía que debía hacer tras eso, lo entendió a la perfección. Sin más, la albina desapareció gracias a su bestial velocidad. Nami volvió a ladear la cabeza, inclinandola un poco más hacia atrás para ver la sonrisa de Kai. Él también observó a la Hyuga, y para mejor ya había puesto su jutsu a trabajar. En la mano izquierda del castaño, permanecían hilos de chakra invisibles para una vista normal. Éstos se movían como gusano, como gusanos, como si tuvieran vida propia. Los hilos buscaban a su presa como si fueran serpientes, luego, éstos saltaron de la mano del castaño. En cuestión de segundos, el ninja que Nami había detectado, el de la derecha para ser más exactos, apareció atado y enredado entre los hilos, con quejidos.
—–Demonios...
—–¡Ahí va uno!—exclamó Kai, acercándose al chico para tomar un pedazo de hilo.—–Mejor suerte para la próxima, amigo.
—–Mejor que sean dos.
La voz serena de Meiko los hizo voltear, viendo que ella ahora traía consigo a su otra víctima. El otro integrante del equipo, que estaba amordazado y con un kunai clavado en su pierna derecha.
Nami sonrió orgullosa, desactivando su byakugan :
—–Más bien, que sean tres.—mencionó, cruzandose de brazos.—–El héroe cae.
De los arbustos, con un tonto ataque frontal y empuñando un kunay, se aproximó un frustrado líder muy amenazante, empuñando el arma para buscar apuñalar a Nami. Éste saltó alto, para impulsarse después de entre las ramas hacia precisamente, la Hyuga. Él no contaba con que Nami hábilmente ya estaba preparada. Volvió a usar su byakugan con una sonrisa ladina, escuchando con pena las palabras amenazadoras.
—–¡Malditos, me las pagarán todas!
Sin pánico y como si se tratara de un juego de niños, Nami concentró su chakra en su mano derecha y con un pequeño giro delicado y silencioso logró darle un ataque severo directamente al diafragma del tipo. Literalmente él se había lanzado a la boca del lobo... Sé pudo apreciar como de su cuerpo se liberaba una honda azul. Pero no se trataba de su chakra propio, más bien, se trataba de la honda con la que Nami logró atravesarlo, usando su propio chakra. Él había quedado suspendido en el aire. Después de ello, y rápidamente, con sus dos dedos índice y corazón dió tres golpes a distintos puntos de chakra cercanos. De ésta forma, el pobre quedó paralizado.
—–Tal parece... Que hoy es nuestro día de suerte.—dijo la Hyuga dejando caer al tipo a sus pies. Luego se le acercó con una sonrisa más maliciosa. Se agachó y buscó en su chaqueta el pergamino que les hacía falta.
¡Se puede decir, que aquello que acaba de pasar ha sido un golpe de suerte para el equipo Rei! ¿O debo decir... Una “Palma” de suerte...? Ríanse, el narrador ha foto la cuarta pared.
—–Gracias~... Idiota...
Genial. Habían tenido éxito, ya no tendrían que buscar y lo único que quedaba ahora era sobrevivir y cuidarse, protegerse, comer, descansar y luego partir. Ah, y por supuesto cuidar de los pergaminos.
—–Bien hecho, Nami. ¿Ahora?—cuestionó Kai, intrigado.
—–Los dejaremos aquí. Serán una buena distracción para las bestias.—respondió la Hyuga, quien aún no se daba cuenta de los rastros de sangre que tenía en el rostro. Estaba más ocupada observando con malicia y superioridad a sus oponentes.—–Después de todo, escogieron mal.—dijo la Hyuga, arrogante, luego se dio la vuelta sobre sus talones y continuó caminando. Meiko y Kai la siguieron.
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Después de ese pequeño encuentro, el equipo Rei ahora caminaba tranquilamente por el bosque, como si se tratara de una pequeña excursión divertida sin ver, hasta ahora, ninguna bestia. Tendrían que cazar pronto, pues ya comenzaba a oscurecer. Conseguir refugio, agua y cómoda era su única preocupación porque ya tenían ambos pergaminos en sus manos. Lo que significaba que podían descansar un poco antes de que llegue el día para iniciar su camino a la torre, la cuál era el punto de llegada de aquella “carrera”. No obstante, pese a la calma que ellos llevaban, habían tenido un duro transcurso de día.
—–¿No quieres descansar...?—se preguntó Mei Mei algo preocupada por su amiga.
La pelea con esos tres genin no había sido la única. Habían peleado con al menos dos equipos más. Ahora mismo, Kai tenía raspones, Meiko unos rasguños horribles en los brazos y una herida por apuñalar mal. Y Nami una muñeca dislocada. La Hyuga lucía completamente normal, pero Meiko era su mejor amiga, y sabía de lo que ella era capaz. Tal vez tenía una potente tolerancia al dolor y sabía ocultar muy bien su cansancio. Pero a los ojos de la albina, Nami no podía mentir.
—–No. Estoy bien.—masculla Nami. En su respuesta.—–Sólo hay que acercarnos a la cueva, y ya está, podremos descansar y yo tomaré la primera guardia.
—–No. Ni hablar Nami.—negó Kai.—–Pondré trampas por el lugar, tú descansa con Mei Mei. Yo haré la primera guardia—luego se señaló a sí mismo sonriendo.
Después de un tiempo de tanto caminar y caminar, el equipo Rei al llegar a la cueva, puso en marcha lo que se había dicho ya, y Kai con ayuda de unas cuantas ramas y su aliento fuego, pudieron encender una adorable fogata. No estaban tan preocupados ahora. Estaban adentrados en la cueva abandonada, y Kai había plantado trampas con hilos atados a sus dedos, cascabeles y pozos o bombas apestosas que les avisarían si alguien se acerca. Así fue como el equipo Rei pudo descansar tranquilamente esa noche, aunque no pudieron conseguir algo para cenar.
—–Que amargo... Es como cuando mi abuela me castiga con “No cenar por ser un mal nieto”—bromeó el chico, recostadose en el suelo.
Aquello le logró sacar risas a Mei Mei, pero al no escuchar palabras de Nami los dos se voltearon para ver si estaba bien.
—–Wow, mírala...—mencionó Meiko, sorprendida por la escena que estaba viendo.
—–Duerme como un bebé...—agregó Kai también.
Bienvenido o Bienvenida, espero que entiendas que la historia está en proceso de reedición; todo sea para ofrecer un mejor disfrute a ustedes.
Se apreciarán tus comentarios y buenos votos, también críticas siempre y cuando sean cordiales. Nada de pelear con otros usuarios, y, si tienes alguna inquietud, puedes expresarla de una forma cordial.
Se te agradece discreción.
Los OC's son los únicos que me pertenecen. Los personajes y parte de la trama, no en realidad.
Gracias ^^
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