🌻|Capítulo 31.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 31.
“¡El mayor sueño de un
Sakamoto!”
Era un día tranquilo, el primer día oficial de Tsunade Senju como un Hokage. Tenía trabajo que hacer, mucho trabajo y papeleo. Quería beber un poco de licor.
Suspiró y se levantó. Orearse un poco no le mataría, aún si incluso Shizune estuviera en contra de aquello. Además, le gustaba sentir la brisa fresca de las mañanas chocar contra su piel, y ahora que tenía una vista panorámica de toda Konoha o al menos la mayoría, quería disfrutarlo más.
Ignorando la insistencia de Shizune y su cerdito Tonton, ella se acercó al balcón y se apoyó en él para ver un momento el como empezaban las mañanas de muchos shinobis conocidos. No sé giró cuando escuchó los pasos de Shizune acercarse.
Observando, la rubia Tsunade pudo notar como un chico se alejaba con la Hyuga que se supone debería estar en cama. Sakamoto Kai, siempre tan alcahuete. Es un chico lindo y de gran corazón, pero no posee un carácter fuerte, él es más bien muy feliz y alegre, aún si le das una piedra como regalo de cumpleaños. Después de todo, “lo que cuenta es la intención” es capaz de conservar esa piedra por siempre. La rubia sonrió mientras lo observaba. Al parecer, acompañaba a su amiga la Hyuga a dar un paseo, la ayudaba a bajar las escaleras siempre murmurando un “con cuidado” que era fácil de leer en sus labios. La Hyuga aveces se quejaba, pero agradecía su ayuda. A Tsunade le pareció un lindo gesto por parte de los dos, pues, según le contaban, eran los “lindos retoños” de Rei. A Shizune por otra parte, le pareció preocupante, ¡se suponía que Nami debía estar en reposo! Y la Hokage los está viendo irse.
—–Tsunade-Sama...—murmuró Shizune insegura, viendo como se alejaban los chicos.
—–Relájate Shizune. Está claro que no harán nada más que pasear.—ella giró los ojos y sonrió.
Recordó que ayer estaba leyendo sobre los distintos escuadrones de genin con sus respectivos maestros. Se fijó en varios como en uno —el escuadrón de Asuma— que era el mismo de sus padres en su tiempo, y en el de Guy, pues era muy balanceado. Por otro lado, también se fijó en el escuadrón de Rei. Una Hyuga con capacidad para memorizar y pensar rápido, una astuta albina perteneciente a una familia samurai, que además trabajaba con el mejor veneno de la aldea y un castaño de la familia Sakamoto.
Los Sakamoto... Ellos no son una familia especial, o algún clan prestigioso. Son algo así como una familia formada desde el Clan Sarutobi, de ahí su afinidad al fuego como los Uchiha. No tenían ningún Do-Jutsu, o algún poder especial que los identificara de los demás; sólo eran especialistas en armas y en la creación de éstas. Eso sí, tenían un ninjutsu hábil.
—–Ese chico Kai... Su personalidad da mucho de que hablar.—comentó Tsunade, ya perdiendolos de vista.—–¿Puedes creer que ayer me pidió un autógrafo?
—–¿En serio?—cuestiona Shizune algo asombrada.—–Bueno... Rumorean que es el más feliz de toda la aldea.—rió ella.
A Tsunade le llegó a la mente la imagen de chico con ojos brillosos. Pedía con alegría que le firmara un cuaderno que él cargaba, Tsunade accedió después de tanta insistencia. Pero recordó sus palabras...
“¡Muchas gracias! Apenas me enteré de que usted sería la Hokage, supe bien que la aldea estaría en buenas manos incluso mejores. ¡Es una gran ninja, la admiro mucho! Ojalá algún día pueda llegar a ser tan buen médico como usted lo es...”
–—Ese chiquillo es muy entusiasta.
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Nami estaba sentada bajo un árbol, bajo un árbol de mango, y sentada ella no podía ver porque tenía la venda puesta en sus ojos y se supone que no debía usarlos hasta después de cinco días. Escuchaba atentamente a las palabras de Kai, quien hablaba muy animado sobre cómo se convertiría en un ninja médico en un futuro, como lo era Rei sensei y Tsunade-sama. Meiko también estaba ahí, como siempre, escuchaba a su amigo mientras que a su vez afilaba y limpiaba su querida espada hasta ver su reflejo en ella.
—–¡Y además, podría ayudarlas más en las misiones, sería super! ¡NO deberíamos preocuparnos por salir heridos porque estoy yo, sería más importante!—insistía él caminando de un lado a otro, mientras mantenía la sonrisa de oreja a oreja.
Nami soltó una risa. Le parecía bastante gracioso y tierno la emoción con la que Kai se expresaba. Se inclinó un poco y acomodó su cabeza en sus manos, las cuales estaban apoyadas sobre sus rodillas.
–—Oh, Kai.—sonrió Nami.—–Seguro que sí lograrás ser un gran médico algún día.
–—Tal vez cuando Rei sensei regrese, podrías pedirle que te enseñe...—agregó Meiko, levantando la mirada de su espada.
–—¡Pero claro! Y ella accederá porque es nuestra sensei.—asintió Kai, como un niño emocionado.
Nami aumentó su risa mientras sostenía su estómago. Tal Vaz no podía ver, pero si podía imaginarse de manera bizarra las posibles posiciones de su amigo al hablar. Si no iba a ver, al menos se divertirá deformandolos en su mente. Kai y Meiko se giraron a ver la a Hyuga. Kai sonreía emocionado y hasta conmovido, mientras que Meiko esboza a sólo una ligera sonrisa
–—Que lindo que es tu sueño, Kai.—dijo Mei Mei, mientras seguía viendo como la Hyuga se reía.—Que extraño que te rías así, Nami.
—–¡Es que!—se detuvo, limpiando entonces sus mejillas. Aveces cuando Nami reía demasiado, ella derramaba ciertas lágrimas.—–Lo siento, lo siento. No fue una burla...
—–Lo sabemos, Nami-chan.—asintió Kai, entonces sentándose en el suelo frente a ella.—–Tú nunca te burlarias de alguno de nosotros.
La brisa sopló un rato, refrescando el ambiente entre los amigos.
Pasado el tiempo, se haría tarde y de noche, por lo que Nami debía regresar al hospital. Meiko tuvo que irse temprano, pues hoy era el “día de gracia”, una costumbre religiosa de los Dai en donde todo el clan se reunía en una casa, no era aceptado que alguno faltara, y oraban y agradecía todos los bienes y males que la vida les ha brindado hasta ahora. La albina no podía faltar, además tampoco debía llegar tarde, así que dejó a sus amigos solos. Por otra parte, Kai acompañaba a Nami de vuelta al hospital, caminando con cuidado mientras él le seguía platicando los múltiples beneficios que tendría el equipo si él llegara a ser un gran ninja médico. La Hyuga simplemente lo escuchaba y asentía, ella tenía fe en que él podría convertirse en lo que más desea con trabajo duro. Ya no creía en el destino, ahora pensaba que el destino es lo que haces de él. “El destino es como un libro que se está escribiendo, y tú eres el escritor, tus acciones son el lápiz y la vida y tus sucesos son las páginas que no se acabarán.” ahora esa era su frase característica.
—–Oh, ésta es la tienda de Mochis, Nami-chan. ¿Quieres comprar un poco?
—–Por favor...—sonrió Nami, entrando a la tienda, siendo seguida por Kai.—–Dejaré que uses el “chan” en mi nombre, solamente porque estás feliz.
Kai al escuchar esas palabras sonrió algo conmovido y abrazó a su amiga sonriente. Nami era como su hermana mayor, siempre cuidándolo, diciendo que hacer y dándole consejos, aveces amargada. La hermana mayor perfecta que él siempre quiso tener. Pará Nami, era el mismo caso, sólo que ella lo consideraba como un hermano menor tonto y alegremente torpe al que guiar.
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Terminando ya con el pesado papeleo, Tsunade, la nueva Hokage suspiró pesadamente mientras recitaba su espalda en el espaldar del sillón. Estaba cansada, realmente cansada. Sus ojos dolían un poco, necesitaba pronto algo en qué divertirse y el hecho de que Konoha no tuviera tiendas de apuestas le solía desesperar un poco. Había enviado a él dichoso equipo siete a alguna misión y varios jonin estaban ocupados viajando para proteger la aldea y cosas así.
Levantó la mirada. Estaba sola en su oficina. Era de tarde, ya pronto de noche, el ocaso estaba presente y la brisa nocturna se acercaba. En la oficina reinaba la paz, gracias al cielo, porque vaya que necesitaba descansar.
—–¿Uh?
Al escuchar unos pasos acercarse, la rubia simplemente miró a la puerta. Pensaba que era Shizune junto con Tonton, pero lo desmintió cuando se dio cuenta de que en realidad aquello que sonaba eran sandalias normales, más no los tacones de su amiga. Finalmente se dio a conocer quien se acercaba a la oficina. Se trataba de aquella Hyuga quien debería estar en esos momentos en cama y en el hospital a punto de irse a dormir después de tomar las medicinas. Tsunade levantó una ceja viendo como ella caminaba con lentitud y cuidado para no tropezarse, ¡más importante! ¿Como supo cómo encontrar la oficina si no puede ver?
–—¿Tsunade-Sama?
Ah claro. La opción del tanteo, es decir, prueba y error. Contaba con mucha suerte.
Tsunade ladeo levemente la cabeza y la miró confusa, antes de reprender la por su atrevimiento.
—–¿No se supone que debes estar en cama ya?
—–¡Tsunade-sana! Debe hacerme un favor...
¿Un favor? ¿Ahora que demonios quería? Vaya que podía llegar a ser un poquito molesta aveces. Sin dudas la misma personalidad de su madre en sus tiempos. Eran iguales, tan arbitrarias, tan intrépidas.
Nami con poco esfuerzo llegó a tocar el escritorio de la Hokage, entonces dirigiendo su mirada hacia donde ella palpaba. La Hokage la observó, ¿qué podría pedirle? ¿Qué la dejara abrir los ojos, que la enviara a una misión?
—–¿Qué necesitas, Nami?
—–¡Usted debe entrenar a Kai!—insistió ella, mostrando los dientes.—–¡Él tiene talento, aprende muy rápido, debe ser usted quien por favor le enseñe a él su jutsu médico!
—¿... Que...?
—–¡Por favor! ¡No lo haga por mí, hágalo por Kai, por el futuro de la aldea!—manifiesta la Hyuga, llevando una mano a su pecho mientras que la otra permanece apoyada en el escritorio.–—Konoha y el mundo... Necesitan más personas que en vez de querer ser violentos prefieran sanar y ayudar... ¡Kai es una de esas personas! ¡Es por eso que debe entrenarlo! Y no puede ser nadie más...
Mientras la Hyuga hablaba, Tsunade la miraba con atención y asombro, de verdad que esta chica iba en serio con cada palabra que decía, vaya era convincente. Aún así, lo sorprendente era la decisión con la que lo hacía, queriendo lo mejor para su amigo, deseando que él obtuviera lo que quiere.
—–Me temo que eso no se podrá.—vio como Nami hacia una nueva y fruncia las cejas.–—Como sabes, estoy encargada de tu tratamiento y el de Lee. Además de que encargarme de la aldea ya es otro trabajo... Entrenar a Kai me quitaría mucho tiempo.
—–¡Entonces cancele mi tratamiento!—interrumpe la Hyuga, luego golpeó levemente el escritorio.—–No me importa, yo misma me sanaré, aguantaré todos los dolores que sean necesarios si es lo que quiere... Pero ¡debe entrenarlo! Kai no admira a más nadie que a usted, Hokage-Sama. Además, nada lo haría más feliz que eso ¡por favor, hágalo!
¿En serio iba a olvidar su tratamiento, su propio bien por poner en frente a los caprichos y sueños de su amigo?
Rei les ha enseñado bien de lealtad y compañerismo, sin duda alguna. Tanto palabrero por parte de la Hyuga sólo la conmovió. Tsunade bajó la mirada con una sonrisa, entonces no lo consideró mucho.
Desde hace un rato veía mucho potencial y pasión en ese chico. Le agradaba. Pero, que una de sus amigas viniera a recomendarlo personalmente revasaba el vaso.
Tsunade miró a la Hyuga, quien esperaba impaciente la respuesta. Le sonrió, aún sabiendo que ella no podría verla.
–—Está bien...—sonrió aún más cuando vio en Nami esbozar una sonrisa más grande.—–Lo entrenaré. Pero, por favor, regresa al hospital y promete que no serás un problema para los enfermeros... No te escaparás, no huiras, nada. Tomaras todo lo que ellos te digan.
–—¡Lo prometo!—sonrió Nami.—–Muchas gracias. Kai se pondrá muy feliz... Es su vocación.
Sin dudas, ellos son amigos tan unidos que se cuidan y se desean lo mejor. ¿No es genial tener amigos así? Sin dudas, Kai se pondrá muy contento en cuanto sepa de la noticia. Será un excelente ninja médico, de eso no cabe duda. Protegerá aquello que más ama...
A sus compañeras...
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De nuevo de día. Nami estaba en el hospital, Neji con ella, Meiko paseaba con Tenten y Kai estaba trabajando en su casa, reparando una tabla suelta del suelo para que su querida abuela no tuviera ningún accidente. Sus hermanas, las trillizas, jugaban a ser ninjas después de hacer la tarea en el jardín.
Se escuchó la puerta sonar.
Kai dejó lo que estaba haciendo, cumpliendo la petición de su abuela de abrir la puerta. Cuando la abrió, ahogó un jadeo de sorpresa al encontrarse con la mismísima Hokage, quien personalmente fue a decirle que quería entrenarlo y convertirlo en un ninja médico en un futuro.
¡Su sueño de estaba cumpliendo!
Debía contárselo pronto a las chicas.
Las palabras de Nami fueron suficientes para que Tsunade se inspirara. No negaba que la chica tenía razón, y sin dudas, después de ese primer día de “transición” Kai demostró tener un gran potencial en el camino de la medicina, incluso le confesó su sentir.
—–Yo no sirvo para ser violento... No me agrada mucho lastimar así que sólo evado y protejo. Aveces a mis amigas les ha costado completar la misión cuando me niego a pelear, pero aún así... Sigo haciéndolo. Aunque, suelo también meterme en la pelea.—contaba él.—–Pero, realmente mi profesión es proteger. Siempre cuido de mi abuela, trato a mis hermanas cuando están enfermas y me gusta que Nami me lea libros de medicina... Y Meiko me ayuda mucho con sus plantas medicinales... Meiko y Nami, ellas son las guerreras... Yo quiero ser un médico, nada más.
Konoha estaba lleno de chicos soñadores que no descansarán hasta alcanzarlos y ver que se hicieran realidad.
Sin duda, ahora le gustaba más eso de ser la nueva Hokage.
Ow, que ternura. Mi Kaisito podrá volverse médico ^^
Espero que les haya gustado, lo de siempre ya saben. Voten, comenten, déjenme un “te referencio mucho” para saber que me quieren ^^ si no me sigues, sígueme para que te enteres de nuevos proyectos y cosas así
Y si quieres visita mis otras historias ajajsbnajzjw zlwisv
Gracias ^^
Nos vemooos!
Miss_References ¡Fuera!
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