🌻|Capítulo 23.|🌻
|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo 23.
“Memorias”
Las cosas en la aldea no iban bien. Ocurrió el ataque de Orochimaru, buscando afectar a la pacifica Konoha. Se llevó consigo miles de vidas, entre esas incluyendo una de las personas más importantes para la aldea. No estamos hablando de cualquier shinobi, hablamos de el mismísimo Hiruzen Sarutobi, el tercer Hokage de Konohagakure. No sólo la aldea estaba hecha trizas, también los corazones de los habitantes de la aldea. Incluso el cielo lloraba por su pérdida.
Ese mismo día, tras enterarse de la noticia, Neji y Nami regresaron a casa para descansar de la misión tan ajetreada que habían tenido. Hiashi les dejó el tiempo libre, ademas de que se dedicaría un poco de tiempo para cuidar de su hija que descansaba plácidamente.
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Ese día, las nubes eran negras, oscuras; el cielo estaba triste por esa pérdida. Desde su casa, Nami veía subida en un árbol hacia la aldea, observando como las personas iban vestidas de negro a dar el pésame hacia el querido tercer Hokage, quien fue cruelmente asesinado. La Hyuga yacía tranquila, puede que estuviera triste, puede que no, pero tampoco sufría como las demás personas. No compartió mucha relación con Hiruzen, simplemente lo consideraba el padre de su sensei. Lo que sí lograba molestarla, era la actitud de su maestra cuando la vio caminando cerca de ahí. Estaba arreglada, sí, llevaba un paraguas negro, el cabello recogido, y un pañuelo en el bolsillo. Su forma de caminar indicaba que a duras penas sus pies daban para mantenerla en pie. Estaba tan desganada, que no lucía como la Rei Sarutobi que una vez conoció.
Bajó de su árbol de un salto, tocando el tronco mientras lo admiraba por unos segundos, hasta que fue llamada por su hermano para irse ya al funeral. La Hyuga no dijo nada, simplemente aceleró el paso hacia él y lo siguió hasta el punto de encuentro, en donde se separaron para irse con sus compañeros de equipo, pero aún así quedándose cerca.
Kai estaba callado, muy callado, y Mei Mei más que de costumbre. Al parecer a ellos si les afectó mucho la muerte de Hiruzen, pero Nami simplemente deseaba que él estuviera finalmente en paz.
Cuando distrajo su vista del rezo, vio que su sensei lloraba en silencio. Lágrimas brotaban de sus azules ojos, como ríos. El hermano de Rei, Asuma, solo mantenía su semblanza. Konohamaru que estaba al pie de Rei, lloraba desconsolado. Vio con pesar como la de cabello malva se agachó para abrazar fuertemente a su sobrino, llorando juntos, de una forma desesperada y llena de mucho dolor.
Nami pudo entenderlo de esa forma. Esa imagen le recordó cuando habían pasado unas semanas de la muerte de Hizashi, su padre. Ella lloraba sola, sobre la tumba de su padre, abrazando el ramo de flores que le dejaría. Estaba acompañada de su hermano, quien ocultaba su dolor, y su "padrino", Genma. Fue en ese entonces que Nami lloró por última vez en frente de alguien más que no fuera su hermano gemelo. Recuerda que él la abrazó con fuerza, y como pudo sentir la presencia de su padre en ese abrazo.
—–Ya vuelvo.—habló bajamente, para avisarles a Kai y a Meiko que estaría con ellos pronto.
Caminó hacia su maestra, y Konohamaru, siendo notada por Iruka sensei, también por Naruto, que estaba junto a ellos. Nami miró a su sensei, manteniendo la seriedad, el rubio y los demás pensarían en que Nami diría algo no apropiado o muy frío y doloroso para el momento. Pero en lugar de eso, solamente la vieron agacharse a la altura de Konohamaru, para verla después unirse al abrazo de Rei y su sobrino. Muchos observaron sorprendidos esa escena, pero logro enternecerlos en ese momento. Hizo que consideraran que la fría Hyuga tal vez no fuera tan insensible después de todo.
—–Tranquilo.—murmuró la Hyuga.-Ellos no se van lejos, siempre permanecen contigo. . .
—–¿Cómo estás tan segura, Hyuga?—respondió Konohamaru secamente, limpiándose las lagrimas.—–Mi abuelito se fue, nos abandonó. . .
—–Konohamaru. . .—balbuceó Rei, un poco sorprendida por sus palabras tan frívolas para ser sólo un niño.
Había que entenderlo de todas formas, es sólo un niño, sin comentar la relación tan estrecha que él tenía con su abuelo. Ahora lo mejor, era quedarse en silencio y observar lo que su alumna tenía por decirle a su sobrino.
—–Konohamaru. . .-habló Nami, llamando la atención del castaño.—–Jamás vuelvas a decir eso, créeme, menos cuando yo esté cerca.—murmuró levantándose en tono amenazante.—–Debes cuidar mejor tus palabras.
Nami miró hacia el frente, ignorando la mirada de Konohamaru y su maestra sobre ella. De verdad le había molestado esas palabras del niño, las consideraba insolentes y nada apropiadas. Sin embargo, no estaba enojada, más bien entendía como se sentía.
—–Entiendo bien que te sientas así, enojado, frustrado, triste. Pero no debes decir eso, afirmar que te dejaron solo de esa forma es completamente impertinente.
Rei fijó su mirada en Nami, limpiándose las lágrimas con el pañuelo. Sonrió un poco, quizás su forma no era la mejor, pero sabía que la Hyuga sólo intentaba consolar al niño Konohamaru.
—–Tú no sabes como me siento. . .-murmuró él.
—–Sí sé.—interrumpe.—–Porque yo perdí a mi padre, incluso de una edad menor a la tuya.—–contó, mientras comenzaba a recordar aquel día en el que cruzó palabras con el tercer Hokage.—–Sí tengo un recuerdo. . .—murmuró más para sí misma.
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Ese día hacía algo de brisa, al igual que hoy, el cielo estaba nublado y amenazaba con llover. Una pequeña Nami de once años, acababa de graduarse de la academia, ser nombrada genin, estaba orgullosa de sí misma, su hermano estaba orgulloso, su clan estaba orgulloso; debería sentirse feliz, sin embargo no lo era. Estaba arrodillada frente a la tumba de su padre, con un ramo de flores para él, con los ojos aguados y necesidades inmensas de explotar en llanto. Apretaba contra su pecho el ramo de girasoles, ignorando el hecho de que debía ir a casa pronto, porque ya estaba lloviendo y se resfriaría gravemente. Incluso habían rayos y relámpagos, truenos sonando. El cielo compartía la ira que ella sentía en ese entonces. Sollozaba, soltando el dolor que había guardado durante mucho tiempo.
—–Han pasado años desde que se fue, ¿no es cierto?
La Hyuga se sobresaltó, no se molestó en limpiar los ojos ya que sabía bien que las lágrimas se camuflaban con las gotas que caían del cielo. Miró a la persona que había dicho esas palabras, un anciano con una batola de rojo y blanco, llevaba un paraguas.
—–Hokage-sama. . .
—–Finalmente descubro quien es aquel que mantiene tan alegre y limpio este lugar. A diferencia de otras tumbas, ésta resalta por las múltiples flores nuevas que llegan cada día.—comentó acercándose, y arrodillándose a la altura de Nami, para cubrirla con la sombrilla.-Haz hecho un buen trabajo cuidando de él. . .
Nami no comentó nada, simplemente se quedó callada, limpiando sus ojos y dejando el ramo de girasoles en frente del nombre de su padre. ¿Qué hacía ahí el Hokage? ¿Entones, él también visitaba la tumba de Hizashi? seguramente, por sus palabras quería decir que no era la primera vez que él llegaba.
—–¿Viniste a decirle que te habías convertido en genin?—preguntó Hiruzen mirando a la Hyuga.
—–Hoy en la graduación, muchos padres recibieron a sus hijos con un regalo, un abrazo. . . Yo en cambio. . . Tuve que venir al cementerio, a dejarle flores a mi padre, a limpiar la lápida, a rezar por él. . . Aveces me pregunto si él me escucha de verdad. . .—no sabía bien porqué estaba contando eso, solamente su hermano sabía y compartía su dolor. Pero de alguna manera, Hiruzen hacía que la Hyuga se sintiera confiada de decir lo que siente.—–Quisiera saber. . . Si él está orgulloso de mí, o si está orgulloso de mi hermano. . . O si nos extraña tanto como nosotros a él. . .
—–Bueno. . . Aveces cuando alguien se va, nos deja un sin sabor en la boca muy incómodo. No sabría como responder bien a tu pregunta, pero sí sé que de seguro tu padre está tan orgulloso de tí como de tu hermano. Sobretodo porque te graduaste con notas muy altas.—respondió Hiruzen, mostrandole a Nami una sonrisa.—–Vamos.—dijo al levantarse.—–Está lloviendo muy fuerte. De seguro tu hermano ha de estar preocupado por ti.—sonrió a la Hyuga.—–Recuerda. . . Siempre y cuando tú recuerdes a aquellos que se van, ellos siempre estarán contigo en tu corazón. Dejan en tí un legado, algo que te motiva a ser mejor. . .
Nami lo obvseró por unos segundos, apretando la mandíbula y soltando un fuerte llanto, levantandose y abrazando al Hokage como si se tratara de su padre. Necesitaba un abrazo, un consejo, que alguien le dijera de su padre, que le aclarara dudas; y como un angel caído del cielo, el tercer Hogake llegó para hacer a Nami sentir mejor.
—–Gracias. . . Hokage-sama. . .
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Al final, la Hyuga si compartía recuerdos conmovedores con ese hombre, que ahora sólo sería recordado como el tercer Hokage, quien sacrificó su vida para salvar a la aldea, quien siempre estuvo ahí cuando se necesitó. Un buen hombre, generoso, humilde. Todos fueron en fila a dejarle rosas blancas, dejando sus oraciones a él, sus mejores deseos en el más allá. Nami tomó una rosa y la dejó sobre el altar, esbozando entonces una mínima sonrisa hacia la fotografía de Hiruzen.
—–No compartí mucho con usted. . . Pero, sé que le gustaba mucho como arreglaba las flores que rodean la tumba de mi padre. . . De ahora en adelante, usted también podrá descansar en paz, en una tumba bien cuidada. Hogake-sama. . .—murmuró, soltando la rosa.—–Gracias. . . Por decirme que mi padre estaba orgulloso de mí, aunque sé que no sabía. . . Gracias. . .
—–¡Nami-chan!—llamó Kai, levantando el brazo para llamar su atención.
Dejó de llover, el sol salió, y Mei Mei y Kai la esperaban con una sonrisa para reunirse con su maestra y relajarse en su tienda preferida. Tienda que una vez visitaron con el tercer Hokage, como cumpleaños de Rei.
—–Quita el "chan" , Kai.—le reprende Nami, sonriendo ladina.—–Vámos, Rei sensei nos espera.
Se fueron al terminar el funeral, todos vestidos de negro. Llegaron a casa de Kai, para platicar un poco y relajarse entre amigos. La abuela de Kai les hizo pastel de queso, comieron acompañado de un rico té. Aunque, fue triste, el tercer Hokage ya había cumplido su tarea con la aldea. Era su momento de dejar sus sueños y llevárselos consigo, pero dejando un legado de generosidad y cariño en todos los corazones de los habitantes.
Rei quien se quedó un rato más, vio la imagen de su padre con una sonrisa y ojos cristalinos. No se dio cuenta hasta que se volteó, de que Kakashi la observaba, la estaba esperando para acompañarla a casa. La de cabello malva sonrió, recibiendo un abrazo del platinado enmascarado, sin más, se fueron tomados de la mano, con ahora un sentimiento de paz en sus corazones.
—–¿Sabes? Hoy ocurrió algo que nunca esperé.—habló ella, recordando las palabras de Nami a Konohamaru.
—–¿Qué?—preguntó Kakashi, interesado.
—–Nami dijo unas palabras. . . Muy significativas para mí y para Konohamaru.—sonrió recordándolo.
"-Konohamaru. Tu abuelo, me dijo una vez que siempre que los recordemos con alegría y sentimiento, ellos nunca se irán de nosotros, porque están en nuestro corazón, motivandonos a ser mejores de lo que ya somos. . ."
—–Oh, ¿en serio, Nami Hyuga dijo eso? Qué sensible para ser verdad.—se mofó tranquilamente, escuchando la alegre risa de Rei, resonar en sus oídos.
—–Esas son palabras de mi padre, sin duda. . . Él dejó un legado en todos nosotros, y tiene razón.—asíntió.
HOLA, AQUÍ @Miss_References con un nuevo capítulo y nueva actualización :3
Espero que les haya gustado el capítulo, y que entiendan que en Nami no todo es frialdad como lo pinto todo el tiempo. Sólo es cuestión de conocer más. Con este mensaje, no me refiero solamente a un personaje principio, sino tambien una referencia a la vida real. Aveces criticamos a la gente sin saber nada acerca de su pasado, ni nos tomamos la molestia de conocerlas mejor.
Pero es algo que todos deberiamos de cambiar, conocer un poco más antes de juzgar.
Gracias :D
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