Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

🌻|Capítulo 16.|🌻

|𝓛𝓸𝓼 𝓖𝓮𝓶𝓮𝓵𝓸𝓼 𝓗𝔂𝓾𝓰𝓪|
Capítulo  16.
“Conflicto De Amigas”

—–Bien...—mencionó Gemma, aquel sensor de la tercera etapa del exámen. —–Comiencen cuado estén listas.—agregó.

La brisa fresca volaba entre el ambiente. El silencio era el principal en el lugar, y los tambores de guerra prontamente comenzarían a tocar su canción de combate. Por fin el día había llegado. Nami y Meiko se enfrentarían la una a la otra para demostrarse entre sí quién es más fuerte. Aún seguían observándose a los ojos, con ojos feroces y sedientos de sangre.

—–Bien...—murmuró la callada Meiko, llevando sus manos hacia el mango de su espada, para desenfundarla.

Una sonrisa ladina y burlona se dibujó en los labios de la Hyuga, quien esperaba con ansias a su primer movimiento. Entre tanto, en su cabeza ella imaginaba los posibles ataques según la postura amenazante que su amiga tendría.

Nami conocía tan bien a Meiko, que sabía a la perfección sus ataques y posturas -gracias a que era obdervadora- y además, podía predecirlos casi al exacto con facilidad.

–—Tienes una mirada más segura que antes.—sonrió Nami, y ladeó ligeramente la cabeza.—–¿Serán tus ataques tan seguros también?—cuestionó, levantando las cejas y manteniendo su mofante sonrisa.

Meiko soltó un leve gruñido. No lograba comprender muy bien las actitudes de Nami. ¿No se supone que ya estaban arregladas? ¿Por qué volver al inicio? Ah, claro. Ya recordaba.

—–No creas que me harás que me distraiga con tus palabras...—dijo, y Nami borró su sonrisa casi inmediatamente.—Ya no soy la misma Meiko.

–—Eso veo.—compartió y se descruzó de brazos, luego y sin afanes, procedió a colocarse en aquella posición que hace a un Hyuga tan temido.–—Pero...—bajó la mirada. Y luego volvió a levantarla, con ésta vez una diferencia.—–¿Podrás engañar a mis ojos?

La música de guerra comenzó. Meiko desenfundó su espada y con el ceño fruncido cansada de que Nami la subestimara, concentró su chakra en sus pies y aumentó su velocidad increíblemente, hasta llegar pronto al lugar en donde la Hyuga reposaba, en posición tanto defensiva como de ataque; luego, con firmeza sostuvo su mango y procedió a buscar darle un corte limpio.

—–¡HAAAAAH!—exclamó la albina, con su espada firmemente, mientras de un salto caía desde  el aire para comenzar de la mejor manera ese encuentro.

Sin embargo, aquello no fue rival para el byakugan de Nami, que rápidamente y a pesar de la velocidad que llevaba la albina, pudo detectarlo fácilmente y atinar a expulsar chakra de la llama de su mano, para después golpear el estómago de Meiko directamente.

En el rostro de la Hyuga, una sonrisa ladina llena de sadismo se hizo presente. No obstante, en el rostro de la albina espadachín se formaba una mueca manchada con la poca sangre y saliva que escupió por el impacto.

Además de ello, Meiko salió disparada hacia la pared del muro, dejando un cráter en éste.

—–Continúa.—oyó a Nami decir. Su voz se oía tan tranquila como siempre, pero muy oculto, sabía que Nami intentaba animarla. 

Ahora comprendía.

Nami sólo quería que ella le demostrara qué tan fuerte se ha vuelto. Y que ella también tiene madera para ser ninja. Es por ello que la desafiaba a vencerla, sin importar las situaciones o que fuera su mejor amiga. A Nami lo que más le interesaba, no era que la vencieran, sino que demostraran, no sólo ella, a los espectadores, que tanto Meiko como Kai eran grandes.

Sólo quería que perdieran esa inseguridad.

No... Me voy a rendir tan fácil. Nami—dijo, Meiko, volviendo a ponerse en pié.

Un esbozo de diversión permaneció en el rostro de Nami. Eso era lo que quería. Luchar. ¿Por qué? Para demostrar cuánto había mejorado. A todos los presentes. 

—–Entonces demuestralo, ¡Meiko!—mencionó, antes de aproximarse a correr hacia ella.

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ

–—Vaya...  Nami-nee-san está... Muy determinada...—comentó la Hyuga de cabello azul oscuro, con un semblante triste y preocupado.

Los tres jóvenes observaban a las chicas pelear. Ellas iban con todo, y para nadie era un secreto que ambas ponían mucho empeño en cada uno de sus golpes. Así como Meiko ponía mucho chakra en fabricar veneno para poder afectar a la Hyuga; Nami también gastaba mucho en cada palma que lograba atinarle a la albina.

Muchos pensaban que entre ellas dos había una enemistad muy evidente. Pero en realidad no existe rivalidad alguna entre las dos. Ambas se quieren, y por eso ambas se obligan a llevar a la otra a superar el límite. Porque así mismo, su sensei siempre los entrenó de esa forma.

—–Yo pensé que eran muy cercanas.—dijo Kiba.—–Es cuestión de tiempo. Ambas se acabarán la una a la otra. Se nota el odio que se tienen.—finalizó, bajando a Akamaru de su cabeza, con una ceja levantada de la impresión.

El sonido de la espada de Mei Mei y las palmas del chakra liberado de Nami retumbaban en los oídos de todos sus espectadores. Ambas les estaban dando un entretenido combate por cortesía a su público, combate que seguramente muchos recordarían. Hasta ahora, ha sido poca la sangre que han derramado. Pero el dolor a causa de los ataques de cada una no se comparaba con otra cosa. Era obvio que ambas sufrían.

Y no simplemente por el hecho de que, como dijo Kiba, ambas se estén masacrando la una a la otra.

–—Te equivocas, Kiba.—negó Kai, con una pequeña sonrisa tranquila, sin apartar la vista de sus dos amigas en competencia. Causó la atención de Hinata y el Inuzuka que estaban junto a él, que prontamente lo voltearon a ver con atención para escucharlo.—–Entre Nami y Mei Mei, no existe una sola pizca de odio o rivalidad entre ambas. En realidad, se fuerzan la una a la otra para superarse, es por eso que no han pasado a mayores.—sonrió.—–Mei Mei es muy importante para Nami, así como Nami lo es para Mei Mei.—volteó a verlos.—–El único problema, es que ninguna lo puede admitir ahora, porque distraería la pelea. Pero ambas tienen con qué igualarse. Se conocen muy bien.

De hecho. Muy bien.

Meiko conoce detalles de Nami que solamente Neji conoce de su hermana. Por ejemplo, la mala manía que tiene la Hyuga al estar muy enojada, y razón por la que tiene vendas en los brazos. No es por simple detalle; hay un lado oscuro bajo esas razones,y también algo psicológicamente preocupante bajo esas vendas. Pero es algo que solamente los más allegados a Nami llegan a conocer, a menos que se hayan dado cuenta y opten por preguntarle, ella les respondería, puesto que Nami no sabe mentir muy bien.

–—Para que comprendan mejor, es algo así como la relación entre Sakura  e Ino.—explicó Kai encogiendose de hombros.—–Es sólo que entre ellas no hay un chico que no les presta ni pizca de atención, y tampoco se odian a muerte por ello.—soltó una risa. 

Aun entre el combate, ninguna de las dos tenía heridas mortales. Claro, sin cortar los múltiples cortes que Nami tenía en brazos y piernas, y las marcas Rojas de puntos afectados que Meiko tenía por todo su cuerpo.

“Si siguen así, el combate se alargará mucho...”—pensó Genma, mordiendo fuertemente el zenbon que tenía en la boca.—“A la primera caída que vea, lo daré por sentado.”

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ

Tras el corte limpio de la espada de Meiko, las vendas de los brazos y piernas que Nami llevaba como “accesorios” calleron al suelo, desembolviendose todas de una vez. Fue entonces cuando la albina dejó su espada a un lado, aun sosteniendola y mirando a la Hyuga con seriedad. Nami frunció el ceño, mientras que aún mantenía su pequeña y arrogante sonrisa, intentado disimular en la situación.

–—¿Qué planeas hacer con eso, Meiko?—preguntó Nami, llevando sus brazos instintivamente a su espalda.

Tanto Kiba como Hinata al ver ello, se sorprendieron. No podían creer lo que veían en los brazos de Nami.

—–¿Qué demonios son esas marcas? ¿Le hizo todo eso con la espada?—preguntó Kiba, con algo de temor a la respuesta.

—–No parecen ser... Rasguños... Son... Muy profundos... Y es como si estuvieran remarcados una y otra vez...—murmuró Hinata, con miedo y preocupación.  

¿Qué es tan impactante? Te lo diré en una sola palabra.

Rasguños.

Los brazos y muslos de Nami estaban llenos de ellos, tal y como dijo Hinata, remarcados una y otra y otra vez, como si fuera cosa seguida. Las marcas de ellos eran como si de verdad se hubiera rasgado la piel con mucha fuerza e ira, además de que algunas ya eran viejas, otras eran recientes. Muy recientes.

Neji entre la multitud desde su lugar de observación hizo una mueca de molestia al presenciar tal acto. Era repulsivo, pero se trataba de su hermana, su querida alma gemela, la única persona que lo entendía a la perfección. Él siempre pensó que Nami ya se había detenido desde hace tiempo, pero al parecer, no.

Sus muñecas, antebrazos, muslos y pantorrillas, todos estaban tatuados con la marca de la furia explosiva que Nami tanto buscaba esconder.  ¿Cuales eran los motivos de aquella ira irracional, qué era tan fuerte para provocar que la Hyuga se hiciera tal daño a sí misma? Sencillo.

Su rabia hacia la familia principal. Su rabia por no ser tan fuerte como lo requiere. Su rabia por no tener a su padre cerca. Su rabia por siempre tener que agachar cabeza ante el mandato de su tío. Su rabia hacia Hinata. Su rabia ante su personalidad tan odiosa y poco amable. Su rabia a su soledad. Su rabia hacia la marca de maldición que lleva en su frente. Su rabia por no poder ser libre.

Su rabia hacia su propia existencia. 

—–¿Porqué lo haces, Nami?—preguntó Meiko, con cierta tristeza y lastima en su tono.

—–¡Basta!—insistió Nami irritada.—No te incumben mis razones. Además, —dijo, sacando algunas vendas de sus bolsillos y colocandolas en donde deben ir.—–Las razones tú ya las conoces. ¿A dónde quieres llegar? ¿Piensas que te daré ventaja si me haces sentir triste, que me distraeré por recordar mi oscuro pasado? ¿¡Eh!?—insistió.

—–Esas son marcas de ayuda. Pero no te dejas nunca...

Meiko tragó cierta saliva. Nuevamente empuñó su espada.

—–Hace eso desde niña.—murmuró Kai.—Así es como Nami canaliza su rabia. Lo hace hasta que ve sangre.—suspiró.

Una vez ya las vendas estaban colocadas, Nami alargó su sonrisa, buscando ocultar su verdadera tristeza. Cómo detestaba que Meiko tuviera razón.

Y con «ayuda» Meiko no se refería a un psicólogo. Se refería a que no era bueno tener todos esos sentimientos guardados y aparentar no tener.

—–Nami. Tú no eras una chica fría.—dijo, y esperó con paciencia al ataque directo que Nami le hizo hacia un punto importante.  Escupió saliva ante el impacto, y después tosió algo de sangre.—–Todos... Necesitan un abrazo... De vez en cuando...

—–¡CÁLLATE!—gritó, con furia y volvió a dar varios golpes más. La hostilidad puesta en cada golpe era más que evidente.

Usaba a Meiko como su saco de golpear, y sin embargo, la joven de cabello blanco no de inmutaba para nada. No desvía el golpe, no atacaba. Simplemente esperaba a hacerla entrar en razón.

Por último, Nami dio un golpe más y la envió por los aires, de nuevo haciendo que ésta impactara, aunque en esta ocasión contra el suelo. 

La albina estaba débil, cansada, herida. Pero sabía muy bien que Nami lo había hecho simplemente dejándose llevar por la rabia que cargaba desde hace mucho tiempo.

—–No puedes canalizar tus emociones por siempre... Te... Haces daño... Nami-san...—murmuró, sosteniendo su estómago al retomar su postura. A penas y podía mantenerse de rodillas ante la Hyuga.–—Yo... Sé que ocultas de todos...

Nami abrió los ojos asombrada. El temor que ocultaba comenzó a invadirla rápidamente, volviéndose notorio en su rostro. Sus traumas pasados regresaban, y se paseaban frente a ella como una película una y otra vez.

Inconscientemente llevó sus manos a su frente, y bajó la mirada rindiéndose ante las palabras de Meiko, mordiendose fuertemente la lengua, sintiendo pronto el sabor metálico que la sangre derramada de su lengua emanaba, bañando toda su cavidad bucal de ese líquido rojo. También se desbordó un poco, saliendo por su labio inferior y bajando por un lado de su boca hacia su barbilla.

La tristeza de su pasado volvió de nuevo.

—–¿Qué sabes tú...?—murmuró, con la mirada gacha y ennegrecida, antes de chasquear la lengua.—–¡Nada! ¡No sabes nada!—insistió, levantando levemente su rostro, y viéndola con odio.

Meiko procedió a limpiarse la sangre que corría por su labio inferior. Mirando a Nami con seriedad. Éste combate sería su oportunidad para buscar una forma de ayudar a Nami, y que ella pudiera desahogarse.

No importaria si la Hyuga terminaba con su vida. Lo que en realidad le importaba era que su amiga pudiera por fin sacarlo todo y estar bien.

—–No.—murmuró Meiko.—Lo sé todo, Nami-san....—se apoyó en su espada clavada en el suelo para levantarse completamente, sin apartar la vista de Nami.—–Sé que... Cuando te molestas... Inconscientemente llevas tus manos detrás de tú espalda, y empiezas a hacerlo.—simuló contorsionar los dedos, y fingir arañarse a sí misma.—–Crees que nadie te ve, pero en realidad lo haces para no explotar.—dijo, antes de toser.

Nami negó, y frunció el ceño con molestia. Quería que se callara. No soportaba ver que Meiko sabía tanto de ella, o que notaba muchas cosas que ella creía ocultar. Incluso cuando Neji le dice las verdades de frente, también siente ira.

—–Porque te sientes debíl... Onee-chan...—murmuró Neji, descruzándose de brazos.

Meiko comenzó a caminar hacia Nami, dando pasos lentos. Ahora mismo el encuentro no le importaba. Ya no le importaba ganar. Sólo quería que su amiga pudiera estar bien. Sólo eso quería.

Según ella, su misión divina enviada por su Dios era ayudar a personas como Nami. Ayudarlas a ser felices. Ayudarlas a alejarse de la oscuridad que las traga lentamente, y con demonios que la abrazan con «dulzura» para obligarlas a que se queden ahí, para siempre, y no sepan cómo salir.

Nami se molestaba muy fácilmente al hablar de éstos temas, y para sorpresa de alguien cayó de rodillas, sintiendo un fuerte dolor punzante en su espalda.

—–Vaya... Qué lista...—murmuró Nami, soltando una risa mofante, y sosteniendo su brazo con debilidad. Comenzaba a temblar. 

Su espalda estaba llena de todas las zenbu que Meiko utilizaba para provocar una parálisis al enemigo, ya que estaban bañadas en veneno, cortesía del Clan Dai. Tenía en su espalda una gran cantidad de ellas, todas alineadas de forma que afectaran a la columna vertebral, y así causando la parálisis.

“Estuve tan distraída por mi enojo... Que no me di cuenta en ese momento cuando intentó atacarme por la espalda y le regresé el golpe.”—pensó, recordando el momento, comenzando a sentirse tonta.

Con su byakugan, Nami pudo ver los hilos de chakra que salían de la mano de Meiko. Ella ahora la podría controlar como un títere, gracias a las zenbu que tenía clavadas en la espalda. Le dolía, dolía mucho, pero no de quejaba, porque se acostumbró a soportar el dolor muy bien, dándole un buen aguante y ventaja ante una batalla. No podía escapar ahora.

Pero tampoco quería perder.

El tonto de su tío estaba viendo.

—–Te necesito tranquila un momento, Nami-san.—clamó Meiko, calmada, hasta quedar prontamente a un metro de distancia de Nami.

—–Sabes bien que ésto no es suficiente para detenerme...—murmuró Nami, con burla, y para sorpresa de muchos se levantó, aún con las zenbu en su espalda.

Ella se levantó, sin importar el hecho de que las zenbu se clavaban más y más como ganchos en su carne, y alcanzaban la columna provocándole mucho más dolor que antes. Se preparó y rápidamente se posicionó.

Meiko chasqueó la lengua con inseguridad, y tomó su espada en posición a la defensiva.

De pronto, Nami comenzó a correr hacia ella con un destello eléctrico emanado de sus manos. Su chakra usado ahora era tan visible, que indicaba que estaba usando demasiado. Su byakugan pasó a ser aún más forzado, y su sonrisa se borró mostrando un rostro enojado y lleno molestias que querían ser desquitadas.

–—¡Raiton: ciento veintiocho palmas eléctricas!—exclamó Nami con firmeza, antes de atacar a Meiko audazmente, ignorando su fuerte dolor, no sólo físico. 

La electricidad de sus manos indicaban que estaba usando un jutsu de estilo rayo, mostrando a todos su afinidad. Al Nami estar combinándolo con el estilo Hyuga y aventajada por su byakugan, golpeaba estrictamente a los puntos de chakra, más que todo provocando parálisis y cortes en la piel por el apuñalamiento punzante de la electricidad. Meiko no podía hacer nada al estar metida en aquel ataque.

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ

—–¡Meiko, Nami!—exclamó Rei, con preocupación agarrando las barandas con fuerza. No podía soportar ver a sus dos pupilas matándose la una a la otra.

No podía. Estaba asustada. Pero no podía hacer nada.

Con desesperación ella intentaba llamar la atención del censor,y su amigo, Genma, para pedirle que por favor detuviera el encuentro antes de que ocurriera lo peor. Pero todo era en vano.

Observó con impotencia como Nami atacaba fuertemente a Meiko, y cómo ella contratacaba provocando uno que otro corte profundo en la piel de la Hyuga gracias a su espada encantada. Miraba con temor como los músculos de Nami temblaban por el veneno paralizante entrando a su cuerpo por medio del roce de la hoja de la espada, y esperaba que los aciertos de Nami a los puntos de chakra de Mei Mei no provocara problemas en el futuro.

Era una sensei muy preocupada por sus dos queridas alumnas.

Aunque le daba tristeza el no conocer muy bien sobre Nami, sabía a la perfección que Meiko intentaba ayudarla.

—–Por favor... Por favor...—juntó las manos y se mordió el labio, esperando a que no  pasara lo peor.—Por favor... Que ésto termine pronto...

Las ciento veintiocho palmas de rayo de Nami se detuvieron, y pronto ella cayó de nuevo al suelo, de rodillas. Estaba gastando demasiado chakra, y pronto le quedaría más. Pero era tan terca como para rendirse, que aún así quería intentar levantarse de nuevo.

Meiko también cayó de rodillas. La sangre traspasaba su ropa, por los cortes finos del rayo. Estaba mareada y desorientada por la electricidad corriendo por su cuerpo, e intentaba de mantener su respiración tranquila.

Era todo, no podía más.

—–Yo... Me...—murmuró. Nami inmediatamente abrió los ojos, sorprendida, y utilizando su poca fuerza se arrastró hacia Meiko, para después tomarla del cuello de la camisa y mirarla con rabia y odio.

¿Qué es lo que ella estaba haciendo? Meiko intentaba levantar su mano para llamar la atención de Genma, quien con algo de lastima observaba a ambas chicas. No podría hacer nada hasta que la albina dijera las dos palabras claves. Reglas son reglas.

Nami sacudió a Meiko con fuerza, y cayó de nuevo al suelo de rodillas, con las piernas separadas, mientras aún sacudía a Meiko. Pronto, sus mejillas comenzaron a empaparse, y de la boca de Nami se escuchaban sollozos ahogados. Abría la boca para intentar hablar, pero, una fuerza mayor no se lo permitía.

Meiko observaba a su mejor amiga, con los ojos cristalinos. Era tan sensible que a la vista de alguien llorando ella también podría hacerlo, y más si era alguien tan importante para ella. Sabía que Nami no quería que se rindiera; pero ya no le quedaba chakra.

Nami había ganado el combate.

—–¿Por qué, Meiko...?—murmuró Nami, en un hilillo de voz, con lágrimas bajando más rápidamente por su blanco y cansado rostro.—–¡No te dejaré hacerlo! ¡No mientras yo viva! ¡JAMÁS!—insistió, casi como una niña pequeña cuando quiere un juguete.

No quería eso. Quería que Meiko luchará hasta el final.

—–Ya no me queda chakra, Nami. Y a tí tampoco.

Al final de todo, la amistad de ambas siempre estuvo primero.

–—¿Por qué dijiste todo eso?—murmuró.—–¿¡Por qué, por qué, maldición!?—insistió sacudiendola.

De la boca sangrante de Meiko se formó una mueca, parecida a una sonrisa.

–—Las lágrimas son un pedazo del alma que se escapa por tus ojos cuando estás triste... Es por eso que una vez están afuera no puedes contenerlas...—dijo en respuesta, antes de abrazarla, con sus últimas fuerzas.

Los ojos de Nami volvieron a abrirse como platos, y de ellos comenzaron a brotar lágrimas, muchas más. Intentaba mantenerse callada y no gritar, pero el abrazo lo había hecho todo. Finalmente se había rendido.

Con dolor en su corazón Nami correspondió al abrazo, y hundió su rostro en el hombro cortado de la joven albina, soltando todas sus tristezas de todos éstos meses.

—–Hazlo.—dijo Meiko, con una leve sonrisa.

Nami negó, rápidamente.—–Podría matarte, no quiero hacerlo.—murmuró, con la voz quebrada.

Meiko sacó de su porta armas otras tres zenbu, y con una sonrisa a su amiga le dió la señal. Nami entendió perfectamente.

Y el recuerdo de la promesa de ambas inundó la mente de la Hyuga.

“Cuando ambas sepamos que estamos iguales en poder, entonces lo haremos. Tú me apuñalarás, y yo a tí, de frente, nunca por la espalda. Así sabremos que nuestra amistad será eterna. Porque no habrán traiciones entre nosotras, nunca. Sabremos que tú y yo somos fuertes, y por eso, seremos capaces de soportarlo. ¡Siempre juntas!—sonrió la albina.

Siempre... Juntas...—repitió Nami, tomando su meñique con el suyo propio.”

–—Simpre... Juntas... Nami...—preparó las zenbu, y asintió.

Nami, quién continuó asintiendo, controló su chakra en la palma de su mano, y mostró el chakra visible en forma electrizante, el cual moldeó como cinco puntillas en sus dedos.

—–Siempre juntas... Mei Mei...—sonrió finalmente, siendo la primera sonrisa no ladina y arrogante en ella, desde hace mucho tiempo.

Prontamente, ambas procedieron a apuñalarse.

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ

ೋ❀❀ೋ═══ • ═══ೋ❀❀ೋ

—–¡Meiko, Nami!

Varias voces se escuchaban en el lugar. Ovaciones, gritos, indicaban que era un sitio con muchísima gente.

—–¡Hermana!—se escuchó la voz de un preocupado hermano mayor, quién también había bajado para socorrer y observar en primera fila el estado de su querida hermana.

Nami y Meiko habían terminado inconscientes después de aquel último golpe, dando su última gota de chakra. Inmediatamente Genma declaró el encuentro como empate, y ambas fueron cargadas con suavidad por los médicos para llevarlas al centro de ayuda y reestablecer su salud.

Nami sintió el sol directamente pegar en su rostro, y liberó un pequeño gruñido antes de abrirlos.

—–¿... Eh...?—

Tanto su sensei como su compañero de equipo las observaban con preocupación y lágrimas de alivio, esperando a su inminente despertar.

—–¿Rei... Sensei... Kai...?—murmuró, Meiko, abriendo primera vez los ojos, con una leve molestia por la luz de la habitación.

—–¿Neji?—preguntó Nami, levantándose rápidamente para sentarse en la camilla. Sintió un fuerte dolor, y experimentando el como sus músculos se contraían por el veneno, no mortal, en ellos, soltó un querido volviéndose a recostar.

–—Quédate quieta, Onee-chan. Estarás bien.—clamó Neji, con cierto temor a que sus palabras no fueran cumplidas.

Nami le mostró una pequeña sonrisa, y tomó la mano de su hermano con dulzura, para luego soltarla por ser alejada a causa de los médicos. Le susurró a él un buena suerte, ya que sabía que sería el siguiente en su encuentro, y pronto fue llevada junto con su mejor amiga, su sensei y su enérgico compañero de equipo, al lugar en donde serían atendidas.

Fueron separadas. Al parecer Meiko era la más grave, y las heridas de Nami eran de nivel amenazada medio.

Claro que sufrió al sentir como el veneno era extraído de sus venas, pero todo fue bien en la sesión, aunque tuvieron que sostenerla. La vendaron, y le dijeron que estaría pronto fuera de peligro.

Estaba apoyada en la pared y sentada en la camilla, con la mirada perdida, recordando todo lo que pasó en el encuentro.

Sintió una brisa fría recorrer su espalda y la habitación, y pronto, percibió una presencia.

Sus ojos se abrieron al sentir una presencia. Era de un médico, avisando que pronto se recuperaría y muy rápido, agregando que Keiko también estaría sana en cuestión de unos días de reposo.

Sonrió. Y asintió para luego ver cómo él se retiraba. Se imaginó que su sensei y su enérgico compañero estarían con la albina, y luego vendrían a verla a ella, por lo que decidió esperar un poco más.

Se sobresaltó.

Volteó enseguida al escuchar detrás de ella el cantar dulce que tanto adoraban sus  oídos. Unas hermosas aves volaban libres en el cielo, podía verlas desde la pequeña ventana, el cómo disfrutaban de su libertad.

Ahora mismo, Nami podría por fin, dejar atrás aquel dolor que tanto canalizó por estos dos meses, y en parte, el peso que su pecho guardaba ya estaba siendo aminorado.

Llenó sus pulmones de aire fresco, y lo soltó en un suspiro largo, para luego mostrar su mismo semblante de siempre. Su seriedad.

Aunque había deshagoado sus faltas en el combate, aún sentía un sinsabor. Quería ver el combate de su hermano contra el Rubio de bigotes, y le prometió que no se lo perdería por nada. Por lo que con un poco de fuerza de voluntad, se levantó y salió de la habitación sin ni siquiera esperar a los médicos.

Encontró en su camino a Tenten, quien iba a visitarla por acto de buena fé, y aunque le insistió a la terca de la Hyuga que volviera al centro de ayuda con los médicos, término siendo ignorada y sentándose junto a la hermana del próximo combatiente, con cierta molestia y frustración.

Nami acomodó sus vendas en sus muñecas, y después de observarlas por un momento, fijó su vista en su hermano, esbozando una sonrisa arrogante.

“Hiashi-sama estará viendo a Neji. No puedo perdermelo.”—se encaminó a un lugar libre en las gradas. Y luego se sentó.—“Él peleará por Hinata.”—observó fijamente al rubio, y suspiró.—“No tiene oportunidad contra Neji...”

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro