VIII
Llegaron a terreno enemigo, Némesis bajo y la ayudó, su plan aún no terminaba, pero ya tenía lo último que le faltaba para completarlo. Sariatu se limpió las lágrimas con el reverso de su mano, mientras la observaba, sentía un poco de culpa, pero eso no lo iba a detener, nada lo frenaría
-Te quedarás aquí a partir de ahora, pero no creas que tu lugar estará en el trono- la sorprendió
-Usted dijo que...- se vio interrumpida por el Rey
-Ese era el trato contigo, pero no el que hice con tu padre- alzo su voz, pero sin gritarle -Tú modificaste trato, por lo tanto, lo que te dije a ti, ya no tiene cabida- la agarro del brazo y la llevó al castillo
Cuando la soltó por los pasillos, lo siguió de cerca, no quería esto, si bien quería estar con él, no quería que fuera de esta forma, él no sentía lo mismo, no había nada en esa chispa oscura.
Llegaron a una habitación, Némesis abrió las dos puertas, mostrando su interior
No era tan tétrico como el resto del castillo, o incluso la habitación en la que ya había estado antes
-Te traerán ropa para que puedas estar en este lugar, de momento, será mejor que te resguardes del frío- salió, dejándola explorar la habitación
Había un baño completo, una tina, lo esencial, pero no sabía si había agua caliente. En poco rato, la noche cayó, Elita le llevó un par de vestidos para invierno, era la única en quien sentía que podía confiar ahora
-Némesis dijo que te avisara que ya es hora de la cena, así que, cambiate y ve al salón del trono- sin más que decir o hacer, se fue
No, no quería ir, pero tenía hambre, y no podía arriesgarse a hacerlo enojar, tomó el vestido entre sus manos, era delgado pero abrigador
Se cambió y salió de su habitación hacia el salón del trono, mientras más se acercaba, más ruido se escuchaba, cuando llegó, las puertas estaban abiertas y el salón iluminado por un candelabro y antorchas, se escondió detrás de la pared, solo asomando la mitad de su rostro.
Vio a los soldados festejando con vino y un banquete, y a Némesis, sentado en su trono con solo un copa de vino en su mano, decorada con unas cuantas piedras pequeñas incrustadas mientras observaba a sus soldados festejar, en cuanto la vio, le hizo un ademán para que se acercara, y así lo hizo
-Sientate- Sariatu se sentó en uno de los escalones del trono -Elita, por favor, traele la cena-
-Si mi Señor- Elita sirvió una rebanada de carne, uvas y un poco de arroz blanco
Se lo tendió a la femme blanca, quien lo acepto a duras penas junto con los cubiertos, Némesis la miraba comer lentamente, no dijo nada, ni una palabra para ella, Stormreing la miraba indiferente, lo que empeoró su estado, se sentía mal, pero ya no podía hacer nada. Némesis notó esto, así que le indicó a Sariatu que se levantará, estando de pie, la tomó del brazo y la hizo sentarse en su pierna izquierda, lo que la hizo sentirse rara y se bajó rápidamente para volverse a sentar junto al trono en el piso
-Me disculpo por mi acto- lo vio por un momento y siguió comiendo
Incomoda, miraba a los soldados, tenía sed, pero no iba a decir nada por temor, sin embargo, la dificultad que tenía para tragar no pasó desapercibido para el mech de ojos morados
-¿Qué te gustaría beber?- lo miro hacia arriba
-Yo... lo que sea esta bien-
-Elita, dale agua y a la próxima, solo dale pan y agua- agacho la cabeza ante el comentario del comandante
-Stormreing- gruñó como advertencias -Elita, sirvele un poco de energon en una copa-
Cuando Sariatu llegó, los demás estaban por terminar, por lo que se fueron retirando, dejando solo a Elita, Némesis y Sariatu, quien comía tranquila y lentamente, como si saboreara bocado por bocado. Finalmente, el Rey tomó un plato y sirvió comida en el, no había comido. Volvió a sentarse en el trono. La femme tomó un sorbo del energon que le habían dado y continuó comiendo hasta acabar la mayor parte
-¿Gustas algo más, un postre quizás?-
-Se lo agradezco, pero estoy llena- sus ojos demostraban cansancio
-Desbes estar exhausta, será mejor que vayas a descansar-
Se levantó y se fue a su habitación, arropandose con las mantas de la litera, a pesar de todo, sus buenos tratos no se iban, pero eso no quitaba que era solo un objeto para él, para un plan, y solo eso
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