V
Ya habían pasado unas horas desde que Perú fue encerrado, se encontraba sentado en el suelo hasta que el sonido de la reja abriéndose lo exaltó haciendo que se levante.
—Perdoné la interrupción Monsieur, Pero e venido a escoltarlo a su alcoba—El peruano se vió asustado mientras veía la puerta vacía mientras levantaba un Banco para defenderse.
—¿Mi alcoba?, Pero creí—El peruano vió una sombra mientras se acercaba escuchaba las palabras del "Muchacho".
—¿Que?, Cuando está reja se cierre ya no se abrirá nunca—Nuestro protagonista se acercó a ver de quien se trataba para ver a el candelabro que había visto antes, pero hablando dejando al chico confundido.
—Lo sé es un tanto dramático,¡Hola!—Saludo haciendo que el peruano se sorprenda, el pelirrojo lanzo el banquito que tenía como arma haciendo que el objeto se rompiera.
—Eres fuerte sin duda, una exelente cualidad—Mencionó levantándose algo adolorido.
—¿Que cosa eres tú?—Dijo d forma asustada alejándose pronto del candelabro.
—¡Soy Canadá!—Mencionó alegremente.
—Y dijiste algo...—Una voz resonó detrás de ellos era el reloj de antes.
—¡Por supuesto que dijo algo, Es lo único que hace!—El peruano se veía más confundido, las cosas están vivas, eso da mucho miedo.
—Ahora Canadá, soy El administrador y te exijo que lo regreses a su celda—El peruano rápido busco algo con que defenderse y encontró una barra de metal.
—¿Estas listo?—El canadiense observo a su compañero que se veía irritado. —Confía en mi Austria—El austríaco solo se vió algo cansado por lo cual el peruano los siguió.
Caminaron por un rato el candelabro iba en la mano del muchacho mientras el reloj caminaba por su cuenta.
—Disculpe por la primera impresión, espero no haberlo aterrado—
—Aterrado? Hablo con un Candelero—
—Candelabro, lo vez si hay diferencia—corrigió mientras caminaban con tranquilidad bajo el sol y la fría nieve que caía del cielo.—Considerame a tu servicio, el castillo ahora es tu hogar, puedes ir a dónde tú desees—Menciono alegre.
—Excepto al Alá Oeste—El canadiense se empezó a mover señalando que no dijera eso por lo cual provocó nervios en en austriaco.—La cual no tenemos—corrigio nervioso provocando curiosidad y duda en el peruano.
—¿Porque, que hay en esa Alá?—pregunto dudoso poniendo más nerviosos a sus acompañantes.
—Nada, solo es una bodega—Dijo el canadiense sin prestarle atención al tema dicho anteriormente, ya más calmados y el peruano confundido siguieron caminando.
—¡Ahora al Alá Este o como me gusta llamarle la única Alá!—Grito alegremente mientras sonreía con amabilidad.
Los tres llegaron a una habitación, era muy hermosa para sus ojos, muy extravagante pero hermosa, había una gran cama y adornos de oro que colgaban del techo.
—Es muy hermosa...—Menciono examinando la habitación con todo detalle.
—¡Por supuesto, El amo quería que recibieras la mejor alcoba del castillo!—Exclamo tirándose en la nueva cama del muchacho que estaba llena de polvo haciendo estornudar al candelabro. —Lo siento no esperábamos a nadie—El peruano soltó una pequeña risa para que un plumero pasará cerca de su rostro se movía como si se pudiera volar, según su adornado era de un cisne con un ojo dorado y otro azul como el cielo.
—Enchanté Monsieur—El cisne se paseaba limpiando cada rincón de la habitación. —Dejare todo limpio en un momento—El plumero se paseo hasta llegar a los brazos del candelabro. —Este plan es arriesgado—
—Con tal de besarte arriesgaría todo Ucrania—Menciono el canadiense sosteniendo al ucraniano por la cintura, bueno si un plumero tiene cintura.
—No mi amor, muchas veces me has quemado, seamos fuertes—Ambos se seguían coqueteando hasta que el austriaco los interrumpió.
El peruano camino hasta un tocador que estaba cerca de un bello armario.
—¿Todo aquí tiene vida?—Se pregunto mientras tomaba un cepillo en sus manos pensando que esté estaría vivo también. —Hola, ¿Cómo te llamas?—Los objetos dieron una risa porque eso no era lógico para ellos.
De la nada el armario que estaba al costado del peruano soltó una nota alta cantando la mencionada, haciendo que esté salte impresionado.
—No te alarmes ella es solo tu armario, es México, una gran cantante—Presento el canadiense mientras el peruano la miraba. —Cuando no se queda dormida—Menciono el austríaco con algunos ánimos.
—¡Canadá!, Las divas merecen su sueño de belleza.—El canadiense Sonrió levemente.
—Quedate con nosotros Mex, tenemos a alguien para vestir—La mexicana dió un grito impresionado y con un poco de alegría también.
—Por fin, un joven, hermosos ojos, cara orgullosa, perfecto lienzo ¡Sí!, hallare el vestido perfecto para una princesa—El peruano se alarmó, «¿¡Dijo vestido!?» pensó. (ya que el peruano no es una mujer pero yo la creadora, pienso que se vería bonito con un vestido uwu.)
El armario empezó a trabajar con el vestido mientras varías telas rodeaban al peruano, unos ladridos se escucharon cerca era un banco que se acercaba como una clase de perro, al acabar por último faltaba una peluca que fue colocada sobre la cabeza de nuestro protagonista.
—¡Perfecto!—Menciono alegremente para después mirar a sus amigos que se alejaban con algo de nervios.
—Sutil y discreto, adorable, au revoir—
—Canadá mándale saludos a Rusia de mi parte—Eso fue lo último que dijo para quedarse dormida.
«Por fin», pensó el peruano para salir de todo ese desorden de telas que habían sobre el, es el tiempo de saber cómo escapar.
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