𝑵𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒆𝒔 𝒕𝒂𝒓𝒅𝒆 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒆𝒎𝒑𝒆𝒛𝒂𝒓 𝒅𝒆 𝒏𝒖𝒆𝒗𝒐
“𝑼𝒏 𝒃𝒆𝒔𝒐 𝒆𝒔 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒎𝒂́𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒖𝒏𝒂 𝒎𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒄𝒂𝒓𝒊𝒏̃𝒐; 𝒆𝒔 𝒍𝒂 𝒐𝒑𝒐𝒓𝒕𝒖𝒏𝒊𝒅𝒂𝒅 𝒅𝒆 𝒂𝒔𝒑𝒊𝒓𝒂𝒓 𝒆𝒍 𝒂𝒍𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆 𝒕𝒖 𝒂𝒎𝒂𝒅𝒐, 𝒅𝒆 𝒐𝒍𝒆𝒓 𝒄𝒐𝒏 𝒆𝒍 𝒂𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒆𝒎𝒃𝒓𝒊𝒂𝒈𝒂𝒅𝒐𝒓 𝒅𝒆 𝒔𝒖 𝒍𝒆𝒏𝒈𝒖𝒂, 𝒅𝒆 𝒐𝒓𝒅𝒆𝒏𝒂𝒓 𝒚 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒆𝒓 𝒂 𝒅𝒆𝒔𝒃𝒂𝒓𝒂𝒕𝒂𝒓 𝒕𝒖 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒆𝒏 𝒖𝒏 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒏𝒅𝒐…” — 𝑫𝒆𝒔𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒅𝒐.
Después de la conversación que tuvo con su padre Andrómeda decidió que lo mejor que podía hacer era hablar con Valentín, sin embargo, quería aclarar aún más sus pensamientos porque realmente no sabía con exactitud que era lo que le iba a decir al que era dueño de sus pensamientos.
Ella entendía lo que le había dicho su padre, ningún amor llega para ser fácil al principio, incluso luego de años también pueden haber tramos difíciles, pero también entendía que habían amores que simplemente no se habían creado para durar por siempre, no sabía con exactitud cual era su caso con el Argentino. ¿Su amor era suficiente para superar estos malos ratos o ellos eran parte de las historias pasajeras? Eran tantas preguntas volando por su mente que terminó llamando de nuevo a Valentín para decirle que se vieran al día siguiente, necesitaba hacer algo primero.
Ahora estaba sentada en aquel sofá de aquella oficina tan conocida con vista a la ciudad contándole sus inquietudes a la única persona que parecía ponerles una razón del porqué.
—Así que hablaste con tu padre, me parece que fue lo mejor que pudiste hacer —Héctor, su psicólogo la miraba con ojos amistosos através de sus gafas. —Yo te lo había mencionado antes, ¿No es así? Hablar con la familia siempre es un buen paso y más cuando se trata de personas como vos a quienes les cuesta abrirse en sus sentimientos... Pero dime, ¿Qué fue lo que te dijo? —preguntó finalmente haciendo que la castaña soltara un suspiro.
—Bueno, me contó que mamá y él tuvieron varios baches en el camino cuando eran jóvenes, baches que los llevaron a casi separarse, pero que aún así volvían al otro porque se amaban mucho —mientras hablaba sus dedos jugaban distraídamente con el hilo suelto de su suéter. —Me dijo que ninguna relación es un camino de rosas sin espinas, me dijo que es normal pincharnos de vez en cuando y más si somos jóvenes... Básicamente me dijo que le diera una oportunidad a Valentín —suspiró de nuevo posando su mirada en el ventanal en donde se aprecia las nubes blanquecinas.
Ya se acercaba el invierno a la ciudad de Buenos Aires, habían vientos fríos, lluvias sin previo aviso y un frío abrasador en las noches; aunque Andrómeda amaba ese clima en particular, ahora sentía que la ponía más triste.
—Tú padre es un hombre muy sabio, Meda —Héctor volvió a hablar ganándose la mirada de la chica. —Pero vos decime, ¿Qué pensás de todo eso? —insistió un poco más queriendo que la castaña se expresara un poco más.
—No lo sé, esperaba que usted me lo dijera —el mayor la miró con ojos entrecerrados ante su respuesta. —Lo sé, lo sé... ¿Qué pienso? Pienso que tengo miedo —confesó llevando su mirada a sus manos. —Tengo miedo de que me pase lo mismo... —el de lentes se inclinó levemente hacia al frente para escucharla mejor, feliz que su paciente por fin estuviera confesando lo que los dos ya sabían desde hace bastante. —Estoy cansada de siempre caer en lo mismo, de siempre tropezar con la misma piedra y terminar destrozada —hizo un leve puchero queriendo aguantar las lágrimas. —Y sé que Valentín no es malo, lo sé, pero igual siento que debo construir estas murallas a mi alrededor, las cuales no sirven de nada porque solo basta que lo mire a los ojos para que que todo eso se derrumbe. Lo verdad es que lo amo, lo amo como nunca antes había amado a nadie y eso me da miedo porque siento que no sé amar de la manera correcta —levanto su mirada café viendo como Héctor le ofrecía un pañuelo, de inmediato lo tomó y secó sus lágrimas con él.
—¿Y cuál es la manera correcta según vos? —ante esa pregunta Andrómeda se quedó sin respuesta alguna, ¿Cuál era la forma correcta de amar? —La voy a responder por vos... No hay forma “correcta” de amar, Meda —negó con la cabeza junto con una pequeña sonrisa. —Todas las personas somos diferentes y por lo tanto todos vemos el amor de una forma diferente, algunos ven el amor personificado cuando su pareja le regala flores o le lleva el desayuno en la cama, otros cuando su pareja les lleva una hamburguesa triple quesos —Andrómeda soltó una pequeña sonrisa al escuchar eso último. —Pero al final lo que todos queremos, lo que todos buscamos, es la felicidad que proporciona esa persona especial, buscamos ese sentimiento en la boca del estómago, eso que llaman mariposas, no conozco a ese Valentín, pero con todo lo que me has dicho sobre él indago que ese pibe siente todo eso por vos —la señaló con su bolígrafo dándole más énfasis a lo que dijo. —Ahora dime, ¿Vos sentís eso por él? —volvió a recostar su espalda en el sofá esperando pacientemente la respuesta de Andrómeda.
—Sí —respondió casi sin pensarlo haciendo que el contrario sonría.
—¿Cuál es tu personificación del amor? —cuando esa pregunta salió de la boca de su psicologo ya Andrómeda tenía la respuesta en la punta de su lengua.
—Valentín, él es mi personificación del amor —su voz era segura, sin ningún tipo de titubeo en ella a lo que Héctor asintió con una sonrisa, feliz del progreso de la chica.
Andrómeda llegó a su consultorio temiéndole encarecidamente a la idea del amor, pensando que simplemente una relación amorosa no era para ella porque siempre todo terminaba arruinado, ahora tenía a esa misma chica alejando esos miedos y admitiendo en voz alta lo que en verdad le estaba pasando, confesando la verdad de sus sentimientos. Era algo maravilloso de observar, el cambio había sido magnífico.
—Ya tenés las respuestas en tus manos, ahora debes de decidir, Meda, aferrarte al pasado o dejarlo ir para disfrutar de tu presente, eso queda en vos —se inclino hacia la mesa a su lado tomando un chupetín de fresa para luego dárselo a Andrómeda. —La sesión a terminado, sos libre de irte —la muchacha sonrió y tomó sus cosas antes de dirigirse hacia la puerta, no sin antes detenerse antes de salir.
—Muchas gracias, doctor... por todo —el hombre sonrió levemente ante esto copiando el gesto sonriente de Andrómeda.
—Solo hago mi trabajo —se encogió de hombros y vió como la chica asintió por última vez antes de salir por la puerta.
Ahora Andrómeda sabía que era exactamente lo que debía hacer con el tema de Valentín, sabía que esa sesión iba a terminar de esclarecer los pensamientos que se habían creado gracias a la conversación con su papá. Finalmente no tenía nada más que pensar, ya tenía más que claro cual iba a ser su próximo movimiento y esperaba que fuera el correcto.
Cuando Valentín recibió la cancelación por parte de Andrómeda realmente pensó que la razón detrás de eso es porque se había arrepentido de llamarlo en primer lugar, pensó en el escenario más terrible de todos y eligió que ese era el correcto, no había dudas, la chica que amaba ya no lo amaba devuelta y eso provocó que el joven cayera en una gran tristeza.
—Valentín, no podés ser tan pesimista, wacho —se quejó Tadeo al verlo acostado en el sofá con un recipiente de helado en su mano. —Tal vez tenía que hacer algo con el nene o estaba ocupada con algún trabajo... ¿Qué carajos hacés, boludo? —preguntó derrepente al ver como su amigo echaba pequeños trozos de chocolate en barra al helado del mismo sabor. —Te va a dar un coma por comer tanto dulce en poco tiempo —se apresuró a quitarle el recipiente a pesar de las quejas del ojiazul.
—Tadeo, por favor, Meda me canceló porque ya no quiere nada conmigo, esa es la única verdad. Ahora pásame de nuevo el helado, quiero morir por intoxicación de dulce —estiró sus brazos esperando que Tadeo le pusiera el recipiente de sus manos otra vez, pero eso no sucedió.
—Sos patético, Valen —le respondió finalmente provocando que el artista soltara un bufido bajando los brazos. —Posta, te estás comportando como un nene, no parecés adulto y en estas situaciones tenés que comportarte como tal. No sé porqué siempre pensás lo peor cuando se refiere a Andrómeda, si tanto la amás deberías tener más seguridad en vos y luchar por ella —mientras decía todo eso se levantó del sofá y empezó a caminar hacia la cocina. —Debés de dejar de sabotearte a vos mismo, con eso no conseguís nada —y con eso último se dió la vuelta y salió de la sala dejando a un pensativo Valentín.
Él tenía más que claro que su mejor amigo tenía razón, siempre pensaba de la manera más pesimista posible y eso casi siempre le jugaba una mala pasada, ¿Por qué no pensar que Andrómeda le canceló porqué tenía un compromiso importante? ¿Por qué pensar que le canceló porqué ya no quiere nada más con el? Odiaba comportarse como un niño en situaciones así. Debía de dejar de sabotear su propio camino porque eso en definitiva lo iba a llevar a la ruina misma.
Con ese pensamiento en mente se levantó para darse una ducha, pero el sonido de su teléfono interrumpió su pasó, era el rington de Andrómeda y su foto sonriente se encontraba en la pantalla. Por unos segundos quedó perplejo pues no se esperaba la llamada, pero cuando despertó del todo se acercó a tomarlo rápidamente.
—¿Estás ocupado? —la voz de Andrómeda se escuchó al otro la del aparato junto con otros sonidos de fondo, algunas risas, gritos y pájaros.
—No, no, ¿Por qué? —frunció el ceño ante los extraños sonidos que se escuchaban.
—Te espero en el parque al que fuimos en nuestra primera cita, ya estoy aquí, así que apúrate —tan pronto Valentín escuchó aquello cerró los ojos con una sonrisa de oreja a oreja en su rostro.
—Ahí estaré —después de responder eso colgó la llamada y salió corriendo hacia su habitación gritando con emoción un “¡Tadeo, Meda me llamó!”.
El Argentino cruzó los dedos mentalmente para que todo le fuera bien en la salida, esperaba que todo saliera como tenía que salir.
Andrómeda había llegado hace una hora aproximadamente al parque, estaba sentada en el mismo árbol que les dio sombra en aquella primera salida, veía como los niños jugaban alrededor y como las aves soltaban cantos preciosos dándole la bienvenida al invierno, aún con el viento frío había mucha gente en el lugar.
La castaña no era muy conocedora del clima, pero estaba casi segura que en cualquier momento iba a llover, así que esperaba que Valentín se apareciera lo más rápido posible para que pudieran hablar antes de que las gotas cayeran del cielo.
Y tal parece que la suerte estaba de su lado porque en ese momento la persona que estaba esperando se dirigía hacia ella con las manos dentro de los bolsillos de su buzo, de inmediato su corazón comenzó a latir con rapidez mientras la distancia se hacía más corta hasta tenerlo finalmente sentado delante de ella.
Ninguno dijo mucho, solo se miraron con una diminuta sonrisa en el rostro, fue Andrómeda quien dio el primer paso para abrazarlo tomando por sorpresa a Valentín quien duro unos segundos con los brazos a cada lado de su cuerpo sin saber que hacer, cuando salió de su sorpresa pudo rodear la cintura de la chica con sus brazos.
—Gracias por venir —habló Andrómeda separándose de él, pero quedando sentada cerca igualmente.
—No tenés que agradecerme nada, está bien —sonrió levemente encogiéndose de hombros. —¿Para que me pediste que viniera? —preguntó intentando ocultar su nerviosismo.
—Yo quería hablar contigo sobre nosotros —fue directo al punto sorprendiendo a Valentín y a su vez asustándolo más. —Primeramente quiero pedirte perdón por hacer que se creara está distancia entre tú y Orión, sé que no fue la decisión más... sensata que pude haber tomado —hizo una mueca y luego soltó un suspiro. —Sé que tú nunca serías de capaz de hacerle daño a mi niño, sé la clase de hombre que eres, sé que amas a Orión y él te ama a ti, lamento haberte separado de él —Valentín se apresuró a tomar su mano al ver lo afectada que estaba por el tema.
—Hiciste lo que pensaste que era correcto, Meda, está bien... —intentó seguir hablando, pero la castaña negó con la cabeza.
—No, no lo hice porque pensé que era correcto, lo hice como un acto egoísta, pensé que si te alejaba de Orión pues eso significaría que también me alejaría de ti y tal vez así podría olvidarte, tal vez así podría ignorar todo lo que siento por ti, pero fue la peor manera posible —suspiró evadiendo la mirada azulada de Valentín. —Así que por favor, solo dime que me perdonas y ya está —finalmente reunió el coraje para mirarlo encontrándose con una sonrisa amigable.
—Te perdono —dijo finalmente liberando el peso que tenía Andrómeda sobre sus hombros. —Ahora... ¿Eso es lo único que me querías decir? —preguntó algo inseguro a lo que ella volvió a negar.
—¿Te acuerdas cuando te dije que cuando me sintiera lista para estar contigo te buscaría yo misma? —ante esa pregunta Valentín sintió como su corazón comenzó a latir rápido, luego de unos segundos él asintió recordando aquel momento. —Ya estoy lista —sonrió levemente. —No he hecho las cosas bien contigo porque tenía muchos temores dentro de mi, miedos que fueron acumulándose con cada nueva desilusión impidiéndome ver que tenía algo bueno contigo, algo por lo que se merecía luchar y lo cierto es que no luché lo suficiente... —en ese momento Valentín la interrumpió con un «ninguno de los dos lo hicimos». —He cometido muchos errores en mi vida, más de los que puedo contar, si dejo pasar esto que siento por ti probablemente sea el mayor error que pueda cometer. Quiero intentarlo y está vez quiero que nos salga bien... solo si tú aún quieres intentarlo —lo miró con cierta duda en sus ojos, pero esperanza en su voz.
En ese momento Valentín tenía un sin fin de emociones dentro de su cuerpo, cuando salió de su casa hacia el encuentro nunca pensó que terminaría oyendo a Andrómeda ofrecerle una oportunidad para poder estar juntos de nuevo, para que ambos puedan volver a estar juntos como antes, pero con bases sólidas.
Ambos ya habían probado como era no estar juntos y había resultado horroso para los dos, había sido doloroso y lo peor del caso es que ambos se negaron a reconocerlo, ambos se refugiaron de diferentes maneras para no aceptar el hecho de que estaban enamorados y de que tenían todas las ganas de correr hacia los brazos del otro.
—Quiero pasar el resto de mi vida contigo, si así me lo permites —contestó con seguridad atrayendo lágrimas a los ojos cafés de su acompañante. —Lo digo en serio, te dije que te esperaría, ¿No es así? Estoy dispuesto a un inicio fresco porque vos lo valés, Meda, sos la mejor mina que la vida me pudo haber puesto en el camino y no voy a renunciar a vos tan fácilmente, ni a vos ni a Orión, en ustedes encontré a mi familia y quiero disfrutarla, quiero ser parte —llevó una mano a la mejilla de la chica acariciando la misma suavemente. —Te amo, eso no cambió y lo más seguro es que no cambiará —finalmente se terminó de acercar juntando sus labios nuevamente.
Aquel beso era tan diferente a la última vez en que sus labios se habían unido, aquella vez había solo desesperación en el encuentro y hasta un poco de pasión, pero nada más, el beso que se estaban dando ahora tenía amor brotando de el mismo, tenía compromiso y lo más importante... tenía calma y tranquilidad, luego de los últimos meses eso era exactamente lo que necesitaban.
Los dos habían pasado por una montaña rusa de emociones mientras intentaban acostumbrarse a la vida sin el otro, habían tenido momentos dramáticos y de tristeza profunda, lo que estaban haciendo ahora era ponerle un punto final a esos eventos para comenzar otro capítulo o tal vez otro libro sin tantos rayones y tonalidades grises. Ambos estaban comprometidos a escribir una historia sin tantos borrones, sin tantas páginas arrancadas, solo querían ser felices, esa era la prioridad número uno para ambos.
—Sí te lo permito —murmuró Andrómeda sobre los labios del mayor. —Sí te permito pasar el resto de tu vida conmigo, yo estaría más que contenta en pasar el resto de la mía contigo —luego de decir aquello volvió a unir sus labios en un beso, el cual no quería que se acabara nunca.
Después de tanto tiempo estaban volviendo a unir sus almas en una sola y por primera vez ninguno estaba nervioso por ello, no les importaba el que dirían de su regreso, no les interesaba los malos comentarios u opiniones, ellos estaban más que felices de volver a unirse como pareja y al final eso era lo único que importaba.
¡Por fin la pareja que tanto amamos esta junta de nuevo!
No me he recuperado del todo, pero ya estoy muchísimo mejor y pude terminar de escribir el capítulo.
¿Qué les pareció el final del segundo acto? ¿Qué piensan que pasara en el tercero? Dejen sus comentarios, opiniones y votos. 💖
¡Hasta la próxima!
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