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𝑪𝒂𝒑𝒆𝒓𝒖𝒄𝒊𝒕𝒂 𝒓𝒐𝒋𝒂 𝒉𝒂𝒄𝒆 𝒔𝒖 𝒑𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓 𝒎𝒐𝒗𝒊𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐




"𝑳𝒐𝒔 𝒖́𝒏𝒊𝒄𝒐𝒔 𝒍𝒐𝒃𝒐𝒔 𝒂 𝒍𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆𝒃𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒕𝒆𝒎𝒆𝒓𝒍𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒏 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍𝒍𝒐𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒍𝒆𝒗𝒂𝒏 𝒑𝒊𝒆𝒍 𝒉𝒖𝒎𝒂𝒏𝒂 𝒑𝒖𝒆𝒔𝒕𝒂" - 𝑮𝒆𝒐𝒓𝒈𝒆 𝑹.𝑹. 𝑴𝒂𝒓𝒕𝒊𝒏.



Luego de la profunda charla que habían tenido madre e hijo se levantaron para comenzar a arreglarse para la fiesta de esa noche, al igual que los otros, el único que había decidido no ir era el recién llegado Khea, pensó que no era buena idea ir considerando todo lo que sucedió hace tan sólo un día. Andrómeda le había dicho que Orión sería quien lo buscaría cuando llegara el momento, que lo dejara digerir toda la situación y lo más seguro es que pronto el pequeño podría reunir todas sus fuerzas para enfrentar a su padre, pero era bastante obvio que no sería pronto.

Aún así Ivo quería permanecer cerca de ellos y había decidido seguirlos por el resto de la gira hasta que Orión decidiera hablar con él, un poco arriesgado y en definitiva iba a gastar algo de dinero en los viajes, pero quería que su hijo viera que en verdad estaba interesado, si se iba de vuelta a Buenos Aires tal vez el niño pensaría que lo había dejado de nuevo y no quería eso por nada del mundo, estaba decidido a seguir a su ex novia y a su hijo hasta el fin del mundo si era necesario.

Eso no le agradaba mucho a Andrómeda, temía que Khea intentara interponerse en su relación con Valentín, ahora estaban bien, tan bien que le sorprendía y no quería que nadie arruinara su felicidad, así se lo hizo saber hace tan sólo unas horas através del teléfono.


—Acepto que trates de estar con Orión, acepto que intentes ser un padre por primera vez en tu vida, pero lo que no voy a aceptar es que trates de intentar algo conmigo, ¿Okey? Yo estoy muy feliz, como hace mucho no lo estoy y eso se debe a Valentín, no quiero que arruines la vida que tanto me costó conseguir —terminó soltando un suspiro al sentir su pecho liberar un poco de tensión.

Entiendo, Meda, no me voy a interponer —escuchó un poco de decepción en su voz, pero poco le prestó atención.


Solo le quedaba confiar en su palabra, confiar en que no intentaría traerla de vuelta a su vida como su novia, no quería problema con Valentín a pesar de que el mismo estaba siendo sumamente comprensivo.

El Argentino entendía los peligros de que Khea volviera, pero a su vez confiaba ciegamente en Andrómeda, ellos habían conectado de una manera casi cósmica, era casi imposible que alguien del pasado pudiera romper esa conexión que habían creado, estaba en el mejor momento de su vida y esperaba de todo corazón que Ivo se conformara con ser amigo de su novia, padre de Orión y una buena persona.

—Upa, mami, eso sí está rico —las amigas de la Venezolana se hicieron presentes en la habitación siendo Isabel la primera en hablar al ver a Andrómeda completamente arreglada.

Se había puesto un vestido color menta de tirantes con la espalda descubierta, el cual le llegaba seis dedos por arriba de la rodilla, era ajustado por lo que marcaba las partes correctas de su cuerpo y tenía solo un poco de brillantina, nada exagerado, sus pies eran adornados por unos tacones de aguja del mismo color del vestido y su look terminaba con un par de joyas en su cuello, dedos y muñecas.

—No es para tanto, es un vestido que compré ahí rapidito en el mall, ustedes sí que están hermosas —habló con un ligero tono rojizo en sus mejillas.

—Sí, todas lo estamos, pero a Valentín se le va a caer la baba cuando te vea —acotó Victoria con una sonrisa de oreja a oreja mirando a su amiga de arriba a abajo.

—Vas a brillar hoy, Meda, le vas a quitar todo el protagonismo a Mateo —fue el turno de Elisa de halagar a la castaña quien terminaba por ponerse perfume en los lugares estratégicos.

—Mi mami está brillando como una estrella, parecés el cielo de noche con muchas estrellitas —Orión quien salía del baño ya arreglado fue el siguiente en hablar, pero eso ocasionó que la atención se dirigiera a él provocando que las amigas soltaran un sonido de ternura al unísono.

Orión había elegido una camisa azul marino manga larga, junto con unos jean blancos y sus pies eran adornados por unos zapatos de su serie favorita, Paw Patrol, una extraña combinación, pero a él le gustaba y eso era lo único que importaba.

Sus tías empezaron a halagar su vestimenta con muchos propios como "¡Que lindo estás!, ¡Te ves tan tierno, Orión, me muero!, ¡Sos la cosita más dulce que vi en mi vida!" y muchos más, una sobre la otra hablaban creando un ambiente bastante ruidoso que Andrómeda detuvo con un fuerte ¡Ya!

—Gracias, también están muy bonitas, tías —contestó a todo con un ligero rubor en las mejillas. Amaba los halagos, pero a veces eran demasiado para su vergüenza natural. —¡Y me vestí yo solito! Mi mami solo me peino, de resto todo lo hice yo —expresó orgulloso con una sonrisa de seguridad en su rostro.

No era secreto para nadie que Orión era un niño muy independiente, le encantaba hacer las cosas por si mismo y si no le salía a la primera le pedía a Andrómeda que le enseñará otra vez, volvía a repetirlo hasta que le saliera a la perfección. ¿Su próxima meta? Saber peinarse correctamente.

La puerta sonó y Victoria fue la encargada de abrirla visualizando a Valentín al otro lado junto con sus demás citas a excepción de Mateo por obvias razones, él tendría que hacer su entrada triunfal en su fiesta.

—¿Meda ya está lista? —preguntó con una sonrisa viendo como las amigas se asomaban, pero por ningún lado estaba su novia. —Por cierto, las caras de estos boludos indican claramente que están impresionados por lo bellas que están está noche —continuó hablando con un tono de diversión al ver la expresión de enamorados que tenían Agustín y Mauro al ver a sus respectivas novias.

—¡Mi mami está terminando con su cabello! —apareció Orión entre la pequeña multitud. —Esta muy bonita, como siempre —añadió con una sonrisa.

—Eso no lo dudo, ¿Puedo pasar? —las chicas asienten y dejan pasar a los chicos, sin embargo, Andrómeda no se encontraba a la vista, estaba en el baño terminando los últimos retoques, Valentín aprovechó esto para ir con Orión hacia una esquina para hablar. —¿Vos cómo estás? ¿Mejor? —preguntó con una suave sonrisa y un tono dulce, el que siempre usaba con él.

—Sep, mi mami habló conmigo sobre Khea y me dijo que estaba bien si no quería hablar con él ahora, que estaba bien si no estaba preparado —soltó un suspiro apoyándose en la pared —Pero quiero hablarle más adelante, ahorita no, ahorita quisiera pro- pro... propesarlo —dijo con algo de duda al no saber bien la palabra.

—Procesarlo —lo corrigió el muchacho sin borrar la sonrisa. —Esta bien que hagas eso, que te tomes tú tiempo para hablar con él, cuando te sientas listo —palmeó su hombro con levedad.

—¿Vos podés estar conmigo cuando eso pase? —Valentín lo vio con confusión al no saber a que se refería. —¿Podés ir conmigo cuando hable con él? —preguntó con algo de timidez.

Orión no sabía si podría enfrentarse a su padre si estaba solo, al final no conocía a ese chico, solo conocía lo que estaba en las redes de él, solo conocía sus canciones y su rostro por ser famoso, pero aún le era muy díficil mirarlo como lo que era, su padre, le costaba verlo de esa manera cuando en ese poco tiempo Valentín había sido más su papá que él y esa era la pura verdad.

Tan solo tenía unos meses conociendo al de ojos azules y había actuado como un amigo, como un padre y como un gran apoyo para él, le había enseñado lo básico de la batería y le había enseñado a nadar, le había comprado juguetes y pasado horas con él jugando con los mismos, lo llevaba en sus hombros y en sus brazos siempre que podía, habían construido una amistad muy buena y Orión realmente pensaba que Valentín iba a ser ese papá que nunca tuvo.

Ahora estaba este hombre con el que nunca había hablado queriendo ser ese padre, solo que en esta ocasión él sí era su padre verdadero, debería sentirse feliz, pero solo podía pensar que su madre estuvo triste por mucho tiempo por su culpa, que los abandonó incluso antes de que él naciera, por esa situación le era difícil aceptarlo.

—No lo sé, Orión, es un momento muy íntimo y creo que deben de estar solos... —cuando dijo eso el rostro del pequeño se adornó con una expresión de tristeza. —¿Qué te parece si te acompañó de lejos? Tú madre y yo los vigilamos de lejos, con cierta distancia mientras ustedes hablan, ¿Te parece mejor esa idea? —sonrió al ver que la alegría volvía al rostro de Orión.

—Me parece mejor, sep —asintió repetidas veces y cuando iba a volver a hablar su cabeza se giró hacia la puerta del baño en donde iba saliendo su madre, quien ahora lleva su cabello atado en una coleta alta dejando ver su espalda.

—Perdón por la tardanza, empecé a arreglarme muy tarde —se excusó la chica tomando su cartera de mano para luego dirigirse hacia Valentín quien la miraba boquiabierto. —Hola, amor, eso sí está bello, vale —lo halagó pasando sus brazos por su cuello para dejarle un pequeño beso en los labios.

Sin embargo, el muchacho no podía reaccionar del todo porque aún estaba sorprendido por la belleza de su novia, a veces se sentía chiquito al lado de tal espléndida mujer, pero otras veces se sentía grande, orgulloso, de que aquella chica lo haya elegido a él para compartir su vida, para despertar y dormir a su lado, para apoyarse y animarse. No podía estar más feliz.

—Estás bellísima, mi amor, estás... es que no tengo palabras para describir lo mucho que me encantás, ¿Cómo podés ser tan hermosa? —se separó un poco y subió sus manos al rostro de su chica acariciando con levedad sus mejillas, solo un poco porque no quería estropear su maquillaje. —Soy el pibe más suertudo, beba, ¡Mírate lo que sos! Sos un ángel, Meda, sos lo más lindo que mis ojos han presenciado en mi corta vida, sos... —antes de que pudiera seguir Mauro lo interrumpió.

—Dale, wacho, quiero darme en la pera y vos no parás de soltar chamuyo —se quejó el trappero, recibiendo un pequeño golpe de su pareja en el estómago.

—No es chamuyo, pedazo de salame —atacó Valentín abrazando a su novia contra su pecho como si la estuviera protegiendo de algo.

—¿Qué me hablás así, gil? Sos solo un cabeza de termostato —contratacó provocando las risas de los presentes, ninguno pudo seguir aguantando la risa por la vergonzosa e infantil pelea entre los dos artistas.

—Bueno, bueno, basta, ¿Podemos irnos? Ya bastante tiempo hemos perdido aquí —intervino Andrómeda al ver que su novio estaba dispuesto a contestarle a Mauro. —Ven, toma mi mano —le dijo a su hijo quién de inmediato fue con ella para hacer lo que le había indicado.

Así el grupo de amigos se dirigió hacia el salón del hotel, el cual habían alquilado para la fiesta de Mateo, habían invitado a muchas personas, pero al final no sabían si iban a ir todas porque no estaban en Buenos Aires, estaban en San Luis y debían viajar por algunas horas para llegar, pero sorpresivamente la gran mayoría asistió.

Cuando entraron en el lugar notaron que había bastante gente en el interior, sin embargo, lograron localizar a los padres del cumpleañero, él mismo había comprado sus boletos de avión para que pudieran asistir junto a su hermano pequeño, eso a Orión lo ponía feliz, porque a pesar de que Emilio era mayor que él, al menos ya no estaría solo entre tantos adultos a su alrededor y así fue, tan pronto los presentaron se fueron a jugar por el salón.

Pasaron alrededor de veinte minutos y finalmente Mateo entró al salón recibiendo los aplausos de todos, de inmediato se acercaron a felicitarlo, hubieron abrazos de sus amigos y muchos besos de parte de su novia, Isabel, estaba entusiasmado por la multitud que pudo venir hasta San Luis solo para pasar esta noche con él, incluso habían personas que no conocía del todo.

Luego de las felicitaciones todos se dispersaron un poco, algunos bailaban en la pista, otros charlaban y otros estaban en la barra pidiendo una bebida, ese era el caso de Valentín quien había ido a buscar algo para beber para él y Andrómeda, sin embargo, estaba tardando un poco porque había mucha gente para solo dos bartender.

—Vaya, vaya, la vida nos trae de nuevo a encontrarnos —una voz en su oído se hizo presente provocando que se volteara rápidamente viendo a Ángela en frente de él con un vestido rojo.

—Hola, ¿Todo bien? —preguntó por cortesía mirando brevemente hacia la barra para mentalmente apurar los tragos y así irse.

—Bien, bien, ¿Vos? ¿Todo bien en la luna de miel? —mientras decía aquello en un tono de amargura se acercó hasta estar apoyada en la barra a un lado de Valentín.

—Todo está perfecto con Meda si a eso te refieres —le respondió sin dirigirle la mirada.

—¿Sabés? Nunca pensé verte como padre, no sé, como que no te termina de quedar, tal vez de aquí a unos años, pero ¿Ahora? Tenés veintidós años, sos un nene aún —expresó intentando conectar sus ojos de alguna manera.

Valentín odiaba de sobremanera que las personas se atrevieran a meterse en los asuntos de su vida y mucho más si no tenían la suficiente confianza para intentar "aconsejarle".

Él sabía que era joven, pero eso no significa que no quería tener a Andrómeda y a Orión en su vida, habían adolescentes que eran padres desde los quince años, ¿Por qué era malo que él, a sus veintidós años, decidiera hacerse cargo de un nene? ¿Por qué no es suyo? ¿Por qué no compartían sangre? Valentín estaba dispuesto a seguir en el mismo camino que estaba, estaba dispuesto a seguir enamorado de Andrómeda, dispuesto a seguir siendo una figura paterna para Orión y esa decisión solo la tomaba él, más nadie que él.

—Con todo respeto, Ángela, no necesito de tus consejos, en realidad no me interesa en lo absoluto, yo soy feliz en el lugar donde estoy —por fin le dirigió la mirada, una dura y fuerte, no iba a hacerle cambiar de opinión, era simplemente ridículo.

—Soy tu amiga, Valen, me preocupo por vos y temo que esa chica intenté aprovecharse de vos, de tu dinero y de tu buena fe, no creo que quiera algo más que atención —habló en un tono dulce, pero uno bastante falso.

Ángela no tenía buenas intenciones, eso estaba claro, le parecía injusto que una recién llegada le quitara el puesto de novia oficial, ella pasó mucho tiempo intentando estar con Valentín de una manera más intima y cuando lo logró Andrómeda apareció para estropearlo todo, tenía razones para quererlos lejos el uno del otro.

—No sos mi amiga, sos solo la piba con la que garche por un tiempo y flasheo confianza —respondió sin titubear tomando los dos tragos que por fin habían traído. —Aléjate de mi, flaca, amate a vos misma y dejá de tratar de destruir mi relación porque no lo vas a conseguir, solo estás perdiendo tu tiempo —sin más se dio la vuelta y caminó hacia su novia quien estaba de espalda hablando con los demás dejando a una furiosa Ángela detrás suyo.

Se sentía mal, se sentía traicionada, de verdad le gustaba mucho y le enfurecía que no lo hiciera caso cuando, para ella, era bastante obvio que esa relación no iba a tener un buen futuro, estaban destinados al fiasco y ella lo probaría, le haría tragar todas sus palabras a Valentín Oliva aunque fuese lo último que hiciera.

Por otro lado, Valentín le importaba muy poco lo que pensara aquella chica, ¿Por qué la gente se empeñaba a arruinar las cosas bonitas de alguien más? ¿Por qué no podía alegrarse cuando ve que las cosas le están saliendo bien a alguien? Siempre intentaban arruinarlo, pero él no dejaría que eso pasará, estaba en una posición asombrosa en su vida y se iba a aferrar a ella.

—¿Todo bien? —le preguntó su sonriente novia a su lado abrazando su costado.

—Todo excelente, mi amor —le contestó dejándole un beso en la cien apretándola más hacia él.

Esperaba que siguiera así de excelente, no quería que nada destruyera lo más bonito que le había pasado en mucho tiempo, merecía tener esta relación, está familia y disfrutar de ella, punto.




Re tarde el capítulo, pero bueno, sucedieron cosas, jajaja.

Ya llegamos a las 5k leídas y a los 500 votos, I-
No tengo palabras para agradecer, gracias por todo el apoyo, mucho amor para ustedes 💜

Espero que les haya gustado el capítulo, si es así voten, comenten y manden mucho amor 💜

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