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𝓕𝓻𝓾𝓽𝓪

~🍒~

Fue difícil al principio.
Azucena nunca había hecho algo diferente a su antigüo trabajo y Muichiro siempre lo tuvo muy presente.
También tenía presente que ella solía sentirse mal en su ausencia así que cada que podía le daba ánimos con mucha paciencia y cariño.
Shinobu y las niñas también eran muy comprensivas cuando las cosas en la finca le salían mal y él les estaba infinitamente agradecido por ello.

Ella estaba a salvo y eso era lo que lo motivaba a seguir apoyandola.
A no dejarla sola.

– Muichiro... - una dulce y chillona voz lo saco de sus pensamientos - ¿Te encuentras bien?

– Si, estoy bien - le sonrió a la pelirosa - ¿Por qué la pregunta? Mitsuri.

– Bueno... - le devolvió la sonrisa - Hace rato acabo la reunión y todavía sigues muy ensimismado...

El joven pilar parpadeo repetidas veces al notar que, en efecto, sus otros compañeros pilares ya no estaban en la propiedad de Oyakata-sama.
Por eso Gyomei palpó mi cabeza... que despistado soy.

– Supongo que si estaba un poco distraído - rascó su nuca avergonzado -

– ¿Te preocupa el entrenamiento pilar? - infirió - Eres un buen espadachin ¡Todos los que pasen por tu bloque serán muy fuertes!

– Solo si son lo suficientemente competentes - afirmó estoicamente antes de volver a relajar su rostro - Pero no es eso en lo que estaba pensando.

– Debe ser algo muy importante entonces... - amablemente le respondió sin juzgarlo -

– Si... - una suave risita escapó de sus labios - Ella es muy importante...

– ¿Ella? - sus ojitos verdes brillaron con emoción - ¿Una chica? ¡Waah! Estás creciendo tan rápido.

– ¿Eh? - no lo entendió muy bien pero se sintió aún más avergonzado al escucharla - ¡N-no es nada raro! Es que- Aveces tiende a ser muy dura consigo misma y no debería de ser así... Siempre se esfuerza pero no lo valora.

– Oh! Hablas de Azucena ¿Verdad? - su emoción solo crecía - Shinobu me ha hablado de ella y de su historia... Una tragedia sin dudas aunque ¿Tú fuiste quien la convenció de quedarse, verdad? Que adorable.

Muichiro estaba rojo hasta las orejas y Mitsuri solo pudo reír con ternura al notarlo.

– Te preocupas mucho por ella... - nervioso, fijo sus mentolados ojos en el suelo - A puesto a que es un encanto ¡Me encantaría conocerla!

– Ah-¿En serio? - un poco más calmado, volvió a mirarla - Justo ahora iba a... - su rostro volvió a arder - A visitarla... Hace ya unas semanas que no voy.

– ¿Puedo ir contigo? - junto sus palmas, casi que rogando - ¡Será rápido! ¡No te quitaré tanto tiempo!

– Está bien - comenzó a caminar - Pero te equivocas... Aprecio mi tiempo con ella si, demasiado, sin embargo eso no quiere decir que no desee que ella pueda hablar con más gente... Ella merece tener más amigos... Lo necesita.

Mitsuri sintió su amable corazón ablandarse.

– ¡Tienes razón! - siguiéndolo a su lado, exclamó muy animada - En verdad eres muy adorable y caballeroso con ella, Muichiro. Es muy bueno verte así de feliz y positivo ¡Que alegría!

Él menor volvió a ponerse muy nervioso, sin saber que decir, solo asintio con su cabeza antes de acelerar el paso.
La de cabellos rosas y puntas verdes volvió a reír con ternura ante esto.

- ¿Vamos a la finca? - Ginko se les unió poco después, acomodándose en el hombro de Muichiro -

– Si - el menor le acaricio sus plumas de la nuca en saludó - ¿Quieres venir también?

- ¡Por supuesto!

– ¿Entonces a ti también te cae muy bien Azucena? - Mitsuri no pudo evitar preguntar -

- ¡No! - mintió - ¡Esa chica es rara!

– Oh vamos Ginko... - dejo de acariciarla con una divertida sonrisa en el rostro - Siempre que vamos a verla, ella te trata muy bien y tú la saludas muy alegre.

- ¡Solo porque al maestro Muichiro parece agradarle mucho!

– Awwww - chilló sonrojada, muy contenta - ¿Así que el maestro Muichiro la quiere mucho? ¡Que adorable!

Otra vez se sentía avergonzado.

– Mitsuri no...

- ¡Si! - la emplumada fémina, lo interrumpió - ¡No sé que le hizo esa chica al maestro pero él siempre está pensando en ella!

– ¡Ginko! - exclamó muy apenado -

- ¡Perdón! - rápidamente se disculpó - ¡Pero es la verdad!

– No deberías avergonzarte de ello - la de trenzados cabellos le dió un pequeño apretón en su hombro libre - ¡Deberías estar muy orgulloso! No todos se preocupan por los demás, eso es muy dulce de tu parte, Muichiro.

–... Si... Supongo que tienes razón... - nuevamente clavó su vista al suelo, sin dejar de caminar -

- Hablando de la bruja... - murmuró visualizando a la aludida -

– No la llames así - frunció un poco las cejas, mirando a su cuervo -

- ¡Es broma!

– ¡Ah! ¡Pero que bonita es! - la de medias verdes exclamó alegremente antes de acercarse rápidamente hacia la fémina -

– ¡E-eh! ¡Espera! - Muichiro también volvió a acelerar el paso, provocando que Ginko volará lejos de sus brazos -

La de rubia melena estaba tarareando una suave melodía, perdida en sus pensamientos, admirando a las pocas mariposas que volaban a su alrededor mientras colgaba unos uniformes y prendas en las cuerdas.
Tan inmersa estaba que, cuando unos cálidos brazos desconocidos la rodearon, un fuerte gritillo asustado salió de sus labios.

— ¡Ay! ¿¡Q-qué!? ¿¡Quién eres!?

– ¡Mitsuri! - sus marrones ojos mostraron alivio al reconocer su voz y su silueta acercándose -

– ¡Waaaaah! - la nombrada chilló frotando su mejilla contra la fémina de manchitas negras - ¡Eres mucho más bonita de cerca!

— ¿Ah? - nerviosa, se sonrojo fuertemente - E-esto... Señorita Mitsuri...?

– ¡Solo dime Mitsuri! - dejando de abrazarla, ella apretó sus manos con felicidad - ¡He escuchado mucho sobre ti! Que gusto poder hablar contigo al fin.

— ¿So-sobre... Mí? - cada vez entendía menos -

– ¡Si! - asintió eufóricamente - Justo estábamos en un reunión con el patrón pero Muichiro se veía muy distraído así que le pregunté la razón y fue entonces cuando me dijo que...

– ¡Hey! - el joven pilar se metió entre ellas, interrumpiendo a la mayor con visible descontento -

Mitsuri rio levemente nerviosa en respuesta.

— ¿Mentita? - suavemente, la rubia lo llamó por su mote creado exclusivamente para él - ¿Es cierto lo que la seño... Lo que Mitsuri dice? ¿Estabas distrado? ¿Paso algo?

Muichiro se sonrojo fuertemente. Volteando su rostro para poder verla, no pudo evitar compararla con como se veía la primera ves que le habló y... ella estaba más radiante que nunca.
Sus ojeras ya no se notaban, sus dorados cabellos estaban limpios  y esos horribles harapos fueron remplazados por un lindo uniforme blanco.
Todavía tenía rastro de esas odiosas marcas pero ya se estaba curando.
Estaba bellísima.

– Estoy bien - murmuró abrazándola con cariño, ocultando su rostro entre su hombro - Solo fue un malentendido, mi compañera quería conocerte asi que vino conmigo... Espero no te haya incomodado, florecilla.

Mitsuri quería llorar, esos dos eran muy tiernos.

— No no... - ella lo abrazo de vuelta, sintiéndose feliz entre sus brazos - Está bien, ella es muy linda...

– ¡Ay! ¡Muchas gracias! - exclamó - ¡Tú también eres muy linda!

Azucena sintió sus párpados húmedos, Muichiro noto su disconformidad.

— G-gracias pero... Y-yo no...

– Oye... - dejando de sentirse avergonzado, él acuno su rostro entre sus manos - ¿Qué te he dicho de menospreciarte? Si mi compañera aquí piensa que eres linda es porque lo eres. Tú eres muy linda.

Ella asintio en silencio, cerrando sus ojos para retener las amargas lágrimas salir de ellos.
Todavía le costaba apreciarse.

– ¿Dije algo malo? - acercándose un poco a los menores, se sintió muy mal - Lo siento... No quería incomodar.

— N-no... No es tu culpa es... Simplemente es...

– Ya ya... - acariciando su cabeza, el le sonrió con dulzura - Respira tranquila.

Ella rio suavemente, avergonzada.

— Está bien... Ya me encuentro bien.

– ¿Segura?

— Si.

Dudando un poco, Muichiro la dejo de abrazar.

— Mitsuri... - ella se acercó a la nombrada, dándole una suave sonrisa para indicarle que estaba bien - ¿Es cierto que tú espada es la más extraña de entre los cazadores? ¿Incluso más que la de Shinobu?

– ¡Oh! - la pilar se sonrojo - ¡B-bueno no sé si sea la más extraña pero es especial para mí! ¿Te gustaría ver cómo la desenvaino y la vuelvo a envainar?

Él de rasgos masculinos iba a responder en desacuerdo, preocupado de que algo pudiera salir mal pero, la chica que últimamente abarcaba la mayoría de sus pensamientos se le adelantó.

— ¡Me encantaría! - genuinamente curiosa, sonrió emocionada -

– ¡De acuerdo!

Suspirando, el joven pilar las observo en silencio, quedando impresionado por la clara habilidad de su compañera, sintiendose mal por haber dudado de ella.

Para su grata sorpresa, las féminas se llevaron muy bien.

En toda la conversación él no aporto la gran cosa, aún así, se sentía sumamente feliz de ver a su rubia amiga poder conversar con total fluidez sobre sus gustos.
Anotando mentalmente que le encantaban los dorayaki y los daifuku.

– ¡Oh! Ya es tarde y yo había quedado de verme con Iguro para almorzar - un poco apenada, Mitsuri recordó -

— ¿El pilar de la serpiente? - la de protuberantes mechones asintió sonrojada - Qué lindo que vayan a almorzar juntos. No te preocupes por mi, podemos seguir hablando otro día.

Igual que como la saludo, la hermosa pilar volvió a abrazarla fuertemente en despedida.
De Muichiro también se despidió pero solo con una suave y cariñosa caricia en su cabeza, igual a como lo había hecho Gyomei.

– Fue un placer conocerte Azucena, Muichiro. ¡Nos vemos!

Ambos la vieron irse con una suave sonrisa en sus rostros, quedando técnicamente solos ya que Ginko se encontraba hablando animadamente no muy lejos de allí con Kanzaburo, el cuervo de Tanjiro.

– Así que... - carraspeó un poco, llamando la atención de Azucena - Te gusta mirar las técnicas de los cazadores...

— Si - sonrió - Todos ustedes son asombrosos, me gusta apreciar sus habilidades cuando puedo...

– ¿Entonces porqué nunca me has pedido que te enseñe mis alientos? - un poco celoso de sus compañeros, el murmuró genuinamente curioso -

— No quería molestarte... - admitió, desviando su mirada marrón hacia el suelo - Cuando se lo pedi al señor Tomioka... Él se mostró muy incómodo y pensé que tú también tendrías la misma reacción.

Riendo, el pilar se mostró más tranquilo.

– Por supuesto que no me incomodaria mostrarte mis habilidades con la espada - guiñándole un ojo, sonrió con fingida altanería - Después de todo... ¿Quién soy yo para negarle eso a una hermosa chica como tú?

— Ay... - ella volvió a sentirse avergonzada, su corazón palpitando más rápido de lo normal - No tienes que halagarme tanto... Lo sabes ¿Verdad?

– Si, pero aún así quiero hacerlo - encojiendose de hombros, volvió a su expresión tranquila - ¿Te parece malo?

— No no... Supongo que no... - murmuró con sus mejillas rosadas -

– Muy bien porque... - en un rápido movimiento, él la levanto entre sus brazos al estilo nupcial - No pienso dejar de halagarte.

— ¡O-oye! - nerviosa al sentir sus pies lejos del firme suelo, se quejó - ¿¡Y ahora por qué me estás cargando!?

– Quiero llevarte a comer algo rico - comenzando a caminar hacia la salida con ella en sus brazos, sonrió - Por ya haber cumplido un mes y medio de estar en la finca ayudando en todo lo que puedes y estar sanando de manera efectiva.

— P-pero, Mentita... - la calidez en su pecho no paraba de crecer - Podemos almorzar en la finca, la comida allí ya es muy rica...

– Quiero que sea especial - sin dejar de caminar, aseguró - Siempre comes en la finca... Déjame concentirte de vez en cuando, florecilla.

— Pero... - no quería abusar de su confianza, él ya había hecho mucho por ella -

– Nada de peros - afianzó su agarre, caminando más rápido y decidido - Conozco un lugar perfecto en dónde también venden postres y podríamos pedir Dorayaki ¿Qué dices? Anda... Di que sí.

Que atento es.
Azucena suspiró profundamente, rendida por lo lindo que era con ella.

— Está bien - la adorable sonrisa que le saco la hizo sonrojar aún más - ¡Pero que no sea tan seguido! Es tu dinero, no deberías gastarlo en mí.

– No prometo nada - de manera infantil, el mostró su lengua haciendo reír a la fémina -

Fue un poco gracioso pero grato cuando llegaron al lugar y pudieron reconocer a la amorosa pilar almorzando con Iguro.
Volviendo a retomar su conversación, las féminas hablaban y comían alegremente mientras los chicos de negros cabellos las escuchaban en silencio.

– Así que tú eres la jovencita que tiene a Tokito en las nubes - intrigado, el de vista heterocromatica cuestionó - Más de lo normal me refiero...

– Obanai... - el menor de los cuatro lo miro completamente apenado -

— Oh... Bu-bueno... No es mi intención hacerlo... - también apenada, ella murmuró mirando su plato casi vacío -

– Iguro, no los molestes - le sonrió al nombrado - Están chiquitos.

El nombrado asintió, deslumbrado por la hermosa sonrisa de su enamorada.

— ¿Es eso una serpiente? - su vista marrón delineó con fascinación al animal que descansaba en los hombros del vendado, ignorando su vergüenza anterior - Es muy bonita.

– Su nombre es Kaburamaru - músito seriamente, alejandose inconscientemente - Y es macho.

Para sorpresa de todos, la pequeña serpiente de blancas escamas y vista escarlata se arrastró por la mesa, enrollandose en el brazo derecho de la rubia.

– ¡Ah! - Muichiro exclamó, dispuesto a moverla lejos de ella -

– ¡Kaburamaru, déjala! - pensando que la iba a atacar, también se alarmó -

— Está bien - riendo suavemente, ella acaricio la cabeza de la serpiente, con cuidado y respeto - Eres un pequeño muy lindo... Gracias por dejarme verte más de cerca, lo aprecio mucho.

El pequeño reptil saco su lengua, claramente halagado por sus palabras.

Mitsuri rio con completa ternura y dulzura ante los semblantes sorprendidos de sus compañeros pilares.

— Es tan genial y maravilloso que ustedes tengan un lazo especial, señor Obanai - dejando que el animal volviera con su amigo, ella habló con total sinceridad -

–... Puedes decirme solo Iguro - murmuró, un poco arrepentido por su actitud tosca de antes - Gracias, Kaburamaru es mi mejor amigo en este mundo.

— ¡No es de extrañarse! - genuinamente feliz, ella afirmó con la dicha remarcada en sus facciones - Los animales son muy buenos amigos y compañeros.

Volviendo más ameno el ambiente, el joven pilar también pudo aprender que a su linda amiga le encantaban los animales.
Realmente es tan bella y pura como una flor.

¿Crees que le caí bien al pilar de la serpiente? - indagó, nuevamente entre sus brazos -

No podían culparlo, casi nunca estaba con ella y poder tenerla así lo ponía muy feliz.

– Por supuesto que si - felizmente le respondió, caminando tranquilamente hacia la finca -

— Mitsuri es una chica muy hermosa y agradable... - murmuró sonriendo con suavidad -

– Si... Ciertamente lo es - asintio levemente - Aunque, si me lo preguntas, tú eres más linda y bonita que ella.

— Oh vamos... - alzando una ceja, lo miro con incredulidad - No tienes que decir eso, se que quieres que tenga una mejor percepción de mi misma pero... No necesitas rebajar la belleza de los demás para ayudarme en ello.

– Ahí es donde te equivocas - le sonrió con cariño - No rebajo a nadie, solo te digo lo que realmente pienso... Y desde mi perspectiva, tú eres muy hermosa.

—... ¿En serio? - balbuceó, sintiendo su rostro arder en rojo -

– Si, en serio. Te ves tan llena de vida y deslumbrante justo ahora que...

– ¡Que asco! - un fuerte grito se escuchó, ambos miraron hacia donde provino -¡Esa chica de allí tiene manchas por su rostro! ¡Está enferma!

– ¡Muchacho, deja de cargarla! - otra voz añadió - ¡Te podrías contagiar!

Azucena agachó su mirada, sintiéndose avergonzada de su inusual tono disparejo de piel.
Es verdad, estás manchas son extrañas... Son feas.

– Te voy a moler a golpes si no te retractas ahora mismo - indignado por haberlo interrumpido con semejante basura, amenazó -

Su fuerte y fría mirada mentolada asusto a la desconocida pareja, ahuyentandos de allí.
Muichiro estaba más que dispuesto a cumplir su amenaza, antes de siquiera poder dejar a la chica en el suelo está misma se aferró a sus hombros.

— Muichiro... - ella trató de calmarlo, dejando que sus alborotados cabellos rubios acariciaran su enojado rostro - Está bien... No importa.

– ¿Cómo puedes decir eso? - frunciendo aún el ceño, la miro - ¡Tus manchitas son adorables! Solo tienen envidia.

— Las personas tienden a tachar de malo y extraño a lo inusual... - dulcemente le respondió, sonriendo con tristeza - No es la primera vez que me ven así por mi piel...

– No me digas eso... - calmando su enojo, cerro sus ojos para frotar suavemente su mejilla contra la frente de la fémina en sus brazos - ¿Acaso también te han despreciado por tu inigualable piel?

—... ¿Sabes por qué tenía "tiempos libres"?

–...

— A la mitad de los clientes no les gustaba mucho la idea de usar un cuerpo con una apariencia tan rara como la mía - amargamente rio - Obviamente yo seguía generando ingresos no por nada me tenían amenazada pero, mis servicios no eran tan requeridos en comparación a otras chicas...

Él pilar ni siquiera se molestó en reprimir una clara expresión de horror y disgusto.

– No te atrevas a sentirte mal por ello... - advirtió, apretando levemente su agarre - Por Dios... Ni siquiera lo pienses. Esos desgraciados... ¿Sabes lo que esas manchitas hicieron por ti? Gracias a ellas es que puedes estar aquí y tener una vida más tranquila, justo como te lo mereces. No las odies, son bonitas y adornan de manera agradable tu rostro.

— ¿Cómo las vaquitas? - sonrojada, no pudo evitar recordar -

– Si - volvió a sonreírle con cariño - Justo como una linda vaquita, eres hermosa, Azucena. No sabes lo feliz que me hace ver cómo te mejoras y te pones más radiante con cada día que pasa.

— Ah... - ella carcajeó avergonzada, volviendo a recuperar su buen humor gracias a él - Gracias, mentita.

Y Muichiro solo podía admirar su vergüenza en silencio, hipnotizado por lo naturaleza linda de sus gestos.
Sintiéndose orgulloso y feliz de poder verla y apreciarla en esa versión tan radiante y alegre de si misma.

– No es nada, florecilla.

Azucena no lo sabía pero, hubo una sola vez en dónde él mismo se encontró con un par de moderadores que la estaban buscando cerca de su hogar.
Ni siquiera se molestó en asegurarse si todavía estaban vivos. Para el joven, eran equivalentes o incluso peores que los demonios.
Solo hizo su trabajo, proteger a los indefensos.
Luego de ello, no volvieron a buscarla ni ha merodear cerca de la organización.
No sé arrepentía de nada.

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