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XVII

El resto del día pasó como una ráfaga. Luego de mi discusión -o lo que fuera- con Jungkook, me fui a casa ausentándome para mis clases de la tarde. Nayeon ni siquiera se presentó en la universidad. Ella y Seohyung habían terminado anoche, así que en cuando me escuchó subir por las escaleras, corrió a mi piso y se echó a llorar sobre mi hombro.

Creo que consolarla era lo único que evitaba que yo misma me lanzara a sollozar. Se sentía como si hubiese perdido a Jungkook para siempre.

Dios, quizá sí lo había perdido.

En cuanto Nayeon se acurrucó en mi cama para tomar una siesta, llamé a Han y cancelé nuestros planes, ya sabía que eso sólo fracasaría incluso antes de que comenzara.

No pareció muy sorprendido, aunque sí tuvo la gracia de sonar decepcionado. —Jeon no se tomó muy bien la noticia, ¿cierto?

No se me ocurría una razón por la cual mentir, así que sacudí la cabeza.

—No, no lo hizo.

Luego de un momento de silencio, Han Ji Sung dijo:

—No tienes que rechazarme sólo porque él... —Debió haberse dado cuenta que estaba a punto de decir algo que me ofendería demasiado, ya que se detuvo abruptamente, con sus palabras desvaneciéndose en una risa triste—. Correcto. Buena suerte con él entonces.

Buena suerte. Sí, necesitaba más que suerte para recuperar a Jungkook. Necesitaba un jodido milagro. O quizá un bastón de metal para golpearlo y hacerlo recapacitar. O quizá necesitaba hacerme recapacitar a mí misma, porque demonios, no sabía cuál de los dos estaba siendo más estúpido en este momento.

Lo único bueno de todo esto era que tenía el corazón demasiado roto por Jungkook como para preocuparme por mi paranoia con Jae Wook. Aún cerraba con llave todas mis puertas y revisaba que en mi bolso estuvieran mi mazo y arma de electrochoque, pero al menos mi miedo se había asentado de nuevo al nivel en el que estaba antes de la fatídica llamada de mamá.

Increíble, ¿la llamada apenas fue el sábado pasado? Habían sucedido demasiadas cosas en los últimos seis días. Muchas personas habían sido lastimadas.

Para evitar el dolor, decidí seguir adelante y llevar a cabo mi rutina normal con la esperanza de que la regularidad de mis acciones me estableciera en algún estado maravilloso de inconsciencia. Más tarde, cuando fue hora de hacer de niñera, llegué a la casa de la señora Kang abriendo la puerta delantera y entrando sin tocar. La televisión sonaba con las noticias de la tarde en un volumen bajo. Pensé en gritar algún saludo, pero decidí caminar sigilosa y sorprender a mi amiga.

Pasando la cocina y estancia vacías, caminé hacia su habitación e inmediatamente noté que al otro lado del pasillo la puerta del cuarto de Jungkook se encontraba abierta.

Él nunca dejaba su puerta abierta, además, se escuchaban voces viniendo desde adentro.

Me detuve. No se encontraba en casa, ¿cierto? No había prestado suficiente atención cuando llegué como para ver si su auto viejo estaba aparcado en la entrada o no. No estaba muy segura de poder enfrentarlo en este momento sin quebrarme en llanto. Pero tenía curiosidad de ver cómo lucía su habitación. Me acerqué, pisando despacio para que el crepitar a la mitad del pasillo no alertara a nadie de mi presencia.

Dentro, las luces se encontraban apagadas, pero supe que él —o alguien— se encontraba allí cuando escuché el chirrido de la cama.

La conversación cesó, para luego comenzar otra vez. La voz sonaba vagamente familiar, incluso para lo muy bajo que se escuchaba. Examiné las paredes azul oscuro antes de ver completamente hacia adentro; no tenía muchas fotografías en la pared, tampoco el piso desordenado o lleno de cosas. Luego vi su cama cubierta por un edredón plisado. Jungkook se encontraba sentado en el borde, con los pies apoyados al piso mientras enfocaba toda su atención en el celular que sostenía sobre sus piernas. Veía un video donde una imagen borrosa se movía entorno a la pequeña pantalla.

...que sea como Nayeon? —Las cornetas del teléfono chisparon con mi voz—. Buenos días, Jungkook. Hoy te ves bien. ¿Qué dices si nos saltamos las clases y hacemos algo...divertido?

Mi boca se abrió de golpe al ver una sonrisa desplegarse por su rostro. Frotó su dedo sobre la pantalla del celular, tocando a la versión en video de mí.

Oh, Dios mío. ¿Aun no había borrado ese tonto e impulsivo video?

Oh, Dios mío (al doble) ¿Lo miraba otra vez? ¿cuántas veces lo había visto ya?

Puse la mano sobre mis labios ya que mi sonrisa se hacía cada vez más grande, consumiéndome.

¡Me amaba!

Si esto no demostraba que me quería, nada lo hacía. Jeon Jungkook me amaba también.

Sintiendo mi presencia, alzó la cabeza. Cuando me vio, sus ojos se abrieron de par en par. Lanzó su teléfono sobre la cama y se levantó.

—¡SiYeon! ¿Qué estás haciendo aquí?

Se encontraba vestido para ir al trabajo. Tuve que retirar la mirada ya que verlo sólo me hacía sentir dolor y angustia depresiva.

—Es viernes —dije sin vida y confundida—. Siempre cuido a HeeJin los viernes.

—Pero... —Bajó la mirada hasta su reloj—. Mierda. Llegaré tarde.

Lo miré correr en la habitación para tomar su teléfono y billetera. Cuando se giró hacia la puerta para encontrarme allí bloqueando su paso y sin moverme, se detuvo, luciendo atrapado y con pánico.

—Creí que te gustaría saber que cancelé mi cita.

—¿Qué? Te lo dije, no tenías que hacer eso. ¿Por qué cancelaste? ¿Te hizo algo? ¿Te encuentras bien?

—Estoy bien. Sólo... no puedo salir con él.

—Tú... —Jungkook se acercó a mí aún más, justo en mi espacio personal, con su aroma limpio y dulce invadiendo mis sentidos—. ¿Por qué?

—¿Ahora quién es el tonto?

—Si Yeon... —Se giró resoplando—. Sabía que no debía haberte dicho nada. En serio lo lamento, actué como un idiota celoso. Te mereces una cita, ser feliz y... y vivir tu vida como quieras vivirla.

—Bueno, gracias. Estoy muy contenta de tener tu aprobación para vivir mi vida como quiera, ya que planeo hacer justo eso.

Intenté alejarme, pero tomó mi brazo luciendo demasiado sospechoso.

—¿Por qué tengo el presentimiento de que hay un motivo oculto detrás de esa declaración?

—No lo sé. Tal vez eres paranoico. ¿Dónde está tu hermana?

—Aquí. —Mi amiguita me salvó de soportar más preguntas al rodar su silla hacia la puerta de la habitación de Jungkook.

Sin mirar a su hermano, corrí hacia ella y pasé el resto de mi tiempo a su lado antes de que él se fuera al trabajo. No pudo interrogarme más.

Aunque lucía molesto al salir por la puerta, su mirada me siguió con la promesa de venganza. No estaba muy segura de qué fue lo que hizo que su expresión se encendiera. No lo había amenazado, puesto en peligro ni intimidado de ninguna forma. Me había apartado justo como él parecía querer que lo hiciera. Incluso cancelé mi cita por él. Y aun así, lucía más atormentado que nunca.

Jeon Jungkook sería una nuez difícil de roer.

Luego de que se fuera, continué con mi trabajo igual que siempre. HeeJin se fue a la cama media hora más tarde de lo usual, lo cual estuvo bien, ya que esta noche me gustó que se quedara despierta conmigo; necesitaba su compañía. Con ella dormida, salí de su habitación con los hombros caídos.

Me encontraba sola, en todo lo que podía pensar era en Jungkook. ¿Qué si nunca pensaba que era lo suficientemente bueno para mí? Demonios, ¿por qué pensaba que no era lo suficientemente bueno? Yo no era nada especial. ¿Acaso era completamente ajeno a mis hábitos extraños, mis quejas y comentarios impulsivos? Un hombre que podía ver más allá de todo eso y aun así disfrutar lo que veía en mí, merecía... Bueno, lo merecía todo.

Me arrastré hacia la cocina para buscar un vaso de agua fría sin esperar ver a nadie sentado en la mesa. Así que cuando lo vi, salté y choqué contra el arco de la entrada. Al principio pensé que era Jae Wook, había sido tan estúpida y descuidada durante estos días; finalmente me había encontrado. Pero luego me enfoqué en su rostro y vaya que no se parecía en nada al acosador de mi ex novio.

Puse la mano sobre mi corazón más que aliviada. —Jungkook. ¿Qué estás haciendo en casa tan temprano?

Levantó la mirada desde la silla en la que se encontraba acurrucado y me lanzó una mirada de pura derrota. —El destino me odia.

—¿Cómo?

Una risa amarga resonó de su pecho. —Me enviaron a casa temprano y estoy suspendido por una semana.

—¿Qué sucedió?

Dejó caer su frente contra el mantel exhalando un suspiro. —Estaba distraído y me fui de frente hacia un auto aparcado mientras intentaba estacionar el otro. Abollé ambos. Creo que la única razón por la que mi jefe no me despidió fue porque normalmente soy un buen empleado.

Sabiendo que yo debía ser la razón detrás de su suspensión, tragué una bocanada de culpa y estiré la mano para frotar su espalda, deteniéndome a último momento.

—Lamento causarte una distracción.

—No lo hiciste. Yo... —Empujó su silla hacia atrás y se levantó, con la mirada llena de preocupación—. Mi suspensión no tuvo nada que ver contigo.—Se acercó a mí y mi corazón latió a lo largo de todo mi cuerpo—. Todo fue mi culpa. Tú no tienes la culpa de nada. Eres la parte buena en todo esto.

Dos pasos después, se encontraba justo frente a mí de una forma agradable, abrumadora, que me impedía respirar de la emoción. Pero era tan, sí, abrumadora, que me moví hacia atrás, sólo para encontrarme atrapada entre su cuerpo y la pared, esa misma pared contra la que quería tomarme duro y rápido.

Exhalé. —¿Lo soy?

—Eres el rayo cálido que brilla cuando todo lo demás se encuentra oscuro—continuó, alzando los brazos para apoyarlos a ambos lados de mi rostro—. Una sonrisa y abrazo en medio de la desaprobación. Tú eres... —Haciendo una mueca, presionó su frente contra la mía— Lo eres todo.

—Te amo. —solté de pronto. Nadie pudo haberlo visto venir.

Jungkook ahogó un sonido y luego sacudió la cabeza.

—Tú... No. No deberías.

—Pero lo hago.

Cerrando los ojos murmuró algo entre dientes, justo antes de sellar nuestras bocas.

Al tocarse nuestros labios, ambos hicimos un sonido. Se separó lo suficiente para mirarme. Y luego volvió por más.

Fue todo lo que siempre había soñado y mucho más. Mientras sus labios se movían insistentes, envolví los brazos a su alrededor y elevé mi rostro en busca de más. Atrapando mi cintura, nos fusionó mientras su lengua acariciaba el paladar de mi boca, antes de enredarse con la mía.

Nos inclinamos hacia un lado, moviendo una hilera de llaves que guindaban de la puerta hasta que un par cayeron al suelo. Tropezándonos contra los gabinetes, me apoyó sobre el mesón y profundizó nuestros besos con largos y abrumadores movimientos que me dejaban suplicando. Su cuerpo chocó todavía más contra el mío cuando sostuvo mi rostro. Luego llevó su mano desde mi cuello hasta mi espalda.

Incluso por encima de mi ropa, él sabía cómo hacerme reaccionar. Solté un quejido sorpresivo lleno de necesidad y lancé mi cabeza hacia atrás, golpeándola contra los gabinetes detrás de mí.

—Espera —jadeó, separando sus labios de los míos. Frotando mi cabeza por mí, murmuró—: No podemos hacer esto.

Pero aun así enterró su cara contra mi hombro al jadear. Me aferré a él sin vergüenza, apoyando mi propio cuello contra el suyo.

Acariciando su espalda susurré—: Si ésta va a ser la única oportunidad que tendré de tocarte, ¿podrías esperar al menos un minuto más, antes de recuperar tus sentidos?

Suspiró. —De acuerdo.

Demonios, mis poderes de persuasión me sorprendían.

Levanté mi rostro hacia Jungkook, él hizo lo mismo y el beso continuó. Me encantaba sentir su barbilla bajo mis dedos. Me encantaba que sus manos se deslizaran por la parte posterior de mi camisa y acariciara mi columna. Me encantaba todo.

—Está bien, deberíamos parar ya. —Volvió a intentarlo sin resultado, aunque esta vez sus labios se aferraron a los míos, y sus dedos se fascinaron con cada montaña de mis vertebras—. SiYeon, tenemos que parar. Necesito detenerme antes de que sea demasiado tarde.

—¿Por qué? —Seguí un camino en su cuello con mis labios.

Gruñó y tomó mi cintura, enviando choques exhilarantes a lo largo de mis terminaciones nerviosas. Luego su boca estuvo sobre mi garganta y me jaló sobre el borde del mesón para unir aún más nuestros cuerpos.

Cuando el calor de su erección chocó contra mí entre sus vaqueros y mis pantalones cortos, ambos tomamos aire súbitamente.

—Maldición. —Se apartó de mí, eliminando cualquier tipo de contacto antes de alejarse, poniendo unos cuantos metros de espacio entre los dos.

No tenía nada de fuerza en mi cuerpo. Todavía podía sentirlo en todas partes. Jungkook frotó una mano sobre su rostro antes de apoyar sus antebrazos contra la otra pared e inclinar su rostro.

—¿Te das cuenta de lo que me estás haciendo, SiYeon? Obligándome a escoger de esta manera...

¿Disculpa?

—No te he obligado a escoger nada. ¿Alguna vez me has escuchado pedirte que tomes cualquier tipo de decisión? Entiendo por qué haces esto, pero no tienes que escoger.

Jungkook cerró los ojos y resopló molesto. —Excepto que ya lo he hecho. He rechazado cada oferta que me han hecho últimamente porque la única persona que quiero eres tú.

Escucharlo admitirlo encendió mis esperanzas.

—¿D-desde cuándo?

— Desde la noche en que casi nos besamos en tu habitación durante la fiesta de Nayeon.

Tragué, abrumada por la felicidad. Entonces era oficial. Ya no era un gigoló. Había renunciado. Por mí.

Me separé de la pared, pero bramó—: Puede que no dure.

Fue como si diciendo eso lanzara algún tipo de campo magnético que me mantendría lejos. Aunque raramente funcionó porque me detuve.

—¿A qué te refieres?

Pesar adornó su rostro. —Hace un año intenté salirme. Las rechacé a todas por cuatro meses seguidos. Pero no cambió la forma en la que las personas me trataban. Entonces las deudas comenzaron a acumularse. No tanto como antes. Pero me preocupaba, me hizo temer que nuestras vidas volviesen a caer en picada. Luego un día, llegó una cliente y me ofreció el doble de dinero para evitar que la rechazara. Así que accedí. Y todas las demás comenzaron a pagar lo mismo. Antes de darme cuenta ya me encontraba dentro otra vez. Quisiera decir que nunca volveré a lo mismo, pero ya lo hice antes.

Sacudí la cabeza, quizá negando toda la situación, o quizá simplemente me encontraba así de segura de que no volvería. —Confío en ti.

Jungkook me miró luciendo agotado y alterado al mover su rodilla. —Nunca debí haberte dicho cómo me sentía. Cuando supe que él iba a llevarte a una cita, debí apretar mis dientes y mantener la boca cerrada. Al menos todavía seríamos amigos.

Encogí los hombros ligeramente. —Pero entonces nunca nos hubiésemos besado.

Su mirada se elevó y sonrió de verdad. —Sí. —Excepto que ahora sonaba más deprimido que nunca.

Fui hasta él, abriendo los brazos y abrazándolo.

—No quiero que nos arrepintamos de este beso.

—No sé si puedo hacer esto. — Me envolvió con fuerza.

Luego de una larga pausa y otro apretado abrazo, dije—: Puedes.

Debió haber supuesto que no iba a tolerar ningún tipo refutación, ya que ni siquiera intentó alejarse cuando volví a deslizar mi boca sobre la suya.

Todo pasó de beso casto a apasionado de forma fluida. Un parpadeo y no podía decir donde terminaba uno y empezaba el otro. Jungkook hundió las manos en mi pelo para sostener mi cabeza firme mientras sus labios adoraban los míos. Después moví mi cara lo suficiente para alinearnos mejor y él gimió dejando salir un sonido necesitado. Su boca no era exigente, pero rogaba, así que abrí los labios y profundizamos el momento.

No podía dejar de besarlo. Nuestras bocas se dieron a la danza íntima de llegar a conocerse, aprendiendo cada grieta oculta y rincón sensible. Un encuentro húmedo fundido en el otro hasta que ambos tuvimos que tomar aire. Y aun así nos abrazamos, nuestras mejillas se presionaron a tiempo que nuestras manos se deslizaron sobre la ropa hasta que encontraron su camino debajo de ellas.

Su espalda era lisa y cálida, tan tensa bajo mis dedos. Necesitaba conocer cada músculo y peca que tenía. Capturando la parte inferior de su camisa, la tiré hacia arriba. Levantó los brazos para ayudarme, y un segundo después, estaba desnudo de torso.

Tomé una respiración, sólo mirándolo. —Eres tan... hermoso.

Extendió la mano y me jaló hacia él. Jungkook presionó su boca en mis párpados cerrados, mis mejillas, frente y barbilla. Cuando empezó por mi cuello, deslicé las manos alrededor de la base de su columna. Presionando mis palmas planas contra su carne caliente, las bajé, sumergiéndose detrás del cinturón de sus pantalones.

Contuvo el aliento y agarró mi cara con una palma. Su otra mano se desplazó hasta el interior de mi camisa a mi sostén y debajo de la copa arqueándome contra él. Pero de pronto, un sonido en su bolsillo delantero me sobresaltó. Saqué los dedos de sus pantalones y retrocedió.

La mandíbula de Jungkook se tensó, cerró los ojos y maldijo en voz baja. Lentamente sacó la mano de mi camisa. Su mirada parpadeó hasta ver mi rostro al mismo tiempo que se aseguraba que el dorso de sus dedos se arrastrara por mi abdomen antes de que me dejaran. Sólo entonces sacó el teléfono de su bolsillo. Cuando volvió a mirar a la pantalla, su cara palideció.

Entonces supe que todo había terminado. Cualquiera que sea la farsa de una relación que acabábamos de empezar había sido destrozada. Porque él tenía una cliente en espera.

Dándome la espalda, Jungkook apretó el teléfono a su oreja. No contestó, pero la persona que llamó debe haber sabido que él estaba en la línea porque oí una silenciosa voz femenina diciendo algo. Un segundo más tarde él se giró hacia la ventana más cercana y corrió las cortinas casi arrancándolas de la pared por su prisa.

—Lo que sea —susurró y colgó antes de arrojar el teléfono sobre el mostrador como si estuviera contaminado—. Maldita sea. —Pateó la pared y se pasó la mano por su pelo.

No dije nada. No quería escuchar la verdad en voz alta, a pesar de que ya sabía.

—Tuvimos un espía —dijo, su voz baja y apenas controlada con una ira que me sorprendió.

Cuando miró hacia las cortinas cerradas de la ventana, me di cuenta. Puse la mano sobre mi boca. —¿La señora Yoon?

—Al parecer no le gustó vernos besándonos.

Quitando los dedos de mis labios, los apreté en un puño. —No debería estar asechando en primer lugar.

—Me tengo que ir. —Jungkook se inclinó y agarró su camiseta. — Quiere verme.

Cuando tiró de la tela por encima de su cabeza, haciendo que su sexy cabello despeinado se viera aún más atractivo, me encogí. Era difícil creer que acababa de tener mis manos en ese cabello. Y ahora él iba a dejar que otra mujer pusiera sus manos en ello.

Me negué rotundamente a que este momento ocurriera.

—¿Qué haces? No tienes que ir allí si no quieres.

Tengo que hacerlo, Si Yeon. Es la dueña de esta casa. Nos tiene acorralados a mi madre y a mí. Tengo que ver qué es lo que quiere.

Bueno, no era difícil de adivinar; La asalta cunas proxeneta lo deseaba.

—Puede ser dueña de la casa, pero no de ti o tu familia. No tienes que ir.

—Si Yeon, por favor, serán sólo unos minutos. Con suerte querrá que le haga un mandado o le arregle la tubería. Eso es todo. Puedes ver algo de televisión en lo que regreso.

¿Qué? — Mi boca se abrió.Tenía que estar malditamente loco si creía que yo...

Cuando me miró, su expresión se volvió insegura—Estarás aquí cuando vuelva, ¿cierto?

—¿Estás drogado? ¡Claro que no! ¡No voy a quedarme aquí esperándote! Ya sabes lo que quiere, Jungkook. Quiere que vayas a follártela. Si hubiese necesitado algo más te lo habría dicho por teléfono, o mejor aún, no nos habría interrumpido en absoluto.

Desde la mirada obstinada en su rostro sabía que no lo había convencido para quedarse.

—Sólo estaré fuera unos minutos. Ni siquiera voy a entrar a su casa.

Me aparté. —Está bien. Lo que sea. Ve allí. ¡A la mierda con ella! No me importa. Me voy de aquí.

Agarré mi bolso de la mesa y me dirigí hacia la puerta.

—Si Yeon —Se abalanzó envolviendo los brazos alrededor de mí desde atrás. Su pecho era tan cálido y tan Jungkook, que casi me derretí en el acto—. No te vayas así. Por favor, no te vayas así. Te prometo que no me voy a acostar con ella. No me importa lo que trate de hacer para convencerme. Sólo quiero decirle que me deje en paz.

Sacudiendo la cabeza, me reí dejando escapar un sonido de incredulidad. —Y también podrías haberle dicho por el teléfono que te deje en paz.

Sus brazos se apretaron a mí alrededor. —Si Yeon. Por favor.

Cerré los ojos y saqué hasta la última gota de fuerza de voluntad que tenía dentro de mí. —Puede que no me hayas cobrado una tarifa, pero besarte es un precio demasiado alto para mí. No me apunté a esto.

—Si Yeon...

—Deja que me vaya.

—¡SiYeon!

Mientras él gritaba mi nombre, saqué todo el puño de billetes -pocos o muchos, no me detuve a revisar- que tenía en mi bolso y los arrojé hacia el sillón. Sentí ese crudo palpitar venir desde el pecho de Jungkook.

—Sé que no es suficiente, pero quiero irme sabiendo que no me regalaste nada.

—Por favor no. Tú no.

Lo sé, lo sé. ¡Carajo! ¿Qué se supone que hiciera? Quería matarme por esto. A pesar de eso no sé cómo conseguí hacerlo, pero dije:

—Juntaré el dinero y te lo daré pronto. Te pagaré.

—SiYeon. —Sollozó, dejando escapar un sonido ahogado contra mi espalda, pero aun así aflojó los brazos. Me retorcí liberándome del resto de su retención y tropecé hacia la puerta, saliendo de la casa.

No miré hacia atrás ni una sola vez, incluso me sorprendió mi fuerza de voluntad. Eché a andar calle abajo en medio de la cálida noche; recorrí una cuadra y media antes de que mis manos comenzaran a temblar.

Estaba haciendo exactamente lo que le dije que no haría, dejando que su pasado y profesión tengan más peso en mí que él. Y por ende, permitiéndole a la bruja mayor ganar.

Puedo con la idea de que Jungkook continúe laborando, puedo incluso esperar y apegarme a su plan; pero no dejaré que la señora Yoon vuelva a ponerle una mano encima. Ya ni siquiera se trata de mis celos; es todo sobre la seguridad y cordura de un hombre que ha sido violado y violentado desde que era joven. Un chico que no se valora a sí mismo más allá del objeto que cree que es. Las mujeres a su alrededor lo han utilizado a su antojo.

Es una víctima más de un mundo lleno de Lee Jae Wook-s y Yoon Son Ha-s. Si yo no le ayudo, ¿quién lo hará?

Nadie salvó a Park Junghyun de ser agredida física y sexualmente. Cuando casi fue asesinada; la obligaron a convertirse en Park Si Yeon y jamás volví a ser la misma. Si dejo que una víctima más se quebrante, mi lucha será en vano.

Jungkook ha sido mi estela de luz en los momentos de oscuridad, y juntos, como siempre debió ser, lo ayudaré a salir de este infierno. Incluso si eso significa bajar a allá por él.

Como Dante con Beatriz.

Cual Orfeo que se enfrentó al mismo Hades por traer de vuelta Eurídice.

Pero nosotros saldremos victoriosos. Nadie puede contra nosotros.

Tomando una gran bocanada de aire, di la vuelta de regreso a su casa con mi pecho agitado, incapaz de permanecer lejos.

Venga, nunca afirmé ser una persona sabia y racional. Mientras corría por la calle vacía estuve de acuerdo en que esto probablemente encabezaría mi lista impulsiva. Regresar allí era la cereza en la guinda de mi estúpido pastel. ¡Lo sé! Pero tenía que ver si de verdad iba a ir con ella. Sólo tenía que ver.

Manteniéndome cerca de las sombras, entré a su patio trasero. Casi vomité cuando vi la puerta de atrás abierta. Una figura con forma de Jungkook corrió hacia la puerta que separaba su patio del de ella.

No lo podía creer. Iba a ir. Después de todo lo que acababa de confesarme.

—¿Puedes hacer de esto una charla rápida? —espetó Jungkook—. Mi hermana está sola en casa.

Me acerqué de puntillas manteniéndome fuera de vista.

—Bueno, parece que ya estás listo para irte —arrulló la voz malvada de Yoon Son Ha—. Así que no te preocupes. Dudo que nos lleve mucho tiempo.

—No va a suceder. —La voz de él era dura e implacable—. ¿Por qué estabas espiándome? Acabas de superar todos los límites.

—Pensé que dijiste que la niñera era solo una compañera.

—Y también te dije que no era asunto tuyo. Esa parte sigue siendo cierta.

—No hay razón para ser insolente, Jungkook.

—¿Por qué te importa si tengo una novia o no? ¿Qué importa si tengo sexo con todas las mujeres en Busan? Eres quién me envió a ellas en primer lugar.

—Pero, querido, el sexo no es el problema. Todo hubiera estado perfectamente bien si sólo la hubieras follado y seguido adelante. El problema es que te enamores de ella. Porque una vez que te enamoras, tendrás que ser monógamo o alguna mierda. Te conozco, lo harás. Y a juzgar por la forma en que la miras, ya lo estás. Pero no puedo permitirlo. No puedo permitir que alguna tontita animadora cause caos en mis actividades extracurriculares. Todavía no he terminado contigo.

—Bueno, yo asumí que sí. Trajiste a tu novio a la fiesta de Hee Jin y lo exhibiste delante de mi madre como si se burlaran de ella por no tener su propio hombre. No me necesitas más.

—Jungkook, Jungkook, Jungkook, mi pobre niño iluso. No podrías estar más lejos de la verdad. Joo Hwan es un hombre querido y dulce. Rico, encantador, guapo. De hecho, me encanta la idea de casarme con él.

—Entonces no deberías engañarlo.

—Cariño, no voy a ser capaz de evitarlo. En el dormitorio él no me lo hace como quiero. Tú sabes lo que me gusta, te he entrenado para eso. Te necesito más de lo que crees.

—Ese es tu maldito problema, porque adivina qué: Nunca voy a tocarte de nuevo. No hemos estado atrasados en el alquiler en más de un año.

—Bueno... teniendo en cuenta cómo está la inflación y la economía, me temo que voy a tener que aumentar el alquiler.

—No me importa. Vamos a pagarlo. Sea lo que sea. Y si se pone muy ridículo, tendremos que mudarnos. No tienes ningún poder sobre mí.

Desde las sombras, apreté la mano y la sacudí en el aire, alentándolo en silencio. ¡Vamos, Jeon! Sigue así.

—¿Ah, sí? —La señora Yoon dio una risita divertida—. ¿Y qué si llamo a un oficial de policía que conozco para hablarle de un escándalo de prostitución ilegal en el club?

La risa de Jungkook fue baja y dura. —Adelante. No me importa en absoluto. De todos modos dejé de aceptar a las clientes, nadie va a arrestarme por una especulación. He terminado, no pueden atraparme en el acto.

—Vaya, crees que lo tienes todo resuelto, ¿no?

—Por primera vez en mi vida, sí.

—Veremos.

—Escúchame bien: ¿cuándo vas a meterte en la cabeza que todo ha terminado? No voy a tener sexo contigo otra vez. ¡Jamás! No hay nada que puedas decir o hacer para que vuelva a entrar a tu casa.

—Lamento escuchar eso. En serio. Porque estaba a punto de decirte que sé del pequeño secreto de tu novia.

¿Qué dijo?

Mi piel se volvió fría mientras me acercaba más a la puerta, mirando a través de las grietas para ver la espalda rígida de Jungkook cuando se enfrentó a la puerta entreabierta, bloqueándola involuntariamente de mi vista.

Sonaba sospechoso y receloso cuando preguntó—: ¿De qué demonios estás hablando?

—Nada en realidad. Quiero decir, estoy segura de que te dijo todo acerca de Park Jung Hyun, ¿no?

—No. —Jadeé llevándome las manos a la mi boca para amortiguar mi conmoción.

Ella lo sabía.

¿Cómo, en el nombre de Dios, lo supo?

—¿Quién? —preguntó Jungkook, sonando desorientado.

Cerré los ojos y sacudí la cabeza. Esto no podía suceder. Él no iba a descubrir la verdad debido a ella.

—Oh, Jungkook. —La señora Yoon chasqueó la lengua, sonando perversamente encantada—. ¿No te dijo su verdadero nombre? Me preocupa. Parece que no existe la suficiente confianza y honestidad en tu dulce monógama relación si la chica ni siquiera te dijo que legalmente cambió su nombre por el de Park Si Yeon hace sólo unos pocos meses. Quiero decir, no es que la culpe. Si mi ex novio tratara de matarme y prometer que terminaría el trabajo la próxima vez que me vea, bueno, también huiría al otro lado del país y cambiaria mi nombre.

—No —Jungkook vaciló, su voz temblando de incertidumbre.

Las lágrimas llenaron mis pestañas, las limpié. Mi corazón se rompió porque él descubriera la verdad de esta manera. Yo debía decirle.

—¿Crees que me lo estoy inventando? —Rio— Él la hirió. Con un cuchillo. Su vida estaba en peligro, estuvo en el hospital por más de una semana. Estoy segura de que has visto la cicatriz. Creo que está en algún lugar en su cuello.

El silencio de Jungkook me mató.

—¿Qué?

Un segundo después, la mujer continuó:

—Déjame decirte que esa niña tiene un pésimo buen gusto para los chicos. Fue desagradable. La pobrecita Junghyun.... —resopló—Un asunto asqueroso y lamentable. Supongo que eran novios en el instituto, y todo estaba bien con eso hasta que comenzó a ser un poquito controlador. La primera vez que trató de romper con él le dislocó la mandíbula. La segunda vez, durante su último año, le rompió el brazo después de empujarla por las escaleras. Ah, pero eso no es todo; cuando su novio estaba de mal humor, la tomaba a la fuerza.

Más lágrimas corrieron por mis mejillas. Pero, ¿qué en el nombre del cielo hizo esta mujer para saber tanto de mí? ¿De dónde había sacado esa información?

—Fue entonces cuando ella finalmente decidió que era suficiente. Pero aun así él se negó a aceptar un no como respuesta. La acechó y acosó durante meses hasta que irrumpió en la casa de sus padres para matarla. Y casi lo consigue.

—Entonces...

—La señorita Junghyun se perdió su graduación de la escuela porque estaba en el hospital. Y su novio travieso salió en libertad bajo fianza casi de inmediato. Así que se fue de la ciudad con un nuevo nombre. Y desde que se abandonó el caso en su contra, el señor Lee Jae Wook ha estado completamente perdonado. Empezó a buscarla. La casa de sus padres fue allanada la semana pasada. Te voy a dar tres oportunidades de adivinar quién lo hizo.

La voz de Jungkook dudó cuando preguntó—: ¿Encontró algo?

—Es difícil de saber—susurró la dueña—, aunque te diré que ese chico va a hacer cualquier cosa para recuperarla. Sólo piensa, Jungkook. Si estuvo a punto de matarla cuando estaba enamorado de ella y quería reavivar su relación, piensa en lo que va a hacer ahora que quiere venganza. ¿No sería horrible si alguien filtrara accidentalmente su paradero?

—No lo harías. —le advirtió en un tono bronco. Yo me tambaleé, y me hubiera caído si no me agarrara del pestillo de la puerta. Clavé las uñas en el mango de metal, queriendo estirar la mano y dañarla físicamente.

—Por supuesto que no, cariño. Nunca haría nada que te moleste. No cuando vas a darme lo que quiero. —Su tono cambió de engatusadora a severa en un instante—. ¿Cierto?

—¡No! —grité, caminando por su patio trasero.

—¿Si Yeon? —Jungkook se dio la vuelta interceptando mi camino— ¿Qué haces aquí?

Me aferré a él, mientras mis lágrimas empapaban su camisa. —Tú mismo lo dijiste. Mi curiosidad no tiene filtro. Tenía que saber si irías con ella.

—Maldita sea —murmuró mientras sus manos se volvieron suaves y me mantuvieron contra él, acariciando mi pelo—. ¿Cuánto has oído?

—Todo. Y no puedes acostarte con ella. Le dijiste que no. Eso debería ser suficiente. Te está chantajeando. Lo que está haciendo es... es demente. Es una violación hacia ti de la forma más personal, privada y vil. Me niego a quedarme aquí y dejarte hacer esto, sobre todo por mi culpa.

Él no contestó, simplemente me mantuvo cerca mientras yo temblaba y sollozaba en su contra. Cuando tomó mi cara y se alejó lo suficiente para mirarme a los ojos, un mal presentimiento se deslizó por mi columna vertebral.

Se veía... resignado.

—¿Es cierto?

Debería haberle dicho que lo inventó todo. Pero no podía mentirle. Nunca más.

—Sí. —Sentí como más lágrimas cayeron—. Lo siento. Lo siento mucho. Debería habértelo dicho antes, pero...

—Shh. Está bien. Todo está bien —Me besó en la frente. Luego sus dedos persiguieron una lágrima que bajaba por mi mandíbula antes de rozar mi nuca para poder tocar mi cicatriz. Un sollozo salió de su garganta—. Te lo juro, Si Yeon. Nunca dejaré que él te encuentre. No te volverá a hacer daño.

Luego, dejó caer la mano y dio un paso atrás. Tanto la tristeza como el dolor en sus ojos me dijeron adiós.

Adiós. Para siempre.

—Jungkook. —Aunque lo alcancé tomándolo de la muñeca, él se apartó de mí y se dirigió hacia la puerta trasera de la señora Yoon.

Ella apoyó su cuerpo a medio vestir contra el marco de la puerta, y cuando Jungkook pasó a su lado, le chocó el hombro, haciéndole perder el equilibrio antes de desaparecer en el interior.

—Justo a tiempo, Junghyun. —ronroneó la vieja mientras se enderezaba—. Bien hecho. Me encanta cuando está irritado. Todo salvaje, indomable y extra agresivo. Hay algo tan sensual en este chico cuando su pasión se ha desatado. —Se estremeció y dejó escapar un suspiro de ensueño—. Gracias.

Entonces también se dio la vuelta y cerró la puerta.

Espero estén teniendo un mejor día que el de estos dos, pero bueno...

¿Abrazo?

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