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VIII

Le concedería esto a mi prima: La chica sabía cómo dar una fiesta.

Echando un vistazo por el salón de mis tíos, vi a Seohyun levantar un vaso de cerveza con sus dientes del canalillo de los pechos de Nayeon y tomárselo sin tocarlo. Ella le animó mientras que un poco de alcohol goteaba por su barbilla y le lamió tan pronto como él dejó caer el vaso en sus manos.

Negué incluso cuando mis labios se arquearon con diversión. Niños locos. Más de una persona se escandalizaría.

Había estado preocupada cuando le conocí por ella. Parecía tan rico, mimado y pretencioso como lo era Nayeon. Dos iguales, en este aspecto, normalmente no se atraen. Me imaginé que no durarían ni una semana, cada uno de ellos esperando que el otro le mimase tanto como hicieron sus padres; pero llevaban juntos casi tres meses y parecían seguir contentos.

De pie con la espalda pegada a la pared para poder verlo todo sin perderme nada, me sentía como si estuviese supervisando en lugar de unirme a la diversión.

Acababa de tomar un sorbo de mi vaso neón cuando alguien se me acercó por un lado.

—Te ves un poco solitaria. Se me ocurrió que podría hacerte compañía.

Casi derramé la espumosa cerveza en mi camisa cuando salté. Limpiando mi barbilla y sintiéndome como una idiota, me giré hacia el desconocido; éste sonrió, sus dientes lo suficientemente perfectos como para decirme que en algún momento debió de llevar aparatos.

—Perdón. Supongo que mi entrenamiento secreto de ninja está dando sus frutos después de todo. Soy Lucas.

—Si Yeon.

Juro que no había lanzado ninguna señal de coqueteo, pero él seguía contra la pared a mi lado como si le hubiese invitado. Tomó un trago de la lata que sujetaba. Inspeccionando la multitud conmigo, preguntó—: Así que, ¿conoces a Im Nayeon o sólo te enteraste de la fiesta?

—Conozco a Nayeon. —Me giré para verlo a él en lugar de a todo el mundo, ya que él parecía la amenaza más grande—. Es mi prima.

—¿De verdad?. —Dejó de mirar a la gente para observarme a mí—. Nunca te ha mencionado.

Me encogí de hombros. Nayeon y yo podríamos haber crecido a medio país de distancia, pero en todas las vacaciones nuestra familia se juntaba; siempre habíamos sido inseparables. Internet nos ayudó a mantenernos unidas. Pero no tenía ni idea de por qué este extraño pensó que ella debería de haberle hablado sobre mí. Sus ojos eran directos, me decían que él apreciaba lo que veía. No estaba segura de qué pensar sobre eso.

Si mi historia con Jae Wook me enseñó algo, era a ser muy cuidadosa con cualquiera que diese las señales que Lucas daba. Él buscaba tener más que sólo una charla esta noche, lo que me ponía nerviosa. En realidad, últimamente todos los chicos, excepto Jungkook, me ponían nerviosa. Con Lucas sólo podía pensar en una cosa: ¿qué tan enfadado se pondría si su pareja no le besara de la manera correcta? ¿Cuánto tiempo después de que se volviese serio pasaría antes de que prohibiese la noche de chicas? ¿Qué tanto sabía sobre golpes que no dejaban marcas?

Tal vez pensamientos de ese tipo no cruzaban mi mente cuando estaba con Jungkook porque había un elemento de seguridad entre los dos: Él estaba prohibido.

—¿Eres siempre tan tranquila? —parecía divertido por la intensidad en la que le miraba.

—Me has descubierto. Soy una aburrida.

Se rio, sus ojos brillaron hambrientos. —¿Lo tuyo es quedarte en un rincón y lucir bonita?

Uff. Me aclaré la garganta e hice una mueca de disgusto, deseando que él no pensase que buscaba un cumplido. Necesitando un cambio de tema, abrí la boca para preguntar si él también asistía a nuestra escuela cuando Nayeon apareció en frente nuestro. Gracias a Dios.

—¡Lucas! —Le abrazó. Mientras se retiraba, su conocido la inspeccionó de la cabeza a los pies, aún sujetando sus manos.

—Nayeon. Estás tan hermosa como siempre.

—Vaya, gracias. —Amablemente cortando su contacto con él, Nayeon continuó sonriéndole ampliamente mientras enganchaba su brazo con el mío—. Si me disculpas, necesito pedirte prestada a esta señorita.

Él asintió, sus ojos hervían de calor apenas reprimido al mirarme. —Sólo si la traes de vuelta cuando hayas terminado con ella.

Mi prima se rio y nos apartó para llevarme a través de la multitud a la cocina. Iba a darle las gracias por salvarme cuando murmuró: —Ni lo sueñes, amigo.

—¿Qué ha sido eso?

—Oh, Si Yeon, cariño; debes de tener un serio fetichismo por los chicos malos, lo juro. Mantente alejada de Lucas, ¿de acuerdo? Confía en mí.

No tenía planeado estar cerca de él, pero caí en la alerta del tono serio que me dio. —¿Por qué? ¿Le sacó un cuchillo a su última novia?

Rodó los ojos. —No.

—¿Es un gigoló? —No pude evitar preguntar.

—No, pero...

—Entonces ya tiene dos puntos a su favor. —No es que fuera mi intención defenderlo, creo que simplemente quería discutir con Nayeon. ¿Se cree que no tengo la cabeza sobre mis hombros cuando se trata de chicos, simplemente porque había estado tan terriblemente equivocada con Jae Wook?

Demonios, ¿todos los que me conocían pensaban que era una completa tonta?

Giré a la cocina para rellenar el vaso y ponerme ligeramente borracha, pero ella me dio la vuelta para enfrentarla. —Salí con él el año pasado —explicó con un suspiro.

Oh.

Arrugué la nariz. —Qué asco. —Salir con uno de los ex de Im Nayeon tenía que ser tan malo como salir con uno de los ex novios de mi hermana—. ¿Por qué no ha mencionado eso? Incluso le dije que somos familia.

—No tiene un hueso moral en su cuerpo. El maldito me engañó dos veces en cuatro meses que estuvimos juntos.

Definitivamente no iba a volver a hablar con ese idiota

—Pero, espera, si ustedes dos tienen tan mal pasado, ¿por qué está aquí? —¿Y por qué ella había sido tan cordial al saludarle?

—Porque todo aquel que es alguien viene a mis fiestas. Son la bomba, nena.

—Desafortunadamente creo tiene razón. —dijo una voz, haciendo que me temblase la columna vertebral.

—¡Jungkook! —chilló Nayeon—. Qué sorpresa. Raramente te veo en éstas. Y tampoco recuerdo haberte invitado.

Pensé que era una observación extraña. Era probable que ella no hubiese invitado a la mayoría de la gente de aquí.

—No —concordó él. Cuando me atreví a girarme, vi que su sonrisa burlona era tan fuerte como la de mi prima—. Pero tu novio sí lo hizo.

Los labios de Nayeon se apretaron. —Voy a tener unas pocas palabras con Seohyun sobre eso. Créeme.

—Está bien, espera. —Ajusté mi postura para poder verlos a ambos.—No lo entiendo. Jungkook fue un caballero y no se aprovechó de ti cuando estabas borracha y no le quieres aquí. Sin embargo, Lucas te engañó dos veces y acabas de abrazarle en señal de bienvenida. No tiene sentido.

Nayeon parpadeó como si no entendiera mi confusión. —Cariño, Lucas es el hijo de un juez. Esta...persona, no es nada más que tu santo prostituto.

—Un prostituto que te rechazó —se burló Jungkook—. ¿Te dolió tanto el orgullo?

Ella lo miró. —Eres un engreído...

—"Bastardo" —termino él por ella, su voz agradable—. Sí, lo recuerdo.

—No perteneces aquí —Apretó las manos en puños, los malditos vibrando con furia—. ¿Cómo te atreves a aparecer en mi fiesta? Eres un don nadie de ninguna parte que...

—¡Oye! —Salté delante de él, enfrentándome a mi prima—. Retrocede. Has invitado a todo el mundo y a sus perros a la fiesta. Deja de ser una esnob engreída. Quiero que Jungkook se quede.

Nayeon se me quedó mirando con dureza, como si buscara algo antes de echar un vistazo por encima de mi hombro. Me agarró del brazo entrecerrando los ojos, manteniendo una mirada de censura en él.

—Recuerda lo que te dije, prima. No lo hagas.

Entonces se estrelló contra nosotros chocando con el hombro de Jungkook mientras se marchaba, dejándome confundida como siempre con la ardiente necesidad de disculparla.

—¿Qué no hagas qué? —preguntó Jungkook detrás de mí.

Me giré para mirarlo y se me cortó la respiración. Lo lamento, era demasiado tarde; había pasado por alto la advertencia de Nayeon y caído a lo grande. ¿En qué?, no estaba segura. Pero Jeon Jungkook definitivamente tenía algo que ver.

—Creo que está asustada de que siga sus pasos y trate de lanzarme a ti como hizo ella.

—¿Eso crees? —Sus ojos recorrieron mi rostro—. Tal vez tenga razón. La verdad es que tiendes a actuar como su pequeña seguidora.

Al principio me sentí ofendida, pero al ver como los ojos de Jungkook brillaron con diversión, todo se desvaneció.

—Hablando de seguidores—me crucé de brazos—, ¿qué estás haciendo aquí?

—Sabía que estarías aquí esta noche.

Retrocediendo, me quedé boquiabierta. —¿Tú...tú decidiste venir por ?

Se movió, apartando la mirada brevemente, luciendo incomodo antes de volverse y entregarme algo que yo ni siquiera sabía que sostenía. —Quería devolverte esto.

Me quede mirando mi libro de Harry Potter en shock. Frunciendo el ceño, lo cogí lentamente. —¿Qué? ¿Lo terminaste?

—HeeJin me seguía molestando para que se lo leyese. Creo que me perdí un par de asignaciones de los deberes porque teníamos que leerlo en cada momento libre que tenía. Así que... ¿Cuál es el nombre del segundo?

—¿Quieres leer el siguiente?

—No, yo no. Mi hermana es quien quiere saber qué pasa después.

—Pero tú también —me burlé y me incliné más cerca—. Admítelo. Te ha gustado.

Me envió una mueca de advertencia. —Ni si quiera pienses en decir que te dije eso.

—¡Ja! —alardeé, levantando las manos al aire, una llena de alcohol, la otra llena de Harry Potter—. ¡Lo sabía!

—Veo que eres uno de esos amables y humildes tipos de ganadores. — dijo secamente, aunque sus labios temblaron con diversión.

—Esto es increíble. Puedo ir por el segundo libro si de verdad lo quieres.

Frunció el ceño. —¿Llevas tus libros a fiestas universitarias?

Sonreí y golpeé el hoyuelo en su barbilla juguetonamente con el borde del libro—Para tu información, vivo justo encima, así que puedo conseguirlo en dos minutos como mucho.

Jungkook miró a la puerta del patio trasero, después hacia mí, sus ojos entrecerrándose con sospecha. —¿Te quedas en el cuarto de azotea?

—Confía en mí, el sitio está genial. Honestamente es como un mini apartamento con diminuta cocina, habitación y baño. Y la intimidad es increíble. —Tuve que cantar la palabra increíble—. Nayeon está muy celosa. No tenía ni idea de la joya que había en su propiedad hasta que me mudé. Lo juro, probablemente me echaría y se mudaría allí si no fuese porque su armario es el doble de grande que mi habitación.

—Ya veo. —Parecía completamente confundido—. Me di cuenta de que ella y tú eran cercanas, pero no tenía ni idea de que sus padres te dejasen mudarte allí.

—Qué extraño. Supongo que nadie se da cuenta de que Nayeon es mi prima. Su mamá es la hermana pequeña de la mía.

Jungkook palideció. —No sabía eso.

—¿Por qué lo dices así? ¿Hay algo más sobre el asunto entre ustedes que no me han dicho?

—No —negó—. No, yo sólo... no. Nada en absoluto. Sólo me preocupaba que el problema entre ella y yo te molestase. Quiero decir, no vas a dejar de hablarme ahora en lealtad a tu prima, ¿no?

—Si hasta ahora no lo he hecho, ¿qué te hace pensar lo contrario?

Sus hombros se relajaron. —De acuerdo, bien. Es que es claro que no me considera de tu... tipo. Sería una pena si saltases de ese acantilado con ella.

Im Nayeon podría haberme persuadido de muchas cosas antes. Podría haberme hablado de teñir el cabello o embutir un diamante en mi nariz. Pero nadie podría convencerme de no ser amiga de Jeon Jungkook; excepto quizás, Jeon Jungkook

—Confía en mí, sé cómo ser mi propia persona. Si alguna vez me vuelvo una copia condescendiente de Im Nayeon, atropéllame por favor, ¿estamos?

La expresión de Jungkook era un poco rígida, como si no me creyese. Pero asintió. —Está bien.

Sonreí. —Genial. Ahora que tenemos eso solucionado, espera aquí. Estaré de vuelta en un santiamén con tu siguiente libro.

Di la vuelta zigzagueando entre las personas dándome prisa para no perder minutos valiosos con Jungkook. Tenía la intención de lanzarme a mi apartamento y volver rápidamente, pero cuando miré hacia atrás y lo vi siguiéndome por la puerta trasera, tragué.

—¿Qué haces? Te dije que esperaras.

—O... podría, ya sabes, ir contigo—Ante mi cara de perplejidad, soltó un bufido—No puedes dejarme aquí solo con otras treinta mujeres del tipo de Nayeon acechando. Podrían abusar de mí antes de que regreses.

Puse los ojos en blanco.

—¿Asustado? ¿O sólo estás siendo dramático?

—Un poco de ambas. —Se rio entre dientes cuando empezamos a subir los escalones hacia mi apartamento, pero, en realidad, no estaba tan segura de que estuviera bromeando.

Ya en la azotea, Jungkook se encontraba tranquilo mientras yo buscaba a tientas mis llaves y disfrutaba de la sensación sólida y protectora de su presencia.

—Aquí vamos. —Encontrando la llave correcta, abrí la puerta y entré.

Jungkook pareció evaluar todo mientras caminaba alrededor.

Asintiendo, murmuró—: Veo que tenías razón. Esto es bastante impresionante. Podría vivir aquí sin ningún problema. —Se acercó a la mesa en frente de la ventana y enganchó una manzana de mi cesta de frutas.

Negué con la cabeza. —Simplemente no puedes resistirte, ¿no es así?

Sus ojos brillaron con diversión mientras hundía los dientes en la pulpa de la manzana.

—¿Qué? ¿Resistir tu fruto prohibido? Diablos, no.

—Creo que tu juego de palabras es patético. —Y completamente emocionante.

Se rio al tiempo que daba otro gran mordisco. —¿Vas a darme el libro o qué?

Dejé a Jungkook comiendo y corrí a mi pequeño rincón para dormir. Encendiendo la luz, tiré el primer volumen en mi cama deshecha y me arrodillé frente a la mini estantería encontrando el número dos casi de inmediato. Girando para regresar rápidamente con Jungkook lo encontré en la puerta sin dejar de masticar lentamente mientras me miraba.

El calor cubrió mi cuerpo como un sarpullido. De pronto sentí la presencia de mi cama de tamaño completo a sólo un metro de distancia, como si se tratara de un ser vivo, respirando aire caliente en mi nuca para recordarme su existencia. Tomé mi pelo en la mano sólo para soltarlo de nuevo.

Pero la sensación se mantuvo. Creo que por tanto tiempo como Jungkook estuviera en mi habitación, sería hiperconsciente de cualquier superficie plana disponible.

—Puedes llevarte toda la serie ahora—Tragué saliva—, si quieres. Así no tendrás que esperar para leer el siguiente.

—No me importa esperar —Su mirada era directa y significativa—. De hecho, me gusta la anticipación.

Wow. ¿Seguíamos hablando de libros?

Jungkook se volvió hacia mi tocador y examinó todos mis objetos personales. Me sentía expuesta, probablemente más expuesta que si hubiera estado de pie desnuda delante de él. Sonrió suavemente mientras bajaba su manzana a medio comer y recogía mi loción favorita.

Las rodillas se me volvieron gelatina cuando abrió la tapa y olió profundamente.

—Llevabas ésta el viernes.

No había manera en el mundo en que mis cuerdas vocales pudieran funcionar. Simplemente asentí.

Giró la etiqueta y leyó en voz alta.

—Sweet Pea. —Cuando su sonrisa se ensanchó, pensé que me iba a desmayar de la sobredosis de hormonas—. Tan apropiado.

Poco a poco extendí la mano y la saqué de la suya, porque observarlo sostener mi perfume corporal me hacía desear cosas.

—Pensaba en conseguirle una botella a HeeJin. ¿Crees que le gustaría esta fragancia?

—No te atrevas. Éste es tu aroma. Sería muy raro olerlo en mi hermana menor.

Después de colocar el Sweet Pea de nuevo en la cómoda, alejé el pelo de mi cara.

—Supongo que podría conseguirle uno de rosas, o ¿qué te parece uno de vainilla cáli...?

Agarró mi mano cuando la levanté a mi pelo otra vez.

—Si tener el cabello en la cara te molesta tanto, ¿por qué nunca lo recoges?

Sorprendida y complacida, me quedé boquiabierta hacia él. —¿Notaste que nunca me recojo el pelo?

Sus fosas nasales se ensancharon cuando se inclinó para oler el perfume de mi piel.

—Sé que siempre lo estás quitando de tu rostro.

Mi cuerpo se quedó en una especie de aturdimiento por la impresión sensorialmente sobrecargada.

—¿Ustedes los chicos no... no prefieren el cabello largo y suelto?

Jungkook cogió un mechón de mi cabello y lo deslizó a través de sus dedos. Me miró decepcionado—. Así que..., ¿esto es para atraer a un hombre entonces? ¿Uno en particular?

—No. —jadeé quisquillosa— No.

Alzó otro mechón de pelo que había permanecido en el otro hombro. Con las dos manos llenas a cada lado de mi cara, casi parecía como si estuviera sosteniendo un par de riendas, a punto de frenarme.

—¿Significa entonces que habrás atrapado a tu chico el día que aparezcas en el campus con el cabello atado?

Le lancé una mirada extraña.

—Imagino que tendré que mantener su atención, así que... probablemente no.

Jungkook reunió mi cabello detrás de mi cabeza como si se preparara para ponerlo en una cola de caballo. Una vez que lo tuvo todo en una sola mano, pasó los nudillos por el lado de mi mandíbula expuesta.

—No creo que alguna vez tengas que preocuparte por cómo tu cabello luce a fin de atraer a un chico. Tienes muchos otros atributos con los cuales mantenerlos interesados.

Mis labios se separaron porque mi cuerpo entero comenzó a palpitar.

—¿Jungkook? —dije lentamente—. ¿Qué estás haciendo?

—Algo que probablemente no debería. —Su voz sonaba ronca y tierna mientras hundía su cara y presionaba su frente contra la mía.

—Si no debes, entonces... no lo hagas.

Un gemido gutural, como un puma herido, arrancó de su laringe.

—Es más fácil decirlo que hacerlo.

Con los dedos deslizándose por mi cabello, curvó su mano en mi nuca instándome a levantar la cara, probablemente para posicionarme a un beso. Luego susurró mi nombre.

Dios, la forma adolorida y ronca en que lo dijo fue como una caricia sedosa a cada nervio de mi cuerpo.

Creo que tres centímetros separaban nuestras bocas. Podría exhalar un poco de aire y accidentalmente aplastar mis labios contra los suyos. Pero de ninguna manera iba a ser yo la que a propósito cruzara la línea que parecía estar dibujada entre nosotros. Cruzarla lo cambiaría todo.

Manteniendo nuestras frentes unidad, sabía que él quería cerrar la distancia tanto como yo; pero la barrera invisible debía haber sido más fuerte que nuestras ansias porque le temíamos a lo que traería el cambio.

Su palma seguía en mi cuello, pero cuando su toque se deslizó sobre mi cicatriz, frunció el ceño y se detuvo. Sus ojos me interrogaron antes de que me diera la vuelta y recogiera el pelo para examinar el desagradable corte.

Sintiéndome desnuda mientras una ligera brisa pasaba por mi nuca, cerré los ojos y apreté los dedos en torno al libro que sostenía.

—Por eso es que nunca me ato el pelo.

Sus dedos fueron suaves al tocar el área entumecida. —Esto parece demasiado profundo como para ser un accidente. ¿Qué fue lo que te pasó?

Me lamí los labios. —Me cortaron con un cuchillo.

Claramente lo escuché tragar saliva.

—¿Quién?

Comencé a sudar de puro pánico. Ya le había dicho demasiado. Si insistía en saber quién había sido, no estaba segura de lo que diría. Mi mentira original era sobre un falso accidente de coche, pero estaba segura de que él no lo creería. ¿Qué se suponía que le iba a decir ahora? Cuantas menos personas conocieran la verdad, mejor. Y no importaba lo mucho que él me afectara, racionalmente sabía que no lo conocía lo suficiente como para confiarle un secreto así.

—Si Yeon —presionó—. ¿Te cortó a propósito?

—Tal vez. —Definitivamente. Si no hubiera girado para alejarme de Lee Jae Wook lo más rápido que pude, esta cicatriz no habría estado en mi nuca, habría estado en mi cuello, y probablemente hoy yo no estaría aquí.

Como si sintiera el pánico que arañaba su camino hasta mi garganta, Jungkook se inclinó hacia delante y presionó sus labios en la cicatriz.

Gemí cerrando los ojos, mordiéndome el labio para evitar que mi barbilla temblara. Si empezaba a llorar ahora, perdería el control al tratar de no revivir el miedo de esa noche.

—Jungkook.

—Shh...

Con labios abiertos tomé una gran calda de aire mientras mi piel se erizaba.

—Dijiste que...dijiste que no haces regalos. —tragué saliva. — ¿Vas a cobrarme por esto?

—No. —Besó el lugar de nuevo y sus labios se detuvieron ahí. Le escuché aspirar al tiempo que olía mi pelo. Envió una onda de choque por mi espalda y contrajo los músculos de mi vientre. Quería que esto durara. Quería que me girara y me diera un beso de verdad.

—¿Estás seguro?

Tardó en responder.

—No ha sido boca a boca, esos no tienen costo.

Me volví hacia él, odiándome incluso antes de continuar. —Así que, si besaras cualquier otra parte de mi cuerpo, ¿también sería gratis ya que no es de boca a boca?

Su mirada se endureció. —No, eso es parte del juego previo, está fuera de los límites.

—¿Y lo que has hecho no es juego previo? —Sabía que era cruel, pero también sabía que la manera más rápida de conseguir que se retirara era recordarle su profesión. Y tenía que retirarse, porque estaba bastante segura de que yo no podía.

Eso fue un amigo reconfortando a una amiga.

—Ya veo. —arremetí levantando el mentón. — ¿Así que no estabas a punto de besarme justo antes de que descubrieras mi cicatriz?

Resopló dando un gran paso hacia atrás—. Pero no lo hice. Error evitado. No ha pasado nada así que estamos bien.

—¿Lo estamos?

—¿Qué es lo que estás insinuando, Si Yeon?

—No importa. Para nosotros besarnos está prohibido porque te acuestas con mujeres por dinero. Fin de la historia.

—¿Por qué siempre tienes que recordarme eso? Créeme, no lo he olvidado.

—No es recordatorio para ti. En un recordatorio para.

El entendimiento apareció en sus ojos, estos brillaron con interés y alegría.

—¿Cuántas veces desde que nos conocimos has tenido que recordártelo? —Dio un paso hacia mí.

Recelosa, di uno hacia atrás.

—Sólo somos amigos, Jungkook.

Se detuvo en seco, con confusión arremolinada en su mirada. Luego cerró los ojos.

. Tienes razón —Cuando los abrió, el deseo se había ido. Extendió la mano, tiró del libro que me había olvidado que todavía sostenía en mis brazos y lo agitó una vez—. Gracias por prestarme esto... amiga.

Echándome el pelo a un lado, ladeó la cabeza para poder inclinarse y besar mi cicatriz por última vez con un breve pero cálido beso. Una vez que se enderezó, no dijo nada y apenas me sostuvo la mirada antes de darse la vuelta y salir de mi apartamento.

Esperé hasta que oí la puerta cerrarse para bloquear el pestillo. Entonces me derrumbé en el suelo y hundí la cara en mis manos.

¿En qué demonios me había metido?

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