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VI

—Vamos a teñirnos el cabello este fin de semana.

Me detuve de comer mi almuerzo para mirar boquiabierta a Nayeon.

—¿Qué dijiste?

Permanecía tan absorta en mis pensamientos, preguntándome si debería suspender mi clase de criminalística, que no prestaba atención a su parloteo. Pero juro que acababa de escuchar algo en la línea de...

—Tú, yo, cabello rubio. Este fin de semana.

Se sentó junto a mí en el banco de la misma mesa que ocupé con Jungkook antes. Decidí que éste sería mi sitio para comer el resto del semestre. Mi recuerdo de estar aquí con Jungkook el otro día cimentó esa decisión, incluso si sentarme con él significaba reprobar mi clase. Era como si la hubiésemos bautizamos como nuestra.

—No voy a pintar mi cabello.

—Eres una aguafiestas, se vería lindo. Además, ayer vi a Seohyun mirar a una chica que lo tenía así. Tengo que hacerlo.

Solté un bufido. —Si quieres ir dañarte el cabello sólo para impresionar a tu novio mirón, adelante. Pero no me arrastres contigo.

—Por cierto, mamá y papá se van a principios del próximo viernes para pasar el fin de semana en Jeju. No volverán hasta la noche del lunes. Estoy pensando en hacer una fiesta en la casa.

—¿Jeju? Eso suena divertido, ¿por qué no vas con ellos?

—No tengo diez años. Sería vergonzoso. Enserio, tengo mucho que enseñarte.

Si mis padres tuvieran una casa en la playa, estaría allí cada fin de semana. No me importa cuán penoso podría verse pasar el tiempo con ellos. Pero era Nayeon de la que hablábamos. Así que me encogí de hombros.

—Lo siento, no asistiré a tu fiesta. Todos los viernes tengo que hacer de niñera.

Nayeon frunció el ceño. —¿Quién? ¿La hermana retrasada?

La di una mirada asesina. —Su nombre es Jeon Hee Jin. No vuelvas a llamarla retrasada en esa forma despectiva.

Rodando los ojos, cedió. —Está bien, está bien. ¿Qué tal el sábado? ¿Estás de niñera de alguien entonces?

—¿Qué tan grande es la fiesta de la que hablamos?

Desde que estuve con Lee Jae Wook, evitaba grandes reuniones llenas de demasiados extraños.

Pero Nayeon se iluminó. —Épica. —Entonces miró a un grupo de estudiantes que pasaban por nuestra mesa—. Hola, chicos. Fiesta en mi casa el sábado del fin de semana del día feriado. ¿Están dentro?

Sonrieron y le dieron el visto bueno. —¿Una fiesta de Im Nayeon? Claro que sí.

—Genial. Entonces nos vemos. —Giró hacia mí, mirando con aire satisfecho.

—Supongo que ya sé por qué mi mamá se preocupaba tanto de que llegaras a ser una mala influencia.

—Oh, vamos, no lo llamemos mala influencia. —Pasó un brazo por encima de mi hombro y sonrió—. Llamémoslo: traer un poco de color a tu vida.

Detrás de nosotras, alguien soltó un bufido. —Sólo tú lo llamarías así.

El aliento salió de golpe de mis pulmones mientras el dueño de esa voz pasó alrededor de la mesa para sentarse frente a nosotras.

Jungkook.

Maldita sea, se veía bien hoy, todo fresco y agradable, con una camiseta gris de cuello V que hizo que sus ojos se vieran más claros de lo habitual. Me sonrió y rápidamente estudió lo que comía.

—Oh, papas fritas con queso. Buena elección. Mejor que la comida de ayer. —Se robó una de mi plato metiéndosela a la boca.

—Bueno, mira quién ha venido a visitar a la chica cerdo. —respondí, ocultando mi intensa sensación de entusiasmo ante su presencia—. ¿Alguna vez comes tu propia comida? ¿O es que obtienes un perverso placer al comer la mía?

—Eso es algo que yo sé, y que tú tendrás que averiguar. —Me envió una sonrisa traviesa. Caí en un mini trance, viendo su boca apretarse y moverse mientras masticaba.

En serio. Comer una papa frita con queso no debería verse tan pecaminoso.

—Disculpa, ¿Te podemos ayudar? —preguntó mi prima directamente, lanzando dagas con la mirada.

Él le envió una mueca tensa. —Nop. Sólo como mi almuerzo.

Mi almuerzo —dije justo antes de que él sacara un sándwich envuelto en plástico de su bolso. Lo agitó burlonamente, haciéndome saber que trajo su propia comida.

Fruncí el ceño de nuevo porque, en realidad, odiaba ser vencida.

Al verlo desenvolver su comida y tomar un bocado, Im Nayeon murmuró—: ¿De verdad tienes que comer aquí? ¿Con nosotras?

—¡Nayeon!

¿Cuál era su problema? Más temprano en criminalística actuó como si estar en su presencia fuera como encontrarte con una celebridad. Ahora, era sólo una pesada.

—No seas una reina del drama. No soy contagioso.

—¿Estás seguro de eso? ¿Quién sabe qué tipo de desagradable enfermedad de transmisión sexual tie...?

—Alto, alto, alto. —interrumpí—. Estoy sintiendo bastante tensión y disturbio entre ustedes. ¿Hay algún tipo de historia de la que no estoy al tanto? —Ambos se petrificaron. Entonces me quedé sin aliento—. Ay por dios. Se acostaron, ¿no es así?

Nayeon dejó escapar un sonido grave y sacó de su mochila una agenda donde fingió escribir.

Jungkook simplemente me miró maravillado mientras negaba con la cabeza.

—Tu curiosidad no tiene ningún filtro, ¿verdad?

Fruncí el ceño de nuevo porque evitaba deliberadamente mi pregunta.

Echando un vistazo a mi prima, golpeé su hombro—: ¿Es cierto?

—No fue nada —murmuró, de repente muy interesada en dar vuelta la página y continuar haciendo garabatos.

Rodando los ojos, me giré para hacer frente a Jungkook con una mirada mordaz. Él se encogió de hombros poniendo una expresión demasiado inocente.

—Ya la oíste, no fue nada.

Abrí la boca, pero Nayeon debió cambiar de opinión.

¿Nada? —dijo con voz ofendida cerrando de un golpe su agenda—. Está bien, está bien. Fue una noche durante el festival de primavera. Bebí demasiado y acabé tirándome sobre él. —Su mirada perforó a Jungkook con fragmentos de odio—. Pero me rechazó. De lleno.

Umm...¿Por qué la molestia? ¿no era ese tipo de cosas lo que se suponía que un hombre debe hacer cuando se le lanzaba una chica ebria?

—Y ella procedió a llamarme bastardo pretencioso por ello —añadió Jungkook, mirándola

—Bueno, lo eres — ratificó ella entre dientes.

—Eso dijo. Que no tenía derecho a actuar de manera hipócrita porque no soy más que una puta de alto precio con cara bonita que va a terminar con sobrepeso, solo y pobre cuando tenga cuarenta. —Su mandíbula se apretó—. ¿No es así como lo expresaste?

La miré incrédula. —¿Lo llamaste puta?

Se encogió de hombros. —Es una puta.

—Eso es lo que obtengo por tratar de ser un caballero y no aprovecharme de la torpe y arrastrada chica borracha. —Viéndose enojado y bastante herido, Jungkook se inclinó sobre la mesa y tomó mi vaso, como si lo necesitara para consolarse. Pero después de tomar un largo trago a través de la pajita, hizo una mueca y se apartó—. ¿Qué es esto?

—Es una bebida dietética.

Se sentó de nuevo frente a mí, viéndose engañado. —Así que... comes papas fritas con queso cargados de grasa, calorías y carbohidratos. ¿Y luego una bebida dietética? —Se rio divertido—. Sabía que serías una de esas chicas.

—Tal vez pedí una bebida de sabor desagradable porque sabía que tratarías de robarla. Esto podría haber sido la única manera de proteger lo que es mío.

—A) —dijo con una sonrisa—, eso no va a funcionar conmigo. Siempre voy a robar cualquier alimento o bebida que tengas. Y B), me halaga que te tomaras el tiempo de pensar en mí.

—Ay, que desagradable —vociferó Nayeon—. Si ustedes dos terminaron de follarse con los ojos, me gustaría ir a vomitar ahora.

Jungkook simplemente no le hizo caso y prosiguió—: ¿Cuidarás a Hee Jin esta noche?

Le di varios puntos por ser capaz de ignorar el comentario grosero, sin embargo, tensión alrededor de su boca me dijo que sus palabras le afectaron. Siguiendo su ejemplo, decidí ignorarla.

—Así es. Creo que voy a arreglar sus uñas y ponernos mascarillas

Asintió mientras golpeaba la mesa y se levantaba. —Le encantará. Nos vemos en la casa. Ah, y no te olvides de ese libro que prometiste prestarme.

—Sí —Respiré duramente entusiasmada de que lo recordara—. No lo olvidaré.

—Genial. Y para que conste, me agrada toda el aura de la chica cerdo. —Luego, se alejó sin siquiera mirar a Nayeon.

Mis mejillas ardían. Ingenua o no, me encantaba saber que le agradaba tal cual era.

No me di cuenta de cómo Nayeon giró hacia mí con un arco expectante en sus cejas, hasta que preguntó—: ¿Qué libro?

Harry Potter. Dijo que nunca lo ha leído. Le ofrecí prestarle el mío.

—¿En serio? ¿Harry Potter? No me imagino a Jeon Jungkook leyendo nada. —Entonces hizo una cara, haciéndome saber que se le ocurrió algo—. Excepto, tal vez, el Kama Sutra.

—Él no es tan malo, ¿sabes? Una vez que le hablas siendo genuina, te das cuenta de que es solo un chico más.

Sólo un chico; uno que hacía que mi cuerpo sea consciente de sí mismo, mi pulso se acelerare, y mi garganta se seque. Un chico con el que era divertido hablar, entendía mis chistes y le gustaba mi gesto de cerdo. Un chico que me hacía olvidar que era recelosa con las personas del sexo opuesto.

Claro. Sólo un chico.

—Es un idiota. —Concluyó.

—No entiendo por qué hablas de él a sus espaldas como si fuera una especie de dios, pero de frente, lo tratas como una basura.

—Oh, cariño. —Los rasgos de Nayeon se llenaron de simpatía mientras agarraba mis manos—. Pobre, ilusa. Voy a tener que explicarte la pirámide social. Jeon Jungkook es un Caso cien por ciento. Los tipos como él son divertidos para hacer chismes. Son divertidos para coquetear cuando no hay nadie más cerca y estoy segura de que son divertidos cuando contratas sus servicios. Pero no te sientas con ellos en público y no les hablas como si fueran simplemente un chico. Debido a que no es así. —Suspiró y me dio unas palmaditas en la mano—. Sabía que hoy debía mantener una estrecha vigilancia extra en ti. Porque mira lo que pasó. Vino a husmear, tratando de arruinar tu reputación, y...

Alejé mis manos de las suyas. —Si él es todo eso, ¿entonces por qué intentaste que te diera un regalo?

Sus mejillas enrojecieron mientras sus ojos se estrecharon con desprecio. —De acuerdo, escucha: Uno, me encontraba borracha y todavía me siento humillada por lo que hice. Y dos, en realidad podría haberlo manejado sin involucrarme demasiado. Tú probablemente te enamorarías de un pedazo de mierda del bajo mundo como él si alguna vez se acuesta contigo. Y eso es completamente inaceptable, Sisi. Un prostituto no pertenece a ningún lugar cerca de ti. Eres demasiado dulce e inocente.

Me quedé boquiabierta con repugnancia absoluta.

—Voy a ignorar la forma en que acabas de insultarme solo porque creo que dices esas cosas por una buena razón, pero no voy a sentarme aquí y escucharte insultar a Jungkook. Él puede haber tomado una mala decisión de carrera, pero eso no significa que...

—¡Ay no! ¡no puede ser! Estás enamorándote de él. No lo hagas, Sisi. Sólo saldrás lastimada. Vas a volver a pasar lo de ese chico Lee.

—Lo que sea. Me voy de aquí.

Me arrastré todo el camino a mi siguiente clase. Ella se equivocaba; Jungkook nunca sería otro Lee Jae Wook. En primer lugar, nunca tendría una cita con él. Sabía que se encontraba fuera de los límites. No es que él no fuera digno, sólo que era incapaz de ser fiel, debido a su trabajo y todo. Sabía que sentía una atracción hacia él, pero no estaba esperando algo más. Y en segundo lugar, Jungkook no dio señales de ser un bicho raro del control, no en la manera en que Jae Wook las exhalaba como el dióxido de carbono. Sin duda no era el tipo "golpea novias".

Pero me quedé de mal humor por el resto del día, porque Nayeon había mencionado algo que me alteró completamente. A pesar de estar consciente de que nunca saldría con Jungkook, sabía con seguridad que me estaba enamorando a un nivel que no podía parar. Sería capaz de hacerme daño de una manera que JaeWook nunca pudo; porque podría haberle dicho a mi primer novio que lo amé cuando él esperaba que lo dijera, pero nunca le di mi corazón. Sin embargo, había algo en Jungkook que me decía que podía dárselo.

Un poco demasiado fácilmente.

Cuando fui a hacer de niñera la noche del viernes, y el lunes después de eso, no conseguí ver a Jungkook ningún día. Él ya se había ido a su trabajo del "Club Social en el hotel" para cuando llegué. Y las dos noches, Kang YuNa llegó a casa de trabajar antes que él, lo que significaba que se había quedado hasta tarde... con una clienta, sin duda.

El pensamiento me hacía arder con... no lo sé. Muchas emociones. Rabia, celos, tristeza. Yo era un lío enmarañado y abrasador por dentro. Ah, y su madre se olvidó de pagarme. Sí, las dos noches. Pero Jungkook ya me había advertido que ella era un poco olvidadiza a la hora de pagar sus deudas.

El único punto brillante de esas noches había sido poder pasar tiempo con la chica más dulce en la faz del planeta. Después de que el lunes le pinté las uñas de las manos y las decoré con algunos brillantitos de plástico, la sonrisa más grande y brillante iluminó su rostro.

Luego de ponerla a dormir leyéndole el primer capítulo de Harry Potter, me arrastré hasta la cocina para tratar de ponerme al día con los deberes. Me atasqué haciendo la asignación de humanidades antes de que Kang YuNa se presentara alrededor de veinte minutos antes de medianoche. Disgustada porque ni siquiera había tenido un vistazo de Jungkook, e incluso más disgustada porque sabía el por qué, colapsé en mi cama en cuanto llegué, y olvidé poner el despertador. Así que por supuesto, me quedé dormida la mañana del martes.

Salí corriendo apenas me lavé el rostro. Llegué al campus quince minutos antes de empezar mi clase, lo que me hizo rechinar los dientes y preguntarme si, después de todo, hubiera tenido tiempo para arreglarme. Pensé que tal vez era buena idea tomar un batido, pero mi mesa de siempre, donde había comido por primera vez con Jungkook, se encontraba ocupada. ¡Ocupada! A este paso iba a tener que tallar mi nombre en ella. Al final decidí que estaba demasiado cansada para comer, así que me busqué cerca del edificio de laboratorios un cacho de hierba y sombra para reposar mientras esperaba a que fuese momento propicio para arrastrar mi trasero a clase.

Cerré los ojos disfrutando de ese pequeño momento de paz. Vaya, realmente comenzaba a agradarme este lugar. Esta nueva vida falsa iba acomodándose casi a las expectativas de una real, no era tan malo como pensé que sería.

A media reflexión una sombra bloqueó la luz del sol. Sentí a alguien de pie por encima de mí un segundo antes de que la voz que me gustaba y odiaba al mismo tiempo -porque me hacía querer cosas que no podía tener- dijo:

—Pregunta.

Abrí los ojos para ver a Jungkook. Se veía perfecto como siempre. Me sonrió, sosteniendo sus manos detrás de su espalda.

—¿Qué? —murmuré adormilada.

—¿Por qué estamos en la hierba esta mañana?

¿Estamos? ¿Cuándo nos habíamos convertido en un nosotros? En serio, la vida era tan injusta. Nunca seríamos un nosotros, pero Dios, amaba cómo decía nosotros.

Agité una mano de forma perezosa en dirección al edificio donde se hallaba la cafetería principal. —Nuestra mesa estaba ocupada.

Él miró por encima y luego volvió a mí. —¿De verdad? Ni siquiera me paré por allí.

Levanté la cabeza de mi mochila que usaba como almohada para revisar la hora en el teléfono, todavía tenía siete minutos.

—Bueno, pues lo estaba cuando llegué, así que opté por este encantador sitio porque estoy demasiado —hice una pausa para bostezar—, cansada.

—Ya veo. —Asintió. No se sentó a mi lado, sino que permaneció de pie con las manos ocultas. Cuando se balanceó sobre sus talones, le miré fijamente, preguntándome qué diablos se traía entre manos.

—Entonces, ¿qué se te ofrece?

—Nada. Te vi aquí, descansando y me dije: "¿qué está mal en esta imagen?" Además del hecho de que estabas prácticamente desmayada en el suelo.

—Ya sé. —Mi mano fue inmediatamente a mi pelo esponjado y enmarañado—. Mi pelo está hecho una mierda, lo sé. Y no llevo maquillaje. Está bien, me dormí. No tuve tiempo para arreglarme, y...

—No es eso —sacudió la cabeza sonriendo. Su mirada fue a mi pelo antes de recorrer mi rostro—. En realidad, ni siquiera me había dado cuenta. Pero ahora que lo mencionas, hoy pareces más natural. Se ve bien.

Tenía que ignorar lo cálida que me hizo sentir ese cumplido. Forzando a mi mente a pasarlo, alcé una pierna, mostrándole mi calzado.

—¿Es porque llevo deportivas en lugar de botines?

—Uh... no.

Dejé que mi pie volviera a caer a tierra, fingiendo un interés seriamente patético. —Está bien, me rindo. ¿Por qué te diste cuenta de que faltaba algo en mí esta mañana, Jeon Jungkook?

—Me alegro de que lo preguntes, Park Si Yeon, porque me di cuenta de que no tienes tu latte habitual.

—Muchas gracias. Recuérdame la ausencia de mi dosis de cafeína por encima de todo. Mi billetera está un poco vacía en este momento, por lo que voy a tener que posponer mis placeres un tiempo hasta...

—Mamá no te pagó de nuevo, ¿verdad?

Me encogí. Mierda. No había querido decirlo de esa manera. Este no era su problema, pero sabía que él lo haría suyo.

Cuando me negué a responder, dio un gran suspiro. —No tengo todo el dinero en efectivo conmigo para cubrir lo que te debe, pero me aseguraré de que te pague. ¿De acuerdo?

—Está bien... —empecé, pero negó con la cabeza para acallarme.

—Es una verdadera pena que no puedas tener tu latte diario. Pero míralo por el lado bueno. —Jungkook me guiñó un ojo y sacó las manos de detrás de su espalda, sosteniendo un vaso térmico en cada mano. —Has hecho amistad con el Sr. Obtengo mucho Dinero, que puede pagarlos.

Mi boca se abrió de par en par. —¿Me compraste un latte?

¿Me compró un latte?

Me derretí, mis emociones suavizándose hasta ser esta enorme y pegajosa bola de adoración. Quería reír y llorar y abrazarle hasta que decidiera que tener un novio que se acostaba con decenas de mujeres por dinero en realidad no era un gran problema.

—No te emociones demasiado —advirtió como si pudiera leer mi mente—. Tengo un motivo ulterior.

Me senté inmediatamente, ya no más cansada en absoluto. Era como si la cafeína de la bebida que él sostenía de algún modo ya se hubiera disparado directamente por mi torrente.

—Está bien, puedes quedarte con mi primogénito —moví las manos con impaciencia hacia uno de los vasos—. Ahora dame.

Jungkook se rio y me lo entregó. —Olvidé que lo pides con las virutas de chocolate encima. Me encontraba a mitad de camino hacia acá cuando lo recordé y tuve que volver otra vez.

Era oficial. Jeon Jungkook era perfecto. Salvo toda la parte de vender el cuerpo; fuera de eso, nadie más podría compararse.

Tomé mi primer sorbo. Cuando gemí, arqueó una ceja con diversión. —¿Te gustaría estar a solas él?

Acerqué mi latte de forma protector. —Oh, Sí. ¿Podrías darnos quince o veinte minutos como mucho? Tengo la sensación de que las cosas están a punto de ponerse muy obscenas entre nosotros.

—Ya quisiera yo ver eso.

Se rio de nuevo vez mientras yo tomaba otro trago. Su cálida y afectuosa mirada sobre mí, además de la dosis instantánea de cafeína por mi sistema, me trajo a la vida de un modo que no podía siquiera describir. De repente me sentí muy viva.

—Gracias, enserio.

—No me lo agradezcas, esto es un soborno a cambio de tus futuros rábanos.

—Todos tuyos.

Lanzó el puño al aire en señal de triunfo. —Eso.

—Apropósito. ¿Viste que dejé el libro? Lo siento, me olvidé de ello el viernes y no lo llevé hasta anoche. —No quería pensar en por qué no había estado allí para aceptarlo él mismo, pero lo hice de cualquier forma.

—Sí. Hee Jin se aseguró de que estuviera en mis manos a primera hora de la mañana. A las cinco de la mañana.

Hice una mueca. Ouch. Había llegado más tarde a casa que yo y se había levantado antes de que yo abriera los ojos. Si alguien tenía una razón para estar cansado hoy, era él. Pero parecía demasiado contento mientras añadía—: Y me mostró sus diez uñas recién pintadas. Buen trabajo, niñera.

—No es nada, pero Gracias.

—En realidad, Hee Jin es la razón por la que necesito hablar contigo.

—Cierto. El motivo ulterior.

—Verás, un pajarito me corrió el rumor de que tienes una pulsera de dijes.

Fruncí el ceño, completamente confundida. — Umm... sí.

—¿Puedo verlo en algún momento? Mi hermana ha estado hablando un montón sobre ello. Así que pensé en comprarle una por su cumpleaños el próximo mes.

—¿Su cumpleaños es el mes que viene?

—Sí. Va a cumplir los peligrosos catorce. —Sin esperar a que levantara la muñeca y se la mostrara, Jungkook vio mi pulsera y tomó el asunto en sus propias manos, envolviendo suavemente sus cálidos dedos alrededor de mi antebrazo para examinar la pieza de joyería que adornaba la base de mi mano—. Mamá y yo vamos a hacerle una fiesta de cumpleaños el veintitrés, por si quieres venir.

—Claro que iré. Le compraré un dije que vaya con la pulsera como mi regalo para ella.

Sus ojos brillaron. —Eso le encantará.

—¿Vas a invitar a alguno de sus amigos de la escuela?

El buen humor de Jungkook se agrió inmediatamente. Me lanzó una mirada dura. —Hee Jin no tiene ningún amigo en la escuela.

—Lo siento. Debí haber expresado eso de forma diferente. Lo que quería saber era si ibas a invitar a alguno de sus compañeros.

—¿Por qué debería? Ellos nunca la invitan a ninguna de sus estúpidas fiestas.

—Lo sé, pero... esto es la escuela media. Es un tiempo muy revelador para ella. Está empezando a ver cómo funciona el mundo y se está dando cuenta de lo mucho que apesta no tener amigos. Sólo creo que, si hubiera alguna forma de conseguir que alguien de su edad sea agradable con ella, incluso durante una fiesta de cumpleaños de una hora, por lo menos debemos tratar de ayudarla a adaptarse a sus compañeros sociales. Quiero decir, va a cumplir catorce. Esa edad es el momento más difícil, lo juro.

Jungkook dejó escapar un suspiro, pareciendo reacio, pero admitió—: Yo odiaba la escuela media. Nada bueno viene de la adolescencia.

Sin saber qué responder, abracé mi termo vacío con ambas manos y miré en torno al campus sólo para fruncir el ceño.

—¿De repente todo parece desacostumbradamente tranquilo?

Jungkook revisó su muñeca. —¡Mierda! —Se enderezó con una sacudida—. Llego tarde a clase.

—¿Qué hora es?

—Casi cuarto. —Se puso de pie de un salto y su bolsa de mensajero colgada ya de su hombro.

¿Cómo es que me había distraído tanto? Me peleé por mi propia bolsa y extremidades para levantarme. Jungkook me cogió del codo, ayudándome a ponerme de pie. Incluso acomodó mi mochila por mí y luego mantuvo mi paso mientras nos precipitábamos hacia la entrada del edifico de idiomas.

Cuando extendió la mano por delante de mí para abrirme la puerta, sus dedos acunaron suavemente la parte baja de mi espalda. La sensación de su mano allí envió chispas ascendentes por mi columna vertebral y explotó en la base de mi cráneo con fuegos artificiales hasta que experimenté una vibración por todo mi cuerpo.

Ignorando la reacción, comencé a caminar hacia mi aula de Inglés cuando recordé que en realidad tenía química hoy... en los laboratorios. ¡En el otro edificio!

Mierda. Comencé a darme la vuelta rumbo a la salida y vi como Jungkook se iba hacia la izquierda. Nos dimos cuenta en el mismo momento que debíamos separarnos. Se detuvo y abrió la boca. Ojos escanearon mi rostro.

Más que curiosa por saber lo que quería decir, me congelé en mis deportivas y contuve la respiración.

—Bueno... adiós. —Hizo una mueca, haciéndome sospechar que había querido decir más que eso.

Le dediqué una pequeña sonrisa. —Sí. Adiós.

Asintió y se fue hacia la izquierda. Me quedé mirándole un momento antes de salir corriendo del edificio y lanzarme hacia el departamento de química.

Pero me pregunté todo el día qué había querido decirme en realidad.

¡Feliz año nuevo a todxs! De verdad deseo que éste  sea una mejor, donde las cosas que dolieron ya no duelan tanto, y que las sonrisas se multipliquen para todxs ustedes. No olivides nunca que eres una persona valiosa y amada.

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