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꧂Tienda de dulces꧁
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ITACHI P.O.V
―Entonces cuando por fin estaba por acostarme con ella, me dijo "Lo siento, pero tengo el periodo" Y yo le dije "Por Dios, ¿A que mujer le dura ocho meses el periodo? Si no quieres tener sexo conmigo solo dilo y ya", ¿Y tienes idea de lo que me dijo?... Huh, ¿Me estas escuchando, Itachi?―me llama mi querido primo, Obito Uchiha, dandome un leve empujón.
Yo me sobresalté un poco, para luego observarlo de reojo y asentir levemente. No habia escuchado en absoluto su historia, pero lo más probable es que se tratase sobre alguna chica que lo rechazó, como siempre.
―Mmm, si, ¿Que fue lo que te dijo?―musité desinteresado.
El suspiró irritado, cubriendo su rostro con ambas manos―Dijo que no quería tener sexo conmigo...―murmuró triste.
―¿Tus diez centímetros no la impresionaron?―pregunta de forma irónica Hidan.
―¿Diez centímetros?, ¿Quién es el espadachín que maneja semejante arma?―interviene Deidara, sentándose junto a mi en la mesa.
―Tsk, cierra la boca Hidan, ya Mitsuri le contó a toda la escuela que no duras más de once minutos en la cama.―se burla mi primo, sonriendo con superioridad.
―Wow, ¿Duras tanto tiempo?, ¿Esto es sexo o One piece?―cuestionó el rubio anonadado, haciéndome reír ligeramente.
―¿Que le causa tanta gracia al virgen?―pregunta Hidan en tono burlón, observándome con una ceja alzada.
―Déjalo en paz, el solo esta esperando a la indicada, igual que yo.―suspira Obito, apoyando su mejilla en su mano.
―Tu crees que cualquiera es la indicada.―bufe, rodando los ojos.
Con esta ya era la octava vez que le rompían el corazon a mi pobre primo. La primera y más dolorosa según el, fue con Rin Nohara en segundo año. La castaña lo estuvo ilusionando durante meses para luego abandonarlo por un chico dos años mayor que nosotros, Kakashi Hatake.
Luego de eso empezó a salir con cualquier chica que le hablara bonito, y estas se alejaban de el al notar lo insistente e intenso que solia ser, dejándolo destrozado nuevamente.
―Como sea... ¿Irán a la fiesta de esta noche? Los padres de Pain salieron de viaje y le dejaron la mansión para el solo.―pregunta Deidara con emoción.
―Huh... yo no-...
―Yi ni piidi ―me imita Hidan con voz chillona, para luego rodar los ojos―. Nunca vas a ninguna fiesta, que desperdicio de juventud.
―Cierto... las chicas te aman, seguro te divertirías mucho.―lloriquea Deidara, dejando caer su rostro sobre la mesa.
Obito me observó de reojo con algo de compasión. Él era el único que estaba al tanto sobre mi situación, y solo porque era parte de mi familia. Aunque consideraba a Deidara y a Hidan como mis hermanos, no me atrevía a contarles la razón por la que nunca tenia tiempo para salir con ellos.
Ambos son niños ricos, todos en esta escuela lo son, no por nada es la mejor de toda Konoha. Ninguno de ellos debía preocuparse por dormir sin nada en el estomago, tampoco trabajaban durante horas por un miserable sueldo mínimo, ni vivian con miedo a que algún dia les cortaran los servicios básicos por no pagarlos a tiempo. Ellos tenían un buen estilo de vida, y teniendo todo eso en cuenta, ¿Que pensarían de mí al enterarse de que ni siquiera tengo donde caerme muerto?
―Itachi me ayudará a estudiar para el examen del lunes, si repruebo Historia otra vez mamá va a matarme.―miente Obito, haciendo una mueca de miedo.
Suspiré aliviado cuando ambos dejaron de insistir con el tema de la fiesta y empezaron a hablar sobre otra cosa. Agradecí internamente a Obito, jamás podría pagarle todo lo que ha hecho por mi.
Al rato la campana sonó dando por finalizada la hora del almuerzo. Recogí mi envase de comida, para luego empezar a caminar junto a mis amigos por los pasillos del instituto en dirección a nuestra siguiente clase.
Aún faltaba medio dia para poder salir de aquí e irme a cumplir mi turno en el trabajo. Estaba algo cansado, no era fácil cumplir con tantos compromisos a la vez.
―Fiu, ¿Quien es esa hermosura?―silva Hidan con una sonrisa coqueta, observando de lejos a una chica castaña.
―Es Haku de cuarto año, y es hombre.―aclara Obito, observando con asco a mi amigo.
¿Hombre? Wow, ya no se puede confiar en nadie.
―Me lo pego igual.―contesta encogiéndose de hombros.
―A ti te gusta cualquier cosa con falda.―comente rodando los ojos.
―Mi favorita siempre será tu madre, no te preocupes.―contesta de forma burlona, ganandose un fuerte golpe de mi parte.
Entre risas entramos a nuestro salon de clases. Cuando estaba en el instituto me sentía ligero, podia olvidarme momentáneamente sobre todos los problemas que cargaba encima, y todo eso era gracias a mis peculiares amigos.
Las clases pasaron con normalidad, colocaba toda mi atención en cada asignatura para que no me quedaran dudas luego, pues no tenia tiempo de estudiar fuera de la escuela y debía mantener mis notas al máximo para conservar la beca que me habian otorgado hace años.
Cuando el ciclo escolar terminó suspiré aliviado, ahora solo faltaba la otra mitad del dia para volver a casa junto a Sasuke.
Ese pequeño niño era mi razón de existir, el único rayito de luz que iluminaba mi patética y sombría vida. Al pensar en él mis ánimos subían notoriamente, pues todo lo que hacia era por su bienestar y valía la pena.
Trabajaba como repartidor en una pequeña fabrica de tejidos. Prácticamente lo que hacia todo el dia era recorrer la ciudad en una pequeña camioneta, entregando los pedidos a los clientes.
No era el mejor trabajo del mundo, pero fue lo mejor que pude conseguir hace dos años. Muy pocas personas contratan a un joven de quince años sin experiencia en... nada.
Al principio hacia las entregas a pie, pero el esposo de mi jefa se tomó la molestia de enseñarme a conducir, y luego de sacar mi licencia me asignaron una camioneta para facilitarme un poco las cosas.
Los dueños eran buenas personas, y el sueldo me alcanzaba lo suficiente para comprar comida, pagar los servicios y la mensualidad en el preescolar de Sasuke. Así que no podía quejarme mucho con respecto a eso.
Pero aún así el trabajo era agotador, tenia alrededor de treinta entregas diarias en diferentes puntos de la ciudad, y sumándole a todo eso el estrés de la escuela, daba como resultado mi ajetreada vida.
Por suerte el preescolar de Sasuke contaba con guardería, de esa forma no debía preocuparme por dejarlo solo en casa toda la tarde. Aunque bueno, teniendo en cuenta el elevado costo de la mensualidad, mínimo deberían tenerlo en un palacio rodeado de juguetes.
Esta vez tenia menos trabajo, quince entregas a tiendas aledañas a la fabrica. Suspiré contento, por lo menos tendría más tiempo para descansar o jugar con Sasuke.
La primera entrega fue a una tienda muebles, tengo entendido que encargaron una docena de cortinas o algo por el estilo. El empleado me dio una buena propina por ayudarlo a llevar las cajas, e incluso me regalo un catalogo de la tienda.
Parece que hoy será un buen dia para Itachi.
Del resto no tengo mucho que contar, todo transcurrió con normalidad. Hasta que me toco realizar la ultima entrega en una tienda de dulces.
Me gustan los dulces.
El local era lindo, supongo. Todo era rosa y... rosa, el mismo color en diferentes tonalidades. Mantenía un estilo clásico para una tienda de este estilo, con la diferencia de que este poseía un area con mesas y sillas para que las personas platicaran. Era como una especie de... ¿Dulcería /cafeteria? Un poco raro, pero innovador.
Me acerqué a la caja para avisar que ya habia llegado el pedido. Una chica era quién se encargaba de ese puesto, y si tuviera que describirla a simple vista diría que es...
Adorable, muy adorable.
Parecía tener la misma edad que yo, o tal vez un año menos. Sus ojos eran muy verdes y su cabello era corto de color rosa, pero las puntas parecían estar teñidas del mismo color de sus ojos. Raro, pero bonito.
―¡Buenas tardes!, ¿En que te puedo ayudar?―saluda animadamente, sonriendome un poco.
Reitero, es muy adorable.
―Huh... trabajo en Textil Shop y-...
―¡Oh! Ya veo, espérame aquí.―me interrumpe rápidamente, para luego salir de su lugar de trabajo y correr hacía una pequeña puerta en una esquina.
Ella volvió pocos minutos después acompañada por una señora rubia, la cual por sus rasgos faciales, deduje que era su madre.
Me saludó y ambas me acompañaron hasta la camioneta para revisar el pedido. Habían encargado dos docenas de manteles tejidos, los cuales supuse que eran para las mesas que vi anteriormente.
La señora firmó la hoja que afirmaba que habia recibido su encargo, para luego irse de nuevo a la tienda para terminar de atender a los clientes. La otra chica se quedo a mi lado observando los manteles con curiosidad, y cuando empecé a llevar las cajas dentro del local ella se ofreció a ayudarme.
―No hace falta, solo son dos.―me negué, sonriéndole levemente.
―¡Genial!, nosotros también somos dos, una para ti y la otra...―empezó a decir, arrebatandome una de la cajas― para mi.
No me opuse nuevamente, pues me enseñaron que el cliente siempre tenia la razón.
―Gracias.―susurre dejando la caja sobre el mostrador.
Ella sonrió e hizo un ademán restándole importancia, para luego agradecerme devuelta.
―Oh, no te vayas todavía, te daré algo...
Al terminar de pronunciar aquello salió corriendo a quién sabe donde. Aproveché el tiempo para sacar mi celular y verificar si no tenia algún mensaje, pero todos eran Stickers de WhatsApp que mandaban Obito o Deidara.
―Aquí tienes, es para agradecerte por tu maravilloso trabajo ―dice la chica llegando a mi lado, tendiendome una pequeña caja blanca estampada con figuritas rosas―. Son dangos.
Oh, amo los dangos, que chica tan linda.
―Muchas gracias...
―Candy, así me llamo, ya te podrás imaginar porqué me pusieron ese nombre.―dice con diversion, señalando levemente los alrededores de la tienda.
Yo solté una risa siendo seguido por ella. Para luego extender mi mano libre en su dirección.
―Itachi, un placer.―me presenté sin dejar de sonreir. Ella aceptó mi mano de igual manera, dándole un ligero apretón.
Me despedí agradeciéndole nuevamente el lindo gesto de los dulces, para luego volver a montarme en la camioneta e irme a la fabrica.
Si, definitivamente hoy fue un buen día para mi.
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Aqui tienen el primer cap, díganme que tal uwu.
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