02
"Me gustan, los juegos a los que juegas"
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YoonGi acomodo a JiMin sobre la cama, le acarició el rostro y dejó un casto beso sobre sus labios. El omega lo atrapó por la nuca y volvió a unir sus labios en una danza necesitada, llena de sensualidad y ruego.
—P-por favor, Yoonnie.— suplico el pelirrubio tras separarse para tomar algo de aire y sus hermosos ojos avellanas estaban destellando deseo puro.
El alfa trago en seco, el aroma de JiMin lo tenía a un paso del descontrol, definitivamente no se esperaba que entrara en celo en medio de su primera cita. Se sentía demasiado tonto, él era su ginecólogo y debió verlo venir, pero con la pérdida del bebé no había una fecha exacta para que su rutina omega regresara.
—Minnie, no estás en tus sentidos.— le dijo YoonGi suavemente, intentando soltarse del agarre que JiMin le había hecho con las piernas en su cadera.
—¿No te gustó? — interrogó en un hilo de voz el omega.
JiMin creía que debió pensarlo antes, no sabe por qué se imaginó que un alfa tan perfecto lo vería a después de estar usado. Ya no es tan bonito, su cuerpo no es el mismo luego del embarazo y el aborto, no tenía nada bueno que ofrecerle.
YoonGi sabía por SeokJin de los problemas de autoestima que tenía, de su dependencia emocional y no pretendía herirlo. Eligió negar silenciosamente, mientras permitía que JiMin lo abrazara y correspondió apegándose a su cuello.
—Eres mi bebé, se supone que te debo gustar.— murmuró JiMin en su oído con un tono que rozaba lo sensual y lo dulce, una dualidad única que solo él poseía.
—Lo soy, soy tu cachorrito y me encantas.— aseguró YoonGi, llenándole la mandíbula y las clavículas de besos castos.
—Mgh~ Yoon.— gimoteo JiMin, tomándole por los castaños cabellos y dirigiéndolo un poco más hacia abajo, directamente a sus pechos.
El alfa aulló al diferenciar el dulce aroma a leche materna proviniendo de ellos, YoonGi sintió que sus papilas gustativas empezaron a salivar y sabía que necesitaba degustar esa exquisitez.
—Es hora de tu comida, bebé.— comentó JiMin, siendo consciente de que había notado su pequeña fuga de lactancia.
YoonGi no se negó, esperó a que su omega se sentara correctamente en el colchón. Luego se acomodó entre sus piernas y le desabrocho todos los botones de su bonita camisa blanca. Aprovecho la desnudez para acariciar la perlada piel y soltó un jadeo, maravillado al descubrir los botoncitos cafés goteando leche. Por instinto y necesidad, apretó uno y observó como las gotitas blancas salían.
—Ahhh~ Yoonnie, bebé, no juegues con la comida.— reprocho JiMin entre respiraciones entrecortadas.
—Eres muy sensible, papi.— señaló el alfa, mordiéndose el labio inferior para luego sacar su lengua y llevarla al pezón para saborearlo —Eres tan delicioso.
JiMin lo observó con la mirada iluminada, le sonrió hasta entrecerrar sus ojitos y pronto se encontró arqueándose de placer. Sintió como succionaba su pecho, por eso echó la cabeza hacia atrás con la boca abierta y respiro erráticamente.
YoonGi lamió y mordió sus pezones con fervor, un hilo blanco de leche materna le recorría desde la esquina de su fino labio inferior hasta el mentón. Se separó un poco y llevó una de sus pálidas manos al pantalón de JiMin para bajárselo, aunque solamente una porción.
Entonces la erección del omega salió a relucir, un miembro gordito, rosadito y muy bonito que tenía pre semen adornando el glande. Se veía tan tierno y tan apetitoso que se tuvo que relamer los labios para apaciguar su ansia.
—Eres un bebé tan travieso.— ronroneo JiMin, dirigiendo también una de sus manitas a los pantalones blancos de su alfa para apretar su erección.
—Cachorrito también quiere que lo consientas, papi.— pidió YoonGi, iniciando a masturbarlo mientras volvía a dirigir sus labios a los pezones maltratados de tanto succionar y continuaba alimentándose.
JiMin se estremeció, sus pechos estaban muy sensibles y la mano del castaño en su miembro no le permitía mantenerse cuerdo en absoluto. Acarició la entrepierna de YoonGi por encima de las prendas y acto seguido le bajó los pantalones junto a la ropa interior para admirar la gran verga que poseía.
Estaba seguro de que sin importar lo "flojo" que tuviera el culo, como TaeMin le había dicho antes, ese enorme pedazo de carne lo llenaría muy bien.
YoonGi cambio de pecho, esta vez mordió el pezón derecho a la vez que pellizcaba el izquierdo y ordeñaba ambos. Sintió como los deditos de su omega jugaban con sus testículos y el tronco de su pene, soltó un gruñido de placer.
—Alfa.— le llamó JiMin, apretándole la erección y el alfa soltó un "mju" sin despegarse de sus pechitos para que prosiguiera —Quiero que me folles.
—Está bien, mi omega.
YoonGi se levantó de su regazo, se acomodó a un costado de la cama y se quitó los pantalones junto a su camisa mientras JiMin hacía lo mismo con sus prendas. Una vez los dos se encontraron desnudos, se reacomodaron y el omega quedó boca arriba con sus piernas totalmente abiertas. De esa forma estaba mostrándole a su alfa como su esfínter se contrae con deseo, rogándole por su nudo y atención.
—Mhhh~ Minnie.— jadeo el castaño al ver tal espectáculo.
—Vamos, bebé, diviértete con mi culo.— incito JiMin seductor, relamiéndose los labios juguetonamente y esperó a que YoonGi se le colocara encima.
—Hoy seré suave, papi.
El omega puchereo al escucharlo, aunque asintió satisfecho porque podía ver lo entretenido que estaba el alfa con su cuerpo. YoonGi lo admiraba con sus oscuros ojos casi como si fuese una obra de arte, jamás se había sentido tan valorado y amado.
JiMin tomó su propio pene para masturbarse, a la vez que su alfa le insertaba dos dedos, ya que el primero había entrado como si nada gracias a su abundante lubricación.
—Más~— pidió al sentir como le tanteaba la próstata.
YoonGi sonrió de lado, siendo consciente de que había encontrado su punto y le insertó un tercer dedo. Comenzó un vaivén lento, pero duro, el cual se aseguraba de tocar justo donde más le gustaba al omega.
JiMin estaba en el cielo, se retorcía mientras gimoteaba —Ahh~ mierda ¡Yoon! — grito cuando sintió repentinamente su culo vacío.
—Malas palabras no, papi.
—Perdón, bebé, es que se sentía muy bien, como estar en el cielo.
—Tranquilo, papi, en un momento te haré ir y arder como el infierno.— aseguró el alfa, guiñándole un ojo mientras frotaba su duro pene contra la estimulada entrada.
YoonGi se introdujo de una sola estocada, sacándole todo el aire de los pulmones a JiMin y no tuvo ni una pizca de piedad. Lo tomó por el interior de las rodillas y las alzó para introducirse más fuerte, más profundo.
Las estocadas se tornaron casi violentas al instante y el alfa estaba enterrándose tanto que sus testículos podrían ser devorados en cualquier momento por las calientes y húmedas paredes anales de su omega.
—Q-quiero.— lloriqueo JiMin, apretando los ojos y sacando su lengüita.
—¿Quieres? — preguntó YoonGi sin dejar de penetrarlo.
—N-necesito... ne-cesito venirme.
—Hazlo, papi, córrete para tu bebé.
JiMin le sonrió, llevó ambas manos hacia su propia erección para masturbarse mientras YoonGi se inclinaba sobre su vientre para tomarle los pechos y apretárselos, sacándole chorritos de leche que recibía en su boca abierta.
El pene del alfa se engrosó, el nudo estaba comenzando a desarrollarse y el menor mostró el cuello en señal de total sumisión. Pese a eso, YoonGi sabía que no era el momento aún, se centró en seguir con sus movimientos a la vez que succionaba uno de los pezones e insertaba dos de sus dedos en la boca para que JiMin los lamiera.
—¡YoonGi! — grito el omega en un sonoro gemido, sintiendo el placer golpearle por completo y los espasmos en su vientre eran tortuosamente deliciosos.
JiMin se corrió en el instante que YoonGi le llenó el interior de su caliente, abundante y espeso semen. Su propia esencia le ensuciaba el vientre, pero el alfa no parecía muy interesado, pues continuaba alimentándose de sus pechos.
YoonGi se permitió disfrutar de las últimas lamidas y succiones de leche mientras su nudo se hinchaba contra las paredes. JiMin sintió que su vista se distorsionaba, su juicio estaba nublado y cayó rendido en un arrasador placer.
—Eres precioso, Minnie.— susurro el alfa a su oído cuando lo noto adormilado.
La mezcla de sus aromas era sumamente relajante, eso más la nota dulce de leche materna y semen.
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"Mi chico, nunca cambies"
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