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"Recuerdas mi amor"
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Dos meses...
Habían pasado solo dos meses desde que perdió a su cachorro, JiMin estaba demasiado ido, absolutamente perdido en sus pensamientos y hundido en el pesar. Era su primer embarazo y lo había perdido por culpa de su expareja.
TaeMin se volvió un alfa muy agresivo desde que se casaron, aunque durante su noviazgo todo fue amor y por eso jamás se esperó que las cosas cambiarán. Antes estaba completamente seguro de que serían felices juntos, que formarían una familia y podría jurar de corazón que incluso creyó que eran destinados.
Sin embargo, llegó la noticia de su tan deseado embarazo y a sí mismo la infidelidad de su alfa. Pasó un mes de gestación y varias noches se encontraba solo en su hogar, dos meses y TaeMin se atrevió a no volver toda una semana.
Fue pasando el tiempo así, consecutivamente siendo engañado, hasta llegar a los tres meses. Para ese entonces su pancita estaba más grande y mostraba varios síntomas, como el sentimentalismo, antojos y necesidad de cariño.
El omega entonces lo descubrió todo y su lobo empezó a tener muchos malestares, aunque lo había intuido antes, esperaba que no fuera verdad. Pese a eso, ahora sabía que era real y había descubierto que su "mejor amigo" se veía con su alfa a escondidas, sin importarle su embarazo y eso lo destrozó.
JiMin durante ese periodo tuvo muchos problemas, no solo por las hormonas que le provocaba estar en cinta, sino también por su baja autoestima y casi pierde hasta su aroma. Decidió hablar con TaeMin y le pidió entre súplicas que dejara de verse con TaeHyung, lo que fuera con tal de que respetara su relación y futuro cachorro, pero el alfa se negó y le dijo que era su culpa.
— "Estás feo".
— "Engordaste".
— "Tu cuerpo es un asco".
— "Estás todo flácido".
— "Ya ni siquiera me aprietas".
El omega lloraba día y noche, se negaba a aceptar que esta fuera la realidad, en la que ya no valía la pena continuar estando con un hombre como TaeMin y su relación había sido solamente una mala decisión. Sobre todo, porque el muy maldito del alfa lo mantenía encerrado siempre en su hogar, le echaba en cara que era un pronto y que seducía a cualquier persona cuando salía a la calle.
Todo era mentira, JiMin jamás se fijó en nadie más y siempre fue fiel a su pareja, no era su culpa que con el embarazo sus feromonas aumentaran, haciéndolo llamar demasiado la atención. Esas eran cosas de omega que TaeMin no comprendía y lo señalaba con el dedo, juzgándolo, diciéndole hasta lo que no, cuando era él quien no mantenía el pene dentro de sus pantalones.
—"Nadie se interesaría en un omega cualquiera, mucho menos con lo asqueroso que te has puesto".
Mes tras mes, JiMin fue cayendo en depresión junto a su lobo, únicamente salía a sus consultas con el ginecólogo y para su suerte era un alfa muy atento, respetuoso, con un delicioso aroma a pinos y petricor que lo tranquilizaba. Min YoonGi se aseguraba de mantenerlo estable en cada cita, veía con él sus ecografías para hacerle compañía, lo reconfortaba con mimos cuando estaba hormonal y hasta había llegado a invitarle comida cuando tenía sus antojos.
TaeMin al enterarse estaba demasiado ebrio, así que no midió sus actos y maltrató al omega sin reparar en el daño. Sobrepasó esa fina línea, yéndose hasta el otro extremo y la violencia resultó en un trágico accidente.
JiMin fue golpeado y pateado casi hasta el punto de la inconsciencia, varias veces intentó detener el maltrato y exclusivamente logró proteger su pancita. Aunque al final todos sus esfuerzos resultaron ser en vano, ya que el alfa le había arrebatado lo más preciado para él: su bebé.
Esa noche, el omega llegó a urgencias llorando a mares, con sus piernas chorreando sangre y apenas manteniéndose en pie. Pidió explícitamente que el ginecólogo Min lo ayudará y no dejó que nadie más lo tocara.
Claramente, YoonGi al enterarse no demoró en socorrerlo y lo llevó a una sala ginecológica. Al revisarlo confirmó lo peor y con todo el dolor de su alma tuvo que decírselo.
—"Lo siento Minnie... El bebé no lo logró y tenemos que extraerlo por tu salud".
Las palabras del alfa fueron suaves como los pétalos de una rosa, pero al escucharlas se rompió y entró en shock. La cesárea se hizo esa misma noche y pasó todo el procedimiento pensando en lo mucho que amaba a su cachorro, aunque ni siquiera quiso ver cuando lo sacaron.
Después de eso, se divorció sin dudarlo, TaeMin terminó siendo arrestado luego de la demanda que puso en su contra y TaeHyung lo había abandonado para no aceptar sus errores. De esa manera es que JiMin resultó solo y desahuciado, no tenía más familia, amigos o conocidos, así que pasaba sus días imaginando lo feliz que pudo haber sido con su bebé.
El primer mes fue el más difícil de procesar, su vientre se había ido lentamente y estaba aguadito, su piel se quedó con algunas estrías. Tenía muchos ascos, ansiedad y ganas de dormir, estuvo pensando en suicidarse. Su lobo ya no encontraba motivos para continuar, no sin su cachorrito y el lado humano tampoco le veía sentido.
No obstante, YoonGi no le permitió mantenerse en la espesa bruma de la pérdida, se quedó con él, aun cuando debía trabajar. Iba diariamente a su casa para llevarle comida o cocinarle, le regalaba dulces, ropa y algunas flores para llenar su hogar de aromas relajantes.
JiMin agradecía todos sus detalles, pero no dejaba de pensar en su bebé, en las palabras de TaeMin diciéndole que era un asco, que no llamaría la atención de nadie y que jamás encontraría a alguien con quien envejecer como soñaba.
Se sentía estúpido, realmente tenía ese pensamiento absurdo de estar por la eternidad con una sola persona, mantenerse juntos hasta viejitos y ver a sus hijos darles nietos y bisnietos.
El segundo mes fue un poco más ligero gracias a que YoonGi le presentó a su hermano SeokJin, el omega era psicólogo, estaba casado y tenía un pequeño bebé de dos añitos llamado JungKook. Ellos lo ayudaron a controlar su parte lobuna de la depresión, le permitían cuidar al cachorrito y su ser se llenaba de calidez, pero aun así, JiMin seguía extrañando a su verdadero bebé.
Hoy era un día de esos, en los que SeokJin había venido a su casa con JungKook, lo escuchaba hablar y le prestaba a su pequeño para mantenerlo sosegado. Eso no duraba mucho, pues apenas ambos ponían un pie tras la puerta, volvía a sentir un enorme vacío en su pecho y su dolor se multiplicaba.
YoonGi a la media hora había llegado con un ramo de jazmines, haciéndole recordar su aroma que ahora se estaba desvaneciendo. Además, traía una tarta de vainilla y fresas, que casualmente era la favorita de ambos. Estuvieron platicando, comiendo y viendo películas, hasta que el alfa comenzó a bostezar, estaba agotado por su exhaustiva rutina en el hospital.
—Realmente me gustaría ayudarte, Minnie.
JiMin escuchó las palabras de YoonGi y le sonrió a medias, el alfa permanecía sobre su regazo, descansando un poco. Le acariciaba sus cabellos castaños con parsimonia mientras le tarareaba una canción de cuna, como solía hacer antes con su vientre.
—Yoon... — llamó JiMin, picándole su rellenita y suave mejilla pálida.
—¿Si, Minnie? — dudo el alfa con voz adormilada y aprovechó para aspirar el delicioso aroma del omega, aquel que casi perdía.
—Tú me puedes ayudar.— aseguró JiMin, logrando que YoonGi se sentara a pesar del sueño y lo viera con el ceño fruncido, sin comprender a qué se refería.
—¿Cómo?
JiMin lo tomó por el rostro con ambas manos, apretándole los sonrosados mofletes y se deleitó con su gatuna e inocente mirada oscura. Le gustaban sus pequeños labios rojizos y su naricita de botón... YoonGi era tan bonito y tierno que parecía un bebé.
—¿Quieres ser mi cachorro?
La pregunta desconcertó a YoonGi, pero su lobo en el interior movió la colita con esmero de lado a lado y alzó las orejitas con interés. Estaba de acuerdo en hacer lo que su omega le pidiera, lo que fuera con tal de volver a verlo sonreír.
Sí, su omega, aunque JiMin no lo notase, él si lo hacía y había descubierto que allí, entre el jazmín y la vainilla, había un tercer aroma. Gracias a las dulces notas de fresas podía confirmar que era su pareja destinada y estaba encantado.
Muchas veces YoonGi por su timidez intentó decírselo indirectamente, como en este día que le trajo justamente cosas con esos tres aromas. Nunca funcionaba porque el omega estaba demasiado sumergido en su dolor para poder notar su mensaje y no tenía el valor para confesarse directamente.
—Sí, Minnie, seré tu cachorro.
Con mucha paciencia y amor lograría que lo reconociera como su alfa.
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"Vendiste tu alma"
Prepárense mentalmente para lo que viene...
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