Final
El avión aterrizó suavemente en el aeropuerto de Honolulu, y apenas anunciaron que podían desembarcar, Jimin sintió cómo su corazón se aceleraba. Después de todo lo que habían vivido, estar allí, al lado de su Alfa, le parecía un sueño. Mientras avanzaban por el pasillo, Jungkook tomó la mano de Jimin con fuerza, entrelazando sus dedos como si no quisiera soltarlo nunca.
—. ¿Estás listo para nuestra aventura, corazón?— preguntó Jungkook con una sonrisa, inclinándose ligeramente hacia él.
Jimin asintió emocionado, sus ojos brillaban como estrellas. —. Más que listo—
Una vez fuera del aeropuerto, subieron a un auto que los llevaría hacia la costa norte de O'ahu. Durante el trayecto, Jimin no podía despegar su mirada del paisaje. Los altos cocoteros se mecían con el viento, y el mar azul turquesa brillaba bajo el sol del mediodía. Cada curva en el camino revelaba una vista más impresionante que la anterior: acantilados verdes que se alzaban con majestuosidad, playas de arena dorada, y el horizonte infinito donde el cielo se unía al océano.
—. Jungkookie, esto es…— Jimin se quedó sin palabras por un momento. Su pecho se llenó de una mezcla de asombro y gratitud. —Es más hermoso de lo que imaginé—
Jungkook, que estaba observando a Jimin más que el paisaje, sonrió con ternura. —. Sabía que te encantaría—
Cuando llegaron al lugar donde se hospedarían, un pequeño bungalow frente a la playa, Jimin bajó del auto y quedó paralizado por la vista. La brisa salada acarició su rostro, y el sonido de las olas rompiendo suavemente contra la orilla llenó sus oídos. En el horizonte, el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo con tonos cálidos de naranja, rosa y púrpura.
Jungkook dejó las maletas a un lado y se acercó a él. —. ¿Te gusta?— preguntó mientras rodeaba la cintura de Jimin con sus brazos, apoyando su barbilla en su hombro.
—. Me encanta— susurró Jimin, sus ojos llenos de lágrimas, pero esta vez de pura felicidad. —. Nunca había visto algo tan hermoso...—
Jungkook sonrió y besó suavemente la sien de su Omega. —. Este lugar no es nada comparado contigo—
Jimin se giró hacia él con una sonrisa tímida, golpeándolo suavemente en el pecho. —. Tonto—
Jungkook rió, pero antes de que pudiera decir algo más, Jimin lo tomó de la mano y lo arrastró hacia la orilla. Ambos se quitaron los zapatos y dejaron que la arena cálida se hundiera entre sus dedos. Cuando las olas llegaron hasta sus pies, Jimin cerró los ojos y levantó los brazos, dejando que la brisa jugara con su cabello.
—. ¡Es perfecto, Jungkookie!— exclamó con una risa genuina, girándose para mirar a su Alfa. —. Gracias por traerme aquí. No sabes cuánto necesitaba esto—
—. Lo sé— respondió Jungkook, acercándose a él y envolviéndolo en un abrazo. —. Después de todo lo que hemos pasado, este es nuestro momento para ser felices, para disfrutar de la vida—
Jimin apoyó su cabeza en el pecho de Jungkook, escuchando el latido constante de su corazón, y por primera vez en mucho tiempo, se sintió completamente en paz. Allí, en la isla de O'ahu, con el océano como testigo, el pasado parecía un recuerdo lejano, y el futuro, una promesa llena de amor y esperanza.
—. Esto parece un sueño, Jungkookie. Después de que quedaste en coma, llegué a pensar... pensé que tal vez nunca podríamos volver a compartir momentos como este, juntos. Pero la madre luna fue tan bondadosa que, cuando ya había perdido toda esperanza, despertaste. No puedo expresar lo feliz que me hace estar aquí contigo, en este paraíso— susurró Jimin con un brillo de emoción en los ojos, mientras alzaba su mirada para encontrarse con los profundos ojos de su Alfa.
Jungkook lo observó con ternura infinita y, sin apartar su mirada, depositó un suave beso en su frente. —. Lo sé, mi amor. Sé cuánto sufriste, cuánto peso llevaste sobre tus hombros por mi accidente, la universidad, y todo lo demás. Por eso quería hacer este viaje contigo. Quiero que dejes atrás todo el estrés, todas las preocupaciones, y te concentres solo en ser feliz, en disfrutar— dijo con una voz cálida y reconfortante.
Tomó el rostro de Jimin entre sus manos con delicadeza y continuó, —. Y yo... yo solo puedo agradecerle a la madre luna por darme un destinado tan maravilloso como tú. Eres bondadoso, amable, tierno... y la persona que amo más que a nada en este mundo.— Su voz tembló ligeramente con la emoción mientras acariciaba la mejilla de Jimin, prometiéndole con su mirada que haría todo lo posible para protegerlo y verlo siempre feliz.
Jimin se dejó envolver por las cálidas palabras de Jungkook, sintiendo cómo su pecho se llenaba de una mezcla de alivio y felicidad. Las lágrimas se acumularon en sus ojos, pero esta vez no eran de tristeza, sino de puro agradecimiento. Él acarició la mano de Jungkook sobre su mejilla y esbozó una sonrisa tierna.
—. Te amo tanto, Jungkookie. Más de lo que las palabras pueden expresar. Este momento, aquí contigo, en este lugar tan hermoso… no quiero que termine nunca— confesó Jimin con la voz entrecortada por la emoción.
Jungkook no pudo evitar sonreír ampliamente al verlo así. Sin decir nada más, entrelazó sus dedos con los de su omega y lo guió hacia la orilla del mar, donde las olas se deslizaban suavemente sobre la arena.
—. Entonces hagamos que este momento dure para siempre, cariño. Cierra los ojos un momento— pidió Jungkook con dulzura.
Jimin obedeció, cerrando los ojos mientras sentía la brisa cálida del océano acariciar su rostro. El sonido de las olas y el canto de las aves lo envolvieron como una melodía relajante. Jungkook admiró la belleza de su omega por unos instantes, dejando que su mirada se llenara de todo lo que Jimin significaba para él. Una sonrisa cálida apareció en su rostro mientras sentía que el momento que había soñado tantas veces por fin llegaba. Desde hacía tiempo tenía esto planeado, pero el accidente había retrasado sus planes. Ahora, por fin, el universo le daba la oportunidad de hacerlo realidad.
Con cuidado, metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó una pequeña cajita de terciopelo. Sus manos temblaban ligeramente, delatando la mezcla de emoción y nerviosismo que lo invadía. La conexión de su marca hizo que Jimin percibiera esa oleada de emociones, y aunque le preocupó un poco, mantuvo los ojos cerrados, obedeciendo las instrucciones de su Alfa.
Jungkook se arrodilló frente a él, abriendo la cajita con delicadeza. En su interior brillaban dos anillos de oro puro, grabados con delicadas flores alrededor del aro. En el centro de uno de ellos estaba su propio nombre, y en el otro, el nombre de su omega. Inspiró profundamente, tratando de calmar su corazón acelerado, y finalmente habló con voz suave y llena de amor.
—. Ya puedes abrir los ojos, amor mío— murmuró con un deje de ternura.
Jimin abrió los ojos con curiosidad, y en cuanto su mirada cayó sobre la escena frente a él, un jadeo sorprendido escapó de sus labios. Sus manos se elevaron automáticamente para cubrir su boca, sus ojos se llenaron de lágrimas de pura incredulidad y emoción. ¿Estaba soñando? ¿Esto era real? Su Alfa estaba de rodillas frente a él, sosteniendo una cajita que contenía dos anillos que brillaban como un reflejo de su amor.
—. Jimin, cariño, mi todo... Sé que todavía eres muy joven, y que quizá pienses que esto es precipitado, pero no te estoy pidiendo que nos casemos mañana mismo. Lo único que te pido es que me permitas permanecer a tu lado, para hacerte feliz, para ser tu apoyo en cada paso que des. Estos anillos no son solo joyas; son una promesa, una prueba de nuestro amor eterno. Cuando termines la universidad, si así lo deseas, podremos casarnos. Pero por ahora, quiero que aceptes estos anillos como un símbolo de lo que significas para mí. ¿Aceptas, mi amado omega?— preguntó Jungkook con voz nerviosa pero cargada de sinceridad.
Jimin miró a su Alfa, sus lágrimas deslizándose lentamente por sus mejillas mientras su corazón palpitaba con fuerza. Sintió que el mundo entero se detenía a su alrededor, dejando solo a Jungkook y ese amor inquebrantable que compartían. Sin dudarlo, asintió vigorosamente antes de caer de rodillas frente a Jungkook y abrazarlo con fuerza, como si temiera que se desvaneciera si lo soltaba.
—. Sí, Jungkookie. Por supuesto que acepto. Siempre quiero estar contigo, siempre quiero ser tuyo. Eres mi todo, y no hay nada en este mundo que desee más que pasar mi vida a tu lado— susurró Jimin contra el cuello de su Alfa, dejando que sus palabras estuvieran cargadas de todo el amor que sentía.
Jungkook, al escuchar esas palabras, soltó un suspiro aliviado y feliz. Tomó uno de los anillos y con cuidado lo deslizó en el dedo de Jimin, besándolo suavemente después. Luego, Jimin hizo lo mismo con el anillo de Jungkook, sellando así su promesa mutua.
Los dos se quedaron allí, arrodillados bajo el cielo de Hawaii, con el sonido de las olas como único testigo de su juramento eterno. Y aunque el mundo seguía girando, para ellos, en ese instante, solo existía su amor.
Jungkook levantó el cuerpo de su omega con facilidad, girando con él bajo el cielo estrellado. Jimin soltó una pequeña exclamación de sorpresa antes de aferrarse a los hombros de su Alfa, su risa cristalina llenando el aire como una melodía perfecta. En ese instante, nada más existía; solo ellos, su amor y la conexión inquebrantable que los unía.
Jungkook finalmente se detuvo, manteniendo a Jimin entre sus brazos como si fuera su mayor tesoro. Sus respiraciones se entrelazaron mientras sus frentes se unían, y sus ojos se encontraron en un silencio cargado de emociones. En esas miradas no hacía falta hablar; sus almas se entendían, comunicándose con un amor tan puro y profundo que parecía detener el tiempo.
—. Te amo, te amo demasiado, Jungkookie— susurró Jimin con la voz cargada de sentimientos, mientras sus brazos se cerraban alrededor del cuello de su Alfa, como si temiera que este momento se desvaneciera.
Jungkook sonrió suavemente, una sonrisa que era solo para su omega, y con ternura inclinó su rostro para capturar sus labios en un beso lleno de dulzura y promesas silenciosas. Al separarse, sus ojos se encontraron de nuevo, y el Alfa llevó una mano a la mejilla de Jimin, acariciándola con tanto cuidado como si temiera romper algo precioso.
—. Yo también te amo, mi amado Jimin. Eres mi todo, mi razón de vivir, mi hogar. Prometo que, mientras tenga vida, haré todo lo posible por verte feliz, por hacerte sentir amado. Porque tú eres lo más importante para mí, siempre lo serás— declaró Jungkook, su voz firme pero llena de emoción.
Jimin no pudo evitar que unas lágrimas de felicidad rodaran por sus mejillas, y Jungkook las limpió con delicadeza. El omega apoyó su cabeza en el pecho de su Alfa, escuchando los latidos de su corazón, fuertes y constantes, como un recordatorio de que estaban allí, juntos, vivos y en paz.
Ambos se quedaron abrazados, envueltos en el calor del otro y en la magia de la noche. Las olas del océano susurraban en el fondo, y la brisa acariciaba sus pieles, como si el universo entero celebrara su amor.
—. Jungkookie... —susurró Jimin con un tono soñador—. ¿Crees que algún día, mucho tiempo después, cuando ya no estemos aquí, las estrellas recordarán nuestro amor?—
Jungkook sonrió y besó la coronilla de su omega antes de responder—. Estoy seguro de que sí, cariño. Nuestro amor no es algo que el tiempo pueda borrar. Será eterno, como la luz de esas estrellas, brillando incluso mucho después de haberse apagado—
Jimin cerró los ojos, permitiéndose soñar con un futuro lleno de felicidad a su lado, mientras Jungkook lo mantenía cerca, protegiéndolo del mundo. Sabían que la vida no siempre sería fácil, pero también sabían que, mientras estuvieran juntos, podían enfrentar cualquier cosa.
Bajo el cielo infinito de Hawaii, donde las estrellas parecían brillar con más intensidad, Jimin y Jungkook sellaron su promesa con un amor que trascendía las palabras. En ese abrazo, en ese instante perfecto, supieron que su historia no tenía fin. Eran dos almas que, a pesar del dolor y las adversidades, habían encontrado siempre el camino de vuelta hacia el otro.
Jimin levantó la mirada una última vez, perdiéndose en los ojos de su Alfa, y lo sintió: era un amor que lo llenaba, lo sanaba y lo hacía completo.
—. Entonces prométeme que nunca me soltarás, Jungkookie— murmuró, con un nudo en la garganta, mientras sus manos se aferraban a él.
Jungkook entrelazó sus dedos con los de Jimin, apretándolos con firmeza—. Te lo prometo, mi amor. Siempre estaré contigo, sin importar cuán lejos o difícil sea el camino. Mi vida, mi alma... todo lo que soy te pertenece—
Y con esas palabras, el viento pareció llevar su juramento hacia las estrellas, dejando una marca invisible en el universo. Porque lo que compartían no era solo amor; era destino, era eternidad. Y aunque los días cambiaran, aunque los años pasaran, sabían que su amor quedaría grabado para siempre, como un faro en la noche, guiándolos el uno hacia el otro.
El océano susurró su bendición, la luna fue testigo de su felicidad, y el mundo se detuvo solo por un instante para envidiar la pureza de su unión. Juntos, Jimin y Jungkook avanzaron hacia un mañana desconocido, pero llenos de la certeza de que su amor lo conquistaría todo.
Fin.
Bueno que puedo decir, les agradezco tanto por apoyar esta historia, por darle una oportunidad y llegar hasta el final. Agradezco a aquellas personitas que estuvieron desde el comienzo de la historia, votando y comentando, hacían que yo me motivará a seguir escribiendo, a traer más de esta historia.
Espero que hayan amado esta historia, como yo ame escribiéndola y leyendo sus comentarios que me hacían sacar una sonrisa. Muchas gracias por todo, espero que les guste este final. El próximo año volveré con otra nueva historia que espero que también amen.
Nos leemos pronto en una nueva historia. Adiós
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