Su novio había descubierto un nuevo juego; y aunque pareciera infantil a sus ojos a los del azabache era por encima de lo más divertido. No lo era, jamás lo seria, ese juego dolía como mil demonio cuando su novio se encontraba en plan de ejecutarlo.

—Silba, silba—Canturreo con una sonrisa de victoria Talon que se encontraba detrás de su novia, pero aun así separados por el sofá.

Kayla por más que lo intentaba no podía, solo podía pensar en el dolor del pellizco en su cintura que cada segundo que pasaba era más fuerte seguido del el pequeño canto pronunciado por Talon "silba, silba".

Su cara ya se estaba colocando roja y sus ojos se humedecieron, pero cuando creyó que casi le arrancaría la piel soltó un pequeño pero sonoro silbido, Talon la libero pero Kayla tenia otro plan fugaz para él, se giro sobre su pies y cuando su mano fue a tomar la mejilla del azabache para que el viera como se sentía ese estúpido juego resbalo. Cayo arriba de mueble oyendo el sonoro grito de Talon el cual gritaba en el suelo.

—¡¡Mi cara Kayla me arañaste la cara!!

Ella solo se encogió en el mueble como cachorro regañado mientras que el azabache corría a ver su rostro en el baño.