Capítulo Veintiuno
Ouran Academy
Horario de ingreso
Mis manos se posaron sobre mis caderas a la vez que llenaba mis pulmones de aire al momento de poner mis pies sobre el suelo. El ruido de la limusina seguir su recorrido consiguió abrirme los ojos para mirar con atención la gran edificación frente a mí. Jamás pensé que estaría tan feliz de volver al instituto.
Fueron demasiados días junto a mis padres, merecía mi descanso.
—Nee-chan ¿Estás bien?
A mi lado el pequeño de Eiji me observaba con curiosidad y con una pequeña sonrisa acomodé los cabellos que se habían despeinado en su pequeña siesta durante el trayecto.
—Sí. Vamos, te acompañaré a tu aula.
—¡Sii! Vamos, vamos, vamos.
No pude evitar reir ante los pequeños saltos eufóricos de mi hermano menor, los cuales acompañaba con un frenético sacudir de sus brazos. Caminamos por el sendero de pavimento que dirigía a la entrada del edificio, yo con mi portafolios sostenido con ambas manos por delante y mi rubio acompañante corriendo de un lado al otro con su actitud infantil e hiperactiva de siempre.
A cada paso que daba me preguntaba hace cuántos días no asistía a clases, la última vez aquí conocí una faseta de Isomu que esperaba no volver a ver en mi vida, aunque tambien esa vez tuve la vista de Honey bajo la lluvia y nuestro... beso. Mis dedos rozaron mis labios recordando la sensación ¿Puedes sentirte nerviosa con solo recordar algo, hasta el punto de acelerar tu corazón? La respuesta es clara y obvia, sí.
Y entonces el sonido de una fotografía ser tomada me despabiló.
—Buenos días, Aiko-san —Saludó una nueva voz que solo había escuchado una vez con anterioridad—. Lamento la foto, pero no podía perder la oportunidad ¿Alguna vez te dijeron que tus ojos son muy expresivos?
—Oh... Acosadora-senpai, buenos días.
—¿Acosadora-senpai?... —Pareció pensar en voz alta, dejando caer su cabeza a un costado en confusión hasta que algo la hizo reaccionar y elevar su dedo índice a la vez que se inclinaba lo suficiente para estar a mi altura—. Ya lo entiendo, no me presenté contigo la última vez. Soy Yamakuchi Mako, estudiante de segundo año y miembro del club de fotografía.
—¿Quién es la niña rara, Nee-chan?
Me apresuré a cubrir la boca de Eiji antes de que se le ocurriese decir algo más. Podría ser el ser más puro del mundo, pero tenía una boca sin filtro que podía llegar a decir cosas con gran facilidad de mal interpretación.
—¿Uh? ¿Y este pequeñín? —Mako nos observó, intercambiando la mirada entre ambos repetidas veces, hasta terminar por sonreír y volver a su estatura normal—. Será mejor que vaya a mi aula antes de que sea demasiado tarde, pero antes debo darte algo, Aiko-san.
Sacó un sobre de dentro del portafolio negro que estaba a un lado de sus pies y lo acepté tomándolo con ambas manos.
—¿Qué es esto?
El sobre era de un amarillo pastel un poco más pálido que el de los uniformes que ambas llevábamos y no tenía nada escrito por ninguno de sus lados.
—Algo que quizás te sirva en algún momento, estoy segura que le darás un mejor uso que cualquier otro pueda darle.
Agarró su portafolio con una de sus manos y me regaló un pequeño saludo con la sobrante antes de alejarse camino a las grandes puertas de ingreso a la institución.
—Tu amiga es muy rara, Nee-chan.
—Y tú deberías aprender a tratar con respeto a tus mayores, pequeño —Acaricié su cabello sonriendo a sus ojos curiosos—. También será mejor que nos demos prisa si no queremos llegar tarde a nuestras clases.
Incluso aunque en este momento tenga más ganas de saber el contenido del sobre que tener mi primera clase luego de varios días.
Ouran Academy
Inicios horarios del club
Si tan solo alguien me hubiese dicho que volver a clases luego de varios días de ausencia por "negocios familiares" sería tan agobiante me lo hubiese pensado dos veces antes de ingresar al instituto. No solo cambiaron mis recesos, incluyendo el del almuerzo, por horarios de consulta con los profesores de todas las materias, sino que también me dieron la para nada grata noticia de que mis horarios de tutorías con Ken Isomu habían aumentado.
Solo esperaba llegar al Host Club para poder encerrarme en mi pequeño cuarto de trabajo y poder descubrir de una buena vez el contenido del sobre que me dió Mako esta mañana.
Pero de nuevo la vida quería llevar la contraria a mis deseos y necesidades, aunque ésta vez esa mala noticia vino en las palabras de Ootori Kyouya.
—¡Lamento la demora! —Fue lo primero que dije al ingresar al tercer salón de música.
—A tí te estábamos esperando.
Mi cuerpo se detuvo en medio del salón ante la vista de Tamaki en su trono con los demás miembros a su alrededor, incluyendo a Mitsukuni... aunque no era necesario que indique aquella obviedad, pero mis ojos y pensamientos últimamente tienden a actuar por su propia voluntad.
—No sé que ocurrió, pero no fui yo —Comenté elevando mis manos al aire.
Sus miradas me generaron un escalofrío que recorrió toda mi columna vertebral, y cuando mi atención cayó en los ojos de Haruhi brillando de lástima sabía que algo no iba bien.
—Aiko, hemos estado debatiendo un poco con Kyouya sobre tu trabajo en el Host Club —Habló Tamaki con sus ojos claros fijos en los míos—. Charlamos sobre tu tiempo aquí, sobre tu relación con las clientas y también sobre tu relación con los demás miembros del club... por lo que ambos llegamos a una conclusión.
¿Planeaban echarme del Host Club? ¿De verdad pensaban hacer eso justo en ese momento? Aunque no los culparía por tomar esa decisión, no luego se haberles dicho mi verdadera razón de estar aquí.
Incluso aunque actualmente en lo personal considerará que mi verdadera razón de estar aquí era otra muy diferente.
—A partir de hoy serás un host.
Mi atención viajó en un instante al azabache de lentes trás lo que acababa de decir ¿Yo? ¿Una host? ¿Acaso estaban locos?
—No creo que sea la mejor decisión... —Comenté con la duda brotando de mis poros.
¿De verdad habían pensado lo suficiente antes de tomar aquella decisión?
—Claro que lo es —Volvió a tomar voz el menor de los Ootori—. He hecho un análisis con la información recopilada y los comentarios de nuestras clientas sobre tí. Tambien hicimos encuestas tanto a ellas como a los miembros del club para cerciorarnos de que los resultados no sean erróneos.
—Yo... no se exactamente que decir —Me sinceré rascando mi nuca con un claro nerviosismo a la vez que unas pocas risas se me escapan como muestra de mi incertidumbre.
Yo, una host. Yo, una host... Yo, ¿una host?
—Con un gracias es más que suficiente —Una voz me sacó de mis pensamientos a la vez que sentía un par de brazos pasar por mis hombros. Como no, los hermanos Hitachiin.
—Aunque podrías darnos algo más que un agradecimiento si quieres, estaremos más que de acuerdo con ello —Le siguió el otro con la clara intención de incomodarme.
Sin embargo, no tuve que pensar demasiado en como escapar de aquella situación. Un par de manos me sacaron con facilidad de entre medio de los colorados para empezar a girar mi cuerpo en circulos.
—¡Serás una host como nosotros, Ai-chan! —Ay, creo que con solo decir que mi corazón pasó de detenerse por un segundo a latir como loco ya se sabe de quien son las manos que me sostienen en estas vueltas que siento reflejadas en mi estómago.
Para cuando los movimientos se detuvieron y pude volver a ver lo que había a mi al rededor, porque claramente no cuento con la suerte de que seamos solo Honey y yo, otro par de manos me tomaron por la cintura y fui elevada a una altura demasiado alta, a mi parecer, hasta sentir mis piernas sobre los hombros de Takashi.
¿Así lo verá todo Mitsukuni? Ya entiendo porque suele venir aquí, la vista es muchísimo mejor que desde allí abajo.
—Felicidades —Fueron las cortas palabras que me dirigió y a las cuales agradecí con una sonrisa.
—Espero que disfrutes de ser un host, Aiko —Siguió Haruhi llegando a nuestro lado—. Les dije que debían preguntar tu opinión primero, pero ya sabes como son.
—¡Oe! ¡Haruhi! ¿Que quieres decir con eso? —Saltaron ambos gemelos a cada uno de sus lados reclamando por el comentario de la castaña—. ¿Acaso es así como piensas de nosotros?
Haruhi puso los ojos en blanco sabiendo lo que se avecinaba.
—Aiko —Volví a desviar mi atención hacia la nueva voz que me llamó, lamentando un poco no poder apreciar el espectáculo que montaban Hikaru y Kaoru junto a Tamaki que se lo veía venir corriendo, y encontré a Kyouya a una corta distancia de mí.
Takashi me bajó de sus hombros y terminó por darme una pequeña sacudida en mi cabello antes de poder alejarme de ellos, a lo que le saqué la lengua antes de salir corriendo a un lado de Kyouya.
—¿Ocurre algo?
—Primero, felicidades por tu ascenso —Por más que su voz cumplió el objetivo de sonar amable, pude percibir la pizca de gracia camuflada en sus palabras.
—Es todo un honor —Puse los ojos en blanco debido a la burla.
—Pero también quería decirte que noté las actitudes de Ken Isomu hacía tí en la fiesta, además estoy al tanto de lo ocurrido días atrás a la salida del instituto.
La pizca de gracia en su voz había desaparecido y el brillo en sus lentes me indicó que estaba serio respecto al asunto.
—No le des muchas vueltas al tema, solo es algo temporal —Le resté importancia. Aunque esas palabras tratasen de calmarme más a mí que otra cosa.
—De todas formas, ten cuidado —Una de sus manos se apoyó en mi hombro derecho y no pude evitar sorprenderme al sentir un pequeño apretón reconfortante de su parte—. Tengo mis sospechas de sus intenciones, aparte de que estoy al corriente que no es alguien de quien fiarse demasiado, aunque de eso puedes saber más si hablas con Honta.
—¿Ayami-chan? ¿Por qué ella?
—No me corresponde a mí hablarte sobre ello —Contestó alejando su mano de hombro—. Solo ten cuidado, no bajes la guardia, Honey-senpai seguirá con su entrenamiento contigo —Se dió la vuelta dispuesto a irse, pero antes de alejarse me dirigió unas palabras más—. Y recuerda que si algo ocurre puedes contar con cualquiera de nosotros, solo no trates de arreglartelas por tu propia cuenta cuando se trata de él.
¿Esa imágen llegó a darle Isomu a Kyouya? Estaba segura que Ootori no hablaba sin saber y que podía creer en lo que dijera con completa confianza, pero sus palabras me dieron la extraña sensación de que quizás él sabía algo de lo que yo no estaba enterada ¿Pero por qué querría esconderme algo como eso?
El sobre. Kyouya. Ya no quiero más cosas en las que pensar.
—¡¿Lista para tu primer día como Host, Aiko?! —De repente me ví apresada entre los brazos de Tamaki, los cuales me llevaron a giros hasta mi, creo yo, posición para recibir a las clientas.
Una mano tomó la mía en cuanto el mundo dejo de girar a mi alrededor. Ya todos estábamos en posición y yo tenía la suerte de estar a un lado de Mitsukuni.
—Mucha suerte, Ai-chan —Me dijo conectando nuestros ojos antes de soltar nuestro agarre al tiempo que las puertas de la Tercer Sala de Música se abrían.
¿Acaso era normal las emociones que despertaba éste chico en mí cada vez que me tocaba o incluso me miraba? ¿Esto estaba bien de esa forma?
—Bienvenidas.
Oh, aquí comienza el caos, ya lo sabía desde que trabajo en aquel cuartucho.
Una oleada de estudiantes entraron emocionadas, casi chocando entre ellas, por pasar tiempo junto a su host favorito. Entre todo ese revoltijo de hormonas y gritos me ví rodeada de tres chicas, algunas conocidas por mí.
—¿Ayami? ¿Mako?
—Ya eres una host, Aiko-chan, estaba esperando a que lo hagan —Sonrió Ayami dejando caer su cabeza hacia un lado.
¿En serio ella tenía algo que ver de verdad con los hermanos Ken? Era inimaginable, incluso más allá de todos los momentos en que demostró saber más de la cuenta y fui totalmente ignorante al asunto.
—Veo que ya tienes clientes —Salté pocos centímetros sobre el suelo al sonido de la repentina voz a mis espaldas. Ootori Kyouya me mataría de un susto antes de poder terminar el año—. Les enseñaré su mesa, acompañenme, por favor.
Las cuatro seguimos al azabache, pasando por la mesa de varios de los demás miembros, hasta llegar a una mesa junto a uno de los ventanales de la habitación con un total de cuatro sillas.
¿Acaso todo esto estaba planeado?
Todas tomamos lugar en cada una de las sillas agradeciendo a Kyouya por guiarnos y todo se torno silencioso ante su ida. Entrelacé ambas manos sobre mis muslos, balanceé mis pies de adelante hacia atrás debido a la distancia entre estos y el suelo y sonreí a las tres chicas que me observaban atentas a lo que sea que vaya a decir.
¿De qué se supone que debería hablar?
—Me alegra que hayas vuelto, Aiko-chan —Comenzó Ayami con la conversación, quizás notando mi nula experiencia en este ámbito.
—Así es, el instituto se estaba volviendo un tanto aburrido sin las miradas furtivas que disfrutaba ver entre Honey-sempai y tú.
—Ah... —Abrí al máximo mis ojos ante la declaración de Mako, sintiéndome como un criminal siendo atrapado—. Eres muy graciosa, Mako-senpai —Reí nerviosa y antes que pudiese responderme me adelanté a dirigirme a la una chica que no conocía—. Gracias por elegirme este día, soy Matsushita Aiko en caso de que no lo sepas.
—El gusto es mío —Contestó con acento haciendo una leve reverencia. Su cabello era castaño claro y sus ojos negros resaltaban en un brillo de curiosidad—. Mi nombre es Yokoi Rima, soy miembro del club de fotografía y primera mano de Mako-senpai.
—¿Primera mano? —Pregunté atenta a su lenguaje corporal. Utilizaba demasiado sus manos a la hora de hablar.
—En nuestro club cada fotógrafo tiene un ayudante, nuestro trabajo es más eficiente trabajando en equipo —Contó asintiendo varias veces a la vez que se hacia demasiadas señas acompañando el movimiento de sus labios.
—De todas formas, no es esa la razón por la que vinimos aquí, lo que queremos es saber más de tí, Aiko-chan —Comentó Mako acaparando la atención de todas—. Así que empieza por donde tú quieras y no pienses en detenerte hasta hablarnos del tipo de relación que existe entre Honey-senpai y tú.
Mis mejillas se calentaron ante la vergüenza de pensar en tener que hablarles sobre mí y tragué en seco cuando las tres se inclinaron hacia adelante a la espera del comienzo de mi historia.
Esto será demasiado largo.
Ouran Academy
Fin horarios de club
El portafolio descansaba delante de mi cuerpo sostenido por mis manos y mi pies a la vez que balanceaba mi cuerpo esperando fuera de la Tercer Sala de Música.
Las actividades del club habían terminado hace pocos minutos y cuando estaba planeando en ir camino a mis tutorías apareció Honey pidiéndome que lo esperase ya que había algo de lo que quería hablarme. La curiosidad era demasiado grande, así que claramente decidí esperarlo en el pasillo ya que no quería terminar en medio de las disputas entre los Hitachiin y Tamaki sobre su cercanía a la pobre de Haruhi. Quería tranquilidad luego de la intensa charla a la que fui sometida en toda la jornada del club.
De pronto un recuerdo vino a mi mente y mis ojos cayeron en el portafolio pensando en si era el momento oportuno, pero debo admitir que no lo pensé demasiado antes de rebuscar por el sobre que Mako me dió esta mañana y no había contado con el momento adecuado de abrir. Tomé el papel entre mis manos y, luego de cerciorarme de que nadie se encontrara rondando en los alrededores, rompí uno de sus lados con muy poca sutileza. Lo abrí pasando mis manos por lo que reconocí como fotografías, varias de ellas, y me dejé sorprender por su contenido.
—Aquí estoy, Ai-chan.
El mini ataque cardíaco que sufrí casi logra que tanto el sobre como su contenido volará por todo el corredor. Sostuve todo con fuerza y lo apreté contra mi pecho en precaución ante los ojos enormes de un atento Haninozuka Mitsukuni.
—¿Está todo bien? —Preguntó con completa atención a mis expresiones.
—Sí, solo estaba distraída, lo lamento —Rasqué mi nuca con nerviosismo antes de volver a guardar el sobre dentro de mi portafolio para tomar este con una mano.
Sus ojos desprendían una clara curiosidad hacia lo que sea que haya visto, pero prefirió dejar eso a un lado con un movimiento de cabeza indicando que caminara junto a el. Ni siquiera tuve que pensarlo dos veces antes de ponerme a su lado y seguir su ritmo hacia donde sea que quiera guiarme.
—¿Querías hablar de algo? —Pregunté después de varios segundos en silencio.
—Ai-chan, yo... lamento si te estoy poniendo en una situación difícil —Expresó con los ojos fijos en el recorrido de sus pies.
—No entiendo a que te refieres —Admití sin poder evitar mirarle de reojo—, pero no me estas poniendo en ninguna situación difícil.
—Yo sé que estas comprometida, Ai-chan —Siguió hablando, como si estaría perdido en sus pensamientos y no estuviese muy al tanto de la realidad—, pero... tú de verdad me gustas.
Ay, no. Ni siquiera necesitaba ver mi reflejo para saber que estaba super sonrojada. Quería responderle algo a eso, incluso aunque ambos ya hayamos confesado nuestros sentimientos varios días atrás, pero es como si mi cerebro estuviese en blanco y era incapaz de formular cualquier clase de respuesta coherente.
—También entiendo que no es un compromiso con el que estés a favor y sé que ambos confesamos nuestros... ya sabes... que nos correspondemos —Jugueteó con sus dedos tomando y sentí en calor en mi pecho al percibir el rubor en sus mejillas—. Pero estos días estuve pensando en que quizás solo te estoy causando problemas con todo esto.
—¿Qué? No, claro que no —Negué frenéticamente tratando de darle a entender mi punto. Jamás pensaría en que este chico me causa problemas.
—Tama-chan me enseñó una vez que no debo ocultar mis gustos ni aparentar ser algo que no soy —Puso la cabeza en alto, sintiéndose orgulloso de lo que recordaba, y fue cuando conecto nuestros ojos por primera vez en todo este tiempo—. Ai-chan, quiero saber qué es lo que tú quieres, lo que tu quieras hacer es lo que yo quiero que se cumpla. No estoy muy seguro cómo es que empecé a sentir cosas por tí, pero tampoco me interesa saberlo, lo único que me importa ahora es que sé lo que me haces sentir.
¿Cómo se supone que sepa qué responder a eso cuando lo único de lo que soy conciente es de los latidos acelerados de mi corazón?
—Yo... —Tuve que tomarme el tiempo suficiente de buscar las palabras, era como si todo el diccionario se hubiese borrado de mi memoria—. Yo te quiero a tí, Honey-senpai. Quiero estar contigo, porque tú me gustas. No se ni cómo ni cuando lo comenzaste a hacer, pero desde que vi tus ojos la primera vez no puedo dejar de pensar en ellos.
Una gran sonrisa creció en su rostro, llegando a iluminar esos ojos esos ojos que desde el inicio me habían cautivado. Entonces en allí, en medio del vacío pasillo del instituto, me atrajo hacia su cuerpo hasta atraparme en un abrazo lleno de sentimientos. La calidez que emanaba con su toque me llevo a sonreír a la vez que apoyaba mi cabeza en su hombro devolviéndole el abrazo tratando de transmitir las emociones que este ser generaba en cada parte de mí.
—¿Mañana estás libre para entrenar?
Su pregunta me descolocó un poco, sin embargo asentí aún sobre su hombro, obviamente aproveche el momento para inhalar su aroma dulce. Mañana también debía asistir a las tutorías, pero ya vería como solucionar aquello. Mitsukuni era con quien quería pasar tiempo ahora.
—Bien, asegurate de traer un cambio de ropa —Comentó deshaciendo nuestro abrazo muy a duras penas de parte de ambos.
—¿Y eso por qué?
—Te llevaré a nuestra primera cita —Sonrió enseñando todos los dientes y ví el pequeño destello de travesura en sus expresiones. No tuve tiempo ni de pensar qué era lo que planeaba hacer cuando se acercó lo suficiente y plantó un pequeño beso en mis labios con rapidez para después salir corriendo por otra dirección—. ¡Hasta mañana, Ai-chan!
Este chico iba a matarme, mi corazón desbocado no podría soportar éstas descargas de emociones durante mucho tiempo más. Pasé mis dedos con delicadeza sobre mis labios recordando la sensación.
¿Nuestra primera cita? ¿Eso significaba que ya planeaba invitarme a otra sin siquiera haber pasado la primera? Haría todo lo necesario para que la cita de mañana se concrete y esperaba que nada arruine nuestro momento.
Observé su silueta desaparecer a la distancia sin mover mi cuerpo ni un centímetro, seguramente parecía una estatua viviente. O eso fue hasta que unos unos toques en mi hombro llamaron mi atención y con solo ver el lunar en la mejilla sabía de quién se trataba.
—Isomu ¿Qué haces aquí?
—Llevó esperándote varios minutos ¿Cuánto más pensabas tardar? —Su expresión era seria, como ya era costumbre, y su voz era tan fría como la última vez que la oí.
Me di vuelta para ver por primera vez en dónde era que estaba ya que a lo que menos presté atención en lao últimos minutos fue a mi entorno. La entrada de la biblioteca se alzaba a mi espalda.
Oh, con que habíamos caminado hasta aquí.
—No hace falta que digas nada, solo vayamos a estudiar de una vez.
Podría sentirme ofendida por el tono de voz con el cual se dirigía a mí, pero luego de lo que acababa de ocurrir lo que este chico haga no podría importarme menos.
Lo seguí hasta una mesa que pareció que tenía reservada para ambos hace bastante tiempo debido a la cantidad de trabajos terminados a uno de los lados. Tomamos lugar uno frente al otro y saqué mis cuadernillos y útiles lista para ponerme a trabajar.
—Supongo que sabés que a partir de hoy tendremos tutorías todos los días —Comentó mirándome fijamente desde su lado de la mesa, yo solo asentí varias veces sin darle verdadera importancia—, y seré más exigente contigo.
—¿Eh? —Bien, no podía ser indiferente a eso— ¿Por qué?
—Eres mi prometida, no estaré con alguien con tu promedio. Vas a levantar esas notas.
Bien, ahora sí me sentía muy ofendida. Demasiado.
—Tú no decides esas cosas por mí —Reclamé señalandole con mi bolígrafo—, si no quieres una prometida con mi promedio puedes cancelar nuestro compromiso y buscar otra chica a la cual sí le agrades.
—¿Yo no te agrado? —Elevó una de sus cejas apoyando ambos brazos sobre la mesa, la única respuesta que recibió de mi parte fue una risa sarcástico ¿Acaso hablaba en serio?—. A mí no me agrada Haninozuka Mitsukuni.
—No me interesan tus asuntos.
—No quiero que vayas a esa cita —Sentenció de la nada y le observe sorprendida ¿Cómo es que lo sabe? ¿Y quién se cree que es para decidir eso?
—Eres un cotilla —Acusé a la defensiva, la única forma de que lo sepa es que nos haya espiado—. Y yo haré lo que quiera con mi vida privada.
—Eres mi prometida, no quiero que salgas con ese idiota y muchísimo menos tolerare que vuelva a tocarte. Ni hablar si se atreve a besarte de nuevo, estas comprometida conmigo, el no es nada aquí.
Su rostro había enrojecido de la rabia y seguro el mío estaba en igual condición. Este payaso estaba sobrepasando la raya demasiado.
—Tú no eres nada y no vuelvas a decirle de esa forma cuando el único idiota aquí eres tú —Mantener esta discusión en susurros fue de las cosas más difíciles de la vida—. Yo haré lo que me plazca y si no te gusta puedes terminar esta farsa que planearon junto a tu hermana. Tú no tienes voz ni voto en mi vida privada.
—¿Farsa? —Rió con sorna—. Quizás deberías hablar con tu madre, al parecer omitió ciertos detalles sobre nuestro arreglo —Maldito infeliz—. Y tengo el poder absoluto sobre tu vida privada. Si no me crees te invito a probarme, al final del día seré yo quien este a tu lado en lugar de un tonto como el Haninozuka.
—Suficiente —Golpeé la madera con las palmas abiertas y tomé el impulso para volver a ponerme de pie y guardé todos mis útiles escolares antes de tomar el portafolio dispuesta a irme—. No seguiré soportandote, eres verdaderamente insufrible.
—Haz lo que quieras, mañana estaré esperando tus disculpas.
Le di la espalda prefiriendo ignorar cualquier cosa que saliera de su boca y salí decidida a irme a casa.
Este loco no tendrá lo que quiere. Nunca.
Mansión Matsushita
Mis pasos resonaban con fuerza en mi camino por los pasillos. Subí las escaleras lo más rápido que me lo permitía el uniforme y me dirigí directamente al estudio de la mujer más horrible que podría haber conocido en toda mi vida. Su vista se levantó de los papeles sobre su escritorio al notar mi agresiva entrada y no me contuve de pegar un portazo antes de caminar hasta detenerme de pie justo frente al escritorio.
—Aún no aprendes de modales —Comentó recostandose en la silla con elegancia.
—Anula mi compromiso.
—Oh, chica rebelde —Elevó las cejas con interés ante mi atrevimiento.
—Anulalo, no soporto a ese tonto —Crucé los brazos sobre mi pecho tratando de hacer notar mi molestia.
—Lo siento, pero pides imposibles —¿Por qué sonreía en una situación como esta? ¿Acaso le agradaba verme en un mal momento?—. Este compromiso esta generando muchos beneficios para mí familia ¿Acaso olvidaste tu parte del trato?
—Puedo conseguir beneficios de otra forma, ese... chico, está tratando de controlar mi vida privada —Apoyé ambas manos sobre la madera de su escritorio y me incliné hacia adelante profundizando nuestra guerra de miradas—. Anula el compromiso, no voy a seguir fingiendo estar en una tonta relación de cualquier tipo con alguien como él.
—No voy a hacer eso, jamás podrías lograr algo mejor que esto por tu propia cuenta —Respondió con simpleza sin importarle en nada lo que yo decía.
—Si se entera quien soy yo no solo cancelará este compromiso, seguramente se encargará de que todos sepan que la familia Matsushita trató de hacer que uno de los hijos de Ken Technology se casará con una hija bastarda.
—No harás eso —Demandó poniéndose de pie con furia y poniendo los brazos en jarra.
—Tú no vas a impedirmelo —Negué varias veces.
—Yo no lo haré, pero si tu madre —Su lengua filosa hacía una combinación perfecta con sus ojos cargados de amenaza—. Abre la boca y me encargaré que no vuelvas a ver a esa mujer el resto de tu miserable vida. Ella no es nada en este mundo, tengo el poder de hacerla desaparecer sin que nadie se cuestione sobre su paradero.
—No te acerques a mi madre —Fruncí en seño con enojo y refleje el sentimiento lo máximo que pude en el tono se mi voz.
—Entonces ve haciéndote la idea de casarte con Ken Isomu, es lo más lejos a lo que vas a llegar en toda tu vida.
—Mejor ve haciéndote tu la idea de qué excusa darás cuando desaparezca, conoces el trato —Su risa retumbó por todo el cuarto una vez termine de formular las palabras.
—No creo que eso pase, estás sirviendo más de lo que creía, siendo así de inútil como lo eres no tienes otra opción más que hacer lo que te digan.
—¿Cómo que no? ¿De que estas hablando? Tenemos un trato.
—Bueno, nuestro trato cambió —Sonrió cruzando sus brazos a la vez que sacaba pecho—. No abrirás esa boquita que tienes y tratarás de ser la mejor esposa que ese muchacho pueda tener. Si el quiere que tú hagas algo, tú lo harás. De otra forma ya sabes que pasará con esa mujer a la que llamas madre.
No podía creer lo que estaba escuchando ¿Planeaba cambiarlo todo a su antojo como si nada, sin siquiera consultarlo conmigo? ¿Acaso era un títere a quien pensaban controlar a su antojo? Tuve que inhalar y suspirar repetidas veces para calmarme aunque sea un poco.
—¿Qué dijo papá sobre el compromiso? ¿Él también piensa esconder mis orígenes de esa gente?
—Ya te lo dije un montón de veces: mi marido está de acuerdo con todo lo que yo decida. Yo le dije que esto es lo que debíamos hacer y el lo aceptó.
Incluso en estás situaciones ese hombre le da la razón a su mujer. Sabía que mi relación con mi padre era casi nula, siempre demostró desinterés hacia mí todo lo que tanga que ver conmigo, pero yo seguía siendo de su sangre ¿Acaso era mía la culpa del error que cometió en su pasado y el cual me trajo al mundo a mí? ¿Me veía como la prueba física de su traición?
Yo también merecía ser alguien reconocido. Merezco ser capaz de tomar mis propias decisiones de lo que voy o no a hacer. No era solo un secreto impuro de un hombre casado.
—Siendo sincera, ya no me sorprende —Admití y me dispuse a salir de allí para tener la tranquilidad que solo conseguía en mi habitación de todos los lugares de aquella mansión, pero no pude evitar dar unas últimas palabras antes de salir por completo del lugar—. Pero no soportaré que todos se crean con el poder de controlar mi vida, no soy solo un juguete con el que puedan jugar.
Mis zancadas fueron largas y veloces hasta llegar a mi habitación, dónde me deje caer en mi cama arrojando el portafolio a mi lado. Este se abrió por el impacto y varias cosas terminaron desparramandose sobre el edredón, el sobre siendo uno de ellas. Lo tomé entre mis manos y pasé por cada una de las fotografías con más detenimiento. Mako me había abastecido con pruebas del acoso que Akemi nos había hecho no solo a mí sino que a Ayami también, incluso unas de ellas mostraban a Isomu acorralandome en la salida aquél día de lluvia.
—Mako-senpai, eres muy creepy cuando haces estas cosas —Murmuré viendo las fotografías.
Fue entonces que llegué a la última de ellas, una que no había visto antes y me generó muchas sensaciones distintas en el cuerpo. Mako nos había capturado a Mitukuni y a mí bajo la lluvia, abrazados, compartiendo nuestro primer beso. Llevé la imágen contra mi pecho y no voy a mentir, tuve un pequeño momento de fangirl chillando de felicidad mientras recordaba con claridad ese momento.
Estaba decidida, yo lo quería a él y no importa quien intente separarnos, haría lo necesario para verle feliz y si tenía la oportunidad de estar a su lado pasaría todos los obstáculos que se interpongan.
Autora:
Uffff, 5242 palabras, mi cerebro acaba de fundirse.
Espero que hayan disfrutado del capítulo y lamento la tardanza, pero entre la universidad y ciertos problemas personales no contaba con tiempo ni animo de actualizar.
En fin, espero que esten super bien, cuidense mucho.
¡Nos leeremos pronto!
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