Capítulo Veinticuatro
Ouran Academy
Tercer Sala de Música
Para cuando Tamaki se recompuso y decidió dejar atrás su esquina emo para volver a unirse al grupo, comenzamos a acomodar un poco el lugar antes de la llegada de las clientas.
Yo estaba sacudiendo los cojines de los sillones cuando el suelo comenzó a temblar. Por un momento paniqueé pensando que se trataba de un terremoto, pero solo tuve que ver las caras de los demás miembros para saber que ésto tenía otro origen. Uno que ya conocían bastante bien.
—¡Jojojojo! —Se escuchó una risa en la habitación y, al mismo tiempo, una parte de las baldosas comenzaron a elevarse revelando una plataforma oculta.
¿Hace cuánto está eso ahí?
A los segundos, para cuando la plataforma terminó de elevarse del todo, vi que había una chica en ésta. Su cabello estaba recogido en una trenza dejando una vista total de su disfraz, porque supongo que es un disfraz de mesera-gato y no su atuendo normal.
—Otaku —Escuché murmurar a los gemelos en algún lugar de la sala.
—¡Tú! —Gritó señalándome.
Instintivamente apreté el cojín contra mi pecho y me dejé caer un poco hacia atrás.
—¿Bienvenida? —Pregunté aún un tanto confundida por su entrada.
—Llegas justo a tiempo, Renge —Saludó Kyouya, llegando a mi lado a la vez que acomodaba sus gafas.
Renge bajó con elegancia de la plataforma y se dirigió en nuestra dirección hasta detenerse justo frente a mí, con su cabeza un poco inclinada por nuestra diferencia de estatura.
Tragué en seco ante la mirada intensa que me dirigía y estaba tan incómoda al sentirme observada de esa forma que ni siquiera podía entender lo que decían las voces de los demás Host que estaban de fondo.
—Tú... —Murmuró sujetándome por los brazos y girándome de un lado al otro para seguir analizándome.
—¿Tienes algo en mente? —Sugirió el azabache que seguía a mi lado.
—Transparente.
Fruncí el seño ante la palabra que soltó tan a la ligera ¿Estaba hablando de mí? ¿Cómo se supone que interprete eso?
—¿Eh? —Mi cabeza cayó hacia un lado como muestra de confusión.
—Interesante —Opinó Kyouya consiguiendo que lo mirase y sonrió de soslayo anotando algo en su libreta—. Parece que ya tienes tu papel dentro del club.
—¿A qué te refieres con eso? —No entendía qué estaba ocurriendo, todo fue tan random desde la llegada extraña de Renge.
—Todo Host tiene un papel a desempeñar dentro del club, como ya deberías de saberlo —Me informó.
Reí nerviosa rascando una de mis mejillas, en realidad no lo había notado. Creo que no presté atención a varias cosas.
—Por ejemplo, Honey-senpai es del tipo loli-shota y Haruhi del tipo natural.
—Así que de eso se trata —Respondí buscando a Mitsukuni con la mirada al escuchar su apodo.
Sonreí inconsciente al verlo junto a su conejo de peluche en uno de los sillones, devorando un pastel de fresa con una expresión de profunda satisfacción. Al parecer percibió mi mirada ya que sus ojos se conectaron con los míos y sonrió alegre saludando en mi dirección.
Mi corazón se acelero al instante. Este chico iba a acabar conmigo.
—¿Y por qué "transparente"? —Seguí preguntando a las dos personas que me acompañaban.
—Desde que llegué pude notar cada sentimiento y pensamiento que tuviste con solo ver tus expresiones —Se hundió de hombros Renge comenzando su explicación—. Tus expresiones de miedo, confusión, incomodidad y nerviosismo fueron evidentes. Incluso tus movimientos son pruebas obvias de tu estado de ánimo.
—Es muy creepy —Murmuré alejándome un paso ante la mirada analítica de ambos.
—Es más, con solo ver tus ojos al ver a Honey-senpai puedo decir que te gusta —Comentó como si nada.
Sentí mi cuerpo entumecerse por la sorpresa de sus palabras tan directas y el calor tomar posesión de mi rostro. Me cubrí las mejillas y les di la espalda tratando de cubrirme lo más posible de sus miradas.
—Creo que lo último no era necesario decirlo en voz alta —Opiné por lo bajo tratando de disminuir el sonrojo.
¿Para que negarlo? Solo sería peor.
De pronto alguien se detuvo frente a mí y no tarde ni un segundo en saber de quién se trataba. Mitsukuni me miraba curioso, quizás por ver que me estaba ocultando de la mirada de los demás, y al ver mi rostro ruborizado sonrió a la vez que rozaba una de mis mejillas.
—Eres muy linda, Ai-chan.
Bien, si antes sentía el rostro caliente ahora estaba hirviendo. Balbuceé unas palabras sin sentido al no saber que responder y terminé escondiéndome en su pecho de la vergüenza que sentía. Él rió enternecido envolviendo mi cuerpo entre sus brazos.
—Las clientas ya vienen —Avisó la voz de Haruhi logrando llamar la atención de todos.
Haruhi, te adoro.
Ouran Academy
Fin horarios del club
Suspiré con cansancio terminando de acomodar el nuevo uniforme escolar que los Host me habían conseguido al final de la jornada. El mío se convirtió en víctima de una pelea entre Tamaki y los gemelos que resultó en salpicaduras de té en todas las direcciones.
Analicé mi reflejo una última vez antes de salir y sonreí al ver a un lado de mi maletín una rosa. Mí rosa.
Rosa amarilla, me encargaré de ser digna de tu significado.
Salí de los vestidores encontrando a los demás Host pasando el rato y lamentaba tener que presentarme a las inútiles tutorias con Isomu en lugar de disfrutar un tiempo de ocio con las personas que se habían transformado en amigos muy importantes para mí.
—¿Ya te vas? —Escuché a Haruhi preguntar cuando me vio caminando en dirección a la salida.
—Tengo tutorías diarias por tiempo indeterminado —Me hundí de hombros con algo de desgano.
El bufido de parte de los Hitachiin no paso desapercibido para mí, pero ni siquiera despegaron su atención del exterior, estando ambos recostados a los lados de uno de los ventanales.
—Te acompaño —Habló Mitsukuni acercándose a mi lado haciendo una seña de manos a su primo.
—Ustedes dos están pasando mucho tiempo juntos últimamente —Pareció pensar en voz alta Tamaki. Su cabeza sobresalió por el respaldo de uno de los sillones.
Honey llegó a mi lado y vi un brillo surcar sus ojos a la vez que sonreía y volteaba en dirección a los miembros del Host.
—Me gusta pasar tiempo con mi novia.
Todo se tornó silencioso en ese mismo instante. Yo permanecí estática a un lado de la puerta, sin saber como reaccionar ante su forma tan directa de revelar nuestra relación, mientras veía las expresiones de cada uno de los oyentes llenarse de sorpresa. Takashi, por otro lado, parecía ya estar al tanto de todo.
Tomé uno de los brazos de Mitsukuni y corrí fuera a la vez que la Tercer Sala de Música se llenaba de gritos de sorpresa.
—¡Aiko! —Escuché gritar a Tamaki, probablemente asomándose para vernos correr por los pasillos.
—¡Llegaré tarde a las tutorias! —Respondí sin detenerme— ¡Lo lamento, Tamaki-senpai!
—¡Mamá! ¡Aiko esta saliendo con su padre! —Le oí lloriquear antes de doblar en la próxima intersección de pasillos borrándonos de su vista.
Me detuve unos metros después y solté a Mitsukuni a la vez que giraba mi cuerpo para encararlo. Él seguía sonriendo divertido por la situación y no pude evitar imitar su expresión.
Acortó la distancia que nos separaba para abrazarme y no dude en devolver el gesto. Su aroma dulce inundo cada uno de mis sentidos y apoyé mi cabeza sobre su hombro disfrutando de la sensación de sus brazos al rededor de mi cuerpo.
—Eres increíble —Opiné con gracia haciéndole reir y pude sentir la vibración dentro de su cuerpo por el acto.
—Tu mamá tenía razón al decir que sería divertido.
Debería haberlo sospechado, ésto es algo típico de ella.
—Bueno, gracias a ella mañana tendremos un interrogatorio —Reí separándome solo lo suficiente para verle a los ojos— ¿Qué más te dijo?
—Eso es secreto —Contestó apretando los labios.
No pude contenerme de apretar una de sus mejillas cuando éstas se inflaron por su acción.
—Eso es injusto —Me quejé.
—Injusto es que aún no recibí ningún beso de mi novia —Replicó con un mohín triste.
Sonreí un poco por la ternura de su expresión y junté mis labios a los suyos, cumpliendo su petición. Me alejé solo para recibir varios besos más de su parte, tal como ocurrió en nuestro primer beso.
—Me gusta que me digas así —Opiné cuando nos separamos.
—Eso está bien, porque vas a escucharlo bastante seguido —Sonrió tomando mi mano para comenzar a caminar.
El resto de nuestro recorrido se basó en risas ante nuestras suposiciones de lo que ocurriría mañana cuando los Host comiencen con su serie de preguntas. Su mano soltó la mía para pasar su brazo sobre mis hombros pegándome más a él y las mías pasaron a juguetear con la tela de mi uniforme.
—Bien, éste es mi destino.
Di fin mis pasos al llegar a las enormes puertas de la biblioteca que solíamos usar con Isomu desde la primer clase. Mitsukuni se detuvo frente a mi, soltando mis hombros, y me tomó ambas manos entre las suyas.
—Si quieres puedo esperar a que termines y viajamos juntos —Propuso.
—Me encantaría —Opiné pensando en la posibilidad de que eso ocurriese—, pero no puedo. A partir de hoy estoy obligada a viajar con Isomu.
Apreté sus manos al ver la mueca de desánimo que se formó en su rostro. No quería ser yo la culpable de esas expresiones en él, pero temía que se viese perjudicado o se metiese en problemas por mis acciones.
—Ten mucho cuidado, no parece una buena persona —Pidió con preocupación.
—No te preocupes, tendré todo bajo control —Asentí con una sonrisa confiada.
—¿Me dirás si intenta hacerte algo? —Preguntó con titubeo.
—Serás el primero en saberlo —Acordé.
Lo ví relajarse un poco, aunque aún se le notaba preocupado. Me acerqué y planté un beso sobre su mejilla, pero el fue rápido y antes de separarme volvió a dejar un último beso en mis labios.
—Hablamos luego —Saludó.
—Me parece correcto —Sentencié abriendo las puertas de la biblioteca.
—Y... —Volvió a hablar logrando que vuelva mi vista a él y sus mejillas ronrojadas—. Te quiero, Ai-chan.
Mi corazón dio un vuelvo al escuchar la honestidad en su voz acompañando su expresión tímida. Sonreí inevitablemente pensando en lo lindo que se veía.
—Yo también te quiero, Mitsukuni —Respondí tomando el atrevimiento de eliminar los honoríficos.
Pude ver su expresión sorprendida antes de cerrar la puerta y perderme de su visión.
Y aquí es cuando lo bueno acaba. Mi sonrisa se esfumó viendo al castaño que me esperaba en una mesa apartada, su atención estaba dirigida al libro abierto frente a él y podía ver una hilera compuesta de varios más a su lado. Me tomé la libertad de caminar a pasos lentos, pero solo estaba atrasando lo inevitable.
—Pensé que no vendrías —Habló cuando llegué a su lado, pero su vista seguía adherida a las hojas—. Veo que nuestra charla sirvió para algo.
—¿Para más que demostrar tu inseguridad y sentimientos de derrota? —Cuestioné tomando lugar en el asiento frente a él y dejando el portafolio en el suelo a mi lado—. Creo que no.
—Deberías escuchar a tu madre cuando te dice cómo debes tratar a tu prometido —Opinó levantando la vista de las hojas.
—Deberías escucharme a mí cuando digo que no me importa tu opinión.
Nos mantuvimos la mirada en una pelea constante y silenciosa, pero él terminó por bufar dejando caer su peso sobre el respaldo del asiento.
—Sólo saca tus apuntes y comencemos con ésto de una vez.
No lo voy a negar, yo también quería comenzar con las tutorías lo más rápido posible porque eso significaba que faltaría menos para estar lejos de él.
Saqué todos los apuntes que tomé en el día, más unos cuantos que los profesores me habían cedido en dónde explicaban los temas que habían dado en mi ausencia. Sólo esperaba acabar con esto de una vez por todas y librarme de la enorme cantidad de unidades que debía aprender antes de los próximos exámenes.
Ouran Academy
Horario de cierre
Apreté el portafolio entre mis manos deseando estar en mi habitación, tranquila y lejos de la escandalosa voz de la castaña que nos acompañaba al hablar con sus amigas.
Hace solo unos minutos habíamos salido de la biblioteca con Isomu y tuvimos que pasar a por Akemi a la enfermería después que ésta lo llamó, y como yo estaba obligada a viajar con el hijo mayor de la familia Ken no pude escaparme de eso. Al parecer su hermana había caído en un cuadro de gripe que la había mantenido en cama por unos días, hoy retomó las clases nuevamente y terminó con fiebre alta al final de la jornada.
Pero yo no la veía para nada mal, riendo y chillando a su teléfono en una llamada que había iniciado incluso antes que pasemos a por ella.
—¡Nos vemos en casa, nii-san! —Saludó Akemi caminando a su limusina, aún con el móvil pegado a su oreja—. Hasta mañana, cuñada.
Fruncí el seño y me privé de responder, mostrarme molesta no serviría para nada más que para su diversión.
—Por allí —Señaló Isomu a la limusina estacionada a unos cuantos metros.
Caminé hacia ella, escuchando las pisadas de mi acompañante trás de mí, y el mismo chófer de esta mañana se bajo a abrirnos la puerta trasera con una reverencia. Subí primero, apoderándome del mismo lugar que en nuestro viaje anterior, y dejé el maletín a mi lado con cuidado de no lastimar la rosa que llevaba dentro.
Cuando después de varios segundos caí en cuenta de que estaba sola dentro del vehículo busqué al castaño con la mirada. Se había quedado de pie, aunque parecía haber estado a punto de subir, y sus ojos miraban al otro lado de la calle con intensidad. Seguí la dirección de su mirada a través de la ventana encontrando a un auto estacionado en diagonal a nosotros, negro y de vidrios polarizados imposibilitando la visión a su interior.
—Vamos —Me exaltó la determinación en su tono de voz alto al tomar asiento.
—¿Conocidos tuyos? —Cuestioné al ver su actitud defensiva sin despegar sus ojos del automóvil.
—Eres bastante ingenua a veces —Contestó con gracia falsa.
Le miré con una ceja en alto ¿Qué se le dio hoy a la gente por querer analizarme sin mi consentimiento?
Le ví relajarse cuando la limusina se alejó, dejando el coche atrás.
—Ésta mañana te dije que no sabías nada —Comentó hundiéndose de hombros con desinterés—. Pero quizás de esa forma sea mejor.
—¿A qué te refieres? —Pregunté mirándolo con los ojos entrecerrados.
—¿Sabés lo que es un chivo expiatorio?
Parpadeé un par de veces confundida y negué sin saber a dónde quería llegar con eso.
—Bueno, añade eso a tu tarea, te servirá para más adelante.
Y permaneció en silencio todo lo que restó del viaje. Traté de mantener mi mente alejada de cualquier dilema, pero la actitud y palabras de Isomu solo me confundían, no sabía si estaba tratando de decirme algo en código o solo buscaba alguna otra forma de molestarme.
Para cuando llegamos a la entrada de mi casa me bajé deseando encerrarme en mi habitación hasta la hora de la cena. Entré y, por tercera vez en el día, me detuve ante la escena ante mis ojos. Varios pares de maletas estaban desperdigados por el recibidor y las empleadas corrían de un lado a otro por las habitaciones con apuro.
Entonces vi a mi padre bajar las escaleras terminando de acomodar las mangas de su traje y dar unas cuantas órdenes antes de caminar en mi dirección.
—¿Ocurrió algo? —Pregunté viendo el desastre.
—Se presentó una emergencia con unos socios en el exterior, nos vamos ya mismo. Yuhiko ya está en el aeropuerto —Contestó haciendo señas al chófer de la familia para que venga a buscar el equipaje—. Eiji se quedará esta vez, así que estás a cargo.
—¿Estarán mucho tiempo fuera? —Curioseé.
—El necesario.
Y con eso salió de la casa y terminó de dar unas instrucciones más al chófer antes de subir a la limusina a la vez que recibía una llamada.
Permanecí de pie en el alboroto de empleados que ayudaban a cargar las maletas, un poco desorientada.
—Sí, adiós a tí también, papá —Murmuré antes de caminar escaleras arriba para cumplir con mi deseo de encierro.
Rosa amarilla: simboliza la alegría de vivir, el optimismo y la energía. También son ideales para celebrar el júbilo de una amistad o de un encuentro.
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