Capítulo 2
Jungkook estaba tan ocupado pensando en lo bien que se sentía ser tomado por el príncipe que se olvidó por completo que Jimin había asesinado al hombre al que previamente había besado.
El príncipe no le dio tiempo de sentir miedo, pues después de vestirse, le ordenó con actitud soberbia tomar una de las piernas del hombre, y entre los dos jalaron del cuerpo hasta fuera de aquella habitación secreta bajo la torre.
—Espere su majestad—lo detuvo en cuanto salieron al jardín.— Alguien podría vernos.
El príncipe, quién ahora vestía ropas limpias, rodó los ojos. La inocencia y amabilidad había desaparecido por completo de su rostro.
—Nadie viene por estos rumbos, al menos nadie venía hasta que apareciste tú.
El zapatero palideció, comenzó a hacer cientos de reverencias mientras pronunciaba, quizás, sus últimas palabras.
—Le ruego que me perdone, su majestad.
Jimin chasqueó la lengua cruzándose de brazos mientras miraba hacia otro lado, la suave brisa removió su cabello, y JungKook no pudo evitar pensar en lo hermoso que se veía bajo la luz del sol. El castaño se acercó a él tomándolo del mentón.
—Tienes suerte de ser tan atractivo, de no ser por eso le harías compañía a este—pateó el cuerpo desfigurado del hombre y volvió a verlo. — Mas te vale hacer lo que yo ordené.
—Siempre, su majestad—. Tragó en seco.
—Bien, toma su pierna.
El pelinegro obedeció las órdenes de su príncipe, jalando del cuerpo hasta la orilla del risco. El reino de Navaeria estaba entre montañas y bosques, el castillo se ubicaba sobre un enorme risco que daba hacia el mar, era una vista espectacular, desde arriba se podía ver desde el océano hasta el otro reino. Jimin arrojó sus ropas manchadas de sangre, y después terminó por empujar el cuerpo que cayó al mar en cuestión de segundos.
—¿Y ahora qué?
—Se lo comerán los tiburones—. Contestó demasiado ocupado en arreglar sus ropas.
—Pero ¿Y si alguien lo busca?
—Nadie lo buscara—. Se detuvo a mirarlo con la ceja levantada.
—¿Pero si encuentran sus restos?
—Los tiburones se lo comen entero, no hay evidencia alguna, nadie busca en el mar.
—Pero..—
—¿Estás cuestionándome? —El príncipe lo tomó del cuello con fuerzas, guiándolo hacia la orilla. —Escúchame bien zapatero, si dices algo de esto, la más mínima palabra o peor aún si te atreves a cuestionarme una vez más, le harás compañía a ese peón que tanto te preocupa. Así que elige sabiamente, ¿Qué harás?
El castaño apretó aún más su cuello, dejándolo casi sin poder respirar, su pie resbaló un poco y al príncipe parecía no importarle si este caía, ¿Y por qué no le sorprendía? Después de todo el príncipe había matado un hombre y se había comido gran parte de su cuerpo, no podía ser un cobarde, ya estaba demasiado metido en el asunto, las clases sociales eran muy claras, y si JungKook moría nadie lo buscaría.
—Haré... Lo que su majestad me ordene.
Jimin sonrió de lado empujándolo hacia la tierra, él se llevó las manos al cuello, tosiendo mientras trataba de respirar con normalidad.
—No me importa cuanto me gustes—Se agachó apretando sus mejillas. —No voy a tolerar ninguna estupidez.
El príncipe Jimin lo besó y después lo empujó para adentrarse al castillo.
Confundido era una palabra corta para lo que sentía Jungkook en esos momentos, ¿el príncipe le quería o quería matarlo?
Escuchó unos chapuzones que llamaron su atención, con cuidado gateo a la orilla y se asomó para presenciar a cuatro tiburones jalando y comiéndose el cuerpo que acababan de arrojar. Se alejó con rapidez tapándose la boca, dándose cuenta de que él había sido cómplice al deshacerse del cuerpo. Y entonces pensó "El príncipe sabía exactamente lo que pasaría, ¿Cuántas veces ha hecho esto?" .
No soporto la culpa, se alejó del risco y salió del castillo, corriendo tan rápido que olvidó sus herramientas en el jardín, más tarde mandaría a buscarlas con algún colega o amigo, alguno que no se entrometiera con el príncipe.
Jungkook regresó a su casa en el pueblo, se bañó con el agua que había recolectado esa mañana, tallo su cuerpo con fuerza, demasiada, tanta que su piel enrojeció. Se vistió con ropa limpia y quemó la sucia. No quiso saber nada del mundo, por ello se escondió bajo las mantas de su cama, se sentía sucio no solo por haber participado en el crimen, si no por qué había disfrutado hacerlo. Extrañamente le causó placer haber sido tomado justo al lado de los hechos, sin darle importancia a la muerte de ese peón, que bien pudo ser él.
—Cariño—escuchó la voz de su madre. —Los reyes solicitaron tu presencia el día de mañana.
—¿Qué?— se sentó quitándose las mantas para mirarla, su madre sostenía un bote con ropa limpia por lo que se paró a ayudarla. —¿Por qué harían eso? Nunca voy dos veces en la misma semana.
—Ya conoces como son los ricos, avariciosos, buscando lujos para llenar un vacío.
Su madre se acercó para ayudarle a doblar la ropa, Jungkook solo se quedó pensando; cada semana era llamado al castillo por un par de zapatos nuevos, le habían dicho que al joven príncipe le fascinaban sus diseños y quería unos nuevos cada semana. A él no le molestaba, le pagaban bien y eso beneficiaba a su familia. Jamás pensó que el príncipe fuera avaricioso por querer más zapatos de los que podría ponerse, nunca se cuestionó pues gracias a ellos, su familia tenía que comer.
—¿Qué vacío podría estar buscando Jimin?
Jungkook pensó que siendo el príncipe de Navaeria podía tener todo lo que quisiera, vivía en un enorme y hermoso castillo, no pasaba frío y nunca le faltaba la comida, entonces ¿Qué estaba tratando de llenar?
—Sí te escuchan hablar así del príncipe perderás la cabeza.
Si su madre supiera que estuvo a punto de perderla, seguro se enfadaría, muchas veces le regañó por su insolencia. Instintivamente se tapó el cuello en donde aún tenía los dedos del Príncipe marcados.
—¿Y por qué traes esa venda en la cara? ¿Qué hiciste?
Jungkook se llevó la mano a su mejilla, recordando el puñal de Plata rasgar su piel.
—Me golpeé con una rama, no miraba el camino.
—De seguro estabas cabalgando, ¿me equivoco? —su madre lo miró y Jungkook, por no encontrar otra excusa solo asintió. —¿Cuántas veces te he dicho que no lo hagas? Ese pobre caballo viejo, ¿acaso nunca me escuchas?
Jungkook vivía en una de las partes más pobres de Navaeria, su pequeña casa albergaba un patio con algunas gallinas, una vaca y un caballo, no tenían más que eso. Y aunque le encantaba cabalgar, su madre no lo dejaba desde que su padre salió a buscar leña al bosque y solo regresó el caballo, encontrando su cuerpo en descomposición varios días después. Desde entonces, su madre le prohibió volver a montar, no quería perder a su hijo y Jungkook le entendía, pero era difícil obedecerla cuando a él le encantaba cabalgar.
—¡Te dije que era peligroso! ¡Ahora te quedará una cicatriz en tu bello rostro! ¿Cómo vas a casarte ahora? ¿Pensaste en eso, muchacho insolente?
<< Oh madre. Hice cosas peores que montar ese viejo caballo. >> Pensó.
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