x. the ring
Hayley no dijo nada más y rodeó a Orion para pasar por la verja, intentando que no se notara el hecho de que sus manos estaban temblando, pero apenas la tocó un letrero surgió del suelo delante de ella, alzándose a través de las marañas de ortigas y rastrojos, como una extravagante flor, creciendo rápidamente, y en letras doradas sobre la madera decía:
En este lugar, en la noche de 31 octubre de 1981 Lily y James Potter perdieron sus vidas. Uno de sus hijos, Harry, permanece siendo el único mago que alguna vez haya sobrevivido a la Maldición Imperdonable. Esta casa, invisible para los muggles, se ha dejado en su estado ruinoso como monumento a los Potter y como recordatorio de la violencia que destrozó a su familia.
―Harry, Harry, Harry.―habló Hayley en un falso y dulce tono de voz. Hizo a un lado el letrero y cruzó la verja para seguir su camino seguida de Draco y Orion.―Ojalá supieran lo sobrino de puta que es.
El mar de emociones que Hayley sentía en su estómago se intensificó cuando se dieron paso a la casa, temiendo encontrarse con algo que los disgustara. Las puntas de sus varitas emitían una luz leve puesto que todavía no terminaba por anochecer pero de todas formas no querían sentirse desprotegidos ante cualquier cosa por más insignificante que fuera.
Hayley cayó en cuenta de lo preciosa que sería esa casa si no hubiera pasado aquello, pero despejó ese pensamiento y dejó a sus instintos fluir, caminando en la primera dirección que le pareció correcta, llegando escaleras arriba.
Abrió la puerta de una habitación aleatoria y paredes blancas fue lo primero que notó; lo segundo, fueron dos cunas de madera negra. Estaba una frente a otra horizontalmente recargadas en la pared. Había una cómoda y cientos de juguetes que Hayley no recordaba en lo absoluto. Alzó la mirada y en ese momento deseó no reír porque faltaba un pedazo de techo.
Con una sonrisa, paseó sus dedos por cada una de las cunas, de la cómoda y por cada pared. Sintió el toque y quiso memorizarlo por completo y solo guardarlo para ella. Entonces, un recuerdo horrible la atacó.
A Harry no. A Harry no. A Harry no, por favor. A Harry no. Te lo ruego, no. Tómame a mí. Mátame a mí en su lugar... Ten piedad, por favor, ten piedad...
Hayley se aferró a la cómoda para no caer, maldiciendo a los dementores por hacerle saber de las súplicas de su madre antes de ser asesinada. Tomó aire y abrió lentamente sus ojos al recomponerse.
―¿Encontraste algo?―preguntó Draco entrando de la nada a la habitación, haciendo que Hayley brincara del susto.
―No.―bufó volviéndose hacia él.
―¿Sí sabes lo que estás buscando cierto?―inquirió Draco alzando una ceja.
―Por supuesto que sí.―repuso Hayley aunque su tono de voz determinara lo contrario.
―Ah, ¿sí?
―Sí.―declaró la azabache.
―Bien, apresúrate.
―¿Cuál es la prisa?
―Solo hazlo.―masculló Draco saliendo de la habitación, seguramente para buscar a Orion.
Hayley bufó y no dejó aquella habitación sin antes apreciarla por completo. Suspiró y se acercó a la cuna en la que creía que había sido de ella, la del lado izquierdo, y paseó su mirada ahí por unos segundos. Sonrió al ver en aquella cuna había todo tipo de juguetes y peluches.
Pasó a la cuna paralela a esa y notó que no era muy diferente a la suya: había mantas azules, unos cuantos juguetes y sobre todo, estaba cubierta de polvo. Tomó un pequeño oso de felpa que lo más probable era que había sido de Harry. Lo estrechó un poco en sus manos antes de hacer ademán de colocarlo de nuevo en su lugar, hasta que notó algo.
Fue una pequeña piedra escarlata la que llamó su atención y sin dudar mucho la tomó entre sus dedos para examinarla.
Resultó ser un anillo, era de oro con y aquella piedra roja incrustada. Le hizo soltar una risa el pensar que no había algo más Gryffindor que aquello. Lo giró en busca de algún grabado, pero no había nada más.
De alguna manera le hizo saber que había sido algo perteneciente a su madre y sin dudarlo lo había guardado en el bolsillo de sus jeans. Hayley no tenía nada de Lily Potter hasta en ese momento.
La voz de Draco la sacó de sus pensamientos y de inmediato la siguió, descubriendo que solo estaba en la habitación de al lado discutiendo con Orion, quien le gruñía.
―¿Qué demonios les pasa?―espetó Hayley entrando a la escena. De inmediato, Draco dejó de gritar y Orion de gruñir.
―La cosa se niega a dejar la habitación de tus padres.―farfulló el rubio aún mirando al cachorro.
Hayley suspiró con pesadez pasando la mirada por Orion y luego por Draco.
―Espera abajo, no tardaremos.―le dijo con voz calma. Draco asintió con rendición y despareció por la puerta. La severa mirada de Hayley se volvió a Orion.―Sé que lo quieres y debes de dejar de sacarlo de quicio.
Pero como de costumbre, Orion hizo caso omiso y siguió en lo suyo: olfatear toda la habitación.
―Se siente como en casa, ¿sabes?―dijo a Orion mientras vagaba por el lugar. El perro ladró.
Bajaron las escaleras y esa vez Orion no rechistó, sólo guió el camino de su dueña fuera del destruido hogar.
Al salir por completo de la casa, el cielo ya había oscurecido casi por completo y Draco aguardaba fuera de la verja con impaciencia.
―¿Lista?
―Eso creo.―respondió tomando a Orion en brazos.
Lo más rápido que pudo, Draco la tomó de la mano y echando una última mirada pero sospechosa mirada a su alrededor, se aparecieron de nuevo cerca del lago del bosque de Dean.
Los pasos de ambos se volvieron pesados al imaginarse el sermón que lanzaría Theo por desaparecer tanto tiempo apenas pusieran un pie en la cabaña, pero aún así ninguno paró.
Fue realmente un alivio que solo Blaise estuviera echado en el sillón de la sala de estar al entrar, quien los recibió de inmediato poniéndose de pie.
―Se volvió loco.―les explicó a Hayley y Draco sobre Theo mientras tomaba a Orion en brazos.―Se fueron tanto tiempo que tenía un humor de mierda.
―No nos fuimos tanto tiempo.―dijo Hayley con el ceño fruncido.
―Bueno para él sí.―suspiró Blaise.―Killian estuvo aquí un rato y discutieron. Tal vez deberías... ya sabes, hablar con él.
Hayley formó una mueca y asintió, se despidió cortamente de ambos y caminó escaleras arriba. Tocó suavemente la puerta y esta se abrió para ella.
―Hey.―murmuró Hayley brevemente al darse paso. Sin embargo, no obtuvo respuesta.―Theo.
―¿Planeabas decirme?―murmuró desde la cama, dándole la espalda.
Hayley se tensó notablemente y paró su paso; trago saliva y cerró la puerta detrás de ella. La habitación fue ocupada por la oscuridad.
―¿Decirte qué?―dijo cautelosa, caminando despacio hacia la cama.
―No lo sé. Algo sobre una extraña cicatriz que te hace tener visiones, tú podrías decirme.―masculló girando en su lugar para mirarla.
―Uh, eso.―murmuró Hayley.
―Sí, eso.―farfulló Theo con enfado.
―Yo...
―¿Planeabas decirme?―repitió Theo.
―No.―admitió Hayley.
―Entonces... ¿sólo planeabas decirle a Draco?―dijo Theo con decepción.
―No planeaba decirle a nadie, Theo.―suspiró Hayley y con un movimiento de varita, la habitación se iluminó por completo.―Draco lo sabe porque es un completo entrometido.
Theo soltó una risita negando; se incorporó en la cama y la miró.
―No sé cómo protegerte, Hayley.―confesó el castaño con un apagado tono de voz.
―No necesitas protegerme.―le recordó.―Puedo hacerlo por mi misma. Y no importa si eso daña tu tonto ego de hermano, sé lo que hago. Creo.
―Bien.―aceptó Theo rodando los ojos.―Entonces, ¿a dónde fueron?
―Al Valle de Godric.―suspiró Hayley antes de apreciar la mirada de asombro que le daba Theodore.―Sí, donde murieron mis padres.
―¿Por qué irías ahí?―inquirió Theo con confusión.
―Alguna mierda relacionado con la profecía.―bufó dejándose caer en la cama junto a él.―Dice algo sobre las agallas de los que han muerto en sus manos. Dumbledore creía que se trataba de mamá y papá, ya sabes, él los mató. Entonces papá continúa con esa teoría y pensó que tal vez si visitaba ese lugar, podría tomar coraje para enfrentarme a lo que viene.
―¿Realmente quieres hacerlo?―preguntó Theo después de una larga pausa.
―¿El qué?
―Acabar con el Señor Tenebroso.
―Por supuesto que quiero hacerlo.―saltó Hayley de inmediato.―Solo tiene que llegar el... momento.
―Tengo miedo a que las cosas salgan mal.―admitió Theo.
―No será así.―aseguró Hayley.―Confía en mí.
―Bien.―suspiró Theo con rendición.
―Tengo que tomar un baño.―informó Hayley reincorporándose.―Te veo mañana. Linda noche, Theo.
Besó la mejilla del castaño antes de salir de la habitación y entrar a la suya, donde ya Draco esperaba por ella.
―Hey.―murmuró Hayley hacia Draco rodeando su cuello con sus brazos.
―¿Hablaste con él?―preguntó el platinado mientras pasaba sus brazos por su cintura.
―Algo así.―hizo una mueca.―Papá le habló sobre la cicatriz.
―¿Por qué Killian le diría?―inquirió Draco frunciendo el ceño.
―No pregunté.―bufó Hayley.―Pero por algo debe ser, ¿no? Tal vez era el momento de decirlo.
―Tal vez.―concordó Draco.
―Debo tomar un baño, ahora vengo.―besó cortamente sus labios antes de dejarlo atrás, tomar algo de ropa y entrar a la habitación contigua.
Apenas cerró la puerta detrás de ella, se apoyó en la pared detrás de ella y apreció su reflejo en el espejo, lo cual la hizo bufar. Comenzaba a sentir la presión aquella presión sobre sus hombros, aquella presión que solo gritaba que era ella la encargada de acabar con todo. Le encantaba y le disgustaba.
De su bolsillo extrajo aquel anillo que había encontrado en el Valle de Godric y una vez más lo miró con atención, fantaseando que era de su madre y lo veía como nada más que una reliquia.
Decidió probarlo en uno de sus dedos y se sintió aliviada al ver que encajaba -aunque no perfectamente- en su dedo, pero al menos no caería.
Tomó una ducha rápida y se colocó la pijama de satén negra que había traído con ella para dormir; secó su cabello y echándose una última mirada en el espejo, salió del cuarto de baño.
―¿Dónde está Orion?―preguntó mientras se acercaba a la cama.
―Blaise sirvió su cena y ya no supe más.―se encogió de hombros mientras estiraba una mano para tomar la de ella.―¿De dónde sacaste eso?
―De la cuna de Harry.―contestó con una pequeña sonrisa.
―¿Qué quieres decir con eso?―Draco alzó una ceja y apoyó su espalda en el respaldo de la cama para atraerla hacia él hasta tenerla sobre su regazo.
―No lo sé, solo estaba ahí.―suspiró.―Debió ser de mamá.
Draco asintió distraídamente, pasando sus manos por sus brazos mirando fijamente a aquel anillo; pensó algo por un momento y luego negó de inmediato.
―¿Pasa algo?―preguntó Hayley preocupada, acunando su rostro entre sus manos.
―Nada.―sonrió brevemente para tranquilizarla.―Te traje la cena.
Hayley sonrió cuando señaló la mesita de noche y sobre ella se encontraba un plato con tres galletas junto a un vaso de, seguramente, jugo de calabaza.
―Gracias.―susurró la azabache antes de besarlo brevemente.―¿Seguro que todo está bien?
―Lo está.―aseguró Draco antes de rodearla con sus brazos y esconder su rostro en su cuello.
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fecha de publicación: ₀₈/₁₀/₂₀₂₀
-sin editar-
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