Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

ix. godric's hollow


Una de las manos de Hayley se entrelazaba con fuerza a la de Draco mientras la otra se encargaba de sostener al ya no muy pequeño Orion. Los tres salieron de su habitación y bajaron las escaleras de la cabaña en completo silencio. Cruzando el vestíbulo, se encontraron con Theo y Blaise.

―¿Salen?―inquirió Theo alzando una ceja.

―Iremos con Orion al lago.―mintió encogiéndose de hombros. Theo asintió fingiendo restarle interés y continuó jugando a los snaps explosivos con Blaise, quien simplemente alzó una mano para despedirlos.

Sus pasos se dirigieron hasta las puerta de la entrada y ninguno de los dos miró atrás al salir de casa o siquiera emitieron algún sonido hasta llegar a los alrededores de su destino. Las hojas crujieron cuando las patas de Orion se posaron sobre ellas antes de que el perro se lanzara a correr entre los árboles con la mirada de su dueña fija en él.

La espalda de Draco chocó contra uno de los árboles y cruzó los brazos sobre su pecho, simplemente esperando a que el tiempo pasara en lo que Hayley jugaba despistadamente con Orion; lo tomó en brazos y miró en dirección al platinado.

―¿Ya ha dejado de mirar?―preguntó la azabache.

La grisácea mirada de Draco se volvió hacia la cabaña no muy lejos de ellos y asintió como respuesta: Theodore había dejado de observarlos.

―Vamos.―murmuró Draco, aún con la mirada en la cabaña.

Entrelazaron sus manos y se aferraron mutuamente sintiendo aquella horrible sensación de la aparición y de un momento a otro, los alrededores del bosque dejaron de verse para remplazarse por un pequeño pueblo frente a ellos. 

―Es peligroso estar aquí.―dijo Draco en voz baja, pues todo el lugar hacia silencio. 

―Será rápido.―aseguró Hayley aferrándose a su agarre. 

―¿Sabes cuál es la casa?―inquirió el platinado mirando hacia todos lados. 

―Por supuesto que no.―repuso Hayley evidentemente.―Tenía al menos un año cuando... bueno, eso pasó. Al poco tiempo Harry y yo ya estábamos en Privet Drive. 

―Tal vez debas soltar a Orion.―opinó Draco después de un rato, ganándose una expresión de completo pánico por parte de Hayley. 

―¿Te has vuelto loco?―le recriminó.―Orion no conoce este lugar. 

―Yo no pensaría lo mismo.―objetó Draco mirando al perro, que se removía entre los brazos de su dueña con el único objetivo de salir de ellos. 

Hayley los miró mal. 

―Bien.―aceptó a regañadientes. 

Apenas Orion estuvo en tierra firme, pegó su nariz al suelo y comenzó a olfatear por todo el lugar bajo la mirada de Hayley y Draco. 

Avanzaron poco a poco siguiendo al cachorro; Hayley miraba los techos y los porches de las casas a su alrededor intentando recordar alguno de ellos, pero realmente sabía que aquello era imposible. 

Giraron en la vereda y el recorrido de Orion paró de repente haciendo que ambos levantaran la mirada. A unas cuantas calles podía divisarse una iglesia y detrás de ella podía distinguirse un cementerio. 

―¿Ellos están ahí?―preguntó Draco antes de darle un apretón a su agarre. 

―¿Papá y mamá?―preguntó de vuelta, a lo que Draco asintió.―Lo están. 

―¿Quisieras... ir?―cuestionó en voz baja. A Hayley se le escapó una diminuta sonrisa por las comisuras al volverse hacia él. 

―La verdad es que sí.―aceptó en un suspiro.―Nunca he ido, ¿sabes? Creo que es momento de hacerlo. Ni siquiera en el funeral de Sirius me molesté en buscar sus... tumbas. 

―¿Por qué?―inquirió con confusión. 

―Por cobarde.―admitió. Luego, hizo una pausa antes de volver hablar.―En esos momentos estaba completamente segura que Sirius ya no estaba por mi culpa y... realmente pensé que a James Potter no le gustaría verme frente a él como si nada y... 

―Tranquila.―advirtió Draco cuando notó que su respiración se volvía irregular. Hayley asintió tomando aire y volvió su mirada hacia el cementerio.―Estamos aquí ahora, ¿no? 

Hayley asintió una vez más y junto con Orion retomaron el paso que Hayley no tardó mucho en detener apenas pasaron por la iglesia. En lugar de un obelisco cubierto de nombres, había una estatua con cuatro personas: un hombre con gafas y cabello desaliñado, una mujer con largo cabello y un rostro bello y amable, y un bebés sentado en sus brazos de cada uno. 

La mano de Hayley soltó a la de Draco para acercarse a aquel monumento, entonces contempló el rostro de sus padres por un instante. Nunca se hubiera imaginado que hubiera una estatua... Le parecía extraño verse representada a sí misma en la piedra junto a Harry, dos hermanos felices y ninguno tenía alguna cicatriz extraña en alguna parte del cuerpo. 

―Vamos.―decidió Hayley cuando ya hubo visto lo suficiente. Tomó la mano de Draco de vuelta y ambos se adentraron al cementerio siguiendo el paso de Orion. 

Se adentraron en él y de reojo Draco juró ver como el cachorro se desviaba del camino que llevaban, pero lo dejó pasar para concentrarse en buscar la tumba de los Potter que por suerte no tardaron mucho en encontrar. 

Dejó ir el agarre de sus manos y cruzó sus brazos sobre su pecho guardando cierta distancia solo para apreciar como ella daba lentos pasos hasta posicionarse frente a la tumba. Estaba hecha de mármol blanco y eso la hacía fácil de leer, pues las letras daban la ilusión de brillar. 

JAMES POTTER | LILY POTTER

NACIDO EL 27 DE MARZO DE 1960 | NACIDA EL 30 DE ENERO DE 1960

MURIÓ EL 31 DE OCTUBRE DE 1981 | MURIÓ EL 31 DE OCTUBRE DE 1981

El último enemigo que debe ser destruido es la muerte.

―El último enemigo que debe ser  destruido es la muerte.―leyó Hayley en voz alta antes de mirar hacia Draco.―¿Qué crees que signifique? 

―Algo simbólico debe ser.―se encogió de hombros.―Vivir después de la muerte o algún discurso así. 

―Pero ellos... ellos ya no viven.―concluyó en un devastador murmullo. 

Apretó los labios con fuerza dejando las lágrimas fluir sin poder pararlas, sin querer aceptar el hecho de que, físicamente, era lo más cerca que volvería a estar de sus padres, y posiblemente ellos ni siquiera tenían idea alguna de que ella se encontraba ahí, frente a ellos, aunque ella deseara que lo supieran. 

Draco llegó por detrás y envolvió con sus brazos su cintura para acercarla a él, recargando su mentón en su hombro y dejando simplemente que ella transmitiera a sus padres todo lo que se había guardado exclusivamente para ellos todos esos diecisiete años. Él solo podía hacer eso: sostenerla en momentos así. 

Cuando el llanto paró, Hayley limpió descuidadamente sus mejillas con el dorso de su mano y giró un poco solo para esconderse de nuevo en lo brazos de su chico, quedándose un momento así. 

De rato se separaron y alzando su varita, Draco apuntó al blanco mármol justo sobre letras y formó un círculo en el aire dejando aparecer una hermosa guirnalda de lirios blancos. 

―Gracias.―apenas alcanzó a decir Hayley con la voz cortada. Se acercó a dejar un pequeño beso en su mandíbula antes de recordar:―¿En dónde está Orion? 

―No otra vez.―bufó Draco mirando al cielo.―No debe de estar muy lejos, lo vi desviarse. 

―¿Lo viste y no dijiste nada?―le reprochó Hayley. 

―Cree lo que quieras, nena, pero ese perro ya ha estado aquí.―alzó ambas cejas buscando con la mirada a su alrededor.―Te lo dije. Está por allá. 

Hayley se giró hacia donde Draco había señalado con el mentón y sintió como un nudo comenzaba a situarse en su estómago automáticamente. 

―¿Qué pasa?―preguntó Draco con confusión al notarla tensa, pero Hayley de inmediato negó. 

―Hay que ir por él, vamos.―le hizo una seña y sin rechistar el platinado la siguió. 

Para su suerte o perdición, Orion no se encontraba muy lejos de ellos, sino a unas cuantas hileras mas hacia el frente. 

Los pasos de Hayley se volvieron pesados haciendo que por consecuente los de Draco también, ya que caminaba a su par. Al por fin estar a espaldas del cachorro, Hayley suspiró. Orion estaba recostado boca abajo sobre una tumba de mármol negro con brillantes letras doradas. 

SIRIUS ORION BLACK

NACIDO EL 3 DE NOVIEMBRE DE 1959

MURIÓ EL 18 DE JUNIO DE 1996

Un buen amigo, padrino y mascota.

―Yo escogí la frase.―le hizo saber a Draco con la voz rasposa. 

―Muy motivadora.―alagó Draco con un asentimiento. 

―Gracias.―respondió de igual manera para después aclarar su garganta.

Hubo una silencio algo incomodo en el que Hayley solo miraba a la tumba y a Orion a la vez que Draco solo podía mirar el cabello que caía por su espalda, manteniendo un poco su distancia. 

―¿Cómo crees que haya llegado aquí?―preguntó Hayley después de un rato. 

―Tal vez solo... lo supo.―concluyó Draco. 

Hayley asintió de acuerdo con aquello y caminó hasta Orion para tomarlo en brazos, pero este no quería dejar aquel lugar. 

―Ya lo hemos hablado.―le reprochó el cachorro en voz baja, para que solo él pudiera escuchar.―Él estaría orgulloso de ti, eres un buen perro. 

Los ojos negros de Orion se dirigieron a su dueña como si intentara comunicarle algo, pero aquello fue algo que Hayley no pudo entender. Le acarició la cabeza y de su bolsillo sacó una galleta de las que eran solamente para él y este sin dudarlo la comió. Hayley sonrió y a unos cuantos metros, Draco la imitó. 

Con unas cuantas palabras, Hayley se despidió de Sirius y su recuerdo que albergaba ahí antes de salir finalmente del cementerio tomada de la mano de Draco y con Orion dirigiendo el paso. 

―¿Crees que con eso es suficiente?―preguntó Draco. 

―No lo sé.―frunció el ceño.―Papá no fue muy especifico. 

―Baja la voz.―indicó el platinado mirando hacia ambos lados. El Valle de Godric estaba completamente despejado y eso resultaba extraño. 

―¿Por qué debería hacerlo?―replicó. 

―Solo hazlo, Jillian.―bufó, y cuando Hayley estaba a punto de discutir, la caminata de Orion paró una vez más. 

El seto y el la hiedra sí que habían crecido en esos dieciséis años lugar en los que los mellizos Potter habían abandonado el lugar. Una casa se mostraba frente a ellos, y aunque la mayor parte de ella estaba en pie, se podía notar evidentemente que carecía del lado derecho del piso  superior. Seguramente era donde había impactado la maldición. 

El cuerpo de Hayley sufrió un escalofrío antes de que Draco decidiera hablar. 

―¿Piensas entrar? 

Hayley dudó. 

―Tal vez deba entrar sola.―comentó con desdén. 

―¿Estás loca?―masculló Draco.―No voy a permitir que entres por tu cuenta ahí, Hayley. 

―Solo digo que... ahí debe estar oscuro.―rascó su nuca.―Los lugares oscuros nunca fueron realmente lo tuyo. 

―Somos magos, Jillian.―rodó los ojos sacando su varita.―¿Qué esperas? 




▃▃▃▃▃▃▃

fecha de publicación: ₀₄/₁₀/₂₀₂₀
-sin editar-

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro