𝟎𝟎𝟕. 𝖨𝗍 𝗐𝖺𝗌 𝗆𝗒 𝗅𝗂𝗍𝗍𝗅𝖾 𝗌𝗍𝗋𝖺𝗇𝗀𝖾 𝖺𝖽𝖽𝗂𝖼𝗍𝗂𝗈𝗇 𝖻𝗎𝗍 𝗒𝗈𝗎 𝗌𝗍𝗂𝗅𝗅 𝗍𝗋𝗂𝖾𝖽 𝗍𝗈 𝗌𝗍𝖺𝗒
████████████████████
❪ ꧏ𓈒 𝟎𝟎𝟕. ── 𝐂𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 ৫ ᠀ ❜
❥ ๋𓄹𓏲。 𝘄𝘄𝘄.𝐦𝐢𝐝𝐧𝐢𝐠𝐡𝐭 𝐫𝐚𝐢𝐧. • °
⟆ 🐉 ▋◖ 𝘷𝘪𝘨𝘪𝘭𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴𝘩𝘷𝘵◞。𓍢 ׄ *
ৎ 𝗽𝗹𝗮𝘆 𝗯𝗲𝘀𝘁 ୭ ❫
Dorcas no hacía ninguna clase de visita a Invernalia después de lo ocurrido en la última de ellas pero Cregan se había mantenido tratando desesperadamente de hacerla regresar.
Incluso mando a llamar a Dimitri Waters después de que se marcharan de Invernalia.
El pirata se encontraba en el muelle de Driftmark tomando sus cosas para partir en la Lujuria Dorada hasta que lo tiraron al suelo un grupo de hombres gigantescos y demasiado fuertes para que él pudiera escapar de ellos, eran cinco, dos lo mantenían en el suelo y uno le recordaba demasiado a Aryon Stark, los más grandes que eran gemelos de cabello negro y rizado ataban sus manos y pies mientras que él más bajo, un chico casi de su edad, metía a Curly en una bolsa.
—¿Qué es lo que desean de mi? —cuestionó Dimitri con una sonrisa de falsa tranquilidad, estaba aterrado pero no iba a demostrarlo—. Las princesas Rhaenys y Dorcas irán por sus cabezas en cuanto se enteren del maltrato que está recibiendo su invitado.
—Mi dulce amiga, la princesa Dorcas —sonrió el hombre que era cercano a su edad—. No se molestará por esto ya que es su tío, el Lobo del Norte quien dio la orden.
—¿Lord Mucilber Stark? —cuestionó Dimitri con curiosidad—. ¿Qué es lo que desea de mi?
Al pirata le aterraba la idea de que la hija bastarda del Lobo de Sangre, Asteria, le hubiera dicho a su padre que por su culpa había estado bajo el cautiverio de la Serpiente Marina y fuera a comérselo vivo.
Pero los cinco hombres reían mientras le quitaban sus armas al registrarlo aún en el suelo del muelle.
—El general Cregan Stark es quien demanda su presencia —corrigió el menor que parecía ser el líder del grupo—. Estoy seguro de que la princesa del Norte estaría furiosa sino me presento apropiadamente, verás pirata. Soy Ser Howard Stark, la mano derecha del general del ejército del Norte, el hijo de Ser Jensen Stark y el antiguo de la infancia de los hijos de la princesa Dysis y el príncipe consorte Aryon.
En ese momento Dimitri supo que fuera lo que sea que Cregan Stark quisiera de él debía de ser importante como para mandar a alguien que sabía que Dorcas no se atrevería a herir por más daño que le llegase a causar en el secuestro.
Ahí fue cuando se dio por vencido hasta que un enorme dragón aterrizó frente a ellos en el muelle generando los gritos de guerra de la tripulación del barco norteño.
Pegasus lo miraba con burla antes de lamer el rostro de Howard Stark quien hizo una mueca de asco al estar lleno de baba de dragón más palmeó la mandíbula del dragón con dos cuernos.
—Hola Howard —le sonrió al jinete con una mueca burlesca—. ¿Cómo puedo ayudarlos? ¿Y por qué motivo están tratando de raptar a mi invitado?
—Mi princesa —Howard hizo una reverencia obteniendo un rugido de Pegasus que aterrorizó al resto de sus hombres—. Su tío demanda la presencia del pirata, solo estamos siguiendo órdenes de nuestro general.
Dorcas apretó las riendas de su dragón quien alzó las alas asustando aún más a los norteños.
—No los molestaré en las órdenes de mi adorado tío —la menor sonrió sin gracia en sus ojos—. Pero solo les advierto que si algo como un simple jalón de cabello o cualquier insulto hacia el pirata le es brindado por alguien que siga las órdenes de mi tío arderá bajo las brazas de Meleys, Pegasus, Koryn y Moondancer.
El dragón esmeralda abrió su hocico escupiendo una enorme hoguera al mar que ocasionó que los norteños palidecieran, nunca habían considerado que la princesa azul podría llegar a ponerse en su contra o la de Cregan Stark bajo ningún motivo.
Mucho menos que ese motivo fuera un pirata.
Pero Dimitri se encontraba aún en el piso del muelle sorprendido sobre haber recibido la protección pública de la princesa que había tomado como amante aunque eso pudiera costarle a su aliado más leal.
Ahí fue cuando supo que había entrado al juego de dragones y lobos.
En el Norte se avecinaba una tormenta siendo acompañada del barco que había sido enviado con anterioridad para llevar al amante de la princesa Dorcas al general de Invernalia sin mayor explicación.
Pero en definitiva Cregan no esperaba encontrarse a sus hombres jugando cartas con el pirata cuando su barco llegó al Norte, mucho menos pagándole a Dimitri tras haber ganado nuevamente.
—General —Howard fue el primero en ponerse de pie temblorosamente—. Traemos al pirata.
Cregan miró de arriba a abajo a su sobrino lejano, casi con desprecio en su mirada tras escuchar sus palabras pero con repulsión al ver aún en sus manos las cartas del juego al que estaba perdiendo contra el pirata quien le sonreía con inocencia fingida.
—Y él trae su dinero en los bolsillos por lo que puedo ver —siseó Cregan.
Los otros miembros de la tripulación se encontraban en el mismo estado que Henrik que mantenía la cabeza gacha para evitar mirar al general furioso frente a ellos, como un lobo antes de devorar a una madriguera de conejos.
—Mi señor le juro que tenemos una explicación —aseguró Howard tratando de hablar por sus hombres—. La princesa nos ha amenazado con quemarnos con su dragón si llegamos a herir al pirata.
—¿Desde cuando la reina que no fue los aterroriza tanto? —se burló Cregan con furia en sus ojos—. Nosotros podríamos atacar y vencer con los tres dragones que tenemos de nuestro bando.
Howard finalmente levantó la cabeza antes de negar.
—Mi señor, no fue la princesa Rhaenys quien nos amenazo —informó Howard tratando de aparentar confianza—. Fue la princesa Dorcas quien lo hizo, dijo que traería a Pegasus, Moondancer, Meleys y Koryn a devorarnos si llegábamos a ponerle una mano encima al pirata.
Los ojos de Cregan pasaron de estar sobre su sobrino a posarse sobre el pirata quien bebía cerveza con tranquilidad, como si estuviera en una taberna. Eso irritó a Cregan a un nivel inhumanamente posible.
—¿Mi... Dorcas mantiene una protección sobre el pirata? —cuestionó Cregan rechinando los dientes—. ¿Pretende romper nuestra alianza por un simple pirata?
—A ella le parezco lo suficientemente importante como para tener la gentileza de avisarte lo que le hará a los tuyos si me tocan —Dimitri le sonrió mientras seguía bebiendo—. General, siéntese debo partir lo antes posible y asumo que usted tiene preguntas que desea que le responda.
El pirata se acomodó el abrigo de piel de oso negro que le había sido obsequiado por Dorcas antes de su partida y que se mantenía en el bolso que llevaba cuando fue secuestrado por los hombres norteños.
—¿Y pretendes colaborar? —se burló Cregan.
—Soy un hombre simple —Dimitri se dejó caer en su silla con aburrimiento—. Un hombre de negocios y mi información posee un precio, uno que asumo puede pagar si es que me trajo desde Driftmark hasta el Norte.
El general mantenía su mirada de desdén sobre el pirata más le ordenó que lo siguiera hasta la fortaleza de Invernalia.
En la Fortaleza Roja se encontraban discutiendo tanto la reina como la mano y el tercer hijo varón del rey.
—La princesa salvaje ha demostrado incontables veces su desdén y egolatría contra su prometido, tú hijo —siseó la mano del Rey cansado de su hija—. Esto ha sido el mayor acto de traición, debería de estar anulado su compromiso desde que se esparció el rumor.
Aunque la Mano del Rey tuviera la razón en dicha ocasión no hizo que la reina Alicent cambiase de opinión sobre lo que debería de hacerse de la vida de su hijo favorito junto a la princesa norteña.
—Son solo eso, rumores —defendió Alicent harta de escuchar a su padre—. Es útil, posee un dragón más fuerte y grande que Vaghar sin contar a la maquina de matar que es el pequeño, no importa que traición llegue a cometer. No podemos dar el lujo de perder a los norteños de aliados, ella es una de ellos y la seguirán si nos apoya.
Otto puso sus manos sobre los hombros de Aemond que se mantenía sentado junto a su madre sin pronunciar palabra alguna pero apartó las manos de su abuelo en cuanto las tuvo sobre él.
—Hija mía ¿No has llegado a considerar que ella es más que consciente de eso? —cuestionó Otto fastidiado—. ¿Qué pasa si desea tomar King's Landing con demonios del invierno? ¿Qué ocurrirá entonces con el legítimo reclamo al trono de Aegon? ¿Nos harás ponernos de rodillas para suplicar por su clemencia?
—Ella es demasiado ingenua como para llegar a hacer algo similar a tus acusaciones sin fundamentos.
Otto se acercó a su hija tratando de hacerla entrar en razón, de abrirle los ojos para que viera lo que estaba frente a ella.
—Ningún ser ingenuo es un jinete de dos dragones —habló Otto como si tratase de explicarle a su hija que el cielo era azul—, nada similar había ocurrido hasta ella. Nadie ingenuo es criado por alguien a quien le arrebataron el trono, nadie ingenuo se rehusa a casarse con un príncipe que no llegara al trono. Ningún ser inteligente fingiría no ver que ya no tenemos dos colores en los miembros de la corte, tenemos tres y uno de ellos es el color favorito de la niña bruja que quieres casar con tu hijo.
Aemond sonrió levemente al notar que su madre seguiría negada a ver lo obvio, más ciega de lo que él se encontraba. Pero su ceguera le era beneficioso debido a que su ambición de ser mejor que sus sobrinos y hermanos seguía sobre él.
¿Qué importaba qué hijo de la reina Alicent llegaba al trono? ¿Realmente importaba que fuera Aegon quien se mantenía con la corona en la cabeza? Él no era ni la mitad de digno de lo que Aemond, y el príncipe tuerto estaría más que encantado de satisfacer la ambición de su abuelo y madre si eso lo ponía a él sobre todo aquel que lo había llegado a menospreciar en el pasado.
—Mi madre está en lo cierto —sentenció Aemond poniéndose de pie—. Mi sobrina es encantadora e ingenua, ella no podría llegar a tener más relevancia con la moda en la corte de la que yo podría llegar a tener. Es una princesa que se casará con el hijo de los reyes, ella es una gran influencia que cualquier persona desea imitar me temo que solo es su paranoia lo que nos ges un problema.
Otto trató de acercarse a su nieto pero el avance de Ser Criston Cole hacia él fue lo que lo detuvo.
—Un pirata asegura que tiene la protección de la princesa e incluso fue capturado por los norteños quienes no le tocaron un solo cabello —gruñó Otto desesperado porque su familia entrara en razón—. El norte la obedece...
—Como a toda princesa —sentenció Alicent con simpleza—. No hay nada raro ni inusual en Dorcas Stark mas que su caótica madre y ebrio padre, ha vivido por monstruosidades que nadie en esta habitación podría comprender jamás. Ella es solo una víctima de Dysis y Rhaenyra en un mundo en el que ellas han sido favorecidas y puestas sobre ella constantemente, merece de la protección de un esposo fiel y digno como Aemond.
Los dioses sabían que la reina solo se estaba reflejando en las palabras que salían de su lengua como un mantra, ya que podía decir que Dysis había torturado a su hija desde el día uno en el que Alicent le había dicho que ella era una bastarda de Mucilber Stark.
Pero incluso entonces Rhaenyra no le había dado ningún maltrato a la niña independientemente del miedo de esta hacia ella y la clara preferencia que tendría hacia Dysis cuando llegara el momento de elegir entre los miembros de la Casa del Dragón.
—¡Tu hijo se acuesta con una pirata!
—¡Miranna Greyjoy lo mantiene embrujado! —gritó Alicent perdiendo la compostura—. ¡La dama de los tentáculos es más repulsiva de lo que las infidelidades de Rhaenyra lo son! Ella mantiene a mi inocente hijo seducido en hechizos.
Aemond no dijo nada cansado de pelear con su madre por el tema de su amante.
—Mismo hechizo que mantiene Dorcas sobre ti —gruñó Otto—. No es una santa ni una estúpida como te convences que es, no es un dragón ni un lobo es una serpiente que va a devorarnos vivos en cuanto se le presente la oportunidad; como lo hizo con nuestra Aleixa, su mejor amiga que trató de asesinar para proteger a los bastardos de Rhaenyra. Ella es como su madre no como nosotros, ella es un monstruo disfrazado de un angel.
Alicent negó con la cabeza mientras peinaba el cabello de su hijo tratando de calmar sus nervios. Su conciencia la carcomía durante cada noche que pasaba después de haber causado que su nieta política había regresado de la isla.
Veía como una maldición de los dioses en su contra por haber herido a alguien tan joven al haberla hecho pasar por una bastarda y que hubiera regresado con dos dragones solo la hizo darse cuenta que ahora los dioses le estaban dando una lección por sus crueles acciones.
—Ella se estuvo defendiendo y no es su culpa que Dysis La Haya visto como una bastarda injustificadamente —dijo la mujer con hipocresía en cada palabra que salía de su boca—. Es lógico que un tema en el cual su nombre ha sido manchado crea ingenuamente que el resto de los que son llamados bastardos es por la misma injusticia. Los dioses no la habrían cuidado en esa isla si ella fuera una mujer ambiciosa y cruel ellos la habrían dejado ahogarse.
—No lo preguntaré de nuevo —gruñó Cregan cansado de escuchar las respuestas vagas del pirata—. ¿Qué clase de relación mantienes con la princesa Dorcas?
—Depende del día —finalmente soltó Dimitri tras haber quedado bastante ebrio—. Puedo jugar cualquier rol que ella desee que asuma y lo haré con gusto.
Cregan supo que si lo alcholizaba aún más podría terminar desmayado en los suelos de Invernalia y eso podría atraer a que su sobrina cumpliera con sus amenazas así que decidió seguir haciendo preguntas mientras le daba un anillo de acero Valyrio.
—¿Ella está bien después de la partida de Asteria y su pelea con Aleixa?
Dimitri no aceptó el anillo en cuanto la pregunta que salió de los labios del general fue realizada con preocupación, lo odiaba pero eso no evitaba que incluso en su estado de ebriedad dejara de ver por el bien de Dorcas.
—Insistí en quedarme con ella por un tiempo —comentó Dimitri recostándose en la mesa—. Se que no estoy al nivel de reemplazar a una princesa o a una lady de la corte, pero extrañamente a ella le gusta mi compañía y necesita a un soporte después de lo que sea que haya pasado con ustedes, la partida de Raelon pero el haber hachado a Aleixa y que Asteria la hubiera abandonado está sacando lo peor en ella.
Cregan se encontraba ofendido ante la forma tan confiada en la que Dimitir hablaba de Dorcas, le habría cortado la lengua en ese momento de no ser por la puñalada en su corazón y la necesidad de saber lo que estaba ocurriéndole a Dorcas.
—Creo que podría convertirse en algo que ninguno de nosotros podría llegar a reconocer sino mejora pronto —continuo Dimitri con una sonrisa triste—. Hemos hablado de escapar a Volantis para que ella se divierta y comencemos desde cero acompañados de su familia, no sabía que el príncipe Raelon era tan importante para ella como para pensar en dejar el trono para estar con él.
Cregan estuvo a punto de protestar y cuestionar sobre qué clase de relación podrían mantener Dorcas con el príncipe exiliado.
—La ves como a una reina guerrera fuerte e impasible pero ella sigue siendo una princesa joven que trata de actuar como una reina adulta —recriminó Dimitri—. Haz puesto demasiadas expectativas sobre sus hombros que no puedes ver que sigue siendo una chica inexperta que quiere complacer a todos los que la rodean, por eso esta cómoda conmigo. Yo no tengo expectativas sobre ella solo quiero hacerla feliz.
Cregan sintió sus ojos nublarse ante las lagrima llenas de frustración, no podía creer que había sido tan ciego como para no notar las señales que un hombre extraño había visto en pocos meses pero él no había visto en años al lado de la princesa.
—Le gustan las mascotas —suspiró Cregan—, cuatro lobos huargos nacieron hace dos días del lobo de mi hermano, Fyste, Aryon no va a extrañarlos de hecho creo que podrían ser una buena compañía para Dorcas. Llévalos para ella cuando regreses en la mañana.
Los cuatro pequeños lobos se encontraban siguiendo a la menor mientras que ella preparaba la cesta en la que llegarían junto con Rhaenys debido a que Pegasus era demasiado pequeño como para llevarlos y Dorcas no se arriesgaría a que alguien descubriera que el enorme dragón plateado era el último de los dragones de hielo estaba bajo su cuidado.
—Si llevarás a Orion serías más imponente —comentó Baela.
Dorcas le sonrió mordazmente, la sola idea de llevar a Orion a cualquier lugar que no fuera el Norte le causaba escalofríos, el dragón de hielo era su mayor aliado y sería el dragón más importante en la guerra por el trono de hielo aunque Dorcas no quería someterlo a ninguna batalla.
Ella veía a los dragones como su familia, no como armas para matar, ella no podría pedirle a ninguno de ellos que pelearan ni siquiera en una guerra en la que podría perder la vida. Si ellos deseaban pelear sería su elección no la de ella.
—No con el príncipe tuerto ahí —negó Dorcas—, ya reclamo a Vaghar y no esta feliz conmigo sin contar que él y mi madre tratarían de asesinarlo.
Baela asintió, era la primera vez que hablaban después de que se anunciará su compromiso con Jacaerys Velaryon.
—Rhaenyra y mi abuela cancelaron mi compromiso con Jacaerys —informó Baela—. Tuvieron una pelea y lo anularon.
Una sonrisa de parte de la pelinegra fue reprimida, no le gustaba regodearse de sus victorias. No con Baela.
A la Stark siempre le había parecido que Baela era un extraño diamante, demasiado valioso y hermoso como para ser contemplado por los hombres. Era el tipo de diamante que solo una mujer debería de poder adorar, una reina.
—Es una pena.
Los ojos violetas de las dos jóvenes se encontraron y por un solo segundo creyeron que las cosas podrían ser como antes para ellas hasta que los de la pelinegra miró al pirata que la acompañaría a la Fortaleza Roja.
Dimitri llegó cargando una pequeño bolso en su hombro y con Curly en su hombro, corrió a abrazar a la pelinegra siendo ignorante del dolor que le causaba a platinada ya que estaba demasiado centrado en la princesa en sus brazos.
—¿Si vendrás? —cuestionó Dorcas acariciando el mentón del ruloso quien se mantenía abrazando su cintura.
—Desde luego, mi princesa.
Dorcas se sonrojó cuando el mayor dejó un camino de besos desde su mano hasta su codo bajo la mirada asqueada de Baela sobre ellos.
—Vividor de mierda —murmuró Baela para si misma.
Los jóvenes amantes se separaron en cuanto Rhaenys llegó a su campo de visión, molesta y con los nudillos rojos.
Dorcas asumió que había llegado a golpear a Dysis y al no ver heridas en su rostro sonrió tras notar que había ganado.
—¿Ya están listos? —preguntó Rhaenys llegando con una mueca de fastidio por haber pasado tiempo con Dysis Targaryen—. Es hora de irnos o nos perderemos la boda.
Los adolescentes asintieron en dirección a la reina que no fue, los cuatro subieron a los dragones en los que viajarían hacía la boda triple del hijo mayor de la reina Alicent Hightower.
Dorcas se gano una mala mirada de parte de su tía cuando notó que llevaba una espada de regalo de bodas para su antigua compañera de dormitorio.
La Stark creía con firmeza que Asteria necesitaría dicha espada que podría verse como una decorativa más era sumamente filosa y resistente, en su mango tenía el escudo de la casa Targaryen siendo fusionado con el de la casa Stark.
—¿Por qué no me sorprende que tus bromas se hagan realidad?
Rhaenys miraba mal a la pelinegra que subía al lomo de Pegasus con la ayuda de Dimitri y está le sonrió levemente cuando llegó a la montura.
—Creo que comienzas a comprenderme.
Rhaenys miró con cansancio a la Stark mientras ella ayudaba al pirata para subir al dragón en el que hace apenas un año logró volar con dos personas.
La mujer platinada suspiró y miró a Ser Jensen con mutuo orgullo de las lecciones que le fueron brindadas a Dorcas, ella había obtenido lo mejor de ambos.
El caballero gritó aterrado cuando Meleys lo tomó entre sus garras para llevarlo a la boda mientras resonaban las carcajadas de las jinetes.
Apenas y habían llegado a la Fortaleza Roja cuando Dorcas notó la cabellera negra y despeinada de su hermano mayor.
La menor no lo pensó dos veces antes de correr hacía el mayor y abrazarlo, cayendo al suelo junto con su desprevenido hermano mayor quien seguía sorprendido pero divertido ante la actitud infantil de su hermanita.
—Pensé que no vendrías —protestó Dorcas—. Dijiste que no lo harías.
La pelinegra golpeó el pecho de su hermano haciéndolo gimotear de dolor pero le sonrió demasiado encantado de verla como para llegar a protestar.
—¿Qué puedo decir? —le sonrió Darren con diversión—. Quería ver a mi problemática hermana con rumores de haberse casado en secreto con nuestro tío, no puedo creer que sigues las costumbres de nuestros padres.
—No me case con Cregan —negó Dorcas con diversión—, solo fuimos al bosque.
Darren suspiró ruidosamente ante el alivio, sabía mejor que nadie que su hermana lo habría hecho si hubiera querido pero una parte de él se encontraba increíblemente sorprendido de que fuera un simple rumor.
Él realmente había creído que ella y Cregan Stark se habían casado por mero capricho, Daemon y su padre lo habían convencido de eso.
—Eso es lo que esperaba escuchar —suspiró Darren con alivio—. Me alegra que no te conviertas en nuestra siguiente Rhaenyra.
Dorcas entorno los ojos para ver a su hermano siendo tan mordaz con ella, generalmente lo era sólo con Aegon pero atribuyó el cambio a Daemon Targaryen.
—Lo tomaré como un cumplido —Dorcas se levanto del suelo ofreciendo su mano a su hermano mayor para levantarse—. Extrañe tanto verte, aún me debes dinero por lo de la taberna.
Darren miró detrás de su hermana quien volteó la cabeza y se encontró con Dimitri quien hablaba animadamente con la princesa Rhaenys.
—Y el pirata aún me debe mucho por tratar de secuestrarme.
La menor dejó escapar una carcajada de sus labios sabiendo que por nada del mundo Dimitri le llegaría a pagar a su hermano y ella no permitiría que lo hiciera.
—Eso es lo más humillante, un príncipe con el tercer dragón más grande en el mundo fue secuestrado por un pirata —se burló Dorcas—. Y aún no me has dicho como fue que el dragón que abandonó a nuestra madre llegó a ti.
—Koryn es inteligente —aseguró Darren con diversión—, ella me salvo de morir congelado, creí que te lo habría dicho Rhaenys. Llego volando y me tomó en sus garras, no me lastimo solo me llevo volando a Dragonstone.
Dorcas sonrió levemente recordando como fue reclamada por Orion como su jinete hace años antes de asentir con diversión.
—Entiendo como es eso.
Luego el ardor volvió a su espalda, recordando las garras de Koryn dejando rasguños con los que cargaría por el resto de su vida aún recordaba la tormenta, el frío, la sangre en el mar y a Pegasus peleando por su vida, los días que el dragón había pasado inconsciente la atormentaban.
Notó como el menor de sus dragones también había sido atormentado por sus emociones en cuanto se paro junto a ella en busca de afecto que rápidamente se le fue brindado, aunque Pegasus ya media el triple del tamaño de su jinete y se había vuelto completamente aterrador para cualquiera que lo viera, Dorcas seguía viéndolo como un pequeño bebé dragón a quien alimentaba junto a Aleixa cuando tenían tres años.
El dragón le rugió a una cabellera platinada, la del príncipe Aegon quien los observaba mientras se embriagaba.
Dorcas recordaba la Fortaleza Roja más de lo que le gustaría, aunque raramente la había visitado de niña podía reconocer cada lugar en el que peleo con Jacaerys, bromeó con Lucerys y Aegon, persiguió a Raelon y a Darren como si su vida dependiera de eso y comía golosinas con Halaena o la escuchaba hablar de sus insectos junto a Aemond.
Pero también recordaba las malas miradas que recibía de la reina, la indiferencia de su abuelo y los murmullos que la seguían constantemente en esas paredes, ahora habían empeorado en cuanto la mirada molesta de Cregan Stark se mantenía sobre el pirata que la seguía por el castillo.
Dimitri ya se había perdido de su vista en cuanto Cregan la miró y empeoro cuando el pirata fue visto por una de las novias y su ex compañera de dormitorio, Asteria.
—Dorcas —le sonrió Cregan guiándola hacia el campo de entrenamiento en el que se encontraba Aemond entrenando con Ser Criston Cole—. ¿Por qué trajiste al pirata?
Dorcas lo miró con fastidio, se encontraba cansada de las constantes peleas que estaba manteniendo desde hace días.
—¿Por qué estás aquí? —cuestionó Dorcas—, sé que no estabas invitado. Asteria jamás te invitaría a su boda, mucho menos si es de Aegon y Halaena también la maldita boda del año.
Cregan suspiró sabiendo que debía de darle información a la menor a cambio de que ella hiciera lo mismo más no tenía garantías de que lo haría solo esperanza.
—Ambos sabemos que Mucilber me envió porque no quería venir —gruñó Cregan antes de mirar con frustración a la adolescente—. Ahora dime ¿Por qué está aquí el maldito pirata?
—¿Por qué te interesa? —preguntó Dorcas harta—. No eres mi prometido, no soy una de tus prostitutas, esta conversación no tiene sentido.
—Soy el futuro señor de Invernalia —le recordó Cregan con rencor en sus palabras—, y tu eres uno de los miembros más importantes en la casa que dirigiré. Me interesa saber que hace cada uno de los miembros de nuestra casa para saber si serán útiles o no a futuro.
Las narices de ambos Stark se rozaban atrayendo las miradas curiosas de la multitud que veía entrenar al príncipe Aemond, ambos se miraban con un glaciar congelando al otro.
—Velo de esta manera —siseó Dorcas con la mandíbula tensa—, soy más útil que nuestro señor de Invernalia debido a que como se lo mencionas continuamente a mi padre también soy parte de la casa Targaryen y tengo bajo mi dominio al dragón más grande que existe y a uno que ha sido entrenado para la guerra desde que aprendió a volar. Tu guías a un ejercito pero querido tío ¿Qué es un ejercito contra dos dragones de guerra que podrían destrozar a tu preciada Invernalia si para eso los guío?
Cregan tomó con fuerza el brazo de la de ojos violetas cuando ella trato de marcharse, reteniéndola.
—¿Es una amenaza?
—Aquí esta —interrumpió Aemond acercándose a los dos Stark—. Mi bonita prometida, Stark suelta a mi prometida ahora que puedes.
—Mi príncipe —Dorcas le brindó una reverencia burlona al tuerto—, si me disculpa la princesa Rhaenys solicita mi presencia. Nos veremos después.
Dorcas jamás había creído que Aemond sería alguien útil hasta en ese momento, bajo miradas amenazantes fue ella quien se soltó de ambos agarres con mayor brusquedad en el que mantenía el príncipe tuerto en su cintura que en el del futuro señor de Invernalia.
—Nos vemos en un rato, tíos.
Los dos hicieron una mueca de desagrado tras escuchar como habían sido llamados por la menor, en cuanto la Stark se fue los otros dos se miraban con resentimiento antes de irse por caminos opuestos, Aemond siguiendo a la chica y Cregan siguió a su cuñada.
—No puedes ser vista merodeando con Cregan o con el pirata —recriminó Aemond furioso caminando detrás de la pelinegra.
La menor miró al platinado con aburrimiento antes de reírse de su hipocresía y lo bueno que era fingiendo inocencia de la que carecía por completo.
—Tu deberías hacer lo mismo con la pirata Greyjoy —se burló Dorcas con indiferencia—, todo el reino sabe que te ves con la pirata pelirroja y capitana del pirata al que yo traje.
—¿Por eso trajiste a Dimitri? ¿Para fastidiarme?
Aemond se encontraba corriendo para mantenerse cercas de la pelinegra quien caminaba exageradamente rápido.
—Si quisiera fastidiarte traería a Miranna Greyjoy —respondió Dorcas con una sonrisa maliciosa—. Escuché que te dejo porque la fastidiaste, ciertamente no me sorprende solo es impresionante que no se haya ido antes. Tu madre seguro te mantuvo molesto por sus críticas por salir con ella y la pobre tenía que soportar tu mal carácter y ego.
Aemond miraba con desdén a su prometida, ella había dado un golpe bajo al meter a Miranna en la discusión en especial porque la herida seguía siendo fresca para él.
La pirata lo había abandonado recientemente y para él había sido uno de los peores vacíos de su existencia, claro que a la princesa no pudo importarle menos.
—Al menos me quería no como Cregan contigo —contra ataco Aemond con rabia—. Él te muestra su constante indiferencia y sigues creyendo que él desea estar contigo solo por promesas vacías que te hizo hace años ¿Realmente crees que va a cumplirlas porque te quiere? Eres tan ingenua si crees una palabra de lo que él dice y más si sabes lo que hace cuando está aquí.
La confusión inundó la mente de Dorcas y un sonido hueco llegó a los pasillos en cuanto Aemond terminó de hablar ya que la menor lo había abofeteado para después irse hacia su dormitorio.
Dorcas siempre se aislaba cuando se sentía molesta, sabía que si no lo hacía diría cosas hirientes de las que se arrepentiría después y por eso jamás había pasado tiempo con alguien que apreciaba en esas circunstancias.
Su enojo en cambio era dirigido a algo más útil, buscaba cualquier cosa que fuera digna de ser escrita en sus diarios ya que Rhaenys le había enseñado que el conocimiento era poder y si sabías los crímenes de las personas a tu alrededor podías usarlos a tu favor cuando lo necesitarás, no le sorprendió haber llenado uno de sus libros en menos de dos horas
—¿Hace cuánto llegaste? —preguntó Lucerys sentándose junto a la pelinegra—. No te vi llegar.
—Llegue en la hora del desayuno —respondió Dorcas cerrando su libro—. Tú llegaste una hora después y yo estaba abofeteando a Aemond.
Lucerys la miró con sorpresa antes de soltar una carcajada imaginando la escena, le habría encantado haberlo presenciado por si mismo para ver la cara furiosa de su tío.
Rhaena se acerco a los dos primos con una sonrisa aliviada, la última vez que había visto a su tía fue cuando se enteraron que Raelon iba a ser padre por primera vez y recordaba como ella lloraba sin consuelo alguno pero Dorcas prefería pretender que no la había consolado toda la noche para mantener el orgullo de la platinada.
—¿Piensan ir a la cacería? —Rhaena se sentó junto a Dorcas con timidez—.
—No realmente...
Lucerys no termino la frase debido a que Aemond y Jacaerys estaban peleando en el corredor y llamaron la atención de los otros tres quienes inmediatamente se pararon para ayudar a Jacaery.
—¿Se supone que debemos preocuparnos por sus peleas por masculinidad? —se burló Dorcas fingiendo no estar preocupada porque la discusión terminará en golpes—.
Los dos mayores la miraron con molestia, el de un ojo en cambio se alejo del hijo mayor de Rhaenyra Targaryen para acercarse a su prometida, Rhaena ya se había posicionado junto a su prima por si debía golpear a su tío.
—Tal vez deberías empezar a preocuparte por cosas que te afecten —siseó Aemond—, como probar tu legitimidad ya que tu madre podría convencer al reino de que realmente eres una bastarda de Mucilber Stark, como tus primos.
Dorcas ya había enfundado su daga sin ser notada por Aemond pero si que lo vio Jacaerys quien se puso delante de la de ojos violetas apartando al tuerto de ella.
—Descuida querido tío, mantente preocupado en no perder otra parte de tu cuerpo —gruñó Jacaerys sorprendiendo a Dorcas en cuanto le quito su daga y la guardo bajo la mirada del ojo de Aemond quien palideció—. No creo que sea bueno para ti que alguien desee despojarte de tu lengua y que pueda cumplir sus deseos o impulsos.
—No podrían ni matar a un cerdo.
—¿Desea probarlo por sí mismo, mi príncipe? —se burló la pelinegra.
El príncipe tuerto se fue furioso dejando a los menores en el corredor, la pelinegra debía admitir que ver el repentino golpe de madurez en Jacaerys le había gustado bastante más de lo que le gustaría admitir.
El más alto le ofreció su daga con una sonrisa ladeada, esa que le dirigió a Baela cuando se comprometieron.
—Hace mucho que no nos encontrábamos —Jacaerys besó el dorso de la mano de la norteña—. No es tan decepcionante tu presencia en esta ocasión.
Lucerys jalo de su mejor amiga hacía el lado opuesto del corredor siendo seguidos por los otros dos presentes.
—Vamos a ir a la estúpida cacería —sentenció Lucerys con molestia.
La pelinegra habría sonreído de no ser porque debía mantener la apariencia de ser una dama correcta de la corte frente al primogénito de Rhaenyra Targaryen y la pequeña princesa que había criado como suya.
—Creí que no deseabas ir —murmuró Dorcas con confusión—. ¿Qué cambió?
—Hemos sido insultados por Aemond eso lo cambio —bufó Lucerys—, cazaremos al animal más grande del bosque y cerraremos la boca de Aemond y si eso no es suficiente te dejaré terminar lo que empezaste.
La princesa disfrutó del pensamiento de acabar de una vez con todas con la agonía de permitir que Aemond siguiera con vida, pero la sola idea de hacerlo por sí misma fue lo que más la entusiasmó.
—Suena bastante bien para mi —sonrió Dorcas.
Jacaerys abrazó a los dos chicos frente a él por los hombros haciendo que dejarán de caminar por su fuerza, haciendo que Rhaena sonriera ante la molestia de sus amigos.
—¿En qué los ayudo?
La menor hizo una mueca de disgusto ante el contacto físico que mantenía el príncipe Jacaerys con ella, Rhaena habría podido jurar que se veía a punto de vomitar.
—Quítame las manos de encima.
—Dudó que pueda —Jacaerys le guiñó un ojo a Dorcas ganándose un codazo de parte de la menor dejándolo sin aire y haciendo que la soltará—. Creo que ya lo logré.
Jacaerys se encontraba molestando a Dorcas deliberante sabiendo que tarde o temprano ella explotaría y podría burlarse sobre sus elecciones en cuanto a sus amantes con la intención de ofrecerse para ser uno de ellos con el mero fin de arruinar su reputación.
—Serás más útil dejándote de tonterías y tomando una espada —le sonrió Dorcas con falsa simpatía—. Solo dame un arco y quédate atrás de mis flechas, así obtendremos la presa más grande.
Rhaena miraba con curiosidad las miradas que se brindaban los mayores, el violeta contra el violeta, fuego y hielo. Ella conocía esa mirada porque la había visto antes, la había visto cuando sus padres se miraban, cada vez que Lucerys veía a Darren podía notarla, incluso sabía que estaba presente cuando ella miraba a Raelon Targaryen.
Lucerys y Rhaena al sentir incomodidad dejaron a los mayores solos, ellos ni siquiera lo habían notado.
—La confianza en una mujer es rara de ver —comentó Jacaerys con aburrimiento—. Jamás creí que llegarías a ser tan confiada, tu entre todas las mujeres sabes lo que tienes que perder.
La princesa le sonrió con falsedad sabiendo lo que tramaba el hijo de Rhaenyra Targaryen, ya que Jacaerys era un rompecabezas pero a ella le aburrían desde que empezó a jugar ajedrez.
Era tan fácil de leer para la pelinegra que solo le parecía entretenido ver cómo seguía tratando de obtener su atención bajo el misterio que no poseía ante los ojos de la Stark.
—Cambiaste —dijo Dorcas con sorpresa—, es raro que no me parezcas tan irritante como de costumbre ¿Aegon de casualidad no te embriago?
Jacaerys rio con malicia antes de acercarse a la menor con diversión y galantería, aunque ella estaba nerviosa ante la cercanía jamás lo demostró ni retrocedió.
Estaba mucho más interesada en seguir con las burlas hacia el tercero en la línea de sucesión que de cualquier otra cosa, después de todo siempre le pareció un juego mediocre pero lo suficientemente entretenido.
—Podrías comprobarlo tu misma.
—Prefiero no hacerlo, mi prometido se encuentra en estos muros al igual que Dimitri. Sería una falta de respeto que no pienso cometer en contra de Dimitri.
Jacaerys sonrió antes de negar con la cabeza, Dorcas aparto la mirada pero rápidamente fue jalada hacía el chico ya que este la había besado.
Apenas había sido un ligero roce pero ambos se encontraban escuchando los rápidos latidos de sus corazones y a lo lejos se escucho como los dragones de ambos jinetes rugían emocionados.
—Insolente príncipe.
—Sabemos que te gusta mi insolencia.
Dorcas lo abofeteó con fuerza obteniendo un gruñido adolorido de parte del mayor quien tocaba la zona afectada con sorpresa.
—¿Qué fue eso? —cuestionó Jacaerys alterado.
—La respuesta ante tu insolencia absurda —le gruñó Dorcas indignada—. A diferencia de usted, poseo la capacidad de mantener un límite. Yo no planeo herir a Dimitri por su insolencia y carencia de modales para las de mi género.
Jacaerys suspiró sabiendo que su plan había fracasado por completo y se puso de rodillas ante la menor dejándola aturdida.
—Le ruego me perdone, mi princesa —Jacaerys tomó las manos de la pelinegra entre las suyas obteniendo las miradas de algunos nobles que pasaban por ahí—. Mis actos son imperdonables pero le ruego que sea piadosa pero su perfección me robó la cordura y modales para reemplazarlos por imprudencia, le juro que no se volverá a repetir.
Las damas que los veían parecían encantadas con las dulces palabras que salían de la boca del mayor quien se mantenía sobre sus rodillas y sus ojos veían a la menor con una falsa abatía.
—En definitiva es hábil con las palabras mi príncipe —le sonrió la menor con falsa simpatía—, pero no puedo tolerar que se ponga de rodillas por mi. En especial cuando mi compromiso con nuestro tío ha sido pactado por lo que sus actos son además de indecorosos un acto de traición.
Las mujeres comenzaron a murmurar sus lamentos sobre cómo los dos adolescentes frente a ellas no podrían estar juntos incluso bajo tan encantador encuentro, desconociendo que solo se molestaban al uno al otro bajo una manera de falso encanto.
—Rogare a su padre por su mano —Jacaerys le puso un anillo de acero Valyrio y un gran rubí en forma de rombo en su dedo anular dejando a las mujeres suspirando—. Me temo lo que podría pasarme sino llego a desposarla, mi señora.
Jacaerys dejó un beso en los nudillos de la pelinegra sin borrar su sonrisa burlona y socarrona de su rostro bajo las miradas soñadoras de las mujeres que creían haber presenciado un acto puro de amor.
Dorcas dio una reverencia ante Jacaerys fingiendo estar apenada por su conducta antes de marcharse junto al mayor.
—Ridículo —bufó Dorcas obteniendo una carcajada de parte del castaño—. Tu actitud es ridículamente mediocre, solo un ciego creería que deseas desposarme. Toma tu anillo.
—¿Y decepcionar a las mujeres solteronas de la corte? —Jacaerys lo dijo como si fuese el mayor de los pecados mientras le seguía sonriendo con burla a la menor—. Claro que no.
Pero los ojos de ambos se posaron al otro lado del corredor donde la reina Alicent los veía atentamente mientras su expresión mantenía una mueca llena de molestia al ver a la prometida de su hijo bromeando con otro príncipe, el tercero en la línea de sucesión que podría ser un problema para ella y sus hijos si decidía que quería desposar a la norteña ya que ningún hombre cuerdo se negaría a un matrimonio con tantas ventajas para su casa.
—Ella me pone los nervios de punto —comentó Dorcas aferrándose al brazo de Jacaerys.
El mayor la miró con confusión pero aún así tomó a la pelinegra de la mano en un intento de calmarla.
—¿Te están forzando a casarte con Aemond, no es verdad? —no era una pregunta real, Dorcas sabía que Jacaerys no estaba preguntando en realidad sino estaba diciendo lo que era obvio—. Por eso Luke fue a pedir tu mano y tu padre se negó, no podrían negarse a mi. Soy él sucesor de la heredera al trono y lo que yo pida no se me puede ser negado, sólo debes de decir que si.
Los ojos de Dorcas recorrieron el rostro del mayor sumamente confundida y en busca de cualquier señal de burla o mentira en él, pero no lo encontró.
—¿Por qué querrías casarte conmigo? —cuestionó Dorcas confundida—. Después de todo creí que me detestabas.
—No podría hacerlo —negó Jacaerys acariciando la mano de la menor—, hemos pasado por demasiadas peleas juntas como para no conocerte o apreciarte lo suficiente como para dejar que te arruinen la vida en un matrimonio con Aemond. Él va a destruir cada pieza de libertad que posees no serás una esposa a su lado sino solo una máquina de bebés, yo quiero a una esposa libre y fuerte; te quiero a ti.
—¿Desde cuando?
Jacaerys tomó ambas manos de la menor haciendo que Alicent se acercara a ellos con paso rápido a la vez que Ser Jensen hacía lo mismo desde el lado contrario del corredor.
—Desde que fuimos a Driftmark a pedir la mano de Baela —respondió Jacaerys con honestidad en sus palabras—. Ahí supe que no era a Baela a quien quería a mi lado, no quiero una vida fácil y tranquila al lado de Baela, quiero la aventura, retos y diversión de estar a tu lado.
—Deberás de darle tu propuesta por escrito a la Serpiente Marina —le sonrió Dorcas—, tal vez te seleccione como un buen prospecto.
La reina se puso frente a los dos menores mientras que Ser Jensen se posicionaba detrás de ellos de forma protectora.
—Princesa Dorcas —la llamó Alicent con una sonrisa tensa—, me temo que no puede seguir mostrando semejantes actos de confianza si desea mantenerse comprometida con mi hijo el príncipe Aemond.
—Mi princesa —Ser Jensen hizo una reverencia ante los tres presentes—. La princesa Rhaenys me ha enviado por usted y el príncipe Jacaerys, es de suma urgencia que vayan a buscarla.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro