🍃Une: La vie immortelle.
El reino de Olenor se ha diferenciado del resto del mundo al poseer un encanto sin igual. Esas tierras se encuentran rodeadas por leyendas mágicas que han circulado desde el día de su creación; en ellas se cuenta la existencia de un mágico bosque que vive bajo la tierra, lugar donde las más antiguas brujas residen y han desarrollado su magia, estando alejadas del mundo mortal, y viviendo en completa paz y tranquilidad.
Min Yoongi es el actual rey del poderoso reino. La mano de hierro que ha utilizado para reinar ha sido el arma perfecta que ha mantenido a su pueblo a salvo de invasiones enemigas. Olenor es rico en la producción de armamento de guerra, así como en materiales preciosos como extensas minas de oro y diamantes, siendo esto una razón más para soportar constantes ataques de grupos rebeldes.
El rey anterior advirtió a su hijo que llegaría un día donde tendría que arriesgar algo valioso para poder mantenerse en pie; Yoongi no comprendió esas palabras en aquel momento, pero, ahora que veía aquel manto de oscuridad querer invadir en su reinado, es que el monarca por fin puede discernirlo.
La guerra lo estaba alcanzando, la muerte se imponía como un poderoso augurio certero que amenazaba con derribar todo lo que con años se ha mantenido a salvo. Yoongi sabe que en esa ocasión, las espadas filosas y los escudos impenetrables que posee su ejército no sería suficiente para que su pueblo lograse ver la luz victoriosa que pintaría otro día.
No. Él necesita ir más allá de lo que todos se habían atrevido a ir.
Se internó por días y noches eternas en la biblioteca real. Miles de libros le recibieron cargados de letras antiguas; el poderoso rey se envolvió entre tantas páginas, buscando ansiosamente una manera para que Olenor permaneciera en la cima como hasta ahora, y teniendo la firme creencia que la sabiduría de antaño sería aquella que le indicaría el camino correcto a seguir.
Él no lo supo, pero el viento que sacudió los grandes cortinajes llevaba consigo aquella respuesta. En el exterior y bajo la tierra el bosque ancestral se estremecía en completo reconocimiento, llamando silenciosamente y extendiendo aquella ayuda que el monarca a gritos estaba pidiendo.
De entre los muchos libros, uno en específico brilló con fuerza; las manos del rey lo tomaron con un poco de inseguridad, más no tardó en abrirlo para tratar de descubrir el secreto oculto en aquella señal que le fue entregada.
Fue así como descubrió el gran secreto que los bosques decían a gritos. La existencia de las brujas verdes era hasta ese momento un cuentecillo que le contaban cuando era niño, ahora que lo veía en aquel libro y en aquellas circunstancias es que Yoongi realmente empezaba a tomar en serio las palabras dichas por su madre.
"Bajo la tierra hay una magia antigua que el mundo impuro jamás ha de tocar. Esa magia formó seres dotados de belleza e inmortalidad que yacen ocultos, pero, que a su vez están ahí para servirnos en los momentos tormentosos y oscuros"
Los recuerdos de su niñez comenzaban a cobrar sentido. Yoongi siempre supo que había una especie de magia que rodeaba al reino, su misma madre era considerada una fuente de divina grandeza que dotaba de belleza al reino entero; el encanto mismo que brillaba con fuerza en la mirada del rey cada vez que miraba a su reina, y también están ahí los cánticos dulces que le han acompañado durante el largo camino de su vida.
Esas son las señales que necesitaba recordar para creer con firmeza en la existencia de las brujas; aquellos seres mágicos y poderosos que le darían lo que necesitaba para sobrevivir a la catástrofe que estaba por azotar a su reino.
Inmortalidad.
El gran rey necesita poseer el don sagrado de la inmortalidad para que ninguna tempestad, por muy grande que sea, pueda derribarlo; necesita y anhela que el hilo de su vida se fortalezca para ser esa ancla de salvación que su pueblo merece, convertirse en el guardián eterno del próspero Olenor, sin el miedo de que la muerte llegue un día para llevarlo lejos.
Aquel libro le había indicado el inicio del camino que debía tomar, estaba en las manos de Yoongi decidir seguirlo hasta internarse en la mágica tierra que estaba dispuesto a recibirlo, siempre y cuando sus deseos fuesen desligados de pensamientos oscuros y mezquinos.
¿Y qué fue lo que el gran rey anheló en aquella madrugada? Nada más que tomar su caballo y salir bajo el silencio de la oscuridad, con la esperanza de que sus instintos lo guiasen a la entrada del bosque legendario que le daría solución a su pena.
Porque ahora sabía que Underworld era real; aquella tierra encantada y que vivió por muchos años en cuentos infantiles era tan real como los latidos acelerados de su corazón ante el conocimiento de tan magnifica noticia.
Las brujas verdes aguardaban y estaban dispuestas a cumplir uno de sus deseos. Yoongi lo sabía, y es por ello que no debía perder más tiempo.
El sol empezaba a pintar el cielo con sus rayos tenues, la mañana iba tomando fuerza, y con ella el movimiento del castillo. Guardias reales y gran parte de la servidumbre se movían en absoluto frenesí, siguiendo las órdenes que su rey estaba dando con toda determinación.
Kim NamJoon era el poderoso general del reino y gran consejero para el rey. Ambos crecieron juntos, juraron lealtad hacia el otro y así se habían mantenido por todos esos años que pasaron. Es por eso que a Yoongi no le sorprendió la repentina afirmación de su amigo.
—Iré contigo.
Los ojos de Yoongi miraron con cierto grado de calidez a su general. NamJoon era un hombre completamente leal, y podía ver la preocupación cubrir cada rincón de sus ojos cargados de transparencia; sin embargo, en esa ocasión no podría acompañarlo.
—Es un camino que debo tomar solo —fueron las palabras del rey—. Me temo que no será posible lo que quieres.
—Mi deber es proteger al monarca de nuestro reino —respondió el menor—. ¿Qué sentido tiene ser llamado general si no puedo darle honor al título?
—Lo haces al obedecer mis órdenes, general Kim —afirmó el rey—. Necesito que te quedes aquí y cuides de Olenor, solamente puedo confiar en ti para esta tarea.
NamJoon retuvo el impulso de protestar; irguió la postura y se mantuvo con la mirada al frente. Los ojos del rey lucían decididos, esa determinación era la que siempre representó al poderoso linaje Min, aquella que con sólo una mirada decía todo lo que estaba dispuesto a tomar y arriesgar por su pueblo. El general lo supo al segundo año de entrenamiento que compartió con su rey, y en ese mismo tiempo fue que Yoongi ganó su absoluta lealtad y respeto.
Porque un verdadero rey era aquel que ganaba la voluntad absoluta de su gente, no el que imponía utilizando la fuerza de su corona para doblegar corazones a un sentir forzoso que mancharía hasta la mínima pizca de lealtad, ocasionando un desequilibrio que llevaría a un catastrófico final.
—Diga su orden, majestad —el general habló, doblando una rodilla en el suelo en completa sumisión—. Estoy dispuesto a cumplirla sin importar las consecuencias.
Todo movimiento a su alrededor desapareció. Yoongi estaba bajo la atención de las personas que veían con devoción el respeto que el máximo general estaba mostrando a la corona, logrando fortalecer los lazos de la sangre real con todo el reino. Una pequeña sonrisa fue dibujada en los labios finos, el rey extendió la mano derecha hacia NamJoon en señal de aceptación, para posteriormente dar la orden real.
—General Kim NamJoon —la voz fuerte del rey resonó en cada rincón del salón—. Te quedarás a cargo de Olenor; cuidarás de él y tu espada será el arma que mantendrá a salvo a nuestro pueblo, mientras no esté —tomó una pequeña inspiración—. Has de tomar decisiones que favorezcan el bienestar de todos, y si mi regreso se prolonga o se convierte en un espejismo lejano, tomarás control total como guardián del trono hasta que mi linaje resurja, bajo la descendencia de mi hermano.
NamJoon apoyó la mano derecha a la altura de su corazón. —Seguiré sus órdenes, rey Min.
—Levántate —indicó Yoongi, siendo obedecido en el mismo momento que las palabras abandonaron sus labios.
El general permaneció de pie con la mirada puesta en su rey y amigo. —Ten mucho cuidado, Yoongi —habló en tono bajo, pero cargado de preocupación—. No sabemos nada de ese mundo al que piensas entrar, lo mejor que puedes hacer es ser precavido.
—Tendré cuidado —prometió Yoongi, pero NamJoon no lucía del todo convencido.
—¿Es totalmente necesario? —dejó pasar un par de segundos para volver a preguntar—. ¿Crees que funcione?
El rey exhaló lentamente. —Esas son las respuestas que buscaré en el bosque, no puedo dártelas porque no las tengo.
—Es riesgoso —aseguró el general.
—Todo riesgo vale la pena, si con ello aseguro el bienestar de mi pueblo.
Los ojos de NamJoon demostraron la admiración profunda que sentía por su rey. Finalmente, se encontró sonriendo amenamente; después de todo, la confianza que había crecido entre Yoongi y él era un lazo inquebrantable que brillaba con mayor fuerza cada vez que una calamidad amenazaba con desplomar las murallas del reino.
—Estaremos esperando tu regreso —se encontró respondiendo.
Yoongi hizo un pequeño asentimiento. —Hasta entonces, cuida de Olenor con tu vida.
Con ese juramento realizado por ambos, el rey tuvo plena certeza de que su reino quedaba en manos competentes y valientes que cuidarían sin dudar de cada rincón de sus tierras. Ahora en su mente solamente reinaba la esperanza de que aquel viaje largo y desconocido no fuera en vano, y que pudiera obtener los resultados esperados.
Sus esperanzas yacían totalmente en la magia antigua que componía a las poderosas brujas del bosque subterráneo. Solo ellas darían el don precioso que se convertiría en la llave de salvación de todo Olenor.
La entrada al mundo de las brujas yacía oculta en los frondosos bosques que rodeaban Olenor. A Yoongi le costó mucho poder analizar las pequeñas pistas que estaban plasmadas en diversos libros; sin embargo, horas más tarde se encontró saliendo de la seguridad del castillo, con el único objetivo de encontrar aquel lugar que cambiaría su destino.
Se esforzó para que su viaje fuese discreto, y el motivo del mismo era un valioso secreto que solamente compartió con su general. No sabía cuántos días tardaría en regresar, lo único que tenía presente era que no debía hacerlo mientras siguiera siendo un simple mortal destructible.
Con ayuda de su caballo pasó por el sendero más alejado del pueblo, una capa negra se encargaba de cubrirle de todos los ojos curiosos con los que se iba encontrando, mientras que un pequeño morral atado a la montura aseguraba la comida de tres días; luego de ese tiempo tendría que ver cómo solucionarlo.
El bosque no tardaba en hacer aparición, miró a su alrededor con cuidado de encontrarse con algún forastero que tuviese intenciones de dañarlo, pero afortunadamente el camino estaba desolado y tranquilo, permitiendo que sus pensamientos e ideas se entrelazaran entre sí para crear un plan medianamente bueno que lograra funcionar.
Llevaba algunos cuarenta minutos de viaje cuando los grandes y espesos árboles pudieron vislumbrarse en la lejanía. Instó a su fiel corcel para que apresurara el andar, los rayos del sol todavía lucían fuertes, anunciando con ello el nacimiento de una tarde esplendorosa.
En su mente repasaba con cuidado cada una de las indicaciones ofrecidas. Primero debía encontrar un arco de musgo que lo desviaría del camino principal, encontraría un sendero de piedra que lo llevaría hacia el árbol más antiguo del bosque, lugar donde se encontraba oculta la cueva de las mil luces que sería su pase directo a la tierra mágica de las brujas.
Se internó en el profundo bosque donde los rayos del sol quedaron olvidados. Yoongi siguió avanzando en completo silencio, de vez en cuando ralentizaba su andar, hasta que llegó a un punto específico que no le permitió seguir avanzando con su fiel caballo debido a la estrechez del camino y la espesura de la maleza.
—El resto del camino debo hacerlo solo —murmuró por lo bajo, al tiempo que miraba la magnificencia del verdor de aquel lugar en específico.
Bajó de su caballo y tomó el morral que contenía su alimento. Acarició de manera suave la crin para luego dar una palmada en el lomo blanco del fiel corcel.
—Vamos, Máximun. Vuelve a casa —y en el mismo momento, el hermoso caballo regresó por el camino que anteriormente habían cruzado.
Cuando estuvo completamente solo, el rey se permitió exhalar un suspiro profundo. Sus pasos dieron inicio, las gruesas botas rompían las pequeñas ramas secas haciendo más sonido del deseado, más ese no fue impedimento para seguir avanzando. Largos minutos de tranquila caminata se llevaron a cabo; el canto de las aves era una melodía que le mantenía tranquilo y, que al mismo tiempo le ayudaba a soportar la ansiedad que poco a poco se iba adueñando de su cuerpo al no poder encontrar la primera pista que le asegurara que iba por el camino correcto.
—Tiene que estar por aquí —habló alto porque necesitaba un medio más para distraerse.
Finalmente, y luego de una hora completa de caminata pudo encontrar el arco de musgo. Estaba ubicado tras el río que desembocaba en el lado sur de su reino, y gracias a la propia maleza del bosque no era visible a simple vista. Fue una fortuna para el rey que haya decidido continuar a pie, pues está seguro que de haber seguido a caballo no hubiese podido verlo.
El ánimo en Yoongi aumentó al saber que iba por el camino correcto. Pasó bajo el gran arco de musgo, y siguió caminando con paso seguro hasta que bajó por una pendiente estrecha que lo acercaba a las tranquilas aguas. De ahí en adelante el sendero se volvió más estrecho, ocasionando que los pasos fuesen lentos más no se detuvo por ningún momento, hasta que su mirada encontró con infinita felicidad la segunda pista de que seguía en el camino correcto.
Justo ahí, a pocos metros de distancia se encontraban las piedras preciosas de forma redondeada y azulada que cubrían el siguiente camino a tomar. El sendero de piedras se mostró en todo su esplendor ante el rey, quien no perdió tiempo y rápidamente lo tomó para seguir avanzando antes que la noche lo alcanzara.
Caminó por el infinito lugar, resignándose a no poder calcular la distancia recorrida. Cada vez que sus pasos ganaban distancia, los árboles mostrados eran de mayor espesura y tamaño. Las copas se encargaban de cubrir el cielo opaco, y la oscuridad poco a poco se iba formando, hasta que llegó un punto donde la noche y el cansancio pesaron en su mente y cuerpo maltratado.
Yoongi decidió que el momento de descansar había llegado. Escogió un lugar oculto tras el tronco de un árbol y ahí en medio de la oscuridad y silencio comió un poco del alimento que había llevado, mientras su mente se encargaba de repasar una y otra vez las palabras que diría, o el comportamiento que mostraría una vez tuviera a una bruja frente a él.
Pocos minutos tuvieron que pasar para que el sueño gobernara la mayor parte de su mente. El rey se recostó en el suelo cubierto de tierra y hojas secas, siendo la capa gruesa aquel manto que lo cobijó durante esa noche que pasó bajo la penumbra del bosque.
Despertó gracias al incesante movimiento que podía captar a su alrededor. Podía escuchar claramente el sonido de las hojas al ser removidas, así como un grave tarareo que le hizo fruncir el entrecejo en disgusto. Pese a los sonidos que cobraban fuerza a medida dejaba pasar los minutos, Yoongi se negaba a abrir los ojos, por supuesto que, eso tuvo que cambiar cuando recordó la situación en la que se encontraba.
Su mente le recordó de golpe que no estaba en el castillo, por ende, aquellos sonidos que sus oídos escuchaban podría significar peligro para él.
Abrió los ojos de golpe y casi lanza un grito cuando pudo ver el rostro de un joven demasiado cerca del propio. Los ojos contrarios se ampliaron a más no poder, al mismo tiempo que un par de manos viajaban hacia la boca del rey, quien no sabía con exactitud desde hace cuanto la tenía abierta.
—¡No vayas a gritar! —gritó el castaño. Yoongi rodó los ojos ante aquello.
El pelinegro se liberó del flojo agarre del intruso. Los ojos rasgados miraron con intensidad al contrario; encontrando un rostro sumamente hermoso, cabellos castaños y un par de orejas puntiagudas que le hicieron saber que se trataba de un elfo.
Para Yoongi fue increíble el mero hecho de tener a una criatura de tan mágico nivel frente a él; sin embargo, desde hace años se sabía de la existencia de los elfos así que la impresión no fue tan exuberante, claro que, eso no restaba ni un ápice a toda la curiosidad que estaba sintiendo.
—Tú gritaste —fue su respuesta simple. Dejó de lado todo pensamiento y rápidamente se puso de pie.
Por supuesto que, no contaba con que el castaño lo seguiría tan animadamente. Yoongi tuvo que recordar los años enteros de educación que pasó durante la mayor parte de su vida, de lo contrario está seguro que hace un par de minutos se hubiera desecho de la compañía indeseada.
—¿Hacia donde vas?, ¿Puedo acompañarte? Voy a acompañarte —el pequeño elfo hablaba sin parar, importándole poco la mirada de muerte que el rey le mostraba la mayor parte del tiempo.
Gran parte del mal humor de Yoongi se debía a las tempranas horas de la mañana y al clima frío que calaba en lo profundo de sus huesos. Por lo general, ese tiempo lo aprovechaba para entrenar o dar una pequeña caminata en los amplios jardines del castillo, siempre procurando estar a solas para no descargar en personas inocentes su mal humor.
Era una completa catástrofe que en esa mañana no pudiera seguir su itinerario habitual, sumándole que tampoco podría estar solo a como siempre acostumbraba.
—No estoy prestando atención a lo que sea que dices —revolvió su cabellera con frustración al sentir los pasos que le seguían—. Así que mejor cállate, necesito concentrarme.
—Pero, todavía no me he presentado —el elfo caminó rápidamente hasta colocarse frente al rey—. Debo hacerlo o seré maleducado como tú.
Yoongi jadeó ofendido. —No soy maleducado, soy un hombre ocupado que busca desesperadamente la entrada hacia el mundo de las brujas, pero resulta que no puedo avanzar gracias a ti —gruñó con molestia—. Estás haciendo que pierda tiempo valioso, así que, ¿Por qué no te vas a pasear por ahí?
—Soy Taehyung —se presentó con una sonrisa radiante, ignorando todo lo dicho por el pelinegro.
El rey retuvo el impulso de maldecir, y en su lugar empezó a contar mentalmente. Siguió caminando, el elfo que se presentó bajo el nombre de Taehyung le siguió, pero Yoongi ya no se sorprendió.
Hasta que nuevamente Taehyung habló, revelando una información que creó una oleada intensa de ansiedad, logrando sacudir su cuerpo completo en anticipación.
—Si buscas llegar a Underworld, déjame decirte que vas por el camino equivocado. El gran árbol se encuentra del otro lado.
Yoongi volteó a verle tan rápidamente que creyó escuchar el crujir doloroso de su cuello. —¿Cómo sabes que voy a ese lugar?
—Todos los humanos que se atreven a llegar hasta esta porción del bosque, es porque buscan Underworld —la voz había dejado de sonar divertida, dándole más seriedad al elfo que adquirió mirada astuta y profunda—. ¿Me he equivocado contigo?
—No —respondió Yoongi, apuñando ambas manos para mantenerse tranquilo. Nuevamente preguntó—. ¿Sabes cómo llegar?
La sonrisa en Taehyung volvió a aparecer. —Conozco muy bien el camino.
—¿Por qué debería creerte? —a pesar de la pregunta, el rey realmente creía en las palabras del elfo.
El castaño le dio una mirada divertida, y, a la vez cargada de obviedad. Yoongi no la comprendió al principio, pero sólo le bastó escuchar la respuesta del elfo para saber que necesitaría de su ayuda mucho más de lo que pudo imaginar.
—Porque vivo ahí.
Yoongi supo que Taehyung dijo la verdad cuando media hora después tenía al gran árbol del bosque frente a él. Era majestuoso, múltiples ramas cubiertas de hojas y flores verdes le daban un aspecto hermoso; los rayos dorados del sol se colaban entre las ranuras, ofreciendo una luminosidad que le pareció preciosa y mágica.
—¿Qué te parece? —indagó el elfo con curiosidad.
Los ojos del rey permanecían fijos en el imponente árbol. —Es precioso.
—Es sólo una pequeña porción de todo lo que compone a Underworld —aseguró el castaño; los ojos le brillaban en completa devoción cada vez que hablaba de aquel mundo, y Yoongi no podía evitar el sentimiento de curiosidad.
—Creí que ese lugar era exclusivo de las brujas —se sinceró el rey. Ambos habían iniciado a internarse en la cueva que estaba en la base del gran árbol, la cual les guiaba a un pequeño túnel que estaba iluminado por cientos de luciérnagas brillantes y de muchos colores.
<<La cueva de las mil luces>> dedujo el monarca con una sonrisa en los labios.
—Eso es lo que la mayoría de los visitantes piensan. Sin embargo, Underworld es un paraíso seguro, donde la diversidad de la magia natural fluye con libertad —Yoongi se tensó porque aquella suave voz claramente no pertenecía a Taehyung—. Tenemos a los amistosos elfos, a las coquetas hadas —una risita melódica endulzó los oídos del rey, el elfo a su lado permanecía tranquilo y con una gran sonrisa—. También está la astucia de las sirenas... —hubo una pequeña pausa en la cual el pelinegro escuchó pequeños pasos—. Y, por supuesto que también verás el poder de las brujas.
Taehyung siguió caminando con normalidad y Yoongi se vió obligado a seguirlo. El túnel era más largo de lo que creyó, y siempre estaba presente aquella pequeña incomodidad, al saber que el dueño de la voz suave les seguía de cerca.
—Hay muchos seres que la curiosidad de tus ojos despertará, pero sólo debes prestar atención al encanto ancestral que la magia de las brujas mostrará —nuevamente la voz llegó para estremecer cada rincón del cuerpo del rey—. Deseas con anhelo profundo el sagrado don de la inmortalidad, un favor que está lleno de gracia, pero que también es riesgoso si lo utilizas para hacer maldad.
—Quiero proteger a mi reino —respondió automáticamente, sin saber con exactitud la razón que lo orilló a hacerlo.
Le parecía increíble que Taehyung caminara en completo silencio y sin prestar atención; casi parecía esperar que algo como aquello sucediera, logrando confundir más al propio rey que charlaba con una voz sumamente hermosa, pero desconocida.
—Lo sé —la respuesta le distrajo de sus pensamientos, para nuevamente envolverlo en una nube entera de confusión—. El rey Min Yoongi ha venido hasta este lugar por una intención que está alejada de la codicia, y es esa misma la razón que hará su deseo realidad.
Un sentimiento apabullante se instaló en el pecho del rey. —¿Quién eres tú? —tras la pregunta hecha pudo notar un cambio en la expresión de Taehyung, así que nuevamente inquirió—. ¿Por qué me has dicho todas esas cosas?, ¿Qué eres?
Las luciérnagas que componían el techo iluminado volaron con fuerza hasta deshacerlo. Yoongi pudo ver con sorpresa la desaparición completa del túnel por el que hace poco estuvo caminando. Ahora, un hermoso bosque le recibió, los árboles tenían una forma nunca antes vista y había criaturas raras y hermosas que le miraban fijamente; tres cascadas de agua cristalina caían en una amplia laguna, donde las sirenas permanecían en completa tranquilidad. Y tras lo que pareció una eternidad, fue que el rey pudo comprenderlo.
<<Underworld>> sonrió porque ahora tenía completa certeza de que los cuentos que su madre le dijo cuando era niño tenían absoluta verdad.
Underworld era real, y lo tenía frente a él.
El viento cálido de aquel lugar sacudió su cabellera, los ojos del rey viajaron hacia la derecha, y fue ahí cuando se fijaron en el joven que le miraba casi sin parpadear. Ojos pequeños y de diferente color; el derecho brillaba en un precioso verde, mientras que el izquierdo mantenía la calidez del marrón, cabellos de un verde vivo como las hojas que componían cada porción de aquel bosque, piel delicada y rosácea que le daba un aspecto encantador y sano; con unos labios rojizos y gruesos que relamía cada vez que la mirada del monarca se posaba en ellos.
Yoongi se desestabilizó ante la inigualable belleza que aquel jovencito poseía, negándose a encontrar una explicación para el acelerado latir que comenzó a atacar sin tregua alguna a su corazón.
—Preguntaste quien soy —el joven extraño habló, el rey supo que aquella era la misma voz que estuvo escuchando en el túnel—. Soy Park Jimin, la persona que ha estado esperando por tu llegada.
🍃YOONGLH🍃
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