011
📱 :Capítulo once: . .⇢ˏˋ Llamadaˎˊ ꒰ 💚 ꒱
Kilua repicó su pie contra el suelo de forma ansiosa, tomando un poco de su refresco mientras observaba un punto perdido de la habitación. Solo faltaban algunos minutos para que llegara la hora de llamar a su crush de Tinder, y aunque era ella quien sufría de ansiedad social, seguramente él estaba más nervioso.
No quería cagarla, como solía hacerlo cada vez que abría la boca.
Por mensajes era más sencillo, ya que por lo menos se tomaba un momento para analizar su mensaje antes de enviarlo. Pero cuando de trataba de una conversación oral, las cosas cambiaban completamente. Él no era de esos que pensaban las cosas antes de decirlas, siempre era directo y sincero sin tomar en cuenta los sentimientos de los demás, pero esta vez no podía hacer eso. No quería decir nada que inconscientemente llegase a ofenderla y hacerla sentir mal, ya que con el tiempo se había dado cuenta de lo sensible e inocente que era la chica.
Un solo error de su parte podría arruinar su relación con ella, y no quería eso.
—Oye, si sigues haciendo eso le abrirás un agujero al piso —lo reprende Kurapika, señalando su pie con el dedo índice. Killua paró sus frenéticos movimientos de mala gana, ganándose una suspiro del rubio—. Gracias.
Gon observó con curiosidad a su amigo, curvando una leve sonrisa mientras se acercaba a él. Llevaba un buen rato notando su extraño comportamiento, pero al no querer incomodarlo con todas sus preguntas, decidió darle algo de espacio. Hasta ahora—¿Qué te pasa, Killua?, ¿te sientes mal?, ¿quieres otro besito?
El Zoldyck arrugó la nariz con asco, levantándose bruscamente de su asiento al ver como su amigo acercaba su rostro al suyo—¡Ya te dije que no, baaaka!—bramó, colocando una mano sobre su cara para alejarlo más.
—¡Que vivan los novios~!—exclamó Leorio, arrastrando sus palabras debido a todo el alcohol que nublaba sus sentidos.
—¡Que vivan!—levantó sus brazos Gon, sonriendo ampliamente
Killua alzó una ceja desencajado, curvando una mueca de horror antes de negar frenéticamente con su cabeza. Le mandó una mirada de reojo a su teléfono para verificar la hora, tragando duro al ver que solo faltaban dos minutos para las once y media.
«Maldición, ni loco la llamo con ellos aquí» pensó irritado, observando como el peliverde bailaba y cantaba con Leorio alguna canción improvisada por los mismos «Mejor iré al baño, ahí nadie me molestará»
—Voy a orinar.—anuncia, levantando levemente su mano como gesto de despedida.
—Ya era hora de que expulsaras esos tres litros de refresco que te bebiste.—gruñe Kurapika, mandándole una mala mirada de reojo.
El albino rodó los ojos pero no emitió respuesta alguna. Recorrió el pasillo hasta que encontró la puerta del baño, cerrándola con seguro luego de entrar. Bajó la tapa del inodoro para sentarse sobre ella, desbloqueando su celular para abrir el contacto de la chica.
Chasqueó la lengua al notar que la mano que sostenía el artefacto temblaba ligeramente, así que se vió en la obligación de pasar el celular a la otra. Suspiró ligeramente para calmarse, verificando nuevamente la hora en la parte superior de la pantalla.
11:31 pm.
«¡Maldición, ahora pensará que soy impuntual!» gruñó internamente, presionando sin dudar el botón de llamada.
Tragó saliva al colocar el celular sobre su oído, escuchando de forma expectante el pitido de espera. Frunció levemente las cejas cuando escuchó el sonido que indicaba que le habían colgado, y algo confundido volvió a marcar el número.
Esta vez no tuvo que esperar mucho para conseguir una respuesta, ya que le colgaron al primer pitido.
—¿Huh?, ¿por qué no atiende? ¿Estará nerviosa?—se cuestionó a si mismo, inflando sus mejillas con cierta inconformidad.
Ensanchó levemente los ojos al recibir una llamada de un número desconocido, asumiendo por cuenta propia que se trataba de Asuka. Suspiró para calmar sus nervios, llevándose el artefacto a la oreja luego de aceptar la llamada.
—H-Hola-...
—¡Killua~, soy Gon! Olvidé decirte que cambié de número, te llamo para que me agendes otra v-...
—¡Estoy ocupado, baka!—bramó, colgando la llamada sin esperar respuesta de su parte.
Bufó irritado mientras apoyaba sus codos sobre sus rodillas, maldiciendo internamente a su inoportuno amigo. Rechinó los dientes cuando su tono de llamada sonó nuevamente, apretando fuertemente el artefacto para aguantarse las ganas de estrellarlo contra la pared.
—¡Ya te dije que estoy ocupado, maldita sea! ¡Si estoy en el baño no es para recibir llamadas, déjame cagar en paz!—bramó furioso, mientras un leve tic nervioso se hacía presente en su ojo izquierdo.
Solo se podía escuchar silencio al otro lado de la línea, lo cual lo dejó un poco confundido. Estaba por hablar nuevamente, hasta que un casi inaudible susurró lo cortó—L-Lo siento...
A Killua se le heló la sangre al escuchar lo suave y femenina que se escuchaba aquella voz, cayendo en cuenta de que no se trataba de su mejor amigo—¿A-Asuka?, ¿eres tú?
—¿Si?—respondió insegura, balbuceando algunas cosas antes de pronunciar:—P-Perdón por molestarte m-mientras haces t-tus necesidades.
Killua ensanchó los ojos avergonzado, mientras un intenso sonrojo cubría sus mejillas—¡No!, ¡te juro que no estoy haciendo nada!
—¿N-no estás en-en el baño?
—No, bueno, si —balbuceó, chasqueando la lengua irritado— solo estoy aquí para que nadie me moleste. No estoy haciendo nada.
—Oh...—musitó—, perdón por mole-molestarte.
El albino se llevó una mano a la cabeza, soltando un suspiro que terminó convirtiendose en una corta risa—No me estás molestando, estoy aquí para hablar contigo sin que mis estúpidos amigos nos interrumpan.
—¿S-Seguro?—cuestionó, a lo que él musitó un sonido afirmativo.
—Seguro.
—Entonces...—murmuró el chico, aclarando un poco su garganta antes de continuar— ¿cómo la estás pasando?
Naomi relamió sus labios, dándole una mirada fugaz a su entorno. Daiki estaba tragándose todos los refrigerios que su madre compró para ambos, mientras los adultos conversaban en una esquina de la terraza. Ella se alejó del resto para conversar un poco con el chico, lo cual los extrañó a todos pero no emitieron ningún comentario al respecto para no incomodarla.
Con su mano libre acarició uno de sus brazos, tratando de conseguir algo de calor corporal en el proceso—Bien...—susurró, y por suerte él alcanzó a escucharla— ¿Y tú?
—Huh, bueno... igual, supongo —murmuró, notoriamente incomodo— Y, eh... ¿qué cenaste?
La chica frunció levemente los labios, ladeando ligeramente la cabeza—Pavo.
—Je, pobre animal... digo, debió dolerle cuando lo mataron.—balbuceó, riendo forzosamente al final.
La chica entreabrió los labios horrorizada, sintiéndose profundamente culpable por haberse comido al indefenso animal—¿T-Tú crees? Yo n-no lo hice aproposito, y-ya venía muerto cuando lo c-compramos
—¿Eh? ¡No, no! ¡No te estaba echando la culpa de nada!—aclaró exaltado, haciendo que ella frunciera las cejas— Todos comen pavo en navidad, ya seguro están acostumbrados a morirse. Así es la vida
—S-Si tú lo dices...—murmuró insegura, sin ganas de seguir hablando sobre el tema.
Un silencio incomodo se formó entre ambos, el cual solo avivaba los nervios de la chica. No sé consideraba a si misma una persona muy interesante, por lo que no sabía cómo sacarle conversación en este momento. Por mensajes era diferente, ya que él era quien normalmente tomaba las riendas en el asunto. Pero esta vez parecía estar en blanco, igual que ella.
—Por cierto, huh... tu voz, eh... suena como de niña —habla al fin, notoriamente nervioso— que bueno que si lo seas, temía que resultaras ser un gordo asqueroso. No digo que sea malo, pero ya tengo mucho con mi hermano mayor.
Aquel comentario la hizo reír levemente, ganándose un suspiro de alivio por parte del muchacho—¿Tu hermano? Huh... ¿Killumi?
—Sip, ese mismo —afirma, chasqueando la lengua—. ¿A que no adivinas que le compraron en navidad? ¡Otra computadora! Como si no tuviera muchas ya.
—¿Y a ti que te dieron?—pregunta con curiosidad, haciéndolo suspirar nuevamente.
—Dos semanas más de castigo por burlarme de mi hermano —masculla, haciéndola reír nuevamente—, y una patineta.
Naomi ladeó la cabeza, torciendo levemente los labios—¿Para patinar?
—No, para hacer el almuerzo.—suelta de forma irónica, a lo que ella frunció el ceño confundida.
—¿Cómo te ayudará una patineta en eso?
Su amigo suspiró pesadamente, antes de empezar a reí de forma tranquila—Ay, eres tan...—paró de hablar abruptamente, tosiendo un poco para disimular— c-como sea, ¿sigues nerviosa o ya se te es más fácil hablar conmigo?
Ella musitó un sonido pensativo, observando distraídamente sus pies—Es más fácil porque ya somos amigos, c-creo.
—Eh... eso es bueno, supongo —murmura, aclarando su garganta antes de seguir— c-creo que deberíamos hacerlo más seguido. Para que practiques.
—Pero ya hablo así con Daiki siempre.
—¡No es igual, a él lo conoces de toda la vida!—bramó, haciendo que ella separara momentaneamente el celular de su oreja—. La idea es que puedas hacerlo con todos, o en este caso, conmigo.
Ella asintió torpemente, sabiendo ya que él no podía verla—T-Tienes razón. Huh... si no es mucha molestia, me ayudaría mucho que hiciéramos eso.
—Tranquila, lo que sea por mis amigos —rió, restándole importancia—. Y cambiando de tema, ¿de qué color es tu cabello?
—¿M-Mi cabello?—repite, a lo que él musitó un sonido afirmativo— Pues es... castaño oscuro, casi negro —responde, bajando momentaneamente la mirada para observar las puntas de su cabello—¿Por qué preguntas?
El muchacho titubeó un poco, soltando una risa nerviosa antes de hablar—Curiosidad, claro —se excusa—. Adivina de que color es el mío.
—Hmm, ¿me das una pista?—pide tímidamente, sin querer pasar vergüenza con alguna respuesta equivocada.
—Bien, huh... ¿sabes cómo son los pandas?—cuestiona, recibiendo un sonido afirmativo— bueno, así pero sin la parte negra.
—¿Blanco?
—¡Si! Que inteligente eres, Asuka-chan —pronuncia con diversión, haciéndola sonreír—. ¿Cómo cuánto mides?
Ella frunció los labios, tratando de recordar su estatura exacta. La última vez que la midieron tenía trece años, pero dudaba mucho el haber crecido desde entonces—Un metro cincuenta y seis, creo.
El chico soltó una exhalación de sorpresa, seguido por una larga carcajada—¡Eres super chiquita! Mi hermano menor mide lo mismo.
Naomi frunció sus labios en un puchero, bajando tristemente los hombros. No conocía a muchas chicas de su edad, pero por lo que dijo su amigo, le dió a entender que era más baja que la mayoría. Añadiendo otra imperfección a su lista de inseguridades.
—Yo mido como un metro setenta y algo —habló nuevamente el chico, alardeando sin vergüenza alguna—. Todos dicen que soy muy alto para mi edad, y tienen razón.
—O-Oh, pues... me alegro por ti, Alluki-kun. A mí me gustaría medir un poco más también.—susurra, jugando con los bordes de su falda mientras escuchaba el ruido que generaban las voces de los adultos.
—¿Eh?, ¿por qué? Así ya estás bien.
—Hmm, ni siquiera nos hemos visto.—contesta extrañada, dejándolo mudo un par de segundos.
—Tengo a mi hermano como referencia, por eso digo —balbucea, aclarando su garganta antes de seguir—. En fin, huh... solo faltan diez minutos para año nuevo.
Naomi despegó el artefacto de su oído para verificar la hora. Confirmando que, efectivamente, ya eran las 11:50 pm.
—¿Estás emocionada por empezar las clases? Solo faltan tres días.—pregunta el muchacho, notoriamente desanimado por su regreso a la escuela.
—S-Si, pero más que emoción siento algo de nervios. Es algo extraño.—susurra, a lo que él murmuró un sonido pensativo.
—Es normal, supongo. Pero todo saldrá bien, estarás acompañada por tu amigo y, huh... eres inteligente, así que seguro le agradarás a los maestros.
—¿Tú le agradas a los tuyos?—cuestiona, ganándose una risa irónica de su parte.
—Ya hasta me tienen apartada una silla en la sala de castigos. Todos me detestan.—bufa enojado, haciéndola sentir empatía.
—Y-Yo no te detesto.—susurró, pero está vez el chico no logró entenderla del todo.
—¿Ah?, ¿qué dijiste? Habla un poco más fuerte.
Naomi curvó una pequeña mueca de incomodidad, negando rápidamente con la cabeza—Na-nada
—Escuché algo así como que me detestas.—masculló, haciendo que ella ensanchara los ojos alarmada.
—¡N-no!, ¡dije que no te detesto!—aclaró nerviosa, movimiento frenéticamente su mano libre.
El otro lado de la línea permaneció en silencio durante algunos segundos, los cuales se sintieron como años para ella. No quería que uno de sus unicos dos amigos se enojara por un tonto malentendido, ya que le había tomado bastante cariño estos últimos meses y sería muy triste que la amistad entre ambos se estropeara.
Hablar con él era la único interesante que ocurría en su aburrida vida, y no quería perderlo tan rápido.
—Huh... yo tampoco te detesto, creo.
—¡En serio! La casa de mi amigo es súper rara, ¿quién diablos tiene un cuadro de Jesús en el baño? Me está dando mucho miedo.—habló Killua, curvando una mueca de horror mientras desviaba la mirada para observar el cuadro en la pared.
Ella soltó una corta risa, haciendo que su mueca se transformara en una sonrisa de satisfacción—Mi madre es igual, todos los domingos me obliga a ir a la iglesia con su grupo de amigas.
El albino ladeó la cabeza, estirando sus piernas para estar más cómodo—Hmm, todos en mi familia son ateos, y mi hermano mayor es algo satánico también —musita, torciendo los labios— una vez entré a su cuarto sin que se diera cuenta y encontré una foto mía en medio de un circulo de velas.
—¿E-Eh?, ¿por qué tenía eso?—pregunta con voz temblorosa, a lo que él se encogió de hombros.
—Ni idea, pero luego de eso empecé a sentir la necesidad de hacerle caso siempre —masculló, mientras un leve escalofrío recorría su cuerpo—. Por suerte, mi amigo Nog se dió cuenta y le pidió a Kapiraku que me hiciera un exorcismo o algo así. Luego todo volvió a la normalidad.
—Esa... es una historia bastante rara —mumuró la chica, soltando una corta risa al final—. Me alegra que ya estés bien.
Killua sonrió enternecido, moviendo alegremente sus pies mientras observaba el techo del baño. Se sentía maravillosamente estúpido conversando con ella. Al principio fue algo incómodo para ambos por sus respectivos motivos, pero con el pasar de los minutos el ambiente se fue aligerando y ahora podían hablar libremente. Se sentía incluso mejor que cuando chateaban por Tinder, ya que por llamada podía apreciar mejor las reacciones de la chica ante sus ridículos comentarios aleatorios.
—Hmm, solo faltan dos minutos para año nuevo —anuncia el albino, observando el reloj digital en su muñeca—. El tiempo pasó muy rápido, mejor te hubiera llamado a las diez.—suspiró, a lo que ella musitó un sonido afirmativo.
—Tienes razón, hmm... ¿qué fue lo mejor que hiciste este año?
El albino infló una de sus mejillas, recapitulando mentalmente todo lo que había hecho estos últimos doce meses. El principio de año no había tenido ningún aspecto interesante o innovador para resaltar, todo transcurrió con suma normalidad. A mitad de año las cosas si empezaron a ponerse algo interesantes, ya que poco después fue que la conoció a ella. Su rutina diaria sufrió un pequeño cambio que muy pocos notaron, pero que para él fue sumamente importante. Por primera vez en su vida experimentó el genuino interés romántico hacía otra persona, y aunque casi todos los adolecentes de su edad pasaban por lo mismo, a él le gustaba pensar que sus sentimientos eran más especiales que los del resto.
Definitivamente, lo mejor que había hecho este año había sido descargar Tinder.
—P-Pues, huh...—balbuceó, tratando de conseguir valor para responder— creo... creo que nada, ¿y tú?—rió nervioso, sintiéndose sumamente estúpido.
—Yo, hmm... creo que descargar Tinder. Gracias a eso nos hicimos amigos, fue algo bueno.—contestó tranquilamente, dejándolo pasmado.
«Tsk, incluso ella puede decirlo y yo no» maldijo internamente, llevándose una mano al rostro para cubrir sus sonrojadas mejillas.
—P-Pues yo igu-...
—¡Killua~! ¡Sal del baño, ya estamos en cuenta regresiva!—la voz de su mejor amigo lo cortó, seguido por el sonido de algunos toques en la puerta del baño.
—Dejalo, seguro se está masturbando —escuchó balbucear a Leorio, junto a una fuerte palmada a la puerta—. ¡Bien hecho, Killua! ¡La última paja del año!
—Quitate, Leorio —bramó Kurapika, para luego dar frenéticos golpes a la puerta—. ¡Espero que no estés haciendo cosas obscenas frente a Jesús, Killua!
El muchacho chasqueó la lengua, separando el celular de su oído antes de cubrir la bocina con su mano—¡Cierren la maldita boca! ¡No me estoy masturbando!
—Que no te de pena, si quieres entro y te ayudo —rió Gon, tratando de abrir la cerradura de la puerta—. Pero ya en serio, sal rápido antes de que se acabe el-...
—¡Feliz año!—escucharon gritar a los familiares de Kurapika desde el piso de abajo, haciendo que todos se quedaran inmóviles.
El albino rápidamente se llevó el celular al oído, tragando duro al no escuchar nada desde el otro lado de la línea—¿A-Asuka?, ¿sigues ahí?
—Oh, si —contestó, haciéndolo suspirar aliviado—. Fe-Feliz año, Alluki-kun.
El Zoldyck sonrió levemente, bajando tranquilamente los hombros—Feliz año para ti también, Asuka-chan.
—¡Killua~!, ¡abre la puerta, por favor! ¡Prometo no volverte a besar sin tu consentimiento!
Espero que les haya gustado el cap uwu
💟 No olviden votaaaar
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro