01
En los pocos años que llevaba allí, en esa época tan distinta, tan aparte a toda la realidad que había vivido en mis años anteriores antes de ser parte del desafortunado bucle, jamás me había deshecho de la llave que colgaba de mi cuello, era mi amuleto, mi tótem, era el único recuerdo viviente que tenía y demostraba a donde pertenecía realmente, todas las inseguridades, todo el amor y la maravillosa aventura de aquella vida que no pude completar.
Porque yo podía deshacerme de todo, y lo hice al darme cuenta de que no sacaba nada quedándome de esa forma deplorable en un mundo tan diferente como lo era el 2019. Me deshice de mi forma de ser, de mi inseguridad, de mi estilo y toda la crianza que me dieron y yo pensaba que era correcta, me abrí camino a la verdadera realidad que estaba viviendo antes de que se volviera un infierno terrible e imposible de superar y quisiese volver a los crudos años 50. Pero no podía deshacerme de la llave, aquella llave que él me confió y apresó entre mis manos.
Y bueno, tampoco podía deshacerme de su foto, esa desgastada foto que ahora era nada en comparación a las que se sacaban ahora, pero que para mi era mi tesoro y añoranza.
Me temblaron las manos y mi garganta se cerró, era de día, un precioso día soleado en Seul, era mediodía y el tráfico formaba un sonido cacofónico al cual aún no me acostumbraba del todo, y la gente pasaba a mi lado con sus grandes teléfonos y ropa holgada, cabello teñido y completamente ajeno a todas las emociones que yo estaba sintiendo en ese momento.
Ver el local allí, aquel local intacto frente a mis ojos y que era completamente ignorado por todos. Seguramente no había sido abierto en muchísimo tiempo, el cartel ya simplemente no se veía y el polvo se acumulaba tanto en las ventanas que ver hacia dentro era bastante imposible. Pero era ese, el mismo local que había perdurado años bajo el nombre de la familia Park.
El mismo lugar en donde yo conocí al hombre de mi vida, y viví una de las historias de amor más caóticas de los años 50 antes de desaparecer de la faz de la tierra -de aquella época, claro- sin poder evitarlo, dejando al único hombre que me amó y respetó, el único hombre que luchó por mi tan fuerte que llegaba a doler, y el único hombre del cual yo podría enamorarme un sin fin de veces si solamente existiera ahora mismo.
Park Seonghwa.
Rogué para mis adentros que la cerradura fuese la misma, rogué a quien sea que fuese el creador de todo que me diese ese pequeño regalo de volver a mis únicos recuerdos latentes y atesorados en mi mente. Y mientras me acercaba hacia la puerta con la llave firmemente apretada entre mis manos y los ojos llorosos, el recuerdo de Seonghwa me llegó como un flechazo a la cabeza.
"Soy Park Seonghwa", habló el hombre frente a mi, debía tener treinta años máximo, de cabello negro azabache tan oscuro y opaco como el carbón, sin rastros de gel que lo cubriese y engomase, cayendo suavemente en rulos por su frente, era un estilo de cabello muy poco usual y se consideraba desordenado hasta para mi que lo llevaba largo, pero peinado hacia un lado. Pero simplemente en ese hombre se veía impresionantemente bien.
De un porte elegante y caballeroso, nariz pronunciada y recta y una piel acanelada que envidié por estar de moda entre las mujeres, Park Seonghwa llevaba un traje de talle entallado que le quedaba como un guante y lo hacía parecer un magnate petrolero.
Y yo simplemente era un joven desdeñado e infeliz de 25 años que anhelaba tocar aquel impresionante piano de cola que estaba dentro de ese local, que al parecer le pertenecía al hombre que me tendía una mano con una sonrisa suave.
"Soy Kim Hongjoong, un gusto, Park Seonghwa", saludé con una leve reverencia, podía ser un joven de clase media con estudios promedios, pero no era un maleducado y menos iba a hacerlo con alguien que se veía tan poderoso como para tirarme a la calle con una simple orden. Y estreché mi mano pequeña para tomar la pesada mano de Park, el contacto suave y blando de su palma contra la mía y nuestros dedos apretados me hizo colocarme nervioso y casi me tiemblan las rodillas al sentir un suave apretón de este hacia el dorso, dios, ¿que ocurrió?
Las separamos luego de un par de segundos bajo una mirada extrañada, y enseguida supe que él había tenido casi el mismo pensamiento que yo, el raro contacto me había puesto los pelos e punta y giré mi cabeza algo incómodo hacia la ventana, donde se podía ver el perfecto y negro piano de cola que mis dedos ansiaban por tocar.
Yo no sabía tocar el piano, como lo dije, soy alguien de clase media y con suerte mi madre pudo pagar mis estudios hasta salir del colegio a los 16 años, pero jamás había podido darme el gusto de simplemente tocar la cubierta de un piano, solamente podía escucharlos por la radio o cuando habían recitales a los que me colaba ilegalmente sin que nadie se diese cuenta.
"¿Te gusta mi piano?", por un momento, había olvidado que Park estaba frente a mi, solo me dediqué a observar la majestuosidad del piano que ahora confirmé le pertenecía a él, y tímidamente asentí girándome hacia él y sin buscar su mirada realmente. Debería estarse burlando de alguien como yo, tan desdichado y pobre.
Pero en cambio, él simplemente se acercó a la puerta y sacó una llave, para introducirla y de reojo darme cuenta de que no dejaba de mirarme sin borrar esa sonrisa suave que mostraba sus perfectos dientes blancos como perlas y alineados. La puerta se abrió sin rechinar si quiera, era tan extravagante que sin poder evitarlo expandí mis ojos.
"¿No te gustaría entrar?"
El clic de la puerta me sorprendió divagando en mis pensamientos.
Estaba abierta.
Solté todo el aire que no sabía que estaba reteniendo, tampoco me di cuenta del momento en donde inserté aquella llave y abrí la puerta. No podía creer que luego de casi 65 años la cerradura siguiese siendo la misma de aquella época, y tanta fue mi euforia y alegría que no pude evitar llevarme la mano libre a la boca y soltar una lágrima por mi ojo derecho que limpié tan pronto rozó mi mano a la altura de mi nariz.
Me encontraba temblando, como si estuviese muerto de frío y no hubiesen 22 grados celsius. Me tomó los dos años completos desde que desperté aquí para por fin plantarme frente al local de mis sueños y pesadillas, pensando en que me encontraría una tienda de ropa, un restaurante, o simplemente nada.
Pero todo estaba aquí, tan fuera de lugar, tan impropio al paisaje lleno de televisores y anuncios, ruido y cemento. La máquina del tiempo hacia mis años 50 estaba frente a mis ojos y literalmente solo necesitaba un empujón para entrar a la cabina.
Empujé la puerta con el corazón en la boca, y esta rechinó con un asqueroso estruendo mientras una polvadera se abrió paso hacia mi por aquel movimiento, aquella puerta era tan vieja y fea ahora, con la pintura descascarada, rasguñada, completamente oxidada y grafitteada, que la puerta que yo conocí no podía ser aquella misma.
¿Cómo había llegado hasta allí?
Ni yo lo sabía.
Solamente, una noche de viernes, el 16 de julio de 1952, estaba caminando desorientado por un bosque a las afueras de lo que era Seul en ese momento, tan frustrado por mi situación amorosa completamente imposible al ser tachada de errónea en esos años y necesitando despejarme un poco de la realidad cruda y fea que estaba viviendo junto a mi amado. Cuando pasó.
Truenos, tormenta, lluvia, todo pasó en un par de segundos que jamás pensé que iban a ser los últimos en esa época, que jamás pensé que esa misma tarde iba a ser la última vez que iba a ver a mi amado Park Seonghwa.
Había resbalado con un musgo intentando protegerme, y al caerme me había golpeado la cabeza.
Y cuando desperté, estaba aquí, en el 2017. Todo mugriento y con dos policías viendome fijamente como un energúmeno. Y claramente parecía uno, con camisa, pantalones de vestir elegantes, tirantes y corbata, yo parecía alguien disfrazado más que persona en comparación a los uniformados y la gente que pasaba a mi lado.
Yo en ese momento no entendía nada, era como un recién nacido en este mundo nuevo que hasta me daba miedo caminar. Los policías no habían creido mi historia sobre como antes estaba en 1952 cuando me dijeron que estabamos a 16 de julio, pero del 2017.
¿Si me costó aceptar que había viajado en el tiempo y no iba a volver nunca más a mi época, ver a mi familia y a Seonghwa? Me sigue costando, y sigo buscando formas a pesar de haberme acomodado finalmente en el mundo tecnológico.
También había investigado del tema, aunque no se supiese mucho, solamente que los campos electromagnéticos habían creado una especie bucle del tiempo entre años, no sé cuantos, y que yo tuve la desdicha de estar en el lugar y momento correcto en donde ocurrió, aunque yo no lo considere "correcto".
Aquí la homofobia y la homosexualidad ya no eran problema, ¿pero de qué me servía si la única razón para luchar contra los homófobos ya había muerto?
El simple pensamiento de que Seonghwa había muerto enterró una nueva espina en mi corazón. Lo había dejado solo, nunca pude despedirme de él, ni decirle lo mucho que lo amaba con locura las veces suficientes.
Y ahora era más infeliz que antes.
El local me recibió como un resguardo entre el polvo, y no pude evitar sollozar y pasarme una mano por el cabello al cerrar la puerta tras de mi. Todo estaba intacto, era como un cofre del tesoro.
Era una máquina del tiempo, una que Seonghwa había dejado para mi sin que se diese cuenta.
hwalight | 200923
Primera parte al fin subida 😭😭
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