Capítulo 4
Jubelian había ingresado a la tienda de armamento huyendo de la gente a su alrededor que la criticaba, Adalet se había quedado en la puerta esperando a que esta saliera de ahí.
—Oiga su cambio - Jubelian se acercó a la puerta —Que grosero.
—¿Sucedio algo señorita?
—No nada, vamos... - ella soltó un suspiro y salió de ahí con cajas llenas de cera para pulir las armas.
—¿No tenemos cientos de esas? - ella le hablo a Geraldine.
—Sí, pero la princesa no pudo decir que no - Adalet sonrió levemente y la siguió.
El Duque pronto se unió a Jubelian y siguió comprando todo lo que la joven veía, a ese punto toda la mansión acabaría llena de objetos sin sentidos.
—Isaiah, ¿Que hizo ahí adentro? - ella se acercó al Duque mientras la joven veía otros objetos.
—Solo entro para evitar las miradas de las personas, y no hubo nada extraño - Regis asintió.
—Bien -se acercó a Jubelian — Deme esos también - Jubelian suspiro y siguió caminando.
Habían pasado horas desde que habían dejado el ducado, todos lucían cansado y exhaustos, la joven princesa de la familia caminaba lentamente y tambaleante.
—Princesa... - Adalet se acercó lentamente —¡Princesa!
Jubelian había tropezado y estaba cayendo, cuando Adalet trato de acercarse el Duque ya la había atrapado.
—Tienes buenos reflejos - Geraldine elogio —Pero el es más rápido - Ella asintió y siguieron de cerca al Duque, al finalizar el camino por la enorme escaleras escucharon al Duque gritar el nombre de Jubelian, esta había caído desmayada y todos debían de apresurarse a regresar.
Adalet reposo su cuerpo en la cama, con el seguro de la puerta puesto se despojo de sus ropas y de la venda que envolvía sus pechos.
—Es doloroso - un pequeño quejido salió de sus labios, sus pechos debían de ser apretados minuciosamente, dolían al finalizar el día. —Odio esto.
En Siberya debía de llevar bonitos vestidos, joyas lujosas y los mejores maquillajes, en Ashet solo debía de ser un hombre, debía de apretar tanto sus pechos para verse plana y debía de cortar su largo cabello para evitar habladurías.
—Dylan lo usa largo, debería de dejarlo crecer solo un poco... si un poco - tocó su cabello, se sentía exhausta y apenas llevaba unos cuantos meses ahí.
Deseaba ser aquella Adalet que corría a los brazos de su padre, aquella que veía a las damas consentirla, pero ya nada de eso existía.
Habían pasado tres días desde que la princesa había caído desmayada, luego de eso una semana, Adalet quién hacía guardia a las afueras de los aposentos de Jubelian la vio salir, en silencio la siguió.
Sigilosa, pasos delicados y respiración lenta, nadie podía escuchar que Adalet iba detras de ella.
Jubelian se detuvo antes de dar la vuelta en dirección a la biblioteca, se escuchaba la voz del duque y de otra persona, Jubelian se escondió para no ser vista y para no molestar.
—Parace que encontré una rata oculta - Adalet se apresuró a Jubelian y la tomó del brazo para ocultarse detrás de una columna, Jubelian brinco y trato de alejarse pero Adalet le cubrió la boca —Tal vez las ratas son rápidas.
—No se mueva - Adalet susurro en su oído, Jubelian dejo de temblar pero al volver a escuchar el "rata" entro en pánico nuevamente. —Vamos - Adalet tomó su mano y echo a andar.
—¿Hay ratas? - Adalet quiso reír, la joven que caminaba temblorosa detrás de ella no se había percatado que se refería a ella al llamarla rata.
—No lo se - dijo simplemente, la dejaría ser por un rato.
Había pasado un día y todos se habían movido buscando las ratas, Adalet quiso reír al ver a todos correr de un lado a otro en su búsqueda.
—Iré al jardín - Jubelian aviso, Adalet le siguió de lejos y al llegar se quedó en la entrada para darle privacidad. —Lord Ediz ¿Qué hace ahí? Venga a la sombra - Jubelian le había llamado, Adalet se acercó un poco y se dispuso a ver hacia las flores, no podía ver a la joven durante todo el día.
—Señorita le llego una invitación - Adalet observo las flores.
Le recordaban a casa, tenía un inmenso jardín lleno de hermosas flores y conejos, el aroma a rosas le daba felicidad y el té especial de Siberya le hacían relajarse.
Era duro recordar para ella, era duro saber que si regresaba sufriría el mismo destino de antes, morir a manos de su esposo, morir junto a su bebé, no deseaba eso.
Por ello había aceptado duramente el ser un caballero en otro imperio.
—Trae flores y cinta - Adalet cayó en su dura realidad, ya no había nada de eso.
La joven delante de ella parecía ser feliz, pero por rumores sabía que era una fachada, desde la muerte de su madre había quedado sola, el duque simplemente la ignoraba, para bien o para mal aquello hizo que la hermosa princesa fuera un alma rota desde pequeña.
Días después Jubelian salió hacia el centro para buscar un regalo para la hija del conde, para su mala suerte no quería llamar la atención y su padre había puesto como condición salir con escolta.
Para su suerte eran más de diez y entre ellos iba Adalet, la más cerca junto a Geraldine.
—Se ve incomoda - Jubelian asintió —Pero es por su bien.
—Uf - ella suspiro, Adalet y Geraldine rieron bajo.
Geraldine intercambio algunas palabras con Jubelian para luego ingresar al taller destartalado, Adalet les siguió en silencio.
Luego de una hora con el artesano Jubelian siguió su camino en silencio, iba comprando y viendo en cada tienda a la que entraba, Adalet soltó un leve suspiro y la siguió hasta la última tienda.
—Esa molestia - mencionó su mayor, Geraldine sonaba irritado y miraba con enfado al hombre que estaba frente a Jubelian.
—Princesa, es hora de irnos - Adalet habló, Jubelian la miro y sus ojos se iluminaron.
—Nos salvaste a todos, un segundo más y lo matabamos a golpes - Adalet soltó a reír.
—A las serpientes hay que coryarles la cabeza o en este caso la lengua - Adalet tomó la caja y siguió a Jubelian.
Definitivamente ese encuentro atraería varios chismes.
No creí que les traeria capítulo hoy jeje, perdí a mi compañero 🦜 el día de ayer y pues no me siento bien.
Pero espero disfruten de este cap y espero ver sus comentarios.
Mis redes.
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